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198. A su merced (Minos, Radamanthys, Aiacos x Myu)

Debía de estar loco o algo parecido al tratar de no pensar en esos tres, desde aquel incidente donde las copas de más le hicieron decir tonterías y recibir de parte de esos tres un castigo magistral, se quiso convencer de que no lo había disfrutado pero se equivocaba, en sus noches de lucidos sueños húmedos, Myu de Papillon recordaba las caricias descaradas de las manos de aquellos que se presumían los más fuertes entre los 108, esa risa en su oído, ese erecto miembro en su interior y esos ojos profundos viéndole atentamente, era definitivo, quería más.

Y la única manera que encontraba para conseguir lo que más deseaba era volverles a faltar, volver a incidir y volver a degradar el orgullo de los tres jueces solo para recibir un castigo similar, solo para volver a sentir las uñas de Minos encajándose en su blanca piel, volvería a dejar que el alcohol hablará por el solo para volver a recibir dentro suyo la semilla de Aiacos, volvería a dar ese golpe bajo solo para ser recorrido por la boca de Radamanthys, volvería a ofenderlos solo para estar a su merced, disfrutando de las sensaciones placenteras que podían brindarle tres cuerpos: fuertes, poderosos y bien formados con atributos dignos de admiración y atención.

Pero era imposible, porque su miedo de recibir todo lo contrario podía más que su deseo, daba vueltas en su habitación esperando encontrar la solución a su problemático dilema, pero no encontraba otra cosa más que llegar y ofrecerse como cordero ante los tres lobos y aunque eso le parecía una mejor opción, también lo rebajaría, le dejaría frente a ellos como alguien sin honor, sin pudor, sin decencia, se tiró a la cama y se dijo así mismo que, si no lo hacía ahora, perdería quizá, toda oportunidad disponible.

Armándose de todo su valor y vistiendo su armadura, fue a dónde estaban, el único lugar donde podía encontrarlos a los tres juntos: el salón de juicio; entro con los nervios de punta y más rojo que un tomate, mordiéndose el labio inferior y no viendo otra cosa más que el oscuro suelo del salón, cuando estuvo lo suficientemente cerca de donde yacían los tres jueces y Lune, levantó la mirada, topándose con los ojos ambarinos de Grifo, quien le veía con una sonrisa retorcida, casi adivinando sus intenciones pero no diciendo nada.

— ¿A qué has venido, Myu de Papillon? — preguntó el único rubio de la sala.

— ¿Acaso el Señor Hades nos llama? — cuestiono el de Nepal.

Solo negó, seguía mordiéndose el labio porque, seamos sinceros, en aquella situación, cualquiera de nosotros estaría igual o peor que él, tratando de expresar su deseo por ellos pero no sabiendo cómo, intentando por todos los medios decirles que los anhelaba recorriendo su piel pero con el temor de que fuese rechazado o peor aún, humillado y exhibido ante todos.

— ¿Myu? — Lo llamó Minos, el nombrado alzó su mirada, era ahora o nunca, se despojó de su armadura y de su ropa superior y como acto de completa entrega y sumisión, se hincó ante ellos.

— Estoy a su merced — sus palabras salieron apenas como un susurro, susurro que los tres entendieron muy bien.

Ahora, acompañado por los lamentos de las almas en pena, dentro de una de las habitaciones se escuchan los gritos silenciosos cargados del placer interminable de Myu, quien se ve, no solo a merced de los tres jueces del inframundo si no que su expresión deleitante es la muestra que su gozo es aún más de lo que imaginó y se agradece por ello, por haberlos ofendido esa primera vez, por darse el valor, por saberse deseado con la misma intensidad, por disfrutar cada una de las mancillaciones hacia su persona que más que dolerle y lastimarle, le causan el mejor de los orgasmos.


🐥🐦🐲🐝
Hay, este Myu es un loquillo, pero díganme, ¿Quién no querría estar en su lugar?

Llegue tarde, una disculpa. 

Para: Vhope533 espero que te haya gustado. 

Dan R 

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