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II: "La cabaña del bosque"

Al otro lado del océano, existía una isla. Era un país llamado Marlon, el cuál era gobernado por una mujer llamada Prim Marlon. Ella tenía dos hijos: el menor, llamado Arkaitor, y el mallor, Kyle, quien era el sucesor al trono.

La reina Prim y la reina Anne eran muy buenas amigas, por lo que, para unir sus reinos, decidieron comprometer a sus hijos, para que tuvieran una alianza.

El joven príncipe Kyle, de dieciséis años, fue el seleccionado para ser el futuro esposo de la princesa Rilliane, ya que era el heredero directo.

La boda se realizaría cuando la princesa fuese mayor de edad, y gobernara el país de Lucifenia.

Mientras eso sucedía, la princesa Rilliane sería educada para convertirse en la reina.

En el palacio, se celebró un banquete en honor a este compromiso. La joven princesa Rilliane, de seis años, ni siquiera entendía muy bien qué se estaba celebrando. Sin embargo, estaba muy feliz, ya que todos la elogiaban y felicitaban.

-Felicidades por su compromiso, princesa Rilliane -era lo único que se oía en la sala.

Rilliane permanecía sentada, con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

Todos los presentes la colmaban de regalos caros y finos. Ella los recibía con alegría y jugaba con ellos.

Mientras esto ocurría, la reina Anne y la reina Prim conversaban acerca del futuro de sus hijos.

-Tu hija es hermosa. Enserio, mi hijo será muy feliz cuando se case con ella.

-Así será. Estoy segura de que Rilliane se terminará enamorando de él.

La fiesta terminó, quedando solo la princesa rodeada de sus nuevos regalos.

Su tutora, Elluka, le avisó que tenía que irse a la cama.

-No quiero. Es mi cumpleaños, puedo hacer lo que se me plazca.

-... Entiendo. Solo unos minutos más.

Elluka se retiró, dejando a Rilliane jugando sola.

La de pelos rosados se paseó por los pasillos hasta que llegó al gran salón, donde se encontraban el rey y la reina.

-Elluka, bienvenida.

-Sus majestades -dijo, inclinando su cabeza.

-¿Cómo se encuentra mi pequeño Alexiel? -preguntó la reina inmediatamente.

Desde que habían intercambiado a los niños, Elluka había estado intercambiando cartas con la madre verdadera de la princesa. La reina, Anne, se lo había pedido porque quería saber si su hijo vivía con comodidad.

-Su alteza, el niño se encuentra en perfectas condiciones. La señora Lily me ha informado que el pequeño aprendió hace poco a leer.

-¿A leer? Eso es impresionante. Ni siquiera Rilliane, quien tiene tutores como tú, ha aprendido a leer tan bien. Pero bueno, era de esperarse. Es mi hijo.

La reina bajó la cabeza con melancolía.

Arth, por otro lado, ni se inmutaba. Solo escuchaba la conversación entre las dos mujeres.

-Me alegra saber que mi pequeño Alexiel está bien. En cuanto a Rilliane...

-Rilliane es una niña difícil de controlar. Es tan... enérgica -dijo. Elluka pensó mucho en reemplazar la palabra "enérgica" con un "caprichosa"-. Es muy capaz en cuanto a geografía y gramática hablamos, pero la historia y la contabilidad son materias muy difíciles para ella.

Elluka sacó una hoja de papel y se la entregó al rey: era el dibujo de una persona en la guillotina, con sangre y una multitud de personas llorando alrededor de esta.

-Esto... ¿Lo ha hecho la princesa?

-Sí. Rilliane me contó que no necesitaba saber juzgar los crímenes de las personas. Dijo que solo necesitaba ordenar a que asesinaran a la persona que se le diera la gana y se le interpusiera en el camino.

-Eso es terrible -habló la reina, tapando su boca con su mano.

-Y, como siempre, volvió a capturar insectos y asesinarlos.

-Lo ves, Anne, esa niña es una enferma.

-No hables así de nuestra hija.

-No es "nuestra" hija. Siempre supe que era mala idea traer al palacio a esa niña con sangre corriente. Debimos haber dicho que Alexiel había muerto y ya.

-Pero, cariño, ¿quién más sería tu sucesor, en todo caso?

-No lo sé. En todo caso, el hecho de no tener otro sucesor es tu culpa, no la mía, Anne. Bien, Elluka, gracias por tu reporte. Puedes retirarte.

Elluka se inclinó ante sus majestades y salió del salón.

Al día siguiente, la consejera decidió emprender un viaje a visitar a una amiga.

Tomó una carroza y atravesó casi toda Lucifenia hasta llegar al bosque de Held, que era a donde quería llegar.

Bajó de la carroza y se adentró en el extenso bosque. Sus zapatos se embarcaron un poco por el lodo, así que tuvo que quitárselos.

Unos minutos después, Elluka llegó a una cabaña al lado de un río. Ahí, se encontraba una joven de cabellos verdes cortos, acompañada de una niña de dos coletas.

-¡Tía Elluka! -exclamó la niña al ver a Elluka, corriendo a abrazarla-. ¡Te extrañamos mucho!

-Michaela, mira cómo has crecido. Cada vez estás mas bella.

-Gracias, tía.

La joven de pelo verde se acercó a las otras.

-Elluka. Hasta que por fin vienes. Han pasado tres meses desde tu ausencia.

-Tienen que disculparme. Últimamente he tenido mucho trabajo con la princesa.

-¿¡La princesa!? ¿¡Trabajas con la princesa Rilliane!?

-Sí, Gumillia. Hace poco se me otorgó esa tarea. Solo soy su tutora.

-¡Eso es genial! -exclamó Michaela, aplaudiendo.

-No realmente. La princesa es demasiado caprichosa.

-De seguro es por su edad -intervino Gumillia-. Solo tiene seis años.

-Aun así, una gobernante con ese carácter suyo no debería ocupar el puesto.

Las tres mujeres caminaron a la cabaña.

-Bueno, pero, ¿a qué has venido? -preguntó Gumillia a Elluka.

-Vine por la cebolleta.

-¿Cebolleta? ¿Cuál?

-La que te pedí por correo hace dos semanas. No me digas que no la tienes.

-Esa carta tuya nunca llegó.

-¿Quieres decir que no la tienes?

-No. Pero puedes venir la próxima semana. La tendré, sin falta

-Ah, de acuerdo. Bien, no planeo hacer un viaje en vano. Me quedaré a comer aquí.

-¿Te estás invitando sola? Qué descortés.

-¡Sí, la tía Elluka se queda a comer!

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