Capítulo 2
Pasé toda la noche pensando en cómo le pusieron los cuernos a mi vecino. Realmente, esto no me debería incumbir, pero no podía dejar de reflexionar que si estuviera en su lugar, me gustaría que me lo dijeran y que no me siguieran viendo la cara. Sin embargo, vuelvo a repetir lo mismo, no es asunto mío y además sería meterme en problemas.
¿Estaré haciendo lo correcto?
Y nuevamente volví a pensarlo, el ciclo se repetía una y otra vez.
Mi mañana comenzó de la peor manera; lo único que sabía es que estaría de mal humor por no dormir bien. Me levanté más temprano de lo normal, me metí a bañar para quitarme la pesadez y me arreglé, poniéndome un poco de maquillaje para cubrir mis ojeras, que parecían las de un mapache.
Todo lo hacía inconscientemente, me perdía en algunos momentos.
No me percaté de la presencia de mi mamá cuando estaba preparando el desayuno, hasta que se acercó para tocarme el hombro, lo que me asustó.
— ¿En qué tanto piensas? —agarró una de las fresas que había picado.
— Hola, mamá. Estoy pensando en las cosas que tengo que hacer —le di uno de los platos, ambos nos fuimos a sentar al comedor.
— ¿Por eso te levantaste tan temprano y te pusiste maquillaje? —preguntó mientras comía.
— ¿Cómo supiste que me levanté temprano? —pregunté asombrado.
— Porque tus ojos se ven apagados, aparte noté el maquillaje —acarició una de mis mejillas—. ¿Qué sucede?
— Bien, te diré. Ayer vi a la novia del vecino con otro, hasta se estaban besando y entraron a la casa —suspiré—. Sé que es de mala educación espiar, pero fue un accidente. Ahora no sé qué hacer con esta información.
Mi mamá me miró con comprensión mientras procesaba la información.
— Entiendo que te sientas mal por presenciar eso, pero debes ser cuidadoso con cómo manejas esta situación. A veces, lo mejor es no interferir en la vida de los demás. Sin embargo, si sientes que tu vecino merece saber la verdad, podrías considerar hablar con él de manera discreta y delicada.
Asentí, agradecida por el consejo de mi mamá. Aunque seguía sintiéndome un poco intranquilo por lo que había visto, al menos ahora tenía una idea de cómo proceder.
Decidí quedarme en casa en lugar de salir. Tenía que planear cómo decirle al chico sin que lo tomara a mal.
¿Tal vez escribir un discurso sería la mejor manera?
Ahora no quería ser imprudente; tenía que pensar en el chico, comprenderlo.
Las horas pasaron tan rápido que no me di cuenta de que ya era la hora de salida de la escuela. El plan era sencillo:
1. Tocar su puerta.
2. Saludar y ser amable.
3. Preguntar indirectamente si todavía anda con su novia.
4. Darle mi apoyo antes de darle la noticia (el discurso que había preparado).
Era tan sencillo, tenía que serlo, porque ya me había aprendido todo un discurso que había estado ensayando durante horas para no ser descuidado. Solo tenía que estar atento para hablar con él cuando llegara.
Escuché cómo el vecino llegaba; se oía el sonido de su auto. Bajé tranquilamente y esperé en la puerta hasta que el motor se apagó; no pasó mucho tiempo. Decidí abrir la puerta con toda la confianza de que esta vez lo haría bien, estaba a punto de llegar a su carro. Todo hubiera estado perfecto si no estuviera aquella chica que siempre me dio malas vibras, saliendo del auto con su novia. Ella me observó, dándome una sonrisa tan falsa como esas extensiones que traía en el cabello y sus pestañas.
— ¡Hola, Jimin! ¿Cómo estás? —se acercó a mí—. No te vi en la escuela hoy, ¿pasó algo grave? —se aproximó a mí con descaro.
¡Amigo! ¿En serio no puedes darte cuenta?
— Hola, tenía unos asuntos pendientes —retrocedí—. Hola, vecino.
— Hola, Jimin. No me digas vecino, por favor —me sonrió—. Me llamo Jungkook, Jeon Jungkook.
Se acercó extendiendo su mano para poder estrecharla con la mía. Lo hice, presentándome nuevamente.
—Mucho gusto, Jungkook —le devolví la sonrisa—. Soy Jimin, Jimin Park.
—El placer es mío— me guiñó el ojo—. ¿Necesitas algo?.
—Ooh, no. Yo iba para otro lado— carraspie—. Me dirigía hacia la tienda, iba por una scosas.
— Bueno, si es todo. Nos vemos— dijo la chica, llevándose consigo a Jungkook.
Este no era el momento adecuado; esperaría tal vez unas horas o hasta mañana, en cuanto viera que él no estuviera ocupado.
Una vez que entraron ellos, aproveché para regresar a casa.
...
Me había pasado la mayor parte del día en mi cama, sumergido en el mundo de las películas y los snacks. La tarde comenzaba a ceder ante la llegada de la noche, tiñendo el cielo de un deslumbrante tono naranja. Mamá no tardaría en llegar del trabajo, y cenaríamos juntos, como siempre.
Decidí aprovechar el tiempo y me dirigí al baño para darme una ducha rápida antes de su llegada. Mientras recogía mi desastre, fui interrumpido por un sonido proveniente de mi ventana. Alguien lanzaba piedras, y al acercarme, vi a mi vecino, Jeon Jungkook, sin camisa y con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Por primera vez en mi existencia, comencé a cuestionar mi heterosexualidad. Era demasiado lindo, tenía que admitirlo.
— ¿Jungkook? ¿Qué haces? —pregunté, con la curiosidad bailando en mis ojos.
— ¡Hola! —respondió, aún sonriendo de oreja a oreja—. Solo quería verificar que mi ventana diera a tu habitación. Es genial ser vecinos de ventana, ¿no crees?
— Sí, definitivamente lo es. Aunque debo decir que me enteré de que eras mi vecino gracias a tus ronquidos —bromeé.
— ¿Mis ronquidos se escuchan hasta allá? —preguntó, sorprendido.
— Sí, y bastante fuertes, debo decir —respondí, con una risa.
— Bueno, ahora tengo una excusa para poder hablarte. Me disculpo por eso —se pasó una mano por el cabello, un gesto que solo lo hacía ver más irresistible.
— No hay problema, te perdono —respondí, devolviéndole la sonrisa.
Ambos compartimos una risa, y en ese momento, supe que mi tranquila noche en casa acababa de volverse mucho más interesante.
Lo pensé por un momento, pero no podía mentirle; este era el momento adecuado.
— Jungkook, ¿puedo decirte algo sin que te lo tomes a mal? —pregunté con cautela, sintiendo el peso de mis palabras.
— Claro, dime —respondió, acercando una silla para sentarse—. ¿Qué sucede?
Lo imité, tomando asiento para poder hablar con seriedad.
— Es algo delicado, así que lo hago porque creo que es lo correcto —asintió, mostrando su disposición para escucharme—. Bien —tomé aire antes de soltarlo—. Tu novia te está engañando. Ayer la vi con otra persona en tu casa.
El silencio llenó la habitación mientras Jungkook procesaba mis palabras, o eso pensaba. Su expresión era la misma.
— ¿Estás seguro de esto? —preguntó, con la mandíbula tensa y los puños apretados.
Asentí con determinación, sabiendo que mis palabras no serían fáciles de digerir.
— Sí, lo vi con mis propios ojos. Lo siento, Jungkook, sé que esto es difícil de aceptar.
— Gracias por decírmelo, Jimin. Tendré que hablar con ella.
Asentí en silencio, sintiendo un peso en mi pecho por haber tenido que revelarle la verdad a mi vecino. Aunque sabía que era lo correcto, no había sido una conversación fácil.
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