Mi enemigo, mi salvador [2/4]
Inspiración: Confesión.
~•~
Rogers gruñó instintivo.
Sus manos se enterraban en el cuerpo inconsciente de Stark, sus manos se aferraban a él. Steve no era capaz de escuchar las alarmas de sus compañeros ni de la máquina de Stark. Seguía desconcertado, el aroma de Stark podía ser el culpable o tal vez, la sangre que salía de él. Lo cierto era que su desconcierto le enfurecía, demasiado.
Stark era su enemigo, ese mal que lo mantenía cuerdo en el juego de la guerra. Ambos se habían declarado rivales, ninguno podría atentar contra Stark. Se suponía que solo él, que sus advertencias fueron claras. Y no, no lo fueron.
Lo desafiaron.
Se atrevieron adelantarse, atacar a Stark.
Rogers volvió a gruñir, la ira crecía en su pecho y lo enloquecía. Tenía a Stark inconsciente en sus brazos, su alfa aullaba. Este no era el Stark con el que batallaba, con el que se divertía en la guerra. Trataron de asesinarlo, de arrebatárselo. Miserables, traidores; los destrozaría a todos. Sus feromonas inconscientemente empezaron a desprenderse, a asfixiar al resto. Sus compañeros retrocedieron cobardemente, no podían auxiliar a Stark.
No si su Capitán se los permitía.
Así que, ninguno de ellos pensaba retarlo, esforzarse por quitarle a Stark de los brazos. Era el miedo, la IA de Stark lo sospecha. Ella aún seguía activa y en alerta por su jefe. Podía sentir su pulso, era débil. Su jefe necesitaba atención médica de inmediato, Rogers debía asistirlo o dejar que ayudaran a su jefe.
La IA ordenó al traje de Iron Man avanzar hasta ellos. Los agentes de Rogers apuntaron contra la armadura, la IA no se inmutó. —Él morirá.
Rogers alzó su rostro, vio la armadura y se enfureció más al escucharla.
—No morirá. —Usó su voz de alfa, esa que resonó en toda la casa.
—Entonces sálvelo.
Rogers se devolvió con Tony, sintió su aroma y lo tenue que era. Estaba débil, podía sentirlo.
No moriría, no se lo permitiría.
— ¡Barnes! —Gritó furibundo. Al instante, Barnes se abrió entre el resto y se colocó frente a Rogers. —. ¡Ve por Helen Cho! ¡Tráela acá!
—No tardaremos.
— ¡Dile que con su vida responde por la vida de Tony! —Steve amenazó, Barnes asintió y salió junto con Natasha.
Rogers cargó a Stark, empujó al resto de sus agentes y lo llevó hasta su habitación. Lo recostó en su cama con delicadeza, permitió que su armadura los acompañara hasta la puerta de su habitación. No le dejó ingresar, a nadie. Esa maldita puerta no se abriría hasta que Helen Cho llegara.
Solo ella salvaría a Tony, solo a ella le confiaría su vida.
(...)
Los tiroteos la asustaron.
Helen Cho estaba en una esquina de su estudio, tenía apenas una navaja con la que pretendía defenderse. Su sistema de seguridad cayó, sus guardias también. Todo el edificio era un caos lleno de sangre y gritos, no sabía lo que ocurría o por qué venían por ella.
Solo que moriría.
Lentamente, Helen vio ingresar a los culpables de tantas muertes: James Barnes y Natasha Romanoff.
Se les advirtió de ellos.
—Tony Stark fue atacado. —Barnes bajó su arma. Mientras que, Romanoff vigilaba la puerta. Ella sonreía divertida, su alfa solía ser entretenido con sus víctimas. —. Tiene que ir a atenderlo, venir con nosotros.
Helen seguía temblando, le sorprendió escuchar que ellos vinieran por ayuda para Tony. — ¿Por... qué... con ustedes? Es... Tony, no forma parte de su manada.
— ¿Está cuestionándonos? —Barnes avanzaba hacia ella, intimidante.
—No... Yo... solo. —Helen se calló al tener a Barnes al frente. —. No... quiero... morir.
—Su vida depende de Stark. Él muere, usted muere. ¿Lo comprende?
Helen Cho asintió.
— ¡Entonces vámonos!
—Voy a necesitar de mi maletín y del Arca.
Natasha le alcanzó un maletín con todos los instrumentos necesarios para auxiliar a Stark; en lo que Barnes se divertía.
—Adelántese. —Romanoff ordené. —. Yo llevaré el "Arca".
Barnes asintió y del brazo, se llevó a Helen.
(...)
Rogers los sintió llegar, se levantó de la cama y fue a la puerta. Ahí estaba Helen Cho con su amiga, bruscamente tomó a la doctora y la acorraló contra la pared. No confiaba en ella, pero sí en sus conocimientos. Más le valía que fueran suficientes porque no tenía pensado perder a Stark.
Ni hoy.
Ni nunca.
—Voy a poner en sus manos la vida de Stark. —Steve amenazó, sus dos manos estaban en el cuello de Helen. La estaba ahorcando, Helen advertía con llorar. Las feromonas de alarma y enojo de Rogers se extendían en toda la habitación, asustándola doblemente. —. Si no lo saca adelante, está muerta.
Helen apenas asintió.
Ella contuvo sus nervios por enfocarse en Stark, sacó de su maletín sus instrumentos y empezó a atenderlo. No quería ser torpe, no con Rogers encima de ella. Pero, sentía que se moría junto con Stark.
Rogers era intimidante, no se despegaba de Stark ni de Helen. Supervisaba cada movimiento de Helen, la detenía justo antes de que ella colocara alguna gasa, crema o inyección a Stark. Apenas Tony se sostenía, no se arriesgaría a perderlo por incompetencia u osadía de la doctora. Ella era una beta, no podía distinguir sus intenciones por su aroma.
La doctora Cho dejó a Tony por unos momentos, Rogers aprovechó para acercarse nuevamente a él. Aún seguía inconsciente, pero no sangraba. Aquello le tranquilizó, lo suficiente para sentarse a su costado y tomarle la mano. Era desesperante verlo tan calmado y en silencio, sus encuentros siempre resultaban explosivos y desafiantes. Esto no le agradaba, lo aborrecía.
Lo enfermaba.
—Me duele el pecho. —Tony susurró, lentamente abría los ojos.
—Es normal, llegaste casi sin pulso. —Steve comenzó acariciar sus cabellos, a liberar sus feromonas para envolver a Tony en un ambiente más seguro. —. Tu máquina me ayudó a recobrar la cordura para auxiliarte.
Tony sonrió a medias, le dolía demasiado todo el cuerpo. —Así que, te debo la vida. ¿Eh?
—Encontraremos la manera en saldar esa deuda.
—Ya la hay. —Tony miró a Steve directamente, le costaba hablar. —. Ross... El Coronel Ross piensa bombardear Brooklyn.
Steve no respondió.
—Él fue quien intentó asesinarte. ¿Verdad?
—No... importa. —Tony sentía nuevamente que acabaría inconsciente. —. Solo... deten...
Stark no llegó acabar.
Rogers se desesperó nuevamente, Tony volvía a cerrar sus ojos. — ¡Doctora! ¡Helen! ¡Venga ya!
La doctora Cho salió del baño, corrió hacia Tony, a revisar su pulso. Estaba con vida, ella también.
— ¿Qué tiene? ¿Qué pasa?
—Agotamiento, su cuerpo necesitará días para recuperarse. —Helen suspiró. Aquí se encontraba limitada para acelerar el proceso de curación de Stark, para librarse de este jodido enrollo. —. Si usted me lo permite, podríamos llevarlo al hospital del centro. Ahí instalaría el "Arca" y...
—Instalarás tu máquina acá, salvarás a Stark acá. —Rogers fue determinante.
—Pero, Capitán, el proceso de curación tardaría dobl...
— ¡Pero nada! ¡Chécalo! ¡Revísalo! ¡Haz que se reponga! —Rogers tomó del cuello a Helen, la alzó lo suficiente para asustarla. —. Intentaron matarlo, y éste es el único lugar donde yo puedo evitar que acaben con él.
—En...Entiendo, Capitán.
Rogers soltó a Helen, ella cayó al suelo. La vio con indiferencia, luego a Stark. Recordó sus palabras, ya tenía el nombre del bastardo que se atrevió a meterse en su lucha. Acabaría con ese pedazo de infeliz, haría que todas sus asquerosas entrañas se arrepintieran por desafiarlo.
Por atentar contra Stark.
— ¡Se muere, te mueres! —Steve volvió amenazar.
Después, se retiró de su habitación y se topó con Barnes en el pasillo. Él estaba en llamada con su omega, Romanoff estaba por llegar con el "Arca".
—El "Arca" estará aquí en minutos.
—Bien. —Rogers respiró hondo. Quería caos, sufrimiento y desesperación; quería devolverle el favor a Ross. —. Prepárate, iremos a cazar esta noche.
— ¿A quién, Rogers? —Barnes susurró confundido. En los últimos meses, cada ataque de su líder era únicamente para fastidiar a Stark.
Rogers sonrió macabro. —A Betty Ross, la amada y única hija del miserable Thaddeus Ross.
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