Especial • Lalisa Manoban
❝Tú y yo sentimos todos las cosas juntas. Las tristeza y el dolor. No es coincidencia, definitivamente no lo es. Si, nosotros elegimos este juego.❞
——Louder Than Bombs, BTS.
Daba lástima que en un mundo tan hermoso como nuestro planeta tuvieran que vivir personas tan horribles como lo éramos todos. Si había algo que odiaba con magnitud era a la sociedad que día y noche nos perseguía con sus asquerosas palabras.
De verdad, ¿qué necesidad existía de joderle la vida a los demás con prejuicios? Sin duda, una pregunta que ni siquiera ellos mismos han podido responder. Todo en este mundo está bajo etiquetas, y personas como yo no se quedan atrás.
Te haré una pregunta por la cuál deseo una respuesta sincera... ¿Qué pensaste de mí cuando me di a notar por primera vez? ¿Pensaste que era la mala de esta historia? ¿Pensaste que era la bruja que acabaría con una relación amorosa, o al menos que sería un obstáculo en ella? ¿Qué pensaste de mí?
No lo niegues, cada una de esas cosas pasaron por tu mente en cada momento que hice aparición. Tú también te dejaste llevar por un prejuicio, la opinión de un tercero, no conociendo que mi vida... era la más horrible entre todos.
A veces me preguntaba sobre esos recuerdos olvidados justo al instante en que abrimos los ojos por primera vez. Tal vez, si pudiéramos recordar con exactitud los primeros años de vida, algunas cosas tuvieran mayor significado o profundidad.
Al menos en mi caso sería así.
Porque si sólo, si tan sólo, pudiera saber todo lo que me rodeaba... las cosas serían distintas y las desgracias se hubieran podido evitar.
No sabía lo que mi nacimiento había traído; no era consciente de que ante mi primera aparición en el mundo muchas cosas comenzarían a deteriorarse. ¿Pero cómo podía saberlo? Mi vida era horrible, pero no conocía que aquello sobrepasaba los límites.
Y lo descubrí cuando los puntos claves de una malicia comenzaron a alinearse.
Tailandia fue mi lugar de nacimiento desde que tengo uso de razón. Sin embargo, debido a que las cedes empresariales de mis padres se encontraban en Corea del Sur, constantemente debíamos viajar a ese lugar. Fue así hasta mis cinco años de edad, tiempo dónde decidieron quedarse en dicho país de manera definitiva.
Si hablábamos de mi infancia, pues tendríamos una charla super interesante. Lamentablemente me había tocado convivir con una familia cuya peculiaridad disfrazaba lo insano. Una madre ambiciosa, demandante y vil; un padre con ansias de poder y sin ningún tipo de empatía hacia los demás; y por último, un “hermanastro” que nunca mostró alusión a dicha etiqueta. JaeHyun sobrepasaba la rareza. Era narcisista, audaz, sin remordimientos, frío y calculador, capaz de manejar la mente de las personas para su beneficio. Si resumimos todo esto, llegamos a la conclusión de que era un psicópata.
Sí, un jodido psicópata. Uno con el cual había vivido desde que nací.
El trato de ellos hacia mí no era lo que muchos niños tendrían. La palabra "afecto" no estaba en su diccionario. Probablemente ni siquiera existía en su cerebro. Entonces... ¿cómo me demostraban esa atención que cualquier niño desearía? Fácil, sobreponiendo lo material.
En mi casa parecía ser una muñeca de porcelana. Todos, incluso los empleados, me mimaban con lo que fuera, no pasando desapercibido esa expresión llena de lástima.
Hasta esas personas sabían lo que pasaba.
Me vestían como a una muñeca, me regalaban prendas y artículos por doquier, más otras cosas que no era necesario enumerar. Resumiendo, demostraban aquel nulo cariño a través de lo material para hacerme creer que existía amor.
Y eso me dañó poco a poco.
A mi corta edad comprendía que mi familia no me quería de una forma sana, y que lamentablemente, no era una muñeca de porcelana... sino una marioneta que sería útil para sus trabajos sucios. Yo era la cáscara de plátano que pronto sería desechada en un bote de basura.
Sin embargo, entre todo eso, sólo una persona me prestaba la atención que anhelaba.
Y yo no sabía si sentirme alegre por ello.
JaeHyun era una molestia, lo tenía claro. En aquel entonces no comprendía esa obsesión que tenía sobre mí de pasar tanto tiempo a mi lado teniendo cosas mas importantes que hacer. No obstante, al cabo del tiempo comencé a notar que eso estaba trayendo daños para nada deseados.
La decoración de mi hogar me parecía atractiva. El estilo antiguo le daba una apariencia de castillo que sin dudarlo amaba, pero que a su vez... me asustaba.
Eran muchos pasillos con demasiadas puertas, sabiendo las personas con quiénes vivía... todo era posible.
Un día decidí indagar con más profundidad en mi "hogar", escuchado de forma accidental una conversación de mis padres donde se ponía de manifiesto su descontento sobre alguien que se había ido o en su defecto, huído.
—¿Cómo que no están? ¿A donde fueron? —espetó mi progenitor sumamente enojado.
—Supuestamente viajaron a los Estados Unidos en la noche de ayer. Todo pasó desapercibido, por eso no se notó —explicó JaeHyun, quién a comparación de mi padre estaba más calmado.
—Esos bastardos. Sabía que algo así sucedería —gruñó.
Y ahí todo sucedió en cámara lenta. No reaccioné ante los pasos de mi familia, ocasionando que me atraparan espiando tras la puerta.
Sus expresiones eran de terror. Los tres me veían como si hubiera cometido un delito, y me hicieron pagar como si verdaderamente lo fuera.
—¿Qué mierda estás haciendo? —escupió mi padre, jalando con fuerza mi cabello para que alzara la cabeza—. ¿Te gusta espiar a los mayores? ¿Es eso? Maldita de mierda.
Sin duda, aquellas palabras estaban doliendo más que su ajuste incómodo en mi cabeza. Un montón de lágrimas se acumularon en mis ojos, rompiéndome al instante en que me soltó y me hizo caer al suelo sin nada de sutileza. Mi espalda y cabeza chocó fuertemente contra la pared, sin embargo, la figura de mi padre saliendo del lugar fue mi total concentración. Mi mamá por su parte simplemente me observó con esa sonrisa triunfante antes de imitar la acción del hombre, quedando frente a mí una única persona que incluso me repugnaba más.
El varón se agachó hasta quedar a mi altura, no teniendo alguna expresión en su faz. —Te has buscado esto, Lili. Ya se le pasará.
Yo no confiaba en esas palabras. Al momento me encontraba sola en el lugar, no pudiendo contener mis lágrimas esta vez.
Luego de eso afirmé que cada segundo en esa casa era un infierno o más bien, un manicomio.
Odiaba esa falta de empatía por parte de todos. Un ejemplo de eso fue cuando se realizó la mudanza de mi habitación, dónde perdí una prenda muy importante para mí y que llegaba a considerar mi amuleto de la suerte: una horquilla. Recordaba la tristeza que me consumió..., pero nadie hizo nada. Simplemente me vieron y continuaron su camino.
Hasta ahí.
Las ansias de encontrarme fuera de aquel lugar eran amplias. Por ejemplo, en mi jornada escolar me sentía aliviada ya que aunque sea por unas horas del día no tendría que aguantar el ambiente del hogar. Sin embargo, incluso fuera continuaba sintiéndome abrumada, pues todo el mundo juzgaba a su deseo por verme apagada.
Y eso se debía nada más y nada menos que al entorno que me rodeaba.
Con una edad corta comprendí el significado de soledad y el sentimiento que a su vez traía. No tenía amigos, personas que se preocuparan por mi bienestar, padres o... un hombro en el cual llorar cuando me sintiera mal. En mi hogar ni siquiera podía hablar con los empleados, sólo JaeHyun era el que venía a jugar conmigo, convirtiéndose en un vago apoyo al menos.
Al menos, dije.
Con todo eso me tocó vivir un camino muy distinto al de los demás, lleno una nube de negatividad y misterio, mismo que paso a paso me estaría consumiendo.
No obstante, muchas cosas cambiaron cuándo él llegó.
Un niño de nueve años que por primera vez estaba dispuesto a hablar conmigo.
Esa tarde estaba en el patio del colegio jugando con unos jazmines. Esa flor me demostraba algo, algo que aún desconocía y a su vez, me atraía. Por tal motivo la amaba tanto. A mi alrededor había poca gente que no se atrevía ni a verme a los ojos, todos eran como ustedes: juzgando sin conocer la razón tras mi comportamiento. Sin embargo, él atravesó la barrera dónde estaba enajenada con una sutil cuestión que me derritió el corazón.
—Hola, ¿tienes una crayola roja que me prestes?
Una pregunta tan dulce e inocente fue suficiente para que JungKook se convirtiera en alguien importante para mí. Al inicio dudé de sus intenciones, incluso le pregunté si era alguna clase de broma, no obstante, él me juró que jamás podría jugar con los sentimientos de alguien.
A partir de ahí los dos comenzamos una amistad que con el tiempo aumentó. Él había logrado aliviar mi incomodidad diaria, así como también a llevarme a un mundo lleno de fantasías como lo era una amistad. Jeon fue mi salvación y apoyo, fue quien comprendió mi vida aún así cuando la suya ya estaba deteriorada.
Conocernos había sido una obra hermosa del destino. Yo en realidad... no sabría que hacer sin su presencia.
El pelinegro era alguien realmente increíble. Sus cualidades cálidas llamaban a los corazones para que latieran, y el mío no fue una excepción. Hubo una corta etapa donde me gustó, sin embargo, no pasó de eso. Nos dimos cuenta de que no podíamos vernos como algo mayor que una amistad y que además —siendo yo quien afirmaba eso—, no podía dejarlo caer en algo oscuro como yo lo era.
No iba a exponerlo a un peligro del cual no tenía noción.
Al cabo del tiempo mi familia conoció a la suya en una reunión del colegio, algo no tan inesperado para mí, pues llegaría ese momento tarde o temprano. Sin embargo, algo no pasó desapercibido para mis sentidos. Una tensión para más agradable se formó en el lugar. Las miradas de ambas familias eran... confusas y a su vez serias; estaban diciendo algo mediante sus ojos que la boca no era capaz de pronunciar.
Supuse que algo raro sucedía, pero lo ignoré.
Esa incomodidad no fue impedimento para seguirme juntando con el chico. Jeon era alguien especial, más que un amigo... era aquello que me hacía brillar entre toda la oscuridad.
Y prontamente no fue sólo él quien logró eso. A JiMin y a NamJoon los conocí tiempo después en una situación muy graciosa y para nada común. Digamos que en una visita hacia la casa de Jeon, fui consciente de como los tres susodichos peleaban con almohadas por saber quién jugaría con el Xbox. Desde el marco de la puerta tenía una ceja alzada y una divertida sonrisa en el rostro, pues verlos de esa forma me causaba mucha gracia.
Pero aquello se desvaneció cuando una almohada cayó contra mi cara y me hizo caer al suelo.
¿De quién había sido ese golpe? Adivinen.
—¡Ah! ¿¡Quién es esa!? —gritó el único e inigualable JiMin.
—Una simple mortal que ha sido atacada por tu almohada —ataqué sin alguna pizca de alegría.
El sujeto me observó sin ninguna expresión por un momento para luego girarse y ver a mi amigo. —¿JungKook?
—Es Lisa, mi amiga —sonrió mientras soltaba un suspiro y se acercaba para ayudarme a levantarme—. Lisa, ellos son mis compañeros, JiMin y NamJoon.
—Es un gusto —el castaño estiró su mano, la cual no tardé en tomar con amabilidad.
—Igualmente —sonreí.
Entonces me incorporé frente al otro chico, mismo que me había lanzado la almohada y quién ahora tenía una expresión más tímida y avergonzada.
—Perdón por eso —rió, también estirando su mano—. Es un gusto.
—Para mí lo es —sonreí, sosteniendo su mano de igual forma—. Aunque no te salvas del almohadazo que te mereces.
Y sin previo aviso le arrebaté la almohada a JungKook para estamparla contra la cabeza de JiMin, obteniendo un grito de su parte y una risa de sus amigos.
—¡Estás loca! ¡Ven aquí! —chilló al mismo que empezaba a correr en mi dirección.
Y así fue como nuestra amistad inició. Teníamos altos y bajos, peleas y bromas, pero el lazo era tan grande que no podía romperse.
Aunque entre toda esa felicidad..., alguien no estaba disfrutando. Por el contrario, alguien soltaba fuego por los ojos al saber que el motivo de mi tranquilidad y comodidad no se debía a su presencia.
El idiota de Kang comenzó a comportarse diferente luego de todo eso. Solía ponerme en situaciones el doble de incómodas que antes, me trataba con un carácter más fuerte y demandante; poco a poco la máscara con la cual siempre intentó ocultarse... se desvaneció para mostrar al verdadero ser que tenía dentro.
Un ser que prontamente reconocí como la réplica exacta de mi padre o en su defecto, peor que él.
A partir de ahí comencé a sentir miedo de lo que en realidad tenía a mí alrededor. Debido a eso me ví en la obligación de tomar medidas para mi propia protección, como por ejemplo: poner una campana en la puerta de mi habitación, llegar temprano a casa y evitar a mi familia, ser cuidadosa con mis acciones, entre otras cosas más.
El ambiente en mi casa siempre era raro, de eso nunca tuve duda, sin embargo, cuando se creó un contrato con una de las familias más conocidas de Corea... yo no supe que sucedió.
Los Kim eran personas de igual importancia que nosotros. En las noticias hablaban de ellos con frecuencia, así como para los periodistas eso era una mina de oro. Cuando se firmó el contrato la prensa terminó volviéndose loca, y en mi casa también.
De repente comenzaron a ponerse paranoicos sin motivo alguno. Su orden hacia mí era únicamente: “nada de salidas, irás solamente a la escuela”. No entendía el porqué, motivo por el cual interrogaba e insistía, mas no obtenía respuesta.
Eran preguntas tras preguntas las que surcaban mi mente, ninguna con respuesta clara.
En esos tres meses de contrato las cosas no estuvieron bien. Además de la tensión hogareña, las restricciones y advertencias, habían peleas constantes. En todas esas donde me encontraba involucrada terminaba recibiendo alguna mala contesta, grito y repudio. Un ejemplo más sobre el nulo cariño que me tenían.
Podía impresionar, pero yo realmente odiaba a esta familia.
JungKook comenzó a ser consciente de lo que verdaderamente estaba sucediendo, cosa que lo invitó a cerciorarse de mi estado diariamente. Él sabía que en cualquier momento algo malo pasaría, lo veía en sus ojos.
Yo también lo sentía con más intensidad.
Y entonces... llegó el momento.
Último año de preparatoria y junto a eso, el inicio del caos.
Bastó con que una persona estuviera en la ciudad y en mi colegio para que todo sucediera. Su simple llegada fue lo que atrajo a mi familia y lo que a su vez provocó muchos problemas.
Ella fue el detonante todo.
La primera vez que vi a Olivia no tuve ningún tipo de emoción, sin embargo, cuando la ví muy cercana a JungKook comencé a notar algo raro.
No eran celos, nunca lo serían. Era una sensación muy rara, una vibra extraña que no podía descifrar con exactitud. Sentía como si algo me llevara a su encuentro, pero que al mismo tiempo... me obligaba a alejarme. Era muy incómodo, singular y terrorífico.
Intentaba ignorarlo diariamente, así como también evitaba mostrarme rara ante ella; al final no se lo merecía. Simplemente ver como hacia feliz a mi amigo era suficiente para relajarme.
Jamás había visto a JungKook tan contento luego de conocerla. Era obvio que ambos se gustaban, más que claro no podía estar.
No obstante, las cosas malas siempre nos persiguen, y esta vez no pude ignorar o evitarlas. Esta vez no era posible.
Mi familia se reencontró con la suya de una manera completamente inesperada. Sus reacciones fueron iguales a las de los Jeon, sólo que con más definición. Estaban tensos, e incluso asustados. Cuando los Kim me vieron pude notar como sus ojos se volvían brillosos de manera positiva y con un sutil toque de felicidad. Muy al contrario de mis padres, quienes tenían un brillo maligno en sus orbes y probablemente, muy malas intenciones en todo esto.
Aquel incómodo encuentro fue suficiente para hacerme indagar con más profundidad. Había algo oculto que no tardaría en descubrir, sin embargo, las cosas no fueron fáciles. Ninguna de las informaciones obtenidas me servirían para formar alguna teoría o idea, sólo me generaban más cuestiones sin respuestas y lamentables encuentros con el idiota de Kang.
Encuentros para nada agradables, cabe destacar.
Pero entonces... el destino volvió a unir nuestros caminos. Ya estaba empezando a considerar que nada de esto era una casualidad y que por el contrario, se trataba de algo intencional creado por mi familia.
Una cena fue lo propuesto con el fin de establecer nuevamente las relaciones, aunque yo sabía que había algo oculto. Ese deseo de tenerlos cerca, en la mira de sus acciones, no era para nada normal y por tal motivo me aterraba.
Sentía como si las cosas estuvieran más cerca de lo normal. Aquello que estaba planeado para que sucediera no tardaría en llegar, yo lo percibía, pero no podía detenerlo. Estaba fuera de mi alcance mientras no tuviera conocimiento de todas las mentiras que me rodeaban.
El día de aquella cena llegó con rapidez, provocando que el aura de mi vivienda no fuera fácil de sobrellevar. Nunca había visto a mi familia tan desesperada y emocionada ante una visita; en realidad, jamás los había notado así en cualquier situación durante los casi dieciocho años que yo poseía. Era algo extraño y a su vez no agradable. Ver el brillo oscuro de sus ojos sólo me propiciaba nervios, ansiedad y un mal presentimiento.
Un muy mal presentimiento.
Cuando la hora planeada se veía próxima, mi propia alteración aumentaba. Estuve más de una hora frente a mi guardarropa buscando que ponerme, al final decidiendo una prenda sencilla y con la cual me sintiera cómoda. Supe que los Kim habían llegado al momento dónde observé por la ventana y los vi bajar del auto, viéndose tensos y con un miedo disfrazado por amabilidad. Mis ojos cayeron sobre la pelinegra, misma que se escondía tras su progenitor para evitar las miradas de mi familia.
Al parecer no era la única asustada.
Minutos después decidí que ya era tiempo de bajar y enfrentar lo que pasaría, al final, tampoco era algo que pudiera evitar. Traté de aliviar el ambiente con mi presencia, cosa que logré en los primeros instantes. Sus temas de conversación variaban de forma constante y en ninguno de ellos me atrevía a participar, pues existía ese miedo de algún mal comportamiento de su parte. Miraba a la chica frente a mí cada ciertos ratos, ella también lo hacía demostrando su descontento.
Sin embargo, algo se activó en su presencia cuando JaeHyun se dió a notar. Supuse entonces que ella podía sentirlo —justo como yo— en los pasillos del colegio y que ya estaba familiarizada con él.
Olivia pidió permiso para ir al baño repentinamente, yéndose de la mesa bajo la atenta mirada de todos. En su faz estaba plasmado el terror en persona, y yo podía entenderla.
¿Quién no se sentiría así con personas como mis padres?
El tiempo comenzó a correr sin pensar en las cosas que sucedían, dándome a entender que algo no estaba bien. Ella no lo estaba. Ante ese efímero pensamiento me levanté de la mesa con la misma excusa, no perdiendo el tiempo para buscarla por los pasillos.
Cuando la encontré estaba muy asustada por lo que pudiera hacerle, no obstante, sería incapaz de lastimarla. Al saber que tenía como objetivo indagar en el lugar, la ayudé a entrar en el sótano con la llave que hace unas semanas había podido conseguir.
Cautelosas iniciamos una búsqueda superficial entre los datos que veíamos. Nunca había entrado en ese lugar por prohibición de mis padres; decían que no era necesario que estuviera ahí. Pero por lo visto, aquella era una mentira que usaban para protegerse el pellejo.
Pasaron unos cuantos minutos hasta que decidimos irnos de ahí e ingresar nuevamente al comedor. Ahí tuve que mentir sobre lo sucedido, obteniendo unas miradas creíbles por parte de los demás, pero a su vez la confirmación de que mis palabras les causaron gracia.
Al finalizar la cena opté por llevarme a la pelinegra a mi habitación por dos motivos; primeramente porque era consciente de lo tensa que se encontraba, y segundo porque quería conocer mejor a la persona que tenía enfrente. Cuando estuvo dentro de mi cuarto pareció una niña pequeña mirando todo a su alrededor, era una imagen demasiado dulce.
Entablando conversación noté que incluso estaba investigando el porqué de todo lo sucedido y que entre ambas habían muchas similitudes, como por ejemplo, la horquilla que usaba de pequeña. Ella hizo distintas preguntas de índole personal al inicio, pero todo eso comenzó a desvanecerse cuando llevamos los temas a nuestra propia comodidad.
Ahí descubrí que aquella percepción que tenía de Olivia era algo confuso. Ella era una chica agradable, cariñosa, pura e inocente, así como muy inteligente y audaz. Su comportamiento cuando le pregunté sobre Kook me derritió el corazón, así como también me brindó alivio con sus palabras.
Se había convertido en alguien más que podía ver el verdadero ser en mi interior.
El abrazo final de nuestro encuentro me dió la sensación de que junto a ella... algo se formaba. No sabía de qué se trataba, sólo podía confiar en la comodidad que su presencia me daba.
Supe entonces que debía cuidarla de las horribles personas de mi familia, incluyendo a JaeHyun, mismo que intentó dañarla en un momento donde no estuve presente.
Cuando volví a los pasillos luego de buscar el libro del cuál tanto hablábamos, fui consciente de como él estaba poniéndola incómoda con sus indecorosos acercamientos. Rápidamente me hice notar, alejándola de ahí y evitando que tomara ese pañuelo que probablemente se encontrase bañado en algo tóxico. Sin embargo, antes de bajar por completo los peldaños me giré y pronuncié fuerte y claro "no te acerques a ella, maldito" en tailandés para no asustarla.
Le traje un paño con el cual limpié la sangre de su nariz, no pasando desapercibido el pequeño ataque que estaba teniendo en su interior. Sabía fingir muy bien por lo que vi. Próximamente se encontraba entrando al coche con el cuál habían venido, al fin teniendo un momento de paz y alejándose de mi hogar.
Antes de que se fueran le regalé una sonrisa de consuelo y un pequeño ademán de despedida con mi mano, también fingiendo estar bien cuando en realidad... estaba a punto de colapsar.
Todo estaba a punto de colapsar.
Una mentira que desde más de veinte años estuvo formada y cubierta por viles palabras, quedará totalmente en la mira cuando una declaración haga lugar en un espacio y momento ya determinado.
El plan elaborado había llegado al mejor de sus puntos.
La situación existente era perfecta para continuar.
Las marionetas que conformábamos dicho plan estaban siendo manejadas por el creador de toda la desgracia.
Y cada acto que tenía lugar con el paso del tiempo... estaba funcionando con la exactitud plena para llegar a la oscuridad.
Ya no había máscara. Ya no había remordimiento. Ya no había empatía, si es que alguna vez existió. Por supuesto, que tampoco estaba presente algún muro que impidieran los actos.
Lo que iba a suceder, el descubrimiento de la verdad que yo aún desconocía, se encontraba muy cercano. En cualquier momento se daría el último paso del plan y a su vez, todo fluiría con el rumbo ideado.
Entonces yo..., Olivia..., y mis amigos, seríamos los principales perjudicados. No había remedio, de verdad que no existía forma de detenerlos mientras no se supiera lo que pasaba. Sólo quedaba estar preparado para el golpe final y también..., estar preparados para luchar ante lo que vendría.
Tenía que ser fuerte. Debía serlo para conformar un apoyo, sin embargo, nadie me dijo que esa mentira... iba a ser más fuerte de lo inesperado.
Porque nadie me dijo... que tal declaración sería mi desgracia y peor aún, mi mayor dolor.
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Wenas por aquí 👀 ¿Cómo están? ¿Todo bien?
Cuéntenme, ¿qué les ha parecido este especial? Y por supuesto, ¿han logrado confirmar o aumentar la información de sus teorías? Soy todo ojitos ^^.
Este especial, a pesar de que fue fácil escribirlo al ya estar planeado, tiene sus cosas que tuve que tomar en cuenta jajajja. Cómo pudieron ver, fue la perspectiva de Lisa donde su vida fue contada. Espero que ahora puedan tener un poco más claro el "porqué" de muchas cositas (◍•ᴗ•◍)❤
Ahora sí, me voy yendo por ahí jajaja. Cuídense mucho, espero que hayan disfrutado de la actualización. Tomen awita y descansen bien <3.
L@s quiero.
Psdt: Últimamente Wattpad la toma conmigo al no dejarme actualizar.
*Grita de la rabia*.
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