7. Bondad Correctiva Inicial
—Si alguien les da un bebé que llora, ¿qué hacen? A: lo hechizan; B: lo encerran en una torre; C: ¿le dan un biberón?; D: ¿le arrancan el corazón? Evie —señaló el Hada Madrina con una gran sonrisa a mi amiga peliazul, quien estaba sentada con Mal, en la mesa de mis espaldas y a un lado de la mesa donde estaban Jay y Carlos.
—¿Cúal era la segunda? —preguntó dudosa.
—Ah, bueno —dijo el Hada Madrina, decepcionada, pero sin borrar su sonrisa—. ¿Alguien la sabe? —preguntó, pero no obtuvo más que un silencio sepulcral. Conocía la respuesta, porque era bastante obvia, ya que la única que no sonaba como algo que haría un villano era la C, pero me daba mucha pereza responder— ¿Mal?
—C: le doy un biberón —respondió Mal, sin ningún interés.
—Correcto —felicitó el Hada Madrina—. Otra vez.
—¡Hoy estás muy inteligente! —notó Carlos.
—Sólo elige la que no es divertida —explicó Mal con tono de obviedad.
—O la que nuestros padres nunca harían —añadí, y Mal rió estando de acuerdo.
—Tiene mucho sentido —comentó Evie entusiasmada, a la vez que los chicos hacían sonidos de sorpresa y comprensión.
Un chillido aniñado me hizo voltear a la izquierda, encontrándome con una chica de cabello negro y corto que usaba un vestido azul y formal, caminando en el pasillo que había entre nuestras mesas. Al llegar a mi lado, me miró con terror, alejándose de mi mesa conforme cruzaba.
—Hola, cariño —saludó el Hada Madrina.
—Hola —le respondió la chica—. Necesito que firmes esto para la salida temprana del día de la Coronación.
—Claro —aceptó el Hada Madrina, tomando la tabla que su hija llevaba y firmando en ella con una pluma—. ¿Todos recuerdan a mi hija, Jane?
¿Recordarla? Era la primera vez que la veía. ¿De dónde habría de recordarla?
—¡Mamá, no! —suplicó Jane con temor, sin atreverse a voltear a vernos.
—Shh, está bien. Jane, estos son todos —alentó a su hija, dándole un empujón hasta hacerla voltear y avanzar.
—Hola —dijo con voz aguda—. Está bien, no se molesten, quédense sentados —pidió, chillando de nuevo cuando pasó por mi lado.
Formé una mueca de desagrado. Sé que somos hijos de villanos, pero ¿qué podríamos hacerle ahora frente al Hada Madrina?
«Debería relajarse.»
—Continuemos —el Hada Madrina carraspeó, incómoda—. Si encuentran un frasco con veneno, ¿qué hacen? A: lo vierten en el vino del rey; B: lo usan para pintar una manzana; C: lo entregan a las autoridades.
Escuché a Carlos y Jay forcejar, pero ni siquiera me molesté en voltear y seguí limándome las uñas, soplando en ellas de vez en cuando.
—¿Jay?
—C: lo entregamos a las autoridades —respondió.
—¡Yo iba a decir eso! —reclamó Carlos.
—¡Pero yo lo dije primero!
Esta vez, los escuché forcejear más fuerte y rudo. El Hada Madrina golpeó el pizarrón con su vara de madera para llamar su atención, pero ninguno obedeció. Golpeó repetidas veces más, pero siguió sin conseguir su atención.
Enfadada por ese ruido constante y molesto, me giré para mirar a los chicos.
—¡Que se calmen! —grité con el semblante serio y ojos que los dejaron congelados y aterrados en su lugar (peleando arriba de la mesa y Jay prácticamente aplastando a Carlos).
—Hmm —carraspeó de nuevo el Hada Madrina, sorprendida—. Gracias, Jade —asintió hacia mí y luego volvió a mirarlos—. Ustedes dos, les sugiero que usen esa energía en el campo de tourney.
—Ah, no. Está bien —rechazó Carlos con una sonrisa, mientras Jay lo soltaba y se quitaba de encima—. Sea lo que sea, pasamos.
—Mm —dijo el Hada Madrina, antes de voltear a verme—. Y a ti, Jade, te sugiero que uses esa voz y... elasticidad en el equipo de porristas —señaló, mirando con extrañeza la forma en que estaba sentada, probablemente preguntándose cómo era capaz de estar cómoda en esa posición.
Los chicos, acostumbrados a verme así, ni siquiera voltearon a verme. Para desconocidos, claro, era raro verme con mi nuca en el respaldo de la silla, mi espalda baja en el borde del asiento y mis piernas dobladas como indio sobre la mesa. Como había dicho el Hada Madrina, tenía una increíble elasticidad (que en la Isla me ayudaba a pasar por lugares pequeños y escabullirme, o esconderme en espacios reducidos).
—¡Já! —bufé, poniendo los ojos en blanco—. Gracias, pero, como dijo Carlos, sea lo que sea... paso.
—El equipo de porristas apreciará tu habilidad de estirarte así, Jade, estoy segura —prometió el Hada Madrina, sonriente.
La miré con una ceja arqueada, levemente curiosa.
—Equipo de porristas —dudé, y ella asintió—. No sé qué sea, pero suena malvado. Ah, qué más da, iré.
o
—¡Ah, adoro este uniforme! —exclamé mientras llegaba con Jay y Carlos al campo de tourney.
Ellos iban con otro uniforme, adecuado para lo que iban a practicar, Jay de azul y Carlos de amarillo. Por otro lado, yo llevaba tenis blancos, una playera amarilla con cuello V y una falda azul con olanes planchados en forma vertical. No eran mis colores, claro, pero era cómodo y coqueto. Me encantaba dar vueltas y ver cómo se elevaba la falda con una ilusión placentera por los olanes.
Al llegar al campo, cerca de las gradas, observé el montón de chicas que llevaban el mismo uniforme, bailando con pompones y haciendo acrobacias y pirámides.
—Vaya —dijo Carlos, sorprendido de cómo iban todas perfectamente alineadas y organizadas, haciendo todo igual y al mismo tiempo.
«Así que eso hacen las porristas.»
El baile se detuvo cuando la música se acabó, pero ninguna se movió de su lugar cuando notaron mi presencia y vestimenta.
—¿Pero qué...?
Rápidamente identifiqué su voz, y lo confirmé cuando miré a la esquina izquierda de la línea. Carlos y Jay permaneceron a mi lado, demasiado distraídos con las piernas de las otras chicas como para notar la mirada asesina que Audrey me estaba dando.
—Las pruebas fueron ayer —habló Audrey, examinándome de arriba abajo con desagrado—. El equipo está lleno.
—Audrey —intervino una de las chicas—, recuerda que Lonnie dejó el equipo porque prefería concentrarse en practicar esgrima.
—Genial —habló Jay sonriente, como si todo hubiera quedado solucionado—. Suerte —me dijo, antes de llevarse a Carlos a rastras.
—¡Suerte, Jade! —gritó Carlos, ya desde lejos.
Le devolví la mirada a Audrey, quien ahora estaba cruzada de brazos y el resto de las chicas la respaldaban. Sin embargo, no me dejé intimidar y le sonreí con boca cerrada.
—Soy la capitana —me advirtió—, y ni siquiera pienses que ya estás en el equipo sólo porque llevas el uniforme. Tienes que pasar la prueba.
—¡Jade!
Miré a mi lado izquierdo, con Audrey imitándome al escuchar la voz de su novio llamarme. El príncipe Ben se acercaba corriendo con un casco en mano desde la mitad de la cancha, llegando a frente a ambas con una linda sonrisa.
—Veo que entraste al equipo de porristas —comentó soprendido, mirándome de arriba abajo con el uniforme que también llevaba Audrey.
—En realidad —intervino con la voz agudizada, obteniendo la atención de su novio—, no está en el equipo hasta que pase la prueba —me recordó, y se dio la vuelta, yendo hacia la gradas con paso firme y recto.
Miré a Ben con las cejas arqueadas, algo confundida.
—Mmm, ¿a dónde va?
—A poner música.
—¿Música? —exclamé— Es decir, ¿tengo que bailar así nada más? Pero... no conozo ninguna coreografía.
Ben se rió, negando con la cabeza.
—No tienes que saber ninguna. Sólo baila lo que sientas —aconsejó, sonriéndome—. Seguro lo harás bien.
Sus lindos ojos verdes me veían con tanta calidez y confianza, con orgullo e ilusión. Mi pecho se calentó ante el sentimiento. Nunca nadie me había mirado así, pero se sentía... increíble.
—Si tú lo dices —respondí insegura, ahora más nerviosa por el temor a decepcionarlo.
—¡Tú puedes, Jade! —gritó Jay desde el otro lado de la cancha, haciéndome reír. Con su grito, todo el equipo de tourney, que parecía aburrido, ya que aún no empezaban a jugar, prestó su atención hacia acá.
—¡Listo! —exclamó Audrey, presionando el botón de una tableta que activó el sonido a través de una bocina.
Suspiré, sonriéndole una última vez a Ben, y caminé hacia donde estaba el equipo de porristas, todas sentadas en las gradas a la espera de que yo demostrara alguna coreografía. Me posicioné, dándoles la cara a ellas y la espalda al equipo de tourney.
Entonces, sonó la música, y rápidamente hice memoria de lo que las vi bailar, ya que era la misma canción. Sólo tenía que improvisar y copiar lo que recordara.
«De acuerdo, relájate. Sabes bailar, sabes hacer acrobacias. Vamos, lo has hecho mil veces en la Isla.»
The warden threw a party in the county jail
The prison band was there and they began to wail
The band was jumping and the joint began to swing
You should've heard those knocked out jailbirds sing
Escuché claramente el grito de mi hermano y después el de Carlos, dándome ánimos.
Let's rock, everybody, let's rock
Everybody in the whole cell block
Was dancing to the Jailhouse Rock
Empecé a recordar la letra de la canción, pues ya antes la había escuchado de Carlos cuando la ponía en el castillo y se ponía a bailar, pensando que nadie lo veía.
Spider Murphy played the tenor saxophone
Little Joe was blowing on the slide trombone
The drummer boy from Illinois went crash, boom, bang
The whole rhythm section was the Purple Gang
Traté de no ponerme nerviosa cuando di vuelta y noté cómo todos los chicos estaban mirando hacia acá, Ben incluido.
Let's rock, everybody, let's rock
Everybody in the whole cell block
Was dancing to the Jailhouse Rock
Así que canté, y escuché los gritos de Jay, aunque a lo lejos, aumentar.
(Jade)
Number forty-seven said to number three
You're the cutest jailbird I ever did see
I sure would be delighted with your company
Come on and do the Jailhouse Rock with me
Los gritos casi me hicieron tambalear de la sorpresa cuando logré realizar un par de saltos hacia atrás en el aire, tal y como habían hecho ellas en su coreografía.
(Jade)
Let's rock, everybody, let's rock
Everybody in the whole cell block
Was dancing to the Jailhouse Rock
The sad sack was a sitting on a block of stone
Way over in the corner weeping all aloneThe warden said,
Hey, buddy, don't you be no squareIf you can't find a partner use a wooden chair
Let's rock, everybody, let's rock
Everybody in the whole cell block
Was dancing to the Jailhouse Rock
Hubo más gritos varoniles, pero esta vez, en lugar de ponerme nerviosa, me dieron confianza cuando distinguí la voz de Ben entre ellos.
(Jade)
Shifty Henry said to Bugs, For Heaven's sake
No one's looking, now's our chance to make a break
Bugsy turned to Shifty and he said,
Nix nixI want to stick around a while and get my kicks
Let's rock, everybody, let's rock
Everybody in the whole cell block
Was dancing to the Jailhouse Rock
Dancing to the Jailhouse Rock
Dancing to the Jailhouse Rock
Dancing to the Jailhouse Rock
Dancing to the Jailhouse Rock
Cuando terminé, usando la misma pose que ellas habían usado al final de su coreografía, pude respirar, aunque agitadamente, más tranquila. Nunca, nunca había sentido tanta emoción. Era algo nuevo y divertido. Quién lo diría.
Los chillidos siguientes fueron de parte de las porristas, quienes se levantaron entre saltos y sonrisas hasta rodearme.
—¡Bienvenida al equipo! —dijo una, teniéndome un par de pompones azules.
—¡Me encantó ese paso que hiciste a la mitad!
—¡Tienes que enseñarme a hacer ese salto!
—¡También deberíamos cantar cuando animemos, me gusta esa idea!
Sin querer, me encontré sonriendo y les respondí. Me llené de tanta emoción como ellas. Generalmente no le agrado al sexo femenino, estaba acostumbrada a eso, así que recibir esa clase de aceptación de su parte me lleno de esperanza.
Cuando miré a Audrey, quien recién se acercó, noté que tenía el rostro rojo, pero sólo dijo:
—Los entrenamientos son tres días a la semana a la misma hora —avisó, a continuación dando media vuelta hacia las gradas— ¡A practicar! —ordenó, y el equipo completo obedeció, siguiéndola.
Me llevé la mano al pecho, aún sintiendo la rapidez con la que latía mi corazón.
«¡Qué sensación!»
—Me equivoqué —mencionó Ben, llegando por mis espaldas. Lo miré confundida—. Creí que lo harías bien, pero lo hiciste mejor qu eso. Fue increíble. Tienes talento.
«¿Qué me sucede? No hace calor. ¿Por qué siento mi cara como si la hubiera metido en un horno?»
—Gracias —sonreí—. ¿Tú también estás para hacer pruebas de... eh, tourney? —pregunté, apenas recordando el nombre del deporte.
Ben negó con la cabeza, sus mejillas sonrosándose, lo que me extrañó, porque no había sol y todavía no se había puesto a calentar o a jugar.
—En realidad, soy el capitán.
—¡Oh! —exclamé, sorprendida, y luego le regalé mi mejor sonrisa— Debes ser muy bueno, entonces.
—Supongo —se encogió de hombros—. Hago mi mayor esfuerzo.
El sonido de un silbato nos hizo voltear hacia el campo, donde el entrenador empezó a gritar órdenes.
—Tengo que irme —dijo, aunque no parecía muy contento con ello—. Nos vemos después.
—Claro.
Suspiré, de repente sintiendo que dejaba salir una cantidad de aire que ni me había dado cuenta que retenía. ¿Por qué me ponía así?
«Seguramente sólo es la adrenalina por la prueba.»
«Sí, eso debe ser.»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro