And strangers again
Aquella noche calurosa de verano todo se torció para ambas adolescentes.
Momo sujetaba entre sus manos su teléfono bañado en lágrimas. No lograba saber si era tristeza o rabia, seguramente ambas cosas. Lo único que tenía claro es que su corazón se había roto en pedazos.
"Lamentamos mucho informarle que no ha sido admitida en nuestra universidad de música."
Aquel correo electrónico la había hecho polvo.
—¿Por qué?
Se había esforzado mucho. Llevaba practicando meses sin descanso. Incluso pensó que lo había hecho genial en la prueba de ingreso.
—He sido una ilusa.
Cerró la aplicación del correo y se tumbó en la cama dispuesta a pasarse todo el resto del día llorando.
Siempre se había sentido insuficiente y lo único que había tenido claro era que quería entrar en esa academia.
¿Por qué no había podido entrar?
Cerró los ojos mientras sollozaba. Sin embargo, su acción fue interrumpida por su teléfono móvil anunciándole que tenía mensajes nuevos.
—Kyouka...
Estaba destrozada.
¿Cómo le decía a su novia que no había entrado?
Y peor aún ¿Por qué estaba enfadada?
Ambas habían hecho el examen de ingreso para entrar en la misma universidad de música. Momo había practicado meses para ello y en cambio Kyouka había ensayado solo los últimos días.
Su esfuerzo no había servido para nada.
Jirou no contestó.
Seguramente se sentía culpable de haberle dicho a su novia que estaba cien por cien segura de que entraría o tal vez porque mientras la pelinegra se esforzaba tanto al punto de hacerse heridas en los dedos ella solo se dedicaba a observar.
Momo se merecía haber entrado y ahora Kyouka se sentía horrible.
A la mañana siguiente Momo no sabía cómo sentirse. Estaba feliz por su novia o eso creía, pero al verla, por alguna razón, solo sintió tristeza e ira.
—Momo...
—Buenos días.
—Siento no haberte contestado, me quedé dormi...
—No pasa nada—la interrumpió.
La pelimorada la observó de reojo y suspiró. Sus ojos oscuros se clavaron en los de su novia con preocupación.
—¿Podemos hablar?
—No hace falta, no quiero que sientas pena por mí. Te mereces celebrar que has entrado.
Momo le dedicó una sonrisa forzada.
Sintió mucho asco ¿Por qué no podía sentirse feliz por su novia?
Era una egoísta.
—Quiero hablar contigo, de verdad pensé que entrarías...—susurró—¡Seguro que ha habido un error! Te esforzaste mucho y...
—No ha habido ningún error.
—Pero tienes mucho talento.
—¡No es talento lo que tengo!
Jirou se sorprendió. Momo nunca solía elevar la voz de aquella manera.
—Yo no tengo talento...—tragó saliva—Todo ha sido gracias a mi esfuerzo, pero está claro que no ha servido de nada. Así que por favor, no digas eso.
—Pero...
—Siento haberte decepcionado.
—¡No lo has hecho!
La pelimorada tenía la cabeza hecha un lío. No sabía que decirle a Momo para que se sintiera mejor. Sí ella no hubiera entrado no habría habido nada que la hiciera sentir mejor.
—Me he decepcionado a mi misma ¿Cómo no ibas a decepcionarte tú que creías más en mí que cualquier otro?
—No me has decepcionado, de verdad pensé que entrarías eso es todo. No pasa nada si no lo has hecho ¿De acuerdo?
—Es fácil decirlo para ti. Esa era mi única oportunidad.
Jirou no sabía muy bien que decir, así que soltó lo primero que pasó por su mente.
Un gran error.
—¡No lo es! Hay muchas academias privadas que seguro que tus padres pueden pagar ¿Verdad?
Momo sabía que ese comentario no iba con mala intención, pero no pudo evitar sentirse molesta.
—¿Crees que el dinero lo arregla todo? Era mi sueño entrar allí por mi esfuerzo, no quiero que mi esfuerzo se resuma en dinero—apretó los puños—Tú lo sabes de sobras. Sabes que odio que me resuman en dinero. Soy más que eso.
—Tienes razón, lo siento...
La pelimorada agachó la mirada. Se sentía inútil, era incapaz de hacer sentir mejor a su novia.
—No...yo debería disculparme.
—¿Por qué?
Kyouka la miró confundida.
—Por estar molesta contigo por haber entrado. No puedo evitar que me dé rabia...—suspiró—Practiqué durante meses y tú a penas te esforzaste las últimas semanas.
—Yo...
—No hace falta que digas nada, solo quería soltarlo—Momo le dedicó una sonrisa—A pesar de eso sé que te merecías entrar y me alegro por ti.
—Ven aquí.
Momo la miró aguantándose las lágrimas mientras la pelimorada la rodeaba con sus brazos. A pesar de ser más alta, Momo se sintió como un cachorro entre los brazos de Kyouka.
Sin embargo, su corazón seguía ardiendo.
Tuvo la esperanza de que Kyouka rechazara ese ingreso para quedarse con ella, para seguir juntas tocando música, pero sabía que solo sería un sueño.
Y así fue. Estaba claro que nadie en su sano juicio iba a preferirla antes que ir a una de las mejores academias de música del país.
—¿Seguiremos viéndonos?
La pelimorada agarró las manos de su novia con cariño y preocupación.
—Pues claro. Alúmbralos a todos con tu música, Kyouka—sonrió besando sus labios.
Tras ese beso todo fue distinto.
Primero se veían, luego pasaron a ser llamadas y al final se perdieron para siempre. Kyouka estaba demasiado centrada en su nueva vida y Momo se había cerrado completamente a ella.
—Lo siento Kyouka, deberíamos romper.
—¿Qué?
—¿De veras te sorprendes?—agachó la mirada—Nuestra relación ya no es como antes. Siento que ahora a penas te conozco.
La pelimorada apretó los puños. Sabía que tenía razón. Ambas se habían estado alejando mutuamente y habían seguido caminos distintos.
—Una de las dos tenía que dar el paso—Momo la miró con dureza—Lo siento, pero prefiero seguir con mi vida y dejar de lado todo este dolor que nos provocamos mutuamente.
La frialdad en las palabras de la pelinegra sorprendió a Kyouka. Momo había madurado mucho, había cerrado su corazón y ella no se había dado cuenta.
—Si es lo que quieres está bien—mordió su labio inferior—Sí, está todo bien.
—Bien, entonces espero que llegues muy lejos con tu música y tus nuevos amigos—la pelinegra hizo una pequeña reverencia como muestra de respeto y educación hacía aquella chica.
La pelimorada la miró sorprendida. Toda esa luz que caracterizaba a su novia había desaparecido.
—¿Estás celosa?
—No ¿Por qué iba a estar celosa de una persona que ha conseguido todo lo que más deseaba?—su mirada fue demasiado fría para saber si era sarcasmo o no.
—Momo...
—Nunca tuviste que haberme invitado a ese club, no debimos de habernos conocido—suspiró.
—¿Pero qué estás diciendo?—Kyouka intentó acercarse a la contraria, pero Yaoyorozu la apartó.
—¿Ahora te preocupas por mí? A penas lo has hecho desde que entraste a esa academia. Incluso evitaste mis llamadas. Para tener una relación así, prefiero no tenerla. Necesito seguir con mi vida.
—No es fácil hacer tantas cosas, nos ponen mucha faena en la academia y a penas tengo tiempo.
—Por eso quiero irme de tu vida. Es lo mejor para ambas ¿Piensas lo mismo, verdad?
La pelimorada retuvo las lágrimas y la miró con firmeza.
—De acuerdo.
—Bien.
Y volvieron a ser desconocidas de nuevo.
Años más tarde Yaoyorozu tocaba el piano con delicadeza mientras los clientes de aquel local la observaban con asombro.
Al terminar, el lugar se llenó de aplausos a medida que la chica hacía una reverencia elegante en forma de agradecimiento.
—¿He estado bien?
La pelinegra sonrió con timidez mirando a una chica pelirroja que la esperaba detrás del escenario.
—Has estado increíble.
—Itsuka, siempre dices lo mismo. Empezaré a pensar que lo haces por compromiso—rio la más alta.
—Si lo hicieras mal te lo diría—sonrió cruzándose de brazos—Siempre soy sincera contigo.
—Tienes razón.
La de ojos verdes le tendió una botella de agua a la vez que la pelinegra besaba su mejilla como agradecimiento.
—¿Sabíais que había una cantante famosa entre los clientes?
—¿Ah sí?
Momo cerró la botella mientras Kendo le tendía una revista.
—Mira.
Yaoyorozu miró la fotografía sorprendida. Estaba diferente, pero consiguió reconocerla por su cabello morado y ojos afilados.
—Oh.
—¿La conoces?
—No, no la conozco.
La de ojos esmeraldas la miró notándola un poco tensa, así que cogió su mano.
—Vamos a casa—sonrió—Hay que celebrar lo bien que te ha salido la actuación, seguro que alguien acaba fichándote al final y si nadie lo hace montaré mi propio estudio de música solo para ficharte.
La pelinegra sonrió dulcemente.
—¿De verdad harías eso?
—Claro.
Momo dejó caer la revista mientras sonreía.
—Vámonos a casa, pero te toca cocinar—sonrió juguetona.
—Lo dices como si yo no cocinara la gran parte de las veces.
Momo colocó su dedo índice sobre sus labios mientras la pelirroja reía.
Ambas salieron del local mientras una joven de mechas moradas las observaba.
Acto seguido miró al cielo y suspiró.
De desconocidas a amigas, de amigas a amantes y desconocidas de nuevo.
¡Hola! A pesar de ser corta espero que os haya gustado la historia. Se me ocurrió tras escuchar la canción y no pude evitar publicarla. Me costó elegir un final que tuviera cierto sentido, y bueno, muchísimas gracias por leer ^^
También decir que tengo en borradores otra próxima historia de este ship y será más larga <3
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