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007. unexpected kiss

CAPÍTULO SIETE
▬ ❝ inesperado beso ❞ ▬






















—¡ESTÁ IDEA NO ESTÁ SIENDO DE MIS FAVORITAS, DUO DE TARADOS! —masculle desde los asientos traseros, en donde estaba intentando sujetarme de algo, de lo que fuese, pero este tonto auto no tenía nada a mi alcance—. ¡No saben cuánto los odio por esto!

—¡No puedes odiarme más de lo que ya lo haces! —le lance una mirada fulminante a través del retrovisor a Scott, quien conducía como alma que lleva el diablo. Este trago en seco y me intento sonreír, por lo que solo bufé y volví a las andadas de agarrarme de lo que fuese—. ¿Más rápido?

—Mucho más rápido —alegó Stiles, haciendo que mis ojos se agrandasen de par en par.

—¡No, no, no! —grite—. ¡Scott, te juro que si le pisas al acelerador voy a darte el peor golpe de toda tu vida! ¿Me oíste?

—Si —asintió él—. Pero luego tendrás que atraparme para poder dármelo, princesita.

Y sin más, le piso maldito acelerador con fuerza, haciéndonos ir con mucha más prisa que antes.

¿Quien nos seguía? No lo sé, ¿por qué estaba aquí? Tampoco lo sé, Stiles llego a mi casa y me dijo que lo siguiera. Y aquí estoy, a punto de morir por chocar.

—¡Van a tener que regalarme un perro cuando esto termine! —grite.

—¿Puedo darte a Scott? Es un perro y ya está educado.

—¡Dije perro, no un humano idiota queriendo ser un perrito!

—¡Estoy oyéndolos!

—¡Lo sabemos! —mascullamos a la vez Stiles y yo con ganas, haciéndolo gruñir.

—Me parece que no entiendes todo el concepto de persecución en auto —le dijo Stiles cuando Scott le bajo un poco a la velocidad—. Yo te defenderé si ella te quiere golpear, ¡písale!

—No es por las quejas de la princesita —dije un "oye" en su dirección, siendo ignorada—. Si acelero, haré que nos matemos.

—Si no vas más rápido, ¡ellos nos matarán!

—¿Quienes nos matarán? —grite yo esta vez, a lo que ambos solamente se miraron, sin decir nada—. ¿Por qué me trajiste, Stiles...?

Scott le dio al acelerador de nuevo, interrumpiendo mi pregunta. De reojo vi como Stiles sacaba un walkie-talkie de su camisa, por lo que como pude me hice hacia adelante, asomando mi cabeza por entre los asientos delanteros.

A todas las unidades, sospechosos a pie van hacia la fundición —se escuchó al otro lado del aparato.

Resople—. No me digan que iremos por los sospechosos.

—Entonces no te lo diremos —de nuevo Scott me dirigió una sonrisa y volvió a acelerar, esta vez hacia aquella dirección.

No tardamos mucho en llegar –más con esa velocidad– y me sorprendió mucho ver que íbamos a convertirnos en cómplices. Yo no quiero ser una cómplice. No quiero ir a la cárcel mucho menos.

—Sky, hazte a un lado para que entren —alegó Stiles.

—No me gusta como se escucha eso —mientras Scott daba una vuelta muy rápido, me hice hacia la otra puerta, pegándome en la cabeza un poco—. ¡Mi cabeza!

—Ayude a tus neuronas, no hay de que —tuve ganas de ahorcarlo, pero como no quería morir, me resistí.

El carro paro justo a un lado de dos personas. Un hombre y una mujer, ambos escondidos de un tirador que no alcanzaba a ver.

—¡Suban! —indicó Stiles hacia ellos.

La mujer recibió un asentimiento del hombre –el cual se me hacía conocido– por lo tanto, ella fue la que empezó a correr primero siendo seguida por él.

La chica se tiro dentro del auto, cayendo a mi lado, con su pecho subiendo y bajando con rapidez.

El chico también se tiró dentro del carro, haciendo que la chica se golpease conmigo y que yo me golpease con la puerta de nuevo, con el sonido de disparos de fondo.

La muchacha tenía el cabello pelirrojo como yo, ojos cafés y bonito rostro y cuerpo. El muchacho, bueno, era guapo y se veía en forma. Ambos eran mayores que nosotros visiblemente.

—¡Derek! —la chica a mi lado golpeó al muchacho, o bueno, según yo, el asesino. Abrí de más mis ojos e intenté retroceder, pero claro, el espacio era un tanto reducido aquí dentro—. ¡Es tu culpa! ¿Para que me trajiste si nos ibas a hacer correr?

—No es mi culpa, Alana —el chico se acarició la mejilla antes de mirarme a mi, quedando pasmado tras eso—. Skylar.

—¿Skylar? —la pelirroja a mi lado me miró, sus ojos se agrandaron de más y sonrió. Pude notar sus ojos brillar al dar contra los míos: fruncí el ceño—. ¡Skylar!

Cuando iba a abrazarme retrocedí más. ¿Qué les pasa? ¿Como es que ellos me conocen? A Derek ya le había pasado eso, pues él había llegado moribundo conmigo a preguntar por McCall y me dijo mi nombre.

¡Ahora estoy en la mira de un asesino!

—¡¿Qué hacen en el auto el asesino y la novia del asesino?! —masculle con fuerza hacia los chicos de adelante—. ¡Los voy a asesinar, lo juro!

—¿Qué es lo que no entienden de ser discretos? —me sentí ignorada por los adolescentes.

—¡Maldita sea, lo teníamos!

Al menos comenzaban a olvidarse de mi presencia.

—¿A quien? ¿Al Alfa?

—¡¿Alfa?! —masculle.

—¿No dijeron que ella ya sabía de esto? —preguntó la pelirroja, mirando curiosa a Stiles y a Scott.

—Ya lo sabe —afirmó Stiles—. Aún que creo que no sabe que ustedes ya lo saben.

—¿Ya lo sabes, no? —no dije nada, pues la mirada de la pelirroja me intimidaba—. ¿Ahora es muda?

—Cuando entra en confianza va a hablar hasta por los codos —golpeé la cabeza de Scott con fuerza, sacándole un gemido de dolor—. ¡Auch!

—Estaba frente a nosotros, y apareció la maldita Policía —maldijo Derek.

¿Qué hago en este auto lleno de seres sobrenaturales?

—¡Ah! Sólo cumplen con su trabajo —refunfuño Stiles, defendiendo a su padre, recibiendo una fulminante mirada del asesino Derek Hale, lobo medio adulto y que me conoce de algún modo.

—Si, gracias a alguien que decidió convertirme en el fugitivo más buscado del estado —fruncí mi nariz: asumo que fue indirecta para Scott.

—Espera —reaccione momentos después, llamando su atención—. ¿Tú no eras el que nos asechaba en la escuela?

—¡No! —negó él, antes de mirar de nuevo a Stiles y Scott—. ¿A quien se le ocurrió traerla?

—¡Oye, soy muy útil!

—Serás útil cuando puedas controlar tus llamitas, peli-peli —Scott esta vez miró mal a Stiles, quien tragó duro por ello—. ¿Qué? ¿Hoy es el día de mirar mal a Stiles?

—¿Podemos superar el tema del fugitivo, por favor? —volvió al tema Scott—. Me equivoqué. Ya entendí.

—No solo embarraste a este —Derek miró con una ceja alzada a la tal Alana—. Si no que también a mi. Ahora soy cómplice de un asesino, al cual ellos creen que escondo por que somos pareja. Hiciste algo estúpido, McCall.

—Está bien. ¿Como lo descubriste? —indagó Stiles hacia el ex-asesino.

¿Cómo fue que vine? Según Stiles no íbamos a hacer nada extraño, y bueno, ya vemos que Stilisnki no es bueno cumpliendo cosas porque ahora estoy en el auto con un par de fugitivos.

—¿Puedes confiar en nosotros un segundo? —insistió Scott hacia el mayor.

—Si, en los cuatro —afirmó Alana, quien observaba con el ceño fruncido a su pareja. Este bajo la mirada de la pelirroja parecía perrito regañado.

Yo negué—. No tienes que confiar en mi, no, no, mientras menos sepa sale mucho mejor.

Derek me dirigió una pequeña mirada, fría y extraña sin duda, pues si no me estoy comenzando a volver loca, creo que vi un deje de preocupación en su semblante cuando me miró: mi mente prefirió creer que aquella mirada iba a la otra pelirroja a mi lado.

Siempre se equivocaban de pelirroja, no me sorprende.

—La ultima vez que hablé con mi hermana, estaba por averiguar algo —comenzó a relatar él—. Descubrió dos cosas. La primera era alguien llamado Harris.

Abrí mis ojos de par en par, sorprendida, pues sólo conocía a una persona con ese nombre.

—¿El profesor de químicas? —indagamos Stiles y yo a la vez.

—¿Por qué él? —inquirió esta vez Scott, frunciendo su ceño mientras intercalaba su mirada entre nosotros.

—Aún no lo sé.

Increíble.

«Lo que nos faltaba.»

—¿Cuál es la segunda? —cuestionó McCall.

Derek comenzó a sacar algo del bolsillo de su pantalón. Entrecerré mis ojos al ver un símbolo dibujado en el papel que traía entre sus manos—. Es una clase de símbolo.

Sentí que la respiración se me cortaba y que mi pulso se aceleraba, sabiendo que los dos hombres lobo en el auto se iban a dar cuenta de mis alteraciones: no lo pude evitar. Comencé a boquear como un pez y finalmente, bufé, cerrando mis ojos con fuerza.

De nuevo una emoción fuerte me abarcaba lo que bien podría darle entrada a un incendio en medio de una carretera.

—¿Skylar? —me llamo Stiles, pero lo ignore.

—Oye, ¿por qué estás así? ¿Ya has visto este símbolo antes? —asentí hacia ese Hale, tensándome—. ¿En donde?

Trague duro y metí mi mano dentro de mi blusa, buscando mi collar. Una vez lo encontré no dudé en sacarlo de ahí dentro –bajo las miradas incómodas de todos menos Scott, quien parecía sudar y tragar duro: parecía nervioso– y deje que los demás viera lo que yo sabía que ya tenía.

—Ya lo había visto —afirme—. Está en mi collar y en el de mi hermana.

Y entonces, Scott le piso una vez más al acelerador, esta vez, sin importarme la velocidad.

¿Como es que la hermana de Derek tenía este símbolo?

HUYE Y NO TE ACERQUES A STILES Y A SCOTT: ese era mi nuevo lema tras lo ocurrido en el auto hace un par de noches atrás con Derek y Alana. Baje del auto apenas y este aparco una calle antes de mi hogar y no mire hacia atrás.

Llegue a casa y solo estaba mi madre, así que cené en silencio con ella y ya después no dude en irme a dormir. Si que sentí la llegada de Allison, pues no tuvo cuidado en sus movimientos: al parecer estaba enojada conmigo aún, ¿lo peor? ¡Que estaba enfadada con la pelirroja equivocada!

—¿Estas bien? —di un respingo al oír la voz de Jackson a mi lado, por lo que de mero instinto cerré mi casillero—. Bueno, ya veo que no.

Negué con mi cabeza—. Estoy bien, es solo que me asustaste. Mi mente esta en otro lugar, lo siento.

—El que debería disculparse soy yo —se adelantó a decir—. No debí haber llegado así como así, perdón.

—De verdad, no importa —me colgué mi mochila sobre mi hombro. Le sonreí ligeramente antes de pasar a su lado—. ¿Tienes la misma clase que yo, no?

—¡Si!, quiero decir —se aclaró un poco su garganta, sacándome una pequeña risa que lo contagió—. Es buena idea ir juntos, ¿vamos?

Asentí, entrecerrando mis ojos en su dirección—. Vamos, Jack.

Los pasillos estaban vacíos, supongo que ya todos los estudiantes estaban dentro de sus respectivas clases y por ello estaba todo en completa soledad.

Seguimos caminando hasta que, de un momento a otro, Jackson paro su andar repentinamente provocando que yo le imitase.

—¿Qué sucede? —le pregunte, poniéndole una de mis manos sobre su hombro.

Él estaba tenso, pero ante mi toque de relajo y respiro profundamente—. Me olvide algo en mi casillero, ¿te puedes adelantar? Enseguida te alcanzo.

Confundida asentí, aferrando unos de mis libros a mi pecho—. Claro, te veo en un momento.

Le dirigí una débil sonrisa antes de seguí mi camino, esta vez, sola. Di unos cuantos pasos apenas cuando repentinamente un par de voces en medio del siguiente pasillo hicieron que me detuviese. Pestañee un par de veces y me escondí detrás de unos cuantos casilleros para poder seguir oyendo la conversación entre Scott y Allison, quienes ya tenían tiempo sin hablar.

Relamí mis labios con incomodidad, pues aquello hizo que esa espinita que tenía clavada en el corazón se me encajara más. ¿Por qué me dolía si a fin de cuentas ellos podían arreglar las cosas de un momento a otro? No lo sabía, pero una parte de mi: una muy en el fondo tenía la respuesta y me negaba a admitirla.

—¿Por qué me las enviaste? —escuche la voz rota de mi hermana—. ¿Quieres que me sienta aún peor por terminar contigo?

—No —negó inmediatamente Scott—. Pensé que te gustarían. Que te iban a recordar a nosotros.

Cerré mis ojos con fuerza, sintiendo de nuevo un vacío en mi interior que era remplazado por un ardor inmenso. De verdad que quemaba.

—¿Quieres lastimarme? ¿Vengarte de mi?

—No —volvió a negar Scott con rapidez.

—Por favor, no me hables. ¿De acuerdo? —alegó Allison, conteniendo un sollozo—. Necesito más tiempo para que volvamos a ser amigos. ¿Si? Por favor.

Cuando percibí que Allison había salido por completo de aquel pasillo no dude en hacerme notar. Scott, quien comenzaba a darse la vuelta, paró en seco al verme en el extremo del pasillo.

—Skylar...

—Ya basta, Scott —bufé, negando con mi cabeza—. Es suficiente de todo lo que intentas hacer, solo terminas por cagarla más y más.

—¿Y entonces qué quieres que haga? —farfulló él, tensando su mandíbula—. Necesito el collar.

Sonreí irónica—. Y también volver con mi hermana, ¿no es así?

—No entiendo por que te comportas como si estuvieras celosa, Skylar —rugió Scott, y si no estoy ciega, juro por un momento que sus ojos se habían tornado color ámbar.

Una pizca de emoción cruzó sus ojos, un brillo extraño iluminó sus oscuros ojos lo cual, me hizo preguntarme mil y un cosas.

—La verdad no tendría motivos para estar celosa, McCall. Ni que tuvieras tanta suerte —argumente—. Mi hermana es la que está en medio de todo este problema en el que tú y Stiles se metieron solitos. Ella es de las pocas cosas buenas que tengo y no voy a permitir que quieras ponerla en peligro por un estúpido collar —me encogí de hombros, ignorando la punzada de mi corazón—. Dime Scott, ¿amas tanto a mi hermana como decías? O cambio todo con el beso que te diste con Lydia ¿eh? —no deje que hablase y seguí—. No, no, aún mejor, ¿por qué no mejor dices por qué no te dolió el que Allison rompiera contigo?

Scott no dijo nada, y la verdad tampoco esperaba que lo hiciera.

—¿Quieres el collar? ¡Bien! Puedo darte el mío, no me interesa —iba a retirar mi collar de mi cuello pero su voz me interrumpió.

—¿De verdad quieres saber por qué no pedí tu collar desde un inicio? —no tenía intención de responderle y él se dio cuenta de ello—. Planeo mantenerte a salvó, y si ese collar es lo que te mantiene segura, no desearía quitártelo jamás —bufó y negó con su cabeza ligeramente—. No lo entiendes aún, ¿verdad, princesita?

—Claro —sonreí burlona—. No soy tan estúpida, McCall. De hecho, yo...

No pude seguir con mi argumento. Ni siquiera pude tomar aire ni mirar si estaba alguien cerca, por que cuando menos lo espere, McCall me había jalado por medio de mi cintura y había hecho lo que jamás me imaginé.

Scott McCall había posado sus labios sobre los míos en un movimiento muy rápido e intenso que sin duda me había tomado desprevenida.

Era una extraña sensación, combinando todos y cada uno de mis pensamientos: buenos y malos.

Estaba siendo una mala hermana. Una muy mala hermana en estos momentos pero si soy honesta, una parte egoísta relucía en mi interior, la cual era la que me impedía separarme de los labios de McCall.

Las manos de Scott permanecían en mi cintura, sitio en donde aplicaba cierta fuerza de repente, robándome suspiros repentinos. Mis manos viajaron hacia su cuello, en donde deje que mis dedos juguetearan con el inicio de su cabello.

Segundos. No, más bien minutos, eso fue lo que duramos besándonos en un pasillo vacío. Minutos en los que esos pensamientos de ser la peor hermana y escoria del mundo se hundieron.

Cuando nuestra necesidad humana de tener que respirar se hizo presente nos separamos. Ambos con las manos en el mismo sitio que antes, con nuestros pechos subiendo y bajando por nuestra acelerada respiración, su frente y la mía unidas, dejando un mínimo de espacio entre nuestros labios, el cual impedía que volviesen a unirse.

Quería salir de ahí, correr y huir de Scott, esconderme y negar lo que había hecho, pero las manos de Scott me lo impedían.

—Ahora sabes el por qué de todas tus preguntas —razonó McCall—. Falta el que admitas las muchas preguntas que tengo para ti.

Cerré los ojos y suspire bajando mi cabeza. Acaricie una última vez el cuello de Scott antes de que, desde el fondo de mi alma, le ordene a mi cuerpo que ardiese. Que quemará lo más que pudiese para poder huir de ahí.

Solo fue cuestión de segundos para que un alarido de dolor saliera por lo bajo de los labios de Scott. Mi cuerpo ardiendo fue suficiente para que su agarre sobre mi cintura flaquease y pudiese huir.

Y así lo hice. No mire hacia atrás ni a ningún lado en realidad: simplemente seguí el camino que Allison tomó, dejando atrás a Scott McCall.

NO PENSABA ASISTIR AL PARTIDO, no después de haber compartido saliva con McCall –algo que no debió pasar–, por lo que ahora me dirigía al ya poco iluminado bosque en busca de ayuda para mi y mis poderes. ¿Como vas a encontrar ayuda si no quieres a bobo uno y a bobo dos contigo? Bueno, mi teoría es conectar con la naturaleza. El fuego tiene relación con la naturaleza, ¿no? Entonces, no había mejor forma que aprender a usar esto que tengo en mi sistema que yendo a un sitio donde podría serme más fácil encontrar algún control.

Ajuste las correas de mi mochila y solté un suspiro al aire, adentrándome cada vez más a las profundidades del bosque que rodeaba a Beacon Hills, intentando despejar mi mente y si fuera posible, encontrar mi propio control.

Supongo que debería ser relativamente sencillo, creo.

—Solo tienes que relajarte —me dije a mi misma—. Tienes que céntrate y solo dejarlo salir, si, así va a funcionar.

—Es más que eso.

Salte en mi sitio, golpeándome contra un árbol en el transcurso al oír una voz detrás de mi. Hice con mis manos una pose improvisada de karate y puse mi cara más amenazadora posible.

Luego me medio relaje, pues frente a mi solamente estaba la pelirroja novia de Derek Hale. Si mi memoria no me a estado fallando, creo que su nombre es Alana.

Ella estaba recargada en uno de los tantos troncos que me rodeaban, sobre su hombro cargaba un arco y en su espalda llevaba un carcaj con unas cuantas flechas. Aquel arco me resultaba familiar: quizás se debía a que durante mi niñez y la mayoría de mi adolescencia utilizaba uno.

—¿Disculpa? —musité, bajando mis manos y negando—. Podrías avisarme de tu presencia de una forma menos aterradora.

—Y tú debes aprender a hablar más para ti que para los demás y a ser sutil si no quieres que descubran a donde vas o más bien, en donde es que estás —alegó ella, elevando una de sus cejas—. Oí tus pasos desde hace unos pocos kilómetros, y eso que no soy un ser sobrenatural.

Fruncí mi ceño y entrecerré mis ojos, confundida—. ¿No eres una loba?

—Na —negó ella en una pequeña risa—. Te aseguro que la que solía ser mi familia me hubiera asesinado por ser un ser sobrenatural.

—Suena a que tu familia es horrible —comente.

Rió y se encogió de hombros—. En su mayoría lo es, si. Aunque estoy feliz de que al menos, no cumplieran una de las amenaza que me hicieron.

—Lo rectificó: tu familia suena más que despreciable —alegue una vez más, retomando mi camino para ir hacia donde tenía pensado.

Para mi enorme sorpresa no tarde en oírla siguiéndome, pues unas cuantas ramas secas estaban esparcidas en el césped y tierra del lugar. Ninguna de las dos hablaba, aunque admito que el silencio que se había formado no era para nada incómodo, era notorio que ninguna quería hablar, y nos comprendíamos en silencio de manera mutua.

Paré mi andar cuando me di cuenta que ya estábamos lo suficientemente lejos como para que alguien llegase a verme: lo que menos necesitaba ahora era que alguien se diese cuenta de lo que sea que soy.

—Bien, si. Yo puedo —me anime, tirando mi mochila al suelo y haciendo fricción con mis manos—. Si puedo.

—Debes pensarlo con claridad —dijo Alana a mis espaldas—. Pero no tengas miedo: el miedo es el peor enemigo de los Argent.

—No lo tengo —mentí—. Es solo que, bueno, hace unas semanas descubrí lo que rodea a Beacon Hills y lo que vive dentro de mi: es complicado.

—Todo en la vida es complicado —dijo ella—. Si te contara mi vida entera llorarías, por que no es una historia tan fácil como mi familia suele contarla —suspiro—. En fin, cierra los ojos y solo concéntrate.

—¿Puedo preguntar en qué debo pensar precisamente?

Alana sonrió—. Es sencillo —se encogió de hombros—. Une tu magia con tus emociones.

—¿Qué?

—Yo también fui adolescente... ¡no hace mucho! —me aclaró, robándome una sutil sonrisa—, y se los probables problemas por los que puedes estar pasando. Cambios físicos y mentales, hormonas alborotadas —sentí mis mejillas teñirse de un rojo carmesí—, enojos, tristezas y desamores, aunque creo que estoy dando en el blanco —habló al notar el cambio en mis facciones—. No me digas: ¿tiene que ver Scott McCall y Allison Argent, tu hermana, no?

Entrecerré mis ojos—. ¿Tú como sabes eso?

—Intuición femenina —se adelantó a decir—. Ahora dime, cariño. ¿Qué es lo que te atormenta ahorita?

No sabía si decírselo, pero solo pasaron unos segundos cuando me di cuenta que si no se lo decía a ella, no se lo podría decir a nadie más: está era mi única oportunidad para poderme desahogar con alguien que quizá no conocía de nada, pero podría darme cierto alivio el dejarlo salir.

Con Allison jamás podría hablarlo: me dolería su rostro de decepción. Con la gran Lydia mucho menos: supongo que podría usarlo después y en mi contra aunque fuésemos amigas. Con Stiles lo dudaba: iba a decirle a Scott todo lo que le dijese. Con mis padres: sentiría hasta vergüenza de verles la cara.

La única que era mi salvadora era Kate, pero en este momento solo tenía a Alana delante y dispuesta a oír los problemas de una adolescente.

—Bese a Scott —murmure, sabiendo que ella entendería el contexto si era que ya llevaba tiempo sabiendo de la vida del hombre lobo. Me sentía muy apenada de tan solo decirlo en voz alta—. Bueno, él me besó a mi pero yo no hice nada para evitarlo.

Alana rió—. Vaya, creí que ese niño jamás iba a hacer algo al respecto. Es un bebé llorón la mayoría de las veces.

—¿Qué? —cuestione, confundida.

—Linda, es fácil —sonrió de manera burlona y divertida—. Tu y Scott están sintiendo algo por el otro desde que se vieron por primera vez, él lo negó por estar en una relación apresurada con tu hermana y tú lo negaste por que era el novio de tu melliza —un deje de dolor se asomó en sus ojos al decir "hermana" y "melliza", aunque lo pase por alto—. Ahora que Allison terminó con Scott, fue su oportunidad para darse cuenta que en realidad estaba sintiendo algo real por ti, diferente a lo que sintió con Allison —alegó—. Suena cruel, cariño, pero Scott jamás estuvo enamorado de Allison, fue mera atracción por hormonas... —rodó los ojos, quizás recordando una de sus charlas con el mencionado— y lo que está comenzando a sentir por ti... va más allá de eso.

—Supongamos que lo que dices viene siendo real —Alana bufo—. ¿Donde es que queda Allison? Va a odiarme y va a creer que quise meterme en medio de su relación —lo pensé un poco y esta vez, yo fui la que bufé—. Además, no me gusta de ningún modo Scott.

—Si Allison te ama tanto como dice que lo hace —empezó Alana a decir—, va a querer que seas feliz, aunque sea con su ex —hice una mueca y ella rápidamente cambió su argumento—. ¡Así se escucha horrible! Pero la cosa es que va a querer que seas feliz, sea con quien sea. Y si, quizá le sea difícil al inicio, pero tendrá que aceptarlo y aceptar tu felicidad.

No respondí. Estaba procesando todas sus palabras, dándome cuenta que una de todas mis preguntas no había sido respondida.

—¿Estas consciente de que no estoy enamorada de Scott, verdad?

Ella rió—. Te pareces mucho a mi yo de hace unos años —se acercó a mi y me rodeo con su brazo por medio de mis hombros, señalando mis manos—. Así, Skylar, es como tienes que hacer para sacar a flote tus poderes.

Tenía razón. Baje mi mirada, dándome cuenta que mis manos estaban envueltas en llamas, provocando que me sobresaltara.

—Eh... ¿Alana? —ella hizo un sonido de que me escuchaba—. ¿Ahora como apago mis manos?

—Buena pregunta —murmuró para sí misma—. Pues por la misma forma en que los usaste: tranquilízate y deja de pensar en lo que sientes por Scott.

—¡No siento nada por Scott! —masculle, provocando que las llamas en mis manos se elevaran más.

Alana dio un paso atrás tras aquello.

—¡Oye, tranquilízate! —dijo alarmada ella, levantando las manos a mi altura—. Solo relájate, no pienses en el perro si quieres, pero debes calmarte.

Intente hacerlo, pero de nuevo el rostro de Allison gritándome lo mala hermana que era me inundó el cerebro, logrando que esta vez, comenzando a sacudir las manos en un intento desesperado de apagar el fuego en mis manos.

Claramente no funcionó.

—¡Deja de hacer eso y ya cálmate!

—¡No puedo!

Las llamas comenzaron a saltar de mis manos, cayendo sobre la hierba seca bajo nosotras.

—¡Respira, Sky! —farfulló ella—. ¡Solo tranquilízate, o moriré carbonizada!

—¡Ya no me puedo concentrar!

—¡Skylar, por favor!

Su ruego se me hizo tan familiar que mi mente no tuvo de otra que mandar calma al resto de mi sistema, haciendo que mi respiración volviese a ser la misma de siempre y que al abrir mis ojos, darme cuenta que el fuego comenzaba a disminuir sobre las ramas, mientras que las llamas en mis manos tomaban cada vez más un tamaño más pequeño.

—Eso estuvo cerca —admitió Alana, saliendo de detrás de un tronco en el que se había escondido—. Necesitarás más clases de control de emociones, pero nada que no se pueda arreglar —alce una de mis cejas—. Y admitir que estás enamorándote.

Rodee mis ojos, oyendo como su teléfono comenzaba a vibrar, pues alguien le estaba llamando—. No estoy enamorándome de Scott.

Alana sonrió divertida.

—Y yo jamás dije que se trataba de Scott.

Y después, comenzó a platicar con él que creí se trataba de Derek y cuando oí como ella decía Stiles, supe que mi noche apenas y comenzaba.

—¿CONSEGUISTE LA FOTO? —logré oír la voz de McCall al otro lado de la línea, provocando que me tensase en mi asiento.

—Si, se parece al dibujo —comenzó a hablar Stiles, siendo interrumpido por Derek, quien jalo de la muñeca del chico hacia él.

—¿Tiene algo atrae? Tiene que haber algo —mientras Derek hablaba, Stiles hacía muecas de dolor—. Alguna rara inscripción, una apertura, algo.

¿Están hablando del collar?

¿McCall ya le robó el collar a Allison?

¿Me robó a mi el collar?

¡Caramba!

Lleve mi mano hasta mi pecho, en donde verifique si estaba o no mi collar: para mi fortuna, si lo estaba.

—No, está todo plano —respondió de vuelta McCall—. Y no, no se abre. No tiene nada sobre ella, ni alrededor, nada —suspiro—. ¿En donde estas? Se supone que ya deberías de estar aquí. Eres titular.

Bueno, esa no me la esperaba.

—¡Stilisnki! ¿Por qué no estás en el partido? ¡Eres titular, baboso! —hablé yo esta vez, tapándome mi boca al instante, pues se suponía que Scott no debía saber que estaba con ellos.

—¿Skylar? —mis mejillas se tiñeron de un sutil carmín, haciendo reír a Alana—. ¿Sky, estas con ellos? ¡Stiles! Te dije que ya no la metieras más en esto.

—¡Estaba con Alana cuando Derek la llamó! —se justificó el pelón.

La voz del couch se escuchó al otro lado del teléfono, haciendo que Scott dejase de prestarme atención –gracias a dios–.

—No vas a jugar si no estás en el comienzo —habló tras unos segundos McCall otra vez.

Mire con una mueca a Stiles, mientras que este hacía que la llamada dejase de estar en altavoz.

—Ya lo sé —exclamó él—. Si ves a mi papá, dile... dile que ya voy, que llego un poco tarde —no sé que sea lo que McCall le dijo, pero Stiles habló un par de segundos después—. Si, si, yo lo hago. Esta bien, gracias.

Stiles estampó su celular contra el asiento.

—No vas a llegar —dijo Alana hacia Stiles, dedicándole una mueca.

—Ya lo sé.

—Tampoco le contaste lo de su mamá —fruncí el ceño. Jamás había hablado ni una sola palabra con Melissa McCall, pero no se veía como una mala persona.

—¿Qué?

—No estamos seguros de nada —alegó Stiles, con la vista al frente. El letrero del hospital de Beacon Hills estaba delante nuestro.

—A propósito, hay algo más.

—¿Si?

Derek nos hizo una seña a Alana y a mí de que bajáramos las cabezas y así lo hicimos, dejando que Derek le golpease la nuca a Stiles con fuerza, haciendo que su frente se pegara contra el volante.

Hice una mueca, mientras Alana dejaba escapar un sonido de dolor.

—¡Dios! ¿Por qué diablos...? —se interrumpió a sí mismo, sobándose la cabeza.

—Ya sabes por qué fue —Derek dudo antes de seguir hablando, dirigiéndome de nuevo una pequeña mirada—. Vayan.

Rodee los ojos y abrí la puerta de Stiles para que bajara y me dejara bajarme a mi.

Antes de cerrar la puerta, mire a los dos medió mayores.

—Nada de cochinadas extrañas aquí en nuestra ausencia.

Y cerré la puerta, comenzando a seguir a Stilisnki, quien seguía quejándose por el golpe que había recibido. Quizá y había molestado a Derek con algo muy Stiles, y no lo juzgaría: muchas veces he imaginado hacerle lo mismo a Stiles desde que lo conozco.

—Deja de lloriquear —dije, poniendo mis manos dentro de mi chaqueta roja—. No fue para tanto.

—¡Claro! Como tú linda frente sigue intacta —soltó con sarcasmo—. Si no querías venir, mejor lo hubieras dicho en el trayecto para acá.

Rodee mis ojos—. No tengo opción —susurre—. Mi familia debe de estar en el partido, no hay nadie en la casa y no traigo encima mis llaves. Además, estar aquí es mejor que estar encerrada.

—¿Encerrada? —asentí en su dirección—. ¿Por qué encerrada?

—Ya no suelo salir mucho con Allison y Lydia, al menos no como antes —me encogí de hombros—. Allison me mira mal desde el incidente del Alfa y Lydia, bueno, creo que ahorita no somos más que conocidas.

—Pero sales conmigo —alegó Stiles—. Estas conmigo la mayoría de veces.

—Parece que mi presencia les molesta a todos —suspire, desviando mi mirada del chico de lunares—. Creo que todos saben que soy rara y por eso se alejan de mi —relamí mis labios, buscando palabras para describirme—. No pedí nacer con estos poderes, tampoco dije que sería genial tener voces en dentro de mi cabeza que me dicen que debo hacer. Soy rara por naturaleza, quizás estoy perdiendo la cabeza: me estoy volviendo loca, Stiles.

—Oye —puso una mano delante de mí para detener mi andar. Alce mi mirada—, mi madre una vez me dijo que las mejores personas están locas —aquello me saco una pequeña risa, pues había citado una frase de Alicia en el País de las Maravillas—. Y si te sientes sola, en algún punto de tu vida, podrías venir a buscarme: estar solos juntos se oye mucho mejor, ¿no crees?

Le dirigí una pequeña sonrisa auténtica pues de algún modo, las palabras de él me habían hecho sentir mejor.

Golpeé mi hombro con el de Stiles y asentí—. Estemos solos juntos, chico, pero ahora busquemos lo que gruñón quiere antes de que te meta otro buen golpe.

Stiles trago duro y asintió, soñando de nuevo su frente—. Si, será lo mejor, peli-peli.

Y juntos volvimos a recorrer los pasillos blancos del hospital en busca de lo que según Derek, sería de gran ayuda con todo el tema que sucumbe a Beacon Hills.

—NO PODEMOS ENCONTRARLA.

Hablé a través de mi teléfono, mientras Stiles revisaba una de las habitaciones que habíamos dejado atrás. El lugar me daba algo de miedo, pues los hospitales jamás habían sido del todo mi agrado.

—Pregunten por Jennifer. Estuvo cuidando a mi tío.

—Espera, creo que encontré la habitación —hablé.

Le hice una seña a Stiles para que siguiéramos con la búsqueda y así lo hicimos. Seguimos caminando hasta la siguiente habitación, esta vez encontrándola completamente sola. La cama estaba bien tendida y una silla de ruedas yacía en medio del cuarto.

Un escalofrío me recorrido la espalda, ¿no se suponía que debía de estar aquí el tío de Derek?

—Él tampoco está aquí —habló Stiles a mi lado, pues tenía la llamada en altavoz.

—¿Cómo? —masculló el mayor a través de la llamada.

—No está aquí —me aclare la garganta, sintiendo una extraña comezón interna en mi pecho—. Parece que se fue, Derek.

No dijo nada, quizá procesaba la información, pero si soy sincera, nosotros no teníamos tiempo para estar aquí: sentía algo extraño, era mi miedo a los hospitales a lo mejor, pero estaba segura que aquí no era el lugar más seguro en el que podríamos estar.

El sexto sentido de las mujeres nunca falla.

—Sky, Stiles, salgan de ahí ahora —grito Derek contra el teléfono—. ¡Es él! ¡Es el Alfa! ¡Salgan!

Colgué la llamada por el shock, y cundo Stiles tomó mi mano para huir, nos topamos con el que supongo es el tío de Derek. El Alfa.

El agarre sobre mi de Stiles se tensó, estaba tan miedoso y ansioso como yo y eso no era buena señal.

No se veía viejo, quizá unos treinta años le calculaba. Tenía el cabello un tanto largo y peinado hacia atrás, este era castaño. Sus ojos eran azules y la mitad de su rostro estaba adornado por unas cuantas cicatrices de quemadura.

Nos observaba con tranquilidad, como un vil lobo acechando a su presa. Su sonrisa ladina me estremeció.

—Tu debes ser Stiles —miró a mi acompañante y luego a mi, de nuevo inspeccionándomelo con la mirada de arriba abajo—. Y tu sin duda debes ser Skylar.

Los dedos de Stiles se enredaron con los míos torpemente y nos comenzó a echar hacia atrás para huir de aquel sujeto visiblemente demente.

Nos dimos la vuelta tan rápido como pudimos pero apenas y caminos unos cuantos pasos cuando de repente una enfermera apareció delante de nosotros, sacándonos un buen susto y encima, retrasando nuestra huida.

—¿Ustedes que hacen aquí? —inquirió la mujer, con las manos alrededor de su cintura—. El horario de visita terminó.

—Tu —señaló Stiles a la enfermera y luego al señor tras nuestro—. Y él. Usted es quien... ¡Dios mío! Y él es... ¡Dios mío, vamos a morir! Vamos a morir.

Iba a tratar de tranquilizar a Stiles –aunque ni yo misma me pudiese calmar–, pero cuando iba a hacerlo, alguien golpeó el rostro de la mujer, dejándola inconsciente. La responsable había sido Alana, quien pasó su mano por su codo con una mueca, mientras Derek se acercaba a nosotros con rapidez.

—Eso no estuvo bien, chica —dijo el tío del Derek, haciéndome dar un pequeño brinquito en mi lugar—. Ella es mi enfermera.

—Es una maldita psicótica que te ayuda a matar gente —Derek alcanzó mi mano libre y jalo de ella hasta ponerme tras suyo—. Stiles, hazte a un lado.

—¡Ay, demonios!

Stiles corrió hasta ponerse junto a mi, paso su mano por mi espalda y me acercó más a él sin propasarse, esta vez no solo colocándome detrás de Derek si no que también detrás de él.

—El lobo protegiendo a su cachorrita —fruncí el ceño al ver como todo el cuerpo de Derek se tensaba—. Claro, ¿crees que maté a Laura a propósito? —aquel hombre comenzó a acercarse más a nosotros, Alana se puso junto a Derek y este la hizo hacia atrás—. ¿A alguien de mi propia familia?

Derek lanzó un rugido y saltó sobre su tío.

Stiles me abrazó y nos echó más hacia atrás, añejándonos de la pelea.

El hombre de nombre desconocido tomó a Derek del cuello de su chaqueta y lo azoto contra la pared dos veces hasta que esta terminó por romperse un poco.

Alana parecía asustada pero eso no le impidió sacar algo del interior de su bota. Era algo que se asemejaba a un lápiz que rápidamente se extendió hasta alcanzar la altura de una espada. La colocó delante de ella y nos miró por sobre su hombro.

—Váyanse de aquí —nos indicó sin usar su voz, simplemente moviendo sus labios—. Y cuídala, Stilisnki.

Stiles asintió y, aunque yo quise evitarlo, nos sacó a paso rápido del lugar, dejando solos a Derek y a Alana ahí dentro, haciéndome sentir mal, pues de alguna forma parecía que esa pareja quería protegernos.

Protegerme.
















━━AUTHOR'S NOTE. okei, este es el último capítulo que tengo escrito de esta historia, me dirán (creo yo vdd): majo, ¿por qué? Y yo les responderé que es culpa del tío netflix, quien sacó de su catálogo teen wolf 😭

ya no sé donde verla la nta, JAJAJA

si quieren seguir escuchando la novela de las argent con un lobo adolescente indeciso, ayúdenme para poder seguir viendo la serie JAKDJAJS

recuerden: voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕

eso es todo travesuritas, soooooo

-Travesura Realizada-





Majo P.

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