Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO DIEZ

El visillo blanco de la ventana baila al son de una suave corriente de aire que ingresa de forma repentina a mi habitación, la cual se encuentra sutilmente iluminada por los últimos rayos de sol que tiñen el cielo de un tranquilizador color anaranjado. Tanto mi cuarto como el resto del departamento se encuentran sumidos en un profundo mutismo que es perturbado, solamente, por mis sollozos que no han querido cesar desde que me encerré en mi dormitorio tras discutir con JaeBeom, quien, al parecer, se ha largado a otro lado. Y no lo culpo, porque yo también lo habría hecho si fuera él.

Tomo una profunda respiración y abrazo mis piernas con más potencia para seguido, apoyar mi cabeza sobre mis brazos mientras cierro los ojos por un momento. Percibo cómo las lágrimas se deslizan por mis mejillas, sin dar la menor señal de querer detenerse hasta llevarse consigo el desagradable dolor que se ha instalado en mi pecho desde la disputa con mi padre.

— Y ahora... ¿Qué diablos vas a hacer, Bomi? — me pregunto en un bisbiseo ahogado, sollozando otra vez al ver que el camino hacia mis sueños ha sido bloqueado por una gigantesca piedra que mi progenitor se ha encargado de poner sin ningún tipo de compasión.

"Tómalo como... Una pequeña devolución de todo el dinero que he invertido en ti desde que te sacamos de ese orfanatorio..." Sus venenosas palabras acompañadas de su fría expresión, se repiten en mi cabeza vívidamente, empujando más adentro la daga que él mismo se encargó de incrustar en mi pecho con sus actos insensibles y carentes de cariño.

La puerta de mi cuarto es golpeada con suavidad dos veces seguidas, consiguiendo llamar mi atención y asustarme en el proceso. Su grave voz se hace oír desde el otro lado con tranquilidad, sin esperar a mi respuesta.

— Bomi, ¿puedo entrar?

— Vete, JaeBeom — pido, volviendo a hundir mi rostro en el espacio entre mis brazos, pero sin ningún rastro de desagrado o molestia en mi voz; solo tristeza y cansancio.

No recibo ninguna respuesta de su parte y supongo que ha decidido obedecerme sin poner objeciones, algo que, a pesar de haber sido lo que claramente pedí, no me hace sentir para nada bien. ¿Por qué? Ni yo misma lo sé y, supongo, que se debe a la mezcla de emociones que hay en mi interior; emociones que, en su totalidad, son muy poco agradables y de las que me gustaría poder deshacerme con un solo chasquido de dedos.

Un pesado suspiro se escurre de entre mis labios y lo único que quiero ahora... Es un abrazo, pero no un abrazo de cualquier persona. Claro que no. Quiero cobijarme entre los brazos de mi novio o, en su defecto, de mi hermano mayor que, a esta hora, se debe encontrar aún en la universidad porque la carrera que le han impuesto no hace más que consumirle la vida. Y eso me entristece mucho, porque la carrera que ocupa la mayor parte de sus horas y se encarga de quitarle el sueño ni siquiera es la carrera que YoungJae deseaba estudiar en primer lugar, sino que es una con la que se auto convenció que quería y a la que le terminaría agarrando el gusto con el pasar del tiempo después de recibir un rotundo no, por parte de mis padres cuando les hizo saber que su más grande pasión es la música.

Todo es tan triste. Me rompe el corazón verlo partirse la cabeza por entender cosas que jamás fueron de su interés y...

— ¡AAAH! ¡SALE! — Doy un salto en mi lugar y chillo, fuertemente, cuando la palma de una mano se posa en mi espalda de manera repentina, sacándome de mis cavilaciones y dándome un mini infarto.

— ¡¡Hey, tranquila!! — exclama JaeBeom rápidamente, alzando las manos en señal de paz al notar lo alterada que me he puesto con su inesperada presencia y es que... ¿Cómo carajos consiguió meterse en mi cuarto cuando la puerta se encuentra cerrada con llave desde adentro? — ¡Que solo soy yo!

— ¿Qué? ¿Cómo mierda entraste? — cuestiono con el mismo tono, pero ya un poco más calmada.

— Por la ventana — Señala con naturalidad, encogiéndose de hombros. — Vine a ver si estás bien, aunque es claro que no lo estás porque aún tienes la nariz roja y las mejillas húmedas y pareciera que en cualquier momento vas a llorar otra vez, pero...— farfulla sin parar, desviando la mirada a otro lado con clara incomodidad y vergüenza mientras su mano derecha se dedica a rascar su nuca.

— Oh... Déjalo, ya comprendí tu punto — Sonrío sutilmente, sin mostrar los dientes y algo conmovida por el hecho de que JaeBeom se haya preocupado por mí hasta este punto, a pesar de que apenas nos conocemos y que tampoco lo traté muy bien hace un rato. — Tu gesto es lindo, pero... Lo sería más si no estuvieras desnudo — digo, mirando a otro lado que no sea su morena anatomía.

— Intenta ser un gato y caminar por la cornisa de un décimo piso mientras cargas un pantalón y una playera... — se defiende, sonando un poco ofendido con mi pedido. — Además de que la ropa la he dejado aquí — gruñe, sentándose en el borde de la cama. — Bueno, como sea, cuando lo logres, hablamos.

Revoloteo los ojos, intentado suprimir la pequeña sonrisa que se ha formado en mis labios gracias a él.

No agrego nada más a la conversación y JaeBeom tampoco, por lo que, inmediatamente, nos sumimos en un tenso silencio. Humedezco mis labios y apoyo mi barbilla sobre mis brazos, notando como Im se remueve en la orilla de la cama con desacomodo y se aclara la garganta. Dos veces lo escucho tomar aire como si se estuviera preparando para decir algo que, al final, prefiere terminar guardándose para sí mismo.

— Ponte, aunque sea, un pantalón — murmuro.

— ¿Te molesta que este desnudo? — interroga con diversión, claramente tomándome el pelo mientras se levanta de la cama.

— No es como que me encante.

Lo escucho reír entre dientes y asiente en silencio, dirigiéndose al lugar en dónde dejó tirada su ropa hace un rato.

Entretanto él se viste, yo inspiro aire por la nariz y me animo a mí misma a soltar las dos palabras que se encuentran atoradas en medio de mi garganta y que sé, que debo decir porque no me he comportado de la mejor manera con el chico gato. Y es difícil, pero a pesar de eso, empujo esas palabras que terminan saliendo como un patético susurro que él, es capaz de escuchar gracias al pacifico ambiente en el que nos encontramos.

— Lo siento...

Se detiene por unos segundos y, sin siquiera voltear a verme, continúa con su trabajo de colocarse la playera.

— ¿Por? — curiosea, y yo frunzo los labios con disgusto al ver que me lo está poniendo todo más difícil de lo que ya es para mí.

— Por haberte tratado mal antes. No debí haberlo hecho.

Lo veo encaminarse a la cama nuevamente y se vuelve a sentar en la orilla de esta con cuidado, quedando más cerca que antes, con su muslo derecho rozando los dedos de mis pies y girado en mi dirección para poder vernos a la cara.

Juega con sus manos sobre su regazo y, tras suspirar pesadamente, habla.

— Entiendo que hayas reaccionado así, no te culpo. Yo no debí haber ido y escuchado tu conversación con tu padre, quien, déjame decirte, es un pésimo padre. Un idiota — Tensa los labios y sus orejas se bajan, haciéndolo ver sumamente tierno a mi parecer. — Yo... también lo lamento.

Asiento.

— Solo... Olvidémoslo. Ambos nos equivocamos.

Sonríe y asiente, luciendo contento con la idea que le prepongo. Otro profundo mutismo nos ataca durante un par de segundos hasta que Jae decide romperlo con la misma pregunta que me he hecho más de dos veces en menos de una hora.

— Y ahora... ¿Qué vas a hacer?

Un nudo se forma en mi garganta y, cerrando los ojos porque ya puedo sentir las lágrimas acumulándose en ellos, niego.

— No lo sé... él tiene todo mi dinero. Ni siquiera podré pagar el siguiente mes de renta por eso y... mucho menos una carrera universitaria — digo con voz temblorosa, conteniendo las ganas de volver a echarme a llorar porque la situación me supera y mi frustración, no hace más que crecer a cada segundo al notar que mi padre me tiene en Jaquemate y que lo único que puede sacarme de este estado, es un milagro.

— ¿No tienes a alguien más a quién pedir ayuda? ¿Un hermano, tío, abuelos?

Niego lentamente con mi vista perdida en la nada, percibiendo la potente y felina mirada de Im sobre mí mientras siento un amargo sabor en la boca; el sabor de la derrota porque he perdido otra vez ante Choi ChungHo.

— Mis abuelos por parte de mi madre no me reconocen como su nieta y mis abuelos por parte de mi padre, no tienen dinero como para hacerme un préstamo. Ellos sobreviven con el dinero que mis padres le dan y una miserable pensión. No puedo pedirles nada. No sería justo.

— ¿Hermanos?

Una risa seca y sarcástica se escapa de mis labios al oírlo.

— Si mi hermano ni siquiera fue capaz de pelear por sus propios sueños, ¿por qué me ayudaría a pelear por los míos? — Lo miro enarcando una ceja a lo que él agacha la cabeza, haciendo una mueca triste. Me estiro sobre la cama y alcanzo el interrumpir de la lámpara para encenderla e iluminar el lugar que se ha sumido, en un parpadeo, en las penumbras.

— ¿Y tu novio?

— No le pediré a Mark un préstamo. Apenas y si puede sustentar su propia carrera universitaria como para estar preocupándose por mí. Yo...— Exhalo y limpio una lágrima traviesa que rueda por mi mejilla. — Ya he perdido, Jae — bisbiseo, sonriendo sin la menor pizca de gracias entretanto, pienso en cómo me auto convenceré de que estudiar derecho es algo que me gusta.

Dios, el solo admitir la derrota en voz alta lo hace más real y frustrante.

— Puede que no sea tan así — suelta de repente, tras pasar un rato perdido en sus propias cavilaciones y consiguiendo llamar mi atención que se había visto perdida en el paisaje nocturno al otro lado de mi venta.

— ¿De qué hablas? — Volteo a verlo con el entrecejo arrugado, esperando a que me diga qué es lo que pasa por su cabeza.

— Puedes usar el dinero que tengo guardado en mi cuenta bancaria para ayudarte.

— ¿Tú dinero?... ¿Estás hablando en serio? — interrogo con incredulidad.

— Sí. No es suficiente para pagar una carrera, pero creo que, si haces los movimientos adecuados, te servirá para mandar al diablo al estúpido de tu padre y estudiar lo que tú quieres. Él alabó tu inteligencia, y si es tan así como tu padre dijo, puedes conseguir alguna beca que te ayude, Bomi — Me mira con una sonrisa que deja a la vista sus blancos dientes. Una contagiosa chispa de emoción brilla en sus ojos frente a su propia idea. — Además, estás trabajando, por lo que cuando mi dinero se acabe, no quedarás en cero otra vez.

— ¿Por qué?

— Porque ya te habrán pagado tu sueldo, tonta — responde obvio, entretenido por mi pregunta.

— No, no me refiero a eso sino a que... ¿Por qué quieres gastar tu dinero en mí, JaeBeom? — pregunto seria, acomodándome y quedando sentada con las piernas cruzadas. — No somos amigos y apenas y nos conocemos.

Su mejilla derecha se hunde y deduzco a que es porque lo ha atrapado desde adentro con sus dientes. Sus ojos viajan a otro sitio de la habitación, rehuyendo de mí, y su ánimo se ensombrece. Su expresión adquiere un matiz triste que me hace sentir mal y, mucho más, con esas orejas negras sobre su cabeza que se ven tan condenadamente suaves.

— Porque ya no lo necesito. No puedo salir de este edificio así que, ¿para qué diablos necesito dinero? — me interroga. La tristeza que nubla su semblante se disipa de un momento al otro cuando se percata que el ambiente se ha cargado de una gran aflicción y se encoge hombros, como intentar fingir que no es la gran cosa. — De cualquier forma, no te obligaré a tomarlo. Es decisión tuya aceptarlo. Te lo ofrezco porque me sentiría un poco mal si veo que te sumes en una depresión por hacer algo que no te gusta — dice como si de verdad no le importara, gesto que hace que las comisuras de mis labios se eleven a toda su capacidad y que, sin pensarlo, me lance a abrazarlo, tomándolo con la guardia baja entretanto le agradezco sin cesar por su ayuda.

Porque la felicidad que han traído sus palabras a mi corazón es mucha y no puedo simplemente quedarme quieta y hacer como si no fuera la gran cosa cuando, en realidad, quiero saltar y gritar porque ahora tengo otra opción.

Tengo opciones, otra vez.

— Gracias, JaeBeom — expreso con sinceridad, percibiendo no solo la calidez que emana su cuerpo, sino que también su aroma que ingresa de inmediato por mis fosas nasales.

Percibo como, con un poco de inseguridad, decide corresponder mi abrazo, rodeando mi cintura con sus brazos de manera superficial y dejándolos descansar hasta que yo decido cortar el abrazo.

— S-sí, no es nada. Solo... Deja de llorar tanto y asegúrate de no reprobar, tonta.

— Claro que no lo haré, feo.

Sus ojos se entrecierran, convirtiéndose en dos simples líneas, y veo como su cola se mueve tras de su espalda.

— Yo...

El reconocible sonido de mi móvil, proveniente de la sala, lo interrumpe y capta la intención de ambos.

— Debe ser Mark — susurro feliz, poniéndome de pie de un salto para ir en busca de mi teléfono, pero previo a abandonar el cuarto y dejar a JaeBeom ahí, le sonrío por última vez. — En serio, muchas gracias por esto. Te debo una.

— Sí, como sea. — Sacude la mano, restándole importancia y yo me retiro para ir contestar. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro