XXXIV: "Estoy enamorada, eso es lo que pasa"
La princesa abrió los ojos con lentitud. A su lado, un chico rubio, respiraba lentamente, recargado en su pecho. Ella le daba pequeñas caricias en la cabeza.
Varios rayos del sol se filtraban por las cortinas, dando un sensación cálida a la habitación.
—Allen —susurró la chica, tocando levemente la espalda del muchacho.
Él se revolvió un poco, para después abrir los ojos con lentitud.
—Buenos días, Rilliane —dijo, mirando el rostro sonrosado de la joven.
Él dio un corto beso en los labios de Rilliane, recostándose a su lado. La princesa se recargó en su pecho desnudo, escuchando los latidos de su corazón.
—Tenemos que levantarnos ahora. De seguro ya es tarde.
—Son las siete apenas —dijo Rilliane mirando el reloj en la pared—. Emma vendrá en diez minutos.
—Entonces hay qué levantarnos.
—Ojalá me quedara aquí todo el día contigo —murmuró la joven.
Rilliane suspiró y se levantó de la cama, revelando su cuerpo desnudo. Sacó del armario un camisón y se lo colocó para no levantar sospechas.
Por otro lado, Allen también se levantó y se vistió con las ropas que tenía en el suelo.
—¿Tu crees que sospechen algo?
Allen rió un poco ante la pregunta de la princesa.
—No lo creo.
—Es que... Grité tan fuerte —Rilliane se sonrojó, agachando ligeramente la cabeza—. Eres increíble.
—Bueno, esto...
—¿Qué pasará después?
Allen se acercó a la espalda de la princesa. La abrazó por detrás, dándole un beso en la mejilla.
—Oye...
—¿Sí, Allen?
—Cásate conmigo.
Ella miró a Allen con una sonrisa en el rostro.
—No podemos estar juntos, pero, aún así, la gente no tiene por qué enterarse. Podemos llegar a ser felices los dos.
La princesa abrazó a Allen con una cara llena de tristeza.
—No sabes cómo odio esa estúpida ley. ¿Por qué no entienden que el amor es así?
La joven besó los labios de Allen.
—Claro que me quiero casar contigo.
La puerta se abrió, causando que ambos dejaran de abrazarse.
Eran Emma y Scarlet, que venían acompañadas por Elluka.
—Princesa... ¿Allen? ¿Qué haces aquí? —preguntó Elluka levantando una ceja.
—Lady Elluka. Me disculpo, la princesa me ha llamado, por lo que vine aquí. Si me disculpa, me retiro.
Allen se alejó de la princesa y salió. Mientras pasaba al lado de Elluka, ella le murmuró algo.
—Hablaremos después.
El sirviente abandonó la habitación con algo de nerviosismo. Caminó por los pasillos hasta llegar a las habitaciones de los sirvientes.
Al entrar se sorprendió al ver a Gast ahí, sentado en una silla, admirando el filo de su katana.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Nada. Mejor dime, ¿qué estuviste haciendo tú?
—Dormir, como cualquier persona.
La conversación se sentía muy cortante. Ambos se miraban con seriedad.
—¿En la cama de quién dormiste? Estuve aquí toda la noche.
Un escalofrío invadió la espalda del muchacho. Lo habían atrapado. Ya no podía mentirle, y menos con las evidencias de todo.
—¿En dónde estuviste? —preguntó Gast, enfundando su espada.
—Yo...
—Solo dilo. No voy a regañarte, sea lo que sea.
El chico desvió la mirada de Gast.
—Estuve con Rilliane.
Gast miró con interés al muchacho, poniéndose de pie con los brazos cruzados.
—¿Y? ¿Qué hicieron?
El sirviente tragó saliva. Corría mucho peligro si se lo decía a Gast, puesto que él directamente podría decirle a Elluka y despedirlo. En el peor de los casos, matarlo.
Pero era su mejor amigo. ¿Sería capaz de traicionarlo?
—¿Te acostaste con ella?
—No-
—No digas que no. Soy un hombre también, Allen. Cuando estás encerrado en una habitación con una mujer en la noche solo significa dos cosas: una, que están teniendo sexo, y la otra, lo mismo. Es decir, no puedes ocultarlo.
Allen asintió resignado. Las palabras, más que duras, parecían ser un tanto sabias.
—Ya no puedo mentirte. Me has descubierto.
—¿Dormiste con ella?
—Sí.
—Entiendo.
Gast caminó a la puerta, poniendo su mano en la manija de esta.
—No se lo digas a nadie, por favor —pidió Allen.
—No lo haré. Pero te aconsejo que... No, más bien, ten cuidado. La verdad siempre termina saliendo a la luz.
Gast salió de la alcoba, dejando con muchas dudas al chico.
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Emma y Scarlet estaban ayudando a vestir a Rilliane. La princesa se veía de un humor muy agradable, tarareando un melodía mientras cepillaban su cabello.
—¿Por qué está tan contenta, mi señora? —le preguntó Emma a la joven.
—Ah, ¿te parece?
—Hoy se ve más feliz que de costumbre.
Rilliane sonrió. Luego se levantó de su silla y caminó hasta tomar las manos de Emma.
—Estoy enamorada, Emma. Eso es lo que pasa.
—¿Majestad?
—Es grandioso, jamás había estado enamorada de alguien. Me siento tan feliz.
La chica dio una vuelta con Emma, y luego se aventó en su cama.
—Jamás había sentido esto.
Scarlet, quien no había dicho nada hasta ahora, se atrevió a preguntarle a la joven.
—¿De quién está enamorada, majestad? —le preguntó lo pelirroja.
—Oh, eso es un secreto.
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