My Origin (Part II)
Continuación:
¿Quieren saber si al día siguiente algo mejoro? Oh pues JAJA...no fue así.
Mis tutores no dejaron de formar un escándalo al enterarse por boca de su hija lo que ocurrió...claro, cambiando ciertas partes donde me ponía a mi muy involucrado y culpable de todo, haciendo que yo me defendiera de igual formar, pero nada de eso importaba, solo querían que aquellos vándalos se hicieran responsables por sus acciones y me pidieran una disculpa.
Renegué a todo, no necesitaba nada de eso, con solo una afirmación de que me dejaran tranquilo era suficiente para mí, el director me lo prometió, pero nada de eso se llevó a cabo.
Volví al salón con mis guantes y cubre boca, mi terror por las bacterias alcanzó su punto máximo. Aterrándome incluso la silla en la que me sentaría. Quería que todo volviera como si nada, pero seguían mirándome como un bicho raro. Ahh~ te extraño kari. Tú al menos me fueras animado un poco.
La clase acabo, haciendo que todos saliéramos del salón. Yo me quede sentado, continuando con la lectura de un libro que conservaba.
—Joven, Robotnik — me llamo la profesora de cálculo, alce mi rostro en su llamado —necesito que salga del salón.
Baje mi libro por completo, entre apenado y angustiado.
—Yo...ham...creo que aquí estoy mejor — sonreí con nervios, a pesar de que mi mascarilla la cubriera.
—Lo lamento, joven, pero no puedo dejarlo aquí — me palmo de la espalda, haciendo me saber que ya debía irme.
Me levante de mala gana. No se que tanto problema había de que solo me quedara un par de minutos aquí adentro.
Salí con la mayor discreción posible, caminando entre las zonas más deshabitadas de la escuela. Me senté en una banca que había entre tantos, desayune antes de venir para evitar tener que ver aquellos parásitos monstruosos otra vez. Al fin pude relajarme, tomando mi libro para continuar con mi lectura.
—¡Bo! — gritaron a mi costado, sobresaltándome del miedo. Por poco tiraba mi libro a las nubes, atrapándolo en el aire casi muerto del espanto.
—¡¿Q-Que haces aquí?! — le pregunte a la hija de mis cuidadores con cierto rencor.
—Solo venía a ver que perversidades planeaba al estar aquí tan solo — se burló entre carcajadas.
—¡Yo no tramo nada! — me senté recto en mi asiento —Y será mejor que te vayas antes de que-
—Antes de que ¿Qué? — me reto con su ya conocida personalidad altanera —Porque...si me haces algo ¿A quién le creerían? — poso en una forma "adorable" —¿Al pervertido que intento robarse la novia de alguien? o ¿A mí? la chica que ya todos conocen.
—¡Yo no hice tal cosa! — la encare con furia —¡Fuiste tú quien demando en hacerme eso! ¡Y ahora por tu culpa tengo un ojo morado y una boca llena de bacterias ajenas! — afirme con ira.
—Deberías darme las gracias, por mi ahora ya no morirás virgen...al menos no de boca — seguía sus burlas entre repulsivas risas, quitándome mi tapa bocas sin permiso.
—¡Hey! ¡Devuélvemelo!
—Empiezo a creer que no te gustan las niñas — me dio una mirada muy comprometedora, volviéndose acercar a mi como la primera vez que nos vimos.
Cubrí mi boca y nariz, espantado de lo que fuera que estaba tramando está horrenda chica.
—Estoy... empezando a odiar a toda la raza humana!!~ — por mucho que intentara retener mi enojo era inevitable no poder sacar mi odió mediante mis cuerdas vocales —¡Ahora devuélvemelo! — intenté sacarle mi pertenecía de sus manos, sin embargo, fue en vano. Maldecía sus casi perfectos hábitos alimenticios para tener unos reflejos tan afinados, pero mantener nuestra distancia era vital para mí.
La muy mal educada salió corriendo fuera de mí, teniendo que perseguirla tras de ella. Seguía con mis guantes, cubriéndome la boca a toda costa, y más ahora al estar a la vista de algunos de los alumnos de la institución.
—¡Señorita Roxy! — aclare mi garganta para calmarme después de que paro de correr —No queremos una contienda en esta prestigiada escuela... — hable con calma, extendiendo mi mano para esperar a que me diera lo que quería —así que deme lo que por derecho es mío y dejaremos esto como esta — mis exigencia llegaron a sus oídos ignorándome.
Solo se acercó a mí, ocasionando que por miedo retrocediera un par de pasos, pero no pude seguir apenas me tomo de mi camisa con agresividad.
—Sí que eres un niño maniático, estrafalario y excéntrico~ — murmuro con una gran carda de odio en su voz y boca —Ahora entiendo porque tus padres te desecharon cuando vieron la oportunidad~ — una cruel risa se formó en sus labios.
Los que por general se ponía convertir en tristeza...fueron suplantados por la mayor de mis iras.
Adiós a la caballerosidad...
No pude contener mis emociones negativas por más tiempo, abalanzándome hacia ella con tal de quitarle mi pertenencia, si había que dar un par de goles, rasguños o inclusos patas en el proceso...pues que así sea. El entorno se fue acumulando de chicos de todas las edades, gritando al unísono la palabra "¡Pelea, pelea!" múltiples veces.
Me vi en la obligación de volver a la oficina del director...pero ahora siendo tachado como el agresor, mientras la insoportable de esa chica me acusaba de ser un maltratador.
Trata de defenderme...pero fue inútil, nadie me creía, y según, había testigos de que me vieron a mi dar el primer golpe. Están equivocados, solo quería estar solo, que me dejaran tranquilo, supuse que si me ponía a su mismo nivel de agresividad podía conseguirlo, pero fue erróneo mi pensar. Ahora estaba ahí, sentado, junto con mi agresora que se hacía llamar la víctima, teniendo ambos un par de golpes y moretones, sin mencionar estar despeinados como socios.
Los señores Miller llegaron, mirándonos a ambos con seriedad.
—¡¿Que rayos se le pasó por la cabeza a ambos?! — empezó su sermón la madre de familia. Ninguno de los dos responde, pero tampoco nos dejamos derrotar.
—¡Fue el quien empezó esto, mami! — berreo señalando me la chica.
—¡Eso no es cierto! — le contradije sin levantarme de mi silla. No quería perder los estribos.
—Sabes que yo no soy así, y él empezó una pelea apenas comenzó en esta escuela — se acercó a su madre, abrazándola desde su cintura. Mis instructores me vieron desconcertados, podía sentir como la decepción se gritaban en sus ojos.
Baje la cabeza con tribulación. Todas sus cartas estaban a su favor.
—Roxy amor...¿Por qué no nos esperas afuera? — propuso el hombre, sacando a la niña del cuarto, dejando al directivo, ellos y a mí en la oficina. Percibía con asco como sus miradas se clavaban en mí, como si cada iris de sus ojos se incrustara en mi alma al igual que miles de cuchillas perforándome.
—Ivo...— comenzó la mujer —¿Por qué lo-?
—No fui yo el causante de toda esta calamidad — alce mis vista sin terminar que terminara de hablar, dejando ver bien todas mis heridas.
Ambos suspiran con aflicción.
—Alguien...vino a verte — hablo la señora, abriendo la puerta de la misma al percatarse de la figura de alguien afuera.
Estaba que me desmayaba.
—¿Kari~? — susurre con mi aliento en el piso, un hueco horrido se hizo en mi estómago.
Verla de nuevo, con su vestimenta elegante, su semblante serio y su mirada reprobadora que tanto me desagradaba, hacía que cada partícula de mi corazón se paralizase.
Los tres sentaron al mí alrededor, esto ya parece una especie de mala intervención.
—Robotnik...¿Qué fue lo que hiciste ahora? — pregunto mi antigua cuidadora, quitándose sus anteojos, a eso pude contemplar mejor sus ojos llenos de decepción.
—Yo no hice nada — hable casi de forma temblorosa. Estaba hastiado de que todos dudaran de mí por solo no conocerme, o en el caso de Kari, no comprenderme.
—¡Ivo...estoy cansada de que me vengas con esas mentiras. No has cambiado nada desde que saliste del orfanato! — me reprendió la rubia. Nunca antes la había visto tan molesta.
—¡Pero esta vez sí es cierto. Lo juro! — junte mis puños en desesperación —¡Yo no hice nada, solo quería estar solo...que me dejaran tranquilo, pero tenían que seguir y seguir con mis tormentos! — estaba llegando a un punto en el que no hablaba... gritaba entre dientes con mis ojos empañados de lágrimas.
Kari suspira...ya me estaba dando cuenta de mi sentencia...nadie me creía.
—Estas en un verdadero conflicto, Ivo — su mirada reprobadora nunca dejo su rostro —Salgan por favor...yo hablare en sus nombres — se diario a los Miller.
Ellos obedecen, caminando ambos hacia la puerta, se me hizo inevitable alzar mi mano hacia su dirección, como si los quisiera detener. Ellos me dieron una oportunidad de ser parte de algo...pero me estaban dejando a un lado.
—Ivo...no sé cómo decirte esto pero-
—Me van a devolver...¿Verdad? — la interrumpí. Ya sabía como era esto. Mi mirada se decayó...era el primer niño que devolvían a los tres días...que horrible record batí.
Kari asiente.
—Ellos...creen que no eres lo mejor para ellos...o su hija...y tiene razón. Solo has causado problemas en estos días — me hablo en regaño.
—¡Que yo no hice nada! — alce mi voz, golpeando mi puño contra el posa brazos de la silla, me arrepentí al instante...esto no era nada ético —Lo siento~ — me disculpe en un susurro, bajando mi cabeza de manera de rendimiento —pero está bien...supongo que volveré contigo y los otros — le di la cara, sintiendo como en la misma me caía ese maldito liquido de la aflicción en mis ojos —Seré el hazme reír de todo...pero creo que es mejor a que me sigan golpeando aquí — hable intentando recuperar mis fuerzas.
—De hecho...no lo harás — hablo un poco temerosa la mujer.
Levante mi cabeza de impulso, abriendo mis ojos de duda, frunciendo el ceño sin poder comprenderla.
—¿Qué?~ — aduras penas pude hablar —¿De...de que me hablas?
—Ya...ya no podemos tenerte más — bajo la cabeza con pena, aclarándose la vista, tal parece que ella también estaba mal.
—¡¿Por qué?! — pregunte levantándome de la silla lleno de miedo.
—Los directivos...hablaron de que...por tus espeluznantes comentarios hacia las demás parejas, y tu comportamiento actual...decidieron que no podían tener más en el orfanato — al igual que yo ella también se levantó, obligándola a mirarla más arriba de mi estatura —Lo lamento, Ivo...pero no puedes volver con nosotros — sus ojos se entristecieron.
Las anteriores punzadas no fueron nada a lugar del insufrible dolor que me aguantaba en este instante. Sentí...como si me estuvieran abandonando por segunda vez...¿O tercera? ¡Yo ya no lo sabía!
Retrocedí...atónito todavía, me toque el pecho, no reflejaba lesión alguna en ese lugar...pero me dolía aún más que todas mis heridas juntas. Mi lagrimeo aumento. Creí que ella era diferente...simplemente me equivoque.
—Pero descuida...te encontraremos un nuevo lugar — intento calmarme Kari, teniendo al director aun lado.
—Sí, y podrás aprovechar tu educación por allá también — le hablo el jefe de esta institución. Ambos con el motivo de convencerme.
—¡Silencio! — demente harto, sin parar de negar con mi cabeza. Mi estado de Shock no se regulaba...francamente, no podía creerlo.
Corrí atrás de mis pasos, huyendo lo más rápido que me daban mis piernas. En un momento mi falsa familia trato de detenerme, pero no lo lograron...nadie pudo. A pesar de que deje la escuela un par de calles atrás, no podía parar de correr, la gran necesidad de alejarme todo lo que podía a un tramo de corto tiempo se hacían cada vez más deseados, solo pare cuando ya mis extremidades no pudieron más, y mi pecho estaba a punto de salirse de mi caja torácica. Jadeando fuertemente, escurriéndose mi transpiración en mi frente y diversas partes de mi cuerpo.
Divagaba por las calles, cabizbajo, y sin ganas de seguir. Pensé que al tener un intelecto superior al resto y una confianza más que segura, podría sobresalir a lo que mi deprimente vida se había vuelta, pero tan solo empeoro. Ya era más que evidente...ya no tenía a nadie~
La tarde caía, y mi apetito aumentaba, ya no sabía en qué parte de la ciudad estaba. Solo podía verme a mí, con aspecto de un niño de la calle; golpeado, sucio, hambriento, perdido...y sin tener a donde ir.
Me senté en la será de una calle, una corriente de frío me golpeo, temblando por la baja temperatura que estaba cayendo y yo sin tener un abrigo a la mano. Me abrase a mí mismo, temblando por los sensores de temperatura que tengo repartidos por diferentes lugares del cuerpo, detectan la bajada térmica, eso sin mencionar el intenso dolor abdominal que me generaba mi estómago, gritándole a mi cerebro que debía comer, pero no tenía como...y no tenía las energías para levantarme ahora.
Me puse en posición fetal, apoyando mi cabeza en mis rodillas, abrazando mis piernas, apenas el primer sollozo salió de mi boca el resto eran incontenibles, comencé a empapar mi propia ropa de mis fluidos lagrimales. Me sentía tan miserable.
No supe cuánto tiempo estuve así, pero fue el suficiente como para poder desahogar algo de lo que tenía adentro. Mi melancolía...se transformó en ira.
Alce mi cara con fuerza, jadeando con solidez, así hasta tomar el aire suficiente que me hace falta.
—Si me tachan de villano...les daré los motivos suficientes para que lo hagan con todo y sus letras~ — dije para mi...con una retorcida voz que hasta mi propia persona no sabía que tenía. Fruncí el ceño, caminando despacio hacia donde fuera que estaba, perdiéndome en la penumbra de la noche pero decidido en seguir avanzando.
Volví...por supuesto que lo hice. Luego de un par de días regrese, pero no como antes, y no lo hice para reconciliar las cosas. Gracias a los desafortunados sucesos (para ellos) recién cometidos, se salieron tanto de control que llegamos incluso a un tribunal.
Ahora estaba yo, parado frente a frente a la jueza Davis, con mi recién comprado traje de esmoquin para la ocasión. Muchos esperaban una condena de mi parte...yo solo venía a celebrar...y a pedir justicia.
—Ivo Robotnik ¿Es verdad que ha agredió a su compañero Jhason Liverged, provocándole una lesión llevada a una dislocación de emergencia? — me pregunto la señora jefa de toda el tribunal.
Vague por mi mente, sonriendo de forma involuntaria por el momento exacto cuando lo hice, mis ojos a pesar de estar algo oscuros por el poco sueño que he tenido aun así brillaban al recordar aquel evento. Solo me tomo dos noches y tres día, pero pude terminarlo. Ese guante muy bien adaptado para el ataque me sirvió de maravilla...más de lo que creía. Fue ahí donde me di cuenta que no era solo un niño prodigio. Era excepcional, magnifico, etc.
No todos puedes examinar la ineficiencia en donde la fuerza es superior al cerebro, y usar tecnología para resolver esa ineficiencia, provocando así que ese moleston no se pueda alimentar por la boca por ahora...
La carcajada en mi fue inevitable soltarla.
—¿Qué le parece tan gracioso, señor Robotnik? — me hablo la jueza. Fue muy raro que me llamaran "señor", solo tengo diez.
—Con todo respeto, su señoría...pero creo que esta empleado incorrectamente sus palabras en la oración — la contradije con una sonrisa sínica.
—¿De qué me está usted hablando? — pregunta la señora de túnica negra.
—Vera...si un abusivo me daña...no importa, si me lastiman ¡A MI!...eso no importa — mire a la audiencia, entre ellos estaban muchos de mis compañeros, los Miller...y Kari, todos con la misma expresión de seriedad, eso y un poco de temor —pero...si yo me defiendo...¡Soy el tipo malo! — me di a entender en alto señalándome —Claro...porque ¿Para qué creerle a un huérfano sin amigos? Oh si claro...¡Por que no tiene a nadie que lo defienda sin que tenga que pagarle a un abogado! Que por cierto...lo vi tan innecesariamente inútil en este caso que simplemente no necesito que nadie testifique por mí — eche mis manos hacia mi espalda, retrocediendo con seguridad para acercarme a la mesa, y tomar toda la evidencia que necesitaba.
Luego de mi revuelo, muchos de aquellos puertos sin oficios me declararon su verdad. La verdad de todos. Afirmando que YO fui el agredido, que YO no quise agravar las cosas y que YO solo me defendía en nuestro último encuentro. Eso más videos de todos los ángulos tras después hackear los teléfonos de todos y contemplar como fui filmado mientras profanaban mi boca y mi ojo.
La jueza no tuvo de otra que declararme inocente, después de todo, lo hice por defensa personal...
Al darme la vuelta para tomar mis cosas y salir, le di una mirada rápida a mis compañeros...no quedo ni uno presente al instante, haciendo que una gran cantidad de niños temblorosos saliera corriendo y gritando. Sonreí por ello, esto sería tan divertido.
La familia Miller se acercó a mí, con la señorita Kari presente.
—Ivo...lamentamos todo esto...debimos-
—No se molesten en suplicas lamentabas — interrumpí a la señora M, entrecerré mi mirada con rencor. Involutamente todos me defraudaron —Tuve una revelación y es que...no necesito de nadie — me encogí de hombros con seguridad, remarcando mi gran sonrisa diabólica —No necesito a nadie~ — gruñe lo último —Es más...ni siquiera sé porque sigo aquí perdiendo mi tiempo en vez de aprovecharlo — reí en medio de la oportunidad que estaba por a punto de dejar pasar —¡Su señoría! — la llame regresándome antes de que se bajara de su enorme silla —Demando una petición — le hable seguro.
—¿Y cuál sería? — pregunto asombrado.
—Quiero emanciparme — le anuncie decidido. Ella abre los ojos de la sorpresa, para luego abrir su boca en desacuerdo, pero evite que lo hiciera —antes de que diga algo...solo quiero decirle que...ya tengo un empleo, y se lo que pensara "No es legal que un niño de diez años este trabajando" pero tampoco es justo que pase más tiempo con personas que no merecen de mi presencia — me hable determinante con mi lado más narcisista —Me pagan bien, solo tengo que hacer un par de repuestos de autos, electrodomésticos, cosas muy básicas en realidad —sonreí con confianza —Incluso encontré una linda casa, pero me prohibieron la venta por no ser...ya sabe, mayor de edad y esas cosas — la seguía convenciendo. Ella quedo por un momento pensando —Por favor~ — le suplique —le prometo que mi rendimiento academico no disminuirá...nunca ha pasado — le asegure.
La jueza seguía pensando si ayudarme o no. Tomo su veredicto otra vez.
—Te doy la emancipación, pero te estaremos vigilando mediantes los profesores para ver si sigues correctamente con tus cuidados y estudios — me aviso. Golpeando su martillo en la base de madera.
—¡Siii! ¡JAJA! — celebre alzando mis manos —¡Adiós...Loser's! — me burle de aquella "familia" que alguna vez creí que podrían ser...pero me equivoque, y juro por mi intelecto...que será la última vez que caiga en eso.
No fue una amenaza mayor el mudarme y ahora comprar aquella mencionada vivienda. No era la mejor, pero si era perfecta para mi necesidades. Cómoda, cerca de la escuela, no muy alta de precioso, sí que era ideal para un niño como yo.
Claro que...antes de irme le hice entender a mi "hermana" lo mucho que me enseño.
—P-Por favor...no me hagas daño...p-prometo que no te volveré a molestar. Te lo juro — literalmente estaba suplicando por su vida, al tenerla contra una pared después de dejarle en claro con quien busco pelea desde el principio y que no fue ella quien termino con la quijada dislocada por no haber estado en el lugar correcto, en el día correcto para mí. Su pavor era más que satisfactoria, haciendo que mi sonrisa no se borrara.
—Bien~ — susurre con maldad —pero hazte un favor — la sujete del su camisa, devolviéndole la misma "cálida" bienvenida que ella me dio, pero ahora siendo esta mi despedida —No te vuelvas a cruzar en mi camino...mi lista de personas pendientes no ha terminado — di una clara advertencia, provocando muchas más lágrimas de lo que esperaba de esa niña malcriada que alguna vez fue producto de mis pesadillas.
Me fui sin decir nada, ya teniendo mis cosas a mano. No era necesario despedirme de nadie...al fin y al cabo, veo que no les importe lo suficiente para que pelearan por mi...pero está bien...yo solo tengo que pelear por mí persona, y era lo justo.
Mi vuelta a la escuela fue un gran cambio. No había estudiante alguno que no supiera de mí, y que no me temiera a la vez. Todos aquellos que alguna veces me fastidiaron, dejaron la institución, Roxy y su amiguita fueron unas que no soportaban la idea de verme pasar a su lado sin horrorizarse. La banda de brabucones aunque no se fueron, no me dirigía ni siquiera la mirada, por el miedo que percibo en sus ojos con solo detectarme.
Ya era un hecho...me había ganado el miedo de todos en la escuela. Los profesores no se salvaban de lo mismo.
Fue muy estimulante los primeros dos años, pero con forme pasaba el tiempo aquellas figuras de media autoridad no me ayudaban en mi rendimiento académico. Con solo darles mi presencia o una simple mirada de reproche me aprobaban en cada examen, prueba o evaluación, volviéndose muy fastidioso y un mal para nada revolucionario para mí.
El tiempo seguía en su curso, ya era un hecho que mi mejor amiga se había vuelto la soledad, pero creo que es mejor así, pues fui una viva imagen de la ya conocida frase de "Es mejor estar solo que mal acompañado". Las vestimentas oscuras fueron lo mío, volviéndome alguien asocial, pero era de esperarse, no puedes entablar comunicación alguna si todos en tu alrededor temblaban con solo nombrarme.
A la edad de catorce años ya había logrado lo que un hombre de treinta haría, ser autosuficiente. Vender partes de tecnología con la fabricación de uno que otro invento me sirvió bastante bien. Haciendo que la escuela se volviera un aburrido pasatiempo el asistir. Apacigüe aquel aburrimiento monótono mediante el relajarte hobbie de la lectura, leyendo cada día entre dos a tres libros, si no es que era más.
Caminando por el campus, con un libro en mano y mi mirada fijada entre las páginas del mismo, escuche algo que abruptamente me saco de mi lectura. Era claro que fue la palabra "No" vociferada con la extraña agregación de la última y única vocal de una manera exagerada, durando en ella más larga que lo que comúnmente se diría. Busque con mi vista al responsable de haberme distraído, y fue ahí cuando los vi.
La banda de matones nunca dejo de hacer de las suyas, solo que se preocupaban de que yo nunca me les acercara a ellos. Estaban amenazando a un niño de estado desconocido, nunca lo había visto, pero era normal, no le prestaba ni en lo más mínimo interés quienes salían y quienes entraban en este colegio, pero a detallar desde lejos la escena, pude ver como una especia de juguete o robot en miniatura pago las consecuencias de los vándalos, eso ya fue un poco personal, que hicieran lo que les dé la gana con aquel enano, pero meterse con la tecnología sin importar lo básica que fuera...era como escupirme en la cara.
Camine a paso algo tranquilo hacia su dirección, nadie me veía, todos estaban pendientes de como aquel niño se retorcía del dolor en el piso. Me recordó mucho a mí...claro, cuando era un debilucho que no sabía lo que era alcanzar todo su esplendor.
—Vaya...igual que los gladiadores, se regocijan por la violencia y maltrato impartido de su propia mano a sus contrincantes vencidos — hable desde sus espaldas, dándome a entender que esta ajunto a ellos. Lo demás no fue más que simples amenazas para que dejaran el lugar, saliendo corriendo apenas le di la oportunidad de correr. Otra vez aquel estimulante más adictivo que cualquier otro vicio, sonriendo por mi acción.
Ya cuando aquellos molestones sin escrúpulos se fueron, fije mi mirada a la torpe e insignificante criatura en el piso, acercándome con algo de recelo y cuidado.
—¿Niño...estas bien? — le pregunte con un ligero aire de desinterés, dándole unos ligeros golpes con mi pie para ver si reaccionaba. No fue así —Oye si estas muerte tendré que irme...estoy ensuciando la escena de un crimen...algo estúpido pensarlo si ya sé quiénes fueron los agresores — me cruce de brazos, esperando una respuesta del joven en el piso, pero nada pasaba. Comenzaba a estresarme.
Mire a la chatarra destrozada en el piso, estudiándolo superficialmente, no parecía la mayor cosa, un simple juguete tal vez...
Lo recogí del suelo, podía tener salvación tal vez, en cuanto al chico...no sabía que hacer exactamente en este tipo de protocolos.
- ¿Espero a que se despierte?
- ¿Lo sigo moviendo hasta que de alguna señal de vida?
- ¿Llamo alguno profesor? (eso parecía lo más lógico)
Todo hasta que me di cuenta de una cosa...no me interesaba lo suficiente como para tomar parte de mi valioso tiempo en este mentecato. Le verifique su pulso en su cuello, estaba bien...algo débil, pero lo tenía.
Me retiraría pues no es mucho lo que puedo hacer, y más si sé que sigue vivo de igual forma. Me di la media vuelta, penado en lo próximo que haría, pero me detuve abruptamente al pensarlo mejor.
Si hacia una "buena acción" tal vez haga que mis profesores dejen de temerme y empiecen a tomarme como un estudiante normal, aunque claro, no tenía nada de normal si mi IQ es de 300.
—Ja, enhorabuena chico — le celebre, tomando su mochila para seguir con su cuerpo, jalándolo de los brazos para apoyarlo de mis hombros. Agradecía que fuera delgado, y un poco más bajito que yo. Haciendo que esto fuera más fácil de sobre llevar —No todos tienen ese privilegio de "ayudarme" pero ¿Quién lo diría" ¡JA! Eres el primero en hacerme un favor —seguía con mi regocijo, detallando mejor la cara de mi ahora noqueado acompañante.
Cabello azabache, piel morena, con una ligera hemorragia nasal; sabrá Dios como serán sus ojos, los tenia cerrados, pero eso no importaba, lo que si era relevante es que por fin podría tendré un verdadero reto aquí.
Desde ese día...el resto de mi vida no fue la misma. Ese insignificante ser se pegó a mi como si de una garrapata se hablara, sintiéndome raro al ver como la primera persona de toda esta escuela no me temía, ni huía de mi apenas me miraba, todo lo contraria, buscaba cualquier patética excusa para estar a mi lado, volviéndose casi mi aprendiz.
Luego el gobierno supo de mí, y les fascine, no los culpaba. Es evidente que soy excepcional. El resto es solo historia. Historia que me llevo aquí y ahora.
Quedando por un momento analítico en mi propia cabeza, pensando que fuera sido de mi si algo fuera cambiado...
—¡Doctor¡ — me llamo en alto aquel anterior aprendiz que actualmente ahora era un hombre adulto, convirtiéndose en mi asistente personal...era gracioso si nos ponemos a pensar.
—¡Demonios, Stone! — me sobresalte —¡Tendré que ponerte una maldita campana en tu región comprendida entre tu cabeza y el tórax! — le afirme con algo de molestia, acomodándome el cabello con mis manos.
—Discúlpeme, Doctor — sonrió este en su disculpa —pero lo vi muy distraído...¿Todo está bien?
Me quede meditando aquella pregunta por un par de segundos...sonriendo con franqueza y sinceridad.
—Absolutamente, mi estimado servil — le asegure tomándolo de los hombros —solo...vagaba por el pasillo de recuerdos, volver a esta cuidad me lleva muchos de ellos.
—A mí también — vuelve a sonreír mi agente, dándome la razón como siempre —Volver aquí se siente tan bien, lástima que solo sea por trabajo, pero es increíble — alzo más su sonrisa. Gesto que ya me he acostumbrado con el paso de los años.
—Seee...— le di la palabra, viendo a mis espaldas aquel lugar donde pase mis primeros años de vida, en aquel orfanato, echándole toda la culpa a ese abandonado lugar por llevarme a mi largo viaje de melancolía ya olvidadas.
—Supongo que ahora que estamos aquí podrá conocer a mi madre al fin — sonrió el agente en su oración.
—Nunca...más te vale que sea una broma — le asegure dirigiéndonos a nuestra nave de transporte, debía de seguir rastreando a nuestro maleante desaparecido.
Y en ese instante...es a veces que me pregunto si...¿Fui yo quien salvo a Stone...o...fue él quien me salvo a mí?
Bueno chicos, esto es un clara precuela a cierto One Shot que ya había publicado con anterioridad, haciendo un par de guiños hacia otros también. Espero que le haya gustado, me despido, hasta luego :3
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