Capítulo 6:
Había pasado casi todo el día en aquella habitación con Tim. En ningún momento me importó si Kyle entraba hecho una furia para sacarme de ahí, solo me importaba que no estaba sola en esto. Había encontrado un compañero, un cómplice, una protección en medio de este nido de cerdos. Tim no era ni la mitad de lo que había imaginado, pero, aun así, muchas cosas seguían quedando inconclusas.
—Si, Jo estuvo aquí, pero no se quedó por mucho tiempo. Se fue de la noche a la mañana, al igual que Ivanka y Alysa.
—Pero..., ¿a qué vino? ¿Cómo llegó aquí? —Jo nunca vendría aquí por cuenta propia, tenían que haberla forzado.
—A trabajar, al igual que todas —dijo él. Yo intenté buscar alguna explicación coherente en mi cabeza, pero no hallaba ninguna.
—Alysa... —lo miré —Te acostabas con ella, ¿por qué lo hacías? —lo acusé.
—No me acostaba con ella, me la llevaba para ayudarla. Intenté que colaborara muchas veces, pero nada sirvió. Nunca me dejó ayudarla, lo único que pedía eran más y más drogas —explicó, pero entonces su mirada cambió a una mucho más seria —Bianca, lo que acabo de confesarte y lo que te diré ahora es información confidencial. Ahora que lo sabes, tu vida está en peligro, así como la mía siempre lo ha estado, ¿entiendes? —yo asentí, pero la verdad es que sentí más miedo del que demostré —He estado en este operativo más tiempo del previsto porque esta no solo es una de las bandas de narcotráfico más grandes. Tenemos sospechas de que también manejan una de las principales rutas de tráfico de personas del país, y no puedo irme de aquí hasta confirmarlo. Esta gente es verdaderamente poderosa Bianca y saben hacer su trabajo a la perfección —contó.
—Por dios —susurré, recién entendiendo a lo que se refería Pamela días atrás.
—Tengo las pruebas suficientes para enjuiciarlos por narcotráfico, pero en el momento en que comenzaron las sospechas, todo cambió. Hace dos años se infiltró un agente de la DEA y debíamos trabajar en conjunto, pero lo descubrieron al poco tiempo y no pude hacer nada por él, desde ese momento se decidió no infiltrar a nadie más.
—Esa casa de la esquina, la que parece abandonada. ¿Qué es? —pregunté, temiendo por la respuesta.
—No tengo información exacta al respecto, no puedo responderte nada aún Bianca—dijo él, pero yo sabía muy bien que sospechaba lo mismo que yo.
—Mi teoría es que este no es uno de los puntos de la ruta, sin embargo, muchas veces llegan chicas en pésimo estado, apenas son conscientes de su ubicación y pasan en la casa solo unos días antes de desaparecer, como Ivanka y Alysa —contó.
—¿Cómo es que no has podido conseguir evidencia suficiente en cuatro años? —me desesperé ante la imagen de Jo en ese estado.
—No es tan fácil. Los primeros dos años estuve a prueba, me seguían a todos lados, pusieron cámaras en la casa, no podía estar solo en ningún momento ni desplazarme sin permiso. Luego empezaron a confiar un poco más, pero Kyle sigue vigilándome —explicó.
—¿Por eso se enfurece cuando me ve contigo? —pregunté, pero él rio.
—No, eso es porque está interesado en ti —respondió. Aquello me generó escalofríos —Bianca, debo preguntarte. Ahora que sabes que tu amiga no está aquí, ¿quieres irte?
—¿Estás loco?, Jo puede estar en cualquier lugar, estos sujetos se la llevaron y necesito saber a dónde —caminé de un lado a otro, no había nada que pudiera calmar la angustia que sentía en ese momento —Además, no puedo irme hasta pagar la deuda —respondí.
—Puedo sacarte de aquí si eso es lo que quieres. Es riesgoso, pero puedo hacerlo para garantizar tu seguridad —me miró.
—No me voy a ir a ninguna parte Tim —me pregunté si debía seguir llamándolo así ahora que sabía su verdadera identidad.
—Pues entonces tengo otra pregunta que hacerte —soltó, no muy seguro de lo que estaba por plantear —Ha sido muy difícil para mí conseguir evidencia. Como te dije, son muy cuidadosos con lo que hacen y esconden todas sus transacciones bajo la compraventa de múltiples empresas. No hay manera de conseguir algo, a menos que se haga desde adentro, para eso necesitaré tu ayuda.
—¿En qué te puedo ayudar yo?, tú eres el agente —susurré, con miedo a ser escuchada por alguna otra persona.
—Volviendo a la casa de Kyle —respondió.
Mi estómago se revolvió y me vi cruzando aquella puerta una vez más. Fue suficiente para volver a sentir náuseas.
—¿Para qué?, no hago más que mirar por la ventana y alimentarme —dije, rogando porque fuera un chiste.
—Kyle mantiene los papeles importantes en su oficina. Yo no puedo acercarme a ellos de ninguna manera, pero tú puedes entrar para...
—Ya lo intenté, los cajones tienen llave. Todo tiene llave en esa casa —me desesperé.
—La llave siempre la tiene él, no será tan difícil tomarla —agregó.
—Es Kyle, no me deja siquiera levantar la voz —insistí.
—Hay montones de chicas que desaparecen cada día, mayores y menores de edad, y probablemente sea por causa de esta gente. Jo puede ser una de ellas, Bianca —lo miré, asustada como nunca lo había estado —Prometo que te ayudaré a averiguar lo que ocurrió con tu amiga, pero eres la única oportunidad que me queda para conseguir las pruebas que necesito —dijo. La mirada de Tim me hacía saber que era una de las pocas oportunidades que tenía para lograrlo, él también estaba desesperado.
Me sorprendí a mí misma considerando su proposición. Él tenía razón, y tal vez Jo no había venido por cuenta propia como yo, tal vez la habían raptado y había terminado en este lugar. No quería que algo así le pasara a nadie más.
—Nadie debe saber lo que ocurrió hoy. Los hombres que te buscaron trabajan para mí y serán discretos. No necesito recordarte que hay vidas en riesgo, Bianca —aclaró. Yo asentí, lo sabía a la perfección —Debes seguir llamándome Tim. Yo me comunicaré contigo cada vez que sea necesario —desbloqueó la puerta, permitiéndome volver a la casa.
Lo miré nuevamente y la sonrisa encantadora apareció en sus labios, sin embargo, ya no me causaba el mismo rechazo de antes. Esta vez alcé mis brazos y lo abracé, sintiendo una ola de aire fresco en mi cara. Finalmente podía confiar en alguien más, había solución a todo este desastre y sobre todo, había botón de salida cuando la situación me superara.
Entré a la casa y todo me pareció distinto. La información que poseía me hacía sudar de los nervios, pero ya no se sentía tan terrible ser odiada por las chicas. Ahora tenía a Tim.
Leandra me observó desde que entré hasta que subí a mi habitación. Sabía que se moría por preguntarme dónde había estado, pero Pamela, sentada a su lado, lo impedía.
En cuanto escuché la voz de Robert en el tercer piso, salí inmediatamente de mi habitación. Aunque mi cuerpo siguiera agarrotado por los nervios, no podía perder más tiempo.
—¡Robert! —lo llamé. Él me miró de arriba a abajo, no estaba acostumbrado a escuchar su nombre con aquella efusividad.
—¿Qué quieres? —preguntó.
—Dile a Kyle que necesito hablar con él —dije, pero él rio inmediatamente.
—No recibo órdenes tuyas princesita, tendrás que esperar para verlo —respondió, pero tomé su mano para frenarlo.
—Por favor, es urgente —insistí y la sorpresa invadió su rostro.
Entonces retiró su mano de golpe y se marchó. Mi cuerpo era un remolino de sentimientos. Temía por mí y lo que pudiera pasarme si el plan salía mal, temía por Tim y lo que pudiera ocurrirle a él si yo arruinaba el plan, pero más que nada, temía por Jo y todas las chicas que habían sido víctimas de este negocio sucio. No podía quedarme de brazos cruzados. Cuando veía noticias acerca de secuestros y desapariciones solía sentir lástima por los familiares de la criatura desaparecida, pero nunca me vi en la posición de poder hacer algo al respecto. Ahora tenía la oportunidad, y no iba a desaprovecharla.
La negativa de Robert me había dejado en claro que debía esperar hasta la próxima fiesta para hablar con Kyle, sin embargo, me sorprendió la mañana siguiente cuando tomó de mi brazo como era de costumbre y me arrastró nuevamente hasta la gran casa principal.
Robert me empujó hasta la oficina de Kyle y él me miró atento desde su silla. Vestía tan elegante como siempre y se apoyaba sobre su respaldo como si fuera el dueño del mundo.
—¿Querías verme? —preguntó. La superioridad de su tono logró enfurecerme en cuestión de segundos.
—Si —respondí. Había estado pensando toda la noche en lo que diría —Kyle yo...quiero volver —solté, pero él volvió su mirada a los papeles, decepcionado por mi confesión.
—Te dije que no te vas de aquí hasta que tu deuda este saldada, no me...
—Lo sé, me refiero a que quiero volver a esta casa —aclaré. Él puso atención en mí nuevamente —Desde que volví, las chicas me han hecho la vida imposible. Sabías que se pondrían en mi contra y aun así me trajiste aquí.
—¿Estás segura de que esa es la única razón? —se levantó de la silla para acercarse a mí.
—Si —respondí. Su mirada me examinó por unos segundos y supe que estaba considerando mi petición.
—Bien, te quedarás —volvió a su escritorio y esperó mi reacción.
—Gracias —solté el aire que retenía.
—No quiero caprichos ni arrebatos, te vas a comportar —agregó. Yo asentí —Beatriz esta arriba, dile que prepare tu habitación.
Di media vuelta y cerré la puerta detrás de mí. Ni una bocanada de aire podría calmar los nervios que estaba sintiendo. Había pedido personalmente que me devolvieran a esta casa y sabía que eso les daría la impresión equivocada a todas las chicas. Ya no tenía oportunidad alguna de volver a ganarme su confianza, aunque ahora que tenía a Tim de mi lado, tampoco lo necesitaba.
Cuando llegue a la habitación, Beatriz se sorprendió de escuchar ruido alguno a su alrededor, pero en cuanto descubrió que era yo una sonrisa apareció en su rostro.
—Pero mi niña, odiabas estar aquí —respondió cuando le di la noticia.
—La casa es mucho peor, las chicas me odian. Aquí al menos te tengo a ti —sonreí.
—Pues debo decir que te eché de menos, la otra chica no me agrada ni un poco —confesó, dándose cuenta poco después de que había revelado información acerca de Kyle.
—¿La trajo aquí? —pregunté.
—Si, pero no durmió en tu habitación. Le preparé la habitación del último piso —sonrió con complicidad y se acercó a la puerta para retirarse —En cuanto traigan tu ropa volveré a acomodarla como antes —avisó.
—Gracias Beatriz —le dediqué una sonrisa antes de quedarme sola en aquella habitación, en mi habitación.
Caminé hasta la cama y recordé lo mucho que había llorado en ella antes de irme. Ahora estaba aquí con una misión por cumplir, y eso me esperanzaba mucho más.
Me acerqué a la ventana e inundé mi cabeza de pensamientos mientras observaba el resto de las casas.
—Jo, ¿Te peleaste con Roger de nuevo? Si es por eso...
—¡No es por eso! Solo me voy unos días de vacaciones, quiero descansar de todo esto —exclamó con el bolso en la puerta.
—¿Unos días?, dijiste que te ibas por un mes —le recordé.
—¡Bueno no sé cuánto tiempo estaré afuera!, solo quiero irme —se alteró. Yo la miré, sabía que me estaba ocultando algo —Escucha, te adoro Bianca, pero tienes que dejar de ser tan controladora. Volveré pronto, lo prometo —besó mi mejilla.
Y esa fue la última vez que lo hizo. De alguna manera debía conseguir la llave.
Jo había tenido una actitud muy extraña antes de desaparecer, incluso había planeado unas vacaciones de las que nunca volvió. Era imposible que hubiera sido raptada, sino por qué hubiera hecho todo lo posible por excusarse. Ella había llegado aquí por cuenta propia, pero debía averiguar a dónde la llevaron y por qué.
—La cena esta lista —habló Kyle a mi lado. Mi sobresalto me hizo levantarme de golpe —Vamos a cenar —repitió, abriéndome paso para caminar frente a él.
—¿Vas a cenar aquí? —pregunté. Aquel acercamiento era nuevo.
—Si —dijo sin más.
Esta vez, el primer piso tenía un ambiente muy diferente. Los ventanales que daban hacia el jardín estaban abiertos de par en par y Beatriz cruzaba de un lado a otro para terminar de decorar la mesa.
—¿Qué es esto? —me extrañé.
—La cena —respondió, posando su mano en mi espalda para guiarme hacia ella. Esperaba que la incomodidad no se reflejara en mi cara.
La mesa tenía todo tipo de aderezos y acompañamientos, además de una gran botella de vino en el centro. Beatriz se había lucido con aquellas preparaciones, como si se tratara de una ocasión especial.
Kyle se sentó en un extremo y yo a su lado, pero cuando pensé que iba a abrir la boca, Beatriz se acercó con el humeante plato principal.
—Aquí tiene señor —colocó el plato sobre la mesa con una sonrisa orgullosa.
—Gracias Beatriz —respondió él. Era primera vez que le escuchaba ser agradecido por los servicios de Beatriz.
Con la mayor naturalidad del mundo, Kyle empezó a comer, pero la novedosa situación me hacía desconfiar de las verdaderas intenciones de tanta galantería, sin embargo, él no dijo ni una palabra más hasta que terminó su plato.
Quisiera haber podido comer más, pues la comida estaba exquisita, pero los nervios estomacales no me dejaron.
—Beatriz es muy buena cocinera —comentó él, limpiando la comisura de sus labios con la servilleta.
—Si, lo es —respondí, antes de que el silencio volviera. Me moría por preguntar la razón de la velada, pero desistí, pues no quería causar problemas.
Un segundo después de mi último bocado, Kyle bebió un sorbo de su copa y se levantó.
—Que tengas buena noche —se despidió, sin darme oportunidad de responder. Habíamos intercambiado apenas dos palabras durante la comida y ahora se iba, ¿qué le sucedía?
—¿Te gustó la cena? —preguntó Beatriz mientras retiraba los restos.
—Si, estaba delicioso —pensé unos segundos más —¿Sabes por qué comió aquí?
—Supongo que tenía hambre —sonrió, pero ya sabía que Beatriz siempre escondía gran parte de la información.
La semana fue igual de extraña que aquella noche. Kyle llegaba temprano por la mañana e insistía en desayunar en el jardín, se iba tarde por la noche e insistía nuevamente en cenar. Beatriz cocinaba día y noche, pero esta vez lo hacía para ambos y él nunca hablaba más de lo necesario, solo agradecía por la comida y se despedía cuando llegaba el momento.
—¿Por qué te ofreciste para pagar la deuda? —preguntó en medio del desayuno. Mi garganta se cerró al escucharlo.
—Porque yo perdí la mercancía —respondí sin mirarlo, de lo contrario, los nervios me delatarían. Él siguió masticando con tranquilidad antes de continuar.
—Son siete mil dólares en mercancía —me recordó.
—Lo sé.
—¿Te la robaron? —preguntó.
—¿Por qué quieres saber? —dudé.
—Solo intento conversar —respondió con una sonrisa.
—¿Conversar?
—Si, ¿lo has hecho alguna vez? —bromeó.
Hasta ese momento, no sabía que un hombre como él tuviera sentido del humor. Intenté reír, por el bien de mi plan.
—Gracias por el desayuno Beatriz, estaba delicioso —dijo.
Ahí estaban los buenos modales nuevamente. Incluso Beatriz volteaba a verme para tratar de entender la situación. Sabía que algo tramaba Kyle y no demoraría en averiguarlo.
Pocos días después, se apareció por mi habitación en plena tarde. Sentada en la misma ventana de siempre, lo observé cuando tomó el control remoto y encendió el televisor.
—Tienes algunos canales —anunció en el momento en que la pantalla mostró un programa extraño subtitulado, era de otro país.
Me levanté y exploré el directorio. Me costó, pero debía aceptar que me alegraba un poco dejar de mirar por la ventana todos los días.
—Gracias —forcé una sonrisa. Él asintió y miró alrededor.
—Ya me voy.
—¿No cenarás? —pregunté.
—No, hay una fiesta en la casa esta noche —esperó a mi reacción, o tal vez mi aprobación, pero lo segundo era menos probable.
—Bien —fingí indiferencia. No me importaba que decidiera ir a la fiesta ni mucho menos perdérmela, pero sabía que asistir sería una gran oportunidad para volver a ver a Tim y eso sí me desilusionaba. Sin embargo, en cuanto Beatriz salió de la casa aproveché para hacer una segunda inspección.
Las puertas seguían bajo llave, pero esta vez moví mesas, revolví cajones, sacudí camas y registré cada estante de la cocina. No había nada. Nada extraño, nada que hablara del negocio, ni siquiera algo que hablara del tráfico de drogas, lo cual claramente era una fachada. En plena madrugada me di por vencida y dormí.
Kyle solía quedarse en su oficina durante toda la tarde y yo intentaba refugiarme en mi habitación hasta que llegaba la hora de cenar. Había abandonado las observaciones por la ventana y llevaba casi una semana disfrutando de mis extraños canales en la televisión, pero aquel día, el sol que se asomó por el jardín me convenció de pasar la tarde en él.
Beatriz parecía sorprendida de verme cerca de la piscina, desde que había vuelto, me había encargado de pasar lo suficientemente desapercibida, pero ella sabía lo aburrido que podía llegar a ser vivir bajo este techo.
Di unas cuantas vueltas a la piscina e intenté llenar mi cabeza de recuerdos. Tenía solo diez años cuando convencí a mi papá de comprar una piscina inflable que entrara en el jardín de nuestra casa. Recordaba la felicidad de Jo cada vez que la invitaba por las tardes en época de verano, aquello significaba bañarnos en la piscina durante todo el día e ignorar las amenazas de mi madre aclamando que nos íbamos a arrugar.
Había pasado de nadar en una pequeña piscina inflable a una gigantesca piscina con calefacción en el jardín de una mansión. En cualquier otro escenario, sonaría ideal, pero en este, no lo era.
—¿Te importa si me uno? —preguntó Kyle a mis espaldas, con aquella costumbre de aparecer repentinamente.
—¿A la piscina? —era una pregunta muy obvia, pero no dejaba de extrañarme. Él asintió —¿Tienes traje de baño?
Me quedó claro que no lo tenía cuando comenzó a desabotonarse la camisa y deslizó sus pantalones hasta el suelo. No tenía uno, ni pretendía buscarlo.
Inconscientemente, me alejé de la orilla cuando se sumergió al agua de un salto. Los músculos de su cuerpo se tensaron ante el cambio de temperatura y descubrí que estaba mucho más en forma de lo que parecía con aquellos trajes negros.
Nadó hasta el otro extremo de la piscina y me observó desde allá. Mi cuerpo estaba en alerta a pesar de la temperatura tibia del agua, y ninguno de los dos decía nada. La situación ya era lo suficientemente incómoda para cuando se sumergió hasta mi esquina.
—Es un buen día para tomar sol —ahí estaba el Kyle conversador nuevamente.
—Si, lo es —respondí, notoriamente nerviosa. Beatriz nos observaba desde la cocina, tal vez preguntándose lo mismo que yo.
—¿Aun me tienes miedo?
—No te tengo miedo —solté, pero él no dijo nada más. En cambio, cerró los ojos y disfrutó de los rayos del sol.
Su pelo parecía ser mucho más rulo ahora que lo veía con detalle, siempre iba tan perfectamente peinado que no lo había notado antes.
—¿Hace cuánto estas en este negocio? —pregunté después de un rato, la incomodidad me estaba matando.
—Mucho tiempo —dijo, sin moverse de su posición.
—¿Cómo entraste? —insistí. Esta vez me miró.
—Solo fui el siguiente en la línea —comentó —¿Por qué?
Sus ojos fijos en mí denotaban cierta curiosidad, pero aquello solo hacía que me pusiera cada vez más nerviosa.
—Debe gustarte mucho lo que haces, pasas todo el día en tu oficina —respondí.
—¿Me estás diciendo que debería salir más? —sonrió.
—No, solo digo...que te debe de gustar tu trabajo —Kyle desvió la mirada y supe que había dado en la tecla.
—Supongo que sí debería salir más, aprovechar el sol —me miró nuevamente.
No era eso lo que estaba insinuando. ¿Por qué cambiaba el tema de conversación?
—Si —respondí.
—Debo irme temprano hoy, ¿te importa cenar sola? —preguntó.
—¿Otra fiesta?
—No, un evento personal —dijo. Entonces decidí preguntar, no perdía nada.
—¿Por qué no vives acá?, digo...vienes todos los días, pasas todo el día aquí, y luego te vas, ¿por qué no duermes aquí? —él posó su mirada detrás de mí y decidió salir del agua.
—No es mi casa —respondió al tomar la toalla.
Su ropa interior se había pegado a su cuerpo y por primera vez entendí lo desesperada que estaba Pamela. En comparación al resto de los cerdos que pasaban por aquí, Kyle al menos era alguien deseable.
Intentando desviar la atención, decidí salirme también. Envolví mi cuerpo con la otra toalla y descubrí que Beatriz seguía espiándonos desde la cocina.
—Deberíamos hacer esto más seguido, yo salir de la oficina y tú de tu habitación —dijo, para mi sorpresa.
—Si —respondí. Entonces noté que Robert lo esperaba en la puerta del jardín. Quizá cuánto tiempo llevaba ahí.
Extrañada por aquel acercamiento, me pregunté con qué sorpresa llegaría por la mañana, así que bajé rápidamente los escalones y me asomé hacia el jardín, pero la mesa no estaba servida. No había señales de Kyle y Beatriz tarareaba distraída en la cocina.
—Buenos días —saludé.
—Hola mi niña, ¿dormiste bien? —preguntó, como cada mañana.
—Si —respondí —¿Kyle no ha llegado?
—No, me parece que se ha demorado hoy, pero te puedo acompañar yo durante el desayuno. Solo si quieres —sonrió extrañamente.
—Por supuesto Beatriz —me senté.
Volví a bajar en la tarde y toqué su puerta sin saber muy bien lo que diría, pero nadie respondió. Kyle no había llegado a la casa en todo el día y me pregunté si aquello se debía al pequeño acercamiento que habíamos tenido.
Un par de palabras y huía al día siguiente, no lo entendía. Ganarme su confianza iba a ser aún más difícil de lo que pensaba.
—Buenos días —saludó la mañana siguiente.
—Buenos días —caminé hasta el jardín, muriendo de ganas por preguntarle en dónde había estado.
Evité mirarlo, pero él me observaba como si tuviera algo pegado en la cara.
—Hay una fiesta hoy, en la casa, ¿quieres ir? —preguntó de repente. Esta vez lo miré, más que confundida.
—¿Qué voy a hacer allá? —pregunté.
—Te hará bien salir un rato —dijo, estaba de buen humor.
Volví a mirarlo y pensé que sería la oportunidad perfecta para hablar con Tim, aunque no tuviera nada nuevo que contarle aún.
—Supongo que sí —acepté, rogando porque Pamela no decidiera abalanzarse sobre mí en cuanto me viera.
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Capítulo doble especial a petición de @KarlaRettigSoto 🤎
¿Qué piensan de este nuevo plan? ¿Funcionará o fracasara como los anteriores? 🧐
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