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CAPÍTULO UNO: EL SOLDADO DEL INVIERNO

El convoy avanzaba lentamente sobre el camino lleno de nieve. El terrible viento azotaba con fuerza, pero eso no les impedía avanzar. ¡Necesitaban llegar cuanto antes al poblado de Tungur! Ese lugar había sido tomado por la gente de HYDRA para llevar a cabo raros experimentos con los pobladores del lugar. El sitio era demasiado frío, teniendo en cuenta que se trataba de la taiga rusa, cuya temperatura oscilaba a más de 40° bajo cero, pero eso no bajaba los ánimos de quienes tenían la intención de ayudar. Se decía que la gente que aún no había sido capturada estaba pasando por una terrible hambruna, pues HYDRA había cerrado casi todos los caminos, impidiendo que la poca ayuda que era enviada por las grandes potencias, no llegara a su destino.

Entre las personas que se habían aventurado a llegar a Tungur, se encontraba una joven enfermera de nombre Lyna Bramson. Ella era quién trataba de levantar los ánimos de sus compañeros, que ya habían perdido las esperanzas de llegar con vida a Tungur.

-En cualquier momento la gente de HYDRA aparecerá y cortarán nuestras cabezas. – decía uno de los enfermeros que se encontraban entre los voluntarios.

-Llevamos ya cuatro días de viaje y hasta el momento HYDRA no ha dado señales de vida. – respondió uno de los médicos – Tengo la esperanza de que llegaremos a nuestro destino.

-Pienso igual que usted, Doctor Beckham. – exclamó Lyna con una sonrisa – Debemos llegar a Tungur y ayudar a toda esa gente que está muriendo de hambre y que necesita atención médica.

-Un grupo de rebeldes nos estará esperando a diez kilómetros de la villa más cercana, que aún no ha sido invadida por HYDRA. – dijo el Doctor Beckham – Ellos nos llevarán ante su líder.

-Estoy ansiosa por llegar. – dijo la joven enfermera – Tantos días en carretera han comenzando a impacientarme, ¡necesitamos atender a los enfermos y heridos! A Esos pequeños que piden alimento. – exclamó la mujer casi al borde del llanto – He visto los videos y me han partido el alma, ¡esto es un horrible acto de crueldad!

Nadie más dijo nada, estaban de acuerdo con la joven mujer, aunque tenían miedo, pues sabían de todas las atrocidades que HYDRA había cometido contra las personas que intentaban brindar un poco de ayuda a los refugiados de Tungur. A pesar de que ese convoy había sido enviado por la gente de SHIELD e Industrias Stark, tenían sus dudas respecto a la seguridad de éste. Varios agentes de SHIELD los acompañaban, así como miembros del ejército ruso y de las Naciones Unidas; no estarían tan desprotegidos como se lo imaginaron en un principio. Aunque a veces, las dudas de los voluntarios aparecían en su mente.

El convoy conformado por seis carros blindados seguía avanzando lentamente, sólo debían atravesar esa montaña y muy pronto estarían en el lugar donde debían brindar la ayuda humanitaria. Los rostros de los voluntarios estaban serios, en algunos se reflejaba un aire de pesadumbre y los dientes castañeaban ante lo inclemente del clima, pero no en Lyna Bramson, los ánimos de esa joven mujer no decaían; ella tenía experiencia, había estado en Somalia, Sierra Leona, Haití, Perú, Venezuela y en muchos otros lugares como voluntaria. Desde pequeña había mostrado interés en apoyar a las personas en desgracia y por eso había decidido prepararse, no sólo como enfermera, sino también como rescatista; recibiendo un duro entrenamiento bien respaldado por su amplia experiencia. De pronto, el estruendo y una avalancha provocó que los autos se detuvieran y todos comenzaron a temblar de miedo.

-¡Eso fue una avalancha provocada! – Exclamó uno de los soldados que formaban parte de la expedición - ¿Acaso no escucharon el sonido de una detonación? – Preguntó el hombre.

Muchos de los ahí presentes comenzaron a mostrar signos de histeria, ¡eso era más peligroso que una avalancha natural! Ya que la gente de HYDRA podía estar detrás de todo ese teatro. Lyna trató de calmarlos a todos, pero era en vano, ¿por qué se habían convertido en presas del pánico? ¡Ese era su equipo! Habían estado con ellas en varias misiones, ¡jamás se rendían! Pero a veces, algunos rebeldes en guerrillas mostraban piedad ante ellos, dejándolos hacer su trabajo. ¡Esto no era una guerrilla! Era HYDRA, gente sin misericordia, gente sin sentimientos, sólo máquinas de matar con el objetivo de destruir a todos, sin importar, raza, sexo, edad, religión o ideologías. Por eso había más miedo, porque podrían perder la vida en el intento y ¡quién sabe de qué forma!

Se escucharon varios gritos y detonaciones de armas. Montones de disparos rompieron el silencio del desierto siberiano. Un fuerte ruido se escuchó sobre el capote del automóvil donde Lyna y sus compañeros se encontraban, parecía que había caído un gigante de hielo sobre este. Los disparos no cesaban y tampoco los gritos, ¿qué era lo que sucedía afuera? Alguien había intentado asomarse, pero sus custodios y protectores se lo impidieron.

-¡Manténganse dentro de aquí! Nosotros impediremos que algo malo les suceda. – dijo uno de los agentes de SHIELD – Por favor, guarden la calma; ¡vamos a controlar esta situación! Se los prometo. – dijo el hombre colocándose frente a la puerta.

Los disparos estaban más cerca de ellos, pero de la nada la parte superior que cubría el camión fue arrancada por una poderosa mano de hierro y un hombre de largos cabellos castaños saltó dentro apuntando a todos con una metralleta. Era un tipo grande, alto y musculoso que llevaba una máscara que cubría la mitad de su rostro y sus penetrantes ojos azules los miraban desafiantes.

-¡Es él! – Susurró uno de los compañeros de Lyna - ¡El soldado del Invierno!

Los ojos de la chica se ampliaron al escucharlo nombrar, ¡Ella también conocía de su existencia y estaba consciente de lo que ese hombre era capaz de hacer! Era un experto en combate cuerpo a cuerpo y artes marciales, así como en manejar armas de guerra y explosivos. Lyna lo miró con atención, deteniéndose en su brazo biónico, pero también admirando sus músculos y el resto de su fuerte cuerpo. Los soldados que custodiaban al equipo de salvamento les pidieron colocarse detrás de ellos para defenderlos de ese tipo que amenazaba con destruirlos a todos. Lyna no se colocó detrás de los soldados, sólo se movió con gran velocidad y tomó un arma de grueso calibre, para apuntarle también junto con los protectores.

-¿Qué es lo que quieres, desgraciado? – Preguntó la mujer con un poco de temblor en la voz.

El soldado no respondió, solo movió su cabeza para mirarla fijamente, provocando el temor en Lyna. Sus ojos azules estaban inyectados con odio, tenía el ceño fruncido y parecía más bien un titán que un ser humano. Lyna siguió esperando su respuesta, pero el hombre no contestó.

-Aléjate de nosotros – Insistió la chica – Yo no te tengo miedo, nosotros venimos en paz, sólo queremos ayudar y tú apareces con tu gente para echar abajo esta cruzada que tomó varios meses de preparación. ¿Acaso no te importan las vidas de los demás?

-¡Mátenlos a todos! – Exclamó el soldado arrancándose la máscara para hablar en su intercomunicador – Ya tengo localizada a la mujer.

Los presentes quedaron estupefactos ante las palabras del Winter Soldier, ¿qué estaba diciendo? Lógicamente se refería a Lyna, ella era la única mujer que se encontraba a bordo de ese vehículo. La sangre de la chica se heló en sus venas al escuchar lo que ese soldado acababa de decir, ¿por qué la querían a ella? ¿Qué importancia tenía para esa gente? Ella era sólo una simple enfermera y ¡nada más!

El Winter Soldier se acercó hasta la Lyna y ella le disparó en varios ocasiones para evitar que este le pusiera una mano encima, pero el desvió sus disparos cubriéndose con su brazo metálico. El hombre estiró su brazo y tomó a la mujer por la muñeca izquierda apretándola con fuerza. Ella se quejó de dolor, pero inmediatamente fue sometida por el soldado. Los custodios se movilizaron, tratando de defenderla, pero el cañón de un arma sobre la cabeza de la mujer los obligó a bajar la guardia.

-¡Si disparan, ella también se muere! – Exclamó con burla y susurró por lo bajo – Todos van a morir de todas formas.

-¡Déjalos ir! – gritó Lyna - ¿Me quieres a mí, no? ¡Entonces déjalos escapar y yo me iré contigo! Pero por favor, ¡no vayas a quitarles la vida!

-Yo sólo obedezco órdenes. – respondió el Soldado del Invierno con voz ronca - ¡Mátenlos a todos! – ordenó de nuevo – La mujer está en mi poder. – finalizó tomando a Lyna por la cintura para colocarla sobre su hombro y escapar del vehículo con un fuerte salto.

Se escucharon montones de disparos y gritos, Lyna también gritó y comenzó a golpear al soldado en su espalda pero este no se quejó, por más que ella lo golpeara con todas sus fuerzas, ¡parecía de hierro! Los gritos de Lyna se convirtieron en sollozos y comenzó a llorar. Frente a ella se veía un paraje solitario cubierto de cuerpos, muchos de los que yacían en el lugar eran amigos suyos. Otros eran agentes de HYDRA o de SHIELD, ¡pero todos estaban muertos! Un escalofrío recorrió su piel, ¿qué iba a pasar ahora? Se encontraba indefensa y sola, en las fauces del lobo. Seguramente lo que le esperaba era la muerte. Cerró los ojos para no seguir observando esa imagen tan aterradora, ¡le hubiera hecho caso a su padre! Debió haberse quedado en casa y alejarse por un tiempo de la ayuda humanitaria para seguir concentrándose en una nueva especialidad, ¡pero no! El deber siempre era primero, estaba antes que hasta su propia vida.

**********

=== UNA SEMANA ANTES ===

-¿Por qué ese afán de desafiar a la muerte? – Preguntó Arthur Bramson a su hija Lyna - ¿No tienes miedo? Esta misión será una de las más difíciles y corres más peligro que enfrentarte a un huracán o a un terremoto, ¡incluso a una guerrilla! – Comentó el hombre sentándose junto a su hija que terminaba de preparar su equipaje – HYDRA es otra cosa, hija.

-¡No tengo miedo, padre! – Respondió Lyna – La gente necesita ayuda y yo con gusto me ofrecí para ir a apoyar – Suspiró – No me importaría morir, porque si muero, será haciendo lo que más me gusta – Exclamó tomando las manos de su padre - ¡Tú comenzaste con esto al mostrarme los vídeos! – Dijo como en reproche – Pero no te culpo, papá. Es parte de nuestro deber – Suspiró – Ten fe en que nada grave va a ocurrirme, pero no puedo quedarme. He dado mi palabra y voy a cumplirla.

-¡Piénsalo, por favor! – Dijo Arthur – Hija, no eres la única dispuesta a ayudar, ¡van los mejores! Deberías quedarte al lado de tu viejo padre.

La chica suspiró, levantándose y abrazó al hombre. ¡Ella ya había tomado su decisión! Se vería como una estúpida si se retractaba, lo cual no era su intención, pero de hacerlo, su reputación se vendrá abajo y todo quedaría por los suelos. No era un capricho, ni mucho menos, era su necesidad de ayudar, de brindar apoyo a la gente que más lo necesitaba.

-¡Ya no hay nada que pensar, Artie! – Dijo acariciando el rostro de su padre - ¡Yo he decidido irme! Y así será, ya no me pidas que me quede, porque no voy a hacerlo. Mejor deséame suerte – Exclamó con una sonrisa – Ya verás que regresaré con bien, ¡sólo serán tres meses de ausencia! O quizá menos.

-Me duele que te vayas – Exclamó Arthur – Pero veo que no puedo hacerte cambiar de opinión, ¡eres idéntica a tu viejo padre! – Sonrió con amargura – Voy a darte mi bendición y a desearte suerte. Te prometo alejar todos mis pensamientos negativos y estaré enviando siempre buenas vibras para todos.

-¡Gracias, papá! – Respondió Lyna depositando un beso en la frente del hombre - ¡Te quiero demasiado!

-Yo también te quiero, hija – Dijo el hombre mientras la abrazaba con fuerza y cerraba los ojos, orando porque todo saliera bien en esa nueva incursión.

**********

Ekaterina Záitseva entró en el enorme laboratorio dónde se encontraban sus subordinados, la mujer caminó con paso firme, mirando fríamente a todos los que estaban bajo su mando, algunos dejaron de hacer su trabajo para ponerse de pie y hacer una reverencia a su lideresa.

-¿Está listo ya? – Preguntó la mujer a un hombre de cabello cano y lentes de gruesa moldura.

-Es un poco inestable, señora – Dijo carraspeando – Debe tener cuidado, acaba de golpear a varios y asesinó a un par.

-¿De verdad? – Exclamó Ekaterina mirando fijamente a su subordinado - ¡Entonces es perfecto para lo que necesitamos! – Dijo con una sonrisa y mostrando sus dientes irregulares.

-No se equivoca – Comentó el hombre – El convoy salió hace un par de días, debido a las tormentas de nieve, su avance es lento, pero no desisten. De hecho, creo que llegarán a Tungur dentro de unos seis días más.

-No si podemos impedirlo – Murmuró su jefa – Como lo hemos hecho con todos los que han venido a meter sus narices a dónde no les llaman. ¡Pero quiero esa fórmula! La necesito de verdad. ¡Era mía y ellos me la robaron! Alegando que era peligrosa y si se usaba de manera incorrecta, se desataría una pandemia que acabaría con la mayor parte de la humanidad en cuestión de días. ¡Pero no puedo dar con mi fórmula original! Por más ensayos que haga con esos mugrosos, no doy con mi obra maestra.

-¡Señora, seguramente pronto tendrá en su poder su creación! – Murmuró el hombre de pelo cano.

-¡Lo sé! – Dijo triunfante – Por eso la necesito a ella, a la hija de Arthur Bramson – Gritó – Por cierto ¿Por qué no puedo ver al Soldado del Invierno? – Gritó con más fuerza - ¡Exijo verlo ahora!

-No es conveniente – Dijo su ayudante – Después de haber sido descongelado... - Hizo una pausa al ver los ojos furiosos de Ekaterina – Le digo que está inestable.

-¡Quiero verlo ya! – Exclamó furiosa.

Al sujeto no le quedó más remedio que dejarla pasar, corrió el cerrojo y abrió la puerta para que ella entrara en esa pequeña sala llena de soldados y científicos. El soldado estaba sentado, un poco más tranquilo pero respirando agitadamente. Un par de hombres ajustaban su brazo biónico y revisaban sus signos vitales.

-¿Cómo está Soldado? – Preguntó la mujer acercándose.

-¿Quién es usted? – Respondió Bucky con otra pregunta - ¿Qué quiere de mí?

-Necesito que te hagas cargo de alguien – Dijo Ekaterina acercándose tanto a James que sus narices casi se juntaban – Será un trabajo muy fácil.

-¿Y si me niego? ¿Y si no quiero? – Respondió el Soldado del Invierno, desafiando.

Ekaterina se incorporó, dispuesta a darse la vuelta, pero cambió de opinión y en lugar de retirarse, le propinó una fuerte bofetada y Bucky volteó el rostro. Záitseva estaba a punto de golpearlo de nuevo, pero él le sujetó la mano antes de que hiciera un nuevo contacto con su rostro.

-¡No vuelva a hacerlo! – Gritó Bucky – Si lo hace, se arrepentirá.

-¡Te estás portando mal, soldado! – Sonrió burlona – Y eso no me gusta – Exclamó – Tu trabajo ha sido un don para la humanidad... ¡Eres el puño de HYDRA! – Comentó Záitseva hinchada de orgullo – La humanidad se debate entre el orden y el caos, ¡nosotros daremos orden ante ese caos inminente! Pero necesito algo que sólo tú podrás traerme para comenzar con esta nueva era, dónde yo seré la reina del mundo.

Bucky la miró sin entender del todo lo que deseaba, él estaba cansado, hastiado de todo eso. Tenía breves lapsos de recuerdos borrosos, caras de personas que él jamás había visto o creía no haber visto. Voces y escenas que se mezclaban unas con otras, confundiéndolo más y alterando sus sentidos.

-¡Ya le dije que no quiero hacer nada de lo que me pida! Quiero regresar a la cámara – Murmuró.

-Lo harás, ¡pero hasta que yo lo diga, soldado! – Gritó Ekaterina alterándose más y más – Soy tu superior y me debes respeto. Si tú no haces tu parte, yo no podré hacer la mía y HYDRA no le dará al mundo la libertad que se merece. ¡Así qué! – Dijo dirigiéndose al resto de su equipo - ¡Prepárenlo! Bórrenle su mente, ¡tiene que obedecer! – Murmuró caminando hasta la salida.

Buck la miró alejarse y cerró los ojos con resignación. ¡Otra vez la misma tortura! Miró a su alrededor y suspiró, ¡no tenía caso negarse o resistirse! De cualquier manera lo someterían, no importaba cuanto luchara, a veces prefería ceder. Dos hombres lo sujetaron de los hombros y le colocaron un protector dental. Con una sonrisa amarga, abrió la boca y recibió el protector, echó el cuerpo hacia atrás y un hombre activó la máquina que de inmediato lo sujetó con fuerza. Una especie de manos metálicas comenzaron a trabajar, colocándose alrededor de su cabeza para dar comienzo a la tortura. Él gritó con fuerza, su cuerpo se tensó y sus ojos se abrieron desmesuradamente.

Záitseva le echó un vistazo, sonrió y se dio la vuelta para retirarse del lugar, dejando órdenes específicas. Mientras que en sus oídos resonaban los gritos del Soldado del Invierno.

**********

-Basta de lloriqueos, mujer – Exclamó el soldado y caminó a paso veloz con la chica sobre su hombro.

Lyna seguía llorando, acababa de ver sin vida a todos sus amigos y conocidos, otros habían sido capturados así como ella, ¿cuál sería su destino? ¿A dónde la llevaría ese hombre? Volvió a golpearlo otra vez, pero sin éxito, a ese sujeto parecía no dolerle nada, incluso tiró de su cabello, pero él no se quejó. Se mantenía impasible como una estatua de mármol.

-¡Bájame, grandísimo idiota! – Lloriqueó Lyna - ¡Bájame, te digo!

-No voy a bajarte, eres mi responsabilidad – Respondió el Soldado – Ya he completado la primera parte de la misión que se me encomendó, ahora debo llevarte con la doctora. Ella te necesita.

Lyna dejó de golpearlo y meditó a cerca de lo que el Soldado le había revelado, ¿quién era esa doctora? ¿Qué quería de ella? ¿Para qué podría serle útil? Un escalofrío recorrió su espina dorsal al imaginarse que posiblemente formaría parte de los experimentos de HYDRA.

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¡Hola chicas! Este es el primer capítulo del mini fic con el Soldado del Invierno. Díganme, ¿qué les pareció? ¿De qué fórmula habla esa doctora? ¿Qué tiene que ver Lyna con ella? Espero sus comentarios y gracias por leer. Mañana publicaré capítulo nuevo, ¡no se lo pierdan! ;)
#MaryCruz 

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