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chapterㅤㅤ𓍼ㅤnine:
Las mentiras de Ward.
ㅤAmelie jugaba con su el brazalete rojo que decoraba su muñeca izquierda. Se esforzaba por mantener cada detalle de el bajo su atención. Estaba imperfecto, descuidado; algunos hilos se habían descocido, otros habían perdido su color, era difícil encontrar uno intacto. Pero todos aquel detalle que hallaba en el, ante sus ojos era una demostración de la perfección. John B se lo obsequió cuando apenas eran unos niños. Y torpes. Cuando soñaban torpemente.
Pensó en él. ¿Qué estará haciendo ahora?, ¿qué pensaría el pequeño John B del actual? Quería correr a sus brazos, que vuelva a ser aquel niño que la cuidaba del resto del mundo. ¿Por qué hay que crecer? ¿No existe manera de detener el tiempo cuando quieras?
Mientras se relajaba sobre las escaleras a la salida de El Chateu, creaba distintos y diversos planes para rescatar a su hermano de allí. A ella poco le importaba la policía, claro que después tendría consecuencias, más el rencor generado por la injusticia que sufría John B era más grande que la ley. Llegó a una obvia conclusión: las posibilidades de que cualquier plan que ingenien salga bien son de un 0%.
La bocina de Twinkie fue lo único que logró sacarla de su aislamiento mental. Se puso de pie con rapidez, casi sin poder controlar la ansiedad que manejaba su cuerpo, el cual fue dirigido hacia el parque delantero del lugar, rodeando El Chateu con suma velocidad. Sus amigos llegaron junto a ella. Ninguno pudo creer lo que ante sus ojos tenían.
Era John B. Maldito John B.
Sin dudarlo más, el cuarteto que ansiaba su regreso corrió hacia él, recibiendolo con un abrazo grupal, dándole nuevamente la bienvenida a, no solo su casa, sino también a su hogar. Ellos reían, desbordando la tranquilidad de saber que su amigo se encontraba a salvo, y la completa felicidad de saber que él estaba allí.
──¿Cómo hiciste?, ¿escapaste? ──quiso saber JJ, sin borrar su sonrisa. Al comenzar su respuesta, John B tan solo negó con su cabeza.
──Retiraron los cargos.
Ante la noticia, sus amigos intercambiaron miradas, sin poder creerse aquello. Pope y JJ dieron unos cortos saltos en conjunto, llenos de emociones positivas que ninguno de los dos podría explicar.
Amelie carraspeó su garganta, llamando su atención y fingiendo una seriedad que ni ella sería capaz de creer.
──¿JJ y yo hicimos todo ese desastre para nada?
John B, sin esperar aquello, tan solo sonrió con diversión. Pope, a su lado, cómplice de las idioteces de sus amigos, miró a John B poniendo sus ojos en blanco.
──Oh, ¿el plan de escape más elaborado del planeta? ──ironizó el moreno.
──¡Nos siguió la policía! ──les recordó Amelie con obviedad y un tanto de ofensa.
Kie se rió también tras recordarlo.
En realidad, fue un momento espantoso para quiénes lo vivieron, pero ahora, no podían evitar bromear y reírse sobre aquella espeluznante persecución.
──‹‹Infalible›› ──dijo ella, entre comillas utilizando sus dedos, haciendo memoria sobre el adjetivo de JJ para definir su mal plan.
──Esperen ──John B requirió su atención. Tras verlo, pudieron reconocer rastros de preocupación en él──. ¿Y Sarah?
El verdadero problema es que realmente nadie sabía sobre su paradero. La rubia había desaparecido de un minuto al otro, no tenían idea alguna sobre donde se había metido.
──No la hemos visto desde anoche ──le informó Amelie──. Volvió a su casa para encontrarse con Wheezie──. No llamó.
──¿No llamó? ──imitó John B, recreando aquellas palabras que le preocupaban.
──No, amigo, solo dejó su bolso. No le dijo nada a nadie ──agregó Pope.
John B pensó durante unos segundos. Él se mantuvo en silencio, preocupado y atemorizado por no saber nada sobre su novia.
──Creo que Ward llegó a ella. Él tipo intentó que me mataran en la cárcel.
Ante la nueva información otorgada, sus amigos abrieron sus ojos como platos, igual de nerviosos por su amiga y el posible peligro en el que se encontraba.
Amelie, ante la llegada de una nueva notificación tomó su teléfono y se alejó unos pocos pasos de sus amigos.
──Mierda ──murmuró para sí, observando su pantalla encendida.
Ante la interesante conversación que sus amigos estaban teniendo, ninguno logró oír las bajas palabras de Amelie tras anunciar su retirada del lugar. Ya había dado unos cuántos pasos lejos de allí en cuanto un pequeño silbido la llamó a sus espaldas. Ella se dio la media vuelta, apurada.
──¿A dónde vas? ──se interesó el rubio.
──Tengo cosas que hacer.
Por alguna extraña ─pero entendible─ razón, Amelie descubrió en sus tan hermosos y laberínticos ojos que aquellas palabras no dejaban tranquilo a su... amigo. JJ dudaba de ella, y con razón. ¿Fue demasiado tiempo el que se fue, que logró dejarle a JJ la inseguridad de que podría volver a hacerlo sin avisar?
──Volveré, Fushi ──le aseguró, dándole ese toque divertido que él siempre tenía en un intento de despreocuparlo.
──Claro, sí, lo sabía ──respondió, acomodando la gorra que descansaba del lado contrario sobre su cabeza, claramente nervioso.
──¿Nos vemos luego? ──añadió ella, caminando de espaldas hacia atrás, alejándose de él cada vez un poco más.
Él sonrió, algo que la reconfortó fácilmente.
──Por supuesto.
Seguido de aquello, lo último que vio JJ antes de que Amelie se diese la vuelta nuevamente fue la abierta y deslumbrante sonrisa que le otorgó como respuesta. Él se mantuvo allí, inquieto. No podía quitarle los ojos de encima.
Negó con su cabeza, evitando y descartando la idea que su corazón lo obligaba a recordar, más que su mente negaba a aceptar. No podía volver a caer. Pero, ¿cómo no hacerlo? Es Amelie...
──Ames..., ¿qué carajos nos pasa? ──murmuró para él, sin quitar sus ojos de encima de ella. Ella nunca volteó, tal vez tenía la idea de que él la estaba observando y eso la intimidaba.
Amelie atravesó la puerta del lugar con rapidez. Los nervios en ella crecían por cada paso que daba. Sentía temor. No quería encontrarlo herido, no quería pensar en la posibilidad de que aquella reunión fuese una trampa.
La mansión Haylan. Era extraño volver a entrar allí después de tanto tiempo. A pesar de no detenerse, Amelie observaba cada detalle que recordaba de la casa. Ella fingía ser fuerte ante sus amigos, pero, en la soledad, la nostalgia de recordar que aquella casa fue su hogar durante toda su vida la alcanza. Era escalofriante tan solo imaginarlo.
──¡¿Jack?! ──llamó, corriendo por los largos pasillos.
No hubo respuestas.
Se adentró a la cocina, donde se encontró finalmente con el nombrado. Él estaba sentado sobre la mesa, bebiendo agua fresca. Aunque a la vista parecía tranquilo, Amelie reconoció de inmediato que no era del todo cierto.
──Melie... ──la saludó, invitándola con él.
Amelie se acercó a él, sin dejar caer su preocupación.
──¿Qué sucede, Jack?, ¿por qué llamaste? ──interrogó Amelie.
──Tengo que irme, Amelie ──le informó──. Este lugar ya no es seguro para mi.
Ella intentó entender aquella información dada, más ninguna conclusión tenía sentido.
──¿A qué te refieres?
──Juro que tendrás respuestas, Melie, pero no tengo tiempo ──le aseguró él, sacando de sus espaldas un bolso negro bastante lleno.
Bajo la atenta mirada de Amelie, Jack abrió aquel bolso con una velocidad sospechosa. De allí, tomó un sobre acartonado, con un sello rojo que no le permitía abrirse. Luego, se lo ofreció a Amelie, quien, aún dudosa, lo aceptó.
──Hasta luego, Melie ──le dijo antes de ponerse en pie.
Amelie ojeó el sobre, luego, volteó hacia Jack.
──Jack ──lo llamó, él se detuvo.
Sin dar aviso previo, ella se lanzó a sus brazos. Se afianzó a Jack durante unos segundos. Aquella situación no le pintaba para nada buena, Jack estaba en peligro, no podía quedarse tranquila sabiéndolo. Él la defendió del mundo durante un largo tiempo, le dio un hogar.
──¿Te volveré a ver? ──quiso saber, penosa.
Jack le dedicó una sonrisa reconfortante. Sonrisa que generó aún más dolor en Amelie. Parecía una despedida larga.
──Sí, Melie ──aceptó Jack──. Nos volveremos a ver.
Dicho aquello, Jack se dio la media vuelta luego de unos segundos quieto en silencio. Amelie lo observó alejarse. Lo continuó haciendo cuando solo quedó el interior de la puerta principal tras cerrarse luego de que él saliera, escapándose hacia solo Dios sabrá dónde.
Oh, ¿qué será de Ames ahora?
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ㅤAquel lugar era su hogar, a dónde corría cuando estaba mal. Donde sentía que podía ser ella misma sin ser juzgada. Pronto, Amelie llegó a El Chateu, donde supuso que se encontraría todo su grupo de amigos. Los necesitaba. Mucho. Necesitaba un abrazo de ellos.
──Amelie, ¿qué tal todo? ──la recibió John B luego de verla cruzar la entrada.
Ella miró a su alrededor. No había señales de él.
──¿Sucede algo, Amelie?, ¿necesitas ayuda? ──Sarah, preocupada, se acercó a ella con su rostro demostrando su confusión.
Tampoco de Kie y Pope, seguramente habían optado por pasar la noche en sus casas con su familia. Aún así, Sarah también se encontraba allí.
──¿Qué te pasa, Amelie? ──el castaño volvió a preguntar.
──¿Y JJ? ──no tardó en responder, ignorando las preguntas de sus dos amigos.
Ambos fruncieron su ceño, aunque poco les sorprendía que Amelie vuelva a interesarse en su paradero. Sarah y John B compartieron miradas, estaban igual de confusas.
──En su cuarto, pero...
Antes de que John B pudiese continuar la oración, la pequeña castaña ya se estaba dirigiendo hacia la habitación del rubio. Oía a sus dos amigos corriendo tras ella, intentando detenerla. Pero, ¿por qué intentaban aquello?
Un poco más relajada ante saber que la distancia entre ellos se acortaba, Amelie dejó salir un par de lágrimas que se le escaparon sin previo aviso.
Una vez llegó a la puerta, tomó el picaporte y tiró de él, abriendo lo que daba directo a la habitación donde JJ supuestamente se encontraba.
Se adentró en ella.
Se arrepintió al instante.
Tras caer en la llegada de un tercero al lugar, JJ se apartó rápidamente de aquella jovencita que tenía ─raramente vestida─, debajo de él. Miró a Amelie con sorpresa, y, al saber que de ella se trataba, saltó de la cama. De allí, también se reponía Mallory.
Amelie, con el corazón chocando fuertemente contra su pecho, intercalaba su mirada entre JJ y Mallory. Aquello le dolía demasiado, y no tenía porqué hacerlo.
──Ames, hola... ──la saluda él, buscando rápidamente su camiseta──. ¿Qué haces aquí?
Amelie apenas tenía hagallas para hablar.
──¿Ups? ──dijo Mallory, con clara burla.
Sin dudar ni preguntar, la pelinegra se puso de pie y abandonó la cama. Tomó su ropa faltante y, bajo la mirada de todos, se la colocó, sin importarle lo incómodo que se estaba volviendo el ambiente gracias a ella. Entonces, una vez lista nuevamente, tomó su bolso, su teléfono, y se acercó al rubio.
──Nos vemos pronto, Jay ──se despidió ella.
Mallory abandonó la habitación, no sin antes darle una cruel mirada de pies a cabeza a Amelie. Tras su salida, Sarah puso sus ojos en blanco.
──Ames, yo...
──No digas nada ──le pidió Amelie, interrumpiendolo sin pudor.
John B y Sarah salieron de la habitación, sintiendo la terrible incomodidad que el estar allí, frente a una nueva discusión de sus amigos, les generaba.
──Ames, déjame explicarte, ¿si? ──le pidió JJ una vez estuvieron a solas. Hubo unos segundos de silencio, el cual para él se sintieron como un golpe a la realidad──. Vamos, Amelie ──le rogó, apenas rozando su mano.
Amelie se apartó de inmediato. ¿Estaba siendo injusta? No habían acordado exclusividad. ¿O si?
──Ames... ──murmuró, dolido con su lejanía.
──Ya basta, JJ.
Ella incitó a irse, más esta vez, la fuerte y suave mano del rubio detrás de ella se afianzó a su muñeca, deteniéndola con desesperación.
──No tienes porqué darme explicaciones, JJ. No somos nada. ¿Lo recuerdas? ──habló, finalmente viéndolo a los ojos.
El pecho de JJ se hundió en dolor, Amelie lo reconoció al instante, sus palabras le dolieron seguramente más de lo que le dolería una daga en el estómago. Sus ojos comenzaron a cristalizarse. No entendió porqué. ¿Era debido a la situación a las palabras que acababa de soltar?
──Lo recuerdo perfectamente, créeme ──respondió él, indefenso y dolido.
──Bueno, eso es claro ──ironizó ella. Pronto se arrepintió de aquello, pero no podía detenerse. No era Amelie quien hablaba, era su dolor y rencor──. Dormiré en el sofá ──le avisó.
Amelie se alejó, dirigiéndose hacia la puerta de la habitación.
──Un momento, Ames ──llamó, volviendo a detenerla. Sin darse ka vuelta hacia él, Amelie se detuvo──. Buenas noches.
──Buenas noches.
Entonces, abandonó la habitación y cerró lentamente la puerta detrás de ella, dejando a JJ, quien continuaba siendo el chico que guardaba su corazón, atrás.
Últimamente no entendía qué será lo que siente JJ actualmente. No quería seguir lastimandose a sí misma con sus 0 por él.
Tenía que dejarlo ir.
ㅤPor la mañana siguiente, los Pogues se reunieron para continuar con su investigación. Según lo que le habían contado a Amelie, durante el tiempo en el que ella se ausentó, los Heyward llamaron por ellos, hablándoles sobre un ataque que había sufrido el padre de Pope a causa de una llave.
Se encontraban rumbo a la vivienda de la bisabuela de Pope.
En Twinkie, el silencio era algo horrible de soportar, nunca habían viajado tan incómodos. Al parecer, John B estaba enfadado con Sarah por algún motivo desconocido para Amelie. Luego, Pope le había hablado un poco sobre su dolor generado por el rechazo de Kiara. Ella le había asegurado que su encuentro no cambiaría nada, que podían mantener su amistad y olvidarse de lo sucedido. "Fue bueno por un momento", fue lo último que le dijo sobre esto Kiara.
Y por último, el severo problema sobre la diferencia que comenzaba a separar a Amelie y JJ. Deberían hablar sobre ello pronto, o se arrepentirán de no hacerlo.
──Chicos, lo que dijo Limbrey ──habló Pope finalmente, jugando con la llave en su mano──. No creo que lo dijera por casualidad. Ella dijo que lleva a la cruz de Santo Domingo.
──¿Puedo ver eso? ──le preguntó JJ.
Pope le concedió el deseo a JJ, dejando la llave bajo el poder del rubio, quien comenzó a mirarla con curiosidad. Aquella generaba mucho misterio.
──¿Cómo se supone que una llave pueda llevarnos a la cruz? ──cuestionó Amelie, sentada junto a Pope──. Además, ¿qué demonios es eso?
──No lo sé. Creo que es un artefacto histórico de gran importancia.
Amelie resopló.
──Bueno, según internet... ──comenzó Kiara, con su atención sobre la pantalla de su teléfono──, fue un regalo de Nueva España... al rey de España.
Los Pogues dejaron su atención puesta sobre Kie.
──Ni siquiera sabía que existía la Nueva España ──bufó Amelie, rendida.
──¿Nueva España? ¿Hay una Vieja España? ──se interesó el rubio, con la misma duda de Amelie.
──Mierda, hablando de exagerar. Miren esto.
Kie les enseñó a sus amigos lo que una imagen de su teléfono mostraba. Ellos se acercaron rápidamente a descubrir de qué se trataba.
Era la dichosa cruz. Uns muy grande.
──Parece que hay una persona parada al lado ──señaló la morena.
──Entonces es gigantesca ──señaló el rubio en el asiento delantero.
──En esa época, se la consideró el tributo más extravagante ofrecido por las provincias. Se perdió cerca de las Bermudas en 1821 ──leyó Kie.
JJ la miró con sorpresa, ideando miles de conclusiones en su cabeza.
──¿Dijiste ‹‹Bermudas››?
──No es sobre el triángulo ──mascullaron John B y Amelie al unísono, sabiendo a qué se quería referir el rubio.
El rubio puso sus ojos en blanco.
──Sí, siempre vuelve al triángulo. Cada vez que hay algo raro, son las Bermudas.
Amelie intentó borrar la tonta sonrisa que creció en sus labios ante el comentario de JJ, pero le fue imposible. Él tenía todo para lograr hacerla sonreír, incluso aunque no lo quisiera.
Ella carraspeó su garganta, eliminado cualquier tipo de pensamiento positivo.
──Entonces, ¿me estás diciendo que una cruz del rey de... alguna versión de España tiene algo que ver con la llave de la farmacia del bisabuelo de Pope? ──preguntó la misma.
──Sí ──le confirmó Pope.
──¿Y nosotros dónde entramos? ──preguntó Kie ésta vez.
Pope suspiró. Para ser quién más rápido sacaba conclusiones, no terminar de entender esta se le hacía muy estresante.
──No lo sé. Es una gran pregunta ──se limitó a responder.
Luego, se mantuvieron debatiendo sobre varios temas, haciendo tiempo hasta llegar a su destino.
El ambiente se convirtió rápidamente en algo cómodo. O al menos, un poco. Aún se sentía tensión por parte de las parejas, y aquello no se les hacía muy acorde a la situación.
Minutos más tarde, John B detuvo el moto y aparcó junto a la casa de la bisabuela de Pope. El moreno se apuró en bajar, descubrir todo el trasfondo de aquello se le hacía un gran misterior. JJ y Kie no tardaron en seguirlo.
──Oigan. Creo que quiero hacer esto yo solo.
Todos se detuvieron, sorprendidos por el anuncio de Pope, quien detuvo a quiénes ya estaban fuera del vehículo.
──¿Seguro? ──cuestionó Kie, dudosa.
──Sí, yo puedo. No los necesito, entonces...
Claramente aquella respuesta de Pope salió con un doble sentido que Amelie no supo entender. Las miradas cómplices de JJ y la afligida de Kie se lo aseguraban. Tendría que averiguar más sobre su drama.
──Ohhoy somos una gran familia feliz, ¿no es verdad? ──ironizó JJ, con una sonrisa incómoda, para luego volver al interior de la ban.
──Okey, volveremos por ti ──le dijo John B desde su lugar de conductor.
Pope asintió, estando de acuerdo con lo dicho. Luego, rodeó su transporte y lo observaron adentrarse al hogar de ancianos.
Entonces, cuando confirmaron que su amigo había entrado al lugar, abandonaron este.
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ㅤJJ y John B se encontraban en sus respectivos asientos de copiloto y conductor, esperando por las tres chicas que habían abandonado su lugar en Twinkie para ir por un batido helado en una pequeña tienda del condado.
──¿Recuerdas cuando la vida era simple?
A John B lo tomó desprevenido aquella melancólica pregunta, y más aún viniendo de JJ.
──Sí, hace siete días ──respondió, irónico──. Amigo, piénsalo. Ward sigue suelto y tiene el oro.
JJ suspiró. Aunque él se mostrara fuerte y valiente, aquella situación también le afectaba mucho.
──Lo sé, lo sé.
──Mató a mi papá ──le recordó JB, dolido.
──Lo sé, no lo dejaremos pasar ──le aseguró el rubio──. Pero me tienes preocupado. Siento que eres tú o él.
John B se removió sobre su asiento, incómodo. Hablar sobre cualquier cosa que tenga que ver sobre cómo pueda estar él lo ponía así. A él no le importaba su vida, solo quería hacer justicia y que sus amigos estén a salvo. Además, no suele abrirse con muchas personas.
──¿Sabes quién me preocupa también? Sarah ──JJ respondió sin esperar palabra de John B, volviendo a ver a las tres chicas, las cuáles regresaban a ellos charlando y con sus batidos en mano──. O sea, es su papá. ¿Entiendes lo que digo?
John B se quedó en silencio durante unos segundos, pensativo, con su mirada puesta en la rubia.
──Ella sabe lo que hizo ──contestó finalmente, finalmente volteandose para ver a JJ otra vez──. ¿Sabes quién me preocupa a mí?
JJ se encogió de hombros. Sabía qué diría su amigo próximamente. Luego de lo de anoche, se le hacía difícil hasta pronunciar su nombre.
──Amelie ──dijo, señalando con su cabeza a la castaña.
Ambos giraron su cabeza en dirección a las tres chicas, viendo únicamente a la nombrada. Amelie reía junto a sus amigas y parloteaba con ellas, más ellos sabían que no estaba del todo bien.
──¿Pudiste averiguar algo sobre su madre y el juicio? ──se interesó JJ.
──No, hombre ──John B respondió al instante, con obviedad. JJ lo miró con ofensa, no quería que su amigo se demore mucho más en reclutar información──. JJ, claramente está mintiendo. La conoces, deberías haberte dado cuenta.
──¿A qué te refieres?
──Ayer nos mintió a Sarah y a mi en la maldita cara ──aclaró nuevamente──. Sea lo que sea que le esté pasando, no es sobre su madre. No se lo dije a Sarah porque ella estaba tan preocupada por Amelie que no quise darle más motivos para estarlo.
──Pero, si no es sobre su madre, entonces, ¿sobre qué es? ──interrogó JJ.
──No lo sé, pero lo sabremos pronto ──le aseguró el castaño──. Y tú deja de ser un idiota con ella, ¿si? Amelie es mi hermana, y no dejaré que ningún imbécil la haga sentir mal. Ni siquiera tú, JJ.
──Lo sé, viejo. Lo siento, yo...
──No, cállate ──el anterior interrumpió al rubio, con su rencor creciendo──. Lo que hiciste anoche estuvo de la mierda, ¿si? Si no vas a quererla bien, entonces no la quieras. Al menos, no de esa manera.
JJ asintió sin nada por objetar.
John B tenía razón. Pero ambos estaban siendo muy injustos con el otro. JJ se sentía pésimo, porque sabía que la estaba lastimando, no quería seguir con eso. Entonces... ¿lo mejor es dejarlo?
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Por la tarde, se reunieron en el muelle de la propiedad de los Heyward en cuanto recibieron el llamado de Pope para concretar aquel encuentro. Durante su camino de regreso, Pope contó que, según su bisabuela, Denmark Tanny es su ancestro. Que siempre lo había sido, y que por eso él tendría que saber algo sobre la cruz.
──Aún no puedo creer que seas pariente de Denmark Tanny ──dijo John B.
Amelie abandonó su lugar y se acercó a Pope, él la seguía con una risa cuando ella hizo el intento de una burlesca reverencia.
──Su majestad ──lo alabó con ironía.
Sus acompañantes rieron ante la actuación de Amelie.
──¿Un rey? Hay que coronarlo ──hablaba JJ, fingiendo colocar una corona imaginaria sobre la cabeza de Pope──. ¡Inclínense ante el rey de Tannyhill!
El resto obedeció su orden, inclinándose levemente hacia Pope.
──¡No somos dignos! ──bromeó Kiara.
──Ya cálmense, ¿quieren? ──les pidió el moreno, presa de burlas.
──¿Eso significa que vamos a rehubicarnos? ──se interesó Sarah.
──Si, yo quiero visitar tu palacio ──Amelie la siguió.
──No dejo de pensar en la carta. La que envió Limbrey...
Los presentes suspiraron ante las cambiantes palabras de su amigo. Ese era el problema de Pope: estaba siempre pensando.
──Tenía el símbolo del trigo. Eso debe significar que tiene algo que ver con el Royal Merchant. Si encontramos la cruz, dividamosla como íbamos a dividir el oro.
──Sí, opino igual ──apoyó JJ.
──¿Y vivirán felices para siempre?
Aquella irreconocible voz causó rápido alboroto entre los Pogues, quienes se voltearon en dirección al dueño con velocidad. Allí, se encontraron con un hombre, él imponía terror y todo en el gritaba "peligro". A su lado, Limbrey caminaba junto a él.
──Usted golpeó a mi padre ──la señaló Pope, con la ira desbordando sus palabras. Se acercó a Limbrey, con un aire amenazante que rara vez se encontraba en él.
El desconocido junto a ella apartó a Pope de allí, enviándolo lejos de la mujer con un fuerte empujón.
──Yo no golpeé a nadie ──le aseguró ella──. ¿Por qué mi empleado iba a golpear a tu padre? Eso es absurdo... ──ironizó ella, riendo con falsedad, como si aquello fuese tan solo una broma para ella──. Escucha, podemos seguir negociando, pero lo único que yo quiero es la llave.
La maldita llave, otra vez.
──No me detendré hasta tenerla. No tengo opción, o sea, que tú tampoco.
──Es Limbrey, ¿no? ──habló John B, llamando su atención──. ¿No es así? ¿Esto es lo que busca?
No fue simplemente su llamado lo que llamó con facilidad, sino el objeto que tenía en una de sus manos.
Sus amigos se pusieron rápidamente de pie, observando con atención la mala idea que John B estaba teniendo.
──Sí... ──le confirmó le mujer, admirando con deseo la llave que el joven sostenía──. Sí, eso es...
──Mirando la marea ahora, diría que tiene unos seis metros de profundidad. Así que, si la arrojara al canal, la probabilidad de que usted la encuentre es casi nula ──le informó John B──. ¿Quiere intentarlo? ──entonces, él hizo el amague de arrojar la llave directo al canal debajo del muelle.
──¡No, oye! ──lo detuvo Limbrey, nerviosa──. Por favor, no lo hagas.
John B señaló con su cabeza al amenazador hombre que se encuentraba deteniendo a Pope.
──Dígale que retroceda.
──Claro ──obedeció ella──. Para atrás ──le ordenó a su acompañante.
El hombre, aunque dudó de aquella decisión, se alejó de Pope y se acercó nuevamente a ella. Mientras tanto, Limbrey volvía a enfrentar a Pope.
──Como te dije desde el principio, estoy dispuesta a ser razonable.
──Okey... ──aceptó Pope, con sequedad──. Le daremos la llave, pero quiero la cinta.
──Claro.
John B se acercó al moreno, fingiendo algún tipo de apoyo.
──Oye, Pope, no tienes que hacer esto, ¿okey? ──le aseguró──. Es de tu familia.
──Está bien. Es por tu papá. Es más importante.
Entonces, Pope abrió su palma ante la presencia de John B, pidiéndole indirectamente la falsa llave con la que engañarían a Limbrey. John B no lo dudaba, más tuvo que hacerle pensar a la mujer que eso hizo durante unos pocos segundos. Luego, metió la mano dentro de uno de sus bolsillos y de ahí sacó la tan aclamada llave, la cual se la otorgó a Pope.
──La cinta ──le recordó Pope a Limbrey.
──Sí, dale la cinta ──le ordenó la rubia al hombre detrás de ella.
El hombre se acercó a Pope con la cinta en mano. A la vez, entregaron su objeto de intercambio. Pope dejó la llave bajo poder de Limbrey, mientras que su hermano dejó la cinta sobre el de Pope.
──¿Sabes? Ojalá hubieras tomado esta decisión antes, nos habríamos ahorrado estos problemas ──le dijo la mujer.
Luego de sus palabras, Limbrey se dio la media vuelta, dispuesta a abandonar el lugar. Aquel hombre la siguió al instante.
──Un gusto conocerla ──bromeó él, dándole una rápida mirada de pies a cabeza asquerosa a Amelie──. Nos vemos, Pope ──se despidió, abriendo el paraguas donde se escondieron él y Limbrey, así caminaron bajo el sol hasta alejarse del muelle.
──¿Cuánto tiempo pasará hasta que se dé cuenta de que la llave es falsa? ──cuestionó JJ, viendo de reojo a John B.
──Diez minutos ──le respondió su amigo.
Pope se giró hacia ambos de sus amigos.
──¿Quién tuvo la idea de la llave falsa?
──No sé, no fui yo ──respondió Kiara.
Amelie, cuando la mirada de Pope paró sobre ella, negó con su cabeza, fingiendo inocencia, haciéndole saber que aquella idea no había salido de ella.
John B pasó un brazo sobre los hombros de JJ, dándole pequeñas palmadas de victoria. El rubio infló su pecho de orgullo.
──No lo sé. ¿Se lo decimos? ──le preguntó John B a JJ, palmeando el pecho del rubio como tambor.
──Estoy impresionada. Tal vez sirva para algo ──señaló Kie.
Entonces, fue cuando cayó Pope.
──¿Se congeló el infierno? ──ironizó Pope, acercándose al costado de JJ──. ¡Que buena idea tuvieron, amigo!
Entonces, Pope se unió al abrazo de tres en el que sus amigos ya se encontraban y festejaron el plan salido de JJ.h
──Hasta un cerdo ciego encuentra alguna bellota ──bromeó JJ, riendo ante los golpes victoriosos de Pope──. Ni siquiera sé lo que significa ese dicho, lo leí en Reddit.
Sus amigos rieron ante su último comentario.
Amelie puso sus ojos en blanco con diversión.
──Tú y tu obsesión con memes baratos del Reddit.
Aquella pequeña interacción despertó una gran alegría en JJ, y una sonrisa que fue evitable.
──Llevémosle la cinta a Shoupe ──guió John B, alejándose del muelle.
──¡En marcha! ──celebró Amelie, siguiendo a John B de regreso a Twinkie.
Sus amigas los siguieron también, riendo en victoria. Finalmente, un plan les había salido bien.
──Ward Cameron, vamos por ti, muchacho ──JJ levantó su voz con alegría.
──Sí, es el turno de Ward ──alentó Pope, alejándose justo detrás de JJ.
──¡Vamos! ──apuró el rubio.
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ㅤLuego de que John B visitara la comisaria y que Shoupe le asegurara que tomarían las medidas necesarias, los Pogues de reencontraron en el Chateu.
Mientras que los tres chicos celebraban adentro, las tres chicas estaban en el porche, sentadas sobre los sofás que habían allí.
──Damas y caballeros, Ward Cameron, el rey de los Kooks... ¡irá a la cárcel! ──festejó JJ, logrando sacar unas risas de sus amigos.
Del otro lado, Kie y Amelie reían, disfrutando observar la forma en la que sus amigos se alegraban de este acontecimiento.
Finalmente, tendrían justicia por todo lo que él les había hecho pasar.
Cuando ambas dos volvieron con su atención a ellas, notaron que Sarah no estaba tan feliz como los demás. Era algo obvio, ya que se trataba de su padre. No podían ni llegar a culparla.
──¡Chau, chau, adiós! ──celebró Pope esta vez.
──¿Te arrepientes? ──le preguntó Kie a la rubia sentada delante de ellas dos.
──No. ──Sarah negó rápidamente──. Él lo merece, y lo sé.
──Es tu papá, lo entendemos. Debe ser horrible ──le aseguró Amelie.
Sarah resopló, y antes de poder responder, su teléfono vibró. Al tomarlo, no solo ella descubrió que Topper la estaba llamado, sino sus dos amigas también.
──Lo siento ──se disculpó, poniéndose de pie para atender la llamada.
──Está bien ──le respondió Kiara.
Sarah se pasó unos segundos hablando por teléfono con Topper. Seguido de esto, al cortar la llamada, se dirigió a sus amigos.
──Está pasando. Lo irán a arrestar ──informó, y esto logró llamar la rápidamente la atención de todos.
──Tenemos que ir a ver eso ──aseguró John B, poniéndose de pie──. ¡Amelie, te toca!
Mientras que los chicos seguían festejando, las chicas rodearon rápidamente el Chateu, para así acercarse a la van que estaba aparcada frente a este. Sabiendo la indicación que le había dado John B, se mantuvo cerca de él. Su amigo lanzó las llaves de la van por el aire para su amiga.
Que John B te diera el permiso de llevar el control del volante de la van no era algo que pasara muy a menudo.
──Miren, parece que la señorita Ames será nuestra chófer hoy ──bromeó JJ, con una sonrisa, ocupando el asiento de copiloto.
Cuando Amelie se subió detrás del volante, encendió el motor y arreció directo hacia la casa de los Cameron.
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ㅤAl bajarse de la van delante del mural de la casa de los Cameron, no tardaron en descubrir a los oficiales que corrían para salir del terreno, dirigiéndose hacia otro lugar.
──Yo tampoco puedo ver nada ──se quejó Pope, también asomado.
──Van al Druthers ──informó Amelie moviéndose con rapidez──. Ayúdenme ──pidió, colocando sus dos manos sobre la pared.
──¿Qué haces, Amelie? ──le preguntó John B, ayudando a que cruzara.
Una vez que Amelie estuvo del otro lado del muro, pisando el terreno de los Cameron, se volteó hacia sus amigos.
──¿No habías dicho que no querías perdértelo? ──cuestionó la castaña, volviendo a correr en dirección hacia donde iban los policías──. ¡Vamos!
A pesar de que no los veía, sabía que sus amigos estaban detrás de ella. Al correr y llegar a la puerta principal de la casa, se encontró con Rose y Wheezie.
──¿Amelie? ¿Qué está pasando? ──preguntó Wheezie, deteniéndola.
Cuando Sarah también llegó a ella, Amelie le dejó el lugar libre para consolar a su hermana menor. Por otro lado, JJ tiraba de su brazo para que siguiera corriendo y llegar a presenciar el arresto de Ward.
Una vez que llegaron al muelle de la mansión, los oficiales intentaron alejarlos de allí, gracias a la presencia de Sarah y las súplicas de JJ fue que terminaron pasando sin problema alguno.
A unos pocos kilómetros, se encontraba Ward. En la parte más alta del Druthers. También, había una gran cantidad de policías del condado y oficiales de investigación. Con grandes armas y preparados para atacar si tenían que hacerlo.
──¡Es Sarah Cameron, déjenla pasar! ──ordenó Shoupe, alzando su voz. Así, le informó a Ward sobre la presencia de su hija y sus amigos.
──¿Qué estás haciendo aquí, Sarah?
──¡Papá! ¿Qué estás haciendo? ──Sarah alzó su voz mientras caminaba con los Pogues por el muelle.
──Vic, tienes que sacarla de aquí. No puede estar aquí ahora ──habló Ward, dirigiéndose a Shoupe.
──Ven aquí y habla con ella.
──¡Sarah, lo siento, hija no puedo! ──gritó Ward, alejándose para subir el ancla.
──¡Papá! ¡¿Qué estás haciendo?! ──Sarah claramente no quería que su padre escapara.
──¡Ward, esto no terminará como tu quieres! ──le advirtió Shoupe──. No querrás que ella vea esto.
A la lejanía, sobre el agua, se acercaban más botes de policía y oficiales de investigación, directo hacia Ward y su Druthers.
──¡No, papá, no te vayas! ¡¿A dónde vas?!
──¡Te amo! ──contestó Ward mientras bajaba una pequeña escalera, llegando a la sala de control del bote.
──¡Carajo, Ward! ──masculló el oficial──. ¡Da la vuelta y regresa aquí!
Mientras que Sarah le suplicaba a su padre que volviera, junto a Amelie, su mejor amigo tomó su mano, en busca de la tranquilidad que ella siempre le había transmitido. En busca de esa libertad que siempre le había hecho sentir. Y ahora, viendo como Ward no parecía tener escapatoria, se sentía más libre que nunca. A pesar del dulce sabor de la venganza, sentía alivio.
──Lo logramos ──murmuró Amelie, para que solo él la escuchara──. Finalmente lo... logramos...
──Así es, Melie. Lo logramos ──aseguró John B como respuesta.
Sin saber que, detrás de ellos, el rubio se mantenía muy atento a la escena que presentaban sus dos mejores amigos delante de él.
Cuando todos pensaban que Ward no tendría como huir, el Druthers... explotó. Explotó por completo, dejando un humo e incendio claramente visible.
──Mierda.
Los Pogues se refugiaron de todos los restos del bote que caían cerca de ellos tras ser destrozado. John B continuaba con seriedad, y mientras que a Sarah se le aceleraba el corazón a la vez que intentaba asimilar lo que estaba sucediendo.
Ward había muerto.
Los gritos de Sarah se hicieron silencio para Amelie, quien estaba mucho más concentrada en el Druthers hundiéndose en el fuego que en la pérdida. No podía evitarlo. No podía evitar sentir ese deje de alivio. Quería pensar en Sarah y su sufrimiento, más no podía lograrlo.
Aun junto a ella, John B parecía estar pasándolo igual.
──¡Sarah! ──Topper llegó al lugar, y fue directamente hacia Sarah, quien se dejó llevar al sentir sus fuertes brazos rodearla.
Luego de ver como John B apartaba adolorido su mirada de Topper y Sarah, Amelie hizo presión sobre su mano, haciéndole saber que, si no le gustaba ver aquello, ella estaría a su lado durante todo el tiempo que el la necesitara.
Después de todo, habrían perdido a Ward de una u otra forma.
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