⠀⠀𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗍𝗐𝖾𝗇𝗍𝗒-𝖾𝗂𝗀𝗁𝗍
chapter eleven:
La⠀⠀⠀⠀⠀⠀cruz.
──Creo que encontré el cuarto de la isla.
Da igual en qué condiciones estén. Daba igual como había sido la dramática entrada de Sarah volviendo al Chateu y la sorpresa de los Pogues al verla a ir. También, fue notable lo irritado que estaba John B con tan solo verla.
Aquello logró despertarlos del todo.
La noche no había sido de sus mejores. Se habían dividido las horas para vigilar y mantener la seguridad del Chateu después de la visita amenazante de aquel hombre y sus flechas letales.
Sin ponerse de acuerdo, los presentes se pusieron de pie sin pensárselo dos veces, encaminandose a continuar con esta loca aventura.
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Y así fue como los seis Pogues terminaron sentados en la van, dirigiéndose directo a lo que alguna vez había sido para ellos la boca del lobo. La casa de los Cameron.
──Escuchen esto ──pidió Amelie, leyendo aquel diario que Pope dejó bajo su poder──. Aquí dice que la cruz contiene la reliquia más sagrada de la cristiandad, la prenda del salvador.
──Espera, ¿dice que hay una prenda santa dentro de la cruz? ──quiso saber Kiara, confusa.
──Pues... sí ──confirmó Amelie, volviendo a ver el diario.
──Dice que la prenda puede curar cualquier enfermedad ──señaló Pope, acercándose a Amelie para poder llegar a leer.
──Mhm, sí. ‹‹Si lograis tocar su ropa, estarais bien›› ──citó JJ.
Sus amigos se quedaron confusos ante lo dicho. No tenían ni idea de donde era que JJ había sacado esas palabras.
──¿Qué? Iba a la iglesia ──se excusó el rubio.
──Seguro ──dudó Kie.
──Bueno, eso tiene sentido, ¿no? ──preguntó Amelie, compartiendo miradas con Pope, quien asintió.
──¿A qué te refieres? ──JJ quiso saber más.
──A lo que Amelie se refiere es que, tiene sentido la desesperación de Limbrey por tener la cruz ──explicó Pope──. Cree que la sanará.
──¿Cómo un manto de mil años podría hacerlo? ──cuestionó Amelie, aún sin terminar de entender.
──No lo sé, creo que tiene que ver algo con la fe o... algo así ──divagó Pope.
──¿Qué más dice? ──Kiara volvió a llamar la atención con su petición.
──‹‹Muchos creen que hemos pecado al robar algo sagrado y que Dios se vengará de nosotros›› ──releyó Amelie.
──Bueno, en realidad, Dios sí se vengó ──señaló Kie, con obviedad.
──Envió un huracán a hundir el barco. Solo Denmark sobrevivió ──añadió Pope, con suma seriedad.
Aquello los dejó a todos pensativos, con dudas. No habían resuelto casi nada, aunque estaban cada vez más cerca de la cruz, algo no terminaba de hacerles cerrar su caso.
Además de eso, nadie pareció querer continuar hablando. Comenzaba a ser incómodo estar dentro de la van.
Por un lado, Sarah y John B no se encontraban en su mejor momento. Las aguas entre Pope y Kiara todavía no estaban calmadas. Y por último, y más obvio, JJ y Amelie no parecían querer ni siquiera verse.
O eso le dejaba entender Amelie. Que no quería verlo, o hablarle. Incluso le hizo pensar que le ofendía respirar el mismo aire que él. ¿Pero qué podía hacer? ¿Perdonarlo como siempre lo hacía? ¿Olvidarlo? No, esta vez estaba dispuesta a devolverle la misma moneda.
Después de todo, el karma es un dios.
Y no lo iba a negar, era satisfactorio ver como JJ resoplando en silencio ante toda palabra que Amelie decidía ignorar.
Cuando llegaron a la casa, se bajaron de la van en pleno silencio, dejándose guiar por Sarah, quien estaba muchísimo más callada de lo normal.
──¿Todo bien? ──preguntó John B, entrando a la casa a su lado.
──Sí, ¿por qué? ──cuestionó Amelie en respuesta. John B señaló a JJ con su cabeza como contestación──. Oh... Bueno, no pienso hablarle.
John B sonrió con orgullo.
──Eso es. Hasta que no se arrodille a pedirte disculpas, no habrá perdón.
El dúo de amigos rió con travesura, llamando la atención de quienes caminaban delante de ellos sumidos en plena seriedad y concentración.
──Oigan ──llamó Sarah, cortante.
──Sí, ya vamos ──indicó Amelie, retomando su paso.
La rubia los llevó por un angosto pasillo de la casa y se adentró a la habitación que se encontraba al final de este.
──Este lugar aún me aterra ──habló John B, en un murmuro.
──Siento lo mismo ──correspondió JJ, quien caminaba detrás de Amelie.
──Pope, mira ──fue lo que le dijo Sarah después de dejar que el nombrado entrara.
──Wow. Esto tiene que ser broma...
Sus amigos no tardaron mucho más en llegar.
La habitación estaba destrozada, sí, pero lo que dejaba ver el tapiz arrancado de las paredes les dejaba ver algún tipo extraño de mapa, dejando los lugares más característicos de la isla. Porque eso era, un mapa de la isla.
──Sí, es de no creer ──aseguró Sarah──. Es el cuarto de la isla. Ha estado aquí todo el tiempo.
──No puede ser... ──susurró John B, adentrándose a la habitación.
──Esto es asombroso ──admiró Amelie, pasando su mano sobre el tapiz donde se veían pequeñas casas dibujadas.
──Seguramente significa algo ──señaló JJ, quien fue el último en entrar.
Los presentes se dispersaron para acercarse a distintas paredes y admirar sus dibujos, aún son poder creérselo.
──Esto es un mapa ──informó Amelie, dándose la vuelta hacia sus amigos.
──¿Qué dices? ──fue JJ quien no volvió a entender.
──Es un mapa de la isla.
──Oh, tienes razón, Ames ──aceptó JJ. Amelie intentó esquivar el hecho de haber escuchado su apodo ──. Esto de aquí es Rixon ──señaló el dibujo de un faro sobre una de las paredes.
──Chicos, miren. La parcela nueve y el pozo ──señaló Kie su descubrimiento.
──Sí esa es la parcela nueve ──apuntó John B donde Kie──. Y eso es Rixon ──continuó, apuntando donde se encontraba JJ──. Esa debe ser la rompiente en Mase.
──Sí. Y mira ──JJ se acercó hasta la pared del frente con rapidez, colocando una hoja del diario sobre el tapiz──. Pope, ven aquí. Esta es la letra de Denmark.
──Los dibujos concuerdan ──divisó el moreno con sorpresa.
──Ah, mierda... ──murmuró John B junto a ellos.
──¡Denmark, que genio! ──admiró Pope, abriendo su sonrisa victoriosa──. Estos son sus dibujos. Pintó toda la habitación.
──Sí, la pregunta es por qué ──ironizó Kiara, admirando los dibujos delante de ella.
──¿Y qué intenta decirnos? ──Amelie añadió su duda──. ¿Qué quería que descubriese alguien en el futuro para pintar toda la isla en cuatro paredes? ──interrogó, acercándose a sus amigos──. ¿O qué quería esconder?
──Tiene que estar relacionado con la llave, ¿no? ──preguntó JJ, alejándose.
──Sí ──confirmó Kiara──. Pero, ¿qué?
──¿Cómo se te ocurrió quitar esto? ──quiso saber John B, acercándose a Sarah.
──No fui yo. Ya estaba así cuando llegué.
──¿Qué? ──moduló JJ, entre incrédulo y sorprendido.
──Entonces, ¿quién fue? ──cuestionó Kiara.
──No tengo idea.
──Los raros.
Los adolescentes se dieron la vuelta de manera automática hacia la voz que logró sacarles el alma del cuerpo durante unos segundos.
Wheezie les había dado un gran susto.
──¡Wheeze!
──Espera, ¿de qué raros hablamos, Wheeze? ──le preguntó JJ.
──Oh, la mujer enferma y su mafioso ──contestó la niña──. Vinieron anoche y querían hablar con Rafe. También dijeron algo sobre dinero prestado... o algo así.
Esa última información logró obtener por completo, si es que no la tenía, la atención de Amelie. Ella aún tenía muy en cuenta la visita de Rafe, y también sabía que en algún momento debía decirles a sus amigos. Evitando la parte de Jack.
──Okey, ¿pálida y rubia? ──describió JJ.
──¿Usa muletas? ──agregó Kiara.
──Ajá.
──Tiene que ser Limbrey ──aseguró Pope de entre dientes.
──Bueno, ¿y qué pasó? ──interrogó John B, queriendo saber más.
──Bueno, al principio revisaron toda la casa buscando algo. Y luego Rafe me dijo que fuera arriba ──comenzó a informar Wheezie──. Pero no quería perderme nada, así que escuché por la rejilla.
Wheezie relató como habían sido las conversaciones que Rafe había compartido con Limbrey y su hombre a la perfección. Contando cada detalle de lo que había escuchado.
──Y estaban hablando de cruzar el blanco vikingo.
──Debe ser un código para esconder el verdadero significado ──Amelie dio por asegurado.
──La cruz. ¿La cruz de Santo Domingo?
──Sí, eso es ──Wheezie confirmó la duda de Pope──. Oh, y estaban hablando de ángeles.
──Enterró el tesoro al pie del ángel... ──murmuró Amelie, pensativa y con miles de dudas.
──¿Qué dijiste? ──le preguntó Pope a su lado.
──Enterró el tesoro al pie del ángel ──repitió Amelie.
John B chasqueó sus dedos, dándole toda la razón a Amelie.
──Eso es. Están buscando un ángel. Debemos buscar el ángel aquí ──informó Pope.
Sus amigos obedecieron de manera inmediata, volviéndose a dispersar por la gran habitación en busca de aquel ángel o algo que tenga mucho que ver con el.
──Bien, separense ──demandó Pope.
──Ángel... Ángel... ──murmuraba Amelie, observando con detenimiento cada pared.
──¡Aquí hay una iglesia! ──señaló Sarah, acercándose a la pared que mantenía aquel dibujo plasmado.
──Sí, revisa ahí ──concedió John B.
──En cada rincón ──Pope continuaba ordenando──. Presten mucha atención.
──¿Esto podría ser un ángel? ──preguntó JJ, alzando su dedo. Amelie, a su lado, negó.
──Tal vez... ──divagó John B, de pie sobre una silla.
──Chicos, ¿van a contarme lo que hacen? ──preguntó Wheezie.
El bullicio de los presentes divagando y soltando ideas no fue algo que le importó a Amelie al acercarse a JJ y visualizar su descubrimiento. El rubio pasó la yema de su dedo sobre el dibujo.
──Eso es, JJ ──felicitó Amelie.
JJ sonrió ante finalmente tener palabras de Amelie dirigidas directamente para él. Por un solo segundo, logró olvidarse de donde estaban y cuál era su propósito allí.
Carraspeó su garganta, obligándose a atraer nuevamente la concentración que siempre le faltaba cuando tenía a Amelie junto a él.
──¡Oigan, chicos! Vengan aquí ──ordenó el mismo──. Este árbol enorme aún está en la isla Goat, ¿y sabes cómo se llama?
──Roble del ángel ──nombró Pope.
──Y miren, hay una cerradura ──continuó el rubio, acariciando el dibujo.
──Eso significa que la cruz está enterrada al pie del ángel ──reiteró Pope──. Ahí debe haberla puesto. ¡Debe ser donde están ahora!
──¿Y qué se supone que estamos esperando? ¡Vamos por esa maldita cruz de oro! ──festejó Amelie, alzando su voz.
──Me siento Sherloch Holmes. Apropósito, de nada ──alegó JJ, orgulloso de su descubrimiento.
──Si, apresúrate, Sherlock ──apuró John B con burla, comenzando a alejarse de la habitación.
Después de que Pope las informara sobre la iglesia que acababan de pasar, la van se adentró a un camino de tierra cubierto por la naturaleza que los dirigía directamente hacia el gran árbol al que querían llegar.
El Roble del ángel. Cualquier persona en la isla podría asimilar que aquel árbol era especial con tan solo ver las hojas que agrandaban su gran copa. Era hermoso a la vista. Resaltaba entre todos los demás.
──Oh, mierda, la marea está subiendo ──bufó JJ al ver la dificultad de la van para atravesar el camino de tierra. El lodo les complicaba las cosas.
──Oigan, un segundo ──Pope se asomó a los asientos delanteros──. Ya pasaron por aquí. Deben ser las marcas de Limbrey. Chicos, hay que irse ──en efecto, lo que más dificultad les causó para poder pasar eran los dos caminos de tierra ya marcados en la tierra.
──¿Qué opinas, jefa? ──preguntó JJ.
──Creo que es un poco riesgoso ──respondió Amelie, con su mirada puesta en el camino. En efecto, John B había dejado por segunda vez en toda su vida que ella condujera.
──Sí, concuerdo con esa opinión ──concordó el rubio a su lado, un poco afligido. Amelie aún ni siquiera se había dignado a verlo.
──Sí, está claro que lo lograrán, ¿no?──animó Kie desde atrás.
──¿Con un auto? No estoy seguro ──dijo JJ.
──¿Por qué actúan como si no lo fueran a hacer igual? ──ironizó Sarah con una sonrisa divertida y traviesa──. Díganme, ¿cuándo hicieron algo que fuera seguro?
Los conocía muy bien.
JJ vio a John B, y John B vio a Amelie. Amelie volvió a ver el camino, pensativa. Sus amigos estaban expectantes ante una posible respuesta de la castaña. Finalmente, ella se acomodó sobre su asiento y se preparó para arrancar.
──La velocidad es tu amiga ──le agregó el rubio a su lado para darle ánimos.
──Por suerte, ‹‹riesgo›› es mi segundo nombre ──bromeó Amelie, aunque en realidad parecía muy seria.
──No es cierto, ni siquiera tienes uno ──le recordó JJ nuevamente. Amelie resopló.
──Bueno, a partir de hoy ese será mi segundo nombre.
Amelie hizo rugir el motor, pero antes de que pudiera adelantarse tan solo unos pocos centímetros, John B la detuvo.
──Espera.
──¿Qué pasa? ──preguntó Amelie, dándose la vuelta hacia él con irritación.
──Deja que lo haga yo.
──¿Por qué? Ya lo voy a hacer yo.
──Ahora lo haré yo.
──¿Crees que no lo lograré?
──Eh... no, ¿qué? Claro que no.
──Está bien, si. Perfecto ──bufó Amelie. En lugar de salir de la van para cambiar sus lugares, pasó entre los dos asientos delanteros──. Todos los hombres son iguales; te obligan a meterte en la tumba de una difunta, casi morir ahogada por buscar un arma, y luego, creen que no eres capaz de hacer mover una camioneta sobre lodo.
A ese punto de su queja, John B ya estaba sobre el asiento conductor, con sus dos manos alrededor del volante, listo para arrancar.
──Un momento, ¿cuándo casi mueres ahogada? ──cuestionó John B, con cierta preocupación.
──Ya no importa. Has que esta cosa se mueva.
──Okey, ponla en segunda y acelera ──indicó JJ.
──Bueno, ¿listos? Aquí vamos
Ni siquiera esperó respuestas a su pregunta, porque ya las sabías. Sus amigos siempre estaban listos. Estaban igual de locos en hacer cualquier estupidez que él.
Sin quejas, la van avanzó a puras penas al inicio, pero después, fue pura velocidad.
──¡Vamos, acelera! ──ordenó JJ, alzando su voz──. La velocidad es tu amiga. ¡Tienes que ir más rápido!
──¡Estoy en segunda! ──informó John B, concentrado.
──Se va a resbalar ──señaló Kie, con inquietud.
Tal y como Kie afirmó, la van comenzó a dirigirse hacia la derecha sin que John B lo planeara gracias al resbaladizo lodo debajo de las cuatro ruedas.
──¡Se está resbalando! ──informó Amelie, adentrándose a sus dos amigos delante.
──¡Lo sé! ¡Lo sé!
──No quiero presionarte, pero si no logras pasar esto nos quedaremos aquí para siempre ──se quejó Pope, claramente presionando a John B, también asomándose a los asientos delanteros.
──Sí, yo lo habría hecho mejor ──agregó Amelie a un lado del moreno.
John B alejó a Pope alzando una de sus manos, empujándolo de su rostro. Y también, la vista de Amelie se volvió oscura en cuanto el rubio también cubrió su cara para empujarla hacia atrás.
Por suerte, John B logró cruzar aquel camino.
Sus amigos festejaron en nombre de la victoria.
──¿Lo ven? Les dije que lo lograríamos ──habló Pope.
Metros más adelante, JJ le ordenó a John B detener la van cerca del árbol, más manteniéndose lejos de lo que podría ser el campo de visión de Limbrey y sus hombres.
──El roble del ángel está ahí ──informó JJ, saliendo de la van──. De acuerdo, aviso importante. En este lugar hay muchos caimanes. Con cuidado, ¿okey? No querrán pisar a una mamá caimán.
──No somos tan imbéciles ──recordó Amelie, caminando detrás de él──. Además, ¿sería letal?
──No querrás que te pase lo que a Pat Womack ──aseguró el rubio, dándole una rápida mirada a Amelie──. Un caimán le comió la pierna. Lo sabían, ¿no?
──Eso no es verdad ──dijo Kiara──. Pat Womack resultó herido en un accidente de tránsito, pero entendimos.
──El sabor de vivir en la ignorancia ──murmuró Amelie, sin querer volver a oír aquellas horribles historias de JJ.
──Okey, vivan en la ignorancia ──resopló él, claramente había escuchado el murmuro de Amelie──. Pero una señora caimán se comió su pierna. Y sé que es verdad. Les gusta el agua dulce.
Con los Pogues llegaron a la orilla de una clase de lago, el cual probablemente se había creado gracias al subidon repentino que estaba pegando la marea.
──Esperen, veo algo ──habló JJ, agachandose para acercarse aún más a la orilla.
──Ten cuidado, JJ ──pidió Amelie. El rubio hizo un intento de ocultar su sonrisa al escuchar a Amelie finalmente dirigirse a él.
JJ golpeteó el agua con una gran rama que había tomado de la tierra.
──Genial, despiertalos. Que lindo ──ironizó Sarah.
──Sólo me aseguraba de que no fuera un caimán... Es todo.
Cuando llegaron al final del camino, Pope los detuvo y los ordenó dejar el silencio, ya que John B y Sarah fueron quienes se acercaron manteniendo una discusión.
A la lejanía, junto al gran árbol, estaban los hombres de Limbrey y Rafe. Había un dumper que probablemente lo usaría para quitar la tierra y dejarles el paso libre hacia la cruz.
──¿Segura que está aquí? ──le preguntó uno de esos hombres.
──Está ahí. La prenda estará en la cruz y la cruz estará al pie del árbol ──respondió Limbrey desde la distancia, apoyada sobre una de las puertas de su auto.
──Recuerda que quiero mi parte de lo que encontremos ──le recordó Rafe.
──La prenda... verdadera ──saboreó la mujer, con el pensar de tener el manto santo sobre sus mismas manos──. ¿Entiendes su importancia?
──Claro, Carla. Completamente ──confirmó aquel amenazante hombre, cerrando el capó del auto.
──Si la toco, saldré de esta larga pesadilla.
──Espero que Dios te oiga ──le deseó el hombre ahora delante de ella.
──Sé que no lo crees, pero incontables historias prueban que... ──Limbrey se tomó unos segundos para dejarse caer sobre la silla que el hombre había dejado para ella──. Los milagros existen.
Amelie, viéndola desde la distancia, sintió cierta pena por la mujer. Sí, podía ser una perra que solo trajo problemas a su vida y a la de sus amigos. Sí, podía parecer y se una mujer peligrosa que mataría por lo que fuese, pero aquella fe que mantenía y la esperanza de curarse por el simple hecho de tocar una prenda, le pareció digno de admiración.
Cuando la garra del dumper raspó algo de madera dentro del pozo, Limbrey se puso de pie y los ordenó a los hombres que se detuvieran y bajaran ellos mismos, queriéndose evitar cualquier tipo de accidente.
Los Pogues veían la sonrisa de Limbrey al informar que Denmark había dejado la cruz en el ataúd que sus hombres encontraron al hacer el pozo. Terminó por ordenar que la saquen de inmediato de allí.
Con la ayuda de Rafe Cameron, sacaron aquel cajón de madera y lo dejaron a la vista.
──Tienen la cruz. ¿Qué hacemos? ──quiso saber JJ, desesperado por su segura derrota.
──¿Qué quieres que hagamos? ──le reprendió John B a su lado, con las claras pruebas de que no les era posible obtener la cruz ahora.
La sonrisa que se había mantenido en Limbrey desapareció en un solo segundo después de que ella analizara el interior del ataúd. Al parecer, sus esperanzas por encontrar la cruz en ese día habían sido en vano.
Limbrey se puso de pie y volvió a acercarse a su auto con sus hombres detrás.
──¿Qué sucede? ──preguntó Amelie, acercándose aún más a la escena. Una mano se aferró fuertemente a su hombro y la atrajo hacia atrás otra vez.
Era JJ.
──Debe ser el lugar equivocado. Debemos volver al cuarto de la isla... ──aseguraba Limbrey, sin perder su fe.
Minutos más tarde, Limbrey y sus hombres finalmente abandonaron el lugar. Pope no tardó en salir de su escondite.
──¡Eh, Pope! ¡Espera! ──le ordenó JJ, siguiéndolo rápidamente.
Pope se detuvo únicamente delante del ataúd. Sus amigos no tardaron en llegar. Con decepción, se puso de rodillas ante el ataúd para leer la información del difunto, —del cual, no quedaba mucho más que su cráneo—.
──Cecilia Tanny, la esposa de Denmark ──seguido de esto, se puso de pie como si hubiera descubierto algo y observó el roble de ángel──. No hablaba de la cruz. Él la enterró al pie del ángel.
──El verdadero tesoro... ──murmuró Kie, con cierta ternura.
──Su esposa ──aclaró John B, pensativo, más para él mismo que para sus amigos.
Pope se puso otra vez de cuclillas junto al ataúd, sollozando. Esta vez, sus amigos lo acompañaron.
──A Denmark lo colgaron por enterrar a su esposa. Y ellos profanaron su tumba.
Pope extendió su mano al interior de la tumba y de allí quitó un dije que tenía plasmado el nombre de la mujer. Le quitó cualquier rastro de polvo y lo observó con tristeza.
Sarah, por otro lado, también tomó algo de la tumba. Una alianza.
──Esto debe haber sido de Denmark. Su anillo de bodas ──aseguró, acariciando el anillo.
Al mismo tiempo en el que John B y Sarah voltearan a verse como si se entendieran, Pope, por otra parte, devolvió aquel dije a su lugar anterior.
──No podes dejarla así ──señaló el moreno.
──Claro que no ──concedió John B.
Él y JJ se pusieran de acuerdo en silencio y se levantaron de sus lugares, tomando la tapa del ataúd para volver a cerrarlo.
Cuando JJ volvía a colocar los clavos a las esquinas para mantener segura la tapa del ataúd, Pope recogió y formó un ramo de flores, el cual dejó sobre el ataúd.
Horas más tarde, cuando finalmente terminaron de devolver el ataúd a su lugar y volver a ocultarlo bajo la tierra, Pope alzó su voz otra vez en queja.
──Es que no lo entiendo. Chicos, ustedes vieron el mapa. Él escondió el oro y nadie lo encontró en ciento setenta años... Y luego envía un mensaje a su hijo Robert para que viniera a la tumba de su madre. Pero el mensaje nunca le llega. Denmark quería que encontrara la cruz. Sé que estamos en el lugar correcto. Siento que...
──¿Nos faltó algo? ──completó JJ, llamando la atención. El rubio estaba con su mirada perdida en algún punto alto del gran árbol──. Chicos, miren.
Los presentes se acercaron rápidamente a la van, puesto a que JJ estaba trepando el techo de esta para acercarse aún más a aquella parte del árbol que se había ganado sus sospechas.
──Ya, porque eres Sherlock Holmes... ──se burló Amelie, bajando su voz.
JJ la miró ofendido, claramente Amelie seguía molesta con él. Y solo por eso fue que la invitó a subir con él.
Cuando Amelie también estuvo sobre el techo de la van, JJ señaló con su dedo índice un hueco que había en el tronco del árbol.
──Eso parece...
──El dibujo que viste en la pared ──concordó Amelie. JJ esbozó una pequeña sonrisa.
──Vale la pena, ¿no? ──animó JJ, preparándose para meter su mano allí dentro.
──Sí, supongo ──confirmó Amelie.
JJ empujó levemente a Amelie hacia adelante para acercarla al árbol, él se alejó.
──¿Qué haces? ──cuestionó Amelie, molesta──. Hazlo tú.
──Hazlo ──le ordenó el rubio.
Amelie no podía mentir, JJ también pudo ver ese deseo de ser ella quien descubra lo siguiente. Lo que los dejaría más cerca de la cruz.
Aún asi, también tenía miedo de hacerlo, por eso se obligó a volver a acercarse al árbol y apartar a la castaña.
──Vamos, Sherlock, tú puedes ──le murmuró Amelie, acercándose.
JJ sonrió con travesura, mirando a Amelie sobre su hombro. Estaba más cerca de lo que se esperaba.
──¿Eso fue creación del porro? ──ironizó, sin creerse el repentino acercamiento de Amelie, quien puso sus ojos en blanco.
JJ metió su mano y brazo completo dentro del hueco en el árbol, buscando quien sabe qué.
──No hay nada...
JJ mostró una reacción que les hizo entender que había encontrado algo, un cierto brillo travieso se atisbo en su expresión. Además de una broma, fingiendo que algo le estaba tomando el brazo desde el interior del árbol.
Amelie corrió a sostenerlo y atraerlo hacia ella para ayudarlo, mientras que sus amigos, con sus pies sobre la tierra, gritaban desesperadamente. Entonces, JJ comenzó a reír y varios de los presentes se quejaron de su broma.
──Fue divertido. ¡Cayeron todos! ──se burló JJ entre su ataque de risa.
──Sí, que original, tonto ──masculló Pope, recuperándose del susto.
──Esperen, en serio hay algo aquí ──retomó el rubio, concentrándose en tomar aquello que había encontrado.
JJ sacó del interior del tronco del árbol algo que parecía ser un tubo dorado. Pope se acercó rápidamente.
──Déjame ver.
JJ obedeció, dejando aquel extraño artefacto bajo el poder de su amigo, quien comenzó a examinarlo con lentitud y concentración.
El rubio bajó de la van dando un salto, antes de que Amelie pudiera imitarlo, John B se dio la media vuelta hacia ella y le extendió su mano. Cuando ella la tomó aceptando su ayuda, John B colocó su otra mano sobre la cintura de la chica, dejándola en la tierra nuevamente.
JJ, junto a ellos, puso sus ojos en blanco.
──HMS Royal Merchant ──leyó el moreno lo que traía el tubo escrito.
──Dáselo al capitán ──ordenó JJ, tomando el objeto entre sus manos──. Aquí está. Es un catalejo.
──Oh... creí que era una especie de... tubo ──habló Amelie, inquieta ante su mal pensamiento.
JJ rió.
──Yo creo que a alguien le falta visitar más museos de la isla. Y no estoy hablando de mi ──ironizó él, viendo a través del largo del catalejo.
──Hay algo en la punta ──señaló Kie.
John B se acercó y tomó el catalejo. Miró con atención la parte más alta del catalejo, lo que Kie había indicado.
──Una inscripción. Miren eso ──informó John B, con una sonrisa victoriosa.
El catalejo estuvo otra vez bajo el poder de Pope, quien se alejó levemente para poder leer las palabras escritas.
──‹‹Llegaste hasta aquí. No abandones. La cruz está en el altar de los hombres liberados››
──¡La cruz está en la iglesia! ──celebró Amelie, señalando lo obvio.
──¿Qué hacemos aquí, chicos? ¡Tenemos que irnos! ──cuestionó JJ, parecía muy contento con el nuevo descubrimiento.
──¡La tenemos! ──aseguró Pope, con una sonrisa victoriosa.
JJ y Pope hicieron su pequeño gesto de festejo entre ellos y, seguido de aquello, los Pogues se adentraron a la van, para volver a pisar con las cuatro ruedas aquel camino de tierra y lodo que les había sido bastante difícil de pasar.
La marea había subido demasiado. El camino estaba hinundado y eso dificultaba su llegada a la cruz.
John B detuvo la van, y sus amigos se acercaron para observar.
──Oh, mierda... la marea ──masculló Amelie, asomándose a los dos asientos delanteros.
──Esto no se ve bien ──señaló Pope, con exasperación.
──¿Es muy profundo? ──quiso saber Kiara.
──No sé, el camino desapareció ──respondió John B al volante.
Y la van finalmente se detuvo con un freno repentino, impulsando a todos levemente hacia delante.
──La marea subió más rápido de lo que pensé ──indicó JJ, pensativo.
──Solo un poco ──afirmó John B, dándose esperanza.
──John B, ¿qué tan altas están las bujías? ──preguntó su mejor amigo a su lado.
──Estamos bien ──respondió el susodicho, sin querer irse más decepcionado y con menos oportunidad.
──¿Qué tan altas están? ──el rubio reiteró su pregunta, esta vez Pope lo acompañó.
──Oh, eh... ──John B asomó su cabeza fuera de la ventana, girándose para observar las ruedas traseras──. Sobre las luces traseras.
──Bien, ¿eso sería un metro? ──cuestionó Pope después de unos segundos en silencio.
──Es un metro, sí ──fue Amelie quien confirmó.
──El agua no puede tener un metro ──informó Kiara.
──¿Entonces cuál es el problema? ──ironizó Pope, alzando su voz.
──No hay problema. No, estamos bien. Podrá hacerlo ──aseguró JJ, intentando convencerse.
──Muy, abrochense los cinturones y sujetense ──ordenó John B, preparándose para arrancar──. ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!
John B pisó el acelerador tan fuerte como pudo para salir de aquel lodo donde estaban atrapadas las ruedas traseras. Cuando lo logró, soltaron gritos de festejo. También lo hicieron a medida que iban avanzando por el camino lleno de agua.
Pero entonces, la van resbaló y se desvío del camino.
No todo podía salir bien.
──Creo que lo calculamos mal ──habló Pope, con obviedad.
──Debía conducir yo ──bufó JJ.
──O yo. Yo lo logré ──agregó Amelie, compareciendo el hecho de haberle dejado el lugar a John B.
Después de unas palabras llenas de decepción, los Pogues se bajaron de la van. Y en aquel momento en el que sintió sus calzados tocar el lodo resbaloso, Amelie agradeció llevar puestos unos pantalones cortos. El agua le llegaba hasta las rodillas.
──Okey, podríamos caminar ──señaló Pope.
──¿Y dejar a Twinkie? La marea está subiendo ──John B se negó de inmediato.
──Yo prefiero conseguir la cruz antes ──habló Amelie. John B la observó ofendido, la van era su objeto más preciado.
──¿Qué se supone que hagamos? ──quiso saber Sarah, de pie junto a Kie.
──No quedarnos aquí ──respondió JJ, obvio.
──Usemos la camioneta de mi papá.
Las miradas fueron a parar rápidamente sobre Kie.
──Kie, ¿estás segura? ──le preguntó Pope a su otro lado.
──¿Cuánto peor puede ser?
──No tiene que ser peor ──ante sus palabras, las miradas fueron a caer sobre Amelie──. Podemos ir a... mi casa y tomar la camioneta de Jack. Él está... Él no está.
Y otra vez evitó decirles la verdad a sus amigos. A sus mejores amigos, quienes la conocían tan bien que, en aquel momento, sólo les bastó verla para saber que les estaba ocultando algo importante.
John B la miró y en cuanto sus miradas se encontraron, le recordó que todavía tenían una charla pendiente donde ella le diría sobre aquello que tanto se esmeraba en ocultarle.
──¿Qué dicen? ──la castaña volvió a hablar, incómoda ante el silencio.
──¿Cómo sabes que el no estará en casa? ──preguntó JJ, también notando su mentira.
──Sólo lo sé y ya.
JJ entrecerró sus ojos y Amelie quiso ocultarse de su mirada.
──Necesitamos algo para sacarla. Hay un cabresante en el Chateu ──dijo JJ, tomando la decisión de ignorar la mentira de Amelie──. Son como tres kilómetros.
──Sí, es buena idea ──opinó Sarah.
──Bien, si vas a hacerlo, hazlo, ¿okey? La marea sube. Twinkie estará bajo el agua ──los apuró John B.
Entonces, Amelie comenzó a alejarse de allí dirigiéndose al bosque. JJ no tardó en seguirla y posicionarse a su lado.
──¿Así que no vas a decirme?
──No sé de qué hablas ──respondió Amelie, sabiendo perfectamente de qué hablaba.
──¿Crees que soy imbécil? Ellos pueden serlo, pero yo no ──atacó JJ──. Sé que ocultas algo, Ames, te conozco demasiado como para no saberlo.
Amelie dejó que el silencio hable por ella, y ese mismo le confirmó a JJ su sospecha que, en realidad, ya tenía confirmada. Amelie le estaba ocultando algo.
Y así, en aquel silencio, siguieron caminando.
J
J y Amelie se detuvieron ante lo que solía ser la casa de la castaña. Aquella en la que solía pasar cada día su vida. Nunca creyó que algún día, cuando crezca, se sentiría tan fuera de lugar a aquel que solía asegurar que era su hogar.
──¿Quieres que te acompañe? ──preguntó JJ, deteniendola.
──No, está bien. No me tardo ──negó Amelie, volviendo a caminar hacia la entrada de la casa.
Antes de entrar, se dio la media vuelta y se encontró con JJ. Fue ahí, en ese instante, en el que se dio cuenta de todas esas veces que había sido él quien estuvo a su lado. Y agradecía que fuera él.
Finalmente entró a la casa, esperando no encontrarse con Jack muerto o alguno de sus amenazantes. A medida que caminaba, podía reconocer algunos muebles destrozados, las paredes con manchas de líquidos extraños y algo que pudo confirmar que era sangre. Al adentrarse a la cocina, no había rastro de Jack. De hecho, no parecía estar en la casa.
Quiso quedarse más tiempo y descubrir su paradero. Llamarlo y poder saber si se encontraba bien, pero sabía que tenía otras obligaciones ahora. Solo podía esperar y desear en silencio que nada le haya pasado.
Por eso mismo fue que JJ se dio cuenta de que algo pasaba con ella al verla salir con una expresión de decepción y las llaves de la dicha camioneta en mano.
──¿Todo en orden? ──cuestionó el rubio, acercándose junto a ella a la camioneta.
Amelie se limitó a asentir y abrir el vehículo. Al mismo tiempo en el que ella se sentaba delante del volante, JJ, sin creerle nada, se subió al asiento del copiloto. Encendió el motor y estuvo unos segundos tan solo observando la casa, imaginándose a aquellos hombres llevándose a Jack, lastimandolo en las habitaciones.
──¿Ames?
──Todo en orden, lo siento ──respondió Amelie, arrancando hacia su siguiente destino.
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──Solo será un segundo. Creo que está en el cobertizo.
Le informó JJ una vez que Amelie se detuvo frente a la casa Maybank.
Aún temía por aquello. No estaba segura de que aquel plan fuese el mejor. La idea de que JJ se topara con Luke y ella no se enterase la carcome, no quería que el hombre les arruinara el día.
──Ya vuelvo ──anunció él, bajándose del vehículo.
El rubio, en un torpe intento de acelerar su llegada a la casa y tomar lo que necesitaban, tropezó con unas ramas que había querido esquivar con un inútil salto.
──¿Estás bien? ──preguntó Amelie, asomándose por su ventana abierta, conteniendo una sonrisa.
──¡Estoy bien!
Con velocidad y agilidad, JJ se puso nuevamente en pie y se adentró a su supuesta casa. Amelie se quedó allí, esperando por él. Desde su lugar, no alcanzaba a ver nada.
Y así pasaron los minutos hasta que el rubio volvió a hacerse ver. Este no se encontró solo esta vez.
──¿Qué está pasando, JJ? ──le preguntó la castaña, confusa tras ver la presencia de Luke allí.
──Escúchame, Amelie ──pidió JJ, acercándose a la ventana abierta de Amelie──. Tengo que llegar al muelle del Island Club, hay un bote ahí que puede llevárselo. Veinte minutos, sólo eso.
Amelie se quedó atónita ante el pedido. La idea de viajar junto al padre abusivo de JJ no le agradaba para nada.
──Twinkie ya no existirá en veinte minutos.
JJ resopló.
──No te pongas irritante, ¿okey? ──requirió él──. Si lo hago ahora, tal vez no tenga que volver a hacerlo.
Aquello fue una bendición para ella. Rendida, abrió las puertas de la camioneta, permitiendole al hombre que aguardaba fuera, entrar.
Aún así, no le gustaba la idea de tomarse los veinte minutos que muy probablemente servirían de mucho a sus amigos que aguardaban por su rescate.
Luke la vio con una sonrisa divertida en cuanto sus miradas se encontraron a través del espejo retrovisor.
──Procura mantenerte callado, ¿okey? ──le ordenó, para después emprender su viaje.
No tenía necesidad de mentir, viajar con Luke era horrible, incluso aunque este estuviera callado. Sentía su irritable y cansadora presencia. Se sintió incómoda.
Ante un nuevo capricho de Luke, Amelie detuvo la camioneta ante una pequeña tienda de segunda mano para que JJ comprara todo lo necesario para que su lamentable padre pudiera sobrevivir.
──¿Qué tal, Ames?
Amelie puso sus ojos en blanco. Él había estado esperando a que JJ abandonara la camioneta para hablarle.
──Eres una mierda de padre, ¿lo sabes? ──fue la respuesta que le dio la castaña.
Luke resopló.
──Sí, no me digas ──ironizó──. Dame un sermón. Sorpréndeme, Haylan.
Amelie se dio la vuelta sobre su lugar, irradiando ira por todos lados.
──Escucha, si fuera por mi, ahora mismo estarías en la comisaría, ¿si? Compórtate porque puedo dar la vuelta cuando yo quiera.
──Pero no lo harás, ustedes son como... delincuentes ──aseguró el hombre, riendo cortamente──. Como alguien que conozco...
Le daba tanta rabia oír como hablaba de tal manera de su propio hijo.
──No supiste valorar al hijo que te tocó, Luke. No todos los padres tienen esa suerte.
──Los tuyos tuvieron poca, al parecer ──murmuró, aunque Amelie lo había oído fuerte y claro──. Es un ladrón, eso es.
──Tú eres un drogadicto. Nunca encontrarás la felicidad de verdad ──comenzó a decir la castaña, sin miedo a echarle en cara todo lo que pensaba de él──. Un hombre sin éxito, ni sin una mujer que...
──Cierra la puta boca, niña ──Luke la interrumpió al saber por donde se iban sus palabras──. Suenas como tu madre. Necia, arrogante. Por tener mucho, se creen los dioses.
Amelie decidió mantenerse callada, sin soltar palabra alguna.
──¿Sabes algo? Cuando salió a la luz la noticia... no me sorprendió mucho. Algún día ella terminaría...
Antes de que pudiese terminar, Amelie estiró su puño cerrado y, con todas sus fuerzas, hizo un intentó de plegarlo a su rostro. Más Luke se lo impidió, pues fue más veloz que ella, y logró tomar su muñeca antes del impacto contra su rostro.
Amelie chilló del dolor, el hombre estaba haciendo mucha presión.
──No vuelvas a hacer eso ──le advirtió él, de entre dientes.
Sin permitirle responder, Luke soltó rápidamente a Amelie tras caer en la reaparición de JJ. El rubio tardó unos segundos más en acercarse lo suficiente, abrir su puerta y volver a ocupar su lugar. Tan solo tocando su asiento supo que allí había pasado algo, más decidió no preguntar y mantenerse callado todo lo que quedaba de camino.
Inlcuso lo hizo cuando su padre comenzó a opinar sobre la falsa relación que él y Amelie habían tenido.
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