006. moony
↯ CAPÍTULO SEIS
▬ ❝ lunático ❞ ▬
¿ALGUNA VEZ HAN SENTIDO QUE SON UNA PERSONA DISTINTA A LA QUE SIEMPRE PENSARON SER? Pues, bueno, desde lo ocurrido en la escuela no volví a sentirme de la misma forma. Mentalmente me siento muerta, como si todo lo que creyera que era verdad ya no lo fuera, mi mente parecía estar entrando a un colapso, y mi cuerpo era el que cobraba las represalias.
No dormía bien, usualmente jamás lo hacía, pero esos orbes rojos parecían acecharme hasta en mis más hermosos sueños. Y no solo eso, si no también el hecho de qué hay algo dentro de mi, algo que a provocado que quemara a Scott y que no me deja en paz, ya no tengo el mismo concepto sobre mí que tenía semanas atrás.
¿Como pude hacer eso? Ni yo lo sé, del mismo modo en el que no sabía como Scott había terminado siendo todo un lobo adolescente que estuvo a nada de matarme.
Ahora cada que me miraba en algún espejo lo único que observaba era mi reflejo con las pupilas de mis ojos de un tono anaranjado brillante, lo que me hacía gritar y por ende, asustar al resto de mi familia quienes creen que tengo estrés post-traumático.
El auto deteniéndose me hizo salir de mi trance de pensamientos en los que me ahogo yo sola. Retire mi vista de la ventana y me enfoque en tomar todas mis cosas y acomodarlas dentro de mi mochila.
Allison intentó abrir la puerta, pero papá aun no sacaba el seguro de las puertas.
Si, Allison ya no conducía, ahora era papá el que nos traería y recogería de la escuela todos los días sin falta. ¿Me molesta? En lo absoluto, a veces siento que estar cerca de mi familia me hace sentir segura.
—Papá, si insistes en traernos hasta la escuela, al menos déjanos salir de este auto —masculló Allison.
Papá no hablo hasta unos cuantos segundos después—. Kate, ¿qué opinas de educar a los hijos en casa?
Mire a Allison y después a papá, quizá no lo demostraba pero estaba algo sorprendida por la pregunta.
—Yo prefiero aprender por experiencia propia —alegó Kate hacia papá.
—¿Qué opinan de padres sobre-protectores que le arruinan la vida a sus hijas?
—Yo no diría arruinar —atiné a decir, encogiéndome de brazos.
Kate nos miró sonriente a Allison y a mí antes de quitar el seguro de nuestras puertas, permitiéndonos abandonar el vehículo.
—Te lo agradezco.
—De nada.
A veces pensaba que Allison no era bastante buena para expresarse, pero para eso estaba yo: para hacerle saber a mi papá que no lo decía de verdad.
—Oye —me asome por el medio de los asientos de adelante y le sonreí sin mostrar los dientes—. Gracias por traernos, te veré en la tarde.
Bese su mejilla y le sonreí a Kate para después bajar del auto, acomodando mi mochila en el transcurso y yendo a las puertas de la escuela, procurando seguir los pasos de Allison.
AHORA NO SOLO TENÍA QUE SER AMABLE CON SCOTT, sino que ahora también debo guardarle un enorme y peligroso secreto si no quiero que diga el mío –aunque ni sé que es lo que me sucede–. ¿Qué estaré pagando? No lo sé, pero quizá debería hacerme una limpia: dicen que son muy efectivas.
—Es lo menos que pudieron hacer —alegó yo esta vez, en cuanto logró que mi cerebro escape de Scott y su bobo secreto.
Oh si, secreto que debo ocultarle a mi hermana –su novia, ex-novia, no sé ni en qué terminó acabaron– aunque eso sea riesgoso para ella.
—Chicas, ¿creen que tomé una mala decisión?
Y aquí vamos de nuevo.
—¿Al combinar esa chaqueta con ese vestido? —inquirió Lydia—. Sin duda.
—Sabes de qué habló.
No me gustaba meterme, además de que no era tema de mi incumbencia, no tenía cabeza para pensar en los problemas amorosos que mi hermana presenta.
Bueno, eso no se escucha bien, pero cada quien sus demonios.
—¿Hola? —soltó incrédula la de cabellos rojizos—. Scott nos encerró en un salón y nos dejó para que muriéramos allí mientras se llevaba a tu hermana a dios sabe donde —hice una mueca: aún recuerdo todo aquel interrogatorio, pero estaba muy ida como para poderles contestar algo coherente—. Tiene suerte de que no lo denunciemos.
—O de que lo hagamos pagar algún psiquiatra —murmure yo, desviando mi mirada hacia otro lado.
Nos adentramos al salón en el que se nos impartiría la prueba, ¿tenía cabeza para responderla? No, de hecho, creo que sería conveniente para mí el que ahora mismo se activará lo que sea que tengo y quemará los exámenes para que no tuviera que pensar mucho en algo que, seguramente, no me ayudará a sobrevivir en un futuro.
Al pasar el umbral de la puerta del salón sentí rápidamente una mirada sobre mi, alce la vista del suelo y me percaté que dicha mirada pertenecía a Stiles, quien para estos momentos ya debe de saber lo que sucedió en el gimnasio aquella noche.
Stiles parece analizarme con la mirada, buscando algo extraño en mi o en mi cuerpo, entrecierro los ojos hacia su dirección y me dedico a buscar mi asiento, que, válgame la redundancia, estaba a la par de él.
—Tengo preguntas —fue lo primero que dijo apenas me vio dejar la mochila sobre mi asiento, provocando que rodara los ojos.
—Buenos días para ti también, Stiles. ¿Como amaneciste? —inquirí de forma sarcástica, tomando asiento y dándole una irónica sonrisa.
—Eso debería preguntártelo yo a ti, flamitas —le mostré mi dedo medio—. ¿Vas a dejar que te ayude o no?
No le respondí, pero él siguió hablando y hablando por no sé cuánto tiempo. Comencé a golpear la punta de mi lápiz contra la mesa, deseando que el examen ya comenzara para que la tarabilla que tenía a un lado se callara por un buen rato.
—¿Será un presagio por tu cabello? Ya sabes, cabello rojo, poderes de fuego.
Suspire pesadamente y lo mire con advertencia, pues ya había agotado toda mi paciencia y eso no resultaría bueno ni para él, ni para mi.
Todo me sucedió con las emociones fuertes, ¿no? Pues si me enfado aquí, terminaré encendiendo la escuela y viviré todo lo que me resta de vida en un laboratorio en donde me usarán como una rata cualquiera hasta que me muera por un experimento o que se yo.
—Puedes hacerme preguntas, las que quieras, pero si me dices una estúpida o me sacas de mis casillas voy a hacer de algún modo que te carbonices vivo.
Me miró asustado—. Ni siquiera sabes usar lo que sea que te ocurre.
—Pues podría aprender contigo, así que mejor cállate y no arriesgues tu trasero —volví a sonreírle—. Gracias.
Vi que abría y cerraba la boca como un pez, sin saber que preguntar sin que terminara quemado vivo creo, pero la entrada de Scott McCall robó tanto su atención como la mía.
No me sorprendió que lo primero que hiciese fuera acercarse a mi hermana y intentar entablar una conversación con ella, aunque mi hermana fácilmente lo evadió junto con la ayuda de nuestro profesor, que siendo sincera, creo que tiene algo en contra de Stiles y Scott.
—Volviendo al tema de los presagios, yo digo que...
Le lance una mirada fulminante a Stiles para que guardara silencio, y así lo hizo, a la ver que Scott nos miraba a ambos con curiosidad. El de ojos color chocolate alzó su mano y la movió de un lado a otro en modo de saludo en mi dirección, simplemente asentí de forma desinteresada en su dirección y regrese la vista a mi examen, provocando una mueca de confusión en sus labios mientras tomaba asiento en el sitio delante mío.
—Tienen 45 minutos para completar el examen —comenzó a hablar el profesor—. Pueden obtener el 25% de su calificación ahora mismo, sólo con poner su nombre en la portada del cuaderno azul —mire con confusión a Stiles, quien apenas escuchó al hombre hablar tomó el lápiz entre sus dedos y comenzó a escribir su nombre. Solté una pequeña risa ante ello: se veía algo iluso—. Sin embargo, como pasa todos los años, uno de ustedes, inexplicablemente, no pondrá su nombre, y yo volveré a cuestionar mi decisión de ser profesor. Que empiece la decepción —activó su cronómetro—. Adelante.
Sabiendo que el tiempo del examen era valioso, no tarde en darle la vuelta a la hoja y comenzar a leer la primera pregunta, la cual hizo eco en mi cabeza y comenzó a buscar la respuesta en cualquier sitio de mi mente: tal y como esa, le siguieron otras seis de igual forma.
No sabía ni de donde salían las respuestas, pues ni siquiera había abierto mi libro para estudiar, pero parece ser que mi mente retiene más información de la que puedo creer.
A las seis preguntas le siguieron otras doce más, ¿cómo podía hacerlo? Era como si algo, muy dentro de mi, fuera o tuviese un intelecto bastante alto.
Hay cosas que ni siquiera recuerdo haber visto en el pizarrón y soy capaz de contestarlas con naturalidad.
Esto no está bien. Me repito una y otra vez cuando, en menos de cinco o seis minutos, terminé dos de más o menos cuatro hojas de examen en un tiempo récord para mi.
Alce la mirada y comencé a mirara a mis alrededores. Todos los alumnos se veían concentrados, unos mordiéndose las uñas y otros mordisqueando la goma de sus lápices.
Lancé un suspiro y volví a mi examen, siguiendo el mismo ritmo que había marcado momentos atrás, pero el sonido sordo de una silla corriéndose me sacó de mi ocupación.
—¿Sr. McCall?
Scott me lanzó una mirada rápida antes de salir despavorido del salón con mucha prisa. Stiles, quien había seguido la mirada de su amigo hasta mi, asintió en mi dirección antes de alzarse de su asiento y seguir el mismo camino que Scott momentos atrás.
Me sentí tentada a seguirlos, pues algo me decía que mi lugar estaba allá y no aquí, pero apreté mis piernas a mi asiento y me dediqué a seguir con mi examen, más tensa que momentos atrás.
LLEVE PARTE DEL PAN DE MI PLATO A MI BOCA, cambiando la hoja de mi teléfono con cuidado de no manchar la pantalla, pues aquello me causaba más estrés del que últimamente estaba experimentando. Tenía curiosidad, y si Stiles o Scott no sabían que me ocurría, supongo que Google si.
—No sabía que te interesaba la piroquinesis.
Di un sobresalto en mi sitio y me encargué de cambiar la página de mi teléfono lo más rápido que pude al oír la voz de Jackson sobre mi oído, mientras se encargaba de observar sobre mi hombro con diversión.
—Jackson, hola —salude, dándole otro mordisco nervioso a mi pan con algo de mermelada.
—Tienes algo en tu... —lo mire con confusión, pues no entendía lo que él trataba de decirme. Él, al darse cuenta que no me daba cuenta de lo que decía, suspiró divertido— permíteme.
Acarició con cuidado mi labio inferior, provocándome un sonrojo inminente y que la sorpresa llenara mi cuerpo. Mire su pulgar y me di cuenta que este tenía algo de la mermelada de mi pan, por lo que no dude en avergonzarme aún más al ver que este se lamía el dedo divertido ante mi reacción.
—Gracias —alegue, sonriéndole de lado. Partí parte de lo que sobraba de mi pan de azúcar y le estire un poco. El rubio simplemente me miró con una de sus cejas alzadas—. ¿Quieres un poco?
—Si, gracias —le extendí el trozo que había partido para él en caso de que si aceptara. Jackson lo tomó, al igual que tomaba mi mano más de la cuenta.
Una vez me soltó, se llevó el trozo a su boca y sonrió, soltando un pequeño y divertido jadeo exagerado—. Sabe muy bueno.
Reí—. Es rico, si.
—Bonita risa —alegó él, provocando que de nuevo mis mejillas se tornaran rojas, quizás tan rojas como mi cabello—. Y bonitas mejillas rojas.
—¡Ya basta! —le di un manotazo en el hombro que lo hizo reír, mientras alzaba sus manos a los lados, en signo de paz.
Nos miramos un par de segundos, ambos con unas sonrisas dibujadas en nuestros labios.
—Hace días no te veía sonreír —dijo él, tomando un sorbo de agua.
Asentí, bajando la cabeza—. Si... —le volví a mirar—. ¿Cómo estás? Ya sabes, con eso que ocurrió en la escuela.
—Mejor de que lo que esperaba —me respondió él, extrañándome un poco—. ¿Sigues pensando en lo que sucedió?
—¿Sobre que Scott casi casi me secuestró y no recuerdo nada por alguna razón? Si —mentí, acariciando mi cuello con mis dedos, entre una combinación de ansiosa y nerviosa—. Creo que tengo el mismo tiempo sin hablar con él que Allison, aunque de ella es entendible: no creo que quiera hablar con él por un tiempo.
—Quizá sea lo mejor —entrecerré los ojos en su dirección—. Para ti y para ella: creo que él tiene justo lo que se merece.
—¿Lo que se merece?
Se encogió de hombros—. Creo que es obvio que quería poner celosa a Allison contigo: algo bajo sin duda.
Una espina dolorosa se instaló en mi pecho ante aquellas palabras, pero lo asumí con simple dolor de pecho que últimamente es muy común en mí cuando Scott está cerca.
—Si... supongo que siempre se trata de mi hermana —lancé un suspiro—. Eso si, lo único que logro –si es que tienes razón– fue que las cosas se hicieran extrañas con Allison, creo que esa es una de las razones principales por las que prefiero estar lejos de él.
Y, de forma extraña y espeluznante, oí un golpe seco de fondo que sin duda me descoloco, fue como si hubieran golpeado algo duro contra una pared, pero rápidamente lo olvidé, pues Jackson ya estaba hablándome una vez más, cambiándome el tema al ver que estaba más distraída que de costumbre.
—NO LE DIGAN NADA A SU PADRE SOBRE ESTO, O ME MATARÁ.
Estaba cruzada de brazos junto a Kate, mientras observaba el como Allison le apuntaba a mi osito de peluche con un arma que Kate había sacado del ático.
—De acuerdo —afirmamos Allison y yo a la vez.
—Muy bien —Kate aplaudió—. ¿Cómo se llama nuestra desafortunada víctima?
—Pooh —dije, con una mueca—. Y en verdad espero que salga ileso de todo esto.
—¿Le pusiste Pooh a tu osito de peluche? —se burló de mí Kate, divertida. Reí por ello—. Es un buen nombre para una buena víctima.
—Tenía solo cinco años cuando se lo puse —me encogí de hombros—. Y ese año, mi parte de la fiesta de cumpleaños fue de Winnie Pooh: ese día recibí ese oso y, bueno, ya sabes.
Desde siempre a Allison y a mi nos han hecho fiestas en conjunto, solo que cada una con temática diferente. Una parte de la decoración era la que ella quería y la otra era la que yo quería, igual sucedía con los pasteles y disfraces que llegábamos a usar.
—Bien Allison, —mi hermana dejó de reír por el nombre de Pooh y le prestó atención a Kate—. Sólo disparale al oso Pooh de tu hermana y acaba con su miserable vida.
—¡No quiero ver! —masculle, cubriéndome los ojos. No quería verlo morir: él me abrazó esas noches en las que no me sentía yo.
«Hilandera...»
¡Ay no, ahorita no!
De un momento a otro Allison disparó el arma y esta dio contra mi pobre oso Pooh, el cual se electrocutó.
—¡Eso es! —festejó nuestra tía, mientras veía como humo salía de su pecho: dolió—. Si hubieran tenido una así la otra noche, hubieran... —pensé que me lo decía a mi, pero en realidad se dirigía a Allison. ¿Se sentirá culpable por asesinar a Pooh?—. Espera un segundo. Pensé que querías aprender a hacer eso, cariño.
Allison se sentó en su cama y yo la seguí junto a Kate, cada una tomando lugar a su lado.
—No sé qué sucedió —comenzó ella a decir.
—¿Con Scott?
Evite rodar los ojos. Si lo quería tanto, ¿por qué sufre así? Debería arriesgarlo todo y buscarlo, claro, si es que lo quiere tanto como alardea hacerlo.
Eso se escuchó como una mala hermana.
No, no, no.
Olvídenlo.
—Escucha —se interrumpió a si misma, atrayéndome más a ellas—. Escuchen, mis hermosas y jóvenes sobrinas, aún les quedan muchos corazones por romper —Allison esta vez comenzó a derramar lágrimas, y entonces me sentí mal por haber pensado lo que pensé unos momentos atrás—. Y Scott tuvo la suerte de conocer una pequeña parte del mundo de Allison Argent.
Trague duro.
—Pero todo iba tan bien entre nosotros —¿y entonces?—. Y de repente empezó a actuar de una forma tan extraña, y ahora no sé qué creer.
Hice una mueca—. Ali, es hombre. No puedes creerle todo a un hombre.
Kate asintió de acuerdo conmigo.
—Es por ese asunto con Derek Hale, la otra noche —me tensé en mi sitio tras oírla hablar. Esa noche deseaba que se borrara de mi cabeza, sabiendo que eso resultaba imposible—. Scott dijo que no lo conocía, pero los vi juntos.
—Un momento —la detuvo Kate—. ¿Scott conoce a Derek? ¿A Derek, el presunto asesino? ¿Son amigos?
—No —negamos al mismo tiempo mi hermana y yo, provocando que ella me lanzase una mirada curiosa que evite a toda costa.
—En realidad no —continuó Allison, aún sin quitar su mirada de mi, hasta que decidió mirar a nuestra tía—. Al menos eso fue lo que me dijo a mi —volvió a dirigirme la mirada—. Dinos Skylar, ¿te contó algo que a mi no? Ya sabes, con eso de que ahora son amigos íntimos.
Rodee los ojos sin poder evitarlo—. Allison...
—Sky —mire a mi tía—. ¿Sabes algo más?
Scott es un hombre lobo.
Quizás ese Derek Hale también lo sea.
Oh, y ese tal Derek sabe quien soy yo por alguna razón aparente.
—No —mentí, mirándola fijamente a los ojos, sabiendo que si bajaba la vista, se daría cuenta que mentía—. No sé nada más —me levante de la cama y acomode mi pantalón con un poco de incomodidad—. Rebusca en tu mente, Allison. Seguramente vas a encontrar algo que olvidas, quizá Kate quiere saberlo todo.
¿La estaba provocando? No, al menos esa no era mi intención: aunque admito que su comentario me sacó un poco de quicio.
—¿A qué te refieres con todo?
—Me refiero a todo —Kate la atrajo más a ella, haciéndome fruncir el ceño. ¿Para que querría ella saberlo todo?
Mi teléfono vibro en el bolsillo de mi pantalón, provocando que lo sacase de ahí y me dispusiera a revisarlo.
Te necesito aquí,
ya te paso la ubicación.
URGENTE - Stiles
Fruncí el ceño, desconcertada. ¿Por qué me pedía que fuese? ¿Que habrá ocurrido para que me necesitaran? No somos amigos, simplemente cada uno protege los secretos del otro.
—¿Qué ocurre?
Alce la mirada de mi teléfono y negué, restándole importancia: no podía decir nada—. Nada importante, necesito ir a un sitio, ahora vuelvo.
Allison me miró con recelo pero no le preste atención, pues mejor decidí salir del cuarto e ir hacia la dirección que él de lunares me había enviado.
Por algo me habrá llamado, ¿no?
—GRACIAS AL CIELO QUE VINISTE Y NO ME DEJASTE EN VISTO.
Stiles abrió la puerta de la casa, con lo que parecía ser una cara de seriedad. Y si, estaba sorprendida, pues nunca creí que vería a Stiles siendo serio.
—Pusiste urgente en mayúsculas, era obvio que iba a venir —me adentré al hogar, mientras él cerraba la puerta detrás de mi—. Además, las cosas en la casa estaban algo incomodas: prefiero estar aquí con el peludo odioso y el sarcástico odioso.
—Gracias por el apodo, peli-peli —volví a rodar los ojos—. Vamos, tienes que ayudarme.
—¿Estas consciente de que es luna llena y que no le hace bien a mi cabello, verdad?
Stiles me miró con una de sus cejas alzadas—. Dime Skylar, ¿qué crees qué haces aquí?
—¿Hacerle compañía al inadaptado pelón delante mío? —indague con sarcasmo, sonriéndole.
—Tu misma lo dijiste, peli-peli —evite rodar mis ojos por el apodo, por que se que si sigo así, terminaré bizca—. Luna llena, es luna llena y estás en casa de un hombre lobo adolescente. ¿Qué entiendes por sutileza?
Abrí mis ojos de par en par. Claro que no estaba en su casa, no se parecía al lugar en el que estuve hace semanas atrás, y si no estaba en su casa, y según lo que me acaba de decir, está casa debía pertenecerle a...
—¡¿Estoy en la casa de McCall?! —alegue en un grito. Stiles se acercó a mi, poniéndome su mano encima de mi boca para acallar mi grito. Intente hablar, pero mi voz era amortiguada por su mano.
—¿Prometes no gritar? —asentí ante su propuesta—. Bien.
Quito su mano y yo obedecí, pasando el dorso de mi mano sobre mi boca para quitar su sabor.
—Sabes raro —dije con una mueca—. En fin, no puedo gritar pero ya sé en donde estoy y prefiero irme. Si no me necesitabas para absolutamente nada más, me retiro. Con permiso —alargue la i y caminé hacia la puerta, siendo detenida por el chico con lunares quien se puso frente a la puerta, sin dejarme pasar—. Stilisnki... quítate.
—No.
—Quítate o te quemo.
—No sabes usar tu piroquinesis —argumento él, sonando seguro.
Tenía razón, quizá no podría quemarlo sin pasar un largo proceso en donde él creería que me estaba haciendo del baño cuando en realidad me intentaba concentrar.
—Tienes un punto —afirme—. Pero debo irme. ¿Sabes ya en los problemas en los que me metió Scott con Allison? ¡Ahora apenas y me habla! Solamente por que piensa que tengo algo con su ex-novio. Dime, ¿a mi como me deja? Como una mala hermana, no quiero ser una mala hermana ante los ojos de los demás. Y claro, van a pensar eso si alguien me vio entrar a esta casa en la noche.
Stiles no dijo nada y yo simplemente tomé una larga bocanada de aire. Se sentía bien dejar salir todo lo que de verdad siento sin miedo a que vayan a juzgarme.
—Wow —pasando los minutos, el de lunares sarcástico musitó aquello—. No sabía que te sentías así, Sky, lo siento.
Me pase una mano por el rostro y negué—. No es culpa de nadie, aún tengo mis dudas sobre la culpabilidad de Scott en esto, pero... enserio, Stiles. Lo mejor sería irme y que nadie se de cuenta que respire cerca de McCall.
—Te necesita —exclamó él con mucha rapidez, haciéndome fruncir el ceño, un tanto confundida—. D-digo, si, ósea te necesita... mos. ¡Si! Necesitamos, con "mos" al final.
Me crucé de brazos, expectante—. ¿Ah si? ¿Y por qué me necesitan, babosos?
—Yo... él... ¡Nosotros...! —asentí para que prosiguiera—. Necesito que estés con Scott, al menos un poco cerca, lo que sea, simplemente necesito que si algo sucede, estés ahí para detenerlo.
—Ósea que seré la carnada.
—¡Si! —lo mire fulminantemente, haciendo que él tragase en seco—. Quiero decir, no. No vas a ser una carnada, simplemente necesito que estés cerca para quemar alguna parte de su cuerpo en caso de que termine descontrolándose.
Suspire y lo pensé un poco.
Si Allison se entera que salí tan rápido de la casa solo para venirme a la casa de su ex-novio iba a odiarme toda esta vida y la siguiente. Pero, por otro lado y si, ese lado que siente ligero aprecio por McCall y Stilisnki –jamás creí que fuera capaz de decir aquello–, me pide que me quede a ayudar.
Resople y acaricie el puente de mi nariz, para finalmente terminar por asentir.
—Está bien, los voy a ayudar. Y espero no arrepentirme de hacerlo —alegue y, sin dejarme esperar ni un momento más, me jalo de la mano y nos hizo subir las escaleras a toda prisa.
Cuando finalmente los escalones se terminaron pude darme cuenta que no solo llevaba mi mano, si no que a la vez traía consigo una botella de agua que no había visto hasta ahorita junto a un... ¿plato para perros?
Camino a paso veloz hacia una de las habitaciones y yo lo seguí un tanto a regañadientes.
—Te traje agua —Stiles habló, entrando primero al cuarto—. Y también decidí llamar a Skylar por si necesitas una nueva quemadura de segundo grado en un área de tu cuerpo.
Stiles, con malicia en sus movimientos, vertió el agua dentro del envase para perros. Lleve una mano a mi boca, para evitar soltar una carcajada que enfadaría más al cachorrito en el suelo.
El de lunares debía estar muy molesto con Scott como para quererlo humillar de esta forma.
Cuando Stiles venía hacia mí tras dejar el envase en el suelo, Scott habló entrecortadamente.
—¡Voy a matarte! —gracias a Dios ese envase repleto de agua se lo tiró al que es su mejor amigo y no a mi. Aunque fui yo la que se refugio detrás de Stiles, pero aún así: me salvé.
Stiles estaba tenso y solo atiné a poner mis manos sobre sus hombros, en un intento de calmarle un poquito su gran enojo, provocando que Scott gruñera en nuestra dirección.
¿Y a ese perro qué le pasa?
—Stiles, está bien, ¿si? —murmure, ignorando los constantes gruñidos de Scott detrás nuestro—. Está en plena transformación, está irritado por eso, tú...
Stiles negó y se dio media vuelta, yendo hacia el que se supone es su mejor amigo.
¡Hombres tenían que ser!
—La besaste, Scott —masculló Stiles, provocando que me quedara totalmente quieta en mi lugar.
¿Qué?
—Besaste a Lydia.
Sentí un diminuto dolor en el pecho al oírlo hablar, y me desespera el que ni siquiera sepa el por qué me duele tanto saber que McCall se había besado con Lydia.
Scott buscó mi mirada, y cuando pude dignarme a mirarlo, me di cuenta que me miraba con arrepentimiento.
¿Por qué se arrepentía conmigo? No somos nada, ya ni cuñados.
Trague duro y desvíe la mirada de él, aquel dolor en el pecho se expandió una vez más, esta vez a mi nariz, la cual comenzaba a picar un poquito.
—Es la única chica que me... —Stiles se interrumpió a si mismo—. En estas últimas tres horas he pensado que quizá por ser luna llena, él no sabe lo que está haciendo, y mañana volverá a la normalidad. Quizá no recuerde que se ha portado como todo un imbécil. Un hijo de perra y el peor de los amigos.
—Stiles... —puse una mano sobre su hombro, bajo la atenta mirada de Scott quien ya no gruñía, pero ni siquiera nos podía alzar la mirada.
Sentía que comprendía a Stiles de una u otra forma, pues quizá sentía aquel mismo dolor que yo sentía.
Aunque asumo que mi dolor es por mi hermana, quien confía en Lydia mucho más que en mi en estos momentos y es decepcionante enterarme que quizá se había confundido de pelirroja, pues en estos momentos Lydia era la mala amiga tras besarse con Scott.
Y un poquito hipócrita, ya que ella le había dicho que no volviese con él.
—Ella me besó.
Otro puñetazo directo a mi estómago.
«Corta el hilo de la Banshee, puedes hacerlo, corta el hilo de las personas que te lastiman, córtalos...»
—¿Qué?
—Yo no la bese —dijo Scott, con lo que percibí una diminuta sonrisa que hizo que mi sangre hirviera—. Ella me besó a mi.
—Claro, y tu solo te quedaste con tu lengua dentro de su boca —solté con sarcasmo, dándome cuenta que Stiles salía del cuarto. No dude en seguirlo—. ¡Stiles...!
—También habría llegado más lejos —la espalda de Stiles se golpeó contra la pared, y sin duda el dolor creció en mi interior al verlo así—. Deberían haber visto como me tocaba. Habría hecho lo que yo le pidiera —la voz de Scott comenzó a distorsionarse, no pude evitarlo y cuando menos lo espere mi cuerpo estaba abrazándose al de Stiles, quien rodeaba tembloroso mi cintura y me atraía más a él. Su mandíbula estaba tensa y temblorosa a la vez, y sus ojos estaban cristalinos: solo atiné a acercarlo más a mi y brindarle algo de apoyo emocional y consuelo: aunque creo que él también me brindaba algo de ambos, no estaba segura. Al poco tiempo Stiles se resbalaba hasta el suelo junto conmigo, dejándonos abrazados contra la pared, a nada de llorar—. ¡Cualquier cosa!
Ya no quiero estar aquí y ser buena persona.
YA NO ESTÁBAMOS ABRAZADOS COMO MINUTOS ATRÁS, bueno, al menos ya no lo estábamos tanto como hace unos momentos. Stiles mantenía su brazo encima de mis hombros, aún queriendo estar algo cerca de mi. Por mi parte, yo simplemente tenía mi cabeza recostada sobre el final de su brazo y comiendo de su pecho.
Ninguno de los dos hablaba, ambos seguíamos mudos por lo dicho por Scott, quien seguía esposado en su recámara.
—Stiles, Skylar, suéltenme, por favor —me tensé, mi acompañante también lo hizo: ninguno deseaba hablarle o verle la cara a McCall—. Juro que es por la luna llena. Saben que no haría nada de esto a propósito —note como Stiles movía con desespero sus dedos, por lo que atiné a tomar su mano para poder detenerlo y evitar que se hiciera daño. Un gruñido emergió del cuarto de Scott—. Libérenme, por favor, chicos. Me está doliendo. No es como la primera vez. Es la luna llena. Es por la ruptura con Allison y mis nuevos sentimientos hacia... —fruncí el ceño, ¿de quien hablaba?
Stiles lo interrumpió—. Yo sé.
—Allison rompió conmigo, y yo no me sentí mal por eso —siguió Scott. ¿No se da cuenta de que la hermana de su ex está presente?—. Estaba confundido por ello, hasta que la vi y oí reír y hablar con él todo los días todo el día... —siguió confundiéndome, pues sabía que no hablaba de Allison— me está matando. Me siento desesperado. Suéltenme, por favor.
No iba a responderle, además, creo que esa decisión le concierne más a Stiles que a mi.
—No puedo —dijo él.
Scott siguió intentando forzar la esposa, sin éxito alguno claro, pero un grito proveniente de él nos hizo sobresaltarnos a Stiles y a mi.
Me puse de pie con cuidado y me quite la chaqueta y la tire dentro del cuarto, estaba cansada de llevarla puesta todo el día, sabiendo que en un par de horas no iba a utilizarla. Scott me miró pero yo no a él, me llamo pero de igual forma lo ignoré, por lo que cerré la puerta y entonces, los gritos se amortiguaron al menos un poco.
—Tápate los oídos —susurro Stiles a mi lado, llevando sus manos a sus orejas: imite su acto.
No podíamos hacer otra cosa y creo que Scott se lo merecía, o al menos su lobo se lo merecía.
Por mal amigo.
Los gritos siguieron y siguieron hasta que estos se transformaron en rugidos también.
De un momento a otro, todo se quedó en completo silencio.
Y aquello nos dio mala espina.
—Scott, ¿estas bien?
No dijo nada.
—¿Scott? —hablé yo esta vez.
Nadie respondió, de nuevo.
Stiles y yo nos dirigimos una rápida mirada antes de ponernos de pie más rápido que no sé qué y al abrir la puerta, nos dimos cuenta de cuatro cosas.
1. Mi chaqueta no estaba
2. Las esposas estaban sueltas y con sangre.
3. La ventana estaba abierta.
4. No estaba Scott dentro del cuarto, por ende, había un lobo suelto en los bosques de Beacon Hills.
—NO DEBÍ HABER CERRADO LA PUERTA, SOY UNA ESTÚPIDA.
Me maldije en el asiento de copiloto del Jeep de Stiles, quien manejaba a una velocidad que probablemente no estaba permitida, pero aquello era el menor de nuestros problemas.
—No eres estúpida, Sky —no le dirigí la mirada a Stiles, estaba pendiente a la carretera a nuestro lado.
—Deje solo a un hombre lobo con un ataque de irá repentino —masculle—. Claro que soy estúpida.
—No lo eres —dijo él—. Ninguno de los dos quería seguirlo oyendo gritar, y... ¡Dios mío!
Mire hacia el frente, dándome cuenta que habían varias patrullas frente a nosotros junto a una ambulancia. El miedo me abofeteó, ¿qué fue lo que hice?
Stiles frenó su Jeep y ambos no tardamos en bajarnos del automóvil, lleve una mano a mi boca cuando vi a un hombre ser llevado al hospital en una camilla.
—¿Papá?
No recordaba que el padre de Stiles era Shérif hasta ahorita.
—¿Papá? —Stiles le dio vuelta a uno de los sujetos, dándose cuenta que no era su padre.
—Stiles... —él no me hizo caso y siguió su búsqueda.
—¡Papá! ¿Alguien ha visto a mi papá?
Un hombre lo tomó del brazo, aquello me preocupó por lo que no dudé en ir hacia él.
Stiles se quedó inmóvil ante el cuerpo que yacía en la camilla. Tenía el rostro cubierto por una tela blanca, pero una de sus manos caía y se dejaba ver, haciendo que nos diéramos cuenta de su mano chamuscada.
Lleve una mano a mi boca. No pude haber sido yo porque estuve toda la noche con Stiles y el animal de Scott.
No fui yo, siempre estuve con ellos.
Jamás me fui de ahí.
No fui yo.
—¿Stiles? —la voz de alguien llamando al chico junto a mi me hizo reaccionar—. ¿Qué hacen aquí?
Me di media vuelta y vi como Stiles se abrazaba a su padre con fuerza.
Parpadeé un par de veces al ver aquella escena familiar, sonreí sin poderlo evitar.
Lancé un suspiro y volví a darme la vuelta, dándoles la espalda a ellos para irme del sitio hacia mi casa, sintiéndome extrañamente observada.
Ya estaba algo lejos cuando la voz del chico con lunares me sobresaltó.
—¡Skylar, ¿a dónde vas?!
—A casa —me encogí de hombros.
—Estarás loca —negó él, sonriéndome—. Yo te llevaré, no voy a dejarte sola aquí y menos con la luna llena.
—Si claro, protejamos a la pelirroja de la luna llena —me burlé, con una débil sonrisa—. Vamos Stiles, tu papá va a emocionarse y creerá que tienes una novia por fin.
—Si, si. Ya vámonos, peli-peli.
Lo tome de la muñeca y lo jale hacia donde estaba su padre, quien observaba hacia nosotros con una ligera sonrisa.
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