CAPÍTULO CINCO: ATRAPADOS CUARTA PARTE
La doctora Ekaterina intentó comunicarse de nuevo con el soldado, ya que la señal había caído y ella no pudo darle más indicaciones. Lo intentó un par de veces, pero sin éxito.
-¡Esta maldita tormenta está echando a perder mis planes! – exclamó la mujer – Lyna Bramson debe estar aquí cuanto antes.
Estaba segura que muy pronto Arthur Bramson pediría hablar con ella y llegar a un acuerdo. Aunque quizá esto también le serviría para hacerlo sufrir y presionarlo un poco más. Un poco de tortura para su hija ayudaría a que las cosas se agilizaran y ella pudiera recuperar lo que ya creía perdido. Se rió sola y frotó sus manos; trataría de hablar otra vez con Arthur y le exigiría su tesoro, ¡la investigación que él le había robado!
Pidió que la comunicaran con el líder de la OMS, pero el sistema de comunicación estaba experimentando fallos, los ingenieros hacían todo lo posible para corregir el error, pero esa tormenta de nieve se asemejaba a un huracán helado. Seguramente estarían incomunicados por un rato más. Ekaterina gritó y jaloneó el cabello de uno de sus subordinados, ¡no podía ser cierto! La maldita naturaleza le hacía una jugarreta, una muy mala, por cierto. Pidió que intentaran de todas las formas posibles mantener una comunicación decente con Bramson. Después de varios ensayos con sus errores, pudo establecer contacto con el padre de Lyna.
-¡Hola, Artie! – Dijo la voz burlona de Ekaterina - ¿Has pensado en lo que te dije?
-¡Ekaterina! – Exclamó el hombre - ¿Cómo está mi hija?
-Primero pregunté yo – Respondió la mujer – Si tú respondes a mi pregunta, yo responderé a la tuya.
-Dame una semana, Ekaterina – Suspiró Arthur – Necesito un poco de tiempo, sabes que el EZ262 está bajo una estricta vigilancia, al igual que tus investigaciones. No puedo disponer de ello de un momento a otro. ¡Sólo una semana, es lo que te pido!
Záitseva guardó silencio por unos instantes, meditando y procesando las palabras de Arthur Bramson, en parte le convenía la petición de Arthur, ¡ella no tenía a Lyna en su poder! Esto le daba tiempo al Soldado de llevarla junto a él y cuando Arthur le entregara su preciosa investigación, ella mataría a la joven; entregándole a su padre sólo el cadáver.
-¿Qué me dices? – Se escuchó la voz de Bramson en la línea - ¿Estás de acuerdo en darme el tiempo de prórroga? ¡Por favor, sólo no lastimes a mi niña!
-¡No te preocupes! Tienes una semana – Dijo Ekaterina con voz melosa – Lyna está en muy buenas manos, la cuida uno de mis mejores elementos; El Soldado del Invierno – Murmuró la mujer.
Arthur Bramson sintió cómo la sangre se le helaba en las venas, ¿él era su guardián? Su pobre hija se encontraba en manos de ese asesino, debían darse prisa, rescatarla y ponerle un alto también a la loca de la doctora Záitseva. Tragó grueso para poder disipar el nudo en su garganta y poder responderle a la científica.
-De acuerdo – Respondió el hombre – Pero como padre te pido por favor que respetes la vida de Lyna – Suspiró el hombre - ¡A mi puedes hacerme lo que quieras! Sí sólo existiera la posibilidad de intercambiar mi lugar con el de ella, lo haría gustoso.
-¡Pero eso no me sirve, Artie! – Dijo la doctora Záitseva con fingida tristeza - ¿Qué caso tendría entonces? Tú eres el único que puede entregarme el EZ262 – Dijo haciendo una pausa - ¡Pero sólo tienes una semana! – Gritó - Si te tardas unas horas después de este tiempo, tu estúpida hija se muere, ¿me oyes?
-Entiendo perfectamente, Ekaterina. – respondió Arthur – Sólo una semana, ni un día más. – exclamó el padre de Lyna y cortó la llamada.
El hombre se desplomó sobre si silla y se llevó las manos al rostro. ¡Su hija corría peligro al lado de ese hombre que la custodiaba! Tony, Steve y el resto de los Vengadores observaban el semblante del hombre, estaba demasiado preocupado y no tanto por entregar ese virus mortal, lo que más le preocupaba era la vida de su hija.
-¿Qué fue lo que te dijo la Doctora Záitseva? – preguntó Tony acercándose a Arthur y apoyando su mano en el hombro del anciano - ¿Lyna se encuentra bien?
-Ekaterina aceptó la semana de prórroga, pero lo que más me preocupa es la vida y la seguridad de mi hija. – exclamó el hombre - ¡No puedo permitir que esté con ese hombre!
-¿Se refiere a Bucky? – preguntó Steve levantándose de su asiento – Quizá él no sea la mejor persona del mundo, pero estoy seguro que cuidará bien de Lyna. Él sería incapaz de hacerle daño a su hija, señor Bramson.
-¿Por qué está tan seguro, Capitán? – dijo Arthur Bramson - ¡Ese hombre es un sembrador de muerte! ¿Qué le puede esperar a mi hija a su lado? ¡Sólo sufrimiento y dolor! Ese tipo puede hacer muchas cosas perversas con ella, ¡necesito que la ayuden cuanto antes! ¡Necesito que encuentren al maldito Soldado del Invierno!
-Tranquilo Arthur, ¡cuando encuentre a ese soldado, voy a hacerlo pedazos! – exclamó Tony – El problema es que no sabemos dónde está Lyna y al parecer una tormenta de nieve, está azotando la zona.
-Todo está cubierto por una espesa capa de nieve, según los últimos reportes. – intervino Banner – Por ahora nada podemos hacer, necesitamos que la tormenta ceda para comenzar con nuestra búsqueda. Sólo guarde la calma, Doctor Bramson.
-Calma, calma, ¡calma es lo menos que puedo tener en estos momentos! – gritó Arthur – Pero intentaré controlarme, lo haré por ella, por Lyna. – exclamó y salió de la habitación.
Stark se rascó la cabeza, mientras miraba al resto de sus compañeros. Bruce tenía razón, debían dejar que la naturaleza siguiera su curso. Steve se acercó tocando el hombro de Tony con su mano.
-¡Debemos encontrarlos cuanto antes! – Dijo el Capitán – Tenemos que ponerlos a salvo a los dos.
-¿Te refieres a Lyna y a tu amigo el zombie? – Preguntó Tony levantando las cejas.
-Es lógico, Tony - Respondió Steven – Esa chica debe estar con su padre y Bucky en un lugar seguro, dónde nadie pueda aprovecharse de él, utilizándolo para sus sucios propósitos.
-¡Está bien, anciano! – Sonrió Tony – Pero recuerda que si lo ponemos en un sitio seguro, será en la prisión de la bóveda, dónde no causará daño a nadie, ¡sólo hay que esperar que la tormenta ceda! ¿Thor, tú podrías hacernos los honores? – Dijo Tony dirigiéndose al Dios.
-Puedo hacerlo, puedo detenerla – Sonrió Thor – Pero si hago eso, tu tiempo para construir lo que necesitas y evitar un contagio sería nulo, no habría protección para Steve, para Barton y para ti. ¿Eso quieres?
-No, no, ¡tienes razón! Ahora que lo dices, ¡era estúpido lo que pensaba! – Reflexionó Tony – Trabajaré a marchas forzadas y Brucie me va a ayudar, así tendríamos nuestro equipo listo antes de una semana. ¿Me acompaña, doctor? – Finalizó Tony haciendo una seña a su compañero.
Tony y Bruce salieron de la habitación. Steve se quedó mirando por la ventana; así como al padre de Lyna le preocupaba su hija, a él le preocupaba su amigo y más porque llevaba tiempo buscándolo. Desde la última vez que lo había visto, esa vez en la que Bucky había intentado matarlo, pero después le salvo la vida; ¡no había parado! Bucky era todo lo que tenía de su pasado, era su única familia y lo necesitaba.
-¡Tranquilo, Steve! – Dijo Barton junto a él – Tu amigo está bien, ¡muy pronto vamos a encontrarlo! Y también a Lyna. ¿Crees que intente atacar a la chica? – Preguntó el rubio con una media sonrisa.
-¡No! – Intervino Thor – Si se le encomendó cuidar de ella, es posible que así sea; ustedes dicen que obedece órdenes, ¡Pensemos más bien en qué tipo de órdenes le dieron a él!
Steve se quedó meditando las palabras de Thor, si bien eran ciertas, ahora lo preocupante era saber lo que planeaba Ekaterina para con Lyna y había otra cosa importante que estaban pasando por alto, ¿en realidad habían muerto todos? ¿O sólo se trataba de un truco por parte de HYDRA para atraerlos hasta ellos?
**********
Bucky avivaba el fuego, mientras que Lyna miraba con curiosidad las prendas que éste había dejado sobre una silla. ¡Aún estaba desnuda! Y el frío ya comenzaba a calarle. Se puso sus pantalones térmicos y un vestido bastante pasado de moda, así como un abrigo de pieles. ¡Lucía bastante mal! Pero no había otra cosa para usar y era preferible ponerse eso a aguantar las inclemencias. También encontró unas botas gruesas de pieles y un gorro enorme. Se puso todo eso encima y su cuerpo generó calor de inmediato.
-Te ves extraña – comentó el Soldado observándola a detalle - ¡Pero aún así me gustas! - ¿Qué rayos estaba diciendo?
-¡No es lo mejor en cuestión de moda, pero me mantiene caliente! – Sonrió la chica – Quizá así podremos salir.
-¡Saldremos hasta que yo lo diga! – Le dijo el hombre con voz autoritaria - ¿Te queda claro? Yo no voy a arriesgar tu vida, ¡tampoco arriesgaré la mía! Temo perder mi sentido de orientación con esta tormenta, todo está cubierto de nieve y no tendría un punto de referencia para guiarme, tomando en cuenta que la oscuridad no me deja ver más allá de mi nariz.
-¡Ya veo! – Comentó Lyna – Entonces nos quedaremos – Parloteó – Me agrada este lugar, es muy lindo y acogedor. Creo que comenzaré a darle un toque hogareño – Sonrió mientras se movía de un lado para otro.
James la observaba, preguntándose si estaba en sus cinco sentidos. Lyna hablaba y hablaba sobre lo que iba a hacer en ese lugar. Hurgaba en los cajones y sacaba adornos y cosas que habían pertenecido a la gente que habitaba esa casa. El hombre miraba su brújula y veía cómo la aguja de esta se movía en todas direcciones. ¡Estaban perdidos! Atrapados en ese lugar, sin salida por ahora.
El Soldado planeaba mentalmente la manera de salir de ahí, pero la casa no tenía otra salida, sólo la puerta y las ventanas. ¿Acaso la gente de ese sitio no había tomado en cuenta esas tormentas a la hora de construir? Quizá no, o quizá habían huido al darse cuenta que ese lugar ya no era bueno para habitar. Lyna seguía parloteando, ¡podía escucharla! Y esa alharaca interfería con sus pensamientos, ¿estaba loca? O sólo actuaba de esa forma para liberar la presión en la que estaba, sea lo que fuera, Bucky se estaba hartando de su comportamiento tan errático.
-¿Podrías callarte un instante? ¿Podrías dejar de moverte? – Preguntó con un grito – Parece que tienes gusanos en el orto, ¡estoy tratando de trazar un plan de escape! Y tú y tu algarabía no me dejan concentrar.
-¡Pensé que te gustaba! Qué te gustaban mis ideas – Dijo haciendo un puchero - ¡Mira como acomodé nuestra cama!
Lyna señaló el colchón que estaba a un lado de la chimenea, había acomodado las mantas y a un lado de este, unos cajones de madera estaban colocados como buró. Sobre ellos había puesto unas carpetas tejidas a ganchillo y para rematar, unos floreros con varios ramos de flores artificiales complementaban el adorno. El Soldado miró todo eso con el ceño fruncido, ¡le parecía ridículo! Y de un momento a otro se puso furioso, se acercó hasta la cama y con un manotazo, hizo a un lado los adornos que la chica había colocado, lanzándolos al piso.
-¿Estás loco? – Gritó la mujer - ¿Por qué lo hiciste? ¿No te gustó? Lo arreglé para ti – Sollozó.
-¡Ya basta de lloriqueos! – Gritó el soldado tomando a Lyna por los hombros y zarandeándola con fuerza - ¿Qué no sabes hacer otra cosa más que llorar? ¡Basta! – Gritó de nuevo arrojándola al piso.
Lyna se quejó por el golpe que recibió en las piernas al chocar contra el piso, ¿por qué era así? ¿Por qué por ratos se mostraba dulce y tierno y por otros se mostraba agresivo y malvado? No lo comprendía y ella siguió llorando cada vez con más fuerte, pues no le dolía el golpe, sino el maltrato de parte de ese chico por el cual había comenzado a sentir cariño.
-¿Cómo te desactivo? – Preguntó el hombre acercándose a ella - ¿Cómo logro hacer que te cayes de una buena vez?
Lyna no respondió, siguió sollozando. ¡Lo odiaba! Tenía ganas de levantarse y correr hasta él para hacerlo pedazos. Aunque sabía que eso era imposible; Lyna lo miró con coraje y se incorporó, secándose las lágrimas con su muñeca. Caminó a prisa y tomó la mochila que había llevado con ella, dónde tenía su equipo de supervivencia y caminó decidida hasta la puerta, para salir de ahí. ¡No le importaba que afuera estuviera un huracán de nieve! Prefería morir congelada afuera, que permanecer un minuto más junto a ese soldado.
-¿A dónde vas? – Preguntó Bucky antes de que ella pudiera mover el mueble que cubría la puerta - ¿Qué es lo que pretendes?
-¡Me largo! – Gritó Lyna y comenzó a empujar con todas sus fuerzas.
-¡Tú no vas a ir a ninguna parte! – Exclamó y corrió hacia ella para sujetarla por la cintura y llevarla a rastras hasta el sillón. - ¡Aquí te vas a quedar! - Le ordenó – Si te mueves, te corto las piernas.
Lyna llevó ambas manos hasta sus orejas para taparlas y no escuchar nada de lo que Bucky le decía, mientras murmuraba: - ¡No oigo, no oigo! Soy de palo, tengo orejas de pescado.
-¿Cómo te desactivo? ¡Maldita sea! – Gritó el Soldado del Invierno - ¡Compórtate como lo que eres! Estás actuando de una manera muy infantil y estúpida – Exclamó y la sujetó por las muñecas.
Lyna lo escupió en el rostro y ese fue el detonante para que él explotara y la abofeteara, abriendo su labio del cual brotó un hilillo de sangre. El Soldado se dio la vuelta, alejándose de ella y sentándose en su ya acostumbrado rincón y dándole la espalda. Lyna sintió el horrible escozor en su rostro y se llevó la mano para aliviar un poco el dolor. También palpó su labio y lo sintió hinchado, el tacto dolió y ella retiró los dedos, contemplando la sangre que había quedado en ellos. Las lágrimas rodaron por sus mejillas, pero esta vez lloró en silencio, haciéndose un ovillo en el sillón y preguntándose si ella había tenido la culpa al haberse comportado como una estúpida.
James suspiró en su asiento, y cerró los ojos cuando un flashazo de su pasado se coló en su memoria. En un callejón, tres tipos rudos golpeaban como si se tratara de un saco de patatas a un chico flaco y muy bajo. El pobre estaba portando la tapadera de un bote de basura a manera de escudo, pero esos chicos reían, burlándose del joven.
-¡Eres un enano, Rogers! – Gritó el más corpulento – De nada sirve que te protejas, ¡acabaremos contigo!
-¿Acaso no te cansas? – Preguntó un joven de nariz ganchuda - ¡Eres un debilucho!
-¡Podría hacerlo todo el día! – Respondió el rubio.
Los tres tipos se lanzaron contra él para seguir golpeándolo; sin embargo, gracias a su intervención, los bravucones huyeron, dejando al pobre chico flaco tirado en un rincón, con la nariz sangrante, el labio partido y un ojo morado. Él ayudó a ese joven a incorporarse y le entregó un pañuelo para que limpiara la sangre que escurría por su nariz.
-¡Soy Steve! – Sonrió el rubio - ¡Gracias!
-¿Estás bien, Steve? – Preguntó – Mi nombre es James, pero todo mundo me llama Bucky.
-¿Y por qué te llaman así? – Respondió riendo ante lo ridículo de su apodo.
-Buchanan, es mi segundo nombre – Exclamó Bucky – James Buchanan Barnes, a tus órdenes.
El soldado apretó los puños y suspiró, mientras las imágenes se tornaban borrosas y se diluían frente a sus ojos. ¿Qué acababa de hacer? Se preguntó y giró su cabeza para mirar a Lyna. Él había hecho lo mismo que esos bravucones hicieron con Steve, aprovecharse de la fragilidad y la debilidad de esa chica. Su conciencia humana afloró otra vez, reprendiéndolo por su falta de tacto y paciencia. Recordó una frase; alguien se la había dicho, un hombre que se inclinó delante de él. "A las mujeres no se le toca ni con el pétalo de una rosa", dijo el sujeto y lo obligó a pedirle perdón a una niña a la que había golpeado mientras jugaban.
¡Todo era tan confuso en su memoria! Pero había recordado algo importante; ¡su nombre completo! Eso ya era mucho, además había recordado a Steve, ¡su mejor amigo! Y a él ya lo había visto en días pasados, ¡sólo que no recordaba donde! Se incorporó y caminó hasta dónde se encontraba Lyna, quién al verlo, retrocedió aterrada.
-¡No voy a hacerte daño! – Suspiró el Soldado – Sólo quiero pedirte disculpas por tratarte mal. ¡Pero es que perdí el control! Estoy desesperado debido a este encierro y mi paciencia se está agotando – Dijo haciendo una pausa - ¡Pero no usaré eso como pretexto! No debí lastimarte y hacerte lo que te hice.
Lyna abrió los ojos que había cerrado cuando él se acercó a ella y lo contempló, ¡parecía otro! Su rostro ahora tenía una expresión dulce y le sonreía mientras acariciaba su mejilla hinchada. Todo el miedo se disipó en ella dando paso a una ternura infinita. Prefería a ese Bucky, no al monstruo en que solía convertirse. Lyna se levantó de su sitio y abrazó al coloso, poniéndose de puntillas para rozar sus labios en las mejillas del hombre.
-¿Eso es señal de que me perdonas? – Preguntó Bucky.
-¡Sí, soldado! – Respondió la chica lanzándole un beso – Te perdono, ¡pero no vuelvas a hacerlo!
-¡Te lo prometo! – Exclamó James – Pero no me llames soldado; mi nombre es James – Dijo esbozando una sonrisa que dejó a Lyna sin respiración.
+++++++++
¡Miren nada más! El soldado acaba de recordar su nombre, ¡interesante! Y también se acordó de Steve, aunque se portó como un patán, le salió su lado belicoso. Los Vengadores también ya han entrado en acción y es posible que ya nos vayamos acercando a los capítulos finales de este mini fic. ¿Qué les pareció este capítulo en específico? Díganmelo en sus comentarios y les agradezco por apoyar y seguir esta historia. ¡Nos leemos mañana con el siguiente capítulo!
#MaryCruz
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro