-Bienvenida a la audiencia, princesa Rilliane.
La princesa se encontraba en una sala de juntas. Por la muerte del rey, estaban discutiendo acerca del sucesor.
Era una escena un tanto graciosa, ya que Rilliane, comparada con todas las demás personas, se veía claramente más joven.
Bueno, sería incorrecto decir que ella era la más pequeña.
De pie, a su lado, se encontraba Allen, escuchando la conversación de los políticos.
Ellos discutían muchos aspectos, y entre ellos se encontraban Elluka Clockworker y Lady Mariam.
«¿Qué diablos hace mi maldita sirvienta aquí?»
-¡La reina Anne no está en condiciones de gobernar! -exclamó uno de los funcionarios.
-Pero la princesa es muy joven, ¿no? ¡Ni siquiera está casada todavía!
-Ese no es el problema, ella no está capacitada para gobernar. Esa es la menor de nuestras preocupaciones.
-¡Pero si la princesa no puede, ¿quién lo hará?!
-¿Por qué no he de poder?
La frase de Rilliane dejó un silencio estremecedor en toda la audiencia.
La princesa se puso de pie, caminando al medio del salón.
-Soy la heredera directa. ¿Por qué no he de poder?
-Rilliane... Eres demasiado joven -habló Lady Elluka-. Heredarás tu puesto, pero cuando seas mayor de edad. Por ahora, seguirás siendo la princesa.
Rilliane río un poco ante lo que dijo Elluka. La de cabello rosado se quedó un tanto ofendida por la reacción de la chica.
-¿Y qué piensas hacer, Elluka? ¿A quién planeas poner en el trono? ¿O es que tenías pensado dejar al país a la deriva, sin nadie dirigiéndolo?
La mencionada se quedó callada. Rilliane llamó a Allen a su lado, quien caminó ante ella.
-Llevo toda mi vida estudiando para convertirme en la reina. Y mira, mi madre está cada vez más loca. Ya ni siquiera puede salir de su habitación.
La princesa tomó del guante a Allen, quien un tanto sorprendido, aceptó la acción.
-Soy... La princesa de este país. Este lugar es mío, y es por lo que he vivido toda mi vida. Mi padre, quería que yo heredara el trono, así que eso haré. No necesito que un grupo de adultos me digan lo que tengo qué hacer.
Y sin decir nada más, los dos jóvenes salieron del salón.
-Allen, vamos a tomar el-
Antes de poder terminar su oración, la madre de Rilliane, la reina, se apareció ante los dos.
-¿Hija?
-Madre... ¿Qué demonios haces afuera?
Los ojos llenos de ojeras y perdidos se toparon con el del sirviente.
-Mi hijo... ¡Hijo! ¡Hijo!
La reina corrió hasta Allen, abrazándolo con todas sus fuerzas. Rilliane se quedó muy confundida.
-Tú eres mi pequeño bebé, ¿verdad? Mi niño hermoso... ¡Hace tanto que no te veía!
El chico estaba sin palabras. De alguna manera, sintió algo especial cuando la reina lo abrazó. Como si nada pudiese herirlo. Como si fuera su madre quien lo tuviera en brazos.
-Mi niño, ¿me recuerdas? ¡Soy tu madre! ¡Tú madre!
Anne estaba mirando al niño completamente desquiciada y con los ojos llenos de lágrimas.
-Madre...
-¡Mi pequeño príncipe!
-Madre... Mírame.
Los llamados de Rilliane no hacían efecto en la mujer, quien seguía son soltar al sirviente.
-¡Madre!
-¡Por fin te puedo ver otra vez, mi niño!
-¡Madre! ¡Mírame a mí también!
Los gritos de Rilliane por fin surtieron efecto en la reina, que se volteó inmediatamente a donde estaba la chica.
-No me molestes, Rilliane. Estoy con mi hijo.
-Madre... Yo soy tu hija.
-No, no lo eres. Él es mi muchacho.
Rilliane tenía los ojos aguados. Al ver esto, Allen hizo lo posible por alejar a la reina lo más amable posible.
-Majestad... Yo solo soy el sirviente de la princesa.
-¡No! ¡Tú eres mi hijo!
La reina apretó más fuerte al chico en su pecho.
-¡Majestad! -una voz dulce provino de Lady Mariam, acompañada de Elluka.
-¡Mariam! ¡Elluka! ¡Es mi hijo!
La reina soltó a Allen y corrió hasta las mujeres, con una sonrisa de oreja a oreja, tal como una niña pequeña.
-¿Ya lo vieron?
-Sí, majestad -respondió a su pesar Elluka-. Es hora de tomar sus medicamentos.
-¡Ya lo vieron! Es mi pequeño príncipe: Alexiel.
Elluka y Mariam sacaron a la reina a tirones, mientras ella les contaba de su hijo.
-Vámonos, Allen. Vámonos -Rilliane tomó al chico de la mano y lo arrastró prácticamente hasta la alcoba.
Ahí, la princesa se dejó caer en una de las tantas sillitas, recargando su cabeza en el respaldo.
-Perdón, Rilliane -se disculpó Allen.
-No pasó nada. Es solo una vieja loca. Ignórala.
Allen se sentó en una sillita a lado de Rilliane.
-No me lo pareció. Mencionó que se llamaba Alexiel, ¿no?
-Así es ella. Supongo que tuve un hermano con ese nombre un poco antes de que yo naciera. Tal vez por eso se comporta como una loca.
-Entiendo...
Rilliane volteó a Allen.
Durante unos instantes, hubo una conexión muy grande entre los dos. No pudieron evitar reír.
-¿Tienes novia? -preguntó casualmente la princesa.
El chico se sobresaltó un poco, para después sonrojarse.
-No.
-¿Ah? ¿Hablas enserio? Yo pensaba que tenías un montón de chicas detrás de ti.
Allen río un poco ante la reacción de la joven.
-¿Por qué pensabas eso de mí?
-No lo sé. Bueno, desde mi perspectiva, eres un chico muy guapo. Lo admito, de verdad. Apuesto a que tienes un harem completo de chicas pero no te das cuenta.
-No soy tan atractivo. Tal vez son solo mis rasgos. De lucifeniano ortodoxo.
-Si no te conocieran, la gente diría que eres mi hermano menor -respondió Rilliane, riéndose.
-No soy tan guapo, en serio. Además, este estúpido ojo no ayudará en nada. Apuesto a que las mujeres saldrán corriendo en cuanto lo vean.
Rilliane se levantó y fue a su tocador. Recogió un hermoso espejo de mano y se lo pasó a Allen, parándose a su lado.
-Mírate en el espejo.
El sirviente hizo lo que la chica le ordenó.
Ella desamarró el parche que cubría el ojo del muchacho.
-¿Crees que no es hermoso?
Allen contempló su ojo a través del espejo. Un ojo tan rojo como la sangre y tan brillante como las estrellas.
-Es hermoso, Allen.
-¿Qué es en verdad lo "hermoso"? Todas las personas tienen una definición diferente para esa palabra, Rilliane. Para mí lo hermoso no es lo mismo que para ti.
Rilliane volvió a abrochar el parche.
-Bueno, si es así, como dices, yo creo que es perfecto. Los demás tendrán diferentes opiniones, pero para mí, es hermoso.
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