01
̶ ¿En qué piensas?
̶ ¿Hmm?
Un remolino de cabellos rubio fresa, dos zafiros posándose sobre él. Una pequeña sonrisa, que abarca el universo.
̶ ¿En qué piensas? Toda la tarde has estado mirando a la nada, como si tuvieras un nido de pajaritos en la cabeza ¿Te has enamorado de alguien?
̶ Ah ... Si, si estoy enamorado de alguien pero no estoy pensando en eso ahora.
̶ ¿De verdad? ¿Y de quién?
̶ No te gustaría saber, y no tendría sentido que lo supieras porque yo no le gusto a él.
̶ ¿Él? ¿Es un hombre?
Le sonrió de vuelta, se alzó de hombros y ambos siguieron contemplando la enorme llanura desértica y naranja-amarillenta. A lo lejos, el ruido de las balas y los cañones. Y cerca, el silencio que no se calla, que deja las cosas abiertamente curiosas.
Y más cerca todavía, el atronador sonido del odio. Del odio inmenso hacia la humanidad misma. Un sonido al que él está obligado a callar, a tragarse para que no hiciera daño a nadie más.
(...)
Hace algo de tiempo, cuando faltaban dos meses para las vacaciones de medio verano, él salió tarde del instituto. El aire estaba húmedo, y las calles se sumían en terco silencio. Las farolas hacía mucho tiempo que no iluminaban absolutamente nada, de modo que eran puntos estratégicos para la venta de sustancias ilícitas en la noche. No le gustaba pasar por ahí, pero tampoco era tan diferente del resto de los caminos de la turbulenta ciudad. De las pocas casas no abandonadas emanaba ligera luz que casi no dejaba ver nada, pero una de ellas brillaba con tanta fuerza. Como un farol en medio de la noche más rumiosa en el mar agitado del Norte. Decidió pasar la noche allí.
Se acercó más y se dio cuenta de que no era una casa, sino una tienda. Una tienda de música, con DvDs, discos, instrumentos; todo listo y prolijo para venderse. Parecía vacía y tranquila, con el único despachador observando su móvil con aburrimiento. Él entro, siendo bañado por la luz blanquecina de los focos. Saludo al dependiente y pregunto hasta que hora estarían abiertos, él le dijo que estaban abiertos las veinticuatro horas del día. Le pregunto si podía quedarse a dormir en alguno de los pasillos, él le dijo que no, pero si quería podía regalarle una caja lo suficientemente grande para hacerse una casita afuera. Para su sorpresa, el rubio le contesto amablemente que le estaría muy agradecido. Enmudeció.
Repaso con la yema de los dedos las cubiertas de los discos, con aire curioso. El dependiente se volvió a fijar en él. No era raro ver a gente que durmiese en la calle, porque habían de sobra en la ciudad. Pero verlo a él, específicamente a él, sí que le pareció extraño. Parecía bien cuidado, demasiado bien cuidado, como si hubiese salido de un salón de belleza hacia solo unos minutos. No tenía mancha de suciedad alguna en su piel, sus ropas parecían planchadas y detecto un ligero aroma a lavanda emanando de su persona. No se veía delgado, y de hecho llevaba uniforme escolar, pero no el de alguna escuela pública que él conociera. Lo que significaba que tenía dinero para ir a una escuela privada, solo que no sabía a cuál.
Quizá, a lo mejor se había escapado de casa para correr aventuras y se le había acabado el dinero. En ese caso, quizá podría secuestrarlo y pedir un rescate para su persona.
En esas estaba, imaginando diferentes modos de maniatarlo y llevarlo a la parte de atrás de la tienda cuando la campanilla de la puerta sonó de vuelta y vio entrar a su mejor y más recurrente cliente. Y no es que fuera de su agrado, tenía un carácter pésimo y cara de pocos amigos. A su espalda, atada con una correa, una guitarra eléctrica con las cuerdas rotas y torcidas. Se la quitó de encima y la lanzo sobre el mostrador, al mismo tiempo que suspiraba exasperado por el largo trabajo que tendría que hacer ahora.
̶ Whitty, te la arregle hace dos días ...
El nombrado gruño en respuesta y rebusco en el bolsillo de su chaqueta. Arrojo al mostrador un manojo de billetes arrugados y levanto la vista, con la capucha aun sobre su cabeza. El dependiente, examinándola mejor, negó con vehemencia.
̶ No, Whitty. Esta vez le has roto también las clavijas. Eso te va a costar ... Veinte dólares más.
El encapuchado volvió a gruñir, pero más alto. El dependiente levanto las manos.
̶ Podría costarte menos, pero usaría clavijas y cuerdas de menor calidad. Dudo que quieras eso ¿No?
El otro relajo los hombros. Rebusco en los bolsillos de su chaqueta una vez más. Saco más billetes arrugados y luego metió las manos en los bolsillos del pantalón, encontrado más. En total consiguió diez dólares aparte, pero ya no cargaba con algún otro dinero encima.
̶ ¿No puedes hacerme un descuento? – Mascullo en voz exageradamente baja. Únicamente pudiendo ser oído por el vendedor.
̶ No, lo siento. Entonces ¿Por qué no vas a buscar más dinero? O puedo usar materiales de otra marca ¿Qué dices?
Whittmore le dio la espalda y se dejó caer suavemente hasta el suelo. Se sentó con la espalda contra el mostrador y oculto el rostro en sus rodillas.
̶ O puedes sentarte allí si quieres, también ...
El dependiente dejo su puesto y se fue a buscar las dichosas cuerdas en el almacén de atrás, dejando solos al hombre bomba y al rubio que había visto todo desde atrás de un aparador. Se le quedo mirando más de la cuenta, examinándolo con sus enormes y brillosos ojos de ensueño.
̶ Puedo prestarte diez dólares, si quieres – Musito suavemente.
Whittmore levanto la cabeza, dándose cuenta recién del otro intruso en la tienda. Hizo una mueca de desagrado y le gruño en respuesta. Senpai se acercó, pero solo un poco. No sabía cómo empezar a hablarle, que raro.
̶ ¿Te gusta mucho tu guitarra, no? – Pregunto, aun oculto detrás de unas hileras de revistas – Le tienes mucho cariño, por eso quieres lo mejor para ella.
̶ Que te importa, déjame en paz.
El rubio no se rindió y rebusco en su mochila su monedero. Lo abrió y saco de allí un billete de diez dólares. Se lo intento acercar, inclinándose ligeramente.
̶ Tómalo, es un regalo. Si no, el señor va a usar cosas que no te gustan en tu guitarra.
El encapuchado le arranco el billete de las manos. Se lo acerco al rostro y lo examino por los dos lados. Puso cara de fastidio inmenso.
̶ ¿Me estas jodiendo? – Exigió saber, levantándose y arrugando el dólar en uno de sus puños. Se acercaba peligrosamente al rubio - ¿Qué mierda me acabas de dar? ¿Esto es una broma?
MacAnime no entendía porque se había puesto así, si le había dado un billete hecho y derecho. El más alto, y sí que era realmente alto, lo arrugo en una pelotita y se lo lanzo a la cara. Senpai parpadeo dos veces y se agacho rápido a recoger el billete, revisándolo mejor.
̶ Pero, no tiene nada ... - Dijo, con un hilito de voz aguda.
̶ ¿Qué no tiene nada? Tiene grabado el nombre de una empresa china y el título así bien grande de un libro o un videojuego quien mierda sabe de qué ¿De dónde lo sacaste, eh?
̶ ¡Es el dinero que me dan mis padres! ¡No sabía que estaba mal! – Intento excusarse, retrocediendo a medida que el otro se le acercaba con el puño en alto para darle un buen golpe en toda la cara.
El dependiente salió de la trastienda, chistó con sus dientes atrayendo la atención de los dos hombres. Señalo el mostrador y Whittmore relajo los hombros, dándose la vuelta. Aun así, mirando de reojo al rubio, que había vuelto a esconderse detrás de los aparadores de discos.
̶ No asustes a mi clientela ¿Quieres? Si vas a golpear a alguien que al menos sea alguien que se lo merezca. Como Rick ¡Deberías de patearle el trasero a Rick! – Comento, empezando a arreglar el instrumento frente a él. Sin embargo, se le hizo imposible continuar sin las clavijas necesarias Y no se atrevía a ponerle unas que su dueño no autorizara. La única vez que lo hizo casi se queda sin tienda por el escándalo que armo el chico bomba – Eh ... ¿Ya pensaste lo de las clavijas?
Whittmore cerró los ojos y se quedó en silencio unos segundos. Luego volteo, señalo al escolar y entorno la cabeza ligeramente. Suspiro, derrotado y avergonzado.
̶ ¿Puedes darme esos diez dólares? – Musito, casi inaudiblemente.
Esperaba un ¡No! Tremendo e iracundo, pero en su lugar obtuvo otra clase de respuesta.
̶ Claro, pero las cosas se piden de un modo – Contesto el japonés, sonriendo amablemente y sin pizca de rencor alguno sobre su rostro angelical.
̶ Eh ... Por favor – Dijo, gruñendo por lo bajo mientras sentía la risita del dependiente atrás suyo.
̶ ¿Algo más que me quieras decir? – Insistió, rebuscando los diez dólares en su mochila.
̶ Ya, este ... Perdón, lo siento – Suspiro mientras sus mejillas se coloreaban ligeramente de la vergüenza. El dependiente no se aguantó más y se echó a reír a carcajada suelta. Whitty tenía ganas de agarrarlo por la parte posterior de la cabeza y estamparlo contra la pared.
Senpai le sonrió de vuelta y le entrego el dinero, y sobresaltándose ligeramente cuando sus dedos se rozaron con los del contrario.
Whitty se dio la vuelta e intento pagar.
̶ Eh ... ¿Y eso? ¿Os lo habéis robado del Arcade o cómo? – Sonrió sarcásticamente, Whitty lo mira como si le rogara - ¿Sabes? Te lo voy a aceptar, porque esta graciosito. Pero para la próxima vende más droga o de plano empeña tu guitarra, jajaja ¿Y el dinero que usas para comprar comida?
El hombre bomba no le hizo más caso y se dirigió al muestrario de revistas, ojeando algunas. El ejemplar que había tomado ahora, traía en la portada bien grande a un cantante canadiense, saltando en una motocicleta con una keytar en ambas manos mientras detrás suyo hacían juego unas explosiones. El título en rotulantes letras roja y detalles blancos ¨ChainBlade, la voz del rock¨. Whitty hizo cara de disgusto y tiro la revista al piso, sin que el dependiente lo notara.
̶ Ya no se puede escuchar rock de calidad estos días ... - Susurro, más bien para sí mismo que como un comentario al aire.
̶ ¿No te gusta ChainBlade? Las chicas de mi clase solo hablan de él – Escucho detrás suyo, se volteó y encontró al oji-azul demasiado cerca, prácticamente rozándole la espalda ¿Cómo no había notado que estaba ahí atrás? – Bueno, en realidad a casi nadie en la ciudad le gusta ¿No?
̶ No estoy hablando contigo, déjame en paz.
Whittmore se quitó la capucha por el calor del ambiente, y camino alejándose del rubio. Este lo siguió.
̶ Te me haces conocido ¿Nos hemos visto antes?
̶ No, nunca. Jamás.
̶ Es que ... Siento que te he visto antes, pero no recuerdo donde.
̶ Si sigues hablando conmigo, voy a romperte la boca. Ya no me importa que hayas salvado mi guitarra ¿Por qué me importaría? Demonios, no me importa nada ...
̶ ¡Eso es! – Grito el escolar, sobresaltando al hombre bomba y al dependiente mismo - ¡Ya sé de dónde te recuerdo! ¨Demonios, no me importa nada ... ¡Y a ustedes debería de importarles menos!¨ eso dijiste en ... En un concierto, lo vi por Tv. Les decías eso a tus Fans cuando te hacían preguntas, y luego te reías y tocabas tu guitarra ... ¿Es esa guitarra? ¿Eres famoso? ¿Un cantante famoso?
El dependiente hacia señas desesperadas con las manos para que cerrara la boca, pero Senpai estaba demasiado absorto en su nuevo descubrimiento que no se dio cuenta. Whitty intento callarse, cerrando la boca lo más fuerte que pudo. Pero al final, no se contuvo.
Y eso era lo más aterrador del asunto. Que luego del incidente, no era capaz de calmar su ira.
Levanto una mano, y muy lentamente, la dejo caer sobre el hombro del asiático. El dependiente se agacho y recogió unos auriculares de debajo del mostrador, conectándolo a su móvil y poniendo música lo más alto que se podía. Para no escuchar los gritos de dolor que esperaba sucediesen pronto.
̶ Cierra ... La puta boca – Susurro, mientras sus ojos adquirían una tonalidad más brillosa y diminutas figuras empezaban a hacerse más grandes en ellos. Senpai sentía que el agarre del hombre alto empezaba a dolerle – Tú no sabes ... Demonios, como odio que me lo recuerden ¿Sabes? Pero no, no sabes nada. Memo ignorante, y por tu osadía te lo voy a hacer pagar – Clavo los dedos en su hombro, con bastante fuerza. Senpai hizo una mueca de dolor, e intento quitarse la mano ajena de su cuerpo. No pudo.
El dependiente intentaba ignorar la escena que se desarrollaba frente suyo y en su tienda, pero aun así echaba ojeadas de vez en cuando. Intentaba concentrarse en la guitarra que estaba reparando y no en el futuro brazo roto del chico rubio.
̶ Imbéciles como tú ... Solo me recuerdan por esa estúpida frase ¿Y tú sabes más de ella, no? Demonios, no me importa nada ¡No debería de importarles a ustedes! No debería de importarles si pierdo los estribos de vez en cuando, mierda. – Tirando para abajo, lo siguiente seria tomarlo del antebrazo y tirar tan fuerte que le descolocaría el hombro, le pulverizaría el omoplato y luego le daría una patada en el estómago. Lo dejaría llorando en el suelo. Luego se iría, se escondería en la oscuridad como lleva haciendo desde hace meses. En sus momentos de locura, no puede evitar ser violento. Y sus gritos son como pedidos de auxilio, a sabiendas de que él no es así.
El dependiente cierra los ojos. Ya lo ha visto antes, más o menos dos veces. Y quien sabe cuántas veces más lo ha hecho, fuera de su tienda.
̶ Me estas lastimando – Hablo, con firmeza, el japonés. Y eso descoloco tanto a Whitty como al dependiente. Whittmore parpadeo, haciendo que el brillo en sus ojos se redujera hasta parecer que nunca había estado allí.
̶ ¿Qué? ¿Perdón?
̶ Que me estas lastimando. Por favor, suéltame – Pidió con voz calmada el otro, Whittmore alejo la mano de su hombro y parpadeo un par de veces, aun confuso. Senpai negó suavemente - ¿Tienes mal carácter, eh?
El hombre bomba siente sus mejillas calentarse de la vergüenza, de una vergüenza inmensa. Se da la vuelta, chistando por lo bajo y se dirige al mostrador.
̶ ¿Cuánto falta? – Pregunto, con voz clara.
̶ Eh ... De hecho, ya casi esta ¿Quieres que le de brillo?
̶ Me gustaría, sí.
Whittmore se da la vuelta y se encuentra cara a cara con el asiático, sobresaltándolo mucho más que antes. Está apunto de enfadarse de nuevo, pero el contrario suelta una risita dulce por lo bajo.
̶ ¿De qué te ríes, imbécil?
̶ ¡Eres muy fácil de sorprender! ¿O yo soy muy silencioso al caminar?
El más alto relaja los hombros, sonríe y empieza a reírse con ganas. Tanta tensión lo estaba matando, y siente a su lado la risa del otro. Una más bajita, más recatada, más suave, más dulce.
̶ Diablos ¿Quién eres? ¿Eres una criatura del espacio exterior que ha venido a abducirme?
̶ Oh, no. Me llamo Senpai, un gusto conocerte ¡Eres una persona muy interesante!
̶ Ah ... Hola, Senpai. Yo soy Whitty.
̶ Si, ya lo sé. Lo escuche.
El dependiente negó con el cabeza, bastante extrañado. Rodo los ojos y miro hacia la pequeña cámara de seguridad que había en una esquina de la habitación.
̶ ¿Estás viendo esto Glenn? – Pregunto, en voz alta.
La cámara parpadeo, como si dijera que sí.
(...)
Cada tarde, Senpai sale de la escuela y camina hasta la tienda de música que visito aquel día. Lo hace por varios motivos.
Porque esa calle resulto ser menos peligrosa que el resto de la ciudad.
Porque había luz.
Porque había agua corriente saliendo de un grifo abandonado.
Porque ha decidido instalarse al lado de esta, en una linda y gran caja de cartón que el dependiente le dio la misma noche que conoció al chico bomba. Él le dijo que era de un estéreo muy grande que había vendido hace poco, y que se la podía quedar si quisiese. Él le agradeció.
Porque Whitty solía ir allí para reparar su guitarra, comprar discos u ojear revistas. Y a él le gusta verlo escondido detrás de los anaqueles.
Recuerda como lo conoció esa fría tarde de jueves, y recuerda el tacto de su mano contra su espalda al despedirse. Una palmadita, como amigos. Seguramente el otro no tendría pensado verlo nunca más.
Hay veces en las que no va en absoluto y, a pesar de que no debería, se preocupa de sobremanera. No puede evitarlo, está en su naturaleza.
̶ ¿Y tus papás? – Le comento algún día Sam, el dependiente que pensaba secuestrarlo la primera vez que lo vio.
̶ ¿Ah? Solo tengo a mi papá, nada más – Contesto, mirando hacia la calle derecha, hacia donde se corta y empiezan los edificios grafiteados.
̶ Debe de estar preocupado ¿No crees?
̶ No, está conmigo siempre. A él le da igual lo que haga, en realidad. Es muy lindo de tu parte que te preocupes por mí – Termino, sonriéndole amablemente.
Sam se quedó con la duda de si su padre estaba muerto.
El muchacho se iba las seis con cuarenta en punto de su ¨casa¨ e iba rumbo desconocido a quien sabe dónde. Volvía alrededor de las cinco de la tarde, a veces más temprano. Otras de plano no volvía. Cuando le pregunto porque, él le confeso que aun iba a la escuela.
̶ ¿A cuál?
̶ Hating Academy.
̶ ¿Y eso? No la conozco.
̶ Es privada.
Las dudas lo dejaban inquieto, y la verdad es que no le creía ¿Quién es ese chico extraño? ¿Por qué siempre huele a lavanda? ¿Por qué siempre tiene la ropa limpita y ordenada? ¿Nunca se baña, peina o qué? Y si no lo hace ¿Cómo es que siempre luce tan pulcro? ¿Cómo es que nunca se enferma? ¡Literalmente duerme en una caja y bebe de la cañería vieja!
̶ Tu papá debe de estar preocupado por ti – Insistió.
̶ No le importa mucho, sabe que yo se cuidarme – Intento calmarlo.
Aun así, no pudo evitar notar su mirada de padre preocupado. Él hizo una mueca.
̶ Estoy bien.
̶ No lo dudo, estas fenomenal. Y eso es lo que me extraña. No te he visto comer, ni siquiera a la hora de la cena ¿No tienes hambre?
Senpai parpadeo, muy lentamente. Se quedó callado, el pulso le subió.
̶ ¿Frio?
Senpai rebusco en su mochila algo, el dependiente clavo sus uñas en sus propias palmas.
̶ ¿Sueño? La caja que te di no es tan grande ... Hijo ¿No tienes casa? ¿Tus padres están muertos? ¿Escapaste de un orfanato?
̶ Estoy bien, señor Sam. No tienes que preocuparte por eso. No siento nada, no me duele nada.
Mentía.
Saco el móvil y reviso la hora, eran las diez en punto. Whitty no se aparecería. Si no se ha aparecido antes, no lo va a hacer ya.
̶ Debería ir a dormir. Ten buenas noches, Sam.
̶ Buenas noches, Senpai.
El muchacho salió de la tienda, de las luces cálidas. Afuera llovía, pero el apenas lo notaba. Entro en su pequeño nicho, pegando las rodillas al pecho para poder caber mejor. Cubrió su cabeza y pecho con la mochila, para que el agua no lo molestase. Y en poco tiempo, se durmió.
Sam lo veía desde dentro, evidentemente asustado, perturbado y preocupado a partes iguales.
(...)
Whitty llego a la tienda las doce de la noche, cuando la lluvia no era más que una pequeña garua y la venta de drogas estaba en su apogeo. Entro, se sacudió un poco y saludo al dependiente.
̶ Hola Sam ¿Qué tal el curro?
̶ Fatal, parece que la gente anda más sensible de lo normal porque nadie se atreve a salir a la calle. Hace un frio glacial.
̶ Ha dejado de llover.
̶ Ni significa que no haga frio.
El más alto rodo los ojos y puso sobre el mostrador un pequeño disco de vinil.
̶ ¿Cuánto me das por él?
Sam lo vio a más detalle, con ojo experto.
̶ Treinta dólares.
̶ Dámelos.
Se hizo el cambio y Whitty se quedó viendo algunas revistas nuevas. ChainBlade estaba siendo opacado por su contraparte del Pop.
̶ Se lo merece, el muy perro.
̶ Claro que se lo merece.
Whittmore se caló la capucha, porque el frio había penetrado en la tiendita. Es verdad que su piel puede alcanzar temperaturas ardientes, pero por algún motivo, le disgusta el contraste que siente cuando el viento golpea su rostro.
Su mirada tropezó con el ventanal. Y por el ventanal, al muchacho que dormitaba suavemente.
̶ ¿Y eso?
̶ ¿Eso qué?
̶ ¿Lo echaron de su casa o qué?
̶ Ah, no. Duerme allí, todas las noches.
Whitty hizo una mueca de extrañeza extrema.
̶ No me mientas.
̶ No te miento, lo dejaría entrar a dormir acá pero el dueño no quiere vagabundos.
̶ No se ve como un vagabundo.
̶ Pensamos igual. Intente buscar alguna dirección pero no me da ninguna. Intente por nombre y me dijo uno todo inventado. Igual lo busque, no aparece nada.
̶ Ya ... A lo mejor deberías de entregarlo a la policía.
̶ ¿Estás de coña? No.
̶ Sam, es blanco. No le van a hacer nada.
Se quedaron en silencio unos minutos más. Whitty bostezo y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.
̶ Bueno, hasta mañana.
̶ Hasta mañana en la noche.
Salió del local y dirigió una mirada de soslayo a la caja y al bulto dentro. Se acercó y movió el morral suavemente, para no despertarlo. No solía tocar vagabundos, por más desamparados que estos se viesen. La última vez que lo hizo, el susodicho lo mordió.
Bajo la luz de la luna y la ligera luz naranja de la farola junto a la tienda, noto su piel de nácar, tan suave a la vista y tacto. Le toco la mejilla, que estaba helada al igual que el resto de su cuerpo y pertenencias. Sonreía, dormía en un dulce sueño, así que no quiso levantarlo.
Aun así le dio pena.
No era el primer chico escolar que se encontraba en la calle. En la ciudad había montones de esos.
Pero definitivamente era el más raro, y el más dócil que conociera.
Si Sam no lo llevaba a la policía, lo haría él. No dejaría que se mezclase con el resto de escorias en la ciudad, vendiendo drogas, licores, prostituyéndose o sicariando. Ha visto de sobra de esos.
Y fue de las pocas personas amables con él. Más o menos.
Algo debía de hacer.
(...)
Miércoles por la tarde. Hora de los loros y de la siesta. Cuatro en punto.
Sam conversa atípicamente por el móvil con su novia, distraído. La campanilla de la puerta suena y el rueda los ojos, aburrido y hastiado.
̶ Bienvenido a la tienda de Kyle, hogar de los más ...
Se detuvo cuando reconoció, en pocos segundos, el rostro ajeno.
̶ ¿Tan temprano? ¿Qué paso en tu escuela?
̶ No lo sé, solo nos echaron más temprano que de costumbre – Sonríe y se encoge de hombros. Se apoya contra el mostrador - ¿Qué tal tu día?
̶ Eh ... Aburrido, no viene nadie ¿No te has escapado de la escuela?
̶ ¡No! Nunca haría eso. El colegio es importante. Si no, no sería el colegio.
̶ Ya ... ¿Quieres una barra de chocolate? Me he traído algunas del frente.
̶ Suena bien, si ¡Muchas gracias! – Contesto, aceptando el dulce y examinándolo con cuidado. Al dependiente le pareció más raro aun.
̶ ¿Qué has aprendido en el cole hoy?
̶ Evolución humana. Tuvimos un examen sorpresa ¡Y saque cien! Además, en el receso ... En el receso se me acerco una chica.
̶ ¿Qué te dijo?
̶ Me dijo que yo le gustaba.
̶ ¿Ah sí? Galán con suerte ¿No se asqueo porque eres un vagabundo?
̶ ¡No soy un vagabundo!
̶ Duermes en una caja.
Senpai no le hizo más caso y se dispuso a comer en silencio y lentamente. Saboreando el dulce con satisfacción e intentando recordar su sabor, porque sabía que no podría comer uno, probablemente, nunca más.
̶ Está haciendo bueno ¿No crees?
̶ Pues sí, el clima está loco.
̶ Creo que voy a salir a dar un paseo ¿Me cuidas la mochila, por favor?
̶ Claro.
El rubio abrió el cierre y saco un micrófono de mango rosa del interior. Inalámbrico, su único amigo en el mundo.
Además de Sam y Whitty, claro ¿Whitty lo considerara su amigo?
Se despidió graciosamente, haciendo una reverencia. Luego salió de la tienda. El calor y la luz contra su rostro eran agradables, tremendamente agradables. De día, la ciudad era menos hostil que de noche, pero aun así era relativamente peligrosa. Al menos en las zonas más ranquedas por los delincuentes.
No tenía un destino fijo, quizá hiria a pasear alrededor de su escuela. O quizá podría ir al barrio familiar, donde todo es más tranquilo y hay niños corriendo de un lado a otro (Una pena, que no lo dejen dormir en la calle. Mal ejemplo para los infantes, le dijeron).
Decidió ir al parque más cercano que se encontrara, a descansar sobre la hierba y quizá quedarse a ver algún partido de basquetbol improvisado por los habitantes del barrio.
O quizá lo reten a una batalla de rap. Eso le gustaría mucho, hace tiempo que no batalla con nadie.
El sol le caía por la espalda y cosquilleaba su nuca, el viento corría suavemente y le daba una refrescante brisa. Sonrió inconscientemente, sintiendo una profunda pena dentro suyo. Ojala, ojala todos los días fuesen así.
Llego al parquecito, y para su desdicha no había nadie jugando en grupo. Había un hombre leyendo algo en una banca, una mujer que se alejaba con bolsas de compras y un chico bastante extraño en medio de la cancha, jugando él solo a las encestadas.
Decidió sentarse bajo un árbol, a tararear él solito. Grande, enorme y ansiada seria su sorpresa al divisar a Whitty acercándose a la cancha de baloncesto lentamente. Se levantó de un salto y camino, sin prisa, hasta las gradas. Era obvio que se conocían, pero quizá al hombre bomba lo descolocaría no verlo en la tienda. Y no quería ser un entrometido, quería acercarse amistosamente.
Whittmore se paró junto al chico extraño, cuya piel parecía brillar como el metal bajo la luz del sol. Senpai pudo notar, después, que se trataba de un robot.
No pudo escuchar nada de su conversación, solo los vio charlar animadamente. Parecían ser amigos, grandes amigos ¿Llegaría él a ser tan cercano a Whitty como el chico robot? Mitad suya dudaba y la otra estaba segura. Una tercera, no invitada, le gritaba que se alejara de todo ser viviente.
De repente, el chico robot se volteo a verlo. Levanto una mano en el aire con gesto animado y él se sobresaltó. Lo llamó.
̶ ¡Oye! ¿Quieres jugar un partido de baloncesto?
Whittmore paseo la mirada por las gradas hasta encontrarlo y conecto la vista con la suya. Senpai sintió sus mejillas calentarse ligeramente, pero Whittmore no hizo más que levantar una ceja.
El asiático se acercó, ligeramente tímido.
̶ Eh ... Claro ¿Por qué no? Yo ... ¿Whittmore? – Fingió sorpresa, a pesar de que lo había estado viendo y viceversa durante toda su caminata al centro de la cancha.
̶ ¿Qué haces aquí? ¿No tienes escuela? – Pregunto, más bien exigió saber, la bomba. Empezaba a hacer una mueca de enojo, pero muy recatada. El rubio lo noto e intento limpiar su nombre lo más rápido posible.
̶ ¡Oh! Cancelaron el resto de las clases y nos dejaron ir antes. No pasa nada, igual soy un alumno muy aplicado – Le guiño un ojo, Whitty chisto y se caló la capucha.
̶ ¿Os conocéis? – Pregunto el robot, ambos lo miraron.
̶ Si, a veces nos encontramos en la tienda de Kyle ¿Sabes? Somos algo así como conocidos – Contesto con letanía el más alto de los tres, restándole importancia al asunto.
̶ Yo soy Senpai, un gusto conocerte ¿Eres amigo de Whitty? – Se presentó el más bajo, volviendo a hacer una reverencia elegante y extendiendo la mano. El robot lo correspondió con alegría.
̶ ¿Amigo? ¡No! Somos hermanos, bros ¿Sabes? Que cool, no sabía que Whitty tenía más amigos que yo y Carol – El susodicho gruño en señal de molestia, el metálico se rio un poco – Sin ofender. Yo soy Hex y ... ¿No te llamas Senpai de verdad, no? ¿Es tu apodo?
El asiático guardo silencio unos segundos, luego tocio un poco y contesto en voz baja.
̶ Eh ... No, si me llamo Senpai. Mi padre me puso así ¿Qué ridículo no? – Se rio nervioso.
̶ Oh, perdón. Claro que te llamare así ¿Vamos a jugar? ¿Sabes jugar básquet?
̶ ¡Si sé! – Contesto rápidamente, volviendo a dedicarle otra sonrisa amable.
Hex decidió que, siendo el más bajo de los tres, haría un equipo con él. Así, igualarían en altura al hombre bomba, ridículamente alto. Empezaron a jugar, el mejor de quince. Al terminar los tres se sentaron en las gradas, recobrando el aliento.
Whitty no había traído bolso alguno encima, ergo, no trajo bebidas ni nada. No se encontraba tan cansado, y Hex no necesitaba comer o beber, así que no había porque traer algo. Aun así, el rubio se encontraba con las mejillas rojas por el esfuerzo. Whitty lo vio de reojo, luego se paró y se estiro.
̶ ¿Quieres una soda, Senpai? – Pregunto, bostezando un poco.
̶ Oh, sí. Me encantaría, muchas gracias – Contesto el otro, jugueteando con su cabello, enrollando un mechón en uno de sus dedos - ¿Necesitas dinero?
̶ No, yo te la invito.
̶ ¡Gracias, que amable de tu parte! – Contesto con más alegría, y luego cubrió sus labios con la punta de sus dedos, como si intentara recatarse – Ejem, disculpa.
̶ No hay problema.
Whitty camino hasta la tienda que cruzaba la calle. No pidió una soda, sino agua mineral. No sabía que sabor de soda podría gustarle al rubio, así que prefirió irse por algo básico. Lo de la soda lo hacía para intentar caerle bien, porque tenía planeado llevárselo esa misma tarde a la estación de policía.
Cuando volvió se encontró a su amigo el robot conversando animadamente con el escolar, soltaba chispitas. El asiático tomo su micrófono y empezó a encenderlo, al igual que el metálico. Sin embargo, se detuvieron cuando escucharon un gruñido por parte del más alto.
̶ ¿Me voy por dos minutos y ya vais a batallar? ¿Sin mí? – Pregunto con sarcasmo, alcanzándole la botella al rubio.
̶ Ah ... Es que, a Senpai le gustó como canto. Y a mí también me gusta como canta ¡Ahora que estas aquí, podemos batallar los tres!
Si no estuviera anocheciendo, si no estuvieran en sus circunstancias y si no se tratara de Senpai, Whitty hubiera dicho que sí. Que si, a cantar hasta desfallecer, porque es lo que más le gusta a los habitantes de la ciudad. Más sin embargo, negó suavemente.
̶ No puedo, tengo cosas que hacer. Y Senpai también ¿Verdad, Semp? – Lo animo, dándole una mirada de soslayo. Ambos encontraron al asiático, cubriéndose el rostro con la botella. Hex se rio, Whitty hizo una mueca confusa - ¿Qué haces?
̶ ¡Eh! Yo ... Ejem, muchas, muchas gracias por la botella de agua ¡El agua es mi bebida favorita! ¿Cómo lo supiste? – Contesto, con la voz ligeramente temblorosa y las mejillas sonrosadas. Soltó una risita traviesa, mientras dentro suyo algo se retorcía del asco por la cursilería.
̶ Eh ... Esta bien, de nada. En fin, está anocheciendo ¿Quieres que te acompañe a tu casa, Semp?
Un minuto ¿Estaba escuchando bien? ¿Whittmore lo quería llevar a su casa? ¿Juntos? ¿Solos? No, quizá Hex los acompañaría también pero ¿Qué más da? ¡Es un gran avance! ¡Significa que se preocupa por él! Y de todos modos, estaba bien, porque la ciudad no es sitio para que un chico como él caminase solo por allí. Se quedó pensando en las posibilidades por un minuto, en silencio y mirando al suelo.
̶ Oye, Semp ... Si no quieres, no pasa nada.
¡Ay, algo más! ¡Le había puesto un apodo! Un apodo muy simplecito, pero no importaba. Todo lo que viniese de él, estaba perfecto y él lo apreciaría con todo el gusto del mundo. Sonrió, consiente, mientras el sonrojo invadía sus mejillas y orejas. Levanto la vista, más sonriente aun, y extendió delicadamente su mano hacia el más alto. El otro no la tomo.
̶ Whittmore, me encantaría que me llevases a mi casa. Muchísimas gracias.
Whitty asintió para sí, complacido. Hex sonrió también he intento seguirlos, pero Whitty lo detuvo.
̶ Eh, Hex. No quiero ofenderte, hermano, pero ... Quiero estar a solas con Senpai, quizá otro día podamos salir los tres juntos ¿Si? Mi gran y viejo amigo Hex ... - Insistió de forma dócil, con una sonrisa simpaticona y despreocupada. Por dentro, sus nervios retumbaban como un terremoto. Si Hex descubría que planeaba llevárselo a ese lugar, no dudaría en interponerse. Incluso podría hacer que el escolar se pusiera en su contra.
̶ Oh, está bien. Nos vemos, entonces ¡Fue un gusto conocerte Senpai! ¿Se bueno con Whitty, si? El viejo Whitty, tan fastidioso siempre ...
̶ Hex ...
̶ Que deja su ropa tirada por toda la casa ...
̶ Hex ...
̶ Que nunca lava los platos ...
̶ Hex ...
̶ Y le apestan los pies ...
̶ Ya, Hex.
̶ Descuida, nada de lo que he dicho es verdad, jajaja ¡Adiós! – Se despidió, recibiendo un gruñido y una sonrisa por parte del más alto y unas risitas por parte del más bajo.
Whitty y Senpai se retiraron del lugar, caminando por calles aledañas. La tienda de música no estaba tan lejos del parque, ergo, no tardarían en llegar si de verdad fuesen a ir allí.
Senpai tenía mil pensamientos en la cabeza ¿Whittmore, el hombre bomba, le había pedido a Hex que se quedara porque quería estar a solas con él? ¿Con él? Esto era un sueño, y planeaba aprovecharlo por más corto que fuese.
̶ Oye – Rompió el silencio el más alto, llamando su atención.
̶ ¿Qué pasa? – Contesto suavemente.
̶ Uhm, no nos conocemos mucho ¿No? De vez en cuando conversamos en la tienda de Kyle, pero no se mucho sobre ti y dudo que tu sepas algo sobre mi ¿Verdad? Me gustaría saber un poco más sobre ti y así nos hacemos amigos ¿Te parece bien, Semp? – Hablaba con voz calmada y gesticulando correctamente, como si le hablara a un niño muy pequeño. Para entrar en confianza.
̶ Oh ¡Me parece muy bien! A mí también me gustaría conocerte mejor – Contesto, tímido y agachando ligeramente la cabeza.
̶ Que bien, entonces, primero ... ¿Cuántos años tienes? ¿Aun vas al cole, no?
̶ Oh, sí voy. Pero ya estoy en mi último año, soy un senior.
̶ Ah, eso ... ¿Entonces tienes dieciocho? ¿Eres mayor de edad? – Pregunto rápidamente.
̶ Si, si lo soy. Cumplí dieciocho este año. En Febrero ... A que no adivinas cuando nací ¿Eh? – Lo reto, pero Whitty tenía la cabeza en otro lado y no le hizo caso.
Dieciocho, dieciocho ... Los había cumplido a principios del año y apenas era Julio, entonces ¿Lo protegerían los policías? ¿O lo echarían porque ¨Mi señorito ya está grandecito y ya puede cuidarse solo¨? ¿Cómo cuando lo echaron a sí mismo la primera vez que busco refugio? El asiático no parecía mayor, tranquilamente podría pasar por alguien de quince o dieciséis. Aunque, claro, su voz es más grave que un chico de esa edad. Pero igual pueden fingir que tiene diecisiete y que es mudo ...
̶ ¿Whitty? Whitty ¿Me estas escuchando? ¡Ya casi llegamos a mi casa! – Lo despertó de su trance, entonces sacudió la cabeza y se dio cuenta de que estaban a casi nada de llegar a la tienda de Kyle, apenas y los separaba una esquina. El hombre bomba se alarmo, se detuvo y pensó a toda velocidad ¿Qué debería hacer? La policía no lo acogería si sabían que era mayor ¡Y no podían fingir que era menor porque si se lo decía Senpai se daría cuenta de adonde lo lleva y huiría! Tenía que hacer algo ¿Confiaría Senpai en que lo mejor para su existencia es que la policía lo llevase de vuelta a sus padres? En primer lugar ¿Tenia padres? Había oído de Sam que el muchacho decía que su papá estaba siempre con él, pero nunca lo había visto con nadie. Nadie que pareciese un padre, claro. Dejemos al padre ¿Qué pasara si lo logra llevar allá? Había oído que los policías de la ciudad se la pasaban drogándose, cogiendo y casi nunca hacían su trabajo, únicamente cuando les convenía. Pero también había oído que uno que otro seguía teniendo una birria compasión con los desamparados de Ciudad Funkin ¿Y si no había ninguno presente en la comisaria? ¿Y si no existían? Dios mío, ya están demasiado cerca. Tanto que bastan unos pasos más para llegar a la puerta. Y ahí está la maldita caja de cartón, tan pequeña y tan vacía como su dueño. Su dueño. Senpai es asiático y tiene la piel blanca, blanca como el nácar. Y de una belleza inigualable (No significa que haya estado pensando en eso, ejem), además tenía la ropa limpiecita y el cabello arreglado y olía a florcitas de lavanda, a pesar de haber estado bajo mucha presión física hace un rato ¿Y si creían que tenía dinero, o que pertenecía a una familia ricachona? No, si fuera así intentarían extorsionar a sus iguales ¿Les daría Senpai el nombre de su familia, siendo que se trata de la autoridad? ¿O le daría igual? ¿Le importaba a Senpai su estado físico, emocional y económico?
̶ ¿Whitty? ¿Está todo bien? – Sintió de pronto una mano sobre su antebrazo, que irradiaba una calidez deliciosa. Whitty relajo los hombros, ni se había dado cuenta de que estaba tan tenso hace un momento. Miro a todas partes de la calle, luego al escolar y luego a la caja. Y luego al cielo. Al final, pensara lo que pensara, había una cosa que hacer. Una sola decisión. Una sola era la correcta.
̶ Pensándolo mejor, no me gusta que duermas en esa caja ¿Qué tal si te das una vuelta por mi casa? ¿No te molestaría? – Pregunto, fingiendo banalidad.
̶ Eh ... ¿Cómo dices? ¿Me estas invitando a tu casa? – Pregunto, con sus enormes ojos azules.
̶ Sí, no a que te quedes si no a ... A tomar algo ¿Sabes? Me agradas un montón ... No es que, ejem, no es que me esté apresurando ... ¿Oh si? Bueno, disculpa mis nervios – Sonrió, pero no le funciono del todo y termino en una mueca rara. Como si sonreír le doliera.
̶ Yo ... Yo estaría encantado de ir, muchas gracias – Contesto el otro con recargada animosidad, y parecía que de su ser emanaban pequeñas chispitas blancas mientras sus mejillas se tornaban de un rosado pálido.
̶ Ah, qué bien. Entonces ... Ven, es por aquí.
Dejaron la tienda de Kyle atrás. La noche caía rápidamente sobre los dos y sobre todos en la ciudad. El frio volvía a levantar las calles, y las escorias a inundarlas. Siendo que la mayoría de postes de luz se encontraban averiados o reventados por piedras, únicamente eran bañados por la luz de las casa. Y ni siquiera de gran parte de ellas, de una poquísimas. De la oscuridad emergían miles de ojos con distintos pecados. Whitty suspiro, y se apegó más al muchacho. Pensó en pasar el brazo por sus hombros o darle la mano, pero se dio cuenta de que no tenía la suficiente confianza con él como para hacer eso.
¿Por qué se estaba preocupando tanto por él? ¡En la ciudad hay miles de niños desamparados en peores condiciones! ¡Ve docenas de ellos casi a diario! ¿Qué tiene ese mocoso privilegiado de especial? (Más allá de su capacidad para desaparecer y para acicalarse a sí mismo con la rapidez de un rayo) La verdad ... Es que ni él mismo lo entiende. Podría ser que ya se hartó de ver tanta pobreza, delincuencia y desdicha en cada pequeño rostro redondito que se levanta de entre la basura. Podría ser que solo intenta estar ocupado con algo, o purificar su alma con una buena acción. O bien podría ser que simplemente no quiere que Senpai, siendo tan amable con él como no lo ha sido nadie nunca después de incidente aquel con Daddy Dearest, termine en el mismo agujero sucio e infernal en el que esta él ahora mismo. No si puede hacer algo para cambiarlo, no si puede salvarlo. Y darle una mano amiga, como lo hicieron con él Hex y Carol.
̶ Oye, Whitty ... No me molesta que me tomes de la mano, pero si me incomoda un poquito poquitín que me la estés apretando tanto – Le llamo la atención, y cuando se dio cuenta estaban a mitad de camino, bajo el brillo estéril de un poste de luz no roto aun. Y claro, tomándolo de la mano. Dudo si soltársela, porque sería muy incómodo. Así que decidió guiarse por su palabra y seguir a su lado lo más junto que pudiera.
̶ Ah, perdona eso. Eh ... No te alejes de mi ¿Vale? Esta parte de la ciudad es bastante peligrosa – Lo advirtió, sintiendo de pronto la presión de la mirada de miles de huéspedes indeseados.
Luego de la advertencia, por algún motivo, ralentizaron su caminata. Whitty se sentía nervioso, porque a pesar de ser muy alto y amenazador igual no podría hacerle frente a una banda de más de tres ladrones si se aparecía una por el camino, mucho menos si tiene que estar al pendiente del escolar. Y Senpai se dio cuenta, y ahora sí, de que si seguía vivo y completamente sano durante todo este tiempo habíase sido por puro milagro ¿A quién se le ocurre dormirse a la intemperie en esta ciudad?
Para su mala suerte, un viejo conocido del hombre bomba se apareció de la nada. Como si hubiese salido de las sombra y a las sombras perteneciese. Puede que sea así.
̶ Whitty ... Es un milagro que pases por acá ¿Por qué ya no paseas por aquí? ¿Es que te da miedo, marica? – Lo insulto el hombre encapuchado y de baja estatura. Tan bajo que Senpai le ganaba por una cabeza. Tenía mala pinta, y en definitiva olía como si no se hubiese dado una ducha en años. Como si hubiese salido de las alcantarillas.
̶ Hola, Rick. No pasaba por aquí porque, precisamente, quería evitarte. Si, tienes razón. Ya nos vamos – Intento rodearlo o por lo menos dar un paso más, pero el tal llamado Rick los detuvo con una especie de silbido. El silbido de una cucaracha.
̶ No, no ... Tienes que pagarme ¿Lo olvidas? Te vendí merca ... ¿Y al final la vendiste por el doble de su precio, no? ¿Dónde está mi dinero? Puedo ser muy generoso, pero también muy impaciente.
Whitty hizo una mueca, recordando lo que había hecho con esas pastillas de éxtasis. Las había tirado por el inodoro luego de meditar lo que haría con ellas por un periodo corto de tiempo.
̶ Tengo tu dinero, pero primero tengo que hacerme cargo de algo. Volveré cuando termine, lo prometo – Intento convencerlo, sonriendo banalmente. Como si tuviera toda la confianza del mundo.
̶ No, no ... No sé si lo sepas, pero también tengo que comer. Y no es como si no tuvieras el dinero, al fin y al cabo, traes una prostituta contigo ¿Es que es más importante follar antes que pagar tus deudas? Tienes una muy mala estructura de prioridades, eh ...
̶ ¡¿Prostituta yo?! – Se ofendió el otro, que había permanecido ligeramente escondido detrás del más alto. Whitty entro en alerta y le dio un golpe leve en la espalda, como si le dijera que se callase.
̶ Vaya, y una de las finas ... No le gusta que le digan puta, jajaja. Venga, ya. Te rebajare la mitad de tu cuenta si me dejas un rato con ella.
Senpai levanto la vista hacia su alto amigo, con miedo. Como si temiese que el hombre bomba lo entregara a cambio de una reducción de sus deudas. Whitty lo noto, y le apretó más la mano. Y en esa única acción, Senpai sintió (Y no solo él, a su pesar) que estaba más cerca que nunca del hombre al que amaba. Al que amaba tanto y del que no había tardado mucho en enamorarse. Y no es que fuera solo por su condición de eterno novio, era más bien algo más profundo. Más oculto, que le daba una paz nunca antes sentida. Claro que era una persona muy enamoradiza, pero ... Lo que Whitty le hacía sentir, definitivamente era diferente. Muy diferente. Ahora estaba más seguro que nunca que deseaba con todas sus fuerzas tener un hijo suyo que seguir vivo.
Si pudiera tener hijos con él, claro.
Por ahora ha vuelto la mirada al frente, encontrándose con el horripilante rostro de Rick que sonríe con lujuria. Y su mirada penetrante es como si dejase vagar las manos por su cuerpo. Tan apresionante es que puede jurar sentir su lengua pasando por sus caderas o sus dedos recorriendo su pecho. Se estremece del asco y se aferra con más fuerza al chico alto, y al mismo tiempo se aferra a su micrófono rosa.
̶ No, Rick. Y si te atreves a tocarlo te voy a partir la puta espalda – Amenazo, gruñendo por lo bajo y estirándose cuan alto era. Senpai movió los dedos sobre los botones del mike(*) con intenciones de encenderlo y defenderse. Y es que las batallas de Rap son de importantísima estima en la ciudad ¿Quieres la mano del hijo de alguien? Rapeas ¿Quieres aprobar la escuela, el bachiller o la Universidad? Rapeas, literalmente hay un curso especial para eso ¿Quieres postular a un trabajo? Rapeas. Y cuando ganes, puedes hacerle lo que quieras a tu oponente. Whitty se dio cuenta (Parece ser de la clase de personas que están demasiado atentas a todo) y chisto para que dejara de hacerlo. En ese mismo instante Rick se llevaba una mano a la espalda, a la trabilla trasera del cinturón. Algo se reflejó con el brillo en la luz naranja de los postes de luz. Whitty no tuvo que dudarlo más.
Con la mano derecha, la misma que había mantenido pegada al escolar todo este tiempo, le dio un tremendo empujón al suelo. Senpai grito de la sorpresa y cayó de espaldas en el frio asfalto empedrado de malísima calidad, cortándose las palmas de las manos. Un segundo después, el hombre bomba dirigía una patada al estómago de su contrincante más bajo. Con todas las fuerzas que podría tener en ese momento. Rick cayó igualmente. Antes de que pudiera levantarse, el más alto le propino otra patada en la mano, en la cual empezaba a empuñar una pistola. El arma patino por la pista hasta quedarse quieta relativamente lejos del hombre cucaracha. Y no fue casualidad, Whitty había calculado bien su fuerza para no mandarla tan lejos y que la tomase alguno de los tipejos sucios y hambrientos que observaban la pelea desde la oscuridad.
Luego se detuvo un momento, bajo la vista hacia el suelo donde el insecto se retorcía. Y volvió la vista hacia atrás, donde el asiático empezaba a levantarse y a alarmarse por la presencia del arma en el suelo. Vio que empezaba a dar la vuelta para huir y refugiarse en la falsa serenidad que daban las calles semi desérticas. El frio calo en el aire y se metió entre sus ropas. Pero a pesar de ello, sudaba nervioso. Casi nunca se había metido en peleas porque, de verdad detestaba la violencia. Y ahora no solo acaba de quedar como un pandillero frente a sepa tú quien cuanta gente. Y no solo eso, tiene a Senpai detrás a nada de echarse a correr del pánico. Pasaban demasiadas cosas y casi ninguna buena, pero al final y como había hecho antes, tenía que tomar una decisión y la correcta.
̶ Espera – Lo llamo – No pasa nada, voy a neutralizarlo.
Senpai dudo si correr o quedarse, al fin y al cabo, acaba de ver como tranquilamente el hombre bomba desarmo a un bandido aparentemente peligroso. Y él podría ser el siguiente ... Aunque de ser así, no se habría negado a entregarlo como pago o de plano no lo habría tomado de la mano para estar cuidándolo.
Y hablando de eso ... Bajo la oscura noche y las estrellas casi no podía ver el rostro del chico, pero ¿Podría ver Whitty el suyo? Desde que se quedó en ¨modo automático¨ y se puso a caminar junto a él teniendo la cabeza en otro lado, y la mano junto a la suya, el escolar no había dejado de sonrojarse o levantar la mirada tímidamente. Pero nunca le devolvía la vista, como si estuviera pensando en otra cosa y no fuera consciente de su presencia. Ahora estaba más convencido que antes. Lo acompaña a casa, lo invita a la suya y le toma de la mano ¿Qué podría significar?¿Que puede ser?
Decidió quedarse parado un poquito lejos, solo por prudencia. Cruzo los brazos sobre el pecho. Todo lo que hiciera, lo estaba haciendo por su bien.
Whitty volvió la vista al suelo, donde el hombre horrible intentaba incorporarse entre toces y jadeos. Volvió a derribarlo de un golpe con el puño en la cabeza. Y luego, le propino más patadas aun en el mismo sitio, tan fuertes que su cabeza se movía de un lado a otro como un látigo (Más precisamente, el efecto de látigo que sufres cuando chocas en un auto). Después se detuvo, observando el pequeño charco de sangre que se formaba en el frio suelo saliendo de su boca y ambas fosas nasales.
Se dio vuelta para comprobar si Senpai seguía allí, y efectivamente seguía allí de pie. Parecía tener frio. O miedo. A lo mejor, si lo llevaba a la despensa policial y se quedaba ahí debería de regalarle su chaqueta. Para que lo recuerde ... ¿Y porque querría el que lo recordara?
Camino hasta la pistola y se la guardo en uno de los grandes bolsillos de su chaqueta. Se acercó hacia el escolar, que estaba tan quieto como una estatua.
̶ ¿Tú lo ... ?
̶ No, él está más vivo que tú y yo juntos. Venga, vamos.
Senpai seguía escudriñando con la vista el bolsillo donde tenía el arma.
̶ Tranquilo, solo es por si acaso. Como él hay un montón de gente aquí. Te prometo, que no disparare a nadie, a menos que sea nuestra última opción ¿Si?
El camino fue callado, y parecía que el frio se negaba a dar tregua porque solo empeoraba.
̶ Eh ... ¿Por qué no ... Porque él no intentó ... ? - Se encontraba demasiado perturbado por lo que acababa de ver, que no le salían las palabras. Tan solo atino a levantar su micrófono, al cual se aferraba con tanta fuerza que la punta de sus dedos se mostraban más pálidas de lo que eran ya.
̶ Ah ... Él no sabe cantar, lo cual es una pena porque literalmente la ciudad se rige así. Es muy extraño, uno de entre miles de personas ... - Le paso el brazo por los hombros, con confianza – Por eso el arma. Si no sabes rapear, entonces tienes que defenderte con los puños.
Senpai asintió en silencio y muy despacio. Aun así, seguía con cierta pregunta horrorosa corriendo por su mente.
̶ ¿Te pasa algo? – Le pregunto el otro, el otro que siempre sabe lo que le pasa a uno.
̶ Tú ... ¿Tú te drogas? ¿O vendes drogas? – Pregunto con un hilito de voz. Si eso era verdad, entonces se quedaría tremendamente decepcionado. No dejaría de amarlo, claro ... Solo que le gustaría que el futuro padre de sus hijos no fuera un drogadicto (Según él. Lo de tener hijos, quiero decir. Es imposible)
̶ Ah ¿Lo que dijo Rick? No, fue hace bastante tiempo en realidad. Estaba desesperado porque me estaba yendo muy mal económicamente. En esta parte de la ciudad casi no hay trabajo honesto. Era vender drogas ... O hacer algo que de verdad yo no quiero hacer. Me decidí por la primera y mi plan era revenderlas, pero al final las tire porque no me sentía bien ayudando a arruinarle la vida a alguien más – Se encoge de hombros y lo mira, él parpadea - ¿Y tú? ¿Alguna vez has hecho algo malo y la final te arrepentiste?
̶ Yo ... Yo nunca he hecho cosas malas – Mintió, más o menos – Trata a la gente como quieres que te traten.
̶ Ah, perfecto ¿Y qué opinas de mi historia?
̶ ¿Eh?
̶ Quiero saber si te acabo de asustar o asquear.
̶ ¿Tú? ¡Para nada! Entiendo porque querías hacerlo, y me parece muy maduro de tu parte que te hayas echado para atrás al final. No solo estabas pensando en ti mismo, estabas pensando en la vida de alguien más. Eso es muy generoso – Le contesto con una sonrisa, y se apegó a él para darle un pequeño abrazo. Whitty sonrió, pero muy poquito. Le acaricio el cabello, que era de una suavidad fuera de este mundo, y le levanto el rostro por el mentón.
Se quedó mirando a sus enormes ojos azules, tan azules y tan brillantes como el cielo diurno mismo. Y tan bonitos, y tan inocentes. Y tan frágiles, tan tristes. Le pasó la mano por la mejilla y sonrió tristemente.
̶ Me recuerdas a mí.
̶ ¿A ti?
̶ Bastante, cuando aún era normal.
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