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miradas de amor

Ninguna de las dos podía dormir, por lo que Hyunjin se giró hacia su derecha, notando que Heejin estaba mirando hacia su lado. Rieron por el susto que se llevó la menor, así que quedaron mirándose por un buen tiempo.

—¿Por qué rompimos?— preguntó Heejin.— Sabes perfectamente que nunca te hubiera puesto los cuernos, eras el amor de mi vida... Todavía lo eres.

—Estaba... Perdida. Estabas ganando fama y los rumores me comieron la cabeza, perdóname.

—No te tengo que perdonar nada, simplemente... Hiciste lo que pensabas mejor para ambas. Ya no salíamos tanto por mi culpa, ni siquiera te compraba flores como prometí que lo haría. Fui una novia horrible.— Hyunjin fijó su mirada en los ojos de Heejin y una lágrima bajó por la mejilla de la mayor.— Es mi culpa que ahora te ame más y no te tenga en mi vida para hacerlo.

La menor limpió las lágrimas que seguían cayendo por sus mejillas y besó su nariz. Las dos sabían lo mal que lo habían hecho para la otra. Hyunjin dejó su relación por sus estudios, y Heejin por su banda. Al fin y al cabo estaban haciendo su vida. 

La castaña acercó a Hyunjin con su brazo y lo dejó en su cintura. Comenzaron a pedirse perdón en susurros y sin darse cuenta, ya estaban besándose. Hyunjin enredó sus piernas con las de Heejin, quien no se negó a jugar con las suyas. El cabello de la pelinegra caía perfectamente por su espalda, a lo que Heejin acarició su oreja y mandíbula.

En un momento desprevenido para la mayor, Hyunjin le puso boca arriba y se subió encima de ella a horcajadas. Sonrieron tímidamente y la menor puso sus manos en los hombros de la contraria. Comenzaron una batalla de besos, a ver quién suspiraba primero.

Heejin tomó su cintura con delicadeza y siguió besándole. Acarició su mejilla y subió su camiseta. Rio suavemente al ver que su sujetador era de su color favorito. Hyunjin imitó la acción de la mayor y le quitó a esta la prenda superior.

La castaña jugó con los tirantes del sujetador de Hyunjin y los bajó completamente. Sonrió de nuevo y se mordió el labio inferior como señal de adoración. Acunó uno de sus pechos en su mano y lo masajeó bajo los jadeos de Hyunjin. Se incorporó un poco y con la boca lamió sus pezones, cuyos ya estaban erectos. Desabrochó la prenda con desesperación y lo tiró hacia el fondo de la habitación, cayendo encima de la lámpara de la mesa.

La pelinegra no desaprovechó el tiempo, pues meneó sus caderas provocando sudores en Heejin. Esta siguió lamiendo los pechos de Hyunjin, a lo que empezó a chuparlos. La pelinegra condujo sus manos a la cabeza de la contraria, haciendo que el tacto fuera más cercano. Cuando ya vio que sus pezones estaban lo suficientemente chupados y estimulados, dirigió a Hyunjin hacia la cabezera de la cama.

La depositó allí y besó de nuevo sus carnosos y rojos labios. Sonrió al mirarle fijamente, igual de enamorada que el primer día. Bajó su mano hacia sus pechos, acunándolos de nuevo. Pasó su lengua por su cuello, provocando un suspiro por parte de Hyunjin. A su vez, Heejin fue acariciando todo su cuerpo, como hizo algunas veces en el pasado.

Su lengua seguía por la parte del cuello, ahora bajando hacia su pecho. Besó cada parte de su abdomen también hasta llegar a su intimidad. Con sus dedos bajó las prendas restantes y comenzó a estimular su clítoris. Hyunjin movió sus caderas intentando profundizar el tacto, a lo que Heejin contestó separando sus piernas. 

Sabía que estaba torturando a la pelinegra por no masturbarle como esperaba, sin embargo su bestia interior salió a jugar un poco. Besó y chupó su clítoris varias veces, y luego metió un dedo sin rudeza, esperando a que se acostumbrara. Cuando Hyunjin le dio luz verde para continuar, Heejin le masturbaba en varias formas diferentes. 

Metió un dedo más y con la boca seguía chupando su coño. La castaña movió sus dedos en forma de círculo dándole en el punto G. Hyunjin notaba el famoso cosquilleo, dando a conocer que se correría pronto. Heejin aumentó la velocidad de la penetración e hizo que la contraria se corriera con fuerza. 

Ambas acabaron sin aliento, pero de repente Hyunjin bajó los calzoncillos de Heejin. Su erección salió disparada, y la meno se ocupó bien de ello. Con la lengua lamió desde los testículos hasta la punta, en donde más se fijó. Haciéndole sufrir con la mamada, Hyunjin aprovechó para acariciarle con la mano. Cogió toda la intimidad y subía y bajaba por esta, mientras escuchaba los roncos gemidos de Heejin. 

—Me vas a matar, Hyunnie.— besó su cabeza mientras la menor le seguía chupando la polla. Le sujetó el cabello cuando notó que iba a epxlotar, y se corrió dejando todo el semen en la boca de la pelinegra. Esta se limpió riendo y se puso en cuatro.

Heejin besó su intimidad y relajó a Hyunjin tocando su cintura. No tenía protección, pero juró que se correría fuera. Alineó su pene con la entrada de la menor y entró lentamente hasta meterla entera. Comenzó la penetración suavemente, hasta que minutos más tarde Hyunjin le rogó ir más fuerte y deprisa. 

Como ordenó su reina, Heejin aumentó las estocadas y sacó altos pero dulces gemidos de su boca. Hyunjin estaba en el paraíso, pues estuvo esperando por mucho tiempo para ese momento. Heejin seguía sonriendo y cambió de posición, aunque no iban a tardar en terminar.

Ahora Hyunjin estaba boca arriba, quien tenía una perfecta vista para mirar a Heejin a los ojos. La castaña estaba encima suya y colocó las piernas de la pelinegra alrededor de su cintura, y así tendría una mejor accesibilidad a su vagina. 

Siguió penetrándola con la misma velocidad que Hyunjin pidió. La menor no dejaba de gemir el nombre de su ex novia, y no paraba de intentar juntar más ambas caderas. Sus pieles chocaban con tanta fuerza que el sonido proviniente de estas era muy alto. 

—Vo-voy a correrme ya.— avisó Heejin, a lo que Hyunjin susurró que también lo haría. Sólo fueron dos estocadas más hasta que la menor tiró flujos en el pene de la castaña. Heejin aumentó la penetración con las únicas fuerzas que le quedaron y salió para masturbarse.

El semen cayó directo en el estómago de Hyunjin, quien rio por eso. Heejin se disculpó por haberlo hecho en esa zona, pero la menor se limpió con la toalla del baño y volvió, restándole toda la importancia. Ambas acabaron agotadas tumbándose en la cama. 

—¿Y ahora...? ¿Qué pasará con nosotras?— preguntó Hyunjin tímidamente tapándose con las sábanas. 

—Ven aquí, bebé.— la pelinegra se recostó en su pecho y tomó su brazo para admirar sus tatuajes.

—Tengo miedo de despertarme y no verte a mi lado.— alejó la mirada avergonzada.

—Escúchame.— acarició su mejilla, haciendo que la mencionada se girara de nuevo.— Ahora que estamos juntas de nuevo, no volveré a dejar que nos separemos. No habrá muro que me podrá distanciar de ti, ni los falsos rumores ni ningún otro problema hará que deje de amarte. Te amo Hyunjin, y siempre lo haré, hasta que me muera.

La forma en la que Heejin sonrió pudo darle al seguridad que necesitaba Hyunjin. Esas miradas de amor que ambas se daban, eran una de las pruebas más hermosas que se dieron, y no era pocas las esperanzas que se dieron para volver.

Sin embargo, no iba a ser el sueño que pensaba Hyunjin que volvería a vivir.

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