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Capítulo 12: Consecuencias

Beatriz regresó con comida y se disculpó una y otra vez. Yo estaba consciente de que ella trabajaba para Kyle y no había mucho que pudiera hacer, no podía culparla por eso.

No salí de la habitación en todo el día, caminé de un lado a otro mientras pensaba y me recosté sobre la cama cuando el dolor de cabeza se hizo insoportable, sin embargo, el sonido de la puerta en medio de la noche me despertó. No abrí los ojos, pues sabía quién era.

Tal y como lo había hecho otras veces, Kyle se acercó y se mantuvo de pie por unos segundos antes de buscar el único cobertor que había en la habitación para taparme. Quería abrir los ojos y agradecerle, pero en cambio me mantuve inmóvil.

Una parte de mí le creía, pero la otra estaba tan destrozada que no me permitía siquiera pensar con claridad.

La mañana siguiente volví a mi habitación. No había nadie vigilándome ni esperándome afuera de la puerta, así que caminé por aquellos pasillos vacíos con la sensación de que era muy temprano para estar despierta. Sin embargo, no fue hasta que entré que me llevé la sorpresa; Kyle estaba recostado en mi cama, con ropa y encima de las sábanas.

Cerré la puerta detrás de mí y ni siquiera se movió, estaba profundamente dormido.

Me pregunté qué había pasado por su cabeza mientras me miraba la noche anterior, qué pasaba por su cabeza cada vez que me miraba; ¿Me veía como una mujer más? ¿Cómo su única oportunidad de salvación? ¿Me veía con amor?

Intenté acercarme, pero entonces se levantó de un salto.

—¿Estás bien? —preguntó, poniéndose de pie rápidamente como si una gota de vulnerabilidad fuera letal para él. Yo asentí, sabiendo que mi cara reflejaba todo lo contrario.

Él bajó la guardia y caminó hacia mí, rozando sus dedos contra mi mejilla. Ahí estaba esa mirada dulce. ¿Me veía con lástima?

—Quiero que sepas que la reunión de ayer fue para cederle una parte del negocio a mi hermano, ahora él lo controla todo. No quiero más esto, no desde que te tengo a ti —confesó.

Por más que intenté resistirme, las lágrimas volvieron a brotar y escondí mi rostro en su pecho. Me sorprendía que aún tuviera lágrimas por derramar.

Kyle me abrazó con fuerza, como si temiera que aquel fuera el último abrazo que recibiría.

—No sé si estuviste fingiendo todo este tiempo Bianca, pero yo no. Mi propuesta fue real; quiero irme contigo, lejos de todo esto —tomó mi cara entre sus manos, esperando por una respuesta.

Lo único que me quedaba era él. Jo no estaba, ya no podía volver a casa y fingir que todo seguía como siempre, que Jo seguía desaparecida, que no me había enamorado de un mafioso.

—No estaba fingiendo Kyle —susurré, aún refugiada en su pecho. Él levantó mi cara para mirarme y acercó sus labios a los míos con delicadeza. No los movió, simplemente los apoyó, como si tuviera miedo a mi reacción.

—Dime que vamos a irnos de aquí —rogó con su frente apoyada en la mía. Yo asentí, incapaz de decir alguna otra palabra —Lamento mucho todo lo que pasó, lo de Daphne no debió haber ocurrido —dijo.

—Jo —corregí. Él me miró.

—Jo —repitió.

Tomó mi mano y la acercó a sus labios. Se sentía bien, esto se sentía bien, pero el dolor no desaparecía.

Poco después, sonó la puerta y Beatriz se sorprendió de verme junto a él.

—El desayuno está listo señor —avisó.

—Gracias Beatriz —respondió, jalando de mi mano —Vas a comer —ordenó.

Mi estómago no era capaz de recibir comida, apenas había podido retener los platos de Beatriz el día anterior, sin embargo, dejé que Kyle me llevara de la mano. No la soltaba, cómo si al hacerlo fuera a perderme nuevamente.

Pensé que iríamos al comedor, dónde habíamos desayunado una vez antes, pero en cambio reconocí aquel patrón distinto de decoración y supe que, por primera vez, nos dirigíamos a su habitación.

Predominaba la decoración caoba, los muebles relucían como en su oficina y todo estaba perfectamente ordenado. Su cama era mucho más grande que la mía y el desayuno esperaba por nosotros en el pequeño comedor del balcón.

Él abrió la silla para mí y me senté. Los suaves rayos de sol se sentían bien después de pasar tanto tiempo en la habitación. El silencio entre nosotros era incómodo y me miraba de una manera extraña. Podía ver que Kyle no sabía qué hacer.

—Kyle, —anuncié, después de tomar un sorbo del jugo —si voy a irme contigo, quiero saberlo todo. No más mentiras de ahora en adelante.

Él parecía incomodo con eso, pero lo entendió.

—¿Qué quieres saber?

Eran muchas las preguntas que tenía como para pensar en sólo una.

—¿Qué les ocurrió a Ivanka y Alysa? —él me miró.

—Ya te dije que yo no me encargo de eso —estaba tenso.

—Pero sabes lo que les pasó —insistí.

Él pensó unos segundos, ni siquiera yo estaba segura de querer escuchar la respuesta.

—Las trasladaron, de ahí en adelante se encarga Paul. Su estadía en la casa fue una excepción, era temporal —explicó.

—¿Están muertas? —pregunté.

—Las trasladaron Bianca —insistió. Yo lo miré, parecía sincero.

—Entonces tu...

—Yo me encargo de la fachada, nada más —dijo.

—¿El tráfico de drogas es la fachada? —pregunté.

—La compraventa de empresas es la fachada —corrigió.

­—Y tus otros hermanos, ¿qué hacen?

—Trabajan para Paul, mi hermano —respondió.

—Y ahora que cediste una parte, ¿estás fuera del negocio?

—No por completo, pero quiere decir que puedo irme y dejar todo en sus manos.

—¿Estará de acuerdo? —pregunté.

—No será un problema si no sabe dónde estoy —respondió.

Ninguno de los dos había tocado su plato, la información era demasiada como para asimilarla tan rápido.

En ese momento pensé en Tim. Me había manipulado para usarme a su favor. Había fingido preocuparse por mi bienestar cuando sabía toda la verdad acerca de Jo desde un principio. Él mismo estuvo en la escena del crimen, y había decidido mentirme al respecto.

Ahora no podía entregarle las pruebas, si lo hacía, Kyle también saldría afectado y aquello no podía pasar.

—¿Estás bien? —preguntó, acercando su mano a mi rodilla. Su caricia se sentía lejana después de revelar tantas verdades.

—Si, solo...tengo miedo —confesé, no mentía. Tenía una extraña sensación de escalofríos que recorría todo mi cuerpo.

—Lo sé, pero no dejaré que nada te ocurra. De eso tienes que estar segura —acercó mi mano a sus labios.

Aquello fue lo único que logró transmitirme algo de seguridad en ese momento.

Kyle no se separó de mi lado en todo el día. Pidió encarecidamente que no lo molestaran y pasamos la mayor parte de la tarde entre las sábanas de su cama.

Se interesó por Jo y le conté nuestra historia entre lágrimas, también tuve que volver a repetirle que no todo había sido un plan, sin embargo, saqué a Tim de la confesión. Si lo involucraba, sería hombre muerto en cuestión de minutos y a pesar de haber mentido, no se lo merecía.

Trasnochada, abrí los ojos por la mañana y sentí el ruido de la ducha. Miré hacia el ventanal y embelesada por la vista, volví a sentirme culpable. No podía evitarlo. Aunque Kyle calmara todas mis angustias, cuando estaba sola, aquel sentimiento de traición se apoderaba de mí.

Iba a huir con el jefe del negocio que había matado a mi mejor amiga. Intentaba repetir la explicación de Kyle una y otra vez en mi cabeza, pero nada, más que su mirada, me hacía sentir diferente.

Me senté en la cama y observé mi alrededor. Me pregunté si debía acostumbrarme a lujos como estos; habitaciones gigantescas, camas espaciosas, cocineros y mucamas..., no sabía si podría.

Intenté recordar mi vida normal y parecía un pasado lejano; prepararme el desayuno rápidamente para no llegar tarde al trabajo, ducharme a toda velocidad cuando olvidaba programar la alarma, ver una película con Jo cuando llegábamos cansadas del trabajo...

—Buenos días —saludó Kyle con una toalla envuelta en su cadera.

—Buenos días —intenté sonreír. Él alzó mi brazo y besó la palma de mi mano.

—¿Estás bien? —preguntó, de nuevo.

—Si, cansada. Alguien no me dejó dormir anoche con tantas preguntas —intenté bromear. Él sonrió y acarició mi pelo.

—Bianca, es importante que nadie sepa de nuestros planes. Ni siquiera Beatriz puede saberlo —advirtió. Yo asentí.

—¿A dónde iremos? —pregunté. Él pensó.

—¿Te gusta el frío o el calor? —yo reí.

—Frío —respondí mientras envolvía sus brazos en mi cuerpo.

—¿Casa grande o pequeña? —continuó. No podía creer que estuviéramos hablando de esto.

—¿Acaso conoces alguna casa pequeña? —bromeé.

—Las del terreno son pequeñas —respondió, pero él no bromeaba.

—¡¿Hablas enserio?! ¡Son inmensas! —reí.

—Bueno, supongo que prefieres pequeñas entonces —respondió, no muy seguro de ceder.

—Sólo quiero salir de esta pesadilla y estar a solas contigo —dije. Él sonrió y se acercó para besarme. Los besos de Kyle habían pasado de ser desesperados y efusivos por delicados y cariñosos, tal vez por todo el episodio que habíamos vivido en los días anteriores, pero me gustaba aquel cambio.

Robert vino un par de veces durante el día, pero Kyle le insistió en que no trabajaría, pues se encontraba "extremadamente ocupado haciéndome el amor". Por la tarde, finalmente lo convencí de ir a la piscina, pero él pensó en una idea mucho mejor.

—¿Lista? —preguntó. Mis rodillas temblaban.

—¿Estás seguro de que no hay tiburones acá? —insistí.

—¡Si, seguro! —volvió a decir, pero nunca me había bañado en mar abierto.

—Ve tu primero —retrocedí. Kyle rio y se sumergió en el mar de un salto. Mi corazón latía a mil por hora.

—¡Salta! —incitó desde el agua.

Sin pensarlo demasiado salté justo a su lado. El agua estaba increíblemente fría, pero tan tranquila que incluso se podía flotar. Aun así, mi valentía no duró lo suficiente como para quedarme más tiempo. Pasamos del mar a la piscina y al final del día Kyle lucía un bronceado tentador.

Por una parte, quería llegar rápido al terreno para escapar con Kyle y olvidarme de todo, pero por otra, quedarme con Kyle en el yate era todo lo que necesitaba en este momento.

—Ya mandé a preparar tu equipaje, llegaremos en un par de horas —dijo, mientras me observaba desnuda sobre sus sábanas.

—No quiero volver a la casa.

—Solo serán unos días, prepararé todo y nos iremos —aseguró.

—Estás vestido —lo observé, con el traje formal que lo caracterizaba.

—Y tu también deberías vestirte, bajaremos del yate en cuanto lleguemos —sonrió, acariciando una de mis piernas.

—Yo creo que todavía tenemos algo de tiempo —tomé su mano y la llevé hasta mi vientre. Kyle sonrió y soltó los botones de la chaqueta. Lo había convencido.

De nuevo en el auto, esperé a que Robert colocara la venda en mis ojos, pero esta vez pareció no ser necesario. En cambio, se mantuvo a mi lado, en extremo silencio.

Por primera vez, había conocido la entrada al terreno. No había absolutamente nada alrededor, era solo tierra y mansiones en el medio de la nada. Me pregunté cómo hacían para ocultar este lugar tan evidente, pero entonces recordé que personas poderosas estaban involucradas.

Entré sola a la casa, Beatriz había regresado con su familia y Kyle tenía cosas que hacer antes de volver. Cerré la puerta y me sentí distinta a la primera vez que había entrado allí: odiando a Kyle, detestando a Tim y esperanzada por encontrar a Jo.

Aquella noche dormí pensando en cómo le explicaría a Tim que ya no podía colaborar más con la investigación. Iba a sospechar, por supuesto, pero pensaba estar lo suficientemente lejos con Kyle para el momento en que comenzara a hacerse preguntas.

Ansiosa, me levanté por la mañana para esperar a Kyle. Después de pasar tanto tiempo en la cama junto a él, se sentía extraño no acariciarlo durante la noche.

—Saldremos en tres días. Hay algunos problemas que debo resolver primero —anunció durante el desayuno cuando Beatriz volvió a la cocina.

—¿Está todo bien? —me miró, probablemente preguntándose si debía decirme o no.

—Tim está desaparecido —soltó.

—¿Cómo...desaparecido? —balbuceé.

—No lo ven hace cuatro días, no ha vuelto y no tenía autorización para salir —explicó mientras mi cabeza se debatía si debía confesar o no. Tomé un sorbo de agua y me decidí por el no, pero no lograba entender por qué Tim huiría sin las pruebas.

Entonces pensé; tal vez sí las tenía.

En cuanto Kyle se retiró, subí a mi habitación a toda velocidad. Me agaché y moví las tablas bajo mi cama.

No estaban, las pruebas no estaban.

Tim había desaparecido porque finalmente iba a encerrar al jefe de este negocio, a Kyle. Llevaba cuatro días afuera, eso era tiempo suficiente para planear la captura. Sin Tim aquí, no había manera de que pudieran hacerle daño, así que decidí confesar.

Intenté convencer a Robert de la urgencia del asunto, pero él insistía en que Kyle tenía mejores cosas de las que preocuparse ahora mismo. No me atreví a decírselo, no confiaba en él. Necesitaba hablar con Kyle.

Intenté calmarme y decidí esperar a la cena. Debía convencerlo de irnos ahora fuera lo que fuera, pero entonces llegó en medio de la noche.

—¡Bianca, vamos! —entró a toda velocidad, tomando mi brazo para sacarme de la habitación.

—¡¿Qué ocurre?! —acomodé mi bata y bajé las escaleras junto a él.

—Tim es policía, debemos irnos —corrió hasta la oficina.

—Kyle... —intenté advertirle.

—Necesito buscar algo en la oficina. Anda con Robert y nos vemos en la terraza —ordenó.

—¡Kyle ven conmigo! —me desesperé.

—¡Confía en mí, anda! —gritó mientras Robert me llevaba del brazo a toda velocidad. El silencio de afuera era amenazador, pero al menos me decía que se habían enterado justo a tiempo para huir.

Además de Robert, había otros cinco hombres conmigo. El helicóptero de la terraza hizo un ruido estruendoso una vez lo encendieron y Robert avisó que ascenderíamos en cuanto Kyle llegara. Mis piernas temblaban y mis manos se frotaban constantemente. La delgada bata de dormir no me abrigaba del frío nocturno, pero, aun así, sudaba inexplicablemente mientras esperaba a que Kyle apareciera.

—¡¿Dónde está?! —le grité a Robert. Él estaba igual de ansioso que yo. El plan no estaba saliendo como esperaban.

Entonces apareció. Rodeado de un grupo de hombres armados.

Robert intentó subir al helicóptero en cuánto descifró la situación, pero el disparo fue más rápido que él y cayó adolorido en el suelo. Miré a Kyle desesperada y noté que detrás de él se encontraba Tim, esta vez uniformado.

—¡Agáchate! —gritó Kyle antes de que los disparos comenzaran. No obedecí, estaba demasiado aturdida como para hacerlo. Un disparo llegó a uno de los policías y Kyle intentó liberarse, pero fue rápidamente interceptado por otro. Tim corrió hacia mí y me protegió de los disparos.

Kyle estaba retenido con la cara en el suelo, inmovilizado por dos hombres a la vez.

—¿Estás bien? —me revisó en busca de heridas. Yo asentí mientras veía a Kyle. Tim no sabía que yo también era cómplice —Ya se acabó, irán directo a la cárcel. Gracias a ti Bianca —intentó calmarme, pero yo temblaba.

Miré mi ropa, la bata blanca se había manchado con sangre de Robert

—¡Sáquenla de aquí, llévenla a un lugar seguro! —ordenó a sus compañeros. Habíamos perdido. Kyle había perdido.

Entonces me levantaron con dificultad y sentí todo muy lejano. Miré a Kyle contra el suelo y él me miró a mí, pero lo que vi en su mirada no hubiera sido posible de describir.

—¡¿Qué hiciste?! —me gritó Kyle, antes de recibir un golpe por su captor para silenciarlo.

**

Necesito saber qué sintieron con este capítulo!!😱

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