Alberich, el señor de la amatista era un joven mercader que vivía en las tierras del eterno invierno, recorría los pueblos cercanos con una cantidad de joyas, anillos, collares, aretes, brazaletes, pieles de distintos animales, hiervas aromáticas y demás cosas, un día, cuando Alberich pasaba junto a otros mercaderes por un bosque, todos aquellos que iban a su lado, eran también poderosos guerreros que luchaban a lado de una princesa de nombre Hilda, cruzaban el congelado rio cuando se percató de una bella melodía.

Todos se detuvieron a escuchar con más atención aquella melodía, aquella voz que se alzaba de una manera armoniosa junto a aquel instrumento de cuerdas que combinaba a la perfección, caminaron hasta donde estaba y todos ellos quedaron asombrados por la belleza de aquel muchacho que alzaba sus notas a la luna, una belleza de piel pálida y cabellos color de atardecer, aquel joven fue capturado, ignorando sus suplicas, haciendo caso omiso a las lágrimas que caían por ese bello par de ojos.

El largo camino les obligo a tomar repetidos descansos, una vez que llegaron al hogar de Alberich, llevo al triste joven a sus aposentos donde logro, con mucho esfuerzo tranquilizarle sin embargo no logró que hablara y por ello, en lugar de llamarlo por su nombre, le puso un apodo: Cenzontle (Cuatrocientas voces), Alberich le ofreció sus joyas, riquezas, sus tierras, las plumas de un hermoso Quetzal, esmeraldas, amatistas, rubíes, perlas y de más hermosas cosas que poseía, Cenzontle ni siquiera se mostró emocionado ante tanta majestuosidad, pues él había visto muchas maravillas en el bosque donde vivía.

Las riquezas de Alberich le permitieron celebrar con un gran banquete la llegada de aquel joven, todos los invitados adornaron sus trajes con la flor más bella de la naturaleza: la rosa, en aquella fiesta hubo un bacanal, olor a copal en el ambiente y un delicioso dulce de cacao, sin lugar a dudas, cenzontle destacaba por su particular belleza, aquel festejo duro tres días con sus noches y al término de esta, Alberich desposo al bello joven no obstante, a pesar de todos los intentos de Alberich, Cenzontle no era feliz, extraña su hogar y poder cantarle a la luna, pasaba los días en el palacio sin hablar, pues tal parecía que su hermosa voz había mermado junto a su felicidad. 

Un día de esos, Alberich tuvo que viajar hacia un lugar desconocido para cumplir una misión de la milicia de aquel pueblo, habían pasado ya varias semanas y él regresaba, justo cuando pasaba por el lugar donde encontró a su amado Cenzontle, se encontró con un diminuto pájaro quien cantaba la más hermosa melodía, tenía tanto parecido a la canción de su esposo, se acercó a él y este huyó despavorido al verle, esto le hizo apresurar el paso; Al llegar a su palacio, Alberich fue recibido con la terrible noticia: ¡Cenzontle había muerto!

Una tarde nublada Cenzontle había fallecido y su alma se convirtió en un hermoso pájaro que emprendió el vuelo hacia la lejanía, cantando como solía hacerlo pero esta vez, con un toque de tristeza y melancolía, Alberich dolorido, recordó el pájaro que había visto días atrás y sufrió mucho al saber que su mujer se había alejado de sus brazos para siempre.

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Esta no tiene un final feliz, pero me ha gustado mucho.

Esta basada en la leyenda mexicana del mismo nombre, osea: Cenzontle.

eluzz-samaspero que haya sido de tu agrado.

Dan R