CAPÍTULO ONCE
No todo en esta vida es color de rosa. Lo entiendo perfectamente y, hasta cierto punto, estoy bien con ello. Pero lo que no soy capaz de comprender totalmente, es el esfuerzo que la vida pone para aguar mi felicidad a cada instante. La vida parece no querer dejarme disfrutar del buen clima por un rato sin mandarme una tormenta de manera repentina y eso, además de ponerme los nervios de punta, me empuja cada vez más al interior de un oscuro y deprimente agujero del cual he tratado de mantenerme alejada durante mucho tiempo.
— Creí que saldrías con tu novio — La voz de JaeBeom resuena en la sala y por el peculiar sonido que se escucha contra la madera flotante del departamento al acercarse, deduzco que se encuentra en su forma gatuna. No me volteo a verlo, porque me encuentro suficientemente ocupada intentado disipar las lágrimas de impotencia que se han estado acumulando en mis ojos desde que recibí las malas noticias esta mañana, además de que el nudo que tengo en la garganta hace que mis ganas de hablar sean nulas. — El ambiente está algo deprimente aquí — comenta con un tono juguetón, en un intento por alivianar el ambiente y que me digne a decirle algo o, mínimo, a mirarle. Al no obtener una respuesta de mi parte, salta al sillón y camina por sobre hasta llegar a mi lado, deteniéndose a una distancia prudente en donde no me sienta invadida por él. — ¿Qué pasa? ¿Discutiste con tu novio? — pregunta con cautela, tanteando el terreno.
— Te dije que no me hablaras con tu forma de gato... Me perturba — digo tras pasar saliva y aclarar mi garganta. Me obligo a soltar una pequeña sonrisa a lo que él, responde con un gesto de disgusto tan notorio que estoy segura de que su expresión quedaría perfecta para un meme. De esos que se hacen virales y sirven para casi toda situación.
— A mí me está perturbando tu cara en estos momentos — Me la devuelve. — ¿Qué es lo que te ocurre?
Lo miro mal, levemente molesta por menospreciar mi patético —porque sí, reconozco que ha podido salir una sonrisa más sombría de lo que me hubiera gustado —, intento de fingir felicidad en un momento como este, en donde siento que mi mundo se derrumba porque nada está saliendo como quiero o tenía planeado.
— No me siento cómoda hablando con un gato pulguiento.
— Uuh, así que... ¿Prefieres verme desnudo? — Niega, divertido por su propia inferencia. — Eres una pervertida, Bomi. Recuerda que tienes novio.
Bufo con las comisuras de mis labios dibujando una ligera sonrisa por su absurda respuesta que ha logrado levantar, aunque sea un poco, mi nublado humor.
— He decidido cancelar nuestra cita después de haber ido al banco esta mañana... — murmuro, dándole una muy buena pista acerca del porqué mi humor está de esta manera.
Comprende inmediatamente hacia dónde va el asunto y antes de continuar suelta un "ya vuelvo" mientras corre velozmente hacia mi habitación en donde, supongo, dejó su ropa la última vez que la usó. Segundos más tarde, y dándome la razón, JaeBeom reaparece en la sala con su forma semi humana, vistiendo el conjunto que le robó a uno de los vecinos del edificio hace unos días y que ha decidido quedarse permanente con la excusa de que ir y robar otra prenda, levantaría muchas sospechas, además de que ya ha agujerado la que está usando. Específicamente, en la parte trasera del pantalón, por lo que al dueño original ya no le servirá para nada.
— ¿Qué te dijeron?
— Que eres el único que puede ir a retirar el dinero, Jae.
— Pero te firmé un poder con...
— No es suficiente — lo interrumpí. — Con el tiempo que llevas fuera del mapa, eres el único que puede manejar esa cuenta que ha estado inactiva desde hace un par de años. Además, supongo que tienen algunos asuntos que resolver contigo — explico, refiriéndome al largo período de tiempo en el que JaeBeom no ha hecho ningún tipo de transacción.
— Oh, diablos... — susurra, sentándose en el sofá y apoyando sus brazos en sus muslos con la mirada perdida en un punto inexistente en el piso. — Mis tarjetas también deben estar bloqueadas...
— Es muy probable que sí.
— Lo lamento mucho...
Niego, rechazando sus disculpas porque no siento que tenga que darlas.
— Esto no es tu culpa.
— Te ilusioné con lo del dinero, pensado que en verdad funcionaría.
— Y yo también permití ilusionarme. Dentro de esta situación, tú no tienes nada de culpa, Jae. No tienes porqué disculparte por tratar de ayudarme —le aclaro, volteando a verlo con una sonrisa triste entretanto las emociones que por unos momentos pude mantener a raya, comienzan a revelarse nuevamente en contra de mí.
— Por favor, Bomi. No me mires de esa manera. Odio ver a las personas llorar — ruega con su noto teñido de tristeza y bajando sus orejas hacia atrás.
— Entonces será mejor que no me mires... — le aconsejo con la voz ahogada, pensando de forma involuntaria en lo tierno que se ve ahora. Tenso los labios, conteniendo un estúpido sollozo mientras tanto las lágrimas se acumulan en mis ojos y convierten la imagen de JaeBeom en algo borroso. — Vas a terminar odiándome porque soy muy sensible... — balbuceo en un hilo de voz, escondiendo mi rostro entre mis manos con algunas gotas de agua salada deslizándose por mis mejillas a gran velocidad.
Lo escucho suspirar profundamente a mi lado. Se mueve hasta sentarse junto a mí, más cerca que antes.
— No creo que pueda odiarte... Tu cara de meme lo hace imposible — bromea, consiguiendo sacarme una risa corta e involuntaria que sale acompañada de un empujón de venganza.
— Eres un tonto, JaeBeom — Lloriqueo, agradecida de que use su sentido del humor para alivianar mi pena.
— Sí, solían llamarme así.
— ¿Tonto?
— No, JaeBeom — Sonríe de forma brillante, orgulloso de que funcionara otro de sus absurdos chistes.
Me mira con sus ojos convertidos en dos finas líneas y, con inseguridad, una de sus manos se posa en mi espalda para darme unas suaves palmadas en busca de reconfortarme, lo cual funciona de cierta manera.
— No tienes que quedarte aquí viéndome llorar. Puedes ir a otro lado a... — bisbiseo después de haber tomado una bocanada de aire, pero no puedo terminar la frase porque me interrumpe inmediatamente.
— No, ya me aburrí de ver a la vecina del piso tres cambiarse de ropa.
— ¡Ay, eres un sucio! — exclamo con asombro, asco y una pequeña sonrisa de incredulidad, queriendo golpearlo de nuevo pero reprimiendo el gesto.
— Un sucio que te ha hecho sonreír más de una vez — Me guiña un ojo, dejando en claro que solo es otra broma... O, al menos, así prefiero tomarlo yo.
— Te debo parecer una bebé llorona — digo en un suspiro, secando la humedad de mis mejillas con la ayuda de mis manos.
— No, en realidad no. Jamás he pensado que llorar sea malo o sinónimo de debilidad como algunos piensan. Estás triste y frustrada, llorar es la mejor manera para aliviar de alguna manera el dolor que alberga tu pecho y está bien — Se encoge de hombros, luciendo más comprensivo que nunca. — Al igual que todos, tienes el derecho de llorar, Bomi.
— Sí... tienes razón — Asiento totalmente de acuerdo con él, secando por segunda vez mis pómulos mientras el recuerdo de algo llega a mi mente. — ¿Sabes? Una vez leí en un artículo que decía que los abrazos producen una hormona la cual llaman "hormona del amor". Aunque su verdadero nombre es "oxitocina". Esta sustancia... nos ayuda a relajarnos, a sentirnos seguros, a superar nuestros miedos y...
— Bomi, ¿esta es una forma sutil de pedirme que te abrace? — cuestiona sonriendo juguetonamente, ladeando la cabeza hacia el lado derecho con sus desoladores ojos cafés fijos en los míos. — Porque si es así, solo tienes que pedirlo.
— ¿Qu- qué?... — balbuceo, parpadeando dos veces seguidas y un poco descolocada por su repentina pregunta. Rápidamente, siento como el calor se acumula en mi cara en cosa de un parpadeo y mi cabeza se mueve de un lado al otro en señal de negación. — N-no, no. Yo solo... Se muchos datos curiosos y me gusta compartirlos y... ¿Qué haces? — interrogo al ver cómo sus manos se posan en mis hombros y tiran de mí hacia su cuerpo con un poco de esfuerzo, dado que al comienzo me muestro reacia e incómoda con la idea.
— Abrazarte.
— Pero yo no...
— Lo necesitas. Un abrazo siempre es bueno, ¿no? — pregunta, acunando mi cuerpo con cuidado, sin dejarme otra opción que apoyar mi cabeza contra su firme pecho.
— Pero lo digo en serio. No lo dije porque quisiera un abrazo o...
— Bomi — Capta mi atención.
— ¿Sí?
— Solo cállate por unos segundos y deja que la hormona del amor haga su trabajo — pide en un murmuro cansado.
Dubitativamente, acepto en silencio su petición y me quedo quieta en mi lugar por unos segundos, en los que no puedo evitar sentirme algo tensa por la posición en que no encontramos; posición gracias a la cual soy capaz de escuchar los amortiguados latidos de su corazón a través de su pecho, además, de poder percibir tanto el calor que emana su cuerpo como el aroma que desprende su playera, el cual puedo reconocer fácilmente como lavanda. Una de mis fragancias favoritas.
Mi entrecejo se frunce ligeramente.
— JaeBeom, ¿has estado lavando tus prendas robadas con mi suavizante de ropa?
— Con algo tengo que lavarlas, ¿no?
Me separo de él y golpeo su brazo, sacándole un quejido de dolor mezclado con sorpresa.
— ¡Lo estás malgastando, burro!
— ¡No es un malgasto si la ropa que uso queda así de suave y yo estoy feliz! — refuta, acariciando su propia playera y deleitándose con la textura de la prenda. — No seas tan egoísta, Bomi — gruñe como un niño pequeño, como si yo fuera la del problema y pretendiendo estar enfadado cuando ambos sabemos que se está divirtiendo con esta pequeña pelea.
Ruedo los ojos, sabiendo que discutir por ello con Jae es imposible y porque tampoco es que tenga muchas ganas de hacerlo ahora.
— Bien, pero úsalo de manera moderada. Porque desde ahora estamos en modo ahorro — le informo.
— ¿Modo ahorro? — pregunta, confundido.
— Sí.
— No quiero agobiarte con preguntas, pero conociendo tu situación actual se me es imposible no querer pregunta sobre, ¿qué harás ahora sin el dinero? ¿Estudiarás derecho como tus padres quieren o tienes algún otro plan?
Paso saliva e inspiro profundo, abasteciendo mis pulmones de oxígeno.
— Aunque quisiera aceptar lo que mi padre me propuso, creo que ya es muy tarde para ello.
— ¿Por qué es muy tarde, Bomi?
— Porque ya metí el sobre con la carta en el correo y no hay manera de recuperarlo ahora — digo velozmente, colocándome de pie de un salto con una mezcla de nerviosismo, emoción y ligera ansiedad con solo imaginarme la posible reacción de mi progenitor al ver su correo.
— No estoy entendiendo nada — se sincera, peinando su cabello oscuro hacia atrás y, por unos milisegundos, despejando completamente su frente. — ¿Qué sobre le enviaste por correo?
Dejo escapar una diminuta risa nerviosa mientras mis dedos juguetean entre sí, haciendo notorio que estoy nerviosa.
— ¿Recuerdas el sobre con los formularios de postulación que me dio mi padre? — Asiente, mirándome curioso a la espera de que continúe. — Bueno, con la mezcla de sentimientos que tenía dentro de mí y con mi orgullo más grande que nunca... — explique, gesticulando con mis manos y hablando un poco más rápido de lo normal. — Le escribí una nota al interior del sobre la cual dice: "Si tanto te gusta la medicina estúdialo tú. Quédate con el jodido dinero que me importa una mierda que yo voy a estudiar lo que YO quiera" y se la envié de vuelta por correo junto a todos esos estúpidos formularios en blanco — Termino, tomando una profunda bocanada de aire y con mi corazón latiendo de manera irregular, deteniendo mi inconsciente caminata por la sala para admirarlo otra vez a la espera de una reacción, ya sea buena como mala, de su parte.
Se queda un momento procesando todo y comienza a vocalizar sin que ningún sonido salga de su boca entretanto una gigantesca sonrisa surca sus labios. Su mano derecha se dirige a su boca en forma de puño, y suelta una exclamación de emoción y estupefacción que consigue hacer que mi ego se eleve como un coete.
— ¡Wooa! ¡Bomi-ah! — Se carcajea, incrédulo. — ¡No esperaba que hicieras algo así! Entonces, ¿estudiarás lo que tú quieres?
— Sip, el próximo año.
— ¿El próximo año?
— Sí — Asiento. — Después de mandar el sobre, comencé a pensar y sacar cálculos... Por lo que ya tengo un plan. Conseguiré otro trabajo que sea de medio tiempo el cual no solo me ayudará a recuperar el dinero perdido, sino que también a obtener más y, el próximo año, entraré a estudiar psicología infantil como siempre he querido hacer.
— Eso es asombroso — Admite, colocándose de pie y alzando su mano a la espera de que le dé "los cinco". — Gran jugada, chica. Era verdad eso de que eres un cerebrito — me halaga, haciendo que mis mejillas se sonrojen.
— Gracias... Hum... ¿Te parece que pidamos pizza para cenar? Tengo ganas de comer pizza — Sonrío angelicalmente, rascando mi brazo con incomodidad, como si estuviera pidiéndole permiso a mi madre y no a mi roommate mitad gato.
Se encoge de hombres y cruza sus brazos.
— Por mí bien, de cualquier manera, tú terminarás pagando — Ríe entre dientes y lo empujo.
— Sí, tienes razón. No sé ni por qué te lo he preguntado — confieso, yendo por mi móvil para pedir la dichosa pizza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro