PRÓLOGO
La luna brillaba intensamente y Bucky la contemplaba a través de la ventana. El hombre estaba recostado en su cama, en espera de que Lyna saliese del baño, apagara la luz y se acostara a su lado. ¡Era la misma rutina todos los días! Después de cenar, ambos subían al ático que les servía de habitación, se preparaban para dormir, se recostaban sobre su cama y hablaban hasta quedarse profundamente dormidos. En ocasiones hacían el amor de manera intensa, como si no hubiera un mañana.
Él procuraba no tener el sueño pesado, prefería mantenerse alerta para proteger a Lyna. Sabía que tarde o temprano iban a cazarlos y no quería que lo encontraran con la guardia baja. Sus armas se encontraban siempre en el mismo lugar, debajo de la cama en espera de que las tomara y las usara en contra de sus enemigos.
Lyna salió del baño y se recostó a su lado abrazándolo con fuerza y besando su torso desnudo: - ¿Aún no duermes? – preguntó la mujer.
-¡No! – respondió Buck – Te estaba esperando, sabes que no puedo dormir si no estás a mi lado.
-¡Lo sé! – suspiró la chica – Yo tampoco puedo dormir si no te siento, te has vuelto indispensable para mi, eres mi otra mitad y sin ti me siento vacía, hueca. – exclamó Lyna – ¿Sabes? – Preguntó cambiando el tema - Ya han pasado casi seis meses de que llegamos a este lugar y no me he atrevido a llamarle a mi padre. Tengo miedo de su rechazo, ¿crees que debería ponerme en contacto con él?
Bucky suspiró y le acarició el brazo: - Yo pienso que deberías llamarlo, no mantenerte alejada de él. – exclamó el soldado – Si él es quién te rechaza, ¡se lo perderá! Pero que por ti no quede, ante todo es tu padre y merece tu respeto y cariño.
-Por lo que Sharon ha dicho, sigue triste y demacrado. – gimió Lyna – Pero también no ha quita el dedo del renglón en lo que respecta a Sandra Steiner, parece que la doctora está muy bien protegida. Anda como si nada y nadie le ha puesto un alto.
-Esa mujer sabe que está haciendo mal y que tarde o temprano su teatro se va a caer al ser descubierta. Pero se aprovecha de las chicas indefensas, el miedo es su arma. Sé de qué se trata eso – dijo James – Por eso nadie se ha atrevido a abrir la boca y desenmascararla. ¡Ni siquiera tú, Lyna! – Suspiró el hombre - ¿Y qué me dices de tu amiga?
-No quiero decir nada sobre Sandra, porque si lo hago, darán con nuestro paradero, Bucky Boo – Respondió la chica deslizando su dedo sobre el pecho de su amado – No me gustaría que trataran de encerrarte de nuevo o que Tony pudiera encontrarte y hacerte pedazos – Suspiró – Respecto a Ginny, la he llamado un par de veces, pero me ha dicho que aún no habla con mi padre, creo que no se han puesto en contacto – Suspiró Lyna encogiéndose de hombros – Pero no quiero pensar en eso, ¡soy feliz cómo estoy ahora! – Exclamó mirando a Bucky a los ojos – Pero dime ¿tú eres feliz? – Le preguntó - ¿Te agrada esta nueva vida? ¿Te gusta la forma en que vivimos ahora? Todo es tan rutinario.
-¡Sí, soy muy feliz! – Respondió el hombre y sus ojos brillaron – Aquí me siento a mis anchas, sin nadie que me señale o me mire de manera sospechosa y murmure. ¡Aquí no soy un asesino! – Exclamó esbozando una sonrisa – Me gusta la forma en que vivimos, me he acoplado a mi rutina, a mi nuevo ritmo de vida. No me quejo de mi trabajo, ¡incluso disfruto de él! Esta era la anhelada segunda oportunidad que yo necesitaba, Lyna – Dijo abrazando con fuerza a la mujer y besándola en los labios – Una vida plena y dichosa al lado de la mujer que amo y de mis amigos. No le puedo pedir más al destino; finalmente, El Soldado del Invierno ha muerto y James Barnes ha renacido – Finalizó Bucky con una exclamación de júbilo.
Lyna se carcajeó ante la reacción de su amado, ¡con eso bastaba! La respuesta de James había disipado sus dudas, pues desde hacía unos días notaba que él actuaba de una manera extraña y estaba muy pensativo. Pero ahora se daba cuenta con alivio de que él era feliz, tanto o más que ella. Bucky rió junto con la chica y la tomó entre sus brazos, para fundirse en un beso apasionado; sus lenguas chocaron y se saborearon, deleitando sus sentidos. Lyna tiritó al sentir la helada invasión de la mano izquierda de Bucky, que se colaba debajo de su camiseta de dormir, levantándosela para liberar sus senos.
-¡Travieso! – Murmuró la muchacha y echó la cabeza hacia atrás.
Bucky se rió y comenzó a masajear los senos de su mujer, pellizcando con delicadeza sus pezones, los cuales ya comenzaban a endurecerse. Lyna gimió con fuerza, deleitándose con esas suaves caricias: - ¡Van a volverse a quejar abajo! – Jadeó Lyna - ¡Y ya sabes cómo es Clint!
-Qué diga lo que quiera, ¡a mí no me importa! – Respondió James deslizando su lengua sobre los pechos de su mujer.
Lyna jadeó y arqueó la espalda, sólo él conocía sus puntos más sensibles y sabía cómo hacerla gritar. Bucky paseó su rostro por el pecho de Lyna y ella gritó y comenzó a reírse. Él la miró y también se rió, pero continuó trazando círculos con la punta de su lengua sobre los pezones de la chica y succionándolos con fuerza. Lyna acarició los cabellos de James y cerró los ojos, entregándose al placer. Intentó gemir, pero la boca de su amor cubrió la suya y la besó salvajemente, mordiendo su labio inferior. Pudo sentir cómo el cuerpo de James la recostaba a medias sobre la cama, su mano derecha la sujetó por la cintura, mientras que la izquierda descendía lentamente por su cuerpo. La boca de Bucky dejó sus labios y bajó hasta su cuello para depositar besos ruidosos sobre él. La piel de Lyna se erizó y de sus labios se escapó un fuerte gemido cuando la mano metálica de James acarició sus muslos, logrando que los abriera.
La mano de James la acarició apenas y ella se arqueó de nuevo, ofreciendo su cuerpo. Él la miró con lujuria y succionó el lóbulo de su oreja. Lyna volvió a gemir, abriendo más los muslos para revelar su humedad que pedía ser acariciada: - ¡James! – Suspiró Lyna y él no se hizo del rogar. Sus dedos expertos jugaron con la intimidad de la chica, empapándose de sus fluidos calientes. Ella se aferró a su hombro, gimiendo y pegando su frente a la del hombre, quién trazaba sutiles círculos sobre su clítoris. Bucky bufaba al mirar cómo Lyna se retorcía de placer, él estaba excitado y gozaba con tan sólo mirarla.
-¡Así, mi vida! – Murmuró él hombre – Entrégate a mí cómo sólo tú puedes hacerlo.
Lyna dejó escapar un murmullo de desaprobación cuando él retiró la mano. La joven trató de incorporarse, pero él se lo impidió, sólo se deshizo de la ropa que Lyna llevaba puesta y de sus bóxers, la recostó sobre las almohadas y dejó un beso húmedo sobre su ombligo para descender hasta su feminidad y besarla repetidas veces. James paseó su lengua sobre su sexo y succionó su clítoris. Lyna gritó otra vez y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Le encantaba sentirlo, le encantaba escuchar como chupaba esa parte de ella y le encantaba que la hiciera gemir, gritar y retorcerse de placer.
Los dedos de Bucky se hundieron también en ella moviéndose dentro, primero despacio para después ir aumentando el ritmo de sus embestidas. Su boca estaba adherida a su clítoris y no dejaba de succionarlo. Lyna clavó sus uñas en los hombros del hombre y arqueó la espalda empujando las caderas hacia abajo. Tenía la boca abierta y jadeaba o se mordía los labios y apretaba los dientes mientras sus ojos seguían cerrados, ¡era presa del placer! James continuó haciendo maravillas con su boca, hasta que el cuerpo de Lyna se tensó y se dejó llevar por el orgasmo que hizo que su cuerpo temblara por completo.
Bucky se incorporó sonriente y lamiéndose los labios, degustando el sabor de su mujer y ella trataba de que su respiración se normalizara. Abrió los ojos y lo contempló, jodidamente sensual. Ese abdomen plano y marcado, cuerpo simétrico de anchos hombros, sus ojos fueron más abajo y miraron su falo excitado que se erguía imponente. Lyna se mordió los labios y se arrojó contra él, para colocarse encima y besarlo con pasión arrebatadora. James no se hizo del rogar y gustoso aceptó la lengua de Lyna que lo exploró con avidez mientras que él acariciaba sus nalgas y su feminidad.
Lyna dejó la boca de James y besó su cuello, él sólo cerró los ojos para centrarse en las delicadas caricias de su mujer. ¡La amaba! Ella lo era todo para él y la protegería con su propia vida. No pudo seguir pensando con claridad, pues los dientes de Lyna mordieron sus pezones masculinos. La boca de la mujer fue en descenso, dejando besos sonoros por todo su abdomen, deteniéndose en su bajo vientre. Bucky bufó cuando la lengua de Lyna recorrió su piel y su mano sujetó con firmeza su pene erecto.
-¿Le gusta, sargento? – Preguntó la chica mientras su lengua se deslizaba por toda su longitud.
-¿Qué si me gusta? – Respondió James entre dientes - ¡Es tan...! ¡Oh, joder, Lyna! – Murmuró dejando su frase a medias.
Lyna introdujo la punta en su boca y la chupó, su mano comenzó a masturbarlo delicadamente. James se relajó, embelesado y perdido bajo el influjo del placer. La cabeza de Lyna iba y venía, moviéndose con ritmo, su boca succionaba arrancándole a Bucky intensos gemidos de gozo. La mano de él se posó sobre la cabeza de la muchacha, incitándola a seguir y guiando sus movimientos. Lyna se dedicó a complacerlo, acariciándolo con la mano o con la lengua y, de vez en cuando, mordiéndolo tiernamente. Ella levantó la mirada y vio la expresión de su amado, relajado y satisfecho, echando la cabeza hacia atrás y gruñendo o maldiciendo.
-¡Lyna! – Gruñó Bucky – Me voy a correr.
La chica sonrió con malicia e hizo caso omiso a sus advertencias, siguió brindándole placer, paladeando su virilidad y excitándose más al verlo gozar. James no podía controlarse más, era ahora o nunca. De nuevo echó la cabeza para atrás, entregándose al orgasmo y estallando en la boca de su mujer. Lyna se lamió los labios y besó de nuevo la punta de su miembro viril. Bucky la tomó por la nuca, obligándola a que se incorporara, la miró con los ojos llenos de lujuria y asaltó su boca con un beso erótico. Lyna se aferró al cuello de su amado y acarició sus cabellos mojados de sudor, sintiendo cómo los movimientos de la lengua de James dentro de su boca volvían a excitarla.
-¡Te amo! – Le susurró él al oído – Porque llegaste a mí a cambiarlo todo sin proponértelo.
Lyna acarició su rostro y le sonrió: - Yo también te amo, James. Tú llegaste a poner mi mundo de cabeza y a sacar ese lado salvaje que dormía en mí. Todo cambió para bien y ahora estamos juntos, pese a las adversidades.
Bucky tomó el rostro de Lyna entre sus manos y la besó, acariciando sus senos, su vientre y su feminidad: - Ahora – sonrió el hombre con malicia – Haré lo que quiera contigo, desataré mi pasión y mi lujuria; dejando que el pecado nos consuma – Exclamó tomando a Lyna por la cintura y poniéndola boca abajo.
Ella se echó a reír ante ese comentario, adoraba la manera en la que él le hacía el amor. Amaba sus frases perversas y sus actitudes dominantes, pero a la vez tan tierno y cuidadoso con ella. Lyna apoyó las palmas de las manos y las rodillas sobre el colchón, mientras que Bucky le besaba los hombros y la espalda.
-¡Lo que usted diga, Sargento Barnes! – Respondió Lyna – Aquí el que manda es usted, yo sólo lo obedezco.
Bucky se colocó de rodillas detrás de Lyna y con una mano la sujetó por la cintura, mientras que con la otra tomaba su pene y lo pasaba lentamente por toda su feminidad. La mujer arqueó la espalda y estrujó las sábanas cuando James repitió la operación varias veces. Lyna levantó las caderas y abrió más las piernas, dándole a entender que lo necesitaba dentro. James se mordió el labio y tomándola con firmeza de la cintura, la penetró con una certera embestida. La mujer gimió sonoramente y comenzó a balancearse, chocando sus caderas con la pelvis de James, quién también se movía, imitando los movimientos de Lyna. La chica arqueaba la espalda y cerraba los ojos, ¡era tan grueso y la llenaba completamente! Le encantaba sentir esa deliciosa fricción dentro de ella. Lyna inclinó su cuerpo hacia adelante, apoyándose en sus codos y levantó su trasero para que James la llenara hasta el fondo. Él la tenía fuertemente sujeta de la cintura y de cuando en cuando palmeaba con fuerza su trasero o besaba su espalda. Lyna se quejaba, pero también gozaba y no paraba de gemir, presa del placer.
-¡Ay, James! – Jadeó la chica - ¡Eres tan salvaje! ¡Así, así! – Gritó.
Las embestidas se aceleraron, mientras que la cama crujía y se hundía ante sus movimientos bruscos. James la incorporó y sujetó su cuello para besarla posesivamente. Ella pasó su brazo alrededor del cuello del hombre para no perder el equilibrio y continuó meneando las caderas. Los labios de Bucky recorrieron su mejilla y su cuello con infinita ternura, dejándose llevar por todo ese torbellino de emociones que los envolvió cuando juntos llegaron a la cumbre del delirio.
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Lyna abrió los ojos y se estiró, él frio en su espalda le hizo saber que James ya no estaba con ella. Lo escuchó reírse ante algo que había dicho Barton. ¡Otra vez Clint y sus chistes! Steve también dijo algo, pero no pudo comprenderlo, pero los tres hombres se echaron a reír otra vez. Se levantó de la cama y miró el reloj. ¡Ya era tarde! Pero recordó que era fin de semana y su trabajo sólo era de lunes a viernes. Entró en el baño para ducharse y una vez que terminó, salió y buscó su ropa. Se encontró con unos viejos pantalones que estaban al fondo del armario, los tomó y también una camiseta de manga larga. Se vistió a prisa, mirándose en el espejo, pero se detuvo en seco al darse cuenta que los jeans no le cerraban.
-¡Joder! – Gimió Lyna haciendo un esfuerzo por abrocharlos - ¿Cómo que no...? – Preguntó y de nuevo vio su imagen en el espejo.
Estaba más restablecida, ya no tenía ojeras bajo sus ojos, su cabello brillaba más que antes y sus ojos despedían una chispa hasta entonces desconocida, miró sus pechos ceñidos por la camiseta y su vientre. Suspiró, ¡había cambiado! Podía darse cuenta, sonrió al sentarse sobre la cama y quitarse esos pantalones y tomar otros. ¿Sería posible? Se preguntó ante la pequeña sospecha de un posible embarazo. Abrazó su cintura y cerró los ojos, imaginándose a un pequeño hombrecito correr en pos de su padre. Un niñito que apenas caminaba, de cabellos castaños y ojos de un azul intenso que reía, mientras que James lo tomaba en sus brazos y lo levantaba por encima de su cabeza. Abrió los ojos al darse cuenta que la interrogante de siempre se formaba de nuevo en su cabeza, ¿acaso sería posible tanta felicidad?
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Con este prólogo arrancamos la tercera y última temporada de STOCKHOLM SYNDROME. Tendremos nuevos personajes, tanto malvados como buenos. Veremos a un Tony desesperado por encontrar al Soldado, pero también estará la organización de HYDRA, y un nuevo villano. ¿Qué les pareció esta introducción? Déjenme sus comentarios y no se pierdan el primer capítulo el día de mañana. ¡Gracias por su apoyo!
#MaryCruz
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