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002. puppy's eyes

CAPÍTULO DOS
▬  ❝ ojos de cachorro ❞  ▬













LOS NERVIOS DEL PRIMER DÍA Y DE SER LA CHICA NUEVA LLEGARON A MI DE MANERA RÁPIDA AL SENTIR QUE TODAS LAS MIRADAS ESTABAN SOBRE MI, mentiría si dijese que no era incómodo que todos te mirasen como si nunca hubieran existido más chicas y chicos nuevos en Beacon Hills.

Bola de raros. Pensé con ironía, viendo como un chico que lucia un año o dos más grande que yo casi chocaba con un par de personas por quedarse con la mirada puesta en mi.

Rodee los ojos y abrí mi casillero sin muchas ganas, dejando lo innecesario pero tomando lo que si usaría durante mi periodo de clases hoy. Tenía sueño, pero el café en mis manos sería uno de mis aliados del día de hoy.

Las primeras clases ya habían acabado, para mi fortuna no tuve que pasar por la temible presentación –aún– que me ponía los pelos de punta de tan solo pensar en la vergüenza que se siente hacerlo.

—¿Donde está Scott McCall?

¿Cual es el afán de la gente con asustarme? Digo, no hay ni un solo día donde la gente deje de darme sustos que podían causar mi muerte con mucha facilidad.

Lleve mi mano hasta mi pecho con el ceño fruncido en dirección al hombre frente a mi, el pobre parecía que iba a morir literalmente. Estaba sudando y arrastraba los pies.

Bueno, supongo que... ¿ya le tocaba? ¡No sé que decirle a los moribundos con alucinaciones!

—Eh... —balbucee sin saber que decir—. No sé quién demonios es Scott McCall, señor, pero estoy segura que un hospital ayudaría más que un adolescente.

El señor frente a mi parecía que había visto a un fantasma por lo que terminé asustándome yo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué me ve así?

—Bueno —trague nerviosa—. ¡No fue un gusto, adiós!

—Skylar...

—Espere, ¿como sabe mi nombre?

¡Acosador! ¡Acosador! Corre, corre, ¡vete, vete! Deja de pensar, ¡huye!

La cabeza del hombre estaba ladeada, sus expresiones estaban cohibidas unas con otras, quizás ya estaba alucinando.

Retrocedí un par de pasos en mi sitio, asustada. ¡Se suponía que nadie aquí me conocía!

—Eres tan... tan parecida a... ¿como es que estas con vida?

—Eh... —balbucee, nerviosa—. Pues nací de mi madre, señor, así es como estoy viva.

El sarcasmo no te ayudará si te quieren matar. Respondió la voz de mi cabeza, haciéndome maldecir; tenía algo de razón.

Hasta que, una voz detrás mío llegó a mis oídos como si fuese la calma tras un huracán. Literalmente no conocía al chico que me había salvado de ser posiblemente secuestrada, pero sí que le debía una enorme.

—Amigo, ¿por qué debería contestarte? —el chico de cabellos algo rubios pero no tanto se puso delante mío.

—No es tu asunto —masculló entre dientes el tipo ese, mirándome—. Ademas, se lo pregunte educadamente. Y eso lo hago una sola vez.

—Está bien, hombre rudo —hizo un sonido con su garganta, como si se hubiese tragado una risa—. ¿Te ayudó a encontrarlo si me dices que le vendes y, aparte, dejas a la pobre chica nueva en paz?

El ceño del hombre demacrado y notoriamente enfermo se frunció.

—¿Qué es? ¿Dianabol? —apreté los libros contra mi pecho—. ¿HGH?

—¿Esteroides?

¿Eso fue una pregunta o una respuesta? Ya me confundí, y creo que mi expresión lo decía por mi.

—No, galletas de las niñas exploradoras —hice una mueca, habló con sarcasmo en todas sus expresiones—. ¿De qué diablos crees que hablo?

¿Entonces el tal Scott McCall es un drogadicto?

—A propósito, lo que sea que le vendas —¿estoy en una escuela con gente drogadicta?—. Probablemente yo no lo probaría. Te ves fatal, y acosas a chicas que en su vida toparían a un Scott McCall.

Un sonido fuerte llegó a mi oído, haciendo que diese un salto en mi sitio, este siendo solamente notado por el hombre extraño frente a mi y frente al chico. Después de ver mi reacción y darse cuenta que el chico frente a mi no lo había oído bajo su mirada a su mano, en donde un hilo de sangre comenzaba a bajarle por esta, cayendo así una gota en el suelo del pasillo.

—Lo buscaré yo mismo —y sin más, dándome una última mirada pasó junto a nosotros, aún así siendo detenido por el chico desconocido que me "salvo".

El estúpido chico –pronto sabrán por que lo llamo así– tomó del hombro al señor, deteniéndole el paso.

—No, la charla no terminó.

Pero, en realidad, quizás los drogadictos tienen súper fuerza o algo así ya que, literalmente, me jalo por el brazo sin lastimarme y me quito del medio, haciendo así que el chico idiota con impulsos tontos diera contra el casillero.

Solté un jadeo de sorpresa al ver un par de uñas realmente largas en las manos del hombre, las cuales se habían incrustado en la parte trasera del cuello del chico.

Y sin más, el hombre cuyo nombre no sé salió de ahí, perdiéndose a los segundos en el solitario pasillo.

—¡Santo Dios! —masculle, dejando caer mis libros al suelo para acercarme al chico, que parecía sufrir por el corte—. ¿Te desangras? ¿Qué hago? ¿Te cargo? ¿Te levanto? Yo...

—Oye, tranquilízate chica —aún que no lo demostrara, parecía un tanto asustado; esto incrementó al tocar la zona afectada y ver que esta sangraba—. Supongo que estaré bien.

Ladee la cabeza un poco—. Créelo tú y luego yo lo haré, tienes una cara de perrito asustado, eh...

—Jackson —me interrumpió, al ver que no sabría su nombre—. Jackson Whittemore.

—Jackson —termine, tomando una vez más mis libros—. Deberías ir a que te revisaran eso, podría infectarse si no lo tratas a tiempo.

—Claro —asintió levemente, aún con el rostro contraído por el susto—. ¿Eres nueva, no?

Asentí con obviedad—. Si, no te había visto por ahí. Soy Skylar Argent.

Ahora la sorpresa irradiaba de sus ojos, mientras su boca se abría ligeramente de la impresión, supongo.

—¿Eres pariente de Allison Argent o algo así?

Una vez más, asentí, sonriendo.

—Es mi melliza —me limité a encoger mis hombros y lanzar un suspiro—. Bueno, gracias por salvarme de un posible secuestro. ¡Te veré por ahí!

Y sin darle oportunidad alguna de decir algo me di media vuelta y seguí mi camino hacia la siguiente clase que estaba apuntada en el horario que se me había asignado.

Aún con preguntas rondando por mi cabeza, por ejemplo: ¿por qué el hombre visiblemente drogado me conocía?

—¿QUÉ LES PASA A LOS DE ADELANTE? ¿NO TIENEN HAMBRE? —masculle, con la cabeza recargada en el vidrio del auto mientras oía como todos los autos pitaban para que avanzaran, pero nada—. Pues yo si ¡Avancen, carajo!

—¡Sky! —bufé ante el reclamo de mi hermana quien iba frente al volante.

—¿Qué? —gruñí—. No tengo paciencia y aparte, tengo mucha hambre.

Allison alzó una ceja en mi dirección—. Tu fuiste la que no quiso desayunar aquí, simplemente desapareciste.

Si, de hecho fui a dormir a las camillas de la enfermería por que me dolía la cabeza, pero ese es un tema muy pero muy aparte.

—¡¿Y eso qué?! —volví mi vista al frente, oyendo una vez más el sonido de los claxon sonando y sonando, provocándome algo de daño en los oídos.

Siempre e tenido cierta sensibilidad en estos, oigo cosas que los demás no. Al menos no a una larga distancia.

—¿Sabes qué? Yo misma voy a mover a esos idiotas —masculle de mala gana, quitándome el cinturón de seguridad bajo los balbuceos de mi melliza que intentaban detenerme, claramente no lo logro.

—¡Skylar!

No la escuche. Cerré de un portazo la puerta del auto y comencé a caminar hacia el frente a paso rápido y decidido. De reojo note como Allison me imitaba, pero solo para seguirme y ver que no hiciese una idiotez en mi primer día de clases en Beacon Hills.

Llegue hasta el auto del tal Jackson, que observaba hacia un Jeep azul con el ceño fruncido. Imite su acto al ver que a quien subían a este era el mismo hombre que sabía claramente mi nombre y estaba, probablemente, bajo los efectos de las drogas.

O ya comenzaba a ver a San Pedro, una de dos.

—¿Ese es McCall, no? —murmure, sabiendo que Jackson me oiría—. El drogadicto.

Por un pequeño momento, los ojos marrones del chico conectaron con los míos en un extraño momento. Ninguno parecía querer rendirse ante el duelo de miradas que se había instalado de manera accidental, parecía literalmente una vil guerra donde el marrón y el azul peleaban entre sí.

Me era difícil separar mi mirada de la suya, fácilmente podría estar viendo a un cachorro a los ojos. Lucía tierno si soy sincera, pero su ceño fruncido me daba a entender que estaba confundido y no sé por qué sentía que aquello tenía que ver conmigo.

Efecto de droga, quizás.

—Ven acá, Sky —la voz y el jalón de brazo que me proporciono Allison me hizo tropezar pero, de todos modos, la seguí a regañadientes.

Gritándole un "hasta luego" a Jackson, quien hacía un ademán con su mano en mi dirección como despedida.

—Ay, mi bracito —murmure bajito, llevando mi mirada al frente una vez más, dándome cuenta a donde íbamos.

Más bien, hacia quien íbamos.

—Hola. ¿Qué hacía él aquí? —Allison finalmente me soltó, haciendo que la fulminase con la mirada.

Volví a enfocar mi vista al chico frente a nosotras, frunciendo mi ceño al ver que él me inspeccionaba de arriba abajo sin disimulo alguno.

—Stiles se ofreció a llevarlo —aviso el tal Scott, mientras que yo me cruzaba de brazos, aún con el ceño fruncido—. Es una larga historia, pero no creo que sea tan larga como la que debes contarme sobre ella.

Alce mi ceja. ¿Cree que soy sorda o algo por el estilo? ¡Aparte de drogadicto es idiota!

—Dijiste que no era tu amigo —la comisura de mis labios se elevó un poco al notar como mi melliza ignoraba olímpicamente su respuesta.

—No lo es —finalmente, y con los ojos entrecerrados al notar la burla con la que lo miraba, despegó su mirada de mi—. Sigue en pie lo de estudiar, ¿no? ¿Te veo en tu casa?

Estudiar. Me reí mentalmente; era más que claro que estos dos no iban a darle una repasada a química.

Más bien, yo creo que le darían un repaso pero a anatomía humana.

—Si —carraspee un poco, haciendo que la vista de mi hermana regresase hacia mi—. Por cierto, Scott, ella es mi hermana melliza.

La sorpresa se hizo notar en toda sus expresiones—. ¡¿Melliza?!

—Un gusto, drogadicto —con burla estire mi mano hacia él—. Soy Skylar Argent, Sky para mis amigos, no es un placer.

—Tu...

Allison una mueca apenada—. ¡Debí decirlo, lo sé! Pero no encontré algún momento para hacerlo, ella apenas a llegado ayer. Y... es una larga historia.

—De acuerdo —asintió, quizás aún procesando la información en su muy lento cerebro—. Mellizas, comprendo.

—¿Te veo esta tarde?

—Claro, nos vemos.

Besó rápidamente la mejilla de mi hermana y, lanzándome un último análisis con la mirada –haciendo que una ola de lo que yo creo era incomodidad– se fue de ahí.

—Bueno —suspire dramáticamente—. No esperaba que me recibieras con un novio drogadicto.

Allison rió—. No se droga, Scott es... simplemente perfecto.

Esta vez fue mi turno de carcajearme con ganas, recibiendo un golpe en mi hombro por parte de ella, pero no fue impedimento para que siguiese riendo.

—¡Vámonos ya, Julieta, no vaya a ser que a tu Romeo se le ocurra robarte!

—¡DIOS! YO LO DIJE, TE LO DIJEmurmure, recargando mi cabeza sobre el respaldo del asiento del auto, viendo como la bicicleta del tipo drogadicto se detenía frente a la casa—. ¡Viene a robarte!

—No seas grosera, Sky —rodee los ojos ante el regaño de Allison—. Vamos, sal del auto.

La pelinegra abrió la puerta del auto al mismo tiempo que yo mandaba a la mierda muchas cosas abriendo de igual manera la puerta del auto de mala gana.

—¿Como...? Llegaste al mismo tiempo que nosotras.

Tome con agilidad las llaves del auto que apenas y salí de este mismo fueron lanzadas por mi hermana. Sonreí hacia el tal Scott que me miraba asombrado; ¿qué puedo decir? Siempre e tenido buenísimos reflejos.

—Si, tome un atajo. Un camino muy corto —alce una de mis cejas.

¿Por qué eso me huele a mentira?

Caminaba detrás de la parejita, con una mueca de asco implantada en mi rostro. Que asco, ¿quien quiere tener una pareja estable en estos tiempos?

—¿Qué te pasa hoy? Estas actuando muy raro —musitó mi melliza, aún con la mirada puesta sobre el chico de ojos de perrito.

El drogadicto suspiró—. La escuela me estresa.

—Y a mi me estresan las personas —hablé, lo bastante alto para que él me escuchase al pasar a su lado, pero que mi hermana no lo hiciese por que se terminaría enojando. Sonreí de manera inocente en su dirección.

Una mirada entrecerrada fue lo que recibí de él.

—Este año no me ha ido muy bien —sonreí aún más al ver que sus palabras estaban tensas. ¿Odio a primera vista? De acuerdo.

—No me ha ido muy "bien".

—¿Ves? A eso me refiero —una mueca de asco inundo a mi boca una vez más al ver como Allison se mordía el labio observando a Scott.

Dios, estos adolescentes y sus hormonas van a terminar como conejos.

—¿Empezamos con gramática?

—Con todo menos anatomía —fingí un escalofrío—. Y si comienzan con eso, que no sea en mi cama.

Sin más subí los escalones del porche de la casa, haciendo un movimiento rápido y hábil con las llaves para buscar la correcta. Una vez la tuve entre mis dedos la inserté en la cerradura y giré hacia el lado derecho, oyendo como el seguro botaba.

Deje la puerta abierta, para que ambos chicos detrás mío entrasen también.

—No te preocupes —observe de reojo como el chico drogadicto se quedaba quieto en la entrada, aún sin pasar—. Nadie vendrá en horas, y se que Sky no dirá nada; pacto de mellizas. Pasa.

Scott volvió a dirigirme una pequeña mirada, haciendo que rápidamente fingiese ver hacia mis uñas de manera desinteresada.

—Claro.

"Iré a la cocina" murmure antes de ver cómo ambos subían las escaleras en dirección a nuestra recamara.

Y solo pude pensar en una pequeña cosita; en mi cama no, por favor.

'SLOW DOWN' DE SELENA GÓMEZ SONABA A TODO VOLUMEN POR EL GARAGE, mientras jugueteaba con la cuerda de mi viejo arco entre mis dedos. Mis ganas de oír lo que sea que ese par de hormonales estuviesen haciendo ahí arriba eran nulas, así que decidí bajar al garaje y comenzar a dibujar algo que llegase a mi mente.

Amaba dibujar y digamos que no era mala haciéndolo, en realidad, muchas veces papá decía que mis dibujos parecían reales; cosas que en verdad han existido o aún existen.

—'Cause I just wanna party all night in the neon lights 'Til you can't let me go —canturree entre dientes la letra de la canción, mientras repasaba las marcas de lápiz en el tronco para crear algo de sombra en este—. I just wanna feel your body right next to mine. All night long. Baby, slow down the song.

Di un pequeño respingo al oír como la puerta del lugar en el que me estaba se abría, dejando de cantar la canción de manera inmediata.

—De chicas clasificamos a nivel nacional —me levante de un rápido movimiento, captando las miradas de mi hermana y su novio—. Nuestro padre quería que continuáramos, pero a ninguna de las dos nos gustaba.

Alison pasó delante mío, dándome una pequeña sonrisa, mientras iba hacia él área donde papá guardaba nuestros viejos instrumentos deportivos. Deje mi libreta encima de una de las cajas y me crucé de brazos para después girar hacia donde estaba mi hermana.

—¿Prometes que no te reirás?

—Lo prometo —el muchacho extraño me miró con la cabeza ladeada, quizás buscando algo extraño en mi. Sonreí sarcástica hacia él. Cuando el tal Scott notó mi acto me observo con los ojos entrecerrados antes de girarse de nuevo hacia mi hermana, pegando un salto en su lugar al ver que ella tenía el arco en manos, apuntándolo—. ¿Qué diablos es eso?

Reí burlona—. Eso, drogadicto, es un arco compuesto. Me preocupa que no lo conozcas. Además, estoy segura que Alison necesita tener una flecha para causarte daño.

Scott nos miró a mi y a mi hermana una y otra vez, quizás analizando lo que acabo de decirle.

—Así que son buenas en el tiro al arco —fruncí el ceño.

¿Qué acaso está sordo?

—Dijiste que no te reirías —recriminó mi hermana hacia su pareja, mientras yo lanzaba un suspiro y tomaba de nuevo mi libreta de dibujo.

—Créeme. No me estoy riendo.

La cerré y coloqué mi lápiz dentro del espiral de esta para evitar que este se perdiese. Coloqué un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, mientras observaba de reojo como el drogadicto pasaba por mi lado, rodeando el auto de mis padres, para ir a la vitrina con cosas de estos mismos.

Codee a Alison; tampoco quería que el chico se espantase y rompiese con ella.

—Debería explicarlo —vi como Alison iba hacia donde él estaba, mientras yo me quedaba en mi lugar con mis brazos cruzados—. No somos una familia de separatistas locos por las armas. Nuestro papá vende armas a las fuerzas de seguridad.

—Ah... —alce una ceja al oír como el chico titubeaba—. Que bien. ¿Planeas seguir con el negocio familiar? —me miró a mi—. A ti mejor no te pregunto, se la respuesta, gracias.

Fruncí el ceño—. Tampoco es como que te fuera a responder idiota.

—Ey —me forcé a cerrar la boca para no hacer enfadar a Alison; sabía que de cierta manera era importante para ella que aprobase y me llevase bien con su novio—. No lo sé, en realidad. Dímelo tú. ¿Luciría atractiva con un arma?

De repente, sentí como un temblor me sacudía ligeramente, sentía como mi vista comenzaba a hacerse un tanto borrosa hasta que todo se hizo oscuro; pero seguía de pie. Una imagen apareció en medio de aquella oscuridad, una persona con aspecto tétrico pero a la vez atrayente aparecía frente a mi con unas tijeras en manos y un hilo el cual colgaba de sus dedos.

Su cabello era completamente blanco, me percaté rápidamente que no tenía ojos, en su lugar llevaba dos cuentas negras vacías; una sonrisa apareció en sus labios.

—Ahora es tu turno —su voz era realmente atrayente y dulzona, nada que ver con su aspecto—. Es tu turno de cortar los hilos.

Después de aquello sentí que mis piernas perdían su estabilidad, por lo que aún bajo la oscuridad pude sentir que caía desparramada en el suelo; no podía oír nada tampoco.

En realidad solo fue cuestión de tiempo para que quedase inconsciente de verdad.

—¿QUIERES UNA CERVEZA?

Silencio tensó.

—No, gracias.

—¿Tequila?

—Papá, por favor —lo detuvo Alison, mientras yo terminaba de bajar las escaleras, con una mano en mi cabeza para sobarla ligeramente.

—¿No bebes, Scott?

—Soy menor de edad.

—Eso no detiene a muchos adolescentes.

Ni siquiera recordaba en que momento había llegado a mi cuarto o a qué hora me había quedado dormida.

—Si él no lo quiere yo si —balbucee, llamando la atención de los presentes.

Las miradas de todos recayeron en mí y la incomodidad se hizo presente en mi mente.

Papá fue el primero en levantarse de la mesa para después acercarse a mi para quizás revisarme. Ni siquiera sabía que había pasado ni cómo llegue al piso de arriba.

—¿Como te sientes, cariño? —ladee la cabeza, confundida.

¿Como debería sentirme respecto a que?

—¿Eh? —creo que mi expresión fue una suficiente respuesta ya que mi padre compartió miradas tanto con mi madre como con mi tía—. ¿Como que como? Según yo solo me dormí.

Papá chasqueo la lengua—. ¿No lo recuerdas, Sky? Te desmayaste en el garage.

Entonces vagas imágenes atravesaron por mi cabeza, solo una en concreto pude definir, un par de finas tijeras junto a un hilo colgando sobre algo.

Era extraño, parecía una rama del árbol que dibujaba momentos antes de que mi hermana y el drogadicto irrumpieran en el garage.

—Solo recordaba estar en el garage con ellos —admití—. Después todo fue confuso; según yo solo me quede dormida pa.

—Cielo, no te preocupes, de todos modos no fue algo grave —hablo mamá, sonriéndome cariñosamente—. Lo mejor será que vengas a cenar un poco, quizás te hará recuperar energías.

—Supongo.

Y junto a papá fui hacia la mesa, donde Alison y la tía Kate me miraban sonrientes; lucían preocupadas. Mi hermana más que mi tía.

Después capté la mirada achocolatada de Scott, quien me inspeccionaba con mucho cuidado y detenimiento; no sé si buscaba algo en mi que no lograba encontrar a simple vista pero parecía seguro de saber que había algo ahí.

Lo cual es estúpido por que soy como cualquier otra chica de aquí.

—Bueno, ahora que mi Skylar a venido con nosotros podemos proseguir —dijo Kate, sonriente—. Buena respuesta chico. Una mentira, pero bien jugado, Scott. Podrías sobrevivir esta noche.

Mamá me estiró mi plato con un poco de cena y con cuidado lo tomé.

—¿Has fumado marihuana?

Scott, quien estaba bebiendo agua, casi se atragantó con la pregunta que papá había soltado de repente.

Dios, ¿donde están las cámaras cuando se necesitan?

—Cambiemos el tema a algo menos conservador —interfirió de nuevo Kate—. Así que Scott, Allison nos dijo que estás en el equipo de lacrosse —alce una de mis cejas, mientras metía algo de comida a mi boca, eso explica lo que el tal Jackson decía sobre las sustancias que debía comprarle el chico al moribundo de la mañana quien de alguna extraña forma sabía mi nombre—. No sé nada de eso. ¿Como se juega?

—Ah —entrecerré los ojos al notar que el chico solía titubear con frecuencia—. ¿Conoce el hockey? —Kate hizo un sonido afirmativo—. Es muy parecido, pero se juega sobre césped en vez de sobre hielo.

—El hockey sobre césped se llama hockey sobre hierba.

Las comisuras de mis labios se elevaron, mostrando una sonrisa divertida. Menos mal que desperté para ver esto.

—Es como el hockey sobre hierba, salvo que los palos tienen redes —interrumpió Allison, salvándole el pellejo a su novio.

—Exacto.

El teléfono del drogadicto sonó.

—¿Y pueden golpearse como en el hockey? —inquirió Kate.

Scott titubeó –otra vez– antes de hablar como dios manda—. Solo con los guantes y los palos.

—Suena violento —comente, llamando la atención del chico que pareció recordar que buscaba algo en mi que no iba a encontrar ya que, por más sorprendente que se escuchase yo era normal –dense cuenta de mi sarcasmo– le sonreí fingidamente—. Me gusta.

—Scott es increíble —bueno Allison, debo ver para creer. Debo ver con mis propios ojos que no usa drogas para hacer trampa—. Papá me acompaño al primer partido. Jugó bien, ¿verdad?

Papá solo soltó un vago "si", mientras me incitaba a darle otro bocado a mi cena.

Tal y como cuando era una niña.

—Marco el último tanto, Sky, el del triunfo —presumió y yo alce una de mis cejas. Allison si que comenzaba a esforzarse para que tuviese una buena impresión de Scott. Para que todos la tuviéramos en realidad.

—Si. Pero no hizo goles hasta los últimos minutos —recriminó papá.

—Con el último tiro agujero la red del arquero. ¡Fue increíble!

—El arquero seguramente tenía un palo defectuoso, así que...

Allison dejó bruscamente el vaso de agua sobre la mesa, mirando a papá con reproche.

Por eso no tengan novios chicas.

Fruncí el ceño al oír como los latidos de mi mellizas comenzaban a hacerse tan fuertes que retumbaban en mis oídos. Creí que todos igualmente los oían y no solo era por mi buena y desarrollada audición, pero estaba equivocada.

Por debajo de la mesa patee al drogadicto quien hizo una mueca y me miró fulminante.

Disimuladamente señale a mi hermana y él frunció el ceño; me extrañó que él también pudiese oírlos. ¿También tenía la audición desarrollada como yo de nacimiento?

Scott asintió hacia mi y, por debajo de la mesa, entrelazó su mano con la de ella. Le sonreí ladinamente, llevando mi vaso con jugo de uva a mi boca.

—Pensándolo bien, aceptaré un trago de tequila.

Sonreí burlona, aún con la punta del vaso en mis labios. El chico tenía unas grandes agallas, era de admitirse.

—Era una broma, ¿no? —le consultó papá, señalándolo ligeramente con su dedo índice.

—Si.

Bueno, la cena más aburrida de mi vida no fue eh.

CREO QUE YA DEBO IRME. GRACIAS POR LA CENA —moví ágilmente el tenedor entre mis dedos para distraerme un poco.

Bueno, pues si se va a ir ya se está tardando.

—No, todavía falta el postre —mire mal a Kate, ¿qué no oyó que ya se tiene que ir?—. Quiero saber más de ti. Siéntate.

—Bueno... —y sin mas, el chico con ojos de cachorro volvió a sentarse frente a mi.

—Allison nos decía que trabajas en un veterinario —comenzó a hablar mamá, animada.

—Les conté como enyesaste al perro que atropellé —le informo mi melliza al muchacho que, por alguna extraña razón, podía sentir lo inquieto que se encontraba.

—¿Qué piensa tu jefe de los ataques de animales? ¿Tiene alguna teoría? —mire a papá confundida, ¿por qué le preguntaba algo así?

—Todos dicen que es un león de montaña —dijo simple Scott.

—Tendría que ser un león de montaña muy grande —interrumpió Kate, con una ligera sonrisa.

—¿Tú que crees, Scott?

—No lo sé —volvió a responder el drogadicto—. En el veterinario atendemos gatos y perros. Nada muy salvaje.

—¿Nunca lidiaste con un perro rabioso? —Scott comenzó a negar frenéticamente—. Crecí con muchos perros. Uno se contagió rabia de un murciélago. A través de un mordisco. Todos creen que un perro rabioso enloquece de prontoD es algo gradual. Al principio, la conducta cambia sutilmente. Están inquietos, taciturnos. La gente conoce la segunda etapa. La fase de la furia. En cuanto atacan. A cualquier objeto que se mueva. ¿Sabias que un perro rabioso enjaulado se romperá los dientes tratando de romper las rejas? Incluso se doblará hasta quebrar su propia columna. ¿Imaginas la fuerza que necesita para hacer eso? Es un cambio total del carácter. Un animal inofensivo convertido en un asesino. Y todo comenzó con un mordisco.

—Pero murió, ¿no? —preguntó Allison, mientras yo me ponía recta en mi sitio.

Busca la verdad, hilandera, une los hilos y corta los debidos.

Un escalofrío se encaminó por mi espina dorsal al oír aquel susurro en mi oído, observe los bellos en mi brazos y estos estaban erizados; no había sido mi imaginación.

—Si, porque su abuelo lo mató —intervino mamá, sacándome de mis pensamientos.

Alce mi mirada y me percaté de que Scott me observaba una vez más en la noche, algo dentro de mi me decía que él se había dado cuenta de mi respingo repentino.

—Por que... —me aclare la garganta, regresándole la mirada a Scott con la cabeza en alto— por que quería que dejara de sufrir.

—Porque era demasiado peligroso —me interrumpió papá, colocando su mano sobre la mía—. Algo tan fuera de control es mejor que esté muerto.

Y ahí, en medio de una cena "familiar" pude ver algo en los ojos de Scott.

No supe cómo interpretarlo, pero sabía claramente que el compartir miradas con él me diría muchas cosas que llegase a necesitar.

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