XXXVII: "Lo perdimos todo"
16 de febrero de 500 E. C.
"PRINCESA ATACA ELPHEGORT"
El pasado 14 de febrero, las tropas lucifenianas incendiaron el bosque de la confusión, quemando más de la cuarta parte de su extensión. La mayoría de las llamas alcanzaron ciertos sectores de la ciudad de Rolled, los distritos 16, 4 y 8. El número de muertos es desconocido, pero se sabe que varias personas resultaron heridas.
La gravedad del asunto se debe a una invasión desmedida hacia la capital de Elphegort. Se reporta que los soldados han comenzado un exterminio masivo de habitantes. Los afectados han sido torturados, decapitados o violados. Hasta ahora las cifras no han sido reveladas, pero se estima que más de la mitad de la población de Elphegort ha sido asesinada hasta el momento de emitida esta noticia.
Germanie leía esa noticia con lágrimas en sus ojos. Su madre, a su lado, también se veía bastante asustada.
—¿Y ahora qué haremos, hija?
—Esa maldita perra... ¿¡Cómo se atreve!?
—Germanie...
—Esa maldita hija de puta... ¡Es una perra!
Germanie golpeó con todas sus fuerzas la pared.
—¡Nos lo quitó todo, mamá! ¡Todo por lo que papá y Allen lucharon para darnos! ¡Lo perdimos!
—Cálmate, Germanie.
—¿¡Cómo esperas que me calme si no tenemos nada!? ¡Nuestra casa se incendió! ¡Todas nuestras cosas, nuestro dinero, nuestros recuerdos! ¿¡Te imaginas lo que pasará cuando Allen llegue y vea lo que le ha hecho a su casa la princesa que él tanto protege!?
—Señorita Germanie.
El ex príncipe Marlon llamó a la muchacha, colocando su mano en su hombro.
—Señor Marlon. Dísculpeme. Solo estoy alterada. ¿Qué asunto tienes conmigo?
—Venga conmigo.
Germanie miró a su madre. Ella la miraba con preocupación. Sin embargo, ignoró esto y caminó por la plaza acompañada de Arkaitor.
—¿Qué es lo que quiere decirme?
—Su hermano, Allen, es sirviente de la princesa, ¿correcto?
—Sí.
Germanie se sentó en una fuente. El joven se sentó a su lado.
—Esto es de él... ¿No?
Arkaitor sacó un espejo de mano de su bolsillo. Tenía restos de sangre embarrados.
Germanie le arrebató el objeto al Marlon. Lo miró con detenimiento y más lágrimas respmbalaron de sus mejillas.
—Lo encontramos afuera del palacio. Estaba ese espejo junto a varias de las ropas...
El hombre sacó de un bolso varias prendas ensangrentadas.
—Es su camisa... Su parche.
—Lo siento. No encontramos su cuerpo pero... Estaban sus pertenencias.
Germanie abrazó con fuerza las pertenencias de su hermanito. Un grito desgarrador salió de sus labios. Cayó al suelo.
—Allen... Hermanito.
La muchacha lloraba en el suelo. Sus lágrimas de coraje no dejaban de caer.
—Lo más seguro es que halla sido asesinado por el ejército.
Germanie lloró mucho más fuerte al escuchar eso. Los gritos que emitía eran tan fuertes, tan llenos de tristeza y rabia.
—No... No lo mataron los del ejército.
—Pero-
—Lo hizo esa perra. ¡Lo hizo la hija del mal! ¿¡Cómo pudo hacerle esto!? ¿¡Cómo se atreve a matar a un niño!?
Arkaitor se agachó a la altura de la chica.
—Esa puta lo mató. Mató a mucha gente. Se merece el peor de los castigos. Maldita zorra.
El hombre acarició los hombros de Germanie.
—Únete a mí. Necesito a alguien que lidere esta revolución.
—¿Revolución?
—Esa hija del mal solo ha traído problemas a este pueblo. Me di a la tarea de conseguir a mi ejército, y el primer ministro de Asmodean también está dispuesto a ayudarnos. Solo necesitamos... A alguien que sea capaz de ayudarnos a liderar esta batalla. Alguien fuerte, como tú.
—Y-yo no soy fuerte, señor. Nunca he empuñado una espada en mi vida.
—Eso no es necesario. Yo te ayudaré. Necesitamos un mes para preparlo todo. Te aseguró que la población entera se pondrá de nuestro lado. Solo necesitamos organizar el movimiento.
Germanie seguía llorando a mares. Observó a su madre desde lejos. Una pobre mujer sentada, rodeada cientos de personas más que también lo perdieron todo. Por culpa de una niña mimada. Luego miró hacia el bosque. Aún se veía el humo salir y oscurecer el cielo.
Su expresión se volvió fría.
—Lo haré. Por mi hermano, mi madre y por mi pueblo. Juro que mataré a la hija del mal con mis propias manos.
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—Vamos, levántate, idiota.
Allen se despertó. Frente a él estaban dos guardias. Uno de ellos le arrojó una cubeta de agua helada.
—Allen, despertaste.
El chico volteó a ver de quién se trataba. Era el ex príncipe, Arkaitor Marlon.
—¿¡Dónde está Rilliane!?
—Hey, tranquilízate, muchacho. Estabas a punto de morir. Si te alternas mucho-
—¡No lo pienso preguntar dos veces, bastardo: ¿dónde está Rilliane?!
Arkaitor rió fuertemente, y le aventó al sirviente el collar de la princesa.
—En este momento debe de estarse divirtiendo mucho con el ministro.
Allen tomó el collar entre sus manos. Miró a a Arkaitor con rabia.
—¿¡Qué le hiciste!?
El chico corrió hacia Arkaitor, pero algo lo retuvo de las piernas, haciendo que cayera al suelo.
—Oh, yo no le hice nada. Como te dije, está disfrutando mucho con el ministro. Debe de estar revolcándose en placer con Asnan. De seguro que verá estrellas.
—¡Voy a matarte, ¿me oyes?! ¡Te asesinaré!
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