Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CATORCE

— Debo admitir, que eres muy bueno consolando — digo tras darle un sorbo a mi chocolate caliente, recordando la escena con el dueño de aquel difunto cachorro.

Al comienzo todo me pareció muy triste e incómodo, ya que, tras escuchar la lamentable noticia por parte del chino, el joven, que no parecía tener más de dieciocho años de edad, se largó a llorar como si el cielo se le viniera encima; lo que es comprensible, digo, he visto y he llorado con YoungJae de la misma manera cuando éramos niño y nuestra antigua mascota falleció, pero eso no quita el hecho de que me sienta incómoda al ver a un desconocido llorar de esa forma. Y mientras yo tensaba los labios sintiéndome fuera de lugar, debatiéndome mentalmente entre si abrazar a un desconocido sería lo correcto, Jackson reaccionó antes que yo y, tomándolo por los hombros con una confianza enorme, lo acercó a sí mismo para estrecharlo entre sus brazos. El muchacho no lo alejó ni mucho menos y, tras un par de minutos en los que el chico consiguió recobrar la compostura, Jackson inició una amigable conversación con él que consiguió sacarle más de una carcajada y alivianar por un momento su dolor. Durante todo ese tiempo, no puedo dejar de pensar que fue asombrosa la manera en que el chino consiguió manejar la situación.

Sus palabras fueron como un antibiótico contra el dolor que viajó directo al corazón del joven.

«Simplemente, algo mágico» Pienso, mirando al chico de cabellos castaños que se encuentra sentado frente a mí en la mesa del comedor, devorando un paquete de galletas que, en pocas palabras, me presionó a comprar con la excusa de que tomar chocolate caliente solo no sería tan divertido como hacerlo con galletas.

Un punto con el que, al final, estuve de acuerdo porque... ¡Arriba la chanchería!

— Lo sé, soy fantástico.

— Otro egocéntrico...— farfullo, estirando mi mano para alcanzar una galleta entretanto revoloteo los ojos con fastidio fingido.

— Oye, Bo-bo.

— ¿Sí?

— ¿Hay alguien más aquí adentro? — cuestiona con el ceño ligeramente fruncido, mirando a su alrededor.

— Hum... No... ¿Por qué preguntas eso?

— Escuche algo y...

— Tengo un gato. Eso debe ser — lo corto de inmediato. Le sonrío, esperando que eso sea suficiente para saciar su curiosidad porque... ¡Joder! Entre más lo medito y lo miro, la idea de que Jackson es un niño de seis años atrapado en el cuerpo de un hombre de veinticinco, se hace más fuerte.

No tengo pruebas, pero tampoco dudas de ello.

— ¡Oh, ya veo! No sabía que te gustaban los animales, Bo-bo. Bueno, los gatos...— especifica.

— Digamos que... No tuve otra opción — Me encojo de hombros, pensando en lo frustrado que se debe sentir JaeBeom al no poder salir de mi habitación ahora que, por fin, parece haber despertado de una de sus siestas.

Agradezco que el chico haya leído la nota que le deje en el velador, porque de solo pensar en tener que explicarle al chino, o a otra persona, la extraña situación de Jae y que tras haberlo hecho no nos miren como unos completos locos para después salir corriendo, me causa dolor de cabeza. Además, una cosa es conseguir que nos escuchen y nos crean. y la otra, la que creo que es más difícil entre más personas se vean involucradas, es que el secreto permanezca como eso: un secreto.

— ¿Esperas visitas, Bo-bo?

— ¿Ah? — Mi ceño se frunce ligeramente en señal de confusión por su interrogante. — No, ¿por qué...? — empiezo a hablar con extrañeza cuando el timbre de la casa me interrumpe.

Le doy una mirada interrogante a Jackson, quien, simplemente, se dedica a encogerse de hombros con expresión inocente y le da el último sorbo a su taza con chocolate caliente.

— Hubiéramos comprado más chocolate...— susurra, luciendo decaído, acariciando el borde de la taza con su dedo índice e ignorando el extraño hecho de que pareció predecir la visita.

— Oye, ¿cómo...?

— Sexto sentido, coincidencia... — Se encoge de hombros, restándole importancia. — Será mejor que vayas a ver quién es y será mejor que yo me vaya.

Asiento, todavía algo sacada de onda, y me pongo de pie al igual que él. Jackson, antes de girarse y caminar hacia la salida, saca dos galletas y me dedica una sonrisa traviesa.

— Para el camino — se excusa y no puedo evitar reír por lo bajo por su estupidez.

— Ni que vivieras muy lejos.

Ambos nos dirigimos a la salida. Al abrirla me encuentro con Mark, de pie en el pasillo, cargando una bolsa de color blanco de la cual sale un peculiar olor que soy capaz de reconocer inmediatamente cuando este ingresa por mis fosas nasales. Trajo pollo frito.

A pesar de que he estado tomando chocolate caliente con Jackson y comiendo algunas galletas como acompañamiento, mi boca no puede evitar volverse agua al percibir el delicioso aroma que tanto me gusta.

— ¡Bomi! — exclama y su expresión, que es de felicidad, se transforma en una que logra hacerme sentir sumamente incómoda cuando se percata de la presencia de Jackson tras de mí, y soy capaz de saber lo que pasa por su cabeza con solo verlo: ¿Quién es él y por qué está aquí? — ¿Quién es él?

— ¡Hola, soy Jackson! Un gusto conocerte — se presenta el chino con la boca llena, terminando de masticar una de las dos galletas que tomó con anterioridad, sin importarle que su acción se pudiera ver algo irrespetuosa.

Le tiende la mano a Mark y, dubitativamente, mi novio la acepta porque los modales son más fuertes que los celos.

— Soy Mark y el gusto es mío... Supongo.

Jackson le sonríe por última vez y, esquivando a Mark, sale del apartamento.

— Adiós y buena suerte, Bo-bo — chilla, girándose y sacudiendo su mano izquierda en señal de despedida entretanto se aleja. — Gracias por las galletas y el chocolate caliente.

— Sí, no es nada — respondo, sintiéndome bien de verlo con el mismo ánimo de siempre.

Jackson ingresa a su departamento y solo quedamos Mark y yo en el pasillo, uno frente al otro con nuestras miradas sobre el lugar en donde hace una fracción de segundo, se encontraba el chino.

— Así que... él es tu vecino...

— Yep.

— Es algo... Hum... Peculiar — suelta tras meditarlo por un momento.

— Sí, lo es... — Asiento, de acuerdo con él porque es una de las mejores palabras describirlo. — ¿Qué haces aquí? — cuestiono antes de poder procesar lo que he preguntado y el tono que he usado para hacerlo.

Me mira extrañado, enarcando una ceja.

— ¿Qué? ¿Acaso no puedo venir a ver a mi novia?

— No, ¿qué? Claro que sí... Yo... Lo siento — Sonrío apenada, haciéndome a un lado para que él pase al interior, deseando que JaeBeom no se le ocurra salir ahora.

Porque eso sería un gran problema.

— ¿Cómo has estado, bonita? Te extrañaba mucho y ya quería verte, ¿sabes? Como ambos hemos estado tan ocupados con nuestras cosas... — habla rápidamente, sin voltear a verme. Cierro la puerta detrás de mí y lo veo caminar hasta el comedor para seguido, depositar sobre la mesa la bolsa con comida. — Creí que sería bueno venir a verte. Darte una sorpresa. El poder cenar juntos una de nuestras comidas favoritas me pareció una buena idea aunque, tal vez, debí preguntarte si te apetecía salir a comer a un restaurante o...

Mark no parece darse cuenta de que se ha convertido en una maquina parlanchina y, mucho menos, que no he soltado ruido alguno desde que comenzó con esa extraña y repentina conversación en la que, parece, ni siquiera me necesita porque solo parece estarlo llevando muy bien.

Lo admiro en silencio por un momento, con una sensación extraña en la boca del estómago porque sé que algo malo ha sucedido. No es como que necesite que mí sentido arácnido me lo haga saber, porque mi novio parece estarlo gritando mientras continúa moviéndose y hablando, contándome cómo va con algunas de sus materias y en su trabajo de medio tiempo.

— ¿Cómo te ha ido a ti? — interroga, dándome la espalda debido a que está sacando dos vasos de la alacena.

Me acerco a la mesa del comedor y él se aproxima, con una sonrisa tirando de las comisuras de sus labios que me hace preocupar aún más porque parece estar alterado y, eso, me altera a mí.

Deja los vasos sobre la mesa y antes de que comience a repartir la comida, atrapo su muñeca para detenerlo. Voltea a verme con las cejas alzadas gracias a mi acción, y yo lo miro ligeramente angustiada.

— ¿Qué es lo que pasa, Mark?

— ¿Qué? Nada — Niega y suspiro por su vago intento.

— Vamos, hombre. Te conozco, estás muy raro. ¿Qué anda mal contigo? — insisto.

Caemos en un tenso e incómodo mutismo en el que Mark, parece estar decidiéndose entre soltar o no las palabras que parecen estar subiendo por su garganta y ahogándolo con su presión. La duda en su mirada es notoria y, tras unos segundos, sus ojos se humedecen y su labio inferior tiembla sutilmente, pero no tanto como para que yo no lo haya captado.

— No quiero mentirte.

— Entonces no lo hagas — respondo con simpleza, viendo cómo toma asiento y yo lo imito, con el malestar en mi estómago volviéndose peor.

— Pero tampoco quiero hacerte daño, Bomi. Lo siento, en serio lo siento mucho, pero soy fatal mintiendo y no me gusta hacerlo — dice, como si yo no lo supiera de antemano y tanto sus palabras como su tono de voz, no hacen más que asustarme.

— ¿Qué ha pasado, Mark? — Vuelvo a insistir en un murmullo, con el pecho apretado y con ligero presentimiento de hacia dónde va esto. Me fijo en la manera en que sus manos se aferran a las mías, como si fuera un bote salvavidas en medio del mar, y eso hace que me tense porque siento que voy a terminar hundiéndome.

— Me estoy comenzando a sentir atraído por alguien más, Bomi y yo... Hace unas horas me besó. Nos besamos —Se corrigió así mismo de forma inmediata.

— Oh... — Es lo único que logra salir de mis labios tras un lapso de tiempo en el que ambos, permanecimos en silencio. Yo despabilando de mi estado de shock y él, ansioso por una reacción de mi parte.

Y es extraño, porque creí que algo así dolería más de lo que está doliéndome ahora. Digo, me siento decepcionada y traicionada por el hecho de que se haya besado con alguien más estando en una relación conmigo, además, de que tampoco me emociona la idea de que se sienta atraído por otra persona. Claramente la noticia no me sabe a gloria, pero tampoco es como que mi corazón este hecho trizas o algo por el estilo. No tengo unas increíbles ganas de largarme a llorar, pero sí, poseo un sabor amargo en la boca que no se va por más que trague y trague saliva.

— ¿Estás bien? — pregunta, con las mejillas húmedas gracias a esas pocas lágrimas que salieron de sus ojos detalle que, sinceramente, me hace sentir mal por no estar tan afectada como él con toda la situación.

— Sí, digo, no... No sé...— admito, sin siquiera mirarlo, suspirando pesadamente y deshaciéndome en la silla.

— ¿No te molesta que haya besado a alguien más?

— ¡Claro que sí! — aclaro rápidamente, para que no haya confusiones con ese punto. — Pero... no duele tanto como creí, ¿sabes? Te quiero, pero... ¡Ay! — Gruño al no ser capaz de poder explicar lo que siento, y mucho menos lo que pasa por mi cabeza.

— Hemos estado mucho tiempo distanciados. Cada uno con lo suyo... — susurra, soltando mi mano y con la mirada fija en la mesa. — Desde hace un tiempo dejó de ser lo mismo, ¿no?

— Supongo que sí — Asiento, cayendo en la cuenta de que a pesar de no habernos hablado ni visto desde hace casi tres días, ninguno de los dos ha tomado la iniciativa de abrazarnos y, menos aún, besarnos; cosa que en el pasado no hubiera sucedido. — No te voy a mentir. Te sigo queriendo, Mark...

— Pero no de la misma manera que antes — Termina la frase por mí, siendo exactamente lo que quería decir. — Me pasa igual, Bomi.

Nos miramos con expresión triste, ambos sabiendo que es lo que sigue, porque parece ser que ninguno de los dos quiere continuar estando en una relación así de apagada. Ya no es lo mismo que en un inicio y, a pesar de que duele, no es tan terrible cómo me hubiera imaginado nuestra ruptura en el pasado.

— Será mejor dejarlo hasta aquí, ¿no? — interrogo en un bisbiseo, con una media sonrisa que él corresponde. Su mano derecha se posa sobre la mía y tira de esta con suavidad para sí mismo, hasta poder ser capaz de posar sus labios con dulzura sobre el dorso de esta.

— Será lo mejor. Será como un tiempo de prueba separados con el que veremos qué pasa. Si de verdad queremos estar juntos...

— Nos buscaremos.

— Exacto. De cualquier forma, ya tienes mi número.

— Y tú el mío — Volvemos a sonreír, sin abandonar el tono lúgubre que ha inundado la estancia. — ¿Te gustaría comer todo esto viendo Los Simpsons?

Él asiente.

— Estaría encantado.

La cena entre ambos transcurrió con comodidad. Nada de tensiones ni rencores, simplemente, fue como volver a los viejos tiempos, en donde solo éramos dos grandes e inseparables amigos que podían soltar la primera babosada que se les pasara por la cabeza sin el miedo de ser juzgado por la otra persona. Y fue genial.

Tras terminar de comer, Mark me ayudó a limpiar todo y se fue tras besar con ternura mi mejilla, con la promesa de volver a vernos pronto.

Apenas cerré la puerta tras de mí me dirigí a mi habitación para avisarle a JaeBeom, quien estaba usando mi computadora con mis audífonos, que ya estábamos solo y podía salir libremente.

— ¡¡AL FIN!! — chilla, apagando el aparato y tirándolo a un lado. Se levanta de su lugar y se estira, haciendo tronar algunos de sus huesos. — Hasta que se fue tu noviecito — farfulla de mal humor, rodando los ojos y pasando de mí para ir a la cocina.

Toma las sobras de la cena y se deja caer en el sofá para comerlas, excusándose de que lo he tenido muerto de hambre y que soy una desconsiderada por no haberle llevado nada de comer, si quiera, a escondidas.

— No es mi novio — le aclaro, sentándome junto él y tomando el control para cambiar el canal por algo más interesante de lo que están dando ahora.

— ¿No?

— Nop. Hemos terminado — le informo.

— Oh... — Es la respuesta que me da, detalle que me parece un poco divertido, ya que es la misma respuesta que yo le di a Mark cuando me dijo que se besó con alguien más. — ¿Estás bien?

— ¿De verdad te importa? — Volteo a verlo, fingiendo asombro.

— La verdad no. Solo estoy siendo amable porque estás pagando la renta — Se encoge de hombros, pretendiendo desinterés.

— Oh, ya veo... Creí que te importaba.

Giro a ver la televisión y continúo buscando qué ver cuando la voz de JaeBeom llama mi atención otra vez.

— Solo respóndeme.

Sonrío y niego, divertida por su actuar.

— Duele, pero no tanto como creí que lo haría.

— Entiendo...

— ¿Está rico el pollo?

— Hum... — Se encoge de hombros. — Es lo que hay — Suelta con la boca llena, haciéndome reír porque es obvio, que le ha encantado.

— Me alegro de que te haya gustado — Es lo único que digo antes dedecidirme que lo mejor que puedo hacer, es poner algo en Netflix.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro