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XXIV: "La joven tiene miedo"

Nadie decía nada en la hora de la comida. Ni siquiera se oía el sonido de las cucharas chocar con la vajilla.

—Rilliane...

La joven volteo a ver al hombre que la llamaba. Hizo un gesto con la cabeza para que hablara.

—Cúbrete la cara.

Las palabras pronunciadas por Kyle no le hicieron gracia a la chica.

—¿Por qué? ¿No te gustan que los demás vean mi bonito rostro?

Kyle, al otro extremo de la mesa, miró a la princesa con dureza.

—Sabes bien a lo que me refiero —dijo el rey.

—Oh, realmente no lo sé. ¿Puedes explicarme el motivo, querido?

Kyle dejó caer su mano sobre la mesa, provocando un ruido infernal.

—Hoy amaneciste retadora, ¿ah? ¿No te bastó con lo de ayer?

—Ay, mi amor. No sabes cuán masoquista soy, ningún golpe que me des hará que deje de decirte lo que pienso.

—Entonces no te va a importar —Kyle se levantó de su silla y se acercó a donde estaba Rilliane—... Que te haga esto.

El rey tomó el cabello de Rilliane, jalándolo. Rilliane soltó un quejido de dolor. Kyle cada vez iba apretando el pelo de Rilliane.

—¡Dime algo!

—¡Suéltame, animal!

—¿Vas a suplicar, querida?

—Nunca te daré ese gusto... ¡Ah!

—Ah, vamos, pequeña, solo tienes que decirme que me detenga.

Kyle jalaba cada vez más fuerte el cabello de la joven, quien de sus ojos ya comenzaban a brotar unas cuantas lágrimitas.

—¡Púdrete!

El hombre soltó a Rilliane, para acto seguido abofetearla fuertemente.

—Si suplicas ahora... Puede que sea menos brusco contigo. Hoy quiero terminar lo que en nuestra noche de bodas no pudimos —susurró Kyle en el oído de Rilliane, mientras tocaba el trasero de Rilliane y le pegaba en este.

—¿Y que no pudimos terminar porque tu pene estaba flácido como el tofu?

—¡Cállate, perra! —Kyle tomó a Rilliane del cuello y le encajó las uñas, haciendo que Rilliane sacara pequeñas gotas de sangre.

Cuando estaba por abofetear de nuevo el rostro de la princesa, alguien le hizo una llave, apartándolo de la maltratada Rilliane.

—¿Pero qué demonios? ¿¡Qué carajo haces aquí, Allen!?

El sirviente no respondió.

—¡Te ordeno que me sueltes! ¡Sabes que puede despedirte si no lo haces!

—Yo no soy su sirviente. A mí me contrató la princesa, por lo tanto, es ella quien tiene el derecho de despedirme.

—¡Idiota! Y yo que traté de ser amable con un plebeyo como tú. ¡Suéltame!

—Mientras usted esté atacando a la princesa, no lo puedo soltar. Tercera cláusula de mi contrato.

—Ahg... ¡Está bien, tu ganas Rilliane! Dile que me suelte.

La pequeña princesa, quien todavía estaba en su asiento, sonrió con cinismo.

—No hasta que supliques.

—¡Déjate de idioteces!

—Allen no te soltará hasta que yo se lo ordene. Así que si no me suplicas, él no te soltará.

—¡Nunca te voy a suplicar, Rilliane!

—Pues entonces nunca ta voy a soltar.

—... Por favor, Rilliane.

Rilliane, con una sonrisa malévola en su rostro, se acercó al furioso Kyle. Ella tocó su cara y acarició su cabello.

—Dímelo otra vez, mi amor.

—Por favor.

—¿"Por favor", qué?

—Que me sueltes.

—Dilo completo, corazón.

—¡Por favor, suéltame!

Rilliane se acercó al rostro de Kyle y le plantó un beso en los labios. Luego lo volvió a mirar con esa sonrisa suya.

—No te costaba nada, ¿ves?

Allen soltó a Kyle. Este último se acercó a Rilliane.

—Me las pagarás muy caro, preciosa.

Susurró, para después dirigirle una mirada severa a Allen, quien lo miraba con seriedad.

—Y tú, no te tomes tan en serio tu trabajo.

—Firmé mi contrato.

—Pues ese contrato no te garantiza la vida.

Segundos después, Kyle abandonó el comedor, dejando a ama y sirviente solos.

—Rilliane...

La joven, todavía de pie, cerró los ojos.

Allen se acercó a ella con un pañuelo, y limpió la sangre que caía de su cuello.

Luego, tocó el cabello de la princesa y su rostro. Luego la abrazó, sintiendo los pequeños temblores que emitía el cuerpo de Rilliane por los sollozos.

«Tiene miedo». Él lo sabía. Que Rilliane era una chica indefensa, que necesitaba a alguien que la protegiera, aunque tratara de ocultarlo. Allen sabía que ella tenía ganas de morirse.

—Perdóname por no poder defenderte, Rilliane.

La abrazó esta vez más fuerte. Rilliane, quien todavía no correspondía al abrazo, finalmente lo hizo, sintiendo el cálido cuerpo del sirviente.

—Tú siempre has estado conmigo, Allen. Gracias.

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3 de enero de 497 EC

Para: Arkaitor Marlon

Estimado príncipe de Marlon. Lamento informarle por este medio que su hermano, el rey Kyle Marlon, ha muerto. Presento mis condolencias en nombre de la reina Rilliane Lucifen D'Autriche, y de todo el reino de Lucifenia.

El funeral se realizará el día 6 de enero del presente año en la catedral del pueblo.

Atte: Elluka Clockworker.

Arkaitor leyó la carta, y de inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas.





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