XIX: "La ley; el sistema al que estamos atados"
-¡Dios, al menos no te vomitaste! -exclamó Charttete.
-Eso fue lo bueno... Ay, la cabeza me duele como el demonio.
Allen se agarró la cabeza, cerrando los ojos.
-Bueno, a eso se le llama resaca.
-Si sé. Mi hermana la tiene todo el tiempo.
Charttete se levantó y sirvió un vaso de agua para el chico, quien aceptó.
-¿Qué hora es?
-Son las ocho de la mañana.
-Ocho de la mañana... ¡Ocho de la mañana! ¡Maldición, se me ha hecho tarde!
Justo cuando el muchacho se iba a levantar, la chica lo detuvo.
-Ney ya fue.
-Ah... Gracias al cielo.
-Y gracias a Ney. Deberás conseguirle una estatua de oro.
-¿Qué estupideces hice ayer?
La chica se sentó en la orilla de la cama.
-No lo sé. No me dio muchos detalles. Como te dije antes, solo estabas paseando por el palacio.
-¿Ney me trajo hasta aquí?
-Sí. Con mi ayuda, claro.
El chico se quedó un momento en silencio, tratando de descubrir o recordar lo que había sucedido en la noche.
-¿Por qué te bebiste la tumba de sangre en primer lugar?
La pregunta le cayó como balde de agua al sirviente. No quería dar explicaciones o algo por el estilo.
-Solo quería probarlo.
-Ajá, y para eso te tomaste la botella entera.
Allen se dejó caer a la cama de nuevo, suspirando.
-Ney me dijo que te encontró por el jardín celestial. Estabas llorando.
-Mira, no sé ni recuerdo nada de nada. Además, los borrachos son así. Dicen incoherencias.
-Y sus verdaderos sentimientos también salen a flote. Como, por ejemplo, tú estabas susurrando el nombre de la princesa.
Hubo un silencio entre los dos. Se miraban a los ojos con intensidad.
-Tú estás... Enamorado de-
-No. Ni lo menciones -interrumpió Allen.
-Yo sé que es así. No solo eres mi compañero, eres mi amigo. Y yo sé que caíste... Como casi todos los hombres que la ven.
Allen se levantó de la cama.
-No. Pero bueno, eso no lo sé. Independientemente de que si "caí", ella es una mujer comprometida. Charttete, no soy un idiota. Es más, no llevo mucho conociéndola como para estar enamorado de ella. Es una simple atracción física... No lo sé, sentimental, sexual, ¿quién sabe?
-Tú. ¡Tú debes saberlo!
-Charttete... Jamás, jamás voy a terminar con ella. No soy estúpido.
-No, no lo eres. Pero te digo que el amor... El amor hace a las personas más estúpidas... Las corrompe, y hace que se vuelvan delirantes.
El chico se acercó y tomó el pomo de la puerta.
-¿Sabes? Creo que solo estoy celoso.
-¿Y eso es todo?
-Eso es todo.
El chico salió de su habitación, dejando a la de coletas rizadas sola.
Bajó al aseo y se limpió la cara. Tenía restos de tierra y olía a tumba de sangre.
Agarró uno de los trajes de los sirvientes que estaban colgados y se lo puso. Ni siquiera preguntó de quien era.
Fue a la cocina, donde estaba Ney junto con otro sirviente llamado Asan.
-Ney... Que bueno que te encuentro.
-Ah, Allen. ¿Te sientes mejor? -preguntó la chica.
-Sí. Gracias por lo de ayer, de seguro te metí en problemas.
-No. De hecho, nadie se dio cuenta.
El sirviente Asan, que hasta ahora no había intervenido, la habló a Allen.
-Lady Elluka quiere que estés en su oficina en cinco minutos.
-De acuerdo. Bueno, entonces nos vemos, Ney. Gracias -agradeció el chico, colocando su mano en el hombro de Ney.
-N-no es nada -respondió la sirvienta sonrojada.
Allen fue al despacho de Lady Elluka.
-Aquí estoy, Lady Elluka.
La consejera estaba llenando unos cuantos papeles.
-Hasta que por fin te dignas a venir. Ney tuvo que hacer tus labores.
-Perdone la demora. No volverá a suceder.
-Siéntate, Allen.
Allen se sentó un poco nervioso en la silla frente al escritorio de Elluka.
-Quiero hablar contigo, respecto a la princesa... La reina Rilliane. No has cometido ningún error con ella, ¿verdad?
-No...
-Y te llevas bien con ella, o eso es lo que he visto.
-Sí.
-Uno de tus compañeros me ha comentado que tienes demasiada cercanía con la princesa... Y que incluso han compartido cama.
-Lady Elluka, le juro que no pasó nada. Su majestad fue la que me dio la orden, y usted me dijo-
-Hay límites. No debes de obedecer todo lo que ella te diga.
Elluka lanzó un fuerte suspiro. Cerró los ojos, y pasados unos segundos los volvió a abrir, mirando con severidad al muchacho.
-No es solo eso... No es que hayas compartido cama con ella, o que hayas escapado del castillo con ella.
-...
-Es la ética como sirviente. Yo sé hasta un punto que puedas sentirte atraído por ella. Es una chica de tu misma edad, bonita. Pero no es cualquier chica. Es la reina. Y es una mujer que dentro de un mes se va a casar.
«Dentro de un mese se va a casar»
-Eres un chico, es comprensible. Pero no puedes intentar rebasar esa línea que te los divide. Tú eres un plebeyo, y en todo caso, nunca podrás estar con ella
«DENTRO DE UN MES SE VA A CASAR»
-No puedes contra la ley, Allen. Todo está escrito así. Las princesas y los príncipes están condenados a casarse desde que nacen, para tener más descendencia en generaciones futuras. A veces no hay amor o algo de por medio, pero es así. No puedes ir a contracorriente, ni siquiera ella siendo la reina.
«DenTrO dE Un meS sE vA a casAR»
-Esta unión decidirá no solo el futuro de Rilliane, decidirá el futuro de toda esta nación. Por este país, no podemos dejar pasar una gran oportuni-
-¡Dejen de decir eso! ¡Dejen de decidir el futuro de la princesa como si fuera un juego de cartas!
"Lucifenia esto", " Lucifenia aquello", ¡Nada va a mejorar este reino! Ni siquiera un estúpido matrimonio arreglado solucionará las cosas... ¡La gente se muere de hambre, todos los días! He visto morir a niños de hambre, tirados en medio de la carretera, a mujeres vendiendo sus cuerpos por una migaja de pan, niños huérfanos, ancianos enfermos... ¡Y ninguno de ellos ha sido ayudado! Tuve que ver morir a mi propio padre de enfermedad, tuve que ver a mi madre llorar en la tumba de mi padre porque no pudimos pagarle los medicamentos y lo dejamos morir... ¡Dejé morir a mi propio padre! ¿¡Usted cree que casar a una niña con un hombre va a mejorar este país de mierda!? Como usted lo dijo, solo se hace para tener descendencia, ¡y poner a un líder nuevo que no va a lograr mejorar esta "hermosa nación"! ¿Va a dejar que ese tipo abuse de Rilliane? ¡Eso es lo que pasará y yo lo sé! Soy un hombre, conozco que no tenemos límites. ¿Va a dejar que una niña sea maltratada por nada, por esta nación de mierda? ¡Usted sabe! ¡Usted sabe que ella no tiene la capacidad para convertirse en la reina y aún así la dejó! ¡Ella sufrirá más que nadie! Nunca disfrutará de su vida... ¡Y usted va a permitir que eso pase!
-¡Ya cierra la boca, niño insolente!
Elluka golpeó con fuerza el escritorio.
Allen la miraba con seriedad, sin moverse ni un poco.
La primer ministro se dejó caer en su asiento.
-Escucha, Allen. Todo está decidido. No podemos hacer nada para detenerlo. Lo hecho, hecho está. Ese es el lugar de Rilliane, y ella lo ha entendido muy bien. Y es momento de que tú aprendas el tuyo. Puedes retirarte.
Allen se levantó de golpe, todavía mirando a los ojos de Elluka.
-Tú eres la primer ministro, la consejera. Pero no eres Elluka Clockworker, la amiga y amable persona.
-Y así será.
-Con permiso.
Allen salió del despacho con los ojos llorosos.
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