ㅤㅤ𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗍𝗐𝖾𝗇𝗍𝗒-𝗍𝗁𝗋𝖾𝖾
chapter ㅤ𓍼 six:
Volver a casa.
──¿Seguro que es aquí, Pope? ──cuestionó el rubio.
Luego de la larga noche pasada, los Pogues no se detuvieron ni por un segundo para continuar su plan. Salieron por la mañana para llegar a la hora acordada en la carta que le había llegado al moreno. Aquello les daba mala espina, pero el atisbo de curiosidad los animó a seguir avanzando sin importar qué pueda sucederles. Porque, sí, siempre les sucede algo.
Al llegar a su destino, aquella gran casa de tres plantas color crema no pudo pasar desapercibida. Desde el exterior se veía fabulosa, sabían que por dentro sería igual. Frente a ellos, una puerta de barrotes negra y alta era lo que les impedía acercarse a la casa.
──Muy seguro.
──Bienvenidos a la zona Kook de Charleston ──dijo Amelie, irónica. Sus compañeros sonrieron ante su comentario.
──27 de la calle King ──recordó Pope, volviendo a leer la carta en su poder.
──Hablando de seguridad, ¿esas rejas son para retener a la gente? ──se interesó el rubio.
Amelie observó nuevamente las rejas, viéndose obligada a curvar ligeramente hacia atrás su cuello para poder ver el final de estas. Sus puntas eran afiladas, como para detener hasta al que se animaba a treparla.
──Apuesto a que sí ──contestó la castaña junto a él──. El que entra, puede no salir...
──No lo creo ──dijo Kie.
──Los esclavos vivían aquí ──informó el moreno──. Esto era para que no escaparan.
──Oh, genial ──ironizó Amelie, como si aquella información de Pope la hubiese tranquilizado──. Bien, adelante. Camino hacia la muerte ──animó, empujando con delicadeza una de las rejas.
La reja cedió casi al instante ante el ligero empujón de la castaña. Amelie la terminó de abrir para poder adentrarse al muy cuidado patio delantero de la casa. Sus tres amigos la siguieron sin dudar. Juntos caminaron en dirección a la puerta de entrada del lugar. Era intimidante. Estaban nerviosos por lo que les esperaba dentro.
Amelie fue quién se atrevió a llamar, golpeteando sin demasiada fuerza la puerta.
──¿Fue demasiado? ──quiso saber, volviendo a su lugar.
──Resonó en toda la casa, así que debieron oírlo ──le aseguró el rubio.
Aún así, no hubo respuestas del otro lado. Pasaron unos pocos segundos más, y las señales de vida del supuesto dueño de la carta todavía no llegaban.
──Tal vez no hay nadie ──agregó Kiara, manteniéndose junto a Amelie.
Pope volvió a llamar. Estuvo así durante unos pocos segundos más, hasta que debió detenerse en cuanto la puerta delante de ellos finalmente se abrió. A medida que ésta se abría, se hacía clara la figura de un hombre intimidante. Era un adulto de mediana edad, él los observaba con un semblante serio, de brazos cruzados. Manteniendo el aire amenazante, observó a cada uno de los presentes con detenimiento.
──Tú debes ser Pope ──dijo él cuando sus ojos llegaron al nombrado. Pope asintió.
──¿Usted es el señor Limbrey? ──le preguntó él.
──La señora Limbrey estuvo esperándote ayer ──contestó él, con cierto rencor.
──Oh, lo siento. Mi auto se rompió cuando venía aquí.
──El carburador explotó en medio de la nada ──habló JJ, expandiendo la información──. Lo siento ──se disculpó, intimidado por la extrañeza en la mirada que le dio el desconocido.
──Si, se sintió muy mal cuando no apareciste ──continuó el hombre, ignorando a JJ.
──Tratamos de llamar, pero no había ningún número en la invitación ──agregó Kie──. Vinimos lo antes posible.
──Ella esperaba que vinieras solo ──le recordó el desconocido.
──Bueno... ──comenzó a decir Amelie con lentitud, llamando su atención──. Recibió una invitación de un desconocido, no íbamos a dejar que nuestro mejor amigo viniese sin compañía hasta Charleston.
──Ellos son mis mejores amigos. Me ayudaron a encontrar el Royal...
──Las instrucciones eran claras, ellos pueden esperar afuera ──lo interrumpió, mostrando una falsa sonrisa.
──Bueno, somos una especie de paquete ──dijo JJ, negándose por completo a dejar que Pope entrara solo.
──JJ ──lo nombró el moreno, como advertencia──. Está bien, yo me encargo. Estaré bien.
A pesar de lo que Pope pudiera asegurarles, sus acompañantes no estaban muy confiados. La situación era extraña, como si supieran que algo malo iba a pasar. Y no por Pope, están seguros de que ante un altercado sería capaz de huir con facilidad, quienes los mantenían inseguros e intranquilos eran aquel hombre y la desconocida señora Limbrey.
──Estaremos aquí ──le aseguró Kie, otorgándole a su amigo una pequeña sonrisa reconfortante, dándole ánimos a Pope.
Luego de una corta despedida, los Pogues observaban como Pope desaparecía en el interior de la casa luego de que aquella puerta fuese cerrada nuevamente. Ellos se dieron la media vuelta y regresaron a la camioneta para esperar por su amigo.
──Ese tipo no parece de fiar ──dijo JJ una vez que se acomodaron otra vez en el vehículo.
──Para nada ──confirmó Amelie, en medio de ambos jóvenes──. ¿Viste como me vio? Estuve a punto de enviarlo de regreso al vientre de su bendita mamá.
Kie tuvo que retener una carcajada.
──Pope está raro ──dijo, lidiando con sus ganas de reír──. Más de lo normal.
──¿Te refieres a Limbrey o...? ──se interesó Amelie, preocupada por la situación amorosa de sus amigos──. Ya sabes, tú y él...
──Lo sé ──Kie la detuvo con rapidez──. Es raro todo. A veces creo que él tiene inseguridad con respecto a lo que sea que esté pasando entre nosotros, pero otras... lo veo mucho más seguro que nunca.
──Claro, cuando está volado, por ejemplo ──ironizó el hombre que las acompañaba──. O sea nunca.
Amelie le dio un disimulado golpe con su mano más cercana a él. Aquel comentario fue desafortunado, podría haber causado en su amiga algo desagradable. Él se quejó del dolor en silencio.
──Quizás solo está confundido ──le aseguró Amelie──. No te preocupes, Kie. Esta situación lo debe tener inquieto y puede que se comporte así porque no encuentra momento para relajarse.
──Ames tiene razón ──confirmó JJ──. Además, conozco a Pope. Él nunca daría brazo a torcer por un chica.
──¿Cómo puedes estar tan seguro? ──se interesó Kiara, un tanto insegura.
JJ chasqueó su lengua, tomándose un corto tiempo para analizar su respuesta.
──Porque es lo que yo suelo hacer y decirle ──comenzó──. Quiero decir, siempre le inculqué que pelease por esa chica que él quiera. No importa que sea una turista, que viva en el trasero del mundo, o que incluso sea...
──Una Kook ──concluyó la morena.
──Sí...
Amelie no supo reconocer lo que había causado en ella el reciente compartimiento de palabras de sus amigos. Intentó ignorar el hecho de que tampoco era algo agradable.
──Volviendo a lo de antes ──retomó la morena──. Si Limbrey dice la verdad, Ward será arrestado y tal vez Sarah consiga el oro.
Mientras que sus amigos inventaban nuevas posibilidades, Amelie, aún afectada por lo reciente, dirigió sus ojos nuevamente a la casa, queriendo escapar un poco del rubio a su lado. A pesar de que no podía pensar demasiado debido a los negativos pensamientos que se venían a su cabeza, Amelie se obligó a dejarlos de lado tras caer en lo que sus ojos habían captado.
──¿Eso les parece voluntario? ──la castaña llamó la atención de sus amigos. Ambos se detuvieron para verla, confusos, y ella les indicó con su cabeza la casa junto a ellos.
Era Pope, pero no se encontraba solo.
Él había salido de la casa con el mismo hombre que lo había recibido y una mujer mayor de cabello rubio claro, tuvieron que asimilar por su cuenta que se trataba de Limbrey. Su amigo no parecía contento, caminaba tenso y se notaba que estaba siendo obligado a algo. Se veía con miedo.
La preocupación de Amelie creció rápidamente tras ver aquello, y estaba segura que la de sus amigos también.
──Vayamos por él ──ordenó la castaña.
Antes de que Amelie pudiera tan solo rozar la manija de la puerta del coche, JJ la detuvo.
──Están yendo al callejón.
──¿Vamos por atrás? ──ideó Kie.
──Los veremos del otro lado, sí ──obedeció JJ, considerando la idea de Kiara.
JJ encendió el motor de la camioneta con velocidad, desesperado por el peligro que corría su amigo. Ellos avanzaron sobre el vehículo, el cual JJ hizo girar sobre la esquina. Mientras el conductor se enfocaba en el camino, ambas chicas intentaron hallar rastros de su amigo en cuanto llegaron al otro lado, más no hubo nada de estos.
──¿A dónde se fueron? ──quiso saber Kiara, preocupada, con sus dos atentos ojos puestos sobre lo que se mostraba ante su ventana.
──¿Y si se metieron bajo tierra? Porque en ‹‹C.H.U.D.››, cuando llevaban a la gente a las alcantarillas los humanos se convertían en humanoides por la radiación. Entonces, de pronto...
──Búscale sentido a eso ──Amelie lo detuvo, concentrada en encontrar a Pope.
──Perdón ──se disculpó él──. ¿Lo vieron?
──No ──negaron ambas chicas.
Entonces, en medio de un preocupante silencio, en la desesperada búsqueda de su mejor amigo en probable peligro, Amelie logró oír a una ligera lejanía un gemido adolorido. Agudizó su oído y achicó sus ojos, como si esto fuera a facilitarle el trabajo.
──¿Lo oyeron? ──le preguntó a sus dos amigos.
Kie se veía igual de curiosa que ella, por lo que asimiló que su amiga sí había oído lo mismo. Kie obligó a JJ a detener el vehículo debido a que tuvo que abrir la puerta a su lado para poder salir con preocupación a por su amigo. Los tres Pogues se adentraron a un callejón entre dos grandes casas hasta llegar al fin de este, donde allí pudieron finalmente ver a Pope, indefenso. Él se encontraba luchando contra aquel gran hombre que les dio la bienvenida al lugar.
──Mierda... ──balbuceó Amelie, atónita.
El rubio corrió hacia él y, tras ver el arma a pocos metros de los dos que forcejeaban por golpes, la pateó con su pie hacia Amelie y Kie. La morena fue quien se dedicó a tomarla.
──¡Vamos! ──los apuró Kie, nerviosa, alejándose junto a Amelie.
──¡Vamos, Pope! ──fue JJ quien habló, apresurado, ayudando a su amigo a ponerse de pie para comenzar su escape.
Una vez que Pope finalmente se puso de pie, no tardaron mucho más en emprender su corrida de regreso a la camioneta, con Kie en la cabeza y Pope al final de la corta fila. Saltaron por el mismo muro que habían tenido que saltar segundos atrás para llegar a la casa y se encontraron directamente con el vehículo. Pope se dirigió con rapidez a la puerta del conductor, con Amelie siguiéndolo muy de cerca, mientras que Kie rodeó la camioneta con rapidez para subirse del lado del copiloto.
Pope le dejó el paso libre a Amelie, quien se adentró al largo asiento delantero de la camioneta, sin desacelerar. El moreno subió detrás de ella, sentándose a su lado.
──Hazte a un lado ──lo apuró JJ, empujando levemente a Pope para tomar su lugar delante del volante.
El rubio encendió el motor del vehículo. Pocos segundos más tarde, su huida dio inicio.
──¿Quienes son esas personas? ──cuestionó Kiara, desesperada por respuestas.
──¡Tenemos que irnos! ──anunciaron Amelie y Pope al unísono.
A pesar de que la situación no era la mejor, Amelie y Pope se dedicaron aquellas viejas miradas, encendiendo una pequeña chispa de alegría ante la coincidencia de sus palabras. Como en los viejos tiempos.
──Vámonos ya mismo de aquí ──requirió Pope.
En cuanto las cuatro ruedas que los llevaba estuvieron nuevamente sobre la misma calle que daba a la gran casa, el resonante y potente ruido de un viejo motor llamó la atención de los presentes. Kiara se volteó a echarle una mirada, por inercia y curiosidad.
──Creo que está siguiendonos.
Ante la nueva información, Amelie también se volteó para corroborar aquello dicho por su mejor amiga a su lado. En efecto, ese hombre sí estaba siguiéndolos.
──¡¿Eso crees?! ──preguntó la castaña, irónica, volviendo a mirar al frente──. ¡Claramente nos está siguiendo!
──¡Ya, ya! Perdona, ¿okey? Estoy en un momento de puro pánico ──se defendió Kie.
──¡Es sentido único!, ¡es sentido único! ──señaló Pope, dirigiéndose al rubio con el control del vehículo.
──Oh, lo sé ──contestó JJ, con cierta diversión, sin abandonar aquel camino.
Al parecer, poco le importaba que, aunque lograran perder al auto que los perseguía, otro podía matarlos delante de ellos.
──¡Es en sentido único! ──fueron los tres restantes quienes decidieron recordarle esto a JJ en armonía.
Aun así, su amigo ignoraba sus advertencias, incluso cuando supo que un auto se dirigía a ellos sobre el sentido contrario. Los tres que lo acompañaban vieron su pronta muerte al ver como un pequeño auto se acercaba con rapidez hacia ellos y JJ, quien parecía no preocuparse por aquello, siguiese por aquel camino.
──¡Gira ahora! ¡Gira! ──ordenó Pope, escapando de lo peor.
JJ obedeció y giró el volante, sin borrar esa sonrisa divertida que estaba teniendo desde hacía unos minutos. La camioneta dio un giro brusco hacia la derecha, incorporándose a un nuevo y desconocido camino.
Al menos no murieron aplastados por otro vehículo.
Para entonces, dos personas se cruzaron exactamente al mismo momento en el que la camioneta terminaba de adentrarse a la nueva calle. Para su buena suerte, lograron terminar de cruzar la calle con rapidez al también descubrirlos.
──¡Fíjense por donde caminan! ──se quejó Amelie, alzando su voz.
──¡Salgan de mi camino! ──JJ también se quejó, dando una leve mirada al camino recientemente recorrido──. Esa fue una excelente técnica de conducir avanzada.
──¿A dónde vamos? ──Pope preguntó.
──Sujetense, lo voy a perder ──indicó el rubio.
En ese mismo anuncio, JJ volvió a girar el volante con prisa e intensidad, esta vez lo giró hacia la izquierda.
──¡JJ...! ──se quejó Amelie.
La camioneta giró rápidamente en seco, adentrándolos a otro pequeño callejón que se encontraba entre las grandes casas. Apenas estuvieron dentro del nuevo callejón, se detuvieron. Los cuatro amigos, confusos, observaron con detenimiento el leve humo que salía del capó delantero del vehículo.
──¡Dijiste que él arregló el carburador! ──reprendió JJ, intentando hacer avanzar un poco más al auto──. ¡Dijiste que lo reparó!
──¡No, no! ──repetía Kie, suplicando que la camioneta continúe avanzando.
──¡Lo reparó! ──respondió Pope.
──¡Carajo, no otra vez! ──se quejó ahora Amelie──. ¡Tenemos que irnos!
Amelie empujó levemente a quien se encontraba junto a ella. Kiara obedeció su orden y abrió con rapidez la puerta que se encontraba a su lado y defendió del vehículo. Poco después, Amelie, Pope y JJ también lo abandonaron.
──Okey, ¿y ahora qué, Mario? ──protestó Kiara, dirigiéndose al moreno.
El grupo de Pogues tomó sus pertenencias que aún se encontraban dentro de la camioneta robada al padre de Pope. Luego, comenzaron a mover sus pies nuevamente.
──Regla número uno: ¡nunca confíes en los mecánicos! ──demandó JJ, tomando entre sus manos su mochila──. Oigan, ¡ahí viene! Tenemos que irnos ──informó, terminando de acomodar la mochila sobre su espalda.
──Creo que es exactamente lo mismo que dije, pero actuaré como si no me hubieran ignorado ──lamentó Amelie, siguiendo con una mueca a JJ, terminando de acomodar su mochila sobre su espalda.
──¡Ya no protestes, Ames! ──mandó el rubio, rodeando la camioneta──. ¡Vamos, vamos! ¡apurense!
Comenzaron a correr en línea recta por el callejón, dirigiéndose directamente hacia la salida de este. Mientras más pronto salgan, más a salvo estarían, más parecía que, mientras que ellos se acercaban, la libertad se alejaba. Parecía un callejón sin fin.
La castaña, quien estaba dando todo de ella por salir de allí, sintió una pequeña electricidad que le dio cosquillas en sus dedos. Reconoció con rapidez aquel sentimiento, aquella razón. Más que nada, reconoció a la perfección la mano que envolvió la de ella, acompañando al agarre esa delicadeza con la que siempre la había tratado. Amelie se afianzó al agarre de JJ, quien continuó corriendo y guiandola hacia la salida.
──Chicos, creo que tiene un arma ──informó Kie, al final de la fila.
──¡Mierda! ¡De prisa! ──apuró JJ, reforzando con seguridad su agarre a Amelie.
──¡Vamos, Kie! ──fue Pope quien habló para apresurar el paso de su amiga.
──¡Al callejón, rápido! ──indicó JJ, guiando a la chica que estaba tomada de su mano al lugar indicado.
──¡Chicos!
Ante aquel llamado de una reconocida voz, Amelie se frenó en seco y se dio la media vuelta, en busca de su dueña, a quien conocía muy bien. Estaba alucinando.
──No te quedes ahí, Ames ──presionó JJ, casi arrastrándola con él.
Los cuatro adolescentes continuaron corriendo como si sus vidas dependieran de ello. Tal vez era porque, sí, sus vidas sí dependían de correr como si fuera lo último que harían.
──¡Vengan, por aquí! ──JJ dobló sobre una de las esquinas y se volteó hacia sus amigos que estaban atrás, sin dejar de correr──. ¡Tal vez debamos separarnos!
──¡¿Estás loco?! ──reclamó Amelie, llamando su atención──. ¡De ninguna manera haremos eso! ¡¿Acaso no viste todas risas películas en las que...
──¡No sé a dónde ir, tenemos que perderlo! ──contestó Pope, claramente también en contra de la idea de JJ.
──¡JJ, ten cuidado!
A pesar de la advertencia de Amelie, cuando JJ se dio la vuelta, chocó de lleno contra un repartidor que llevaba varias cajas de cartón en mano. Al lanzarlas lejos de allí, no solo causó que el repartidor cayera al suelo, sino que también logró que una de las cajas cayera sobre el rostro de Amelie por estar a su lado.
──¡Lo siento! ──se disculpaban Pope y Kie, sin detener su paso durante ni un segundo.
──Lo siento, Ames ──fue la disculpa que se escuchó por parte de JJ, quien reponía su mano alrededor de la muñeca de su amiga.
──¡Vamos!
──¡Aquí, aquí! ──señaló JJ, guiando a sus amigos por otro callejón mucho más angosto. Quienes lo seguían continuaron detrás de él.
Se adentraron al nuevo callejón y no pararon de correr bajo ninguna posible circunstancia. Incluso podían ver sus cortas vidas pasar frente a sus ojos si no lograban escapar de allí.
──¡Chicos, está ahí! ──anunció JJ después de volver a ver rápidamente el camino detrás.
──¡De prisa, vamos! ──fue Pope quien apuró ahora.
──¡Lo sé, Pope! ──respondió JJ, también en un grito──. ¡Ustedes no se queden atrás! ──sentenció, refiriéndose a él y Kie, quienes seguían atrás.
En cuanto salieron del callejón, casi a punto de que JJ doblara sobre esa misma esquina, se detuvieron al encontrarse con un mini vehículo que frenó al mismo tiempo al toparse con ellos.
──Oh, mierda... ──murmuró Amelie, sin creer aquello que sus dos ojos veían.
Quien conducía aquel pequeño vehículo era su mejor amigo difunto, John B, quien también los miraba con adoración, sin poder creérselo. Detrás de el se encontraba Sarah, con la misma expresión adornando su rostro.
La sensación de sentirse finalmente completos cuando únicamente era su grupo el que lo estaba subió rápidamente el ánimo de Amelie.
John B paseaba sus ojos sobre cada uno de sus amigos presentes con una sonrisa reconfortante, como si él tampoco pudiera terminar de creer que estaban nuevamente reunidos. JJ dejó hizo presión sobre la mano de Amelie, lo cual le envió un poco de dolor a la castaña, quien no emitió quejas al respecto. De alguna manera, JJ necesitaba y quería asegurarse de que lo que veían sus ojos era real.
El hecho de que aquel hombre continuara corriendo hacia ellos no fue el peor para él, que tenga que soltar la mano de la castaña parada a su lado fue lo que más le desagradó de la situación.
──¡Suban, chicos! ──fueron las primeras palabras y órdenes que les dio John B.
Sus dos amigas se movieron con bastante velocidad hasta sentarse en la parte trasera de la bicicleta de vendedor andate que seguramente habían robado.
Excepto por JJ y Pope, quienes se posicionaron detrás de la bicicleta para empujar de esta y darle más velocidad.
──¡Empujen! ──alentó Sarah.
──¡Vamos, vamos!
La adrenalina aumentó en cuanto ambos hombres —el desconocido que seguía al cuarteto y otro más que aparentemente seguía a John B y Sarah—, se hicieron nuevamente presentes. Y sí, aún tenían las esperanzas de atraparlos.
──¡Vamos, Pope! ──ordenó JJ, acercándose al asiento de la bicicleta.
──¡Pedalea, John! ──apresuró Amelie, sentada en medio de Sarah y Kie sobre la bicicleta.
──¡Date prisa, se acercan mucho! ──señaló JJ, ya de pie en el poco espacio que quedaba sobre la bicicleta.
──¡Eso hago! ──contestó John B, dejando más fuerza sobre sus pies y los dos pedales.
──¡No puedo más! ──informó Pope, con cansancio.
Al instante de terminar su anuncio, Pope logró soltar la bicicleta, más no logró mantenerse de pie. Mientras que la bicicleta avanzaba, Pope terminó rodando sobre la calle de cemento.
──¡Pope, levántate!
Para su poca buena suerte, Pope sí logró ponerse de pie con facilidad. Sin esperar por más, corrió como nunca hasta volver a llegar a la parte trasera de la bicicleta.
Tomando la mano de Kie, esta ayudó a que su amigo pudiera volver mucho más fácil. Lo atrajo hacia ella y dejó que Pope se sumara al espacio que quedaba.
──¡Vamos, vamos, John B!
En cuanto el hombre que los perseguía recientemente logró acercarse demasiado a la bicicleta, mientras que Kiara gritaba de terror, JJ empujaba al amenazante para causar que este se apartara de ellos. Supo que cumplió con su trabajo en cuanto el mismo hombre cayó al suelo secamente, al igual que Pope segundos atrás.
Los Pogues soltaron varios gritos de festejo y victoria.
──¡Hasta luego, basura! ──se burló Pope, sacando su dedo de corazón para el hombre.
──¡Adiós, idiotas! ──se despidió Amelie ahora, con diversión.
──¡Te mando un beso! ──bromeó JJ también, alzando su voz al mismo tiempo que hacía su boca un pico y lanzaba aquel beso falso.
Minutos más tarde, estuvieron en el muelle donde habían indicado John B y Sarah que estaría su bote de transporte. Después de ayudar a que este tocara el agua, no tardaron mucho más en subirse a este con euforia.
El viaje de regreso a Outer Banks fue lo mejor del día. A pesar de que casi murieran en ciertas ocasiones, estar reunidos en armonía hacía que, de cierta manera, se olvidaran de todo lo malo que pasaron, pasan y que probablemente pasarán.
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Sarah y Kiara se habían separado del grupo en busca de comida, mientras que JJ, Pope, John B y Amelie se quedarin el el bote, esperando por ellas y sus raciones. Amelie decidió quedarse curando una herida que le había descubierto a Pope en su pierna.
──¿Qué es lo que pasa con Kiara, amigo? Cuéntame ──le pidió John B, acercándose al nombrado y a Amelie.
──La verdad... ahora, ya no lo sé ──inició Pope, un poco decepcionado──. Ella me gusta mucho y... estoy seguro de que yo le gusto también.
──Eso parece ──le aseguró el castaño.
Amelie se mantuvo en silencio, más atenta a lo que sus amigos comentaban. JJ se les unió, pues se encontraba en el mando del bote.
──Ahora hay mucha información opuesta ──el moreno continuó──. Intento reunir todos los datos, ponerlos en una carpeta en mi mente y es...
──¿Una carpeta mental? ──Amelie no quiso interrumpir, pero tampoco pudo evitar la curiosidad ante las palabras de su amigo.
──Bueno, porque las... mujeres... Es que no son coherentes ──habló JJ, dándole a su amigo una respuesta segura.
Amelie, ofendida, lo miró con enojo.
──¿Disculpa?
──Quiero decir, es que ellas... Ustedes...
──Ya cállate. En lugar de aclarar, oscureces ──objetó Amelie, con su ofensa intacta.
──Bueno, no vamos a aceptar los consejos de JJ ──aceptó John B.
Incluso sintiendo esa incomodidad ante la guerra de miradas proveniente de aquellos dos que ahora parecían odiarse, fue divertido en cuanto se dieron cuenta de que, en realidad, JJ parecía querer fastidiarla, como en los viejos tiempos, y que Amelie se haya dado cuenta de que no tenía sentido discutir otra vez con él.
Y todo eso entendieron con un solo cruzar de ojos.
──¿Y cómo te fue con la señora Limbrey? ──se interesó John B──. ¿Conoció a mi papá?
──No lo sé, pero creo que tiene información que podría exonerarte ──contestó el moreno.
──Eso sería ideal.
──Estarás limpio, John B. ──le aseguró Amelie, creando esperanzas en su mejor amigo──. Como si de drogas se tratase.
──No es una muy buena analogía ──señaló Pope, con su ceño fruncido.
Amelie puso sus ojos en blanco.
──Ah, tú y tus analogías... ──resopló.
──No quiero decepcionarte, amigo ──JJ alzó su voz──, pero ella intentó secuestrarte, viejo. ¿Cuántas veces tengo que decirlo?
──Aquí vamos... ──suspiró el moreno.
──¿Por qué volvemos? ¿Por qué no vamos al sur? ¡A Yucatán! O... Costa Rica. Incluso iría a Argentina esta vez.
──No, no ──John B se opuso, como siempre──. Ya no quiero huir más. Outer Banks es mi hogar, y además, si vuelvo, tendré otra oportunidad con Ward.
──Está bien ──aceptó JJ, a pesar de que no le agradaba la idea de su amigo──. Aunque el viaje a Argentina sigue de pie, ¿verdad? ──quiso saber, viendo a su amiga.
Amelie no pudo evitar una pequeña sonrisa ante la propuesta de JJ. Asintió repetidas veces con su cabeza, aceptando aquella propuesta. Ella recordaba que JJ tenía muy en claro que no le gustaba la idea de viajar al sur de América, pero ahora se veía más que convencido de hacerlo.
¿Qué le habrá hecho cambiar de opinión?
──Hola.
Sarah y Kiara llegaron a la par, con dos grandes sandías que cargaban para disfrutar con sus amigos.
──¿De qué están hablando? ──preguntó la rubia, entrando al bote.
──Eh... de pesca ──contestó John B.
──Arrojar anzuelos ──agregó JJ.
Sarah no parecía creerle a su novio, ni mucho menos a JJ. Y con razón. En busca de la verdad, miró a Amelie, queriendo respuestas, sabía que su mejor amiga no le mentiría. Amelie reconoció a la perfección lo que su amiga quería de ella con tan solo una mirada. Dándole lo que le interesaba, moduló con su boca un ‹‹luego te cuento››, que dejó a la rubia satisfecha.
──Tenemos el desayuno ──anunció Kiara, alzando la sandía que ella cargaba.
Pese a que no continuaron opinando sobre el tema, JJ y Amelie volvieron a coincidir. Esta vez no supieron reconocer lo que el otro quería decirse con su mirada, pero sabían que era algo más que tan solo un viaje en conjunto. Tal vez se estén haciendo daño sabiendo perfectamente lo que querían sin arriesgarse a avanzar. Sabían que sus sentimientos seguían más vivos que nunca, pero no tenían por asegurado que, después de todo lo que han pasado, eso vuelva a funcionar.
Después de todo, lo que pasa en el verano, se queda en el verano.
🌊 𓈒 ׂ ㅤ─ 𓇼 ˀ
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