Capítulo 1.
El sol se asomaba tímidamente por la ventana cuando desperté, iluminando la habitación con su cálida luz matutina. Estiré mis brazos y bostecé, listo para empezar un nuevo día.
— Buenos días, cariño— dijo mi mamá desde la cocina mientras el aroma tentador del café recién hecho flotaba en el aire.
—Buenos días, mamá— respondí, dirigiéndome a la cocina con una sonrisa—. ¿Qué delicia nos has preparado para el desayuno hoy?.
—Hoy te he preparado tu desayuno favorito: tortitas calientes con miel y frutas frescas— anunció, colocando el plato frente a mí con orgullo.
—Oh, ¡qué maravilla! ¡Gracias, mamá!— exclamé, tomando el tenedor con entusiasmo.
Mientras disfrutábamos del desayuno juntos, mi mamá y yo compartíamos nuestras expectativas para el día.
—¿Tienes algún plan especial para hoy, mamá?— pregunté entre bocados de tortitas.
—Bueno, estaba pensando que podríamos hacer algo especial para celebrar el día de San Valentín esta noche—respondió mi mamá con una sonrisa. —Podemos cenar juntos y luego disfrutar de una película en casa.
—¡Suena perfecto! Me encantaría pasar la noche contigo, mamá—dije emocionado, imaginando la velada por delante.
— ¿Qué tal si está noche nos vestimos como el personaje favorito del otro?— preguntó con entusiasmo.
— Suena increíble, deberíamos regalarnos algo que tenga que ver con la temática de nuestro disfraz— propuse.
— Me parece una buena idea. Hay que disfrazarnos de un personaje que sea de caricatura, ¿Vale?.
— Trató hecho — ambos estrechamos las manos.
Después de terminar el desayuno, nos sentamos juntos en la mesa, compartiendo anécdotas y risas mientras planeábamos los detalles para nuestra noche especial. Decidimos que podríamos preparar una cena casera con todos nuestros platos favoritos y luego ver una película clásica que ambos disfrutáramos.
—¡Será una noche increíble!— exclamé, levantando mi vaso de jugo en un brindis simbólico.
—¡Estoy emocionada de pasarla contigo, cariño!— respondió mi mamá, con los ojos brillando de alegría.
Con el corazón lleno de anticipación, terminamos nuestro desayuno y nos preparamos para enfrentar el día por delante. Mientras me despedía de mi mamá en la puerta, se acercó a abrazarme.
—Que te vaya bien entregando esas cartas de amor, ¡y diviértete mucho!— susurro—. No lo olvides.
—¡Lo haré, mamá!, te veo en la noche— respondí con una sonrisa, antes de salir de casa con energía renovada y una sensación de amor y felicidad que me acompañaría durante todo el día.
Con un paso decidido, me dirigí hacia la escuela, con el zumbido de la anticipación vibrando en mi pecho. Mientras caminaba por los pasillos abarrotados de estudiantes, me detuve en cada salón para entregar las cartas del buzón que había preparado con tanto cuidado.
—¡Feliz día de San Valentín, Señorita Eunji!— exclamé, entregando una caja musical adornada con corazones a mi profesora de matemáticas, quien sonrió gratamente y me agradeció por el detalle.
A medida que avanzaba por los pasillos, repartiendo cartas y cajas musicales, me encontré con Lee, una chica que siempre parecía creerse el centro de atención.
—¡Oh, mira quién está aquí! Jimin, el chico más simpático de la escuela—dijo Lee con un tono de voz demasiado dulce para ser sincero.
—Hola, Lee. ¿Cómo estás hoy?—respondí con una sonrisa educada mientras continuaba entregando cartas.
—Oh, solo disfrutando del día, como siempre— dijo Lee con una risa que sonaba un tanto forzada. —Por cierto, ¿has traído algo especial para mí en este día tan especial?.
—No, en realidad estoy entregando cartas y cajas musicales para todos— respondí, intentando no dejar que su actitud me afectara.—Estoy tratando de hacerlo en orden, y todavía no he llegado a tu nombre en mi lista.
—Oh, qué detalle tan encantador. Bueno, supongo que no tendré que esperar aún más—dijo Lee con una mueca de decepción .
En ese momento, llegó el novio de Lee, interrumpiendo nuestra conversación. Aprovechando la oportunidad, me deslicé discretamente entre la multitud, dejando a Lee con su novio y escapando del potencial drama que podría surgir, aparte yo no sería que entregará sus cartas. Mis otros compañeros lo harían, pero yo no.
Después de terminar de repartir todas las cartas y cajas musicales, me dirigí al patio de la escuela, donde los preparativos para la fiesta de San Valentín estaban en pleno apogeo. La música sonaba en el aire y los estudiantes se reunían en grupos, compartiendo risas y abrazos.
Me uní a mis amigos y juntos disfrutamos del ambiente festivo, compartiendo historias y planeando nuestra participación en el baile escolar que se llevaría a cabo el fin de semana.
En cinco días.
Al finalizar el día escolar, me dirigí a la plaza en busca de una pijama de Daisy. A mí mamá siempre le ha gustado Mickey Mouse pero en especial la patita y de regalo pensaba en darle un ramo de margaritas pues eso significaba el nombre de Daisy.
Al regresar a casa después de un día emocionante en la escuela, llevaba un gran ramo de margaritas, las flores favoritas de mi mamá. Ella siempre decía que las margaritas le recordaban a su personaje favorito, Daisy. Entré a casa con una sonrisa, listo para sorprenderla con el hermoso ramo.
—Mamá, ¡he llegado!—anuncié mientras cerraba la puerta detrás de mí. Pero no hubo respuesta. Dejé el ramo sobre la mesa y comencé a buscar a mi mamá por la casa.
Al revisar las habitaciones, me di cuenta de que no estaba en casa. Decidí ponerme mi pijama cómodo y acogedor para relajarme un poco. Mientras me cambiaba, escuché algunos sonidos extraños fuera de mi ventana.
Curioso, me acerqué y miré por la ventana. Desde allí, vi a Lee, besándose con alguien para después entrar a la casa de al lado. Pero algo era extraño. La persona que la acompañaba no era su novio, mi vecino, sino alguien completamente diferente.
Fruncí el ceño, sorprendido por lo que veía. ¿Qué estaría haciendo Lee con alguien que no era su novio? La curiosidad me picaba, pero decidí no entrometerme en los asuntos de los demás.
Me alejé de la ventana y me tumbé en mi cama, tratando de no pensar demasiado en lo que acababa de presenciar. Traté de concentrarme en otras cosas, como mis planes para el fin de semana y las próximas actividades escolares.
Sin embargo, la imagen de Lee y el extraño seguía rondando en mi cabeza. ¿Qué estarían haciendo juntos? ¿Era algún tipo de malentendido o había algo más que no sabía sobre ellos?.
Bueno la curiosidad me gano tanto que me volví a asomar, creo que fue mi más grave error. Tenía al frente la ventana del cuarto del vecino con la vista de dos personas que se encontraban acostados besándose, restregando sus cuerpos como animales en celo.
Teniendo sexo aún con la ropa.
Rápidamente cerré la ventana y cortina de mi habitación, asqueado por la imagen que había presenciando.
Antes de que pudiera reflexionar, escuché el sonido de la puerta principal abrirse. Rápidamente, me levanté y salí de mi habitación para ver quién era.
—Mamá, ¿eres tú?— llamé, esperando verla entrar por la puerta.
—¡Hola otra vez cariño!, ¿Cómo fue tu día?—, preguntó, colgando su abrigo en el perchero.
—¡Hola! Fue genial. Entregué las cartas del buzón, aunque estaré así hasta el 23—respondí, tratando de ocultar mi intriga sobre lo que había visto con Lee.
Mejor me dediqué a prestarle toda la atención a mi mamá, que venía ya con su pijama de Spiderman y una playera hecha por ella, algo que aprecié con todo el corazón.
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