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02

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¿Quién llegará a tu fatídica vida?

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El tiempo avanzó, para todos e inclusión para Taehyung.

Ese mismo tiempo se encargó de sepultar la muerte de sus padres. Con los avances, en el caso, no se llegó a nada. Lo más refutable fue que un tipo entró a su casa y los asesinó luego de robarse varias pertenencias de ellos: joyas y dinero más que nada. Kim luchó hasta el final, quería saber qué fue lo que ocurría en casa de sus padres, quién fue y por qué los mató de esa manera tan salvaje que ni en su mente cabía en su mente.

Se quedó en Daegok-ri durante la investigación, fue tiempo que perdió en buscar ayuda en otros lados para saber la verdad de ese día.

Lo que supo además de la hipótesis que mantenía la policía es que el hombre o incluso la mujer, se hizo pasar por el padre de Taehyung cuando mando aquel mensaje, el último que se envió haciéndolos llegar a la conclusión de que esa persona desconocida estuvo con ello hace más días de los que se aparentaba. Por otro lado, las claves eran la comida, la nevera vacía y sobre todo la putrefacción de los restos de los cadáveres de ambas personas.

Fue un caso más inconcluso, uno más que se archivaba y se cerraba por la típica falta de pruebas.

Taehyung quedó con un trauma. Asi, tal como lo dice la palabra, su psicóloga no le dio otro diagnóstico más que estrés postraumático. Vivía con pánico, miedo y las pesadillas lo atormentaban noche tras noche, más su ex pareja, Seo-Joon, que lo seguía llamando para amenazarlo con algo que ni el ismo sabe que quiere, solo para arruinarle la vida a Taehyung una vez más. Sí, es que se la pueden arruinar más de lo que estaba.

Debido al shock en su vida, renunció al hospital y Seokjin lo lamentó mucho, pues sus turnos eran amenos con la compañía de su mejor amigo; sin embargo, comprendía los motivos. Estaba agotado, superado hasta los límites humanos, con todo lo que pasó y ver a tus padres desmembrados sobre una mesa no era algo con lo que se podía lidiar de manera fácil. Seokjin vio las imágenes del caso y no podía creerlo: personas buenas con un hijo ejemplar estaban muertas.

Seokjin solo quería regresar todo atrás, incluso al momento en donde Taehyung conocía al animal de su exnovio, que fue quien empezó a hacer de su vida a cuadros. Un loco, un demente sin propósitos que solo vio a su amigo como un niño ingenuo del cual aprovecharse solo porque pudo y le dio la gana. También quisiera ser un policía para dar con el desquiciado que mató a los padres de Kim. Quería hacer mucho y solo era un enfermero.

Ya cumplido un año del fatídico evento, la casa de campo estaba a nada de ser tomada por el banco. Taehyung no lo iba a permitir. Renuncio y esperó el dinero, además de sacar más en el banco para pagar lo que se debía de la casa. Como dejaron sus padres estipulados en la herencia, la casa quedaba a su nombre, el dinero de las cuentas quedaba para él y cada trozo de tierra de ese lugar era legítimamente suyo. No desaprovechó nada y tomó las pocas cosas que le quedaron y se marchó a Daegok-ri a vivir.

Sonaba tétrico vivir en donde tus padres fueron asesinados, pero Kim deseaba cerrar la etapa, intentar superarlo u honrar la memoria de sus padres. Arreglar la casa, hacerla como su madre soñó o su padre quiso y vivir hasta su último allí en nombre de ellos. Lo haría sin importar nada.

Asi comenzó su nueva vida un día de otoño del 2023, en donde se fue. Cambió número de teléfono para evitar a Jeon y su vida en Seúl, solo guardaba a Seokjin en sus contactos y llegó a su vieja casa. Estaba llena de plásticos y polvorienta. Iba a ser un largo trabajo, pero valía la pena.

Antes de comenzar, le dio un último recorrido pensando en qué arreglar y poder hacerle a su hogar. Pintura, muebles, camas, las habitaciones, cada detalle valdría el dinero que invertiría en ella.

El tiempo pasó y esos días de trabajo se convirtieron en meses largos de mejoras en la casa.

Kim avanzaba mejor en sus terapias, ya no tomaba las pastillas y solo en caso de ser realmente necesarias las consumía. Hasta que llegó el verano del 2024, la casa estaba acabada. Lucía, radiante, nueva, limpia y con aires de superación para el joven castaño que ahora era.

Retrocedió y vio desde otra perspectiva la casa, sintiéndose un poco más orgulloso de su nuevo logro. Lo primero que hizo fue llamar a su mejor amigo para enseñarle la casa. Tomo el teléfono y le hizo una videollamada.

Tapó la cámara antes de que Jin la viera.

—¡Hola Jin!

No veo nada, Tae. ¿Qué pasa?

—¿La quieres ver?

—¡¿La casa?! ¡Claro que sí! ¡Ya muéstramela!

—Bien, ahí va.

Kim contó hasta tres, y sacó la mano de la cámara mostrando la casa con un nuevo color, un jardín precioso. Seokjin permaneció sin palabras, ya no parecía sombría, como cuando el banco mostró las fotografías de cómo quedó después de las investigaciones para el caso, abandonada, sucia y destruida en algunas partes. Ver que estaba como nueva y reluciente le llenaba el alma y el corazón, más por saber que Taehyung estaba avanzando paso a paso en su vida.

—¡Es hermosa! ¡Ya muestra por dentro!

Taehyung le dio un largo tour por el interior, con ventanas y cortinas nuevas. Cocina amplia y abierta pro completa, un comedor enorme y un salón más que acogedor con el toque de Kim. Subió al segundo piso y nosotros los cuartos con camas nuevas, habitaciones con nuevos colores. Todo cambió, pero sin dejar atrás el pasar de los padres del joven allí dentro.

—Quiero que veas esto.

Taehyung bajó y llevó hasta una terraza en el segundo piso, más grande que la antigua, que daba una vista espectacular hacia el lago del bosque, y no se imaginaba cómo sería ver el atardecer desde ese punto.

Taehyung, hiciste un muy buen trabajo. Me llenas de orgullo. —Le elogió con una gran sonrisa en el rostro.

—Gracias, y pensó en algo más.

—Dime.

Kim jugó con sus labios mentiras, se sentaba en una silla de la mesa de allí.

—El sótano. —Seokjin cambió la expresión del rostro. Sabía que ese lugar no le traía buenos recuerdos. —Quiero cambiar el sótano por completo.

Suena bien, pero... ¿Crees poder bajar?

—Quiero hacerlo, Jinie... Aunque llore y recuerde ese día, quiero hacerlo. —Comentó decidido.

Seokjin sonrió desde la pantalla.

Pensé en que, como te gustaba la fotografía y la pintura, a tu padre la carpintería y a tu madre le encantaban las plantas. Puedes mezclar todo. —Propuso.

—¿Dices que haga un estudio en donde pueda sentirme cerca de ellos? —Seokjin asintió. —Me gusta tu idea, creo que es mejor. Solo que si sigo gastando, me quedaré sin dinero.

Oye, el señor y la señora Kim tenían dinero de sobra para darte. Trabajaron mucho para dejar lo mejor que podían. Puede buscar trabajo en Daegok-ri, donde siempre abren nuevas consultas médicas. El trabajo puede esperar, pero tu bienestar no.

—Tienes razón. —Estuvo de acuerdo. —¿Vas a venir?

—Sí, no me perdería esa inauguración por nada.

—No será fiesta, solo somos tú y yo.

Tú, yo y... Namjoon. —Comento. —¿Te conté que mi novio es jefe de policía en Seúl? Hace poco lo ascendieron.

—No, pero me alegró, y... ¿Desde cuándo que Namjoon ya es tu novio? —preguntó interesado y con una sonrisa en su rostro.

Sabía que Jin era difícil para los noviazgos, era exigente, complicado de conquistar, pero por suerte llegó Namjoon, un chico que estuvo de aspirante y ahora era jefe. Sin duda eran una hermosa pareja que se complementaban bastante bien el uno al otro y estaba feliz por ellos.

—Desde hace veinticuatro horas que lo preguntó y dije sí.

Taehyung se carcajeó.

—Buenos, los espero para el viernes.

Lo pensaré, me haces falta aquí, no dejan de darme turno que doce horas o incluso de veinticuatro, es horrible.

—Me extrañas porque te cubría las espaldas a la hora de la siesta.

—¡Obvio que sí! —exclamó. —Apenas pestañeo, da igual... Nos vemos, y cuídate. Recuerda activar las cámaras.

—Lo sé, adiós.

La llamada acabó cuando ambos cortaron. Apenas era martes y Taehyung estaba emocionado por la visita de su amigo, sentía que, luego de mucho, la soledad no sería su compañera.

La noche cayó y Kim solo se fue a la cama luego de comer algo rápido. Estaba cansado tras limpiar algunos restos de polvillo sobrante, ordenar la cocina, barrer y pasarle un paño limpio al piso. Si era sincero, no le molestaba hacerlo; de hecho, era algo que lo hallaba relajante y lo ayudaba a distraerse.

También solía pintar un poco o tomarles fotos a los atardeceres mientras se tomaba una taza de té frío. Era una vida tranquila luego de los eventos trágicos ocurridos hace un año. Cada vez que lo recordaba le hacía creer que tenía una culpa sobre lo que sucedió. Quizás haber visitado más a sus padres, hubiera evitado de alguna manera lo que les pasó, o tal vez hubiera muerto con ello si un asesino llegó y entró.

La terapeuta le aconseja no pensar en la culpa, y era difícil llegar y hacerlo. Necesitaba trabajo y voluntad, y vaya que lo intentaba.

Kim subió las escaleras y encendió la luz de su vieja habitación de infancia, que estaba más grande y decorada, de manera que mostraba que una persona ya adulta dormía allí. Se sentó en la cama encendiendo su computador para meterse al programa de las cámaras de seguridad. Reviso una por una, sobre todo la del perímetro de la casa.

Sí, se fue a vivir lejos de todo, pero tampoco se pondría en riesgo. Las cámaras eran el primer método para saber quién andaba por allí cerca y algunas pocas dentro de la casa, que eran cámaras pequeñas que ni se notaban. Los únicos lugares donde no había cámaras de seguridad eran en los dos baños y las tres habitaciones de arriba.

Aunque no fuera fan de ellas. Tuvo una mala experiencia gracias a Jungkook, su ex pareja, por culpa de una que tenía sobre su computadora. Recordarlo le hacía daño, y esa pequeña astilla aún no era posible curar con facilidad, menos cuando evitaba a toda costa toparse con ese hombre.

A pesar de ello, contrato el servicio y las instalo, e incluso una en el sótano de la casa

De vez en cuando la revisaba, no sabía por qué estaba ese deseo de creer que el asesino daría cara o pensar que vería a su padre hacer carpintería. Era una imaginación dolorosa, pero que le era imposible evitar imaginar, tal como con el jardín de su madre cuando lo hizo. Creyó oírla llamarlo como cuando era niño.

¡Tae! ¡Tráeme la regadera, cielo!

Llegaba corriendo con ella y se mojaba los pies por el agua que salpicaba.

Una lágrima amenazó en caer, pero al seco enseguida. Kim se recostó sobre la almohada para poder dormir. Pero esa noche durmió tranquilo y sereno, viviendo cada momento con sus padres en ese mundo de ensoñación y fantasía, en donde podía ser feliz una vez más.

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A la mañana siguiente el joven se levantó de la cama con fin de comenzar su día un poco más motivado. Ese día tenía sesión en línea con su terapeuta y debía concertarse a las nueve de la mañana. Las citas se debieron trasladar a ese formato debido a la lejanía de Kim, pero para la mujer no fue problema alguno.

Conversaron, Kim le hizo un tour por su casa y la mujer le dio que podía decir que ya le quedaba poco para tener el alta oficial. Lo felicitaba por haber avanzado mucho, haber trabajado tanto en intentar superar y lidia un poco con el dolor que significó perder a sus padres y como último tema a tocar, el dijo que las sesiones ya podían ser una vez al mes y si surgía algo, alguna crisis o algo de que querer hablar, la llamara sin importar nada.

Y exactamente su día pasó entre la cita e ir de compras para la casa, la nevera y cosas de uso personal que se acabaron y debía tener para la llegada del amigo y el novio de este mismo.

El atardecer había caído en Daegok-ri cuando iba de regreso a su hogar; estaba emocionado porque luego de tanto trabajo iba a descansar en su casa. Quería llegar pronto para cenar en la terraza mientras hablaba con Seokjin sobre su vista.

Fue por la carretera hasta que le quedaba poco por llegar a la entrada del camino de tierra que siempre ha estado allí. Sobrepasó un poco más y se notó un vehículo parado en una de las laderas de la calle. Kim disminuye la velocidad y ve por la ventana como un joven de cabello peli-naranja que estaba dentro de su auto algo frustrado, más no alcanzó a ver. Algo curioso y por la mala cara del joven, se estaciona delante del otro vehículo.

Una vez abajo, se percata de que el auto no era uno pequeño como el sueño, era una Hyundai Tucson, último modelo de un color negro elegante. Quedó sorprendido con el modelo, algo le decía que el hombre era de ciudad, específicamente de Seúl. Este estaba vestido con una camisa larga, esta contaba con los primeros dos botones desabotonados, dejando ver parte de su tez pálida; también traía un pantalón estilo clochard de color negro, su cabello era corto y bien peinado; más detalles no veía por el vidrio un tanto opaco.

Le tocó la ventana con sus nudillos hasta que el vidrio fue bajado con lentitud.

—Buenas tardes. —Saludó. —¿Le sucedió algo?

El hombre sonríe un poco. Taehyung observó su rostro; era pálido, mirada gatuna y labios delgados y rojizos; su cabello era un naranjo deslavado y peinado, de tal modo que se veía atractivo. Kim sonrió de regreso.

—Me quedé sin gasolina. —Comentó bajándose del auto y cerrando la puerta. —Voy de camino a visitar a mis padres, pasé por una gasolinera para llenar el estanque, y parece que no lo hicieron. —Contaba algo molesto. —Siempre me pasan cosas estúpidas.

—A todos nos ha pasado. Si gusta, lo puedo ayudar.

—¿Y cómo? Estamos en medio de la nada —dijo mirando a su alrededor.

—Le puedo dar gasolina, siempre lleno y no ocupo todo, no salgo mucho de casa.

Kim miró la maleta de su auto y sacó un bidón para gasolina.

—No, en serio no es necesario, ya veré cómo arreglar esto. —El hombre no quería la ayuda, le parecía inapropiado. —Debes venir de lejos y gastar en un desconocido, no es adecuado.

—No es problema, en serio, no debe preocuparse.

El peli-naranja le sonrió al castaño.

—Qué amable eres.

Taehyung comenzó a traspasar gasolina al bidón, la necesaria para que le alcanzara a llegar a la próxima gasolinera a unos veinte minutos más. Unos segundos más y dejó el estanque hasta la mitad entregándoselo al hombre. Este la recibió y comenzó a echarle a su vehículo.

—¿Y cómo se llama? Debo saber el nombre de quien me salvó la vida.

—No exagere, tampoco es el medio de la nada.

—Mmm... Solo veo carretera y árboles y más árboles. —Comentó riendo. —En serio, me salvaste o mi madre me mata si llego tarde a cenar.

—Suena una mujer dura.

—Y lo es. —Concordó. —Pero dime, ¿cómo te llamas?

—Taehyung. —Extendió su mano. —Kim Taehyung.

El de tez pálida miró su mano.

—Un gusto, yo soy...

La conversación se vio truncada cuando algunas gotas de agua cayeron sobre sus pieles, ropa y cabello. Kim miró al cielo cubriendo sus ojos de la luz, percatándose de las nubes que se aproximaban, llenas de agua y oscuras. Luego bajó la mirada hacia el hombre y ambos rieron juntos.

—No puede ser peor. —Murmuró el de cabello anaranjado. —Carajo... —Susurró cuando la lluvia empezó a ser más fuerte salpicando todos lados.

Taehyung corrió a su auto y sacó un paraguas para cubrirse él y al hombre que conoció.

—Debería probar si enciende.

El tipo se apresuró y se subió encendiendo el vehículo. Este, por suerte, respondió y la flecha de la gasolina había subido tres rayas más. Suspiró aliviado y se bajó del auto al cubrirse con sus manos del agua.

—Gracias, no sé qué hubiera hecho sin tu ayuda.

—De nada, no es la gran cosa. Yo creo que debería llamar a su madre y decirle que llegará tarde.

El peli-naranja se subió al auto tomando su teléfono que estaba en el asiento del copiloto, luego lo encendió para llamar a su madre dentro, resguardándose de la lluvia torrencial que cayó.

Kim, por su lado, se quedó parado afuera con el paraguas esperando que todo le resultara. Oye un poco la conversación, mientras tanto miraba un poco el interior del auto; olía a nuevo, y atrás venía una maleta pequeña y al lado una mochila negra. Dejó de mirar, se sentía un intruso.

—¡¿Inundado?! —la voz del hombre lo despabilo. —¡¿Todo el camino hacia allá?! —Kim se preocupó al oír eso. —No puede ser... No sé si llegue hoy, buscaré una hostería o algo donde pasar la noche. Sí, estaré bien, mamá. —Kim rio un poco. —Debo llenar el auto y saldré apenas pueda. Adiós.

—¿Qué sucede?

—Al parecer comenzó a llover antes y se inundaron algunos caminos. —Se recostó el asiento al frustrado. —Tendré que buscar dónde quedarme. ¿De casualidad conoces alguna hostería cerca?

Taehyung se mordió los labios un poco. Él caminó hacia su casa y pensó en algo que podía ser bueno o malo, depende de cómo se lo tomó el hombre y las intenciones que él tenga con Kim.

—Yo... Si a usted le gusta, puede pasar la noche en mi casa.

El hombre de traje abrió sus ojos de par en par.

—¡No, claro que no! —negó riendo entre dientes. —Apenas me conoces, yo que tú no le abro las puertas desconocidas.

—Bueno, no me pareces mala persona y dudo que te quedes a dormir aquí en medio de la lluvia. —Bromeó.

El de tez pálida lo pensó por unos segundos, luego miró al joven castaño.

—Te pagaré la noche si deseas, no me iré sin pagar. —Avisó más que convencido.

—No te preocupes.

—No, déjame hacerlo. Eres la soga que cayó en el pozo en el que estoy, Taehyung. —Sonrió amablemente.

El castaño se sonrojó un poco, no supo el porqué.

—Entonces sígueme. Vivo un poco más adentro.

—¿Adentro? ¿Acaso vives en el bosque? —preguntó intrigado.

—Ya verás, pero apenas lleguemos. Debes decirme tu nombre, tu edad y de dónde vienes. Solo así confiere un poco más en ti.

El hombre asintió conforme.

—Es justo.

Taehyung y el sujeto se subieron a sus respectivos autos. Kim encendió el suyo entrando al camino. El hombre supo que debía seguirlo hacia interior y esperaba que la gasolina le alcanzará hasta la casa del muchacho, le pareció extraño que lo invitará a quedarse en su casa, se nota a lo lejos que era un buen chico sin mala intenciones o por el momento era así.

Continuaron conduciendo mientras los charcos de agua se convertían en pozas grandes por culpa de la lluvia que cayó como agua cero de un momento a otro.

Luego de unos minutos conduciendo en dirección al interior, una casa campestre se alzó ante sus ojos, quedando sorprendido por lo bonita que era por fuera y, si es así en la fachada, dentro debe ser aún más bella. Detuvo su auto, sacó una sola cosa, y era su mochila para correr hacia donde el chico que estaba debajo del tejado cubriendo la entrada de la casa.

—Entonces, ¿cómo te llamas?

El hombre dejó la maleta en el suelo.

Min Yoongi.

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Un árbol cayó, nadie lo escuchó, entonces ¿se produce algún sonido o solo hubo silencio?

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