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Núcleos Opuestos. [Principe Flama x Ice Finn]

Esta es una realidad alterna, en donde Finn nació antes de que Simon perdiera la cabeza.

Ice Finn conserva ambos brazos, no posee un brazo mecánico.

(...)

Hace millones de años una enorme bomba cayó y extinguió a la raza humana, o al menos en su mayoría, la mínima cantidad restante seguían de pie por su perseverancia, la otra minoría por algún objeto extraño, otros simplemente tuvieron la desagradable suerte de despertar en un mundo donde solo ellos parecían existir.

Entre ellos un hombre que tuvo la desgracia de toparse con una corona la cual lo mantuvo maldito desde el día en que se la puso, y aunque pudo mantener su cordura para cuidar de una pequeña niña por un tiempo, no todo fue grandioso. Él se tuvo que ir, dejando a la pequeña Marceline atrás. Entre su soledad dejó miles de cosas escondidas entre paredes con la total seguridad de que, si volvía a recuperar la cordura, lograría tener algo de su pasado a la mano.

Lamentablemente nada lograba mantenerlo cuerdo.

Un día encontró a un pequeño bebé en las afueras de su caverna, llorando. El portador de la corona se sintió conmovido y lo acogió en su morada.

Durante años lo cuidó y lo amó, hasta que su cuerpo no pudo resistir.

La corona lo mantenía con vida, pero cuando su hijo se la colocó no hubo opción.

Simon Petrikov falleció en una mañana helada, bajo el lecho de un hermoso castillo de hielo.

El portador actual de la corona es su hijo adoptivo: Finn Petrikov.

Quien ha podido mantener un grato equilibrio con la corona y su déficit de personalidad causado por la misma, convirtiéndose así en el Príncipe Helado, sucesor del Rey Helado, alias Simon Petrikov.

Los años pasaron convirtiéndose en siglos, el pequeño niño conocido como Finn dejó de crecer manteniéndose con una apariencia joven con una mentalidad algo diluida, que va y viene, sin tener una personalidad lo suficientemente definida pero sin estar fuera de sí en su totalidad. Era alguien cuerdo con una personalidad extraña y un tanto curiosa; él se convirtió en un observador por años, viendo como la poca humanidad perecía y se reinstalaban otras formas de vida, vio como la gente dulce construía su reino y se deshacían de la radiación que opacaba la belleza de sus alrededores. Conoció a la antigua compañera de viajes de Simon, Marceline Abadeer, quien se volvió su mejor amiga hasta la fecha. Sin embargo, tuvo la desgracia de perderla de vista por un tiempo, supuestamente por un asunto del cual debía encargarse, nunca supo de qué hablaba. Y por último, pudo apreciar como todo ese extraño reino tomaba forma hasta convertirse en algo que solo podía apreciar en los libros que su "padre" le leía en las noches.

Un día escuchó a lenguas de alguien que ese reino sería nombrado como La Tierra De OOO.

Y así fue.

Miles de criaturas llegaban y proclamaban sus territorios, las enemistades se formaban y las alianzas se fortalecían.

Hasta terminar todo en una completa paz.

Al menos para los del exterior.

Finn por otro lado, no estaba en su mejor momento. A pesar de querer encajar con los demás habitantes de las demás tierras, ninguno parecía estar conforme con su presencia. Algunos lo tachaban de extraño, otros se burlaban de su actitud e incompetencia a la hora de usar sus poderes. Lo hacían sentir inferior, aunque había una princesa quien lo tomaba como un igual, Bonnibel parecía ser la única en todo ese mundo quien lo tomaba como un amigo y no como un ser extraño.

Algo que le pareció irónico al principio.

Incluso se llegó a preguntar que estaba mal en él, si acaso era su exageradamente largo cabello, que le llegaba hasta al piso y se veía obligado a amarrárselo en una coleta, o si se trataba de su piel extremadamente fría, ya que de por si su temperatura corporal estaba por debajo de lo sanamente recomendable.

Llegaba a incluso deprimirse con la idea de volver a estar solo. Ya estaba lo suficientemente ido de la cabeza como para perderla completamente por la soledad y la depresión. Aunque tan solo no estaba, tenía un pug hecho de nieve que creó apenas logró averiguar cómo crear vida artificial, e incluso la pequeña bolita de nieve actuaba como uno, exceptuando el hecho de que no comía ni hacía del dos.

Se sentía solo, y la monarca del dulce reino parecía ser la única que lo comprendía, hasta tal punto que lo dejaba ver como creaba sus inventos en su laboratorio, incluso lo dejaba entrar a su biblioteca personal con tal de que se entretuviera, no era mucho de socializar, y eso Bonnibel lo entendía, por lo que prefería darle total libertad en su castillo con tal de que no se sintiera solo.

Ella y Marceline parecían ser sus únicas amigas.

Ya que si, la vampira incluso le hacía compañía y le cantaba para animarlo cuando lo veía deprimido. Que era casi todo el tiempo.

Ninguna de las dos lo vio quejarse de su soledad o de lo mal que los demás lo trataban, se conformaba con facilidad adaptándose a la pequeña rutina que se había empleado. Había días en los que iba al dulce reino y se quedaba encerrado en la biblioteca del lugar leyendo, sin interrupciones, a veces Marceline le hacía compañía con música, a veces no, a veces Bonnibel debatía con él sobre los libros, y otras solo se quedaba a hacerle compañía, pero la mayoría del tiempo se quedaba solo. Por el contrario, había días en los cuales no abandonaba su reino por nada, se quedaba encerrado en su fortaleza helada junto a su mascota de nieve, simplemente quedándose ahí aguantando el aburrimiento, ya sea viendo programas, escuchando la radio, practicando su dibujo, leyendo algún cuento infantil, no había mucho para escoger, aunque como dije, nunca se quejaba.

Y hasta el día de hoy, jamás se quejó.

(...)

Hubo una ocasión en que el joven príncipe helado se volvió obsesionado con un pequeño bebé de fuego, el cual respondía por el nombre de Fabio, quien había sido abandonado por un sirviente del reino de fuego, logrando que causara estragos en los alrededores al no ser consciente de sus capacidades y límites con sus poderes.

Al de hebras blanquecinas le pareció sumamente extraño e interesante, llegando a seguirlo de cerca por su pequeña travesía hasta que Bonnibel se encargó del asunto, causando que el pequeño Fabio fuera encerrado en una linterna por órdenes de su madre, con la excusa de que era necesario para su seguridad.

Aunque el pequeño príncipe no lo había entendido en un principio.

Con el pasar de los años, el de poderes helados se encargó de visitarlo constantemente en su habitación en donde se residía la susodicha linterna, esto con el simple objetivo de hacerle compañía, sintiendo que tal vez el pequeño heredero se sentía solitario.

El de piel azulina se encargaba de llevarle libros para leerle en las noches, le mostraba sus dibujos para mantenerlo contento y le impresionaba con sus poderes para hacerlo sentir en paz.

Se habian vuelto inevitablemente unidos.

Ellos sentían su soledad siendo opacada por la compañía del ser opuesto.

La gélida alma del príncipe helado se derretía ante la presencia del de cabello corto, mientras el heredero al reino de Flama se regocijaba ante la helada tranquilidad que el otro le ofrecía.

Ambos no lo sabían, pero sus núcleos opuestos se habian conectado.

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Este se supone era el prólogo de una futura historia que pensaba hacer.

Pero bueno... Terminó en el cementerio de libros lastimosamente.

Esta idea era de cuando yo shipeaba al Príncipe Flama con Finn, el normal de la serie.

Fue de cuando sacaron el especial de Marceline y su pasado como caza vampiros y eso.

Desearía darle un fin, pero... Meh, no me salen las ideas.

Sin más me despido~

Bye~♥

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