08
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“¿A cuántos mataste?”
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Era una noche oscura, templada gracias a la lluvia pronosticada. Un policía está sentado solo en su patrulla, estacionado en la carretera vacía, rodeado por las gotas gruesas que caían, apenas permite ver unos metros más allá. La luz de la luna se filtra débilmente entre las nubes, creando sombras alargadas en el pavimento. El sonido del motor del coche es lo único que rompe el silencio, junto con el leve zumbido de la radio de la patrulla.
El policía, vestido con su uniforme, sostiene firmemente el volante, mirando hacia adelante con tensión en el rostro. Su rostro está iluminado por la luz tenue del tablero, pero sus ojos, cansados, reflejan inquietud. En la pantalla de la radio, parpadea el número de emergencia de una víctima, pero no hay ningún sonido que indique que alguien ha hablado. El aire está cargado con una sensación de amenaza inminente. A lo lejos, un susurro extraño parece emanar de la niebla, aunque el policía se lo atribuye a la soledad y al viento.
Se quedo pensando mucho en la conversación que tuvo con el joven de cabello castaño que respondía al nombre de Kim Taehyung. Cuando su jefe lo vio entrar y él también, se quedaron pasmado al verlo completamente alterado, llorando desgarrado con una cámara digital entre sus manos, deseando mostrarles su memoria. Él como novato en aquella división no le quedo más que atender su requerimiento.
Investigando e interrogando al joven descubrió lo que lo tenía tan mal, y como no, si lo que esa cámara guardaba no eran bellos recuerdos, ni mucho menos, eran fotos macabras de personas desmembradas y metidas dentro de maletas rojas con el piso teñido de rojo de fondo. Corrió con su superior mostrándole toda la evidencia que el joven había llevado en ese momento y le explico lo mismo que Kim.
Un hombre joven, cabello anaranjado deslavado, bien vestido y auto de alta gama se presentó en su vida como alguien que necesitaba ayuda. Solo vagando por la carretera con un falso destino que era su supuesta madre. Su jefe puso en alerta las unidades cercanas, pero el castaño les dijo que no era necesario porque todavía estaba en su casa y sus amigos corrían peligro.
Por órdenes del superior del novato, le dijo a Taehyung que enviara mensaje para sacarlos de ahí y ellos llegarían dentro de media a una hora, no por gusto, sino por los lejos que estaban de su hogar. Sin embargo, el muchacho, no muy convencido, no aceptó la orden, el se ofreció a llevar al castaño hasta su casa y se quedó ahí en la carretera que pasaba por fuera del bosque donde vivía la víctima, esperando que lo llamara, pero nada.
—Jefe, voy a entrar. —Anunció por el radio. Al darse cuenta que Kim tardó en avisar.
—Jeon, ni se te ocurra ponerte en riesgo muchacho. —Regaño el jefe del joven.
—Lo siento, pero hay un loco suelto.
El policía cambia el viraje entrando al sendero del bosque yendo a buscar al castaño que estaba seguro que corría peligro en el interior de aquel lugar. Una vez estuvo inmerso en el sendero se detuvo para dar el último contacto con Kim, si no atendía, iría a toda máquina hasta a la casa.
Estaba detenido en el camino de tierra, con las luces de emergencia parpadeando en rojo, lanzando destellos intermitentes que iluminan parcialmente la escena. El policía, un hombre con rostro joven y concentrado, se baja de la patrulla con un paso firme. Viste su uniforme oscuro, el cinturón de herramientas a la altura de su cintura, y en su mano derecha sostiene una linterna, cuyo haz de luz corta la oscuridad del bosque. El viento mueve ligeramente su cabello mientras avanza hacia el interior del bosque, cada paso resuena en la quietud del lugar.
La atmósfera es densa, casi palpable. La niebla comienza a subir del suelo, creando una capa de misterio. Los árboles parecen más altos y sombríos bajo la luz tenue. Jeon avanza con cautela, cada vez más profundo comenzando a ver desde lo lejos un vehículo como el que Taehyung describió; negro, modelo suv, marca de alta gama. Jeon avanzan con cuidado abriendo la puerta del piloto y el nauseabundo olor a muerto lo hace toser enseguida. Enciende las luces del interior del auto viendo que estaba limpio. Descartando evidencia en los asientos, se dirige al maletero donde el olor era más fuerte.
Al abrirlo se encuentra con un cuerpo pálido y con una herida grotesca en el cuello. Lo reviso con cuidado de no tocarlo y contaminar la evidencia. Fue atacado por la espalda, estaba sudado; seguramente corrió. Y no estaba tan frio como para tener tiempo, quizás ese olor estaba impregnado en el auto que era difícil de quitar y más en aquella zona que era el maletero.
Jeon saco su radio portátil.
—Jefe, reencontré un cuerpo en el maletero del auto que describió Kim Taehyung en la estación.
—¿Ruta?
—Carretera principal de Daegok-ri; kilometro cuarenta y cinco, tomando el camino hacia la izquierda.
—Recibido, nos vemos allá y ten cuidado, Jungkook.
La tensión es evidente, el peligro acecha, y el sonido de sus botas sobre las hojas secas se mezcla con el crujir de las ramas.
Principio del formulario
La lluvia por surte seso, solo caían pequeñas gotas de tanto en tanto. Continuo por el sendero hasta que este dejo ver una hermosa casa de campo con toque moderno. En su alrededor tenía otro auto modelo sedan y el del joven castaño que vivía aquí en esta propiedad. Jungkook no perdió mucho más tiempo y se dirigió hasta la puerta de la casa que estaba abierta un poco y la parte del pomo con huella de sangre.
Tomó aire y pateo la puerta entrando enseguida.
—¡Policía de Daegok-ri! —Anuncio. —¡Salga en este instante!
El interior de la casa está sumido en una oscuridad casi total, con sombras que parecen moverse con cada paso del policía. Las paredes, salpicadas con diminutas gotas de sangre. El aire huele a humedad y a abandono, y el único sonido es el de las botas del policía al caminar sobre el piso de madera crujiente.
Avanza con cautela, iluminando la sala de estar desordenadas con su linterna. Los muebles están cubiertos por sábanas blancas, y el polvo se levanta con cada movimiento. La luz de la linterna proyecta largas sombras que parecen ocultar secretos en cada rincón. El policía se detiene un momento, escucha en silencio, como si esperara captar el más mínimo ruido.
Se fue hacia el baño del primer piso donde al abrir se queda paralizado apenas encendió la luz del cuarto.
Sangre por todos lados, una maleta roja en su centro con un cuerpo desmembrado y otro aun completo al lado de la maleta, como si estuviera esperando su turno para su cruel y definitivo final. Le toco la yugular esperando encontrar pulso, pero al verlo mejor se dio cuenta que fue inútil su cabeza estaba destrozada por completo con salida encefálica.
—Carajo... —Tomó su radio una vez más. —Jefe, traiga ambulancia, tengo dos cuerpos en la propiedad.
—En cinco llegamos, Jeon. Resiste.
De repente, un sonido sordo viene de arriba. Su respiración se acelera ligeramente mientras dirige la luz hacia las escaleras que suben al piso superior, que parecen aún más oscuras y amenazantes. Con paso firme, pero sin perder la precaución, comienza a subir las escaleras. El aire se vuelve más denso, y la sensación de que algo extraño y peligroso acecha en la casa se intensifica.
En el último escalón, el corazón del policía late más rápido, preparado para enfrentarse a lo que sea que se esconde en las sombras. La búsqueda está por llegar a su punto culminante.
—¿Señor Kim? —preguntó levantando la voz. —Ya viene el refuerzo. —Aviso esperando que respondiera, pero no lo oía por ni un lado.
Solo fue cuestión de dar unos pasos más, intento encender la luz del pasillo, pero al parecer la energía de la casa estaba completamente cortada. Giro hacia su posición sin bajar su arma, manteniéndose firme en su postura con la pistola alzada y la respiración agitada desde que entró a la residencia. Vio una puerta semiabierta y solo siguió su instinto.
La puerta cruje al abrirse, y un pesado silencio envuelve la habitación. La luz tenue de la luna que se filtraba por la ventana iluminaba con dificultad las sombras que se agazapan en cada rincón del cuarto oscuro. El policía Jeon Jungkook avanza con cautela, su respiración pesada y el sonido de sus pasos resonando de manera inquietante en el espacio cerrado. Sus manos sujetan la linterna con firmeza, y la otra empuña el arma reglamentaria, listo para cualquier peligro.
Al fondo, en el suelo brillante de madera, una figura se distingue. Es una persona, atada de pies y manos con gruesas cuerdas, su cuerpo tenso como si hubiera estado en esa posición durante mucho tiempo. La ropa rasgada y sucia refleja la agonía que ha vivido. Su rostro, desfigurado por el miedo y el dolor, está girado hacia el suelo, pero los ojos, abiertos de par en par, brillan con un terror indescriptible, como si supiera algo que el policía no comprende aún.
El aire en el cuarto parece viciado, pesado, y una ligera brisa entra por una ventana rota, trayendo consigo un olor a humedad y a algo más... algo más putrefacto. El policía se agacha lentamente, su mirada fija en el cautivo.
—¿Señor Kim? ¿Está bien? —Pregunta en un susurro tembloroso, pero al instante se arrepiente. Sabe que nadie puede estar bien en una situación así.
La linterna titila y, por un momento, la figura del cautivo parece moverse. Los ojos del policía se agrandan de sorpresa, pero no es más que un reflejo en la oscuridad.
Le quito la venda la venda de la boca y este apenas podía hablar, estaba un estado completamente catatónico.
—Tenemos que...
Taehyung le tapo la boca con su propia mano. Luego le negó con su cabeza temblorosa diciéndole que no haga ruido.
—Está en el sótano... abajo... —Le susurró, luego siseó colocándose su dedo índice izquierdo sobre sus labios.
Jungkook solo podía ver el terror en el joven castaño. Jeon se quito con delicadeza la mano de Taehyung de sus labios.
—Escúcheme, lo voy a sacar, pero confié en mí. —Le pidió hablando en susurros. —No le hará daño, se lo juro...
El castaño asintió, pero luego lo vio deslizarse hasta el catre de la cama, de donde saco un bate que era de su padre. Kim se colocó solo se pie apoyándose en la cama, estaba dolorido por el golpe que le dio en la nuca tras haber corrido como alma que lleva le diablo por el bosque.
La habitación oscura, iluminada solo por la tenue luz de la luna. El aire es denso, cargado de tensión. Taehyung, con rostro pálido y sudoroso, está de pie frente a la puerta cerrada con el bate en su mano aferrado al ya que su vida dependía netamente de aquel trozo de madera. Por otro lado, los ojos dilatados de terror. Sus manos tiemblan mientras se arma de valor para salir. La mirada fija en el policía que comenzaba a abrir la puerta lentamente con su arma en alto, se asomó al exterior del cuarto, donde el sonido de pasos en el primero piso es lentamente.
Min se movía como estuviera buscando algo, comenzando a pensar en como meter dos cuerpos en su auto y en la maleta roja. Estaba de mano atadas, y de pronto sus pasos se oyeron acelerados indicando que estaba caminando en círculos en la parte de la cocina.
La conciencia de lo que acaba de hacer lo golpea con fuerza. Lo había dejado entrar. Había sido tan amable, tan confiado, cuando ese hombre, su huésped, llegó esa tarde lluviosa. Su apariencia había sido convincente: una persona agotada, perdida que no tenía ni idea en donde estaba. Cómo podría haber sabido que lo que se ocultaba detrás de esos ojos oscuros era mucho más peligroso que cualquier tormenta. En ese momento, se pregunta si pudo haber visto alguna pista, alguna señal. Pero ya era demasiado tarde.
Un crujido en la madera lo hace sobresaltarse, y su respiración se acelera. Los pasos del peli naranja se oyen acercándose a la escalera que lo llevaría con Kim. No hay salida, si bajaban se daría de cara con Min y la ventana está demasiado alta para escapar. El miedo lo envuelve como una pesadilla despierta. Cada pensamiento que cruza su mente es un recordatorio de su ingenuidad, de cómo el sentimiento de solidaridad lo cegó a la verdadera naturaleza del hombre al que había dado cobijo.
De repente, escucha una risa baja y gutural, una risa que hace que su sangre se congele.
—Sé que hay alguien allá arriba, Taehyung... —Canturreo desde abajo. Jeon, el policía lo coloca detrás de su cuerpo y lo hacer callar con su dedo índice. —Ni un jodido policía me ha atrapado en estos dos meses... ¿Qué hace a ese hijo de perra novato diferente? —Jungkook cargo el arma. Los pasos de Min comenzaron a oírse en los escalones. —Lo voy a colgar como un cerdo y los voy deshollejar vivo... —Habló severo.
Kim se vuelve hacia la pared, atrapado en su propio arrepentimiento. La sensación de estar siendo acechado por algo mucho más grande que él, mucho más oscuro, lo consume por completo. El asesino está cerca, y ahora, la trampa ya está tendida.
Jungkook lo mira y le habla con sinceridad.
—No deje que lo asusté, señor Kim. Va a salir de aquí vivo. —Indico firmemente. —No hay más opciones.
—No debí... No debí traerlo...
—No es el momento para arrepentirse. —Susurra. —Él viene, y usted, asi como lo dejo entrar, lo debe sacar.
El pasillo estaba completamente a oscuras, envuelto en un silencio ominoso que hacía que cada respiración del policía sonara como un tambor en sus oídos. Avanzaba con cautela hacia las escaleras, su linterna en una mano, su arma en la otra. Los débiles rayos de luz apenas iluminaban unos pocos metros, proyectando sombras largas y distorsionadas que parecían moverse por su cuenta.
Jeon, con el corazón acelerado, no sabía si el sujeto venia con un arma de fuego o blanca, como fuera debía estar preparado. El crujir de una tabla del suelo a su derecha lo hizo saltar. Rápidamente giró su linterna hacia el sonido, pero no vio nada. Solo sombras, distorsionadas y esquivas. El aire estaba pesado, cargado de tensión, como si algo estuviera a punto de ocurrir.
De repente, un murmullo bajo, casi inaudible, emergió de la oscuridad.
—No debió venir, señor policía —dijo una voz grave, sarcástica, que reverberó en las paredes del pasillo. —Si cree que va a salir de aquí... —Agarró el hacha mucho mejor y firme. —Se equivoca.
Yoongi estaba lleno de sangre, sus zapatos y su cabello tenía salpicaduras. Su mirada era fría, vacía y solo podía gritar que estaba enloqueciendo de poco a poco desde hace mucho tiempo. Solo buscaba hacer daño sin tener un propósito completamente claro y eso era confuso para Taehyung, que nunca entendió el porque de todo esto. De toda la sangre que derramo y el porque lo dejo sin las dos personas que más adoraba en su vida, y las únicas que lo apoyaban de manera incondicional.
El policía apretó los dientes, apuntando con la linterna hacia Min, viendo su apariencia realmente macabra; en un trance, ido y agotado que se apoyó en la baranda de la escalera haciendo la cabeza hacia atrás para tomar aire y luego mirar a Jeon. Un sudor frío comenzó a recorrer su espalda mientras un escalofrío lo invadía.
Sin pensarlo, el policía disparó. El eco de la bala resonó por toda la casa, pero el proyectil solo impactó contra la pared. Un grito ahogado, seguido de una risa sibilante, llenó el aire.
—¡Primera advertencia! —Vocifero. —A la otra, te daré en la maldita cabeza.
—Crees que se los dejaré fácil... —La voz del asesino era ahora más cercana, burlona, llena de desprecio. Estaba a dos escalones de ellos. En eso ve a Taehyung detrás del oficial con un bate en sus manos. Carcajeo al verlo. —Si que tienes agallas, mocoso ingenuo... Quiero ver como intentas darme con eso en la cabeza.
Min subió los escalones que el faltaban con el hacha en la mano. Su expresión oscura, enojado con una gran rabia que ni siquiera el parecía comprender. En ese enfrenta a Jungkook tratando de quitarle la pistola y sin querer un disparo da en el techo de la casa. Kim se aferro al mango del bate y le dio certero en la espalda del asesino sacándole un grito de dolor.
El policía dio un paso atrás, el agarre de su pistola se tensó. Su respiración era cada vez más rápida. La oscuridad lo rodeaba, lo asfixiaba. En un instante, el policía sintió el frío filo de una de las puntas del hacha rozar su mejilla. Se apartó instintivamente evitando que casi le rebanara la cara en dos.
—¡Señor Kim, lárguese de aquí!
Kim iba a darle otra vez, pero Min se giro dejando su hacha de lado, para darle una patada en el abdomen que tiro al castaño por las escaleras bajando todos los escalones. El policía se asustó por la víctima, pero al verlo de reojo, este solo estaba quejumbroso intentando ponerse de pie. Yoongi no le dio tiempo de ver aquello, dejándole una oportunidad a Taehyung de correr mientras el lo mantenía distraído hasta que llegasen las patrullas.
El asesino, enfocado en acabar con el policía, lo empujó hacia atrás con fuerza, dejándolo caer al suelo. La linterna cayó y rodó lejos, apagándose en el instante en que tocó el suelo. La oscuridad se tragó todo. Sin embargo, en medio de la negrura, el policía no perdió la compostura. Sabía que debía actuar rápido, que el asesino no dudaría en matarlo. Con un giro violento, se levantó, buscando la ubicación de su atacante.
La casa estaba sumida en un silencio tenso, interrumpido solo por los ecos de las respiraciones agitadas y los crujidos lejanos de la madera bajo los pies. El policía, con la pistola en la mano, avanzaba por el pasillo oscuro, apenas iluminado por la débil luz de su linterna. Sabía que la patrulla estaba en camino, pero en ese instante, él y el asesino estaban completamente solos. La espera era insoportable. Unos pocos minutos parecían horas.
Corriendo por el pasillo mientras era asechado por un hombre con un hacha en mano, logro dar con un ventanal que se abría y daba hacia una de las terrazas de la casa Kim Taehyung.
El asesino, un hombre delgado y peli naranja, estaba acechando en las sombras, su risa sutil y perturbadora reverberaba en el aire, como un eco macabro. El policía podía sentir su presencia, un peso invisible que se cernía sobre él.
—Sé lo que estás pensando... —dijo el asesino desde la oscuridad, su voz suave, sarcástica. —Este imbécil está loco, tiene algún jodido trauma que lo hizo un psicópata, su madre o su padre lo maltrataron. —Habló. —Bueno, eso último es verdad, pero no daré tantos detalles de mi triste infancia. Y mis padres... —Se oye un suspiro pesado. —Solo diré que, las peleas se salen de control y yo, nunca he sido paciente. Pierdo control de manera fácil... asi que solos los tuve que acomodar en una maleta parte por parte, como si fuera un puto puzle, y después... —Río. —Solo lanzarlos al fondo de un inmenso lago entre las montañas. —Explico brevemente. —Los silencie, los calle de una jodida vez.
El policía no respondió, pero sus ojos escudriñaban cada rincón. Sabía que el Yoongi estaba cerca, pero no podía arriesgarse a disparar sin tenerlo claramente en la mira. Un susurro, un leve movimiento, y luego, el silencio de nuevo. Cada segundo se estiraba.
De repente, con la velocidad de una serpiente, el Min saltó hacia él desde un rincón oscuro hacia el balcón con el hacha en la mano. El policía Jeon reaccionó instintivamente, levantando su pistola y disparando, pero el asesino esquivó el tiro con un ágil giro, y el proyectil se estampó contra la madera del barandal de la terraza de la casa del castaño. En ese instante, el asesino lo empujó contra el suelo con una fuerza brutal, dejándolo sin aliento.
Con el corazón acelerado, Jungkook forcejeó para recuperar el control. El asesino intentó apoderarse de su arma, pero el policía utilizó su rodilla para empujarlo hacia atrás, logrando zafarse por un momento. Sin embargo, el peli naranja volvió a atacar, con el hacha sin brilla por culpa del líquido carmesí que la cubría desde el mango, hasta la punta más distante. A pesar de ello, esta vez, la hoja cortó la tela de su camisa, rozando su piel.
El dolor punzante lo alertó, y con un giro rápido, Jeon atrapó el brazo del asesino y lo torció con fuerza, haciendo que el hacha cayera al suelo con un golpe metálico. Los dos hombres luchaban en el suelo, una pelea feroz y sin cuartel, mientras el reloj marcaba los minutos que parecían interminables.
Min Yoongi, sorprendentemente fuerte, logró volverse sobre el policía, y en un instante, agarró la pistola de Jeon y la se la coloco en la frente.
—¿A cuantos mataste?
—Los necesarios...
El policía, con el sudor empapando su frente, empujó con todo ímpetu, usando su codo para golpear la muñeca del asesino, haciéndolo soltar el arma.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el asesino lo levantó por el cuello, aprisionando su garganta con ambas manos. La visión del policía comenzó a volverse borrosa mientras su respiración se cortaba, pero con un esfuerzo final, logró usar sus rodillas para golpear la entrepierna del Min, liberándose del agarre. Al caer al suelo, respiró profundamente, el aire fresco entrando de golpe en sus pulmones.
Jungkook se incorporó y, con los últimos restos de energía, contra el sujeto tomando vuelo para chocar contra él y así empujarlo por el balcón. Min no logro agarrarse del barandal, cayendo hasta la tierra rígida donde Kim estaba mirando la pelea entre ambos. Se quedo sorprendido al ver que el cuerpo de su ex huésped estaba inmóvil en el piso. Se acerco titubeando un poco, colocando el dorso de la mano cerca de la boca y nariz de Yoongi sintiendo que aun respiraba, débil, pero lo hacía.
La luz de las sirenas llegó finalmente, iluminando la casa a través de la ventana rota. La patrulla se estaciono frente a Taehyung que estaba en una estado de shock el cual apenas lo dejaba estar en pie.
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