ㅤㅤ𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗍𝗁𝗂𝗋𝗍𝗒
chapterㅤㅤ𓍼ㅤㅤ ten:
Desafiando a la muerte
ㅤJJ sonrió tiernamente ante las palabras de su mejor amiga. Eran tan solo unos niños, pero se creían con el conocimiento justo para entender sobre cómo tener una perfecta amistad.
──Creo que no es así ──señaló el pequeño rubio, acercándose a su amiga. Amelie lo miró con sus ojos entrecerrados, un tanto ofendida.
──¿Por qué no? A mi me gusta así ──respondió la niña, sin apartarse de su dibujo.
JJ resopló.
──Ames, el traje de Spiderman no es rosa ──le informó con obviedad.
──No soy tonta, JJ. Ya lo sé ──contestó Amelie, ciertamente, continuando con su pintura.
──¿Y por qué lo pintas de rosa, entonces? ──quiso saber.
──Porque este, JJ, sería un Spiderman como todos los demás si lo pintara de azul y rojo. Pero no lo es, este hace la diferencia entre todos los demás de nuestra clase.
JJ intentó ocultar una sonrisa que se avecinó al escuchar y procesar las palabras de Amelie.
──Me gusta esa idea ──dijo, con orgullo──. ¿Tú crees que las personas podamos hacerlo? ──no pudo evitar preguntar. Hace rato quería saber que pensaba Amelie sobre él, pero cualquier pregunta que se le ocurría se le hacía demasiado obvia.
Amelie volteó sobre su silla para poder verlo.
──Claro que podemos. Los humanos siempre queremos encajar, pero a la vez siempre queremos marcar una diferencia. ¿Cómo sería eso posible si pisas las huellas de los demás?
──Creo que no te estoy entendiendo, Ames.
──A lo que voy es que... Este Spiderman no se aterra de ser diferente. Este Spiderman solía tener su traje azul y rojo, pero, una mañana, se levantó, se miró en el espejo y le dijo a su reflejo ‹‹¿Por qué yo, el mismísimo Spiderman, tendría que ser igual que los demás?››. Decidió cambiar. Y claro, solo es un ejemplo tonto, no somos como Spiderman y mucho menos llevamos trajes de superheroe. Pero, hay que tomar riesgos. La vida es un riesgo y de vez en cuando nos toma a nosotros. No hay que temerle al cambio, uno jamás viene para mal.
──Amelie.
Amelie abrió sus ojos con lentitud. Al principio le costó unos segundos adaptarse a la potente luz blanca sobre su cabeza que iluminaba toda la habitación. El olor a variedades de medicamentos absorbió sus fosas nasales. Luego, seguido de unos parpadeos que aumentaron un dolor creciente en su cabeza, se encontró a si misma, acostada sobre una cama que no era la suya ni de sus amigos.
──Oh, al fin despiertas.
Cuano su vista finalmente se adaptó a la iluminación del lugar, logró abrir por completo sus ojos. Lo primero que entendió fue que se encontraba en un hospital. Luego, descubrió que en el interior de su muñeca había una aguja clavada, con una sonda que llevaba hasta una de las extrañas maquinas que leían su ritmo cardíaco.
──¿Dónde está él?
Al oír aquella desconocida y gruesa voz, Amelie alzó su vista. Ante la camilla habían dos hombres, uno estaba detrás de aquel que se encontraba más cerca de ella. La joven se sentó rápidamente sobre su lugar, temiendo al extraño.
──¿Quién eres? ──se animó a preguntar.
──Aquí las preguntas las haremos nosotros ──masculló el hombre en respuesta──. ¿Dónde está? ──volvió a preguntar.
──¿De qué hablas? ¿Dónde está qué? ──interrogó Amelie, sin entender nada sobre la situación.
Hubo un silencio torturoso y escalofriante antes de que unos repetidos golpes se escucharan del otro lado de la puerta. A su lado, se encontraba un gran ventanal. Aún era de noche.
Sabiendo aquel hecho, Amelie no pudo evitar crecer en dudas. ¿Qué hora será? ¿Cuánto tiempo habrá pasado?
──Jack Maxwell ──contestó aquel gran hombre, y así logró ganarse nuevamente la atención de Amelie.
──¿Jack? Yo... no lo sé, hace días que no lo veo y...
──No mientas, niña ──ordenó el mismo, acercándose a ella──. ¿Dónde está Jack Maxwell?
──¡No lo sé! ──repitió, alzado su voz──. ¿Ustedes se lo llevaron? ¿Qué le hicieron?
──Para su buena suerte, huyó antes de que pudiéramos llegar a él.
Y otra vez, la madera de la puerta volvió a hacer eco sobre el lugar tras recibir otros golpes.
──¿Quién está allí? ──cuestionó Amelie, refiriéndose a aquella persona que aporreaba la puerta.
Amelie escondió sus manos debajo de las sábanas, armando una nueva oportunidad para alejar a los hombres.
──Es uno de nuestros hombres ──informó él, inclinándose sobre Amelie, quien se apartó de inmediato──. Quiero que me digas la verdad, porque será la última vez que pregunte con paciencia. ¿Dónde está Jack Maxwell?
Amelie no supo qué responder. Sabía que un ‹‹no›› no serviría, pues eso aumentaría la ira del hombre que perdía con suma velocidad su paciencia. Y, también sabía que un ‹‹sí›› tampoco serviría, pues sería una completa mentira y los hombres se terminarían dando cuenta.
──¡Ames!
Seguido de aquel llamado proveniente de la voz que siempre sería capaz de reconocer, los golpes en la puerta volvieron a repetirse.
Amelie regresó al hombre, haciéndole saber que había descubierto su mentira. Él, al darse cuenta de las nuevas intenciones de Amelie, intentó retenerla, pero ella fue más rápida.
Amelie jadeó de dolor tras retirar con rapidez la aguja clavada en su muñeca. Sacó su mano debajo de la sabana y clavó la aguja en el cuello del hombre, quien retrocedió ante el dolor.
Seguido de una victoria, su acompañante, entre la furia y la sorpresa, se acercó a ella dando zancadas. Antes de que él llegara, Amelie se puso de pie sobre la camilla. Cuando el hombre estuvo lo suficientemente cerca, Amelie saltó sobre él. Al mismo tiempo en el que uno luchaba contra Amelie sobre su espalda, el otro luchaba contra la aguja profundamente clavada en su cuello.
──¡Ames, por favor! ──gritaba JJ del otro lado de la habitación.
El hombre logró bajar a Amelie de su espalda y la enfrentó, causando que ella de rápidos pasos hacia atrás, retrocediendo. Supo que no había más lugar para hacerlo en cuanto chocó contra una pequeña mesa que se encontraba junto a unos sofás.
──Eres una...
El hombre no pudo terminar su frase, pues Amelie había arrojado y rotó una de las tazas que descansaban sobre la mesa en la cabeza del hombre. Él desconocido tambaleó ante aquello, comenzado a perder su conciencia. Había dado en el clavo.
Rápidamente, Amelie empujó al hombre. Él no podía defenderse, está a completamente débil. Luego, el vidrio detrás de él estalló en cuanto cayó sobre este gracias al empujón de la joven.
──Perra ──maldijo de entre dientes antes de caer por la rota ventana.
Amelie, sorprendida de sí misma, se acercó al borde de la venta ya rota. Algunos vidrios rotos crujieron bajo sus pies desnudos, poco le importó estar lastimándose.
Aquel hombre yacía sobre el estacionamiento del hospital mientras que se retorcía con dolor. Para su buena suerte, había sobrevivido a una caída de un piso. Lo último a lo que Amelie le dio atención fue a los enfermeros que se acercaron al hombre, intentando socorrerlo.
Al darse la vuelta, el otro amenazante comenzaba a ponerse de pie con dificultad. Amelie, ante esto, corrió hacia la puerta y quitó el cerrojo. Tras abrirla, se encontró con JJ, quien la recibió con un reconfortante abrazo.
──Creí que te perdería ──murmuró el rubio sobre el oído de Amelie, bajando su voz.
──Es difícil deshacerse de un Pogue ──ironizó Amelie, imitando aquellas palabras que JJ tanto repetía. Al separarse, notó la humedad en las mejillas del chico y la hinchadez en sus ojos cristalinos.
Había estado llorando.
Con inseguridad, Amelie llevó sus manos hasta el celestial rostro del rubio y acunó sus mejillas, pasando sus pulgares con suavidad sobre las lágrimas derramadas.
──Nunca te dejaré, JJ ──aseguró ella, a pesar de que no estaba muy segura de si sobreviviría.
JJ sonrió, intentando ocultar el miedo que aún sentía.
──Lo sé.
Luego de compartir varias palabras, el dúo de amigos se aproximó a las escaleras de emergencia y salieron con rapidez del hospital, pues sabían que alguien iba a querer saber qué había pasado en la habitación del descontrol.
Cuando estuvieron adentrados al cercano bosque, JJ decidió romper el silencio.
──Toma ──ofreció, dándole a Amelie una pila pequeña de ropa──. Es tuya, esa bata no parece muy cómoda.
Amelie la aceptó.
──De hecho, es muy cómoda. Se siente cierta libertad ──aseguró la chica, alejándose de allí para poder cambiarse la ropa lejos del campo de visión de JJ.
A pesar de no verla, JJ frunció su ceño. Aunque, en realidad, sus nervios comenzaron a crecer y sintió ciertas cosquillas en sus dedos al creer saber a qué se refería su amiga.
──¿A qué te refieres? ──aún así, no pudo evitar preguntar.
──No llevo ropa interior ──respondió Amelie, escondida detrás de un gran tronco.
Desde su lugar, JJ tragó saliva con dificultad al imaginarse tal imagen. A veces, veía las piernas y brazos desnudos de Amelie asomarse fuera del tronco. Rápidamente negó con su cabeza, apartando la semejante idea.
Segundos después, Amelie salió de su escondite. Para la mala suerte de JJ, ella llevaba ropa.
──JJ, no recuerdo nada. ¿Qué sucedió? ──interpeló Amelie, iniciando una caminata que JJ dirigía.
──Fuimos por la cruz, pero Pope, quien conducía, estaba muy drogado ──ante esta última información, Amelie sonrió con cierta sorpresa──. Chocó la camioneta de los padres de Kie, que luego fue secuestrada por ellos. Tú te golpeaste muy fuerte, me asustó mucho, salía sangre de tu cabeza. Luego llegó la policia y los médicos te llevaron. John B, Sarah y Pope regresaron a la mansión Cameron. Según lo que sé, Rafe nos robó la cruz.
──Carajo ──murmuró la castaña. Sabía que, tarde o temprano, su mala suerte los alcanzaría──. Espera un momento. ¿‹‹Según lo que sabes››? ¿Tú no fuiste con ellos?
──¿Es broma? Claro que no lo hice, Ames. Vine contigo ──contestó JJ, sin poder dejar de mirar a una distraída Amelie. Gracias a su insistente mirada, pudo alcanzar a ver una sonrisa que Amelie se esmeró en ocultar──. Ellos estaban locos, no querían dejarte sola. Pero les dije que yo cuidaría de ti y, como saben que cuando se trata de ti hay cierta seriedad, accedieron.
──Si iremos por ella, ¿verdad?
JJ rió con ironía.
──Oh, Ames... ¿Es que no entendiste nuestra obsesión por poner nuestras vidas en riesgo? ¡Claro que iremos por ella!
⠀
⠀
⠀
• • •
⠀
⠀
⠀
Unos cuantos minutos más tarde, JJ y Amelie finalmente salieron del bosque.
Para ella, había sido un caminata tranquila, donde gracias al silencio de JJ, podía darse tiempo para analizar todo lo que había sucedido en esos últimos días. Desde la desaparición de Jack, hasta los dos extraños hombres en el hospital. Para JJ había sido una incómoda y torturosa caminata. Con lo mucho que a él le gustaba hablar, se obligó a mantenerse callado. No entendía nada sobre esa extraña relación con Amelie. Además, se moría por poder hablarle.
A una corta distancia, vieron a John B y Pope, de pie ante unas plantas sobre el césped de la casa Cameron.
──¿Qué tal? ──habló Amelie al terminar de acercarse junto a JJ. Los otros dos se voltearon con rapidez al escucharla. Amelie rió ante sus asustadizas reacciones.
──Gracias a Dios que estás bien. Siento lo que sucedió, yo...
──Está bien, Pope ──aseguró la castaña, interrumpiendolo. Luego, se acercó junto al rubio──. ¿Qué estamos esperando?
──A Sarah, entró para buscar las llaves de ese camión ──contesto John B., señalando el vehículo.
A la lejanía, unos pocos segundos más tarde, Rafe hizo acto de presencia. El Cameron salía de la mansión con aquella faceta oscura con la que andaba últimamente, y no iba solo.
Amelie quiso creer que estaba equivocada. Que lo que veía necesitaba algún tipo extraño de contexto.
──¿Ese no es...? ──quiso preguntar JJ. No los estaba viendo, pero Amelie sintió las miradas de sus tres amigos de inmediato.
──Jack ──completó ella, observando la escena con atención.
Incluso a pesar de que aquello les sorprendiera y de cierta manera comenzaban a sentir el peso de la traición, Jack no parecía cien por ciento presente. Pronto se dieron cuenta de que era Rafe quien lo obligaba a caminar.
Cuando los dos llegaron al camión, Rafe lo empujó y lo obligó a subirse del asiento copiloto. Jack, sin tener otra opción, accedió.
──Ese maldito ──masculló Amelie antes de poder echarse a correr al rescate de su amigo.
Sus amigos la detuvieron.
──¿Estás loca? ──soltó John B.
──Tiene a Jack. Él tiene a Jack. ¿Sabes hace cuántos días me preocupa no saber nada de él? ──contestó ella, a la defensiva.
──Resolveremos esto, ¿okey? Nos encargaremos de Jack, te prometo que lo haremos, pero ahora hay que concentrarnos en Sarah ──aseguró John B. Amelie tuvo que asentir y obedecer, pues no le quedaba otra opción.
El cuarteto de amigos se escondió mejor detrás de las plantas al ver como Rafe se acercaba sobre el camión. Ideando planes para asaltarlo o distraerlo, no se dieron cuenta de que faltaba uno de ellos.
──¡Pope! ──llamó JJ a gritos, pues era el moreno quien se había alejado de ellos corriendo.
Pope corrió al camión y, una vez llegó lo suficientemente cerca, dio un salto que lo dejó lograr treparse a una de las puertas de la parte trasera.
──¿Qué fue eso? ──interrogó John B, entre sorprendido y confuso.
Entonces, se volvieron a dar la vuelta hacia la casa sin decir ni una sola palabra. Ellos sabían que Pope estaría bien.
──Bueno...
──Ataquemos el fuerte ──dijeron John B y Amelie al unísono.
──Abajo ──ordenó JJ, divisado a Rose y Wheezie salir de la mansión. Con ellas iba Sarah, en un estado casi idéntico al de Jack──. Tiene a Sarah. ¿Quién es?
──Es Rose ──informó Amelie.
Rose y Wheezie arrastraron a Sarah hasta un lujoso auto que se encontraba detenido ante la casa.
──¿Qué diablos le hicieron? ──quiso saber John B, transmitiendo de su preocupación.
Luego de un esfuerzo, Rose logró recostar a Sarah sobre los asientos traseros. Seguido de aquello, cerró la puerta y rodeó el auto con rapidez.
──¡Vamos, Wheez! ──apuró la mujer, subiéndose sobre el asiento conductor. La niña, por su lado, subió al asiento del acompañante.
Cuando el vehículo se acercó lo suficiente, los tres Pogues que ansiaban con ganas que se acercara, corrieron al auto y golpetearon las ventanas, intentando llamar la atención de la pasajeras. Cosa que lograron al instante.
──¡Deten el auto! ──mandó John B.
──¡Abre la puerta! ──pidió Amelie a gritos.
──¡Wheezie, abre la puerta! ──reiteró JJ, con más autoridad.
Para su mala suerte, a pesar de sus órdenes y súplicas, Rose no cedió a ninguna. Cuando el auto terminó de alejarse, John B cayó sobre la tierra y maldijo la vida por sus complicaciones.
Amelie corrió a ayudar a John B.
──¡Vamos! ¡Vamos con Twinkie! ──señaló el rubio, agitado──. ¿Estás bien? ──le preguntó a John B durante su regreso a la camioneta.
──Sí ──contestó el castaño.
──¿Conduzco yo? ──interrogó JJ, pues creía que John B no estaba en las condiciones para hacerlo.
──No, estoy bien ──garantizó John B, deteniéndose ante la puerta del conductor.
──Vamos, Ames ──alentó JJ, abriendo la puerta trasera para la castaña, quien llegó más tarde gracias a su poca destreza para correr.
Amelie se subió con velocidad y fue ella quien se encargó de cerrar nuevamente la puerta, dejando que JJ subiese a su respectivo asiento.
Sin titubeos, cuando las dos puertas delantera se cerraron, John B hizo contacto con la llave y encendió el motor. Utilizando la misma velocidad a pesar de poder cansarse, pisó el acelerador y se alejó de aquella casa velozmente.
ㅤCuando el sol volvió a salir y la oscuridad de la noche se alejó, Amelie y sus dos mejores amigos se encontraron en un muelle. Estaba lleno de camiones, barcos y contenedores gigantes.
El trío de amigos había arribado al lugar durante la noche anterior después de seguir al auto de Rose durante unas horas. Habían decidido que, como Rose no apareció, se quedarían a pasar la noche allí, y así es como se tomaron unos minutos para idear un plan y poder ingresar al muelle sin que el guardia los atrape.
Estando los tres escondidos detrás de Twinkie, esperaron pacientemente a que un camión que se aproximaba pasara y pudieran continuar. Los tres caminaron detrás del camión, esperando a que este avanzara para poder superar la reja que les impedía poder cruzar al muelle.
Cuando superaron aquella reja, el tío de Pogues corrió lejos de la entrada y de los ojos de cualquier guardia o trabajador. Llegaron detrás de un vehículo y se escondieron detrás de unas grandes pilas de barra de metal.
A una corta distancia, un gran barco estaba aparcado junto al muelle. Al grupo de Pogues no le costó demasiado saber sobre su presencia.
──El Costal Venture ──leyó JJ──. Yo conozco ese barco. Papá lo reparó el último verano, yo trabajé con él en el puerto
──Miren, ahí tienen la cruz ──señaló Amelie, apuntando con su dedo el punto donde una grúa cargaba con una caja de madera──. Y Rafe... ──alegró con menos ganas.
──Odio a ese tipo ──masculló JJ.
──Ahí está Rose ──indicó John B, señalando otro punto del puerto──. Oigan, tenemos que pensar un plan.
──Estoy en eso ──respondió Amelie, masajeando sus cienes como si aquello fuera a traerla inspiración.
──Tal vez, si llegamos a esa barcaza, la pasamos y tendremos que meternos en el agua ──ideó el rubio.
──No importa ──aseguraron sus dos acompañantes al unísono.
──Y vamos a ser presas fáciles ──añadió el anterior.
──Hola.
El trío de amigos se dio la vuelta tan rápido como aquel saludo llegó. Al darse de lleno con la dueña de la voz, se encontraron con Kiara, quien estaba siendo acompañada por Pope.
──Casi te arranco los ojos ──le dijo JJ, recuperándose del susto.
Kie soltó una risita.
──Te di un gran susto.
──¿Cómo nos encontraron? ──quiso saber Amelie, dejandole lugar a su amiga para que pueda acomodarse junto a ellos.
──Ubicamos tu teléfono ──respondió la morena.
──¿Estás bien? ¿Qué pasó? ──cuestionó John B, dirigiéndose a Pope y su extraña apariencia, pues el chico estaba cubierto de lodo.
──Rafe, round tres ──contestó él.
──¿Esto es broma? ¿Otra vez? ──se quejó el rubio junto a él.
──Fue un empate ──informó Pope, acercándose a ellos para poder ver el muelle──. ¿Esa es la cruz?
──Sí ──confirmó Amelie.
──Tienen de rehén a Sarah ──anunció JJ.
──Tenemos que subir al barco ──dijo Kiara.
──Primero hay que superar a los guardias ──afirmó Amelie, manteniéndose a la par de la morena.
──Okey, vamos ──ordenó John B., sin perder de vista a sus amigos. Al ver que uno de ellos no se movía, volvió a él con rapidez──. Pope, ¿qué haces?
──Tengo una idea. Confien mi.
Cuando amagó a irse, John B lo detuvo.
──No, deja de correr. Debemos irnos ya.
──Confíen en mi. Vayan, yo los busco ──repitió Pope, volviéndose a alejar. A diferencia de la vez anterior, John B. no lo detuvo.
Siguiendo las órdenes de Pope, a pesar de cuan confusos estén y cuanta curiosidad les dé no saber el plan de Pope, se movieron con agilidad y rapidez a esconderse. Pasados unos segundos, algo a la poca lejanía explotó. De repente, el ambiente cercano fue rodeado por humo ahogador.
Los hombres que estaban cerca de ellos resguardando el lugar corrieron de inmediato en dirección a la explosión.
──Es un genio ──aseguró Amelie, refiriéndose a su amigo, quien regresaba a ellos──. ¡Eres un genio! ──reiteró en cuanto él llegó, recibiéndolo con una sonrisa.
──Miren, ese contenedor subirá al barco. Nos pondremos en medio. ¿Están conmigo? ──quiso saber.
──Bien, vamos, vamos ──apuró John B, animando a sus amigos a comenzar a moverse.
Los tres restantes se desplazaron con rapidez hasta la entrada al contenedor. Las dos grandes puertas de este estaban abiertas de par en par. Pope, el creador de la idea, fue el primero en subir. JJ dudó en hacerlo.
──Espera, ¿lo pensaste bien? ──cuestionó el rubio, desconfiado. No es como si no confiara en los ocurrentes planes de Pope, no confiaba en su mala y traicionera suerte.
──Sí, este es el plan ──contestó Pope.
──Es una trampa. Lo ves, ¿no? ──JJ volvió a elevar su voz──. No podremos salir cuando entremos.
Enfrentando las inseguridades notorias de JJ, John B tomó a su mejor amigo por los hombros y lo obligó a verlo.
──Hey, ustedes no necesitan venir, ¿si? ──aclaró, queriendo dejar más tranquilos a sus amigos.
──Sí, es nuestra pelea ──apoyó Pope, aunque no se veía muy conforme con la idea de que tres de sus amigos los dejasen.
A pesar de no hablar sobre irse y dejar a dos de sus mejores amigos allí, Amelie sabía que ya no tenía nada que perder. Toda su vida perfecta se había ido por la borda. ¿Por qué lucharía si no era por ellos? Fue por eso mismo que ella había sido la primera en dar un paso adelante.
──Nada que perder ──dijo antes de subirse al interior del contenedor con la ayuda de Pope. Seguido de ella, subió John B.
──¿Nada que perder? ──JJ se dio la media vuelta en dirección a la morena.
──Nada que perder.
Dicho y hecho, sin tener que esperar demasiado, los últimos dos se subieron al contenedor. Tal vez no sabían lo que hacían. No, no sabían para nada lo que estaban haciendo. Solo sabían que debían luchar por lo suyo, que no se permitirían volver a hacerse a un lado ante las injusticias.
Luego de estar todos reunidos dentro del contenedor, corrieron hacia la parte trasera de este al escuchar como las voces de los trabajadores volvían a acercarse. Caminaron con velocidad entre los grandes objetos que descansaban allí dentro y aprovecharon estos mismos para esconderse.
──Eso fue una locura ──dijo uno de los hombres──. Algo así te despierta, ¿eh?
Los trabajadores compartieron otras cortas palabras mientras que los cinco Pogues intentaban mantenerse en silencio.
──Bien, todo despejado, ¡cierrenlo!
Sin dejar cesar su silencio, el club de los cinco festejó su avance sin soltar ni una sola palabra o sonido. Aún así, eso no pareció ser todo, pues el contendor dio un estrépito movimiento que causó que ellos casi caigan. Al parecer, estaban en movimiento sobre un camión o algún parecido.
──Deberíamos estar en el muelle ──indicó Pope, perdiendo esperanzas.
John B lo calló con su dedo y prestó atención a lo que sea que estaba pasando en el exterior del contenedor.
──¡Despacio, despacio! ──gritó un hombre desde el exterior.
Automáticamente el contenedor comenzó a moverse de lado a lado, espantando repentinamente a los Pogues que se escondían en el.
El lugar meneaba sin detenerse. En un momento los cinco amigos perdieron el equilibrio y debieron mantenerse de pie agarrándose de varios objetos del lugar. Amelie, por otro lado, cayó sobre JJ, quien se encontraba sentado dentro de una gran rueda. El rubio se guardó un gruñido de dolor.
Aun así, no se movió hasta que el contenedor se detuvo.
Los trabajadores del sector gritaban órdenes y afirmaban. Los cinco adolescentes no estaban entendiendo mucho, más supieron de inmediato donde se encontraban esta vez.
──Lo hicimos ──habló JJ, atónito y sorprendido. Amelie, todavía sobre él, lo calló con un golpe, al igual que lo hicieron sus amigos.
──¿Qué? ──se oyó la voz de un desconocido proveniente del otro lado de las paredes de metal.
──Me pareció oír algo ──le contestó otro.
John B, con precaución, se acercó lenta y silenciosamente hasta una pequeña ventana que se encontraba en lo más alto de la pared con la intención de descubrir y confirmar sus sospechas. Antes de poder ver, uno de los hombres golpeteó la ventana y se puso de puntillas para saber si en verdad había gente dentro del contenedor. Para su buena suerte, John B. logró esconderse con rapidez.
──¿Qué fue eso? ──murmuró JJ, igual de sorprendido.
──¿Ves algo? ──volvió a preguntar el hombre.
Pasado unos segundos, su acompañante respondió:
──No, nada.
Y finalmente, cuando los cinco Pogues confirmaron que los hombres ya se habían alejado, se tomaron el tiempo de festejar aquel paso que los dejaba cada vez más cerca de la cruz y de la salvación de Sarah.
Ahora, sólo tenían que esperar. Esperar e idear un buen plan de escape.
🐚 𓈒 ׂ ㅤ─ 𓇼 ˀ
╔═════════════════╗
si te gustó este capítulo, no te
olvides de votar y comentar !
voten y comenten para
actualizaciones más prontas <3
100 VOTOS PARA PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro