Especial • Park ChaeYong
❝Prométeme ahora, incluso si sientes como si estuvieras sola, varias veces al día, no te deshagas de ti. Paremos aquí por un momento, entrelacemos nuestros meñiques, ahora prométemelo.❞
——Promise, BTS.
¿Qué es el amor? ¿Acaso existe alguna definición concreta para este sentimiento?
Puede parecer una simple palabra, pero dicha adquiere un significado tan grande y poderoso que ningún ser humano es capaz de explicar.
El amor es confianza, cariño, lealtad, belleza, admiración, fuerza y muchísimos adjetivos más. Es amar y ser amado con la misma intensidad.
Tiene muchas definiciones: el amor de padre e hijo, una muy bonita amistad, la admiración hacia alguien y ese sentimiento encontrado entre dos personas con el fin de quererse libremente.
Sin embargo, yo siempre pensé que el amor era como en las películas y cuentos; qué si uno se enamoraba, el otro también lo hacía.....pero lamentablemente estaba muy equivocada.
¿Por qué a veces sentir amor nos llevaba a solo terminar sintiendo dolor?
Antes de responder a esto, es necesario conocer mi historia y como lo que siempre anhele...se convirtió en simplemente un sueño.
Nueva Zelanda, un país ubicado en el suroeste del océano Pacífico, que posee un clima agradable durante casi todo el año y que se destaca mayoritariamente por tener los mejores paisajes del mundo: montañas, glaciales, desiertos, playas interminables, cascadas, atardeceres y más; pero también es conocido por ser el país de los kiwis, los deportes extremos y de una cultura extraordinaria. En este lugar nací y viví durante muchos años de mi vida, sin embargo, al iniciar con mi etapa en la secundaria mi familia y yo nos vimos en la obligación de viajar a la capital de Corea del Sur para de ésta forma tener acceso a mejores estudios, trabajos y otras cosas.
Mis padres eran y actualmente son secretarios dentro de los grandes conglomerados surcoreanos, trabajando en las mayores empresas del mundo y de esa forma, ganando un sueldo considerable que nos permitía vivir de una economía estable.
A pesar de que su trabajo era tedioso y a veces ni siquiera poseían tiempo para sí mismos, siempre intentaban pasar momentos a mi lado, prestándome la atención debida y sacándome sonrisas.
Recordaba que desde pequeña el apodo “Rosé” ha estado presente, ya que curiosamente sentía una rara atracción hacia las rosas y el color rojo, cosa por la cual mis padres decidieron llamarme de esa forma.
Como toda niña pequeña, tenía mis ilusiones y sueños. Durante un tiempo deseé ser una princesa que era salvada por su príncipe, en otro momento quise convertirme en una famosa cantante, y por último soñé con convertirme en diseñadora de moda, siendo esta mi mayor meta hasta la actualidad.
Debido a este deseo tomé clases de dibujo, practiqué mi pulso a la hora de trazar, e incluso aprendí sobre cómo diseñar un vestuario u objeto. Con diez años ya tenía mis propias expectativas sobre el futuro, pero uno de mis errores fue pensar que todo se haría realidad con el chasquido de unos dedos...cuando nunca sería así.
En el instante en que cumplí mis once años, mi familia tomó la decisión de viajar a Corea, cosa que sucedió sin obtener alguna objeción de mi parte. El país siempre había llamado mi atención debido a mis genes, por lo que visitarlo o ir a vivir en él me parecía una espléndida idea a pesar de que me dolería un poco dejar todo atrás.
Con la llegada al nuevo lugar, mi nuevo instituto y básicamente mi nueva vida muchas cosas comenzaron a cambiar notablemente, especialmente yo.
La adolescencia llegó a mí y junto a ella un sinfín de cambios físicos y mentales. Una etapa de la vida casual para todos, pero al mismo tiempo muy compleja. Nuevos objetivos, cambios de humor, inseguridades y tentaciones, siendo ésta última la causante de todos mis problemas al hacerme sentir la necesidad de un sentimiento: el amor.
Películas, K-dramas, libros de romance, historias de las chicas en el instituto y muchas cosas más fueron las que me provocaron ver ese sentimiento como algo hermoso, perfecto y sin nada de dolor, pero...¿cómo podía saber eso cuando nunca había sentido algo parecido?
Mis expectativas en el amor siempre fueron altas, y de esa forma se mantuvieron hasta que entré en la preparatoria. Durante ese tiempo opté por cambiar mi look, dejando en el pasado el cabello castaño para darle paso a una cabellera rojiza.
Aún recuerdo ese día cuando llegue a la J.Y.S High School y todos los presentes —los cuales venían de un mundo no muy diferente al mío— me observaban con singularidad, como si esa mirada que poseían estuvieran juzgando todo a su alrededor. Intenté evitar el ambiente incómodo, manteniéndome alejada y en mi propia burbuja, la cual pensé que no podría romperse.
Claro, que tonta fui.
Como si ese hubiera sido mi destino...lo conocí. Durante esa primera semana pude admirarlo de lejos por primera vez, siendo consciente de la belleza que poseía: era un chico alto, musculoso, con una sonrisa tan bonita y deslumbrante, la cual encajaba a la perfección con su cabellera rubia.
Siempre estaba junto a sus dos amigos, riendo o conversado de que sabe Dios, pero siempre viéndose tan hermoso que derretía a cualquiera. Recordaba haberlos visto en mi antigua secundaria, pero nunca les presté atención al estar en mi mundo. Aquellos tres jóvenes podían considerarse los más populares del colegio por su inigualable belleza y carisma, cada uno siendo tan diferente que los hacía complementar.
Kim NamJoon, un muchacho bellísimo de pelo castaño con una inteligencia indescriptible y una personalidad calmada y responsable, convirtiéndose en un ejemplo para muchos estudiantes. Jeon JungKook, el hijo del dueño de la escuela y el presidente del consejo estudiantil, un pelinegro esculpido por los mismos dioses, con una personalidad atrevida y alegre que derretía el corazón de las chicas. Y Park JiMin, aquel chico de cabello rubio que tanto había llamado mi atención y que actualmente era el responsable de los latidos de mi corazón.
Era todo un galán, siempre manteniendo esa postura recta con todos, pero viéndose como un niño cuando se encontraba en confianza. JiMin era conocido dentro del colegio por sus extraordinarias locuras, si, pero también por ser lo que yo llamaría como “roba corazones”.
El chico mantenía su vida privada de esa forma: privada, ya que por su estándar traería demasiados problemas; sin embargo, cuando los pasillos se encontraban vacíos alguno que otro chisme se escuchaba.
Sus padres eran empresarios, por lo que ciertos deberes tenía que cumplir al ser el heredero, no obstante, siempre buscaba la forma de tener tiempo para sí mismo. Park JiMin bailaba, cantaba, e incluso practicaba deportes.
Pero....¿cómo es que se todo ésto? Pues la respuesta es fácil: espiaba al rubio.
En el comienzo pensé que simplemente era algún tipo de admiración, pero luego de muchos meses dónde nunca obtuve su atención me di cuenta de que ese sentimiento que reinaba en mi interior no era nada más y nada menos que amor. De alguna forma me había enamorado de él sin ni siquiera conocerlo, y eso por algún motivo me emocionaba.
Mis días en la escuela se trataban de encontrarme alejada de Park JiMin, observando su belleza y analizando todas sus actividades, ya que entre nosotros existía una barrera que solo yo podía romper, pero que lamentablemente se quedó siendo eso... una barrera que mi valentía no pudo atravesar por culpa de la cobardía.
Quería a JiMin, eso era cierto: mi corazón latía con fuerza cuando su nombre era dicho y mis mejillas de volvían rojas cuando lo tenía cerca, pero algo en mi interior me decía que no podía amarlo cuando a mí me faltaba ese cariño. En un principio no quería aceptar el significado de esto, no le tomaba la importancia debida; no obstante, comencé a escuchar a mí subconsciente cuando mi corazón terminó lastimado, y fue ahí donde acepté que jamás me amé a mí misma.
¿Cómo se puede amar a alguien cuando no te quieres? No era posible, ya que no puedes brindar un verdadero amor cuando ni siquiera lo sientes, y ese fue mi mayor error durante esos dos años de preparatoria.
Tuve millones de oportunidades para acercarme a él: hice trabajos con sus dos amigos, a veces los encontraba en el camino, e incluso una vez tuve que llevarle unos papeles a él mismo, pero como si su presencia quemara...me alejaba de él.
Algo que la vida me había brindado era la oportunidad de fingir con mucha naturalidad; si no me encontraba bien nadie podría darse cuenta, ya que saldría con una resplandeciente sonrisa guardando todas mis emociones y dando a entender que verdaderamente no me encontraba sufriendo. Pero la verdad era ésta: habían sido dos años muy dolorosos, ya que era consciente de que JiMin nunca me amaría de la misma forma que yo a él. A pesar de todo eso, siempre me mantuve ahí esperando su amor mientras mi corazón y mente se llevaban la contraria.
Fue de esa forma que aquella tarde lo encontré, tan sumiso y admirado de sus acciones que causó un revoltijo en mi corazón.
A pasos cautelosos me paré en la puerta del salón de música, observando por el pequeño espacio la silueta del rubio con una guitarra en la mano mientras cantaba al compás de una canción desconocida.
“I want you to be your light, baby
You should be your light
deoneun apeuji an-ge
nega useul su itge
I want you to be your night, baby
You could be your night
i bami neoege soljikal su itge....”
Una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando analicé el significado de la canción, pero en vez de sentir que debía acercarme, nuevamente esa sensación atravesó mi interior, diciéndome que me alejara de ahí antes de que el dolor se hiciera presente.
Esa canción era para alguien....y ese alguien no era yo.
Desafortunadamente decidí ignorar todo esto, dejando que doliera todo lo suficiente, pero nunca yéndome de su lado.
Lloraba en las noches con el deseo de que pudiera corresponderme, pero al mismo tiempo con el deseo de alejar todos esos sentimientos aunque ya era algo imposible. JiMin se encontraba tan metido en mi corazón que la única forma de sacarlo de ahí era cuando su propia presencia lo lastimara.
Ese día, cuando lo conocí gracias a la pelinegra que se había vuelto mi amiga sentí como una llama se prendía en mi interior, y las esperanzas reinaron nuevamente. Con esta nueva oportunidad intenté acercarme a él. Dejé todo intento de cobardía a un lado y hablé con él en algunos momentos, a veces nos sentábamos en la cafetería, e incluso habíamos tenido alguna que otra salida fuera del colegio.
Mi amor por él estaba aumentando y eso me hizo olvidar que no era correspondido, hasta que la realidad me golpeó con fuerza.
Si tomamos una piedra y la golpeamos sucesivamente contra alguna superficie, no se romperá en el inicio, pero luego de muchísimos intentos esta se quebrará completa e inesperadamente. Aquella piedra representaba a mi corazón, y los golpes eran el dolor que constantemente sufría; dolor que en algún momento se volvió imposible de contener, provocando que por primera vez mi mente y corazón se pusieran de acuerdo para gritar “¡suficiente!”, de la forma más clara y potente que jamás se ha podido escuchar. Fue ahí cuando todas las emociones comprimidas en mi interior salieran a flote, dejándome completamente devastada y sin poder hacer nada para remediarlo.
Fue así, de esta forma, como terminé en la habitación de mi mejor amiga: llorando y maldiciendo a mí propio ser debido a lo ingenua y soñadora que fui.
—Hey, tranquila, ¿si? —acarició mi cabello—. Llora, hazlo con fuerza y saca todo eso de ahí.
—¿Por qué duele tanto? —sollocé—. ¿Por qué amar a alguien duele tanto?
Las caricias en mi cuero cabelludo no cesaban al igual que mis sollozos. Mi corazón se había roto finalmente y esto es lo único que dejaba a su paso. Mis lágrimas estaban llenas de impotencia, dolor y decepción, todas esas emociones unidas como si fueran un todo para así convertirme en pedazos.
Los recuerdos de ésta tarde seguían rondando en mi mente, provocando que mis lágrimas se intensificarán mucho más y salieran con mucho más dolor.
La imagen de JiMin junto a otra chica, invitándola al baile de invierno cuando horas antes había mencionado que no le gustaría ir fue devastadora. Me encontraba caminando por ahí cuando los vi, teniendo un momento digno de admirar por cualquier chica, pero no para mí. El único sonido que fue posible escuchar fue el de mi corazón quebrándose en pedazos, desarmando una fuerte tormenta que no era posible de detener.
Salí corriendo de ahí mientras alguna que otra lágrima de resbalaba por mi mejilla. Había sido demasiado ingenua para pensar que tendría oportunidad, pero esto...esto había sido mucho.
No fui al último turno, no me apetecía verle la cara a nadie, sólo deseaba llorar sola hasta que todo cesara, pero mi dolor fue más fuerte que yo y por eso decidí hablar con la única persona que me entendería.
—El verdadero amor comienza por amarse a sí mismo, Rosé —murmuró la pelinegra—. Debiste habérmelo dicho, has estado sufriendo sola —reprochó.
—Lo siento Olivia, no quería que te sintieras mal con mis desgracias —aclaré sorbiendo por mi nariz.
—Somos amigas, te hubiera podido ayudar con esto —volvió a acariciar mi cabello—. Prométeme que no volverás a ocultarme algo como esto, por favor.
Con los ojos llorosos asentí, fundiendome en los brazos de mi amiga cuando se acercó para darme un abrazo. Sin previo aviso unas lágrimas corrieron por mi cara, pero se volvieron peores cuando su voz se hizo presente.
—Y respondiendo a tu pregunta —susurró—, no existe amor sin dolor, Rosé. Todo ser humano debe sufrir, es parte de la vida, una mala, pero debe suceder —consoló con su serena voz—. Ésto es una tormenta, una muy fuerte, pero como todas.....en algún momento se detendrá dejando calma y tranquilidad a su paso. Si tu corazón ha sido lastimado, eso quiere decir que ha amado con pureza y verdad, siéntete orgullosa de eso. Eres increíble Rosé, te admiro muchísimo por todo lo que has aguantado.
Si ésta habitación no se había convertido en un océano era un milagro. Alguno que otro sollozo se escapó de mi garganta, y como si de un koala se tratase me aseguré mucho más a su cuerpo. Ella continuó acariciando mi cabeza con delicadeza, calmando a mí ser en el proceso.
—Gracias... —hipé una vez que nos separamos— no se qué haría sin tí, Olivia.
Ella soltó una risita al mismo tiempo que limpiaba mis mejillas.
—Que te puedo decir, soy imprescindible.
Ambas reímos con delicadeza antes de que un cómodo silencio rodeara la habitación, el cuál fue detenido por la confesión de la pelinegra.
—Quiero matar a Park, en cuanto lo vea estará bien muerto —avisó con su puño saliendo a relucir.
Solté una leve carcajada mientras negaba con mi cabeza.
—Prometo que muy pronto los pedazos de tu corazón volverán a unirse —señaló con su dedo el lugar izquierdo de mi pecho, ese dónde el órgano se encontraba.
Mis labios se curvaron hacia arriba formulando una tierna y débil sonrisa, la cual fue interrumpida por la entrada de la señora Kim a la habitación.
—Hola chicas, perdón por interrumpir —sonrió genuinamente—. Hice galletas, ¿quieren?
La mirada de la señora y su hija cayeron sobre mí, causando que solo pudiera asentir levemente con mi cabeza.
El daño ya estaba hecho, no podía hacer para evitarlo, pero aún así, aunque todo haya sido mi culpa...me estaba arrepintiendo de sentir lo que sentía.
Si pudiera retroceder el tiempo, ten por seguro que haría todo lo posible para nunca conocerte...Park JiMin.
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Buenas noches 🤧
Confieso que me dolió escribir ésto, en serio.
¿Que les ha parecido?
¿Muy triste?
¿A quién quieren matar: a Rosé o a Jimin?
Realmente quiero pedir que no me odien al Jiminnie 🤧 como todos los personajes aquí: el tiene una historia y su punto de vista. Cuando llegue su momento ya sabrán el "porqué" de sus acciones.
El verdadero drama ha llegado, poco a poco irán viendo ésto y espero que estén preparados para todo~.
Ahora sí, me iré jajaj. Que tengan un excelente inicio de semana y una buena noche.
¡L@s quiero muchísimo! Cuídense
Bye <3
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