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Especial • Min YoonGi

Entonces, ¿es este un dolor incontable para mí? Las interminables pruebas no han podido matarme. Así que de nuevo florezco como una flor de loto.❞

────Amygdala, BTS; Agust D.

En ocasiones lo único que quería era borrar todos los recuerdos en mi mente para que dejaran de atormentar mi vida.

¿He sido el único?

Odiaba con todo mi ser que el pasado se hiciera parte de mi presente, y aunque sabía muy bien que aquello era algo inevitable, no me gustaba. Ni un poco. Tener a todos esas memorias en mi cabeza no me hacían bien, sólo me provocaban un horrible dolor el pecho y cientos de problemas.

Traumas.

Ansiedades.

Cosas que simplemente quería eliminar por más difícil que fuera.

No poseía una idea concreta de cuando empecé a sentirme así, ya que de lo único que tenía noción era sobre cómo todos esos recuerdos se arrastraron conmigo hasta el punto actual de mi vida, agobiándome y también, de cierto modo, asustándome.

¿Están curiosos al respecto? Pues les contaré, aunque probablemente ya tengan algunos datos sobre esto.

Nací en Daegu, en un pueblo pequeño y bajo una familia de buenos recursos, pero más importante, de gran corazón. Pese a la excelente economía que teníamos, nunca estuvo perdido el sentimiento de humildad, mismo con el cual crecí. Mis padres eran los dueños de una empresa pequeña de radio y entretenimiento dentro de esa ciudad, y vaya que tenía reconocimiento, sin embargo, nunca se lanzaron por algo más grande, al menos en mis primeros diez años de vida.

La convivencia en casa era simplemente perfecta. Mis progenitores siempre estaban ahí para mí aunque sus horarios a veces fueran tediosos, de la misma manera en que mi hermana melliza lo era todo.

Absolutamente todo.

MiRae era no sólo parte de mi familia, sino también mi mejor amiga: la cómplice de todas mis emociones. Significaba mi lugar seguro, la niña a la cual debía proteger siempre, mi única compañera.

Y yo sabía muy bien que también era lo mismo para ella.

Desde niños ambos teníamos una excelente comunicación y confianza como para contarnos todo. En la escuela ni siquiera necesité un amigo, pues ella lo era todo; si bien hice un par de relaciones, la única siempre sería mi hermana.

La amaba muchísimo.

A diferencia de mí, que era un niño más reservado, MiRae tenía una personalidad más cálida y abierta, capaz de atraer a cualquiera. Al mismo tiempo, poseía una inocencia y pureza inigualable, de esas que intentan corromper.

Por ese motivo siempre me mantuve a su lado, defendiéndola de las crueldades de este mundo.

Todo estaba bien, más que eso. Diría que hasta perfecto. Sin embargo, cuando cumplí diez años las cosas tomaron un rumbo distinto.

Finalmente mis papás estaban dispuestos a buscar algo más grande y el principal paso de eso era mudarse a Seul: la gran capital.

¿Me dió miedo? Claro que sí.

¿Fue difícil acostumbrarse? ¡Por supuesto!

Llegar a una nueva ciudad con mayor cantidad de población, muchos edificios, ruidos y presiones, me hizo sentir alguien terriblemente pequeño. A diferencia de MiRae, tenía el gran problema de no adaptarme con facilidad a las cosas nuevas, por lo que tuve ciertos problemas al iniciar esa nueva vida.

Nada cambió entre mi familia, pero lamentablemente, en mi alrededor todo comenzó a ser diferente. En Daegu las personas eran amables, gentiles... Nada comparado a como las encontrabas en Seul: envidiosas y  horribles. Lo decía desde mi opinión, y créanme, era todo lo que me importaba.

El inicio a clases fue lo que me creó este pensamiento, pues las personas que conocí... Ugh. Mi querida hermana, por el contrario, conoció a una chica muy amable y con la cual creó una amistad instantánea. La envidié un poco por eso, ya que a mi alrededor sólo habían tarados.

Tarados que se burlaban de mí por ser nuevo, procedente de Daegu y tener pinta de "raro", aunque me preguntaba por qué esto último si sólo era alguien común y corriente.

No obstante, ¿quién era yo? Un Min, ¿y saben que hacen los Min?

No. Quedarse. Callados.

Así que con cada insulto o comentario hacia mi persona, me limitaba a responderles con algo peor.

Y eso, lamentablemente, era motivo suficiente para que un par de veces me agredieran. Perfectamente pude defenderme y acabar con ellos, pues mi condición física no era para nada mala, sin embargo..., cinco contra uno era demasiado. Por lo que muchas veces no me libré de la estúpida pandilla del colegio.

Corrección: la estúpida pandilla de niños que no saben limpiarse el trasero.

Nunca les dije a mis padres, no quería que se preocuparan por cosas que, supuestamente, yo mismo podía arreglar; odiaba ser un estorbo para los demás, más ahora que estaban concentrados en su nuevo negocio. Así que me mantuve en silencio y tratando de sobrellevar la situación.

Para lograr esto, solía evitar a las personas. No iba a los recesos, me quedaba en las bibliotecas o salones vacíos, alejando a mi hermana durante esos horarios para que no estuviera involucrada con esos estúpidos. Fue así como en una tarde calurosa de septiembre, luego de que en la mañana me hubieran rasguñado la mejilla por, supuestamente, no cumplir una de las órdenes de esos nenes, decidí que para evitarlos era buena idea irme a la cancha de béisbol.

Al menos ahí tendría lo que necesitaba: tranquilidad.

Cuando llegué y me senté en una de las gradas, fui consciente de como un castaño jugaba con muchísima pasión, ejerciendo todo su sudor y fuerzas. Supuse que era parte del equipo de la escuela debido a su audacia y evidente conocimiento en el juego, aunque, bajo una mirada analítica y enfocándome en los detalles, parecía algo frustrado.

Como si en realidad estuviera ahí para huir de sus problemas.

No supe cuánto tiempo pasó, pero sí que fue el suficiente para que finalmente aquel chico me notara, dándome a conocer que estuve todo ese rato observándolo. Rápidamente giré el rostro, sin embargo, pude ver a través del rabillo de lo ojo como se acercaba con curiosidad.

──¿Hola? ──fue lo que susurró.

Volví a enfocar sus ojos, notando de forma automática sus facciones finas y simplemente perfectas. No obstante, no pude decir nada.

Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

──¿Qué haces aquí? ──preguntó, bastante curioso e insistente en sacar una conversación.

Pero nuevamente no dije nada.

El muchacho continuó intentando, obteniendo siempre el mismo resultado de mi parte. No sabía que decir o hacer, temía sobre ese chico, sobre las cosas que podría hacer... Así que por eso me negué a responderle esa tarde y simplemente me fui.

Pensé que sólo quedaría ahí y que me dejaría en paz, pero estuve equivocado.

¿Qué quería de mí? ¿Por qué me hablaba?

Peor aún, ¿por qué me aterraba la idea de hacer un amigo en este lugar?

La respuesta estaba clara, aunque en ese momento no lo supe así de fácil.

Kim TaeHyung, como se llamaba ese chico, estuvo toda una semana intentando entablar conversación conmigo, pero nunca lo logró ante mis constantes negaciones. Había notado que era un jovencito muy agradable y atento. ¿Por qué sentía miedo?

No me sentía capaz de acercarme.

O al menos no lo hice hasta ese día.

Durante el receso había aprovechado para ir al baño, siendo sorprendido por la repentina presencia de aquella pandilla, la cual sin motivo alguno comenzó a golpearme como nunca antes, hasta el punto de llegar a pensar que esta vez no saldría vivo.

Pero TaeHyung llegó.

No sé qué demonios hizo durante el tiempo que estuve tirado en el suelo, sólo tuve noción de que, cuando pude abrir los ojos y aclarar la vista, él estaba lanzando a todos hacia quién sabe dónde, hasta el punto en que no pudieran levantarse del piso. Verlo ahí, defendiéndome, me resultó terriblemente raro y... extraño, pero en ese instante sólo pude agradecerle por eso.

Él me llevó hacia la enfermería para que curaran mis heridas, simultáneamente se dirigía a hablar con los profesores acerca de lo ocurrido. Y créanme, no se fue de mi lado hasta que llegaron mis papás. Estuvo todo ese tiempo acompañándome y hablando conmigo, esta vez logrando que, finalmente, le dijera más de una palabra.

Fue a partir de ahí donde inició nuestra amistad.

Al final, TaeHyung no era tal y como lo pinté en mi cabeza. Contrario a eso, era un chico maravilloso; cordial, amable, dulce, capaz de sacarte una sonrisa en cualquier momento. Y aunque en ocasiones me costó un poco entenderlo, todo fluyó por si sólo y sin ninguna traba.

Los dos nos llevamos bien con facilidad.

Dejé de estar solo durante el horario escolar, ahora tenía un compañero con el cual charlar todo el tiempo y disfrutar. Pero no sólo dentro de la escuela, sino también en mi vida, pues se había convertido en mi único amigo en la ciudad.

Por el momento, ya que unas semanas después apareció el idiota de Kim SeokJin.

El mismo Tae me lo había presentado. Era el pretendiente de su hermana mayor y un buen compañero suyo, al parecer, aunque en ocasiones lo describía como alguien a quien cualquiera odiaría.

No fue para nada así.

El otro Kim era mucho más mayor que nosotros, sin embargo, aquello no era un impedimento para que pudiéramos llevarnos bien. Jin poseía una personalidad atrayente y demasiado cálida, siendo esa clase de persona que desde el minuto cero te hacía sentir bien. Cuando lo conocí fue de esa forma, me trató tan agradable que, sin poder evitarlo, sentí como encajaba en este lugar.

Como si formara parte de aquí.

Entonces supe que tendríamos una bonita amistad, una en donde sólo seríamos nosotros tres.

Estábamos juntos la mayor parte del tiempo. En el colegio TaeHyung siempre iba conmigo de lado a lado, aunque a veces nos acercábamos a alguno de nuestros compañeros de clases para charlar un poco. Después del horario escolar solíamos encontrarnos con Jin para jugar en un parque cercano a nuestras casas, aunque eso dependía también sobre lo ocupado que pudiera estar este último.

Cuando ayudaba a sus padres en el trabajo le era algo complicado vernos.

Y de esa manera transcurrieron dos increíbles meses llenos de buenos momentos. Por primera vez en mi vida sentía que tenía a mi lado a las mejores personas, y eso era suficiente.

Sin embargo, los chicos no habían tenido la oportunidad de conocer a mi hermana, así que durante uno de nuestros encuentros en el parque, decidí presentarla. SeokJin y TaeHyung pensaron que se trataba de un ligue o algo parecido, hasta se burlaron de ello; pero mucha fue su sorpresa cuando conocieron a MiRae.

Especialmente para Tae, el cual desde el primer momento cayó como un bobo.

Ahí fue mi turno de burlarme.

Para los ojos de cualquiera, ambos se habían enamorado con una simple mirada. Maldición, me daba hasta cringe verlos juntos, tan tímidos y algo cariñosos.

Celos de hermano: activado.

Durante los primeros meses de haberse conocido, tuve una conversación con mi melliza en donde fui explícito al cuestionarle:

──¿Te gusta TaeHyung?

Ella me observó fingiendo rareza y desinterés.

──Claro que no ──fue su respuesta, para luego concentrarse una vez más en pintar sus uñas.

Sin embargo, yo sabía muy bien que aquella respuesta era en realidad un completo sí.

Por supuesto que le gustaba.

Los corazones en sus ojos lo decían todo.

No tenía mucha noción de lo que sucedía entre ellos dos, pero me preparé mentalmente para el momento en que vinieran y me dijeran: "estamos de novios".

Pasó el tiempo, eso sucedió y adivinen quién casi asesina a su mejor amigo.

Claramente, quién les habla.

No estaba en desacuerdo con eso, para nada. Incluso podría decir que amaba la situación, pues verlos felices era un maravilloso regalo. Sin embargo, no me abstuve a advertirle al idiota que la cuidara o si no, sería hombre muerto.

Gracias a la vida cumplió su palabra y yo no fui a la cárcel.

Dos años pasaron, si mi memoria no era errónea. En ese tiempo todo se mantuvo increíble, diría que hasta mejor. La relación con Jin y TaeHyung continuaba siendo agradable, mis padres estaban teniendo éxito con su empresa de entretenimiento, mi hermana y yo éramos inseparables, en la escuela me iba excelente...

Todo estaba lleno de felicidad.

Pero en esta vida, lamentablemente, la felicidad era algo efímero.

Lo comprobé cuando se confirmó el cáncer de corazón de MiRae.

No lo reconocía.

No lo veía posible.

Mucho menos lo aceptaba.

Fue un terrible proceso para asimilarlo, especialmente para mis padres y yo. Su enfermedad estaba avanzada, demasiado como para hacer algo, además de que era probable que con el paso de los meses se volviera algo terminal.

No obstante a eso, las esperanzas nunca estuvieron perdidas.

Ni siquiera podía creer que tuviera algo como eso. Pensar que tendría que vivir sin mi hermana era terrible, doloroso... Y me sentía incapaz de contar la cantidad de veces que lloré por tal motivo.

No era nadie sin ella.

MiRae, pese a no estar para nada feliz con eso, intentó disfrutar con nosotros como nunca antes, pero con una condición: nadie más que nosotros podía saber sobre la parte terminal de esto.

Especialmente TaeHyung.

Le reproché innumerables veces por tal motivo, ya que me resultaba injusto que le escondiera algo como eso. Pero era su decisión y por más que quisiera, no podía hacer nada.

Así que tuve que ocultarle.

Era doloroso verlo tan esperanzado por su recuperación. Tae pensaba que ella saldría de eso en muy poco tiempo, sin ser para nada consciente de que solo le quedaban unos meses.

Porque al menos mis padres y yo ya teníamos una noción de que sucedería como para prepararnos un poco.

Sin embargo, él no.

Aquello fue comprobado cuando finalmente, después de varios meses, ocurrió.

En todo ese tiempo intenté ser el mejor hermano del mundo. No me separé de ella, la hice feliz, la abracé, le dije cuanto la amaba y disfruté cada maldito segundo, pensando que en cualquier momento todo se iría y sólo estarían los recuerdos.

Traté de vivir toda una vida en pocos meses, y con ello aprendí algo.

No debes saber cuándo morirás para empezar a vivir tu vida.

El fin de año pasó, TaeHyung estuvo con ella, y tres días después fue el cumpleaños de su hermana, en donde planeamos que yo me quedaría a un lado de MiRae esa tarde.

Misma en donde, mientras jugábamos, todo ocurrió.

Sus últimas palabras fueron un "te quiero mucho, hermanito" antes de irse.

MiRae había fallecido.

Siendo completamente honesto, me resulta muy difícil describir las emociones de ese momento. Lo más predominante era el terrible dolor, pero hasta eso poseía innumerables sensaciones de por medio, tantas como para poder nombrarlas y explicarlas.

En ese entonces sentí el vacío, la nada... Como si ya no me quedara motivo para seguir viviendo. La persona a la cual amé ya no estaba, por ende, el amor en mi corazón también se había ido. Ahí, pensé que no podría volver a amar de esa manera.

Ni siquiera llegué a considerar la idea.

Mis lágrimas ese día no tuvieron freno, la de mis padres tampoco. No obstante, cuando TaeHyung llegó al hospital y se enteró de todo... Sentí más dolor que antes.

Estaba completamente destrozado.

Probablemente, mucho más que yo.

Cómo ya había dicho, describir la situación en su totalidad era algo complicado. A lo único que podía resumir, era una inexplicable punzada en el pecho, tan profunda como para sacarla y no sentir dolor. Ese primer día se sintió horrible: el funeral, enfrentar a todos los cercanos a ella, verla en ese ataúd, escuchar los innumerables sollozos... No era un recuerdo bonito y que mucho menos deseara recordar. Llegar a casa tampoco lo fue, ya que a pesar de ser nuestro descanso después de un día tan cargado, mis padres y yo éramos incapaces de estar tranquilos. Todo nos traía memorias, emociones, unas malditas ganas de acabar con todo.

Y justo con todo ese dolor encima, queriendo alejarme de ese lugar, tuve que ser un apoyo hacia mis papás y viceversa.

A partir de ese momento, nada fue fácil.

¿Han visto o en su defecto, sentido, cuando te ahogas? Al inicio, empiezas a luchar por sobrevivir. Sabes que en cualquier momento se acabará el oxígeno en tu sistema, por lo que actúas bajo la desesperación; no obstante, en el agua, mientras más errático te muevas, más te hundirás. Llegará un punto en el que ya no tienes fuerzas, ves que estás cayendo y entonces, te das cuenta de que ya ni siquiera te quedan esperanzas. Estás tocando el fondo, sin poder subir a la superficie.

Así, por más horrible que se lea, fue como me sentí.

Sin embargo, a veces se necesita tocar el final para impulsarte a seguir.

Justo antes del día fatídico, mi hermana pronunció unas palabras que, aunque fuesen terriblemente dolorosas, tenían una verdad.

──YoonGi... ──llamó con su dulce tono de voz, invitándome a bajar la cabeza para encontrar sus pequeños ojitos──. Cuando me vaya, tienes que seguir adelante.

Tragué saliva con cierta dificultad.

──MiRae...

──Hazlo por mí, o en realidad, por tí mismo. Será difícil, lo sé, pero no quiero que sufras ──pidió, acercando su mano a mi mejilla──. Prométeme que seguirás luchando y que cumplirás todos tus sueños.

──No sé si podré hacerlo sin tí...

──Eres más fuerte de lo que piensas. Y te conozco muy bien para saber que podrás hacerlo. Así que, hermano, ¿me prometes eso?

Y alrededor de una gran variedad de dudas, asentí.

──Lo prometo, pequeña.

Durante el interminable duelo, especialmente cuando quise terminar con todo de una vez, me repetí ese recuerdo. Hice que mi cabeza proyectara el momento constantemente, repitiéndome que debía seguir aunque fuera difícil.

Había hecho esa promesa, y sería lo mejor para todos.

Para mí.

El proceso no fue fácil. Mentiría si dijera lo contrario. El primer año sin ella terminó siendo una tortura, tanto física como mental. Su presencia se extrañaba en todos lados y eso significó un factor para nada beneficioso en esto. Sin embargo, con ayuda de mi familia, amigos, algunos profesionales y, principalmente, yo mismo, pude avanzar.

Lo logré.

Aún continuaba todo ese dolor, pero seguía de pie.

Y no fui el único, mis padres también lo hicieron, poco a poco y a la misma frecuencia que yo.

No obstante, TaeHyung no pudo.

Esa promesa que MiRae había hecho conmigo, también fue dicha hacia él. Pero el tiempo pasaba, los meses transcurrían... y no había cambio en él. Si bien no se encontraba emocionalmente mal, continuaba atascado en ese pasado.

Intentamos ayudarlo, sin embargo, no se dejó y lo único que hizo fue hundirse mas en su sufrimiento.

El Kim TaeHyung alegre que había conocido ya no estaba. Ahora, frente a mí, sólo permanecía un chico frío y cerrado, dispuesto a ocultar su verdadero ser para no terminar lastimado.

Y por más que quisiéramos, traerlo de vuelta no sería fácil, así que sólo lo dejamos ser.

El tiempo avanzó, pasamos a la preparatoria y por ende, ciertas cosas cambiaron. A pesar de seguir siendo jóvenes, teníamos más libertades. Por ejemplo, junto con TaeHyung fui a teñirme el cabello, me hice algunas perforaciones, también salimos de fiesta con más constancia. Los encuentros con SeokJin se volvieron algo escasos desde que su trabajo llegó a un nivel más alto, pero nunca se perdió la comunicación entre nosotros y cada vez que podíamos íbamos a reunirnos.

También comencé a prepararme para el futuro, ayudando a mis padres en su empresa. Ahora era una de las más grandes dentro de la industria del entretenimiento. Para Tae también fue así, pues estaba en la misma situación que yo.

De alguna manera, nuestra vida se resumía a la escuela, casa, alguna fiesta y después el mismo círculo. No estaba mal, claro que no, pero faltaba algo.

Y ese algo llegó en el último año de preparatoria.

Con el TaeHyung de ahora, bastante amargado y a veces problemático, debía aguantar ciertas cosas, como por ejemplo que se molestara con el evento de caridad anual en la escuela perteneciente al conglomerado Jeon. Mientras a mí me parecía super divertido, para él era una completa desgracia.

No obstante, fue sorprendente para mí que en esa tarde, cuando regresó al auto que nos llevaría a casa, estuviera tan animado.

Al inicio no supe el motivo. Fue hasta varios días después donde me enteré que se trataba de una chica algo peculiar.

No me lo esperé.

Tampoco lo hice cuando casualmente esa jovencita y TaeHyung estuvieran unidos bajo la amistad de sus hermanas mayores correspondientes.

Mucho menos que Kim Olivia fuera a ayudar a mi mejor amigo con su carácter.

No podía olvidar esa noche en que Tae llegó a mi casa y soltó:

──Necesito morder algo.

Dejé a un lado el libro que leía para tomar una almohada sobre la cama y lanzarla a su rostro.

──Muerde eso, pero cuidado con romperla ──advertí, volviendo a concentrarme en la lectura.

──¿Te acuerdas de la chica de la otra escuela?

──Como olvidarla, te pasas el puto día hablando de ella ──declaré, optando por dejar el libro a un lado ya que, con ese idiota aquí, no podría concentrarme. Contrario a eso, decidí acomodarme sobre la cama y observarlo de manera graciosa.

──Bueno, es la hermana de la mejor amiga de JiSoo.

──¿La chica que te dará clases de como ser un good boy?

──Cállate ──escupió mientras me devolvía el golpe con la almohada, yo sólo me limité a carcajear──. Y si, es ella.

──¿Eso es bueno, no? Es alguien que te atrae.

──¿Quién ha dicho que me atrae? ──preguntó, bastante ofendido con eso, casi con una expresión de asco en el rostro.

──Yo lo digo. ¿Fuente de eso? Tu cara de estúpido ──bromeé, divirtiéndome con su cara larga──. Estoy ansioso de conocerla.

Y la sonrisa que se pintó en los labios de TaeHyung en ese momento, fue algo inesperado e incluso, olvidado.

Era la primera vez en tanto tiempo que sonreía así.

──Yo también quiero que lo hagas. Es... Es una chica muy agradable.

Justo después de un tiempo, sucedió. Conocí a la tal Olivia durante uno de los encuentros, y debo decir que ella es una de las personas más increíbles que he conocido. Amable, carismática, dulce... Demasiado buena para este mundo.

¿Pero saben que me gustaba de todo esto? Que el verdadero TaeHyung estaba regresando y ella ni siquiera se había esforzado. Supe entonces que tal vez y sólo tal vez, algo podría suceder entre ellos. Aunque la idea fue descartada el día de la convención, en donde conocí o más bien, me encontré con Jeon JungKook.

Maldición. Ellos dos estaban enamorados y cualquiera podría notarlo.

Les juro que nunca había sentido mi soltería hasta ese momento.

Tanto él como ella me agradaron muchísimo, tanto que me emocioné ante futuros encuentros. Sin embargo, TaeHyung y JungKook no encajaron, para nada.

Se odiaban como nunca.

¿Y que era aquello? Celos.

Puros celos entre dos hombres enamorados de la misma chica.

Un tiempo después, y debo decir que para mí buena suerte, nos propusieron hacer un traslado a la J.Y.S High School. Realmente no puse objeción a ello, pues no tenía nada que perder en aquella escuela, así que acepté sin problema. Para Kim fue algo difícil, pero terminó aceptando de mala manera.

No iba a negar que tenía algo de miedo. El lugar era mucho más grande, con una mayor cantidad de personas, y el simple hecho de pensar que podría ocurrirme lo mismo que cuando llegué a la ciudad me aterraba.

No obstante, para cuando ambos ingresamos, me sentí el chico más afortunado del mundo.

Los amigos de Olivia y JungKook eran sumamente agradables. Muy diferente a lo que me asustaba, la experiencia fue maravillosa. Cada uno de ellos tenía una peculiaridad y te permitían sentirte completamente a gusto, como si pertenecieras ahí y no fueras alguien nuevo. Las risas no faltaron, especialmente cuando TaeHyung estuvo peleando con una de las chicas que, al parecer, también era nueva dentro del grupo.

Simplemente era divino.

Pero al día siguiente, algo me resultó peculiar. Mientras todos se encontraban en sus salones, yo di un par de vueltas por el colegio y, en ese recorrido, me encontré con la pelirroja del grupo huyendo de una escena con lágrimas en los ojos. Se veía tan frágil y débil, así como demasiado pequeña. Al comprobar el motivo por el cual se encontraba en ese estado, noté al muchacho rubio del grupo y entonces, en un chasquido de dedos, todos los puntos se unieron en mi cabeza para hacerme saber que se trataba de un amor no correspondido.

Esa tarde quise ir con la chica y... ¿hacer algo? Ni siquiera estaba seguro, en realidad sólo fue un impulso que me hizo buscarla por el lugar, pero ya era demasiado tarde.

Después de ese día estuve viéndola demasiado. Al parecer la chica era muy buena escondiendo sus emociones, pues estando frente al chico Park actuaba con mucha normalidad. Aunque claro, sabiendo su secreto, era consciente del brillo melancólico en sus ojos cada vez que lo veía.

Y si mis instintos no me fallan, sobre él también se notaba.

¿Quería saber lo que sucedía entre ellos dos? Pues claro. ¿Pero me animaba a preguntar? No, por supuesto que no.

Así que me mantuve con esa pregunta en la cabeza un buen tiempo.

Las semanas pasaron y la relación dentro del nuevo grupo era más que increíble. Me gustaba tener a más personas con las cuales divertirme, principalmente porque ellos lo eran todo. Por completo.

Aunque claro, habían ciertos problemas en cada miembro del grupo y eventualmente comenzaron a surgir.

TaeHyung, por ejemplo, estaba enamorado de alguien que tenía su corazón ocupado, pero al mismo tiempo y aunque lo negara, sentía una atracción por Byul. La chica rubia, Lalisa, era bastante cerrada y había una razón para ello, pero no tenía mucho conocimiento sobre eso. Olivia... había algo raro, pero tampoco sabía de que se trataba.

Y principalmente... JiMin.

Después de ese momento supe más con respecto a la relación entre él y Rosé. Al parecer, Park no quería que ella estuviera a su lado por miedo a lastimarla, así que simplemente le pidió que se alejara.

Después de eso, tuve la oportunidad de encontrarme con la jovencita y hablar más sobre eso. Intenté dejarle en claro que podía confiar en mí, y prontamente lo supo ya que comenzó a abrirse conmigo.

Y fue a partir de ese momento que, sin poder negarlo, caí a sus pies.

Nunca me había enamorado, no conocía esa clase de amor en lo absoluto, pero me daba miedo. Sabía que no perdería a todo el mundo como sucedió con mi hermana, no obstante, el sólo pensarlo me hacía sentir miedo al respecto.

Y aún así, no me consumió, ya que ella estaba tan interesada en poner a prueba todos esos sentimientos. Así que, sin miedo al éxito, lo intentamos.

Realmente lo hicimos.

Me gustaba estar con Rosé. Ella era una chica más que increíble, dulce, hermosa... Tan única e inigualable. No sabía cómo era posible aquello, pero estaba completamente enamorado.

Jodidamente bobo por ella.

Y no me abstuve a mostrárselo.

Sin embargo, cuando la noticia sobre la ida de JiMin fue dada, le permití estar con él. La misma Rosé me había confesado sobre lo sucedido esa tarde en la azotea, y no me enojó. Por el contrario, me sentí feliz de que finalmente le diera fin a lo que tanto daño le causó y pudiera encontrar la comodidad en sí misma.

Me encontraba orgulloso de la chica en que se estaba convirtiendo: segura de quién era y dispuesta a hacer lo que fuese para ser feliz.

Pero cuando pensé que finalmente podría demostrarle lo mucho que la quería, las bombas estallaron.

La situación se volvió horrible para todos y cada uno de nosotros, especialmente con JungKook. Verlo en ese estado de desesperación y dolor fue... algo que jamás llegué a imaginar sabiendo lo feliz que era este chico.

Así que desde ese momento ayudarlo fue lo primordial.

Rosé y yo continuamos saliendo, pero a opinión de ambos decidimos ir lento, ya que la situación dentro del grupo no estaba siendo la mejor. Para ambos, era preferible ir a nuestra propia comodidad y tiempo.

Y de esa forma, poco a poco, todo se dió de mejor manera.

Con la universidad, el trabajo y la situación grupal, en ocasiones sentía que no podía. Pero tener a Rosé ahí a mi lado, siempre dispuesta a sacarme una sonrisa, era suficiente.

Fue así como en una tarde, luego de tener una cita romántica bajo el puente del río Han, fui completamente sincero con mis sentimientos y le pedí ser mi novia.

También fui el chico más feliz de la faz de la tierra cuando dijo que sí.

A partir de ese momento, los innumerables problemas que alguna vez permanecieron en mi vida; esos que, aunque fueran pasados, nunca se alejaban de mí... Simplemente se fueron.

Y todo... gracias a la chica que me ayudó a ser feliz.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Holi, ¿cómo está todo?
Me he tardado varios días en actualizar, lo sé, y pido perdón por ello. He estado ocupada y ha sido difícil tan siquiera entrar a Wattpad adjwjjk.

Espero que todos estén bien y estén cuidando de su salud como es debido ✨

Por cierto, justo que tocamos el tema de JiMin en este especial, les cuento que hace dos días publiqué una nueva historia en mi perfil bajo el nombre de «Set Me Free», la cual tratará al personaje que nuestro JiMin ha tenido en esta historia.

¿Les gustaría conocer todo lo que vivió en el hospital psiquiátrico durante estos 3 años? Pues ahí lo veremos todo 💗✨

Sin más que decir, me retiro.
L@s amito mucho <3




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