Mu hace tiempo que había escapado del santuario refugiándose en la torre de Jamir, ahí se había quedado, siempre alerta, siempre con los ojos puestos en los caminos aledaños a la torre, alzando alrededor de esta un ejército de esqueletos para protegerle o al menos para darle tiempo de idear una estrategia, sabía que tarde o temprano irían por él y que al igual que a su maestro, le privarían de la vida, largas noches pasó en vela solo porque el miedo le abrazaba cada vez más, paso mucho tiempo solo y cuando creyó que se habían olvidado de él, sintió fuera de su refugio ese cosmo afilado.

Las órdenes de Saga fueron claras, tendrían que deshacerse del traidor que abandono al santuario, varios años pasaron buscando a Mu y cuando le hallaron, Shura se ofreció a ser el verdugo una vez más, marchó entonces hacia su destino, la torre de Jamir se alzaba a lo lejos, allá al fondo del camino, justo cuando el sol se ocultaba, los pasos metálicos sonaban como los cascos de los caballos corriendo hacia el nudo de una batalla dispuestos a dar la vida por la gloria de su nación y esto, definitivamente era la guerra.

Dentro de la torre de Jamir, Mu pudo ver a Shura a lo lejos, desde una ventana de la torre, respiro hondo y vistió su armadura, el ejército de esqueletos ya había sido derrotado por el filo de la espada sagrada y la entrada estaba siendo invadida por el guardián del décimo templo, bajó las escaleras de manera firme, dispuesto a luchar, aunque su mente y su corazón se negaran a ello.

—Mu — lo llamo Shura — Mu de Aries, sé que estas aquí.

—Shura, sé muy bien a lo que vienes — dijo pisando el último escalón de aquella escalera de piedra — y estoy preparado para luchar por mi vida aunque tardemos mil días.

Se le apretó el corazón de solo verlo, sus ojos verdes llenos de lágrimas, ese semblante triste y lleno de pena, la voz de Aioros resonaba en su cabeza como si fuese una tortura y luego la de Saga, sus órdenes, tragó saliva y alzo su brazo, el primer ataque sería lanzado y justo cuando iba a pronunciar el nombre de la espada sagrada cayó de rodillas frente a Mu con la mirada puesta en el suelo

—No puedo — alzó la mirada topándose con esos grandes ojos verdes cuyo camino de amargas lágrimas bajaba hasta su mentón, se levantó y con todas sus fuerzas abrazo al primer guardián — no puedo, no a ti, podría con cualquier otro pero no a ti. — Mu sonrió de manera tenue.

— Entonces vete — correspondió al abrazo y luego de un par de segundos se separó y dio un leve empujón a Shura, le dio la espalda y comenzó de nuevo a ascender por las escaleras.

— Si decides volver, te estaré esperando, Mu. — dio la media vuelta y antes de salir, volvió la mirada solo para despedirse.

Llegó al santuario con las manos vacías, Saga lo notó y le reprendió por su falla, recibió como excusa un "La torre de Jamir estaba vacía cuando llegue", no se habló más del tema y dieron por perdido al caballero de Aries, al menos hasta que el momento llegase.

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Una ship que seguro no ven seguido. 

Dan R