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⠀⠀𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗍𝗐𝖾𝗇𝗍𝗒-𝗇𝗂𝗇𝖾

chapter 𓍼 twelve:
Por ser valientes.

     Ante ella, se encontraba él. Con su azulada mirada pérdida en algún punto lejano del océano. Aquel bote, ya no junto a ellos, arrastraba con él al hobre que alguna vez fue el padre del rubio.

──Eres valiente.

A pesar de que aquellas palabras llamaron su atención, él no se volteó para verla, continuaba perdido.

──Lo sabes, ¿no?

JJ bajó su mirada, cabizbajo, escondiéndose del conocimiento que sabía que Amelie tenía. Ella siempre lo había leído a la perfección, incluso siendo extraños.

──¿Valiente? ──replicó él con ironía, sin creérselo──. ¿A qué le llamas valiente, Ames? No pude enfrentarlo. Nunca pude decirle que parase. No pude... No pude lidiar con mi propio padre.

El dolor que era de JJ, de alguna manera, también era el de Amelie.

──Eres valiente porque enfrentaste tus miedos. Porque sabías lo que te podías encontrar al llegar a casa, y aún así cruzaste la puerta todas esas veces. ¿No lo recuerdas? Si lo enfrentaste, JJ. Tu...

──Amelie...

──Déjame terminar ──le ordenó, deteniendo sus palabras──. Eres valiente porque te permitiste romperte.

──¿A qué te refieres? ──se interesó él.

──Muchas personas fingen ser fuertes. Fingen que no pasa nada, cuando en realidad, pasa todo. Le hacen creer a los demás que nada los hiere, y, en la soledad, su realidad es más dolorosa que cualquier herida física. A veces, hay que rompernos para descubrir que pieza fue la primera en rajarse. Pero los que no se rompen, mueren. Se ahogan en la cobardía de hablar, de soltarlo todo...

JJ la observó como si fuera la única cosa existente además de él allí. La vio, y a través de ella vio a la Amelie de hace un año; aquella que sufría el acoso constante y jamás saltó en su defensa. Aquella que parecía pequeña ante las críticas. La Amelie que había estado enamorada de él desde siempre, pero se dio cuenta muy tarde gracias a lo ciega que la hacía el miedo.

La Amelie de antes podría haber sido muchas cosas, más la palabra ‹‹valiente›› no se podría relacionar con ella. Pero la Amelie actual no le deja espacio libre a la cobardía.

──Tú sí que eres valiente, Amelie ──le aseguró JJ, dando un paso más cerca hacia ella.

──No, no lo soy. O al menos, no solía serlo ──poco le gustaba, pero sabía que tenía que negar aquello. Era un mal ejemplo y no quería que JJ la tomase como uno. Seguido de unos segundos en silencio, se armó de valor──. No solía tener idea sobre lo que podía llegar a ser la valentía. Tenía todo, pero a la vez nada. No solía ser valiente...

En silencio, JJ acercó con cierta duda su mano y colocó un mechón castaño rebelde detrás de la oreja de la chica. Luego, se apartó nuevamente.

──Las personas rotas y cobardes, son las que más saben sobre la felicidad y valentía.

──Eso no tiene sentido ──remató la castaña, esbozando una pequeña sonrisa ladina. JJ la imitó sin poder evitarlo.

JJ apartó la mirada por unos segundos y reprimió una corta risa, entonces, volvió a verla.

──A mí me gusta que ambos estemos rotos ──confesó con lisuara. Se mostraba tranquilo, pero en realidad sentía tanto calor en el pecho que creía que su corazón terminaría derritiéndose.

──Creo que no te sigo ──dijo ella, inentendida.

──Somos dos personas rotas intentando curar las heridas del otro.

Entonces, hubo silencio. Un silencio en que el chocar de las olas sobre la orilla y el rugir del viento eran los únicos apacibles sonidos que se oían a su alrededor. Pero no les importó. No les importó estar completamente callados. A veces, las miradas dicen más que las palabras, y este era ese momento suyo. Sus ojos confesaban lo que con sus bocas no podían.

Ninguno supo quien fue el responsable, pero, segundos más tarde, sus respiraciones comenzaron a acoplarse debido a una repentina cercanía generada. Sus pechos, débiles ante el otro, subían y bajaban con nervios. casi rozandose.

Cuando ella decidió dar el primer paso y acercarse aún más a JJ, él tomó la cruda decisión de intervenir.

──Deberíamos irnos ──le recordó, apartándose por completo──. John B debe estar enloqueciendo.

Amelie se distanció con pena. Aquella reacción de JJ y posible rechazo le había afectado. El frío de su lejanía volvió a abrazarla.

──Sí, claro ──sin tener otra opción, Amelie aceptó.

──Igual, no pasó nada que tendría que pasar, ¿no? ──preguntó JJ. A pesar de que la idea de separarse fue de él, había un ápice de inseguridad y duda en su expresión.

──No lo sé. Ya vámonos ──pidió la castaña.

Dicho y hecho, JJ y Amelie comenzaron a caminar de regreso a la camioneta. Una vez en ella, tomaron sus respectivos asientos sin decir ni una sola palabra. Y así continuaron el resto del viaje, fundidos en un silencio que no eran capaces de eliminar.


──¡¿Dónde diablos estaban?! ──farfulló el moreno tras encontrarse al dúo bajar de la camioneta.

──Tuvimos unos... ──comenzó la castaña. Le dio una corta mirada a JJ, quien la estaba evitando por completo, antes de añadir:──... problemas paternales que atender.

──Luke estaba en el Chateu ──agregó él, como si tuviera la necesidad de que sus amigos lo sepan.

──¡Oh, genial!, ¡mientras pasabas tiempo con tu papá, a John B. lo mordió un caimán! ──reprendió Pope, con claros nervios.

──Pope ──lo señaló Amelie, ofendida con sus palabras.

──¿En serio?

──Sí ──le confirmó Kiara al rubio.

──¿Te parece que bromeamos? ──masculló Sarah.

──¿Alguien podría explicarnos que mierda pasó? Solo tenían que esperarnos ──se quejó Amelie.

──¡Pasó que lo mordió un caimán!

Al mismo tiempo que Pope pronunciaba aquellas palabras, John B también habló:

──¡Pasó que me mordió un caimán!

──¡No se atrevan a gritarme!, ¿okey? Puse mi vida en riesgo, idiotas ──contraatacó Amelie, también alzando su voz.

Un bullicio se formó ante las quejas que comenzaron a ir y venir. Por un lado, estaban John B, Pope, Kie y Sarah echándole en cara a Amelie lo mucho que se habían demorado. Por el otro, Amelie intentaba defenderse a ella misma y a JJ.

──¡Silencio! ──vociferó JJ, logrando que los gritos de sus amigos en discusión cesaran──. En serio, chicos, ya no lo soporto, ¿si? Terminen con esto por un segundo ──suplicó, recostando su espalda sobre el tronco de un árbol cercano con cansancio──. Miren... ayudé a mi papá a irse de la isla. Y no va a volver nunca más. Se fue de aquí. Hablará en español Bon voyage.

─JJ, creo que eso no es español... ──informó Amelie, bajando su voz.

──No es el idioma correcto ──murmuró Sarah.

──No sé de qué habla ──dijo Pope, negando con su cabeza.

──Todo lo que tenemos... ──comenzó JJ nuevamente──. Y sé bien qué es lo que tengo. Son ustedes, ¿okey? ──aseguró, volteandose instantáneamente hacia la chica que sabía que lo estaba viendo──. Son todo lo que tengo ──reiteró, sin apartar sus ojos de ella. Luego de asegurarse de que eso le quedara en claro, volvió a sus amigos──. Y estuve muy cerca de perderlos. ¡Todos!

──Casi todos ──corrigió Amelie, más JJ decidió ignorarla.

──Tú casi te ahogas ──recordó, señalando a palma abierta a Kie──. Pope, a ti te secuestraron. Sarah..., te dispararon. John B, casi eres la cena de un maldito caimán. Y... ──JJ volvió a voltearse hacia Amelie──. Bueno, a Amelie siempre le pasa algo ──simplificó, logrando sacar unas leves sonrisas──. Y esto de culparnos unos a otros es una idiotez de Kooks, ¿de acuerdo? No lo hacemos, ¿okey? Somos Pogues... Lo siento, fue demasiado.

Sin obtener ninguna respuesta rápida, sus mejores amigos comenzaron a aplaudirle. Amelie inclusive. Le aplaudían a él y el largo discurso que les había dado y que, raramente, había logrado calmar las aguas.

──Fue el mejor discurso que diste ──aseguró John B., sin dejar de aplaudir.

──Sí, bien hecho ──lo felicitó Pope.

──Estoy llorando ──ironizó Sarah, con una sonrisa divertida.

──Además, ¿por qué no piensas en una piedra de Rosetta Stone? Porque español y francés son idiomas distintos... ──informó John B., burlesco ante el confuso idioma de JJ.

──Sí, definitivamente es francés ──apoyó Pope con diversión.

JJ, en respuesta, alzó sus dos manos, mostrándole a sus amigos sus dos dedos de corazón.

──Deberíamos bon voyage de aquí ──señaló Sarah, alzando su mano cual marinero.

──Bueno, saquemos a Twinkie de aquí ──ordenó JJ, volviendo a caminar de regreso a la camioneta de Jack.

Segundos más tarde, luego de que los indicados se hayan puesto cómodos en sus asientos, JJ se mantuvo de pie sobre la parte trasera de la camioneta que Amelie se encargaba de hacer arrancar, dándole las precisas indicaciones a Sarah delante del volante de la van.

──¡Continúa, continúa! ──guiaba JJ──. ¡Despacio, despacio, despacio! ¡Sarah, enderézala!

──¡Lo estoy haciendo! ──respondió ella en un mismo grito.

Al enterarse de que la van finalmente había salido completamente del agua y se había sumado a la fila sobre el camino de tierra, ambas chicas a cargo de llevar los vehículos se detuvieron.

JJ soltó un grito victorioso.

──¡Twinkie está viva!

⠀⠀

• • •



Unos pocos minutos más tarde, el grupo de Pogues en búsqueda de la posible existencia de la cruz, luego de descubrir cuál era su verdadero lugar de descanso, abrieron las dos puertas que le otorgaron acceso directo a una vieja iglesia.

John B., aún afectado por la mordida del caimán, tuvo que usar a Pope como soporte para poder caminar hacia el interior del lugar.

──¿Me dices que Denmark Tanny decidió esconder la cruz aquí? ──volvió a preguntar JJ al mismo tiempo en el que avanzaba por el lugar.

──Mhm ──confirmó Pope sin hablar.

──Vamos, separánse ──mandó Kie.

Ante la indicación, los jóvenes comenzaron a moverse con rapidez por el lugar, pero manteniéndose precavidos y atentos ante cualquier detalle que se les pueda llegar a escapar.

──Bueno, si yo fuera una cruz y quisiera ocultarme en una iglesia antigua, ¿dónde lo haría? ──pensaba John B., caminando por el lugar con concentración.

──Nunca lo sabrás porque nunca serás una cruz ──ironizó Amelie, señalando lo obvio. En ese mismo momento, volvió a caminar de regreso a sus amigos.

──¿Seguro que Denmark escondió la cruz aquí, Pope? ──repitió JJ──. ¿Es la iglesia correcta?

──Tiene que estar por aquí, chicos ──aseguró el moreno.

──¿Y si tenemos que presionar un botón secreto o tocar un cierto acorde y luego, de pronto, el piso bajo nosotros revela las catacumbas y algo así? ──cuestionó JJ, rozando las teclas del gran piano.

──Mejor busquemos pistas obvias ──ideó John B., caminando de acá para allá.

──No es una sale de escape ──informó Kie.

──Tiene que estar aquí ──aseguró Pope, revisando cada punta del lugar.

Mientras tanto, Amelie se encargaba de observar co detenimiento todas las paredes y columnas del lugar, intentando hallar algo que le haga saber que la cruz en verdad se encontraba escondida allí.

──No veo donde esconderían una cruz gigante aquí ──se quejó John B.

──No, no hay forma. No puede habernos enviado a una misión imposible que nos llevara a una iglesia que no tiene nada ──debatió Pope, alzando su voz.

──Oye, lo entiendo. No sé qué decirte ──expresó el anterior con exasperación.

──Las pistas nos trajeron aquí. La cruz está en la iglesia ──continuó el moreno, por último dejándose caer sobre uno de los largos bancos de madera que habían allí.

──Pope, todo estará bien. Hemos tenido problemas en el pasado y los resolvimos ──prosiguió John B., con otro de sus intentos de calmar a su amigo──. La encontraremos.

──Tiene razón ──confirmó Kiara, sentada a su lado.

──Mira, solo hay que pensar con lógica..., ¿si? ──John B. no dejó de hablar──. ¿Dónde esconderías una cruz de dos metros hecha de oro?

Al mismo tiempo en el que sus amigos abrían otro debate sobre el paradero de la cruz, Amelie continuaba dejando toda su atención a la rara estructura de la iglesia. Luego de unos pasos, estuvo de pie ante el podio. Allí había una cruz de madera tallada y Amelie descubrió con rapidez que no estaba específicamente en el centro. Frunciendo su ceño ante aquel extraño descubrimiento, la castaña extendió su mano, colocándose de manera perfecta ante la cruz.

──Oigan, ¿qué le sucede a Ames? ──cuestionó JJ, acercándose a sus amigos. A pesar de no verlos, la nombrada sentía los curiosos y confusos ojos de sus amigos sobre su espalda.

Ignorando todas las preguntas, con suma concentración, Amelie entrecerró uno de sus ojos para tener la única perspectiva del lado derecho, donde se encontraba la cruz. De a poco y con lentitud, fue subiendo su mano, siguiendo la dirección de la pequeña cruz plasmada sobre el podio. Cuando su brazo extendido llegó a más atrás de su cabeza, se dio la media vuelta y continuó, esta vez bajando su brazo. Apenas pudo bajarlo, pues lo que descubrió al apuntar directo a unas vigas de la iglesia la detuvo.

──Amelie, ¿vas a decirnos qué pasa? ──preguntó Pope, volviendo a perder su paciencia.

Amelie, desbordando de felicidad y orgullo propio, corrió hacia sus amigos y se dio la media vuelta, sin perder de vista las vigas de madera acomodadas en forma de cruz.

──Ahí está ──señaló Amelie, indicando el lugar con su dedo índice.

──Oh, Dios mío... ──murmuró Sarah, sorprendida.

──Amelie..., eres una genio ──le dijo Pope con asombro. Luego, caminó hasta una de las paredes cercanas.

──Ya lo sabía ──contestó ella con superioridad y una sonrisa. A su lado, Kie rió.

──Entonces, ¿me están diciendo que Ames encontró la cruz y no Pope? ──quiso saber el rubio, sin creérselo.

──¿Te sorprende? ──atacó la castaña, un tanto ofendida por la notable sorpresa de sus amigos. Pope no era el único inteligente allí.

──A mi no ──habló Pope mientras trepaba la pared agarrándose de las imperfecciones y maderas rotas──. Siempre dije que Amelie tenía un intelecto superior.

──Gracias, Pope ──agradeció la susodicha.

──Eh, Pope... Espera, es una locura ──quiso detenerlo Sarah luego de descubrir lo que Pope estaba haciendo.

──Pope, esta iglesia es antigua. Muy antigua. Es una locura ──anunció Kii con inquietud, más Pope no escuchó aquello.

──Oye, esta iglesia debe tener al menos doscientos años ──comunicó JJ, ayudando a sus amigas a detener al moreno.

──Tiene razón, Pope. ¡Es peligroso! ──aceptó John B., dándole la razón al rubio.

──Pope, deberías bajar. Encontraremos otra forma, amigo ──sugirió Amelie.

──Voy a ser sincero ──JJ volvió a hablar──. No eres la persona más coordinada del planeta tierra, ¿me oíste?

Entonces, Pope dio severos golpes sobre una de las maderas una vez estuvo sobre la viga.

──¿Qué estás haciendo? ──interrogó JJ.

──Bueno, esto es madera sólida. Probaré la otra viga ──indicó Pope, desplazándose con cuidado hacia la otra madera.

──Pope, eso está muy podrido ──advirtió JJ. Fue una advertencia que Pope ignoró por completo.

Luego, Pope volvió a golpear la madera, esta vez a la que estaba ante él.

──Pope, odio tener que decirlo, pero es madera ──mencionó el rubio.

──Tiene que estar ahí ──aseguraron Pope y Amelie al unísono.

Con delicadeza, Pope abrazó la gran madera para poder llegar al otro lado, donde se encontraban las otras formando otra cruz.

──Ten cuidado con ese nido de avispas gigante sobre tu cabeza ──requirió JJ.

──Mira, solo muévete despacio, ¿si?Con calma ──ordenó John B., entre la preocupación y nervios.

Para su buena suerte, Pope llegó al otro lado. En el camino pisó un pedazo de madera débil y este cayó directo a sus amigos, quienes lograron alejarse antes de que pudiera golpearlos.

──Miren. Es hueco ──distinguió Pope, armándose de tranquilidad tras saberlo──. Traigan una palanca.

──Okey, yo la traeré ──dijo Sarah, saliendo del lugar.

──¿Qué vas a hacer, Pope? ──interpeló JJ──. No quiero que toda la iglesia se nos caiga encima. Es todo lo que digo.

──Pope, por favor ten cuidado ──suplicó Amelie. No debió dejar que Pope subiese allí──. Si me equivoco... te habrías arriesgado sin razón.

──Cierra la boca, Amelie ──demandó Pope──. Sé que está aquí. No lo sabría si no fuera por ti.

Ante las palabras de Pope, Amelie se armó de victoria y una sonrisa sincera apareció en su rostro. Que haya sido él quien se lo dijera le subió mucho el ego.

A su lado, JJ frunció su ceño y carraspeó su garganta, pues Amelie y Pope no habían dejado de sonreírse.

──Oye, Pope ──llamó Sarah, entrando al lugar con la palanca pedida.

──Arrojala.

──Cuidado con las cabezas ──mandó John B., alejándose junto a los demás.

Cuando Sarah la arrojó en el aire con todas sus fuerzas, Pope logró tomar la palanca con facilidad una vez que el objeto llegó a su altura. La rubia, ante su ayuda victoriosa, se dio la media vuelta hacia sus amigos con una alegre sonrisa. Ellos la felicitaron, imitando su felicidad.

──Oye, Pope, hay otro nido de avispas allá arriba. Muévete despacio, ¿si? ──solicitó John B.

──Seguro.

Luego de una breve charla, Pope afianzó su agarre a la palanca y comenzó a dar golpes fuertes y bruscos sobre la madera. A medida que iba destrozando cada vez más madera, lo que se encontraba en su interior se hacía notable. Cuando Pope liberó un gran trozo de madera que cayó, quienes lo veían con atención esbozaban unas sonrisas alegres.

Lo habían hecho.

Los presentes rieron y soltaron gritos victoriosos y eufóricos. Sarah, Kie y Amelie se unieron en un abrazo emocionado, mientras que JJ y John B. hacían lo mismo. Luego, Sarah se acercó a John B. y lo envolvió en un abrazo, cosa que sorprendió al castaño. JJ se acercó a Amelie con las mismas intenciones que Sarah, pero se detuvo antes de hacerle saber a ella que, en realidad, las ganas de abrazarla estaban en él desde hacía días.

──Okey, me están picando ──se quejó Pope, intentando ahuyentar a las avispas que indicaron su ataque. Ante querer liberar sus manos para protegerse mejor, dejó caer la palanca que por poco caía sobre JJ y Amelie.

Teniendo un momemto de distracción y debilidad, Pope casi cae de la altura de la viga. Lo hubiera hecho si no fuera gracias al agarre que logró obtener antes de caer por completo. Ahora, se encontraba colgando de la madera.

──Cuidado ──gritó John B.

De manera instantánea, sus mejores amigos corrieron en distintas directorios para traer bajo Pope algunos de los pequeños almohadones que había tirados en el alrededor.

──¡Resiste! ──pidió Kie.

──¡No puedo! ──Pope alzó su voz, perdiendo el control de una de sus manos.

──¡Espera, espera! ──ordenó JJ, dejando más almohadones.

──¡Me estoy resbalando!

Entonces, justo sobre el momemto en el que sus amigos lograron terminar de dejar los almohadones bajo lo que sería la caída de Pope, este cayó de manera automática al suelo, terminando sobre la gran pila de almohadones. Sus amigos ahogaron un grito preocupado y se acercaron rápidamente a él.

──Pope, ¿estás bien? ──preguntó Kie, acercándose.

──¿Estás bien? ──reiteró Amelie al no tener respuesta de su amigo.

──¿Estás bien? ──replicó JJ.

──¿Estás bien? ──duplicó Sarah esta vez. Tampoco hubo respuesta de Pope.

──¿Tienes algo roto? ──quiso saber JJ.

──¿Estás bien? ──fue John B. quien hizo aquella pregunta esta vez.

──Una caída complicada ──señaló JJ, intentando calmar a sus amigos.

Los ojos de Pope se abrieron como platos. Las miradas de sus amigos fueron a caer sobre la dirección en la que Pope observaba con temor, encontrándose con lo peor. La viga que sostenía a la cruz se había roto y se estaba llevando a la cruz consigo.

──Mierda ──masculló Amelie, alejándose de allí rápidamente, tomando a Pope de su brazo para ayudarlo a moverse. Para su buena suerte, aquel trabajo se le hizo fácil, pues él también había querido apartarse, más ambos cayeron.

La cruz terminó cayendo sobre los mismos almohadones que Pope.

──Pope, ¿estás bien? ──Kie volvió a preguntar, volviéndose a acercar a su amigo que yacía sobre el suelo.

──Sí, estoy bien. Solo denme un segundo para recuperarme ──confirmó Pope.

──¿Tú estás bien? ──le cuestionó John B. a Amelie, dándole una ayuda para ponerse de pie.

Amelie asintió, aceptando la ayuda de su mejor amigo. Cuando se puso de pie, sacudió la tierra sobre sus pantalones cortos.

──¡Lo lograste! ──felicitó JJ, acercándose a la cruz con admiración──. Pope, es preciosa.

──Nunca vi algo así ──suspiró Sarah, sorprendida.

──El detalle es increíble ──señaló el rubio.

Amelie decidió acercarse a observar la tan requerida cruz para poder verla mejor. JJ, quien se encontraba delante de ella, le dejó el pase libre para hacerlo.

──Es... increíble.

──Por eso Limbrey quería esa llave a toda costa ──dijo John B., viendo un lugar para usar la dichosa llave.

──Buen hallazgo ──ironizó JJ──. ¿Cuánto creen que valga? Digo, si la fundimos, yo creo que hablamos de miles de millones. Es una cruz impresionante...

──¡No! Esto va en un museo ──informó John B., negándose por completo.

──¡¿Qué?! ──soltó Amelie.

──¿Y nadie la verá? ──cuestionó JJ, sin aceptar la idea de John B.

──En un museo todos la verían ──defendió John B.

──¿Es broma?

──¡Oigan, es la cruz de mis ancestros! ──Pope llamó la atención ante un grito.

──Okey, entiendo, tienes razón. Entonces... ──JJ decidió rendirse.

──Esto no es por dinero. Y el mundo sabrá la verdad ──aseguró Pope.

──Sí, y si no la sacamos de aquí antes de que llegue Limbrey, nadie lo sabrá ──señaló John B. con obviedad.

Pope se levantó del suelo con dificultad y caminó hasta sus amigos.

──Es muy pesada ──dijo JJ, preparándose──. Esperen. John B., vas a jalar, ¿no?

──Yo hacia abajo, ustedes hacia arriba, ¿listos? ──demandó John B. Sus amigos confirmaron──. Uno, dos tres.

Luego de unos forcejeos y esfuerzos ante la inesistente fuerza que algunos cargaban, finalmente pudieron alzar la cruz.

──Es más pesada de lo que esperaba ──habló John B., dejando en claro su esfuerzo.

──¡Es oro puro! ──recordó Amelie, sin desconectarse para no dejar caer la cruz.

──¿Quién no está levantando? ──masculló el rubio──. Sarah, ¿si lo estás levantando?

──¡La levanto!

──¡No me parece!

Antes de que cualquiera pueda dar un paso más a lo que parecía funcionar, Pope desistió, cayendo sobre la vieja madera que formaban uno de los bancos.

Gracias a la rendición de Pope, quien intentaba recuperar aire perdido, la cruz cayó nuevamente ante sus pies.

──¡Maldición! ──masculló JJ, dando un pequeño salto que lo salvó de un pie roto──. ¡Casi me aplastas el pie, Sarah! ──se quejó, enfrentando a la rubia junto a él.

──¡Soy la única que la levanta! ──saltó ella en defensa propia. Como respuesta, JJ rió con incredulidad.

──Oh, ya lo creo. Por supuesto, la única que la levantó.

──Okey, haremos como un cabestrillo ──habló John B., llamando a la paz──. Como un remolque.

──Sí, sí, y luego la pondremos atrás ──continuó JJ, refiriéndose a la camioneta que le robaron a Jack.

──Chicos... ──llamó Pope con desesperación──. Chicos, no estoy bien.

Sus amigos caminaron rápidamente hacia él con preocupación, encontrándose con el problema al que Pope se refería. Aquellas abejas le habían dado alergia.

──Oh, mierda... ──murmuró Amelie, perpleja.

──Tienes el ojo hinchado ──señaló JJ──. No te ves bien.

──No puedo... ──intentó decir el moreno, más la falta de aire estaba dificultan su hablar.

──Está teniendo una reacción alérgica ──informó Kiara, observándolo con su ceño fruncido.

──¿Las avispas? ¿Cuántas veces te picaron? ──preguntó Sarah, al mismo tiempo en el que Pope se deslizaba hacia abajo desde el banco.

Los presentes no tardaron en socorrerlo. John B. y Kie pasaron los brazos de Pope sobre sus hombros para ser de soporte y poder trasladar a su amigo.

──¿Y la cruz? ──cuestionó JJ, claramente no podían dejarla así.

──JJ, Amelie, escondanla ──ordenó John B., sin dejar caer a Pope.

Al mismo tiempo en el que Sarah corría y dejaba el paso libre a sus otros dos amigos que cargaban con Pope; JJ y Amelie obedecieron la orden mandada por John B. Con los mismos almohadones que habían salvado a Pope de una posible fractura de espalda, intentaron cubrir la gigantesca cruz, cosa que se les estaba haciendo imposible.

──No puedo respirar... ──murmuraba Pope, desesperado.

──No sé cómo ocultar esta cosa ──dijo JJ──. ¡Es muy grande!

──¡Oigan, hay que irnos! ──llamó Kiara desde el exterior de la vieja iglesia.

──Déjalo así ──mandó Amelie, empujando a JJ para invitarlo a salir del lugar──. Rayos, esa cosa es muy pesada...

──Sarah, no la escondimos bien ──le informó el rubio a la nombrada que los esperaba afuera luego de cerrar las puertas de la iglesia.

──No te preocupes por eso ──respondió Sarah, corriendo hacia la camioneta de Jack. Cuando a esta llegó, abrió una de las puertas traseras para Pope.

──Hay que llevarlo al hospital ──habló Kiara.

Amelie abrió rápidamente la puerta que daba al asiento conductor y se sentó cómodamente nerviosa delante del volante.

──Pope, ¿qué necesitas? ──preguntó JJ, acercándose con preocupación. A este punto, ya habían logrado dejar a Pope sobre los asientos traseros.

Pope, ante lo difícil que se le hacía hablar, imitó clavarse algo en uno de sus brazos.

──¿Una inyección? ──cuestionó el rubio, dudoso.

──¡Necesita una inyección! ──confirmó Kiara, alzando su voz.

JJ parecía pensativo, como si quisiera decir algo que no salía por completo de su boca. Amelie, quien había estado atenta a él, supo entender lo que reflejaban sus frágiles ojos: duda.

──Sé a donde ir ──habló la castaña, haciendo rugir el motor de la camioneta. Ante esto, JJ rodeó la parte delantera del vehículo y se subió a este, junto a Amelie.

──¿Segura? Él va a matarnos ──interpeló JJ, inseguro.

──Si unos malditos traficantes no pudieron detenerlos, un enfermero tampoco lo hará ──garantizó Amelie, indicando su viaje.

Por otro lado, John B. y Sarah se encargaban de Twinkie, puesto a que no estaba en sus planes dejar a su presiada van allí.



⠀Apenas unos minutos más tarde —Amelie no se había preocupado por no seguir la velocidad correcta—, finalmente habían llegado a la casa de Ricky, el primo de JJ. A quien, días atrás, Amelie y JJ se habían encargado de robar su ambulancia para un plan de escape que no funcionó.

──¿Recuerdan cuando robaron mi ambulancia? ──masculló Ricky del otro lado de la puerta de vidrio, la cual sirvió para amortiguar su grito.

──Sí, lo sé. Sé que estás enojado, pero... ──antes de poder terminar de convencerlo, Ricky ya había cerrado la puerta delante de la cara de JJ.

──¡Necesitamos tu ayuda! ──informó Amelie en un alto grito, dando golpes a puño cerrado a la puerta.

JJ, Sarah y Amelie comenzaron a gritar y a llamar en nombre de Ricky y la ayuda que él podría ofrecerles.

──¡No puede respirar, Ricky! ──JJ alzó su voz luego de correr hacia una de las ventanas.

Cuando John B. y Kie llegaron hasta ellos cargando con Pope, también llamaron al primo de JJ con la utilidad de sus gritos desesperados.

──¿Quién no puede respirar? ──cuestionó Ricky, abriendo la puerta de madera, más manteniéndose la distancia con la de vidrio.

──¡Míralo! ¡Ayuda a mi amigo! ──suplicó John B.

Ricky pareció pensarlo, más terminó cediendo y cumpliendo el capricho del grupo de Pogues. Además, no iba a dejar que Pope muriese por el hecho de que Amelie y JJ habían robado su vehículo de trabajo, ¿o si?

──Hola, es un placer. Lo siento ──habló Sarah, siendo la primera en entrar a la casa. Luego de acercarse a una larga mesa, dejó caer todo lo que estaba encima de ella.

──No habría venido contigo si no fuera una emergencia ──le aseguró JJ a su primo.

Ricky ayudó a que Kie y John B. lograran dejar a Pope sobre la mesa.

──Resiste, Pope, tú puedes ──pidió Amelie, con sus nervios desbordando.

──¿Qué le pasó? ──quiso saber Ricky, acercándose a Pope.

──¡Avispas! ──respondió Sarah delante de él.

──¿Avispas? ──replicó Ricky, sin creérselo.

──Avispas, sí ──reiteró el rubio, alzando su voz.

──¿Es alérgico a las avispas? ──Ricky volvió a preguntar.

──Claramente ──contestó Amelie con cierta obviedad. Ricky le dedicó una mirada corta.

──Okey...

──Las piernas, levantaselas ──mandó JJ, parándose junto a John B. para hacer esto mismo.

──¿Cómo se llama?

──Pope ──respondió Sarah.

──Oye, Pope... Oigan, esperen, voy por mi equipo ──fue lo que dijo Ricky antes de darse la vuelta y salir corriendo.

──Está buscando el equipo, ayudalo ──esta vez fue John B. quien mandó una orden. JJ no tardó en acatarla.

──Intenta respirar un poco, ¿okey? ──susurró Kie, acercándose a Pope──. Tienes que concentrarte. Concéntrate en respirar, ¿okey?

──¿Cómo es? ──interrogó JJ a la distancia al mismo tiempo en el que Ricky volvía corriendo hacia los demás.

──Es como un bolso de lona ──señaló Ricky, adentrándose al garaje.

Para su buena suerte, Pope aún no había perdido por completo el aire. Seguía vivo. Además, pocos segundos más tarde, Ricky volvió con prisa hasta ellos con su gran bolso en mano.

──Okey, ¿ahora qué hacemos? ──cuestionó JJ, parado junto a su primo.

──No van a hacer nada porque no son paramédicos ──contestó Ricky, preparando una de sus agujas──. Okey, hola, Pope. ¿Cómo estás, viejo? ¿por qué te ves tan mal? Escucha, esta es una dosis pediátrica de epinefrina.

──¿Va a ser suficiente? ──interrogó Sarah.

──No es un niño ──señaló Kiara con obviedad, pues esto sería capaz de afectarle.

──Es diez veces una dosis normal ──informó Ricky──. Si no lo mata, lo ayudará, pero la usaré toda o no funcionará. Y no voy a caer si el muere ──concluyó, dándose la vuelta hacia JJ.

──Hazlo ──fue Amelie quien cedió──. Espera, ¿dijiste que puede morir?

Ricky resopló.

──Hazlo ──aceptó JJ.

──Bien, Pope, resiste, amigo.

Dicho aquello, Ricky se acercó a Pope y se inclinó sobre la mesa para tener mejor acceso a uno de los brazos del moreno. Sobre el elegido, clavó la aguja y permitió que el líquido dentro de ella entrase a su organizmo.

──Mierda, odio las agujas ──masculló el rubio, apartándose con impresión.

──Okey, listo ──dijo Ricky una vez retiró la aguja del brazo de Pope y se puso completamente de pie. Sarah, ante él, lo veía con temor.

──¿Ahora qué?

──Ahora esperaremos.

Tal y como Ricky lo había indicado, los Pogues se mantuvieron en silencio mientras esperaban ansios por cualquier señal de vida que Pope les mandase. Aún así, los segundos pasaban y no importaba cuanto silencio hagan o cuanta atención le den, él no despertaba.

Y allí, ante cinco adolescentes desesperados por la vida de uno de los de su grupo, Ricky lamentó aquella idea.

──Lo mataste ──soltó Kiara.

──No.

──Sí.

──No hice nada ──aclaró Ricky, a su defensa.

──¿Qué le hiciste? ──atacó la morena.

──Hice justo lo que ustedes pidieron.

──¡Pope, despierta! ¡Vamos! ──llamaba Amelie con temor.

Como si hubiera sido gracias a ella, Pope despertó ahogado por la falta de aire. Luego de recuperarlo, comenzó a sentarse. El pecho del moreno subía y bajaba con brusquedad ante la falta de aire perdido.

──¡Eso es!, ¡mi chico está bien¡ ──festejó JJ, con despreocupación y euforia.

──Tengo calor. Tengo mucho calor, chicos ──habló Pope, quitándose su pesado abrigo.

──Está bien, tranquilo ──le dijo JJ, acercándose con una abierta sonrisa.

──Tengo que salir ──informó Pope, bajándose de la mesa para dirigirse a la salida de la casa con desesperación.

──Oye, Pope, con calma ──requirió John B., siguiéndolo.

Kie y Sarah corrieron detrás de Pope y John B., quien, a pesar de haberlo seguido para alcanzarlo y calmarlo, estaba logrando todo lo contrario.

──Ricky, muchas gracias. Te debemos una ──agradeció Amelie, caminando hacia la puerta. Ricky, con una mirada poco conforme, negó con su cabeza──. Bueno, te debemos dos.

──¿Hay algún efecto secundario que debería preocuparnos? ──quiso saber el rubio junto a ella.

──Tendrá un cohete en el culo por media hora. Pero estará bien.

Antes de que cualquiera de los dos pudiera responder, Ricky cerró la puerta de la casa, obligándolos a salir lo más rápido que sus pies pudieron hacerlo.

──Lo hiciste bien, Ames ──murmuró JJ, dándose la vuelta para caminar de regreso a sus amigos.

──¿Yo? Ni cerca, quien hizo todo fue Ricky. Es un genio.

──Mhm... No lo creo ──continuó él, deteniendo su caminata para enfrentarla──. Yo no sabía si era correcto venir hasta aquí, pero tú sí. De no haber sido por tu valentía al riesgo, Pope... Bueno, no me quiero imaginar como estaría.

Amelie sonrió, y probablemente era la sonrisa más sincera que había mostrado nunca. Sin decir nada, extendió una de sus manos hacía él. JJ, con confusión, alternaba su mirada entre la mano de Amelie y sus dos ojos, buscando la respuesta o explicación a lo que debía hacer.

──Por ser valientes ──invitó ella, sin borrar su sonrisa. A pesar de que la situación pareciera una broma, Amelie quería que sea real.

Y, fuera de cualquier tipo de duda, JJ la estrechó, y aquel simple contacto de mano y mano logró llevar a ambos a tiempos pasados, cuando no tenían miedo de lo que sus sentimientos puedan significar. O cuando no les importaban las reglas, con tal de tomar la mano del otro.

──Por ser valientes ──aceptó JJ, formando una clase extraña de acuerdo.

Ambos sonrieron, atrapados en un momento inquebrantable.

Claro, inquebrantable era hasta que Pope, bajo los efectos de la inyección, los interrumpiera.

──¡Vamos por esa cruz!

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