005. night school
↯ CAPÍTULO CINCO
▬ ❝ escuela nocturna ❞ ▬
NO SABÍA COMO, NI EL POR QUÉ, PERO ME ENCONTRABA FUERA DE CASA JUNTO A MI HERMANA EN ESPERA DE SCOTT MCCALL, bueno, más bien Scott impuntual McCall. Yo no sabía por qué saldría con ellos, ya que según tenía entendido sería solo una cita doble –incluyendo a Lydia y a Jackson–, pero Alison insistió en que no podía estarme toda la vida dentro de nuestro cuarto, quejándome por mis dolores de cabeza, así que llamo a Lydia quien no me dejó en paz hasta que acepté ir con ellos.
En fin, con esas amigas ¿para que quiero enemigas?
—así sigues dando vueltas vas a crear un hoyo en la tierra —acomode mi chaqueta de cuero roja mientras me dirigía a Alison.
—No es gracioso —masculló al ver mi sonrisa divertida ante el retraso de su novio. Su teléfono comenzó a sonar y vi una pequeña pizca de ilusión en su mirada, la cual decayó al ver quien la llamaba. Me mostró el teléfono y solo atiné a ahogar una pequeña risa, si, ese McCall estaba frito.
Tome su celular y conteste el número de Jackson, poniéndolo en alta voz—. Lydia dijo que iremos a recogerlas.
—Si, por favor...
Alison me interrumpió.
—No, por favor. Estoy segura de que él está en camino —habló Alison, con un tono de voz suplicante—. Él está solo...
Interferí yo esta vez, utilizando mi gran sarcasmo—. Scott sólo está retrasado 26 minutos.
—¿Oíste eso, Alison? —ahora la que estaba en el teléfono era Lydia—. Primero dices: "Él está sólo 26 minutos demorado", al mes siguiente dirás: "Sólo me golpea cuando bebe". Estas en problemas, Alison. Lo estás.
—¡Lo vez! —me encogí de hombros. Si, creía que Lydia estaba exagerando con eso de los golpes, pero ya había pasado el límite de espera y mis pies ya estaban cansado de estar de pie en su espera.
—Iremos a recogerlas —volvió Jackson a hablar.
—¡Si! —sentí que mi voz salía más en tono de súplica.
—No —negó Alison y fue entonces cuando la mire mal.
—Demasiado tarde —mientras Jackson terminaba de hablar un auto se detuvo a nuestro lado. Una sonrisa aliviada se hizo presente en mis labios.
Estoy segura que gracias a estas botas y estar parada tanto tiempo tendría dolor horrible por la mañana en esa zona.
—Bien, al carajo McCall.
Colgué y le entregue su teléfono a mi melliza antes de correr –literalmente– hasta la parte trasera del auto.
—Lydia consigue lo que desea —habló Jackson, ayudándome a entrar en la parte de atrás del carro, él saliéndose de su asiento para ayudarme a mover este, mientras Alison caminaba a duras penas hasta acá. El chico la miró—. Vamos, entren. Veremos si aún está en su casa.
Fruncí el ceño al oír que un mensaje me llegaba al teléfono al mismo tiempo que a Alison, nos miramos un par de segundos antes de abrir nuestros respectivos mensajes.
—Quiero asumir que tu mensaje es él dándote la mejor explicación de por que está demorado una hora —habló Lydia, mientras que sentía que mi ceño terminaba de fruncirse por completo.
—No exactamente.
Apague mi teléfono rápidamente, en un intento de fingir que nada había hecho vibrar a mi teléfono, yo también quería creerlo, digo, ¿por qué Scott McCall me enviaría un mensaje a mi, sin tener mi numero de teléfono y más aún si ya le había enviado un mensaje a mi hermana?
JACKSON SALIÓ DEL AUTO Y HIZO QUE SU ASIENTO SE HICIESE HACIA DELANTE, para que tanto mi hermana como yo pudiésemos salir. Cuando mi hermana salió, Jackson me estiró su mano al ver que no podía salir, le di una sonrisa pequeña cuando ya estuve afuera, metiendo mi teléfono nerviosa a la bolsa de mi chaqueta.
Suspire y mire la escuela frente a mi en completa oscuridad, hice una mueca al darme cuenta que esta lucia muy tétrica.
—¿Qué están haciendo aquí? —inquirió Jackson, a mi lado.
—Solo recibí esto —Alison estiró su teléfono hacia él y yo me coloqué a su lado, intentando también leer parte del mensaje.
Sentí un escalofrío al darme cuenta que era exactamente igualito al mensaje que yo recibí.
Nos vemos en la escuela.
URGENTE - Scott
7:12 PM, Feb. 7
Uní con fuerza mis labios y desvíe la mirada al piso, abrazándome a mi misma.
—Por las noches cierren las puertas —se asomó por la ventana Lydia.
Vi a mi alrededor, en un intento de buscar algo extraño, hasta que mis ojos dieron con una puerta abierta de par en par.
Señale con mi cabeza la puerta abierta—. Ésa está abierta.
Alison comenzó a avanzar sola hasta la puerta abierta y yo por mero impulso no dude en seguirla, Jackson me llamo pero no le hice caso y seguí hasta estar hombro a hombro con mi hermana.
Jackson, que vio que ninguna iba a volver, corrió hasta nosotras y se puso a mi lado.
—Saben que es obvio, ¿no?
—Parece que idiota 1 y idiota 2 irrumpieron en la escuela. Es muy obvio —musité, subiendo una de las escaleras principales.
Jackson me miro a mi y luego a Alison, después volvió a mirarme a mi—. ¿Quieren que las acompañe?
Negué al mismo tiempo que Alison lo hacía.
—Está bien, tú quédate con Lydia —dijo mi hermana, dándose media vuelta para seguir con su camino.
Le sonreí ligeramente a Jackson antes de comenzar a seguir a mi hermana a la entrada de la escuela, fue entonces cuando Jackson me llamó.
—Oye, Sky... —me di media vuelta, observando de reojo que Allison no se adentrara sola al establecimiento y volví mi vista a Jackson, quien parecía dudar en decirme lo que quería.
Entrecerré mis ojos y sonreí divertida—. Me miras como si fueras a decirme: "Ten cuidado".
—Así es, tu y Allison tengan cuidado —dijo, encendiendo una lámpara que no me di cuenta que traía consigo y me la extendió. Reí ligeramente mientras la tomaba—. ¿Qué?
Me encogí de hombros—. Llevo poco tiempo por aquí y... jamás vi esa mirada de preocupación en ti.
—Estoy preocupado —afirmó.
—Deberías utilizarla más, te queda bien esa mirada —volví a sonreírle, antes de alumbrarme el rostro como si estuviese a punto de contar una historia de terror—. No te preocupes. Volveremos enseguida.
Palmee su hombro, dándole una última sonrisa antes de comenzar a trotar en dirección a mi hermana y juntas entrar a la oscura escuela que con cada paso me daba más mala espina.
SENTÍA UN NUDO EN MI GARGANTA CRECER MÁS Y MÁS HASTA TAL PUNTO EN DONDE DESEABA VOMITAR. Empuñaba con fuerza la lámpara que Jackson me había entregado antes de hablar, por si necesitaba golpear algo o verlo, no dudaría en usar la cosa entre mis manos. Junto a mi caminaba Allison, con quien estaba enganchada del brazo, en un intento de mantenernos juntas en cualquier momento. Si ella corre, yo también. Si ella se cae, yo también.
Bueno, viéndolo desde la última perspectiva... no sonaba como una buena idea esto de ir unidas con nuestros brazos.
—Pienso en asesinar a tu novio por traernos hasta acá —masculle de mala gana, parando mi andar cuando un ruido extraño se escuchó por un largo pasillo. Trague en seco—. Ali, mejor dejémoslo morir. He visto muchas películas de terror en donde las que mueren primero son las hermanas y las más bonitas, nosotras somos ambas.
—¿Scott? ¡Auch! —le di un tirón en su brazo, causando que se quejara—. ¿Y eso por que fue?
La mire fulminantemente—. ¿No me oíste? ¡No hables para todo el mundo! Somos hermanas y somos bonitas, y si esto es como una masacre de Texas, ya valimos mierda.
Aunque con mis pesadillas lo asociaría a pesadilla en la calle del infierno.
Yo igual, hilandera. Déjame salir y cortaremos los hilos adecuados, aquellos que debieron ser recortados hace años.
Me sobresalte y Allison, al estar unida a mi, también. ¿Por qué la voz esa rara aparece en los momentos más feos de mi vida? Digo, estoy en medio de una escuela, quizás a punto de morir, y yo escucho voces del más allá.
—Eh Ali, mejor vayámonos de aquí —murmure—. Vayamos por ese lado, seguro los idiotas no deben de estar lejos.
—Si...
Asentí y nos conduje por el otro lado del pasillo, sintiendo un escalofrío recorrerme desde mi espalda hasta mi nuca.
—Mientras caminemos, no llames en voz alta a...
—¿Scott?
Rodee los ojos y los cerré con fuerza, evitando golpear a mi melliza.
—¿Scott?
—Allison, no quiero morirme virgen, por favor, cállate... —hablé, todavía con los ojos cerrados.
Si, ella era la encargada de guiarnos ahora, mientras yo tenía la lámpara al frente.
—¿Scott?
Ya huelo el miedo, basta, ¿qué me está pasando? ¿cómo puedo oler mi miedo?
—¿Scott?
—Allison, si el sordo de Scott no te a escuchado, el fantasma de la niña muerte del baño seguro que si —canturree nerviosa, abriendo de a poco mis ojos topándome con más oscuridad a la vuelta de la esquina.
Mi cabeza comenzaba a dolerme y a darme vueltas, mal momento para que mi vista se tornarse negra de repente, no era una buena señal. ¡Lo que me faltaba! ¿Ahora qué? ¿Voy a desmayarme aquí?
Tan desorientada me sentía que, de un momento a otro, terminamos llegando al área de la alberca, donde reflejaba la luz del agua aún más y me permitía sentirme más segura que antes.
—Estas pálida, Sky, ¿tomaste tus pastillas? —me recargue en una de las bases para clavados y asentí, aunque era una mentira. Si, me sentía tranquila cuando las tomaba, pero sin duda algo me hacía falta cuando las bebía y me daba miedo creer que se trataba de aquella voz lúgubre y espeluznante que me habla por medio de mi cabeza. Lleve una de mis manos a mi cabeza y me sorprendí al sentirme tan caliente, realmente estaba hirviendo.
Allison se acercó a mi y con su mismo semblante preocupado colocó una de sus manos sobre mi frente, abriendo sus ojos de par al sentir lo caliente que mi piel se encontraba.
—Estas ardiendo en fiebre, Sky —soltó en un pequeño chillido—. Vamos, creo que lo mejor sería salir y irnos a casa: mamá o papá sabrán que hacer.
Con un dolor agudo en la cabeza asentí y acepté su ayuda para volver a ponerme recta. Me tambalee un poco pero al final logré permanecer de pie, al menos no me caía, aún—. Vamos.
Iba a dar un paso más cuando mi celular comenzó a sonar, como si alguien me estuviese llamando. De nuevo mi ceño se frunció, aunque creía que podía tratarse de Jackson o Lydia, efectivamente resultó ser Lydia.
—Hola —murmure, oyendo del otro lado otro hola y un ¿ya los han encontrado? algo apurado por parte de la pelirroja—. No, al parecer no podemos hallarlo —mire a mi hermana, quien lucia ansiosa mientras yo recibía indicaciones de donde vernos con la pareja—. Danos un segundo y estaremos allí.
Colgué y asentí hacia Allison, ella me regresó el asentamiento y juntas seguimos caminando, claro, no dimos ni dos pasos seguidos cuando de nuevo el teléfono en mis manos sonó. Alce mi mano con todo y teléfono y sentí que mi ceño se fruncía al leer el nombre de Stilinski en la pantalla.
—¿Stiles? —preguntó por lo bajo mi hermana al ponerse a mi lado.
Cerré con fuerza mis ojos al sentir una nueva punzada en la parte baja de mi nuca, esta vez el calor de mi rostro se extendía por el resto de mi cuerpo de una forma extraña, era como fiebre que me quemaba más con el paso de los segundos.
En un rápido movimiento acepté la llamada y llevé mi celular a mi oreja—. ¿Stilinski?
—No, soy yo, ¿dónde están? —rodee los ojos al oír la voz de Scott al otro lado del teléfono. El calor bajo pero aún así mi cabeza comenzaba a hacérseme pesada.
—McCall, no estás muerto —bromee y observe cómo Allison sonreía aliviada. Tosí un poco y volví a mi mueca seria, si quería salir de aquí antes de que me desmayara o algo peor, tenía que dejar de molestarlo por solo cinco minutos—. Estamos en la escuela buscándote a ti y a Stilinski, ¿por qué no recogiste a mi hermana y por consecuente a mi, baboso?
—¿Dónde están ahora?
Fruncí los labios—. En el primer piso.
—¿Dónde, Skylar? ¿Dónde es que están exactamente? —parpadeé un par de veces, al oír su tono de voz preocupado. Me recordaba al sentimiento que me transmitieron los ojos de Jackson antes de adentrarnos a la escuela.
—En las piscinas.
—Vayan al vestíbulo. Vayan ahora.
—Bien si, ya vamos —colgué la llamada mientras tomaba a Allison por la mano y nos sacaba de ahí en dirección a donde Scott me indicó.
A pesar de estar tan jodida mental y físicamente mi prioridad siempre sería mantener a salvo a Allison, aunque ella fuese la melliza mayor por unos cuantos segundos.
—Sky, no corras, podrías empeorar tu estado...
No le obedecí y aumente mis pasos, sin importarme mis piernas ni mis botas.
No tardamos mucho en adentrarnos al vestíbulo, al mismo tiempo que ambas entrábamos la puerta frente a nosotras se abría y de ahí salían Scott y Stiles, uno más agitado que él otro. Solté a mi hermana, recargando mis manos sobre mis piernas, sintiéndome peor que antes pero sabiendo que Allison ya estaba a salvo con, al menos, dos hombres por aquí.
—¿Por qué vinieron? ¿Qué hacen aquí? —mi pecho subía y bajaba con fuerza, mientras que sentía que no solo mi cara ardía, si no que ahora también lo hacía mi cabeza y mis manos.
Sentía la mirada de Scott sobre mi, sus ojos achocolatados me observaban sin disimulo alguno y al poco tiempo me di cuenta que Stiles también lo hacía.
—Porque tú me lo pediste —alegó mi hermana, mientras que yo intentaba recobrar mi postura a duras penas.
—¿Yo te lo pedí?
Si, baboso. Y no solo a ella, a mi igual.
Allison asintió y sacó su teléfono de su chaqueta, mostrándole el mensaje que ya nos había mostrado a Jackson y a mi una hora atrás más o menos.
—¿Por qué presiento que tú no enviaste los... hm, digo, ese mensaje? —inquirí, cruzándome de brazos en un intento de mantenerme de pie.
—Porque no lo envíe yo —negó Scott, antes de mirarme—. Skylar, estas pálida. ¿Qué te paso?
Negué, restándole importancia. Nos odiamos, no creo en su preocupación repentina.
—¿Condujeron hasta aquí? —preguntó Stiles, colocándose a mi lado y sin que él lo pensara mucho pasó un brazo por mi cintura e hizo que recargara todo mi peso en él.
Vi como Scott ladeaba la cabeza en nuestra dirección y cerraba levemente sus ojos, quizás confundido por lo que Stilinski había hecho.
Aunque lo que más me sorprendía era su desesperación, se veían agitados y asustados. ¿Pues que está pasando?
—Jackson nos trajo —respondió Allison.
—¿Él está aquí también?
Asentí rápidamente, poniendo una mueca al sentir que mi cabeza volvía a dolerme ante ello—. Y Lydia también, ¿qué sucede? ¿Quien envió ese mensaje?
Ahora el teléfono de Allison sonó, y no tenía que ser un genio para saber quien era.
—¿Dónde están? —preguntó rápido mi hermana. No pasaron ni dos segundos cuando la puerta se abrió de par en par haciendo que Stiles y Scott se tensaran hasta que vieron que por la puerta se adentraron Lydia y Jackson.
—Finalmente. ¿Podemos irnos ahora? —habló Lydia, guardando su teléfono en su bolsa. Me miró—. Dios, Sky. Si no te viera de pie diría que está muerta de lo pálida que estás.
Sonreí sarcásticamente—. ¿Enserio, Lydia? No me había dado cuenta, de verdad.
Apenas termine de hablar un par de ruidos encima de nosotros comenzaron a oírse, como si fueran pasos entre los conductos de ventilación.
Mis piernas flaquearon y casi me caigo encima de Stiles si no fuera por que el chico de ojos achocolatados con unos reflejos muy rápidos –para mi muy grande sorpresa– llego hasta mi y volvió a hacer que me estabilizara en el suelo.
—Tendré que cargarte, princesita —apenas y podía oírlo con claridad cuando pasó sus brazos por debajo de mis muslos y me alzó del suelo, cargándome—. ¡Corramos!
Las manos de Scott se aferraron a mi cuerpo para no dejarme caer al suelo mientras corrían, y yo, que ya estaba más para allá que para acá, no tuve de otra que dejar caer mi cabeza sobre el hombro de McCall: si, estaba tan mal y posiblemente moribunda que dejaba que Scott me cargase.
No sé si estaba alucinando, pero juro que podía oír gruñidos y pisadas muy fuertes detrás de nosotros. Quizás solo se trataba de los efectos secundarios de no tomar mi medicamento: como esas visiones extrañas de las tijeras, hilos y la voz terrorífica.
Nos adentramos a uno de los salones que estaban en la segunda planta del instituto, Jackson se encargó de cerrar la puerta con seguro mientras que yo podía oír como los corazones de todos latían con rapidez, hasta el mío. ¿Será esto normal o también ya es un efecto colateral?
Scott me guió hasta uno de los pupitres y me sentó ahí con cuidado de que no me cayese en el intento. Todavía podía sentir que todo me daba vueltas, por lo que cuando iba a caerme sostuve lo que se encontraba delante de mi: el brazo de Scott.
El muchacho volvió a acercarse a mi y me tomó por los hombros, analizando mi rostro que debería de estar para los perros en estos instantes. No sabía bien que era lo que me tenía de este modo, pero no era para nada bonita toda esta sensación.
—Sky, no cierres los ojos o será peor —le oí decir—. Ayúdenme a colocar las sillas en la puerta.
Jackson movió el escritorio hasta que la puerta fue bloqueada, ¿qué era de lo que exactamente huíamos?
La pregunta no salía de mis labios, era como si estuviera atorada dentro de mi garganta. Los ojos de Scott se posaron en los míos fijamente, ahora no había ni un solo rastro de diversión, enojo o sarcasmo: esta vez había mera preocupación al mirarme.
—¿Qué fue eso? Scott, ¿qué fue eso? —la voz de Allison me hizo volver a la realidad. Quite mi mirada de la de él chico delante mío y mire a mi hermana que observaba con el ceño fruncido en nuestra dirección.
—¿Qué salió del techo? —inquirió la pelirroja esta vez.
—Ayuden a Jackson con las sillas —fue lo único que respondió Scott, que aún seguía delante de mi—. Ya son muchos desmayos, Sky. ¿No les preocupa a tu familia?
Negué—. Es normal, solo... necesito tiempo —respire profundamente—. Ve a ayudarles, estaré bien.
—No voy a dejarte aquí sola con este estado —se negó—. Si, no tuvimos el mejor comienzo y quizás seas molesta con tu sarcasmo pero no voy a dejarte sola, Skylar.
Trague duro al oírlo, mientras que en mi mente la voz lúgubre y misteriosa comenzaba a reproducirse.
Hilandera... tu verdadero destino está a la vuelta de la esquina, déjalo salir.
—Chicos... ¿podríamos aguardar un segundo? —oí a los lejos a Stilinski, lo que me hizo volver a la realidad. Scott me miraba preocupado ante mi mirada perdida repentina—. Chicos, escúchenme... ¿podemos esperar un segundo? ¿Chicos? Stiles les habla. ¿Podemos aguardar un segundo, por favor?
Bufé y tome aire—. ¡Oigan!
Jackson, Lydia, Allison y Stiles miraron hacia acá. Stilinski lucia agradecido y eso podía verse en su expresión algo más relajada.
—Gracias Sky —intente sonreírle, aun que creo que salió más como una gran mueca—. Esta bien, lindo trabajo. ¿Qué deberíamos hacer con casi 6 metros de pared con ventanas? —mi mueca creció. El pelón tenía un muy buen punto.
—¿Alguien podría explicarme que es lo que sucede? Porque estoy muerta de miedo —alegó Alison mirando hacia acá, donde estábamos Scott y yo con algo de recelo. ¿Ahora que le sucedía? ¿No ve que me estoy medio muriendo por aquí?—. Y quisiera saber por qué.
—¿Scott? —esta vez yo hablé, logrando que me mirara de nuevo. Sus parecidos ojos a los de un cachorro volvieron a examinarme antes de recargarse en el pupitre a mi lado, pasando sus manos por su rostro. Parecía confundido, aún que podía oler algo de miedo emanar de él.
—Alguien asesino al conserje —admitió Stiles, haciendo que mi mirada recayera sobre él, asustada.
¡Yo sabía que no teníamos que estar aquí!
—¿Qué?
—Si, el conserje está muerto.
Baje la cabeza, sintiendo como todo mi cuerpo se tensaba. Si, tenía mucho miedo, pero también me sentía muy mal. Una pésima combinación si me lo preguntan.
—¿De qué habla? ¿Es una broma? —masculló mi melliza, quien se oía aún más alarmada que antes.
—¿Qué? ¿Quien lo hizo? —intervino Jackson.
Ninguno de los dos respondió, aquello lo hacía aún peor. ¿No sabían que era lo que nos acechaba?
—No. Se suponía que esto ya se había terminado —habló Lydia—. El león de montaña...
Jackson negó—. No, ¿no entienden? No existe ningún león de montaña.
—¿Quien fue? —repetí yo la pregunta, alzando mi cabeza una vez más. Esta vez sentía que mis mejillas ardían, de esas veces en las que sabes que están rojas y que tu misma te sientes caliente en esa zona—. ¿Qué quiere?
Pase una de mis manos por mi rostro, echando hacia atrás todo mi cabello. Esto no estaba para nada bien, estaba lejos de estarlo de hecho.
—¡Scott! —grito Alison, desesperada.
—No lo sé —respondió el muchacho a mi lado—. Yo solo... si salimos, no va a dudar en asesinarnos.
—¿A nosotros? ¿Nos asesinará? —inquirió Lydia, estupefacta.
—¿Quién? —pregunte, sintiendo mi garganta seca. Sentía una sensación extraña, como si fuera un sexto sentido o algo por el estilo, la cosa es que no era agradable sentirlo—. ¿Quién es? ¡El nombre, McCall! ¡Di el maldito nombre!
Ninguno de los dos respondió por un par de segundos –que se sintieron eternos– hasta que Scott se giró hacia el resto, luciendo decidido a soltar el nombre.
—Es Derek. Derek Hale.
Fruncí el ceño, confundida. ¿Aquel hombre moribundo que me topé en mi casillero el primer día de clases por aquí es no sólo un drogadicto, si no que también un asesino?
—¿Derek asesinó al conserje? —masculló Jackson, confundido.
—¿Estas seguro? —preguntó Alison.
—Yo lo vi.
—El león de montaña...
La imagen de la bestia en el teléfono de la pelirroja me regreso a la cabeza, provocando que un temblor se hiciese presente en mi pierna. Un tic nervioso.
—No, Derek los asesinó.
—¿A todos?
—Si, empezó con su propia hermana y estamos seguros de que no actúa solo —fruncí más el ceño. ¿Quien podría ayudarle al loquito?
—¿Al conductor del camión?
—Y al de la tienda de videos —intente asimilar, murmurando lo que ocurrió días atrás.
—Todo el tiempo fue Derek —Scott me miró una vez más—. Él está aquí con nosotros. Y si no salimos ahora... nos asesinara también.
Eso no resulta reconfortante en ningún aspecto posible.
ME PARÉ DE MI SITIO NOTANDO EL COMO SCOTT EXTENDÍA UN POCO SUS BRAZOS, en un intento de si me tambaleaba lograr sujetarme, pero al ver que no ocurrió, los bajo de nuevo a sus costados. Me crucé de brazos y me dirigí hacia Stiles, siendo seguida por McCall, quien parecía perro regañado detrás mío.
—Llama a la policía —habló Jackson en dirección a Scott una vez los seis estuvimos reunidos en el círculo.
—No —negó rápidamente Stiles.
Alce una de mis cejas, curiosa.
—¿A qué te refieres con "no"? —farfulló Jackson.
—Que no. ¿Te lo dijo en inglés? —seguía confundida—. No. Derek ya asesinó a tres personas, ¿si? No sabemos con qué está armado ni quien está con él.
—Tu padre está armado con todo el departamento del alguacil —esta vez comprendí todo: Stiles se negaba por miedo, miedo a que algo le sucediese a su padre—. Llámalo.
—Yo llamaré —se adelantó a decir Lydia, quien ya comenzaba a teclear en s teléfono el número de la policía.
—No, Lydia, ¿aguardarías un segundo? —Stiles intentó avanzar hacia Lydia pero Jackson no lo dejó.
Scott dejó de ser por unos segundos mi guardaespaldas y fue a su amigo para intentar calmarlo.
—Si, estamos en la secundaria Beacon Hills —oí a Lydia, quien seguramente ya hablaba con la policía—. Estamos atrapados, y los necesitamos... —la expresión de Lydia no reflejaba algo de tranquilidad, al contrario, su ceño se contrajo— pero... —se quitó el celular del oído y nos miró estupefacta—. Me colgó.
—¿La policía te colgó? —soltó incrédula mi hermana.
—Dijo que les informaron que recibirían bromas respecto a una irrupción en la escuela —relató de manera rápida—. Dijo que si volvía a llamar, me arrestarían.
—¡Pues llama de nuevo! —grito Allison.
—No, ellos no rastrearán un celular —alegó Stiles, a mi lado—. Enviarán una patrulla a tu casa antes de venir aquí.
—¿Qué...? ¿Qué...? ¿Qué es esto? —balbucee, ocultando mi rostro entre mis manos, nerviosa—. ¿Por qué Derek, a quien no conozco pero él parece si conocerme a mi, con aspecto de ser un drogadicto y lo que sea que le ayuda quieren asesinarnos? ¿Por qué asesinan gente?
Ni Scott ni Stiles nos miraron. Esta vez, nosotros los miramos a ellos, bueno, más a Scott que a Stilinski.
—¿Por qué todos me miran a mi? —inquirió él.
—¿Él le envió el mensaje a ella? —dudó Lydia y yo me estremecí.
Si Derek le envío el mensaje a Allison, ¿por qué me lo envío a mi también? ¿Por qué nos quiere aquí? Bueno, más bien, ¿por qué me quiere a mi aquí?
—No —negó Scott, mirándose con Stiles—. Es decir, no sé.
—¿Él llamó a la policía? —preguntó Allison.
—¡No lo sé!
—Está bien. ¿Por qué no nos relajamos un poco? —Stiles tomó por los hombros a Scott y lo llevó un poco lejos de nosotros.
Masajee el puente de mi nariz con la cabeza gacha y mi mano libre sobre mi cadera, mientras mantenía mis ojos cerrados, buscando relajarme.
Sentía algo quemándome el pecho, y no sabía si la sensación era agradable o espantosa.
«Hilandera, déjalo salir. Deja salir lo que te quema, deja salir tu Phoenix interior»
No quería abrir los ojos. No cuando todo estaba oscuro y esa voz helada y siniestra me susurraba al oído cosas sin sentido alguno.
Quizá me estaba volviendo loca, quizá comenzaba a perder la cabeza.
No supe cuánto tiempo estuve en esa posición, buscando tranquilidad –que jamás llegó– pero la voz de Jackson se interpuso ante esa tranquilidad y yo.
—Está bien, imbéciles. Cambio de planes —abrí poco a poco mis ojos, sintiendo que el ardor se volvía aún más intenso, podía sentir como mis ojos comenzaban a lagrimearme por aquel ardor, como si algo quemado se metiese por entre estos—. Stiles llama a su padre inútil para que envíe a alguien armado e idóneo. ¿Estamos de acuerdo con eso?
Nadie dijo nada por un par de segundos hasta que la voz de Scott resonó en el lugar.
—Él tiene razón —abrí mis ojos de par en par a pesar de la quemazón en estos—. Dile la verdad si es necesario, sólo llámalo.
Stiles boqueó un par de veces antes de mirar estupefacto a su amigo—. No veré como se comen a mi padre.
¿Eh?
Al parecer nadie le prestó importancia a lo que dijo, o quizás nadie le había oído más que Scott y yo, y eso que no estaba ni cerca de ellos.
—Está bien, dame ese teléfono.
Ahogue un grito cuando Stiles le pego un puñetazo a Jackson en cuanto esté se adelantó hacia él lo suficiente para poderle quitar el teléfono.
—¡Jackson! —chillo Allison, quien fue hacia él para ayudarle a estabilizarse—. ¿Estás bien? Oye, ¿estás bien?
Caminé hacia Stiles y le puse una mano sobre el hombro al ver que seguía removiéndose un poco en los brazos de Scott. En cuanto mi tacto hizo contacto con el hombro de él este se calmó pero soltó un pequeño jadeo de dolor.
—Skylar, ¿estas bien? Vuelves a arder en fiebre —masculló Stiles, mirándome a mi y a Jackson varias veces, a este último completamente sorprendido ya que le había pegado un puñetazo.
Asentí como pude, mintiéndole—. Si, solo... necesito descansar.
Stiles junto sus labios en una fina línea antes de darse media vuelta y sacar su teléfono de su bolsillo, esta vez dispuesto a llamar a su padre.
—Papá, hola, soy yo —hablo a través del teléfono—. Y este es tu buzón de voz. Devuélveme el llamado ahora. Ahora mismo.
El sonido de las puertas trabadas intentando ser abiertas resonaron por todo el enorme y oscuro salón.
Di un respingo en mi sitio del susto, provocando que diese un paso hacia atrás y que mi mano terminase unida con la de Scott McCall, quien no tardó en sostener mi mano al ver el susto que las puertas me habían metido.
No intente separarme, estaba que temblaba del susto y más aparte, de todo ese ardor que poco a poco se encaminaba a todo mi cuerpo.
Lydia caminó hacia nosotros a paso rápido, colocándose junto a Jackson y mi melliza. Yo seguía junto a Scott, quien me puso un poco más atrás que el resto y Stiles estaba enseguida de mi.
—Estamos en la escuela, ¿si? Estamos en la escuela —Stiles bajo su teléfono de su oreja justo cuando los tornillos de la puerta se cayeron de los fuertes sacudones que Derek le metía a la puerta—. La cocina, la puerta conduce a las escaleras.
—Que sólo suben —masculle.
—Estar arriba es mejor que aquí, peli-peli.
Los seis emprendimos camino a la puerta de la que Stiles hablaba con ganas. Ni siquiera sabía que, aún estando débil, podía correr de este modo y no creo que estar siendo sujetada de la mano con Scott tuviese algo que ver.
Subimos las escaleras lo más rápido que nuestros pies nos lo permitían sin mirar en ningún momento hacia atrás, ya que según nuestra lógica, el que mirara hacia atrás era el que iba a morir: y yo no quería morir todavía.
Entramos al salón de química en cuanto descubrimos que la puerta de dicho salón estaba abierta.
Solté la mano de Scott y permití que él pusiese el recargo de la silla contra la manija de la puerta.
Allison me miraba recelosa aún, con su pecho subiendo y bajando por haber corrido todos estos metros. Cuando me intente acercar esta simplemente giró el rostro hacia otro lado, ignorándome.
¿Está enfadada por que su novio me está ayudando a no morirme? Por que si es así, no habla bien de ella.
El sonido de una respiración fuerte y bastante ruidosa ante mis oídos muy sensibles se dejó oír en el inicio del pasillo. Quise asomarme por el ligero cuadro de cristal que había en la puerta, pero la mano de Stiles me atrajo a él y a Scott dejándome en medio de ellos mientras negaba con la cabeza en señal de que me quedase quieta en mi sitio, sin asomarme.
Tiene lógica.
Lleve una de mis manos a mi pecho y la otra la conduje a mi boca y nariz, en un intento de cubrir mi muy acelerada respiración: ¿como no sé si Derek también sufre de oídos sensibles y me oye, eh?
Aunque finalmente todos pudimos respirar tranquilamente cuando la sombra de una persona pasó frente a la puerta del salón sin detenerse, los pasos fuertes y seguros de Derek se alejaron de aquí poco a poco.
Más aún no era seguro.
—Jackson, ¿cuántos entran en tu vehículo? —inquirió Scott hacia Jackson, quien estaba frente a mi junto a Lydia y Allison.
—Seis, si uno viaja en las piernas de otro —informó el rubio.
Lo mire con una ceja alzada—. ¿Seis? Si Allison y yo apenas y cupimos atrás.
—No importa. No hay salida sin llamar la atención —alegó Stiles.
—¿Qué tal ésta? —Scott señaló una puerta que estaba detrás de nosotros. Seguí a Scott y a Stiles con la mirada—. Ésta conduce al techo. Vamos de la salida de incendios al estacionamiento.
Caminé hacia ellos, intentando no irme chueco de repente –que eran esos pequeños instantes en los que toda mi vista se volvía borrosa– y me puse entre los dos, señalando con mi cabeza la puerta—. Es un cerrojo de seguridad, babosos.
—Y ya volvió la insoportable que conozco —sonreí falsamente hacia Scott, quien cerró los ojos por unos momentos antes de abrirlos de par en par—. El conserje tiene una llave.
—Te refieres a su cadáver —hice una mueca.
Lleve una mano a mi boca y di una arcada, ambos chicos me observaron expectantes y con un deje de preocupación.
—Si van a hablar de cadáveres mejor iré con el resto.
Les hice una seña de amor y paz –que no sentía en realidad– y caminé hacia mi hermana y mis dos amigos. Llegue a la par de Lydia y recargue mis manos en el pupitre, echando mi cabeza hacia abajo, cerrando mis ojos con fuerza, pensando en otra cosa que no fuese sangre, cuerpos o algo que se le pareciese.
—Iré por la llave y Skylar vendrá conmigo.
Abrí mis ojos de par en par y alce mi cabeza de golpe, jadeando de dolor cuando sentí que mi cuello emitió un sonido no muy bueno.
—¿Hablas en serio? —masculló Allison, quien no se oía nada feliz por lo que su novio dijo.
Quisiera que fuese por que esta diciendo que me llevará al peligro y no porque piense que quiero quitarle al novio.
Iu.
—Es el mejor plan. Alguien debe hacerlo para salir de aquí.
—¿Y mi hermana que tiene que hacer para que la lleves contigo?
Scott boqueó como un pez un par de veces hasta que Stiles, a su lado, hizo un sonido extraño con su lengua al igual que chasqueaba sus dedos—. Sky tiene sus sentidos algo desarrollados por alguna extraña razón, puede ayudar a Scott a... ¿saber si están cerca o no?
—Si, no quiero ir —negué—. Por si no lo notaron, me fui de su plática porque incluía sangre: no quiero ver el cuerpo del conserje, gracias —Stiles me miró suplicante y volví a negar—. No, no, y no. Además, mis sentidos no están desarrollados: solo son...
—Sensibles, si —se adelantó Scott a terminar mi frase, provocando que lo mirase mal—. Nos caemos mal, pero queremos salir de aquí rápido y a salvo.
Mire a Jackson y a Lydia, después a Stiles y a mi hermana. Detuve mi mirada en esta última, sintiendo terror de perderla aquí por el loco y el otro loco que le ayuda. No sabría que haría sin Allison, no creo que pudiese llegar a sobrevivir sin mi melliza, sin mi otra mitad.
Bufé—. Que quede claro que esto lo hago por Allison —Jackson y Lydia me miraron mal—. Y por Jack y Lyds también.
La mirada fulminante de Allison hacia mí se suavizó ante mis palabras.
No, no iba a hacerlo por gusto, no iba a pasar tiempo a solas con Scott por que fuera de mi agrado, más bien iba a ser para salvarla. Para mantenerla a mi lado a salvo.
—No van a salir sin ninguna arma —alegó mi melliza, intercalando su mirada de su novio a mi y viceversa.
Scott tomó lo primero que encontró a su lado, lo cual fue un palito súper delgado con un señalador en la punta.
Suspire y golpeé mi frente –arrepintiéndome porque a los pocos segundos, la cabeza comenzó a dolerme mas– sin creer lo que Scott había tomado—. No saldré a enfrentarme a un asesino con este idiota como acompañante.
—Cállate, princesita primorosa. Es mejor que nada —bufo Scott, entrecerrando los ojos hacia mi dirección.
—Debe haber otra forma —se adelantó a decir Stiles al ver que abría la boca para responderle a Scott. Rodee los ojos y me crucé de brazos, quejándome por lo bajo al sentir esta vez el ardor en mi pecho.
—La hay —informó Lydia, mirando todos los frascos en el estante junto a Scott y Allison repleto de químicos.
—¿Qué haremos? ¿Arrojarle ácido encima? —soltó sarcásticamente el de lunares.
—No —negó la pelirroja—. Armar una bomba. Tenemos todo lo necesario para hacer una bomba Molotov autocebante.
—Autocebante... —murmure.
—Una bomba Molotov —afirmó Lydia, a mi lado. Todos la miraron, mientras que yo me perdía en mi quemazón interior—. ¿Qué? Lo leí en alguna parte.
—Tampoco tenemos la llave para eso —farfulló Stiles, señalando el estante bajo llave.
Jackson suspiró y dirigiéndome una pequeña mirada tomó un estuche cercano y golpeó el estante, rompiendo el vidrio y dejando que Lydia comenzase con su magia.
Era guapa e inteligente, completamente mi tipo si la chica no fuese heterosexual.
NI YO MISMA SABÍA COMO HACER UNA BOMBA –Y ME CONSIDERABA BUENA EN QUÍMICA–, pero ya puedo ver que la mejor en química es Lydia. Y si, sonare algo egocéntrica pero vamos, las pelirrojas somos inteligentes por naturaleza.
—Jackson, pásame el ácido sulfúrico —indicó la pelirroja a su novio.
Observaba todo con los brazos en jarra mientras estaba en medio de McCall y Stilinski, viendo trabajar a Lydia.
Jackson le pasó el ácido sulfúrico a la pelirroja y está lo vertió en la mezcla, la cual, me extendió tras terminarla.
Dudosa extendí la mano y tomé aquel líquido, sintiendo que los nervios me recorrían por completo. No, ir con ese idiota de Scott no me tranquilizaba: no sabía cual de los dos estaba más asustado y no era buena señal.
—No. Esto es una locura, no pueden hacerlo. No pueden salir.
Trague el nudo de mi garganta y baje la mirada al notar como los ojos de mi melliza se cristalizaban.
—No podemos sentarnos a esperar ayuda del padre de Stiles —alegó Scott.
—Podrían morir. ¿No lo entienden? —apreté los puños, sintiendo que aquel cristal que llevaba consigo la bomba chillaba bajo mi fuerte agarre—. Ya ha asesinado a tres personas.
—Nosotros somos los siguientes —interrumpió McCall a mi hermana—. Alguien debe hacer algo.
Iba a avanzar junto a McCall, pero al ver que mi hermana se acercó a él, preferí darles espacio, quedándome en mi sitio.
Giré la cabeza hacia otro lado, en un intento de ignorar el hecho de que su conversaciones privada no lo era para mi.
—¿Estas segura de que vas a ir con él? —mire a Jackson junto a mi y asentí—. Creo que está llevándote directamente al matadero, Sky.
—No es buen mentiroso —susurre en su dirección, mirando de reojo a Stiles quien observaba en nuestra dirección con curiosidad—. Quiero saber en que está metido realmente, saber si es cien por ciento seguro que mi hermana esté con él. Él ha mentido toda la noche, si voy... —vacile por un momento— veré de una forma u otra que esconde, tanto él como Stilisnki.
Mi propósito no era ser la mala aquí, ni utilizarlo, o bueno, en parte sí que iba a usarlo para tener información, pero con una buena razón: proteger a mi hermana.
«Su destinó esta hilado... tu serás quien termine de cortar los lazos que la unen a este mundo».
Un escalofrío recorrió mi columna al sentir que volvía en si, con la mirada de Stiles, Lydia y Jackson fija en mi, en busca de alguna señal que les indicase que estaba por desmayarme o algo que se le parezca.
Claro que no me miraban solo por eso, me di cuenta que evitaban observar a Allison y a Scott besarse. Yo resulte ser la excusa perfecta para evitar que la incomodidad se hiciese presente en el lugar.
Hasta que Scott se separó de ella con suavidad.
—Skylar —mire rápidamente a Scott al ser llamada por él. El McCall asintió en mi dirección—. Vamos.
Relamí mis labios y sin más, avancé a su lado. Quede frente a mi hermana, la cual lloraba. Allison al tenerme delante no dudó en abrazarme y yo no pude ni resistirme a ello, verla llorar me dolía y mucho, pero si esto la salvaba y me ayudaba a saber porque mentía Scott lo recompensaría.
—Sigues ardiendo —quite las lágrimas de las mejillas de Allison e intente darle una sonrisa—. Por favor... Sky, por favor no vayan, no me dejes sola.
Pestañee un par de veces, intentando retirar el rastro de lágrimas que se comenzaban a formar en mis ojos—. Prométeme que si sucede algo, vas a correr y no vas a mirar atrás.
—Sky, yo no puedo...
La interrumpí—. Promételo, Allison.
—L-lo prometo —volvió a sollozar y yo asentí hacia Lydia para que pudiese cuidarla y consolarla.
Le extendí el recipiente con la bomba a Scott y salí del lugar con él siguiendo mis pasos de cerca.
«Estas reuniéndote con tu destino, hilandera. Este lugar está apunto de arder».
EL PASILLO OSCURO Y SILENCIOSO NO AYUDABA CON LOS TEMBLORES DE MIS MANOS, mi respiración estaba agitada y mis pasos eran torpes. Aveces me pongo a pensar lo increíble que es el miedo y lo mucho que puede hacer sobre ti, todo ese poder que controla cuando aparece me resulta sorpréndete y a la vez, me asusta más.
—Camina detrás mío —murmuró el chico a mi lado sobre mi oreja.
Sonreí burlona –reacción del miedo, lo siento– y alce una ceja en su dirección—. Y en caso de que Derek aparezca repentinamente detrás nuestro, que me mate a mi, ¿verdad?
Scott, aún en medio de la oscuridad, me miró con severidad y tomó una vez más en la noche mi mano, produciendo una especie de electricidad en todo mi cuerpo ante ello.
—De pronto así me de cuenta si ya no estás a mis espaldas —susurro de aquel mismo modo—. Sigamos.
Cruzamos hasta el final del pasillo del segundo piso y, dirigiéndonos una muy pequeña pero significativa mirada, no tardamos en comenzar a bajar los escalones delante nuestro y sin más, seguimos caminando por el siguiente pasillo que se nos presentaba.
Cada paso que daba me hacía sentirme más asustada, y quizás el moreno se percataba de ello ya que brindaba leves apretones a nuestras manos unidas, cosa que aunque no me gustara admitir me transmitía una paz extraña acompañada con una enorme ola de tranquilidad y seguridad.
—No puedo creer que sigas ardiendo en fiebre —musitó McCall antes de adentrarnos poco a poco al lugar en donde se practicaban algunos deportes. Les diría el nombre del lugar, pero como tengo miedo mi mente está cerrada: nimodo—. Siento que fue una mala idea traer a una moribunda aquí.
Lo mire fulminante—. Sigo siendo capaz de meterte un golpe si me provocas, idiota.
Scott paró su andar en seco y, por ende, yo también me detuve dándome un buen golpe en la nariz cuando esta dio contra su espalda.
—¡Au! Mi nariz —me queje por lo bajo, dándome cuenta que él no se burlaba de mi desgracia. Entonces, como acto de reflejo, comencé a olfatear el aire, formando una mueca de repente: olía a muerto, literalmente—. Dios mío, apesta a perro muerto.
—Deja de quejarte, princesita.
Seguí la mirada de McCall mientras me preparaba para fingir indignación por que me llamo dramática, pero entonces me percaté que su mirada estaba puesta dentro de la oscuridad de las gradas.
—Tendrás que confiar en mi —me tendió su mano antes de dirigirme una mirada—. ¿Puedes hacerlo?
Lo dude unos cuantos segundos, pero termine por aceptar la mano que él me extendía cuidadosamente—. Confiaré en ti, McCall.
Dio un ligero apretón a nuestro agarre y nos adentró entre los barrotes de las gradas con mucho sigilo. Seguimos el camino unos cuantos segundos –yo sin saber a donde me llevaba él– hasta que un sonido a mis espaldas nos alarmo e hizo que girásemos nuestras cabezas en aquella dirección.
En cuanto no vimos nada, decidimos seguir nuestro andar.
Así seguimos unos cuantos pasos más hasta que, para mi desgracia, un aroma a putrefacción lleno mis fosas nasales, por lo que detuve mi andar y por ende, haciendo que Scott también dejase de caminar.
—¿Qué sucede?
Lo mire confundida—. ¿No hueles? —el olfateo el aire pero aún así, negó—. Apesta a perro muerto y a sangre, será mejor irnos de aquí. Me siento como un gato enjaulado.
Scott, quien me miraba ligeramente con sorpresa, asintió y se dispuso a que reanudáramos nuestro andar, esta vez hacia la salida, pero algo de nuevo lo evitó.
Algo que goteaba de arriba terminó por caer sobre mi mejilla. Jale a Scott para que no caminara y cuando quise limpiar mi mejilla, me di cuenta que no era agua o algo que me imaginaba, en su lugar, el olor metálico de sangre inundó mis fosas nasales y al ver el color de mi dedo índice, vi que no estaba loca.
Al parecer ahora era común que sangre goteara de las bancas de la escuela.
—Scott, ¿qué...?
Cuando mire asustada a Scott, me percaté que él no me miraba a mi sino más bien sobre mi. Seguí su mirada y en cuanto visualicé lo que él, ahogue un grito, amortiguándolo con mi mano libre.
El cuerpo del conserje estaba colgado sobre nosotros.
Y la sangre, por obvias razones, debía de pertenecerle a él.
—DEBES DE RESPIRAR, TRANQUILA —los ojos de Scott se enfocaron en mi esta vez: hasta ahora no me había dado cuenta que ya no respiraba de forma automática, aunque admito que me sorprendió que él se diera cuenta—. Ahí están las llaves, vamos.
—Dame la solución —extendí mi mano hacia el recipiente en donde yacía la bomba—. Supongo que el jugar Lacrosse te hace ágil, y debes trepar para conseguir las llaves.
Scott asintió, con duda me extendió la bomba y él trepó hasta donde estaba el cuerpo del conserje. Mordisquee con nervios mi labio al ver que no alcanzaba las llaves, y cuando sus dedos comenzaron a rozar estas, un ruido sordo lo interrumpió.
—¿Scott? —lo llame alarmada al darme cuenta que las gradas se comenzaban a cerrar entre sí—. ¡Scott!
De un momento a otro, Scott ya tenía las llaves y no sé cómo pero, logramos salir apenas de entre las gradas antes de que estas terminaran por hacernos papilla. Rodee por el suelo junto a él, Scott me abrazó por la espalda e hizo que cayese sobre él para evitar que me terminara golpeando.
Nuestros pechos subían y bajaban con mucha rapidez, quizá por toda esa adrenalina que sentíamos. Una de mis manos reposaba sobre su pecho mientras que la otra seguía sosteniendo con firmeza la solución de la bomba, sus manos me tenían completamente rodeada por mi cintura y sus ojos estaban sobre los míos, al igual que los míos estaban sobre los suyos.
Supongo que aún no será el tiempo de que la batalla entre el azul de mis ojos y el café de los suyos termine.
Una ola de electricidad me invadió de un momento a otro lo que hizo que me separara de él rápidamente. Miento si digo que él no sintió aquella pequeña electricidad, podía vérsele en los ojos.
Me senté sobre el suelo y pase mis manos por mi hebras anaranjadas que en algún punto de la rodada que nos dimos, terminaron soltándose de mi coleta.
—Skylar, atrás de mi.
—¿Qué?
—¡Atrás de mi, Sky!
La mano de Scott se aferró a la mía de nuevo e hizo que me pusiera de pie en un salto, colocándome detrás suyo tal como él lo quería. Enmudecí al ver lo que teníamos de frente, y entonces, el miedo se apoderó de mi.
Era una criatura grande, quizás poco más grande que un lobo de montaña, tenía una joroba salida visible y unas orejas puntiagudas. Sus dientes salían de entre su boca, aquello me estremeció pues parecía una amenaza hacia nosotros, aunque algo más llamó mi atención.
Sus ojos.
Sus ojos eran de un rojo brillante.
Como en la foto que apareció en el teléfono de Lydia.
—Scott, ¿qué es eso?
El McCall me miró sobre su hombro—. Vas a tener que guardarme un secreto, princesita —volvió su mirada al frente—. Vamos, ven por mi.
Aquella bestia comenzó a correr hacia nosotros, por lo que no dude en que mi cerebro reaccionara y hice lo primero que se me ocurrió: tirarle la bomba.
Aunque aquello no le hizo daño, ni siquiera había explotado: creo que más que nada, lo enojé más.
—Mierda —nos quejamos a la vez McCall y yo al ver que la bestia volvía a correr hacia nosotros.
Scott me miró y cuando esa bestia se acercó más, habló—. Lo siento.
Me lanzo hacia el otro extremo del lugar al mismo tiempo que la bestia hacía lo mismo con él, solo que esta vez, se quedaba encima de su cuerpo, con el hocico muy cerca del rostro de Scott.
Mi espalda chocó contra las gradas ya recogidas, causándome un gemido por el impacto. Recargue mi cabeza en esta, aún con mis ojos cerrados por todo el dolor que comenzaba a expandirse por mi cuerpo.
El que menos soportaba era el dolor de cabeza, ya que ahora dolía más fuerte que antes. Solté un ligero quejido y lleve una de mis manos a esta, intentando saciar un poco todo lo que sentía: eso jamás pasó.
La voz tétrica hizo acto de presencia y esta vez, repetidas veces. No solo una voz llenaba mi cabeza, ahora parecía que se había multiplicado de pronto y ahora me torturaba de peor forma desde mi propio cerebro.
Aquel animal soltó un aullido tan fuerte que creí que iba a romperme los tímpanos.
Lleve mis manos a mis oídos, intentando dejar de oír tanto aquel aullido como las voces, aunque jamás cesaron, es más, parecían incrementarse en mi cabeza con el pasar de los minutos.
Solté un grito al ver en mi campo de visión como, entre la oscuridad de mis ojos, podía ver una silueta dando un par de vueltas alrededor de un árbol junto a otras dos siluetas, una de ellas tenía una rueca, otra un par de hilos entrecruzados y la que más llamó mi atención llevaba unas tijeras finas y largas entre sus dedos.
Aquella silueta alzó la cabeza en mi dirección, sentí que otro alarido de dolor abandonó mi garganta al ver las cuencas de sus ojos vacía.
—Ya estas lista, hilandera —de un momento a otro ya la tenía detrás mío, pasando la punta de sus tijeras por mi mejilla—. Saca la llama de tu interior, incéndialo todo, y corta los hilos.
Abrí mis ojos de par en par, de nuevo estaba en el gimnasio del lugar, con los gritos de Scott de fondo.
Mentiría si digo que me siento bien, ya que es todo lo contrario puesto que mi cuerpo me pide dormir y cerrar los ojos, pero el ver a Scott en aquella posición me convence de alzarme del suelo e ir en su ayuda.
Todo mi alrededor me da vueltas, siento como todo mi interior arde, jamás me había sentido tan jodida como ahorita. Mis manos temblaban, y de tan mal que iba no me percaté de dos cosas importantes:
1. El cambio en el color de las iris de mis ojos.
Y 2. El lugar en el que estuve muriendo y retorciéndome de dolor estaba de un color negro, similar al tono de algo que apagas tras estarse quemando.
—¿Scott? —me tire a su lado, e intente tocarlo, pero el repelo mi agarre y volvió a gritar—. ¡Scott! ¿Scott?
—Vete —logró mencionar en medio del dolor entrecortadamente—. ¡Vete Skylar!
—No —vocifere—. No me iré de aquí.
—¡Skylar! —rugió –para mi sorpresa– y alzó su cabeza hacia mi de forma ruda, provocando que soltara un grito ahogado por la sorpresa.
Scott estaba delante mío, con aún más cabello del que ya tenía, un par de colmillos y como si fuera poco, sus ojos ya no eran de ese color tierno achocolatado, no, esta vez eran de un amarillo brillante.
—¿Scott? —gruñó de nuevo, esta vez en mi dirección—. Scott, no. ¿Qué es lo que sucede?
Tenía la intención de rasguñarme, pero fui más rápida y detuve su mano en el aire. Scott –no sé si puedo llamarlo así– soltó un aullido doloroso y separó su mano de la mía.
Abrí mis ojos de más al ver que su muñeca estaba ampollada: como si hubiese tocado fuego y aquello no hizo mas que asustarme.
Lo queme.
Acabo de quemarlo.
Gruñó en mi dirección y, de nuevo mostrándome sus colmillos, intentó tirarse encima de mi: logre esquivarlo, pero no pareció gustarle aquello.
Caí de nalgas al suelo y comencé a arrastrarme lejos de él, quizá con el temor irradiando en mis pupilas.
Scott hizo el ademán de acercarse de nuevo a mi –tirarse encima de mi más bien– y yo volví a arrastrarme por el suelo, huyendo de él así.
Sus pupilas envueltas de un amarillo ámbar no me daban temor, pero quizá la forma en la que se me acercaba era la que si me asustaba.
Ese era Scott, a fin de cuentas.
Scott era un animal.
No cualquier animal.
Es un humano mitad animal.
Mitad lobo.
Es un... es un hombre lobo.
De repente termine sin escapatoria, literalmente entre la espada y la pared. Frente a mi estaba Scott McCall convertido en lobo, listo para atacarme en cuanto terminara de acecharme, y yo ya no tenía escapatoria.
Mi espalda pegó contra la pared de nuevo, esta vez con la diferencia de que tenía el rostro de Scott a pocos centímetros del mío, mientras gruñía en mi dirección.
—Scott —murmure, aún sin saber si me escuchaba o si estaba fuera de si, esperaba que si lo hiciera—. No sé si me escuchas, o si entiendes lo que te digo, pero lo que sea que aquella cosa te haya hecho debes controlarlo, si, no soy... lo que sea que seas ni nada que se le parezca, pero sé quien eres, y no eres alguien que podría hacerle daño a otra persona. Concéntrate, por favor y no vayas a matarme.
Su respiración volvió a ser bastante rápida, sus manos se cerraron en puños y bajo la cabeza: no sabía si tomarlo como buena señal.
—¿Scott? —apenas y encontré mi voz para llamarlo, sintiendo una opresión horrible en mi pecho.
Unos minutos después –que parecieron eternos– alzó de nuevo su cabeza, esta vez dejando ver sus ojos achocolatados normales, sus dientes habían vuelto a la normalidad al igual que su cabello.
—Ay, gracias a Dios.
No me contuve y por alguna extraña razón terminé echándome sobre él, abrazándolo para mi sorpresa. Scott, aún estupefacto, me rodeo con cuidado por la espalda, devolviéndome el abrazo.
—Aún estás ardiendo, Skylar —su voz contra mi oído hizo que mis bellos se erizaran.
Me separé de él tímidamente y tomé su muñeca con cuidado, la cual todavía mantenía una muy fea apariencia—. Ni siquiera sé cómo te hice esto.
—Te digo que estás ardiendo y... ¿te preocupa más por esto? —suspiro de forma pesada al ver que no hacía caso y asintió—. Tus ojos no eran azules, eran naranjas Sky. Me quemaste, por alguna extraña razón.
Relamí mis labios y negué—. No sé qué fue lo que sucedió Scott, y te mentiría si dijera que no estoy asustada.
—Te ayudaremos, Stiles y yo —atino a decir Scott quizás al ver que en verdad todo me aterraba—. Descubriremos lo que sucede contigo, lo prometo.
Los sonidos de las patrullas de policía llegando lleno mis oídos y una mayor calma me arraso.
Hilandera, hilandera. ¿Estas jugando con fuego, o tú eres el fuego?
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