Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO DOCE

Pasar lo que resta de la tarde tirada en el sofá junto a JaeBeom, viendo un anime que consta de tan solo doce capítulos mientras devoramos lo que podemos de dos pizzas de tamaño familiar — porque glotones es nuestro segundo nombre —, es más divertido de lo que pude haber imaginado en un principio. No sabía que al chico le gusta el anime, aunque en realidad, no es como que conozca mucho acerca del muchacho mitad gato que se encuentra sentado a menos de dos metros de mí con su vista fija en la pantalla de la sala entretanto ríe y mastica un trozo de pizza al mismo tiempo.

— ¿Qué tanto miras? — cuestiona, girándose a verme tras percibir mi insistente mirada sobre él.

— Lo asombrosamente grande que parece ser tu boca — respondo con el entrecejo suavemente fruncido con conmoción al ver el gran trozo de comida que se ha metido, hace tan solo unos segundos, a la boca.

— Sí, es grande — Asiente, confirmándolo y terminando de tragar.

— ¿Puedes meterte un trozo entero de pizza en la boca?

— ¡Claro! Eso es sumamente fácil — Se encoge de hombros y voltea a ver la televisión, en donde se está desarrollando una escena romántica que no me importa y, menos aún, cuando ya he visto este anime y la única razón por la que nos encontramos viéndolo es porque se lo aconseje a Jae y le pareció una buena idea. Tras unos segundos gira su rostro otra vez en mi dirección, incapaz de ignorar mis ojos que se encuentras fijos en su rostro. — ¿Qué?

— Hazlo.

— ¿Qué cosa?

— Meterte el trozo entero de pizza a la boca. Quiero ver eso — le digo con un deje de emoción.

Arruga el entrecejo y niega.

— ¿Qué? ¿Por qué debería hacer eso?

— ¡Vamos, Im! ¡Te estoy alimentando gratis!

— ¿Y por eso debo ser tú entretención?

— Por el momento, se me ocurre que es lo mejor con lo que puedes contribuir en este departamento — me sincero, a lo que él deja escapar una risa incrédula. — ¡Vamos! ¡Por favor!

Se limpia la comisura de sus labios con una servilleta y se gira un poco para verme con una gran sonrisa, que deja en claro que se le ha ocurrido algo en mi contra.

— Lo haré... Solo si me lo pides con aegyo — propone y la mueca de asco que se forma en mi expresión, consigue sacarle una sonora carcajada.

— Es broma, ¿verdad? — interrogo, sintiéndome totalmente rehacía a la idea de hacer aegyo y, aún más, por él. Porque, bueno, lo he hecho algunas veces con Mark o YoungJae, pero la mayoría de las vece, es inconsciente por lo que no me siento avergonzada de ello. Pero hacerlo de manera consciente, con alguien como JaeBeom que no es tan cercano a mí, no me parece en lo más mínimo una idea atrayente.

— Nop.

— Eso no es justo. ¡Estás comiendo de mi pizza, hombre! ¡Eso debería ser suficiente! — exclamo con indignación.

— Debería, pero no lo es.

— ¿Sabes qué? Ve y busca tu propia pizza, ya no te compartiré más — gruño, cerrando la única caja en la que queda comida y deslizándola hacia mí.

— ¡Oh, vamos! — se queja, intentado quitármela. — ¡No seas así! ¡No te he pedido algo muy difícil! Hace un rato, cuando no tenían la bebida que querías en la pizzería, hiciste un adorable puchero — me informa.

— ¡Pues no pretendía hacerlo! ¡Solo salió!

— ¡Pues haz que salga de nuevo! — chilla entre risas, estirándose por sobre mí para alcanzar la caja que pretendo mantener alejada de sus manos.

— ¡No quiero! — me rehusó y, a diferencia de él, parezco ser la única en la habitación que se ha percatado de la posición en la que hemos quedado en el sillón con nuestra pequeña discusión, porque JaeBeom parece estar demasiado concentrado en tratar de conseguir la caja de pizza y seguir comiendo, como para darse cuenta que ha terminado acorralándome contra el sillón con su cuerpo. Mis brazos se encuentran estirados por sobre mi cabeza, y mi cuerpo se haya entre sus piernas, lo cual hace que me pregunte en qué momento llegamos de estar a casi medio metro de distancia a esto. Se apoya en el sillón con su mano izquierda mientras su diestra, se estira para atrapar la caja de cartón de color blanco con el nombre de la pizzería grabado en la superficie. — JaeBeom... — lo llamo, aclarando mi garganta y captando su mirada, que baja para encontrarse con la mía. — ¿Te podrías...? — Muevo mis cejas con una expresión incómoda a la espera de que, con eso, se percate de lo que me estoy refiriendo. Pero no sé si es estúpido o se hace pasar por uno, porque enarca una ceja y se me queda mirando con cara de bobo a la espera de que siga.

— ¿Podría qué? — cuestiona con naturalidad, a medio metro de mi rostro.

— Quitarte de encima, animal.

— ¡Oh! ¿Te incómoda?

— ¡Oh, claro que no! ¡Me encanta tenerte sobre mí! — suelto sarcástica, a lo que él abre los ojos de par en par y ríe.

— ¡Diablos, Bomi! No sabías que tenías esos sentimientos hacia a mí. Aunque no es de extrañar, soy demasiado sexy. Es normal que te sientas así por...

— ¡Solo quítate! — pido, con las mejillas ardiendo y haciendo que otra vez, se ría a base de mí.

«¿Por qué me presto para sus burlas?» Me preguntó a mí misma, atrapando el interior de mi mejilla con los dientes.

— Ya, ya, tranquila. Me quitare, pero... Me llevo esto — dice y, antes de que sea capaz de reaccionar, me arrebata la caja con pizza de las manos para después volver a su lugar irradiando felicidad por cada poro de su cuerpo.

— ¡Oye! — me quejo.

— Ya, deja de quejarte — me interrumpe, dejando la caja sobre la mesa de centro de madera. — Haré el show de la pizza.

— ¡Oh! ¿En serio?

— Sí, pero será solo una vez así que después no fastidies más, ¿bien?

Sonrío y asiento, aceptando sus condiciones sin rechistar en lo más mínimo. Me acomodo en la orilla del sillón mientras él toma un trozo de pizza y lo comienza a enrollar.

— Estás demasiado emocionada por esto... — murmura, viéndome por el rabillo del ojo y removiéndose con algo de incomodidad en su lugar por tener toda mi atención en cada uno de sus movimientos.

— Es la primera vez que veo algo así.

— ¿En serio? ¿Nunca lo has intentado?

— Nop.

— Oh... Bueno, aquí va — dice y lo hace. Se mete todo el trozo de pizza a la boca de una sola vez, quedando con la boca completamente llena y sus mejillas infladas, adquiriendo la apariencia de un hámster.

— ¡Oh, diablos! — exclamo aplaudiendo pasmada y, completamente, animada con su extraño talento. Una carcajada brota desde el fondo de mi garganta y mi mano derecha pellizca con ternura su mejilla rechoncha, por lo que voltea a verme y a pesar de que no me dice nada, puede leer en su expresión claramente lo que le hubiera gustado decirme: "¿Por qué has hecho eso?". — ¡Te ves muy tierno!

Revolotea los ojos con fastidio ante mi comentario y se toma su tiempo para terminar de comer.

— ¿Feliz?

— Mucho. Graciaaas — canturreo, acomodándome nuevamente en el sillón para, ahora sí, fijar mi atención en la pantalla.

Apoyo mi hombro contra la pared lateral del elevador y saco mi móvil del bolsillo de mi chaqueta, el cual ha vibrado más de dos veces seguidas mientras me dirijo al elevador del edificio, detalle que despierta una gran curiosidad dentro de mí. Las puertas del aparato se cierran y, casi de inmediato, siento cómo alguien pica mi hombro con cuidado, en busca de captar mi atención.

Me quito uno de mis audífonos y desvío mi mirada al chico que se encuentra junto a mí, quien, además de lucir un llamativo cabello rojizo, me regala una suave sonrisa para seguido, tenderme un billete de diez mil wons.

— Disculpa, pero se te ha caído esto.

— ¡Oh! Muchas gracias — le agradezco, dándole una corta reverencia. Guardo el billete nuevamente en mi bolsillo y mi atención regresa a mi teléfono.

— No es nada. ¿Vives aquí?

— Hum... Sí, desde hace poco. ¿También vives aquí? — pregunto, notando las bolsas de compras que lleva en su mano derecha.

— No. Solo vengo a visitar a un amigo. Se llama Jackson, ¿lo conoces?

La imagen del chino llega a mi cabeza de inmediato y asiento.

— Sí, es mi vecino. Es un tipo... peculiar.

Las puertas del ascensor se abren y ambos descendemos del elevador, mientras el chico ríe por mi descripción de su amigo.

— Sí... Muy peculiar. Bueno, aquí nos separamos — dice cuando llegamos a la entrada de mi departamento. — Por cierto, me llamo Bambam. Un gusto — Hace el signo de paz. Llega a la puerta de Jackson y saca una llave de su bolsillo entretanto yo, me quedo unos segundos de pie frente a la mía, con la sensación de ya haber escuchado ese nombre anteriormente.

— Que... peculiar nombre — comento con sinceridad y, de pronto, la bombilla sobre mi cabeza se enciende. — ¡Te llamas igual que la mascota de Jackson!

Suelta una carcajada y asiente.

— Sí, le puso igual que yo — Se encoge de hombros. — Bueno, tengo que irme. Adiós, Bomi.

— Adiós — Me despido y ambos ingresamos a nuestros respectivos departamentos. — ¡Ya llegué! — exclamo, quitándome los zapatos en la entrada y sonrío cuando un rico aroma ingresa en mis fosas nasales como un excelente saludo de bienvenida. Me enderezo y, cuando me dispongo a entrar a la sala, una pregunta surge en mi cabeza. — ¿Cuándo le dije mi nombre? — murmuro, recapitulando todo nuestro encuentro sin hallar el momento exacto en dónde me presenté.

— ¿Qué? — interroga JaeBeom, parando de hacer lo que sea que estuviera haciendo con esa espátula.

— Hum... No, no importa — murmuro, restándole importancia al asunto porque, la verdad, puede ser que lo haya mencionada y no lo recordara. Ese tipo de cosas suele pasarme a veces, por lo que decido no dale más vueltas a un asunto tan trivial. Dejo mi bolso sobre el sillón y desbloqueo mi móvil entretanto me acerco al chico con orejas. — ¿Qué estás cocinando?

— Comida.

— Wow... — Lo miro por unos segundos con una cara que dice "JAJAJAJA, pero que chistoso" y abro los mensajes que he recibido de YoungJae. — Esa es la misma respuesta que me soltaba mi madre siempre.

— Sí, estoy seguro que sí. Es una frase típica de madres.

YoungJae

Bomi, voy a ir a visitarte.

En realidad...

Estoy llegando, espero que tengas algo rico de comer.

Porque no he comido nada.

— Genial...— farfullo, sonriendo sin una pisca de gracia y sintiéndome mal por JaeBeom.

— ¿Qué pasa?

— Tendrás que ir a cenar a otro lado, porque mi hermano ha decidido venir a visitarme.

— ¡No! ¡¿Es en serio?! ¿No puedes decirle que, no sé, venga otro día o después de la hora de cenar?

— Viene en cami... — El timbre suena, interrumpiéndome a mitad de la frase. — Corrijo, ya está aquí y quiere quedarse a cenar.

— Yo también quiero quedarme a cenar. Yo cocine todo esto — se queja y lo entiendo, es injusto pero, sinceramente, no se me ocurre qué más hacer. No puedo echar a YoungJae, además, de que si lo intentara necesitaría una buena excusa para que se la tragara y se largara sin sentirse mal por mi rechazo.

— JaeBeom, por favor. Sabes que no pondría problema alguno con que estuvieras aquí, con nosotros, pero con tus orejas y cola... Eso está muy raro y no creo que el corazón de pollo de YoungJae logre soportarlo.

El timbre vuelve a sonar y le ruego a Im con la mirada para que ceda .

— ¿Ves? Ahora estás haciendo aegyo — me acusa con notoria frustración.

— ¡JaeBeom!

— Bien, bien. ¡Me largo! — exclama, quitándose el delantal y entregándomelo junto a una espátula. — Que no se te queme el pescado, fea.

— ¿Qué? ¿Pescado? ¿Y eso cómo se hace?

— Buena suerteeee.... — canturrea, perdiéndose por el pasillo e ignorando todas mis preguntas con gran habilidad, sabiendo de antemano que yo no sé cocinar.

— Hijo de... — murmuro, dirigiéndome a la puerta principal para abrirle a mi hermano mientras me pongo el delantal rosa que, sinceramente, no creí que llegaría a usar algún día.

Sí, lo tenía desde hace mucho, pero las pocas veces que me he atrevido a preparar algo en la cocina, olvido completamente que existe por lo que termino no colocándomelo.

— ¡Bomi! — chilla YoungJae apenas me ve y se lanza sobre mí, envolviéndome con potencia entre sus brazos y alzándome por unos segundos del piso.

— ¡YoungJae! — balbuceo, aferrándome a su cuello a la espera de que decida bajarme rápidamente, porque el que me levante no es una de mis cosas favoritas.

— ¿Cómo has estado? — pregunta, tomándome por las mejillas y apretando ligeramente mis cachetes. — Wow, huele muy bien aquí adentro. ¿Qué estás cocinando? — cuestiona, quitándose los zapatos con agilidad y pasando de mí. Ingresa a la sala, con sus ojos inspeccionando todo a su alrededor con gran curiosidad y admiración mientras tanto yo, cierro la puerta principal y ordeno sus zapatos en la entrada porque el muy burro no conoce el término "orden".

— Estoy cocinando...Hum... Pe-pescado y... con... — titubeo entrando a la cocina junto a mi hermano y abriendo las ollas que hay sobre el fuego, en busca de la respuesta que el rubio espera con ansias.

— ¡He vuelto para continuar ayudándote, Bomi!

Mis ojos se abren de par en par con incredulidad y, de inmediato, me volteo para ver a JaeBeom ingresando a la cocina, vistiendo un polerón de Mark (el cual me prestó hace casi dos meses y aún no me he dignado a devolverle), además, de una de mis gorras de color negro de lana, que se encarga de cubrir sus orejas y parte de su cabello.

¿Qué estás haciendo? — formulo la pregunta sin que ningún sonido salga de mi boca, aprovechando que YoungJae no me está mirando, pero el chico gato solo me sonríe y me ignora.

— ¿Quién es, Bomi? — pregunta mi hermano con una sonrisa, notoriamente confundido por la repentina aparición de Im en la cocina.

— ¿Él? Es... Mi vecino de enfrente. JaeBeom, él es mi hermano, YoungJae. YoungJae, él es JaeBeom, quien creí que se había ido. — remarco la última parte de la oración.

— Claro, me fui al baño y volví para ayudarte con la cena como me pediste — JaeBeom suelta una risa, me quita la espátula de la mano y me hace a un lado. — Bomi es increíblemente mala cocinando, por lo que siempre me pide que le ayude para no terminar muriendo de hambre — le explica al rubio teñido que parecía aún estar procesando la situación.

La expresión de YoungJae pasa a una de completo entendimiento y asiente, riendo tiernamente.

— Sí, ella es muy mala en la cocina — concuerda. — ¿Cuántos años tienes?

— Veinticuatro, ¿y tú?

— Veintitrés. Por cierto, huele muy bien.

— Gracias y... ¿Qué estudias, YoungJae? — pregunta JaeBeom de forma casual y, antes de que me dé cuenta, ambos se han sumido en una divertida conversación en la que he terminado siendo completamente excluida en cosa de un parpadeo.

«Pe- pero... ¿Qué diablos?»

— Yo... Iré a darme un baño — aviso tras un rato, aburrida de ser ignorada por ambos que parecen estarse llevándose mejor de lo que me esperaba.

— ¿Ah? Sí, sí, claro — Asiente YoungJae y continúa contándole a JaeBeom acerca del piso que ha rentado cerca de la universidad a la que asiste.

«Perfecto, ahora soy yo la que sobra» Niego con la cabeza, incrédula, dirigiéndome al baño tras darles una última mirada al par de chicos que han comenzado a reírse de un chiste absurdo que ha soltado mi hermano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro