Capítulo 8:
—¡Me estás lastimando! —me quejé, mientras pensaba en alguna explicación.
—¡Respóndeme! —gritó.
—¡Nada! ¡No pasó nada! —grité también.
—¿Pasaste cuatro horas con él y no pasó nada? —preguntó incrédulo, apretando mi muñeca con mucha más fuerza.
—Él...me mandó a buscar, pero yo me defendí. Quería acostarse conmigo —solté, sin pensar en las repercusiones que aquello tendría sobre él.
—¡Dime la verdad! —gritó nuevamente. Nunca lo había visto tan furioso.
—¡Es la verdad! —lloré.
Kyle me soltó y se dio la vuelta. Pasaba su mano por su cabeza una y otra vez, como si intentara calmarse.
—¿Te hizo algo? —preguntó sin mirarme.
—No, me encerré en la habitación hasta que aceptó llevarme de vuelta a la casa—expliqué.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —se volteó. Aún estaba enojado, pero intentaba creerme.
—Porque iba a pasar esto. Por eso decidí volver aquí, yo...me siento más segura contigo —mentí.
Él se acercó y revisó mi muñeca, tenía unas pequeñas marcas rojas por el apretón de sus dedos.
—Lo siento —dijo. Yo lo miré, preguntándome si aquella disculpa había sido producto de mi imaginación —Sigue durmiendo.
—Kyle —lo llamé. Si lo dejaba ir, probablemente iría en busca de Tim y aquello sería mi culpa —Quédate aquí —él me miró, tan confundido como yo.
Di dos pasos hacia él y sentí el corazón en la garganta. Debía hacerlo.
En un rápido movimiento lo besé, mi mano se enredó con los mechones de su pelo y él respondió al beso. Sin dudarlo, posó sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él. Era un beso inseguro, indeciso, pero el calor no tardó en apoderarse de ambos y llevarnos hasta la cama.
Kyle metió los dedos bajo mi ropa y la deslizó con rapidez. Yo solté cada uno de sus botones, pero entonces se frenó y preguntó.
—¿Por qué quieres hacer esto? —no sabía la respuesta, por eso volví a besarlo antes de que me hiciera pensar en mis actos.
Escuchaba su respiración a mi lado, sentía su calor, aunque no estuviéramos tocándonos. Aun podía sentir sus manos explorando cada rincón de mi cuerpo y aunque había sido increíble, no podía dejar de pensar en que me había acostado con un hombre que traficaba mujeres, que las usaba como si fueran un objeto más, que las vendía como si fueran un producto, un hombre que no pensaría dos veces antes de ponerme una mano encima.
Un nuevo calor se apoderó de mi cuerpo y mi respiración se aceleró. No quería llamar su atención, pero las lágrimas brotaban de mis ojos sin que pudiera retenerlas.
—Bianca, quiero que me avises si algo así vuelve a ocurrir —dijo entonces. Yo mordía mis labios para no estallar, no quería moverme, pero él volteó ante mi silencio y descubrió mi situación.
—¿Qué pasa? —se acercó. Aquello solo hizo que las lágrimas brotaran aún más, así que escondí mi cabeza en su pecho y él me abrazó —¿Por qué lloras Bianca? —insistió. Estaba nervioso y no sabía cómo sostenerme, pero yo no podía hablar.
Entonces me apartó y buscó mi mirada. La suya se había oscurecido en cuestión de segundos.
—Dime ahora mismo si Tim te hizo algo porque...
—No —respondí.
Estaba llorando por desesperación, estaba llorando por lo que acababa de hacer, pero por alguna razón, apoyarme sobre su pecho lograba calmarme.
—Quédate conmigo.
Tenía frío. Intenté alcanzar la sábana, pero entonces descubrí mi desnudez. Abrí los ojos y miré a mi alrededor, no había nadie.
La cama estaba desordenada, mi ropa tirada en el suelo y no había señales de la suya. Escuché ruido en el primer piso y reconocí la voz de Beatriz en la cocina.
Me invadió el primer recuerdo de anoche; el respaldo de la cama sonando contra la pared en cada embestida. Cerré los ojos y rechacé lo que aquello me causaba, no podía haber disfrutado lo que había ocurrido, lo había hecho por Tim.
—Lo hice por Tim —me repetí
Temblorosa, bajé las escaleras y noté que la mesa del jardín no estaba servida. Beatriz estaba en la cocina, pero no quise acercarme. Si veía a alguien a los ojos, iban a descubrir la repulsiva decisión que había tomado ayer por la noche. ¿Cómo iba a mirar a Tim a la cara?
Me sentía verdaderamente aliviada de que Kyle no se encontrara en casa. Aproveché el pequeño momento a solas y me senté en el sofá del jardín, sin embargo, los recuerdos no me dejaban pensar con claridad.
Kyle pasaba sus labios por mi cuello y tomaba mis muñecas por encima de mi cabeza. Yo jadeaba, jadeaba deseosa, queriendo más.
Quería más...
—¿Estás bien? —preguntó Beatriz a mi lado.
No me percataba de nada de lo que ocurría a mi alrededor.
—Si —me levanté, no quería pensar más en el asunto —Beatriz, ¿te puedo ayudar a cocinar?
—¿A cocinar, para qué? —se sorprendió.
—Quiero ayudarte, no tengo mucho que hacer aquí —sonreí.
—El señor no ha llegado así que no hay mucho por cocinar, solo para ti mi niña. Yo puedo hacerlo —se negó. Entonces entendí que Kyle se había ido durante la noche, no había amanecido acá.
Durante todo el día, Kyle había desaparecido de nuevo y aquello me mantuvo despierta. Mas de una vez imaginé que volvería a mi habitación en medio de la noche, pero luego sacudía mi cabeza para dejar de fantasear. Nada funcionaba.
Recordaba mis manos soltando los botones de su camisa, su miembro sobresaliendo de su pantalón incluso antes de desvestirme. Desesperado, bajó la cremallera y los deslizó hasta el suelo. Entonces las llaves cayeron a su lado. Las había visto, pero en aquel momento no fueron de importancia para mí.
Busqué nuevamente en mis recuerdos y mi corazón se aceleró. Ahora sabía cómo conseguir las llaves.
Kyle tampoco apareció al día siguiente, así que, con la excusa de estar leyendo una revista, me senté en el sofá la mayor parte del día, esperando a que se dignara a cruzar la puerta.
Cuando estuve a punto de salir al jardín la puerta se abrió, pero en cambio apareció Tim con múltiples moretones en la cara.
Corrí hacia él rápidamente y rogué porque Beatriz no lo hubiera visto entrar.
—¡Oh por dios! —exclamé contra mi mano. Su cara estaba completamente inflamada, su ojo izquierdo casi no se abría —¡Sube, apúrate! —lo empujé hacia las escaleras mientras volvía a asomarme en el jardín, Beatriz no se había percatado de nada.
—¿Cómo entraste? ¿Te vio alguien? —susurré, cerrando la puerta de mi habitación.
—¡¿Me puedes explicar qué ocurrió con Kyle?! —gritó. Estaba molesto, por supuesto.
—Tim por favor, no grites. Esta Beatriz afuera —susurré.
—Anoche llegaron sus matones y me dejaron inconsciente en el suelo Bianca, lo que menos me importa ahora es que Beatriz me escuche —soltó.
—Tim lo siento tanto, pero Kyle sabía que había estado en tu casa y...no sabía que decir, tenía que inventar algo —expliqué.
—¿Qué le dijiste? —preguntó.
—Que intentaste violarme —dije. Tim me miró, como si intentara contener su furia con todas sus fuerzas.
—¿Te das cuenta de que acabas de hacerme perder toda la confianza que Kyle me tenía? —reclamó.
—Lo sé, pero él estaba furioso, me estaba haciendo daño y...
—Se acabó, me comunicaré con mi supervisor para que te saque de aquí.
—¡No!, ¡encontré la manera de conseguir la llave Tim! —exclamé.
—¿Cómo? —preguntó, pero no podía decirle que iba a acostarme con el hombre que lo había dejado en ese estado. La vergüenza era demasiada.
—Necesito que confíes en mí, sé cómo hacerlo —insistí.
—Bianca no quiero ponerte en peligro, esto estuvo mal desde un principio. Yo recibí años de entrenamiento para iniciar esta misión y estoy capacitado para hacerlo, tu no. Esta gente es peligrosa, mira cómo me dejaron —señaló su cara, casi irreconocible.
—Yo estoy asumiendo el riesgo Tim. Ahora sal de aquí por favor, si llega Kyle se va todo a la mierda.
—Bianca... —empezó.
—Tim, por favor. No voy a parar hasta descubrir dónde está Jo y lo sabes —solté.
No le quedaba de otra que aceptar. Él sabía que yo era su única oportunidad de conseguir las pruebas que necesitaba, pues Kyle no volvería a confiar en él en algún futuro cercano.
Bajé las escaleras y me asomé, pero Beatriz seguía trabajando en el jardín. Tim cruzó la puerta y se escabulló por el pasillo para escapar sin ser visto, a pesar de los guardias que rondaban en las afueras de la casa.
Entonces volví a instalarme en el sofá. Si Kyle cruzaba esa puerta yo sería la primera en saberlo. Sin embargo, no apareció hasta la mañana siguiente.
—Buenos días —saludó, mientras Beatriz servía la mesa con rapidez. Ella tampoco esperaba que Kyle volviera.
—Buenos días —respondí, intentando esconder la impotencia que sentía aún.
—¿Desayunamos? —preguntó, mirándome desde la sala.
Me levanté y caminé hasta mi asiento, sin decir ni una palabra. Él me miró, creyendo saber lo que me ocurría.
—No viniste en tres días —dije, en un intento de conversar.
—Tenía trabajo por hacer —respondió.
Mi pierna se movió constantemente durante la comida. Me moría por hacerlo confesar, pero sabía que aquello pondría al descubierto mi encuentro con Tim. Debía disimular.
—Kyle, ¿le hiciste algo a Tim? —ahí había quedado mi disimulo. Él me miró atento.
—Le recordé las reglas de este lugar —dijo.
Fue imposible retener mi bufido. Cuando creí que Kyle no podía ser más cínico, posó su mano sobre la mía y continuó.
—No te va a hacer nada mientras estés aquí.
Retiré mi mano rápidamente y tomé el vaso de jugo para justificarlo. Entonces continué con mi desayuno a duras penas.
—Gracias —respondí, pero Kyle, al tanto de mi disgusto, terminó de comer y se levantó.
—Estaré en la oficina —avisó.
Tenía que calmarme, él no sabía que había visto a Tim ni tampoco debía saberlo, pero me carcomían las ganas de partirle la cara en dos como lo había hecho con él. Era verdaderamente injusto.
El sol se volvía cada vez más tenue mientras se escondía, y yo, con la vista perdida y los pies sumergidos en la orilla de la piscina, escuché que se acercaba a mí.
—Volveré para cenar —dijo, a unos cuantos metros.
—Kyle —volteé —¿Podemos hablar de lo que pasó?
Él se mantuvo en el mismo sitio, analizando si era una buena idea.
—No creo que sea necesario —dijo entonces.
—Yo si —me levanté para acercarme a él.
—Si te arrepentiste, lo lamento, pero ya ocurrió —soltó. Debo admitir que me esperaba otra respuesta.
—No me arrepentí, ¿tu sí? —pregunté.
—No —respondió, seguido de un silencio eterno.
Él no sabía qué decir, yo no quería decir lo que estaba pensando, y ambos nos mirábamos, esperando a que el otro hablara.
—¿Por qué te fuiste en la noche? —pregunté.
—Ya te dije que no duermo aquí —dijo antes de retirarse.
Su tono cortante me hizo saber que estaba evadiendo la verdadera respuesta. Quería retenerlo y hacer que respondiera con la verdad, pero eso sería imposible. La razón más lógica que pasaba por mi cabeza era que Kyle tenía una familia, una esposa y una casa a la cual llegar cada noche, pero entonces me pregunté si acaso ellos sabían lo que hacía cuando no estaba en casa.
Volvió para la cena, pero ninguno de los dos dijo ni una sola palabra hasta que terminamos de comer. Quería levantarme e irme a mi habitación, pero necesitaba conseguir esas llaves cuanto antes.
—¿Alguien más te espera?, ¿por eso no duermes aquí? —pregunté, y como si destrozar mi propio orgullo no fuera suficiente, Kyle rio.
—No —dijo, sin intención de argumentar su respuesta.
—No te creo —insistí.
—No hay nadie más Bianca, soy solo yo y este negocio. ¿Qué te hace pensar que tengo tiempo para jugar a la familia feliz? —soltó, casi enojado.
Tenía que suavizar la situación de alguna manera si quería llevarlo a la cama, pero me lo ponía realmente difícil.
—Si nadie te espera..., ¿nos bañamos en la piscina? —pregunté.
—Ya oscureció.
—No hace tanto frío —excusé.
—Tengo que irme Bianca.
—Es solo un rato, trabajas todo el día —me quejé, caminando hacia la piscina.
Él me miró desde su silla y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Entonces tiró de su camisa y me siguió.
Deslicé mi vestido y entré al agua de un salto. Sí hacía frío, pero al menos había logrado mi cometido. Kyle reposaba su espalda en el otro extremo de la piscina y yo lo observaba desde el mío cuando, sin quererlo, imágenes de aquella noche pasaron por mi cabeza una y otra vez, era inevitable.
Su pecho se movía con cada respiración y sus vellos, ahora mojados, me hacían recordar a mis dedos deslizándose entre ellos. Mis labios se entreabrieron nuevamente.
—Debo hacer un viaje la próxima semana. Te quedarás aquí, pero reforzaré la seguridad, no te preocupes —avisó.
—¿A dónde vas? —pregunté.
—No es muy lejos, volveré en unos días —dijo, evitando mi pregunta nuevamente.
Esta no era una buena noticia, pues significaba que tenía solo esta semana para conseguir la llave.
—Kyle, lo del otro día...
—No quiero hablar de eso Bianca —interrumpió.
—Ya te dije que no me arrepiento —insistí.
—Si no te arrepientes, ¿por qué sigues aterrada cuando me acerco? —nadó hacia mí y mi piel se erizó en una combinación de frío y nervios.
—Llevo cuatro noches soñando contigo Kyle, no es miedo —aunque no quisiera aceptarlo, era cierto.
Entonces acercó su mano a mi pierna y la deslizó hasta llegar al borde de mi ropa interior. Intenté no reaccionar, quería mantenerme lo más neutral posible, pero mis labios se entreabrieron y me delataron. Quería besarlo.
Intenté acercarme a él, pero no me dejó.
—¿Entonces te gustó? —preguntó mientras amenazaba con introducir uno de sus dedos a mi ropa interior.
Mis caderas se movieron involuntariamente, no sabía cómo detenerlo.
—Quiero escucharte —dijo cuando uno de sus dedos se posó sobre el punto más sensible de mi cuerpo.
No podía creer que estuviera haciendo esto, y que además lo disfrutara. Él acercó sus labios a los míos, sin tocarlos.
—Si, me gustó —susurré, deseando que fuera mentira.
Como si aquello hubiera sido el permiso que necesitaba, corrió mi ropa interior y movió su dedo índice sobre aquel punto glorioso. Tuve que sostenerme de sus hombros para mantenerme en pie.
—Kyle...está Beatriz en la cocina —recordé.
—No me importa —respondió, rozando sus labios con los míos. Intenté acercarme nuevamente, pero lo impidió.
La velocidad de sus dedos aumentó y él me observó atento. Escondí un gemido en su boca y Kyle sonrió orgulloso de ver lo que generaba en mí, continuando con la tortura.
—Kyle... —susurré.
Quería decirle que fuéramos a la habitación, pero él apretó sus caderas contra las mías y continuó con el movimiento rápido de sus dedos. Mis piernas comenzaron a temblar y el calor se apoderó de mi cuerpo. Olvidé completamente que nos encontrábamos en la piscina, a simple vista de cualquiera que decidiera salir al jardín, pero cuando abrí los ojos, volví a la realidad. Kyle me observaba fascinado.
Finalmente se acercó a mis labios y depositó un beso fugaz antes de que pudiera decir algo más. Yo bajé mi mano hasta su ropa interior, con esperanzas de ser recibida, pero él lo impidió.
—Debo irme —se alejó y el frío volvió a mí.
—Si nadie te espera, ¿por qué debes irte? —salí de la piscina también, pero él ni se dignó a responder.
Como si pasar un minuto más junto a mí fuera un pecado inconcebible, Kyle se vistió rápidamente y en un par de minutos estaba fuera de la casa. Yo, en cambio, mojada y deseosa, subí a mi habitación con un sentimiento extraño.
No había logrado que se quedara y él había obtenido lo que quería, de alguna manera u otra, él siempre terminaba ganando.
**
Se puso intensa la cosa🥵🔥
Tendrán que esperar a mañana para saber la reacción de ambos post piscina🤭
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