Before everything
Before everything
Cuando Kim YongSun dio a luz a su primer hijo en el año de 1994, con ella teniendo apenas 16 años, todo en su vida cambió, supo desde ese momento que nada volvería a ser igual y, en efecto, ella no se equivocó, puesto que con tan sólo dos días de nacido, su pequeño y primer hijo, murió.
Tanto YongSun como su madre, que la había apoyo de inicio a fin, lloraron por mucho tiempo aquel suceso, no obstante, la vida seguía teniendo planes diferentes para aquella joven y hermosa chica, que sin importar que quedase embarazada y fuese abandonada, quería demasiado al pequeño y esplendoroso ser que la vida le había quitado, y que la vida misma estaba a punto de devolverle.
Un Martes 30 de Octubre, la puerta de la casa de la madre de YongSun fue tocada tres veces, captando rápidamente la atención de su madre y de ella misma.
Ellas nunca antes habían sido de recibir visitas, esto más que nada porque sólo se tenían a ellas mismas. Las amistades con las que ambas contaban eran muy escasas. YongSun había perdido a las pocas amigas que tenía cuando las madres de las mismas se enteraron de su embarazo y por miedo a que sus hijas terminaran igual, las apartaron de YongSun. Su madre, por otro lado, había apartado a las mujeres odiosas que alguna vez llegó a considerar sus amigas, puesto que ellas reprobaban el hecho de que ella apoyará a su única hija con su embarazo.
La madre de YongSun preguntó quién era antes de siquiera abrir, mas una respuesta nunca recibió y sin la intención de abrir, a su lugar favorito del sillón volvió. Sin embargo, el corazón de su pequeña hija, martillaba y martillaba, por lo que se encontraba al otro lado de la puerta, quería saber quién había tocado, algo le decía que no era nada malo, sino todo lo contrario y, ignorando por un instante todo a su alrededor, Sun abrió la puerta y mirando primeramente a ambos lados, la sorpresa la abordó, su corazón y mente se equivocaron o eso pensó, cuando al casi cerrar la puerta un canasto viejo de color café con montón de periódico encontró. Agachándose hasta la altura de la misma canasta, en notable mal estado, YongSun se sorprendió de ver dentro, una pequeña mano. Quitando con cuidado las primeras envolturas de periódico por encima amontonado, un precioso y hermoso bebé, YongSun vio, que inmediatamente una sonrisa le dedicó.
ㅡ¡Mamá! ㅡexclamó con demasiada emoción YongSun, alertando a su madre que tranquilamente veía su programa en la sala, a unos cuantos metros de la cocina y puerta de entrada.
ㅡ¿Q-qué pasa? ㅡindagó la mayor con la respiración exaltada, mientras miraba a su hija de espaldas y en cuclillas frente a la puerta.
ㅡMamá, mira... ㅡsusurró bajo la menor, levantándose lentamente y en silencio con el pequeño bebé entre sus brazosㅡ. Es un regalo, mamá. Un regalo por el bebé que perdí.
A YongSun realmente no le importó de dónde provenía ese hermoso bebé, ni siquiera porque precisamente lo habían dejado en la entrada de su casa, y en un día tan lluvioso, tan sólo le importaba que era para ella, que parecía ser para ella.
Aunque realmente era para ella.
Al otro lado de la acera, una hermosa jovencita de apenas 14 años, observaba a su bebé ser cargado por aquella divina chica que sin importar las marquitas en las manitas de su pequeño, lo cargaba complacida.
Lee SunMi, la madre del pequeño y encantador bebé, había conocido a Kim YongSun en el hospital, exactamente el mismo día en que ésta última dio a luz y que muy pronto SunMi se enteró que perdió.
SunMi no tenía un posición económica mala, mas si una vida deplorable, ya que, a pesar de amar a aquella parte de sí a la que le había dado la vida, también odiaba enormemente a quién había tenido que ver con ello.
La joven de 14 años había escuchado lo emocionada que YongSun esperaba la llegada de su bebé y, por ende, también imaginaba cuánto le había dolido la perdida del mismo. Podía o no parecer ridículo, pero sabía que aquella joven de cabello rubio, cuidaría perfectamente a su bebé y la enfermedad que éste tenía.
ㅡHay una nota en la canasta, cariño ㅡle informó su madre a YongSun, haciendo a la misma estremecerse en el mismo instante en que tomaba aquella nota con sus finos y delicados dedos.
ㅡCuida bien de mi bebé, ahora tu bebé. Quierelo, protegelo y amalo mucho ㅡdecia la nota con notables marcas de lágrimas en la misma hoja blancaㅡ. Llévalo al médico, está un poco enfermo.
Finalizó su lectura y sin poder evitarlo, abrazo a su bebé y le susurró segura de si.
Siempre te protegeré, de todo y de todos. Eres mi pequeño sol de ahora en más.
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