❝Cuando se termine este frío invierno, hasta que vuelvan los días de primavera, hasta que las flores florezcan otra vez, por favor, quédate aquí un poco más, por favor, quédate.❞
——Spring Day, BTS.
Dicen que el invierno es esa época del año dónde aparecen los mayores miedos, la depresión y claramente; la oscuridad. Sin embargo, es una etapa para observar al interior, meditar sobre nosotros mismos y superar aquellas inseguridades que desde algún momento nos empezaron a molestar.
Yo era alguien capaz de confirmar esto. En apenas un chasquido de dos dedos mi vida se había vuelto distinta, llena de problemas y dolor.
Pero lamentablemente nunca pude afrontarlos: mi mayor error fue quedarme en el pasado y dejar que las lágrimas reinaran mis ojos. ¿Qué demonios pasó con mi vida para que recordar aquello sea tan lamentable? La respuesta a esto la tenía yo, solamente yo.
Nací en Dae-gu, Corea del Sur, y ahí viví la mayor parte de mi infancia. Una bella ciudad con una economía estable y las condiciones necesarias para vivir. Mi familia era dueña de unos importantes conglomerados hoteleros situados a los largo del país e incluso fuera de él. Debido a esto—y como muchos podían suponer— tenía una fortuna privilegiada, pero aquello no impidió que mi niñez fuera agradable.
Mis progenitores eran personas maravillosas, llenas de alegría y amabilidad para todos. No importaba que tan ajetreados estaban, siempre buscaban tiempo para mí y mi hermana mayor. Yo por mi parte, era un joven tan dulce como la miel. En mi rostro nunca dejó de existir una sonrisa, incluso cuando me encontraba triste cualquier cosa me alegraba. Demasiado risueño y travieso eran mis principales características. Este comportamiento también se debía al increíble ambiente a mí alrededor.
Mi hermana dos años mayor era algo diferente a mí. Su personalidad solía ser más seria e introvertida, pero eso no quitaba el hecho de que fuera una maravillosa compañera. JiSoo y yo teníamos una excelente relación de hermanos, yo le contaba todo y viceversa. Siempre estuvo ahí para mí sin importar las circunstancias.
La convivencia con la prensa siempre fue algo molesta. Se metían mucho en nuestra vida, pero yo no le tomaba importancia. Era sólo un niño que deseaba vivir y jugar con sus seres queridos, no me interesaba más nada que eso.
Mi círculo de relaciones no era amplio, ya que nunca fui bueno creando vínculos con los demás. En el colegio andaba solo, podía interactuar con algunos de mis compañeros, pero en la mayor parte del tiempo jugaba conmigo mismo. Lamentablemente esta situación empeoró cuando me mudé a Seul con mi familia. Ciudad nueva, escuela nueva, personas nuevas y más fue lo que afronte a tan corta edad, nada siendo bueno durante los primeros meses.
Sin embargo, aquello comenzó a cambiar luego de conocer al idiota destinado de mi hermana; Kim SeokJin.
Aquel joven de unos doce años apareció de la nada con sus padres en una cena familiar, al parecer eran socios de mis progenitores. Aún recuerdo las tontas expresiones de mi hermana cada vez que el castaño hacia algo: la había dejado totalmente enamorada. Jin por su parte era un egocéntrico de primera, en especial con sus habilidades. Ese chico ni siquiera parecía un niño, tenía un coeficiente intelectual fuera de lo común; hablaba con extremada madurez, se comportaba como un adulto e incluso abarcaba temas que yo a mis ocho años ni siquiera podía entender.
Pero a pesar de no congeniar muy bien, él y yo llegamos a tener una amistad estable. Se convirtió en un amigo para mí, el único que tenía.
Pasábamos demasiado tiempo juntos, tanto que mi propia hermana se ponía celosa, porque sí; la chica estaba totalmente enamorada de él. Pero ambos nos distanciamos un poco cuando él tuvo que realizar su primer caso en la policía.
Desde ahí, con apenas unos diez años, sentí por primera vez lo que era estar sólo. Debido a mis grandes aburrimientos y agobios opté por quedarme en el colegio en las tardes para practicar algún deporte o leer en la biblioteca.
Mis días se volvieron algo monótonos, eso me hacía sentir un poco mal, pero podía soportarlos. No obstante, todo cambió cuando conocí a Min YoonGi.
Esa tarde de septiembre yo me encontraba jugando béisbol en la cancha de mi instituto. Solo estaba yo intentando liberar un poco de mis pensamientos. El sudor se deslizaba poco a poco por mi frente y mi respiración yacía entrecortada. Estaba concentrado en mis acciones, pero una mirada sobre mi hizo que girara. A lo lejos, en la parte superior de las gradas, había un chico pelinegro que no quitaba su vista de mí. Decidí no prestarle atención e intenté continuar con mis actividades, ya que la persistencia de sus ojos me estaba molestando demasiado. Harto de aquello me dirigí con grandes zancadas a la parte inferior de las gradas con el fin de tomar mi botella de agua y acercarme un poco más al joven.
—¿Hola? —mi voz salió en un susurro involuntario.
El muchacho no respondió. Sus ojos se posaron en otro lugar de la cancha en lo que apoyaba su mentón sobre la palma de su mano. Parecía despreocupado, como si intentara relajarse con el agradable ambiente del lugar. Iba a olvidarme de él, sin embargo, con mis ágiles ojos pude notar un rasguño en su rostro que a primera vista no capté. Eso me causó curiosidad, y cuando Kim TaeHyung quería conocer algo persistía hasta el final.
—¿Qué haces aquí? —continué insistiendo con algunas preguntas, pero que raramente no fueron respondidas.
Las semanas pasaron, y con ellas me di cuenta de que aquel joven era recién llegado en mi instituto. Los rumores existentes por los pasillos me hicieron entender que al pelinegro le hacían bullying por su aspecto de “raro”, cosa que me invitó a llegarme a él y entablar algunas conversaciones.
Al comienzo me ignoraba o evitaba, comprendía que no confiara en nadie luego de todas las cosas que pasaban. Mis intentos terminaban siendo en vano, ya que nunca lograba que Min YoonGi dijera más palabras que un afirmación o negación. Pero inesperadamente un día.... sucedió algo que sin duda me enojo.
Pude ver claramente cómo maltrataban al joven de diez años en el baño de los chicos. Automáticamente fui consciente de lo que sucedía opté por defenderlo. Se notaba demasiado vulnerable y lastimado, tanto que me hacía sentir mal por no llegar antes. Esa tarde lo salve de mucho y logré más avance con respecto a mí objetivo.
Luego de ese suceso él y yo iniciamos una amistad algo rara. Ninguno de los dos podíamos entendernos, eso nos dificultó en el inicio, pero luego de unas semanas todo aquello se desvaneció para dar paso a una de las amistades más puras del mundo. Al final Min era un joven algo similar a mí, pero al mismo tiempo un poco diferente.
Cuando YoonGi y Jin se conocieron en una de las ocasiones, la relación aumentó su carisma y confianza. Los tres nos convertimos en fieles compañeros; pasábamos tardes juntos, platicábamos de diversos temas y poco a poco íbamos aprendiendo de nosotros mismos.
Para ese instante yo no tenía ninguna preocupación; solo era un joven niño que quería disfrutar de aquello llamado juventud, sin embargo, la vida no estuvo de mi lado al pegarme con uno de los sucesos más dolorosos capaces de existir. Y todo gracias a ella.
En esa tarde de noviembre YoonGi, SeokJin y yo nos encontrábamos jugando fútbol en uno de los parques cercanos al colegio. El primero estaba algo ansioso, parecía esperar a alguien. El castaño y yo le hacíamos bromas con respecto a alguna "chica" que le gustara, pero nos sorprendió ver a lo lejos a una fémina acercarse con una sonrisa únicamente para él. El muchacho dejó la pelota de lado y corrió a abrazar a la desconocida para nosotros. Era idéntica a él; de cabello oscuro, sonrisa de goma de mascar, la piel pálida y ojos gatunos. Algo tímida se acercó hacia nosotros y nos mostró una sonrisa deslumbrante. Nos quedamos atónitos cuando comprendimos que se trataba de la hermana gemela de YoonGi: Min Mi-Rae.
Y ese día no supe que sucedió, pero los desbocados latidos de mi corazón no estaban para nada bien. Desde ese momento aquella joven se quedó marcada en cada esquina de mi mente, y por mas que intentara sacarla, era algo totalmente imposible. Su forma de hablar, de comportarse, e incluso su forma de ser eran tan dulces y cariñosas que me hacían enternecer constantemente. Tenía una idea de que me pasaba, pero mi maldito orgullo no me dejaba aceptar que eran esos sentimientos. Sin embargo, esto no duró mucho, ya que mi queridísima hermana mayor pudo notar esos raros comportamientos y me mantuvo durante toda una tarde en su habitación para darme “la charla”.
—¡JiSoo déjame ir! Estás loca, no quiero escucharte —refunfuñé con notable molestia.
—No~, usted jovencito malcriado me va a atender hasta que terminemos de hablar.
Eché mi cabeza hacia atrás y tape mi rostro con ambas manos. JiSooo dando un montón de saltitos eufóricos tomó una silla y la posicionó frente a mí con el fin de sentarse y observarme expectante.
—Ahora sí, cuéntame todo lo que sientes.
La sonrisa en su rostro daba miedo. Era demasiado alegre y amplia mientras que sus ojos poseían un brillo emocionado. Tragué saliva con dificultad y me mostré recto ante ella.
—No hay nada que contar. Me siento igual que siempre, no se cual es tu paranoia...
El entrecejo de mi hermana se frunció notablemente. Su cabeza ladeó un poco hacia la derecha y sus ojos tomaron una expresión diferente. Jugando con sus dedos algo fastidiada me observó y sonrió con diversión. —Si no hablas conmigo iré a dónde mamá y le contaré todo, el problema será tuyo cuando veas la verdadera paranoia que...
—¡Está bien!... está bien, hablaré contigo de lo que sea que me este sucediendo.
No tenía de otra. Si mi hermana estaba loca, se esperaba lo peor de mamá. JiSoo aplaudió deliberadamente con sus manos y volvió a prestar toda su atención en mí. De mis labios salió un suspiro intentando encontrar la mejor forma para iniciar.
—No estoy seguro de que sea....pero desde que conocí a la hermana de YoonGi me he sentido raro —hablé entre titubeos—. Cuando no estoy con ella no puedo parar de visualizarla y extrañarla, entonces, cuando la veo, siento como si el alma volviera a mí cuerpo. También me sonrojo y me pongo nervioso con el más mínimo acto de su parte. Y pasa además...que no puedo parar de apreciar su belleza...
Había hablado como todo un tonto durante esos cinco minutos antes de que fuera consciente de mis palabras. Quise golpearme con fuerza en ese instante, y mucho más cuando noté la expresión pícara de la mayor.
—El pequeño Kim TaeHyung está enamorado~.
Era cierto. De la forma más rara había terminado sintiendo algo por esa chica. No lo admití hasta luego de unas semanas, dónde luego de haber pasado innumerables momentos a su lado esos sentimientos se agrandaron. Demonios, era un ángel caído del cielo.
Mi primer cumpleaños junto a YoonGi y Mi-Rae fue demasiado divertido, no lo podía negar a pesar de que realmente odiaba celebrarlo. Ella lo hacía todo mejor. Incluso mi día a día mejoraba con su presencia.
¿Qué me había hecho?
Durante la primavera participé en una obra escolar como el protagonista, y como si esto fuera una película ella fue mi pareja. Tal vez hubiera sido tedioso de no ser por Mi-Rae, ya que ese día....fue uno de los mejores de mi vida. Mientras ambos terminábamos de arreglarnos para salir al escenario compartíamos una interesante plática sobre películas y series. Sin embargo, los nervios no me dejaban actuar con normalidad, y Mi-Rae al notar aquello me regaló una sonrisa junto a un gran abrazo.
—Lo harás genial TaeTae, confío en tí —rió con ternura—. Si sientes nervios solo mírame, yo estaré ahí contigo.
Y sin que yo lo esperara, estampó sus suaves belfos sobre los míos en un beso delicado y lleno de inocencia.
Mi primer beso, el suyo, y el de ambos.
Con aquel suceso nuestra relación se reforzó muchísimo más. Ambos frecuentamos salidas a los parques, pistas de patinaje, cafeterías, cines y etc. Cada una de estas eran pequeñas e inofensivas citas de niños donde apenas conversábamos y teníamos algunos roces de manos. Los dos eramos demasiado tímidos para hablar al respecto, especialmente yo; apenas conocía estos sentimientos, no me encontraba listo para dar algún paso.
No obstante, decidí dejar toda esa cobardía de lado y me declaré ante ella. Recordaba ese día a la perfección: el Sol se escondía a lo lejos por aquella infinita línea llamada horizonte, gracias a esto el cielo tomaba una tonalidad anaranjada que combinaba a la perfección con los aparatos de la feria. En la punta de la estrella se podía ver una parte cercana de la ciudad, todo era maravilloso, pero ella lo era mucho más.
Nervioso y con los latidos de mi corazón en la oreja dije todo lo que debía decir. Afirmé mis sentimientos hacia ella con algo de miedo al rechazo pero sacándome un pesado peso de encima. Y cuando al fin dije: “Me gustas”, ella me respondió con lo que desde el inicio quise escuchar.
“Tu también me gustas Taehyung”.
Y eso fue todo. Mi-Rae y yo iniciamos una relación amorosa ese mismo día. Nuestra familia y amigos se alegraron muchísimo con la noticia, para al final confesar que sospechaban sobre eso. YoonGi puso sus expresiones de hermano celoso, pero sabía perfectamente que yo era incapaz de lastimarla.
¿Cómo me encontraba? Demasiado feliz, afortunado, alegre, amoroso y muchas cosas más. Era un completo manojo de emociones en esos momentos. Ella me demostraba su amor de la manera más genuina que podía existir; era muy dulce para mi cordura. Yo era igual, todo el tiempo le mostraba mi cariño y apreciación, pero evitando que se pudieran crear polémicas entre ambas familias.
Mi-Rae y yo poseíamos algo demasiado hermoso. Un amor cálido y resplandeciente como el Sol sobre nosotros, algo incapaz de destruirse, ya que creímos que nada ni nadie lo podría romper. Sin embargo, ambos éramos demasiado jóvenes para confirmarlo, y nos vimos bajo el dolor al cabo del tiempo.
Dos años. Solo dos años tuvimos para disfrutar antes de que la mayor desgracia apareciera. Y cuando el momento llegó...nadie supo que hacer.
Mi-Rae había sido diagnosticada con cáncer de pulmón a mitad de año.
A partir de ahí muchas cosas cambiaron. Nuestra relación se mantuvo, pero no era de la misma forma que antes. Aquella enfermedad había avanzado demasiado rápido en sus pulmones y por eso necesitaba de tratamientos constantes. Eso nos dificultó las salidas y encuentros, pero era totalmente comprensible ante una situación así. Poco a poco su cabello fue cayendo debido a la quimioterapia, siempre usaba un gorro en su cabeza para cubrirlo. Su piel había perdido un poco de tonalidad, sus labios siempre se veían resecos y bajo sus ojos existía una ligera capa oscura.
La familia Min estaba destrozada con todo esto. YoonGi principalmente se veía muy afligido, tanto que incluso a mí me hacía sentir mal. Mis padres habían ayudado en lo necesario, dando apoyo primordialmente antes que cualquier cosa. Y yo....yo no sabía que hacer para ayudar. Todas las tardes pasaba a verla en el hospital, mi objetivo era que descansara, pero Mi-Rae era demasiado testaruda e insistía en salir alguna vez o jugar conmigo.
Se había acostumbrado a mentirme con los “Estoy bien” para no hacerme sentir mal, sin embargo, al final de cuentas aquello fue lo que logró lastimarme. Mi-Rae era de esas personas que ponían cualquier cosa importante sobre ella misma, y yo era un claro ejemplo. Mientras yo pensaba que mis tardes eran solo para ella, en realidad fueron lo opuesto, ya que la chica intentaba hacerme sentir cómodo y contento durante esos encuentros.
—TaeHyung-ah~, ¿puedes venir un momento?
—Claro, ¿sucede algo Mi-Rae?
—No —la fémina negó con su cabecita—. Solo quiero que me abraces.
No pude negarme ante esa propuesta. Sin pensarlo dos veces me acerqué lo suficiente a su cuerpo y la enrolle entre mis brazos, sintiendo el fragante olor de su perfume integrarse en mis fosas nasales. La fémina no tardó en corresponder a mí acto; sus manitas abrazaron mi cintura y su cabeza quedó apoyada en mi pecho. Propicie algunas caricias en la parte superior de su espalda mientras mi corazón latía desbocado.
Pero nuestras acciones se vieron interrumpidas cuando un horrible ataque de tos la invadió. Velozmente se giró a un lado y dejó salir aquello que actualmente la atormentaba. No pude evitar preocuparme por ella en ese momento; se veía demasiado vulnerable. Cuando se calmó un poco no dude en cuestionar: —¿Estás bien?
La chica alzó un poco su cabeza para verme y regalarme esa radiante sonrisa que parecía nunca perder su brillo.
—Si, estoy bien.
—Tus latidos están demasiado acelerados, ¿segura que te sientes bien? —insistí cuando el sonido a través del monitor se volvía más constante.
—Que si~, aigo~, no te preocupes por mí tonto —bromeó.
—Esto es serio Mi-Rae...
Sus expresiones burlonas y despreocupadas cambiaron radicalmente a unas más serias. Dejando salir un alargado suspiro y jugando con la manga de su suéter observó el monitor a su lado notando lo mismo que yo.
—Lo se Tae... —volvió a posar sus ojos sobre mí—. Yo también estoy hablando en serio; prometo que estoy bien.
—¿Me lo prometes?
Dudé. Dudé demasiado de sus palabras, y debí hacerle caso a mí instinto para poder evitar algo así.
—Lo prometo....
“Lo prometo”.
Aquellas dos palabras desde ese día dejaron de tener un significado para mí. Las promesas al final eran solamente palabras que no todos estaban dispuestos a cumplir o tal vez no podían debido a múltiples razones. Pero a fin de cuentas, su objetivo no hacía ninguna función.
Y pude comprobarlo más adelante.
El tiempo continuó pasando. Y con cada minuto, hora, día y semana nada parecía tener mejoría. Llegó fin de año, junto a él también mi cumpleaños. Ese día no pudo celebrarse como los últimos; Mi-Rae estaba demasiado grave como para realizar alguna festividad, y yo me negué rotundamente a hacer algo que no fuera con ella. Por eso, decidí que lo mejor era pasar ese día a su lado sin ningún tipo de interrupción.
Ella no quería, pues deseaba que yo pasara ese día de lo mejor en vez de estar con un enfermo. No obstante, ignoré ese tipo de comentarios y me mantuve a su lado todo el tiempo.
—Ha sido un invierno muy horrible, ¿no crees?
La joven entre mis brazos soltó una risita nasal mientras asentía con su cabeza. Girando un poco su cuello me permitió ver sus ojos gatunos, aquellos que poseían una galaxia interminable.
—Confirmo eso. Pero sabes... —pareció pensarlo un poco— dicen que después del frío invierno, ahí cuando la primavera llega, todo es diferente; más cálido y alegre.
Una pequeña sonrisa se posó en mis labios luego de escuchar eso. Sin pensarlo dos veces presioné mi boca sobre su mejilla para dejar un inocente beso.
—¿Estarás conmigo cuando la primavera llegue?
Hubo silencio. Pero en aquel momento no sospeché de nada, solo supuse que estaba nerviosa por mi ronca voz cuando la sentí estremecerse bajo mis brazos.
—Si, TaeTae.
Pero ninguno de nosotros, o al menos yo, no sabía que esta sería la última noche que pasaríamos juntos. Ya que seis días después, lo que muchos querían evitar.... sucedió.
Min Mi-Rae había fallecido en la madrugada de un 6 de enero debido a un cáncer terminal de pulmón.
No se cuánto tiempo estuve deseando que se tratara de una terrible pesadilla. Quería que fuera eso, no podría soportar esa realidad. Pero lamentablemente ese había sido nuestro destino. Ese día cuando llegué al hospital en plena madrugada y vi a Yoongi llorar desconsoladamente mientras pedía ver a su hermana.... concluí que todo era cierto.
En cuanto los Min me vieron no pudieron evitar llorar mucho más. Negué con mi cabeza repetidas veces mientras cerraba fuertemente mis ojos. No podía estar sucediendo, no...
No quería creerlo, pero sabía que era cierto. Escuchando claramente a mí corazón quebrarse dejé que las primeras lágrimas de desesperación corrieran por mi rostro. Los pulmones parecían haber detenido su trabajo ya que mi respiración yació entrecortada. Sin aviso alguno el primer sollozo salió de mis labios.
—No, Mi-Rae no...
—TaeHyung —la señora Min me observó con dolor—, lo siento mucho cariño...
—No, esto no... —cubrí mi boca con mi mano mientras cada parte de mí ser comenzaba a arruinarse— por favor no, Mi-Rae.
—Está muerta, Tae.
Y me rompí.
Un grito desgarrador salió del fondo de mi garganta mientras las múltiples lágrimas bajaban por mi cara. Me acerqué a la puerta de su habitación e intenté abrirla para verla, pero rápidamente me tomaron por los hombros con el fin de detenerme. Traté de soltarme, pero ni siquiera tenía fuerzas para mantenerme de pie.
Al final me dejaron pasar, y cuando la vi... deseé volver el tiempo atrás y evitar todo lo sucedido. Una manta azul la cubría hasta su pecho dejando a la vista su rostro actualmente blanco. Sus labios estaban secos, un poco morados y sin una pizca de atracción. Y sus ojos, demonios, estaban totalmente cerrados.
Con aquel horrible nudo en mi garganta me acerqué a ella y la estreche entre mis brazos esperando que ella hiciera lo mismo. Pero al final....todo estaba sucediendo.
—Mi-Rae... —sollocé con descontrol— no me dejes, no lo hagas por favor.
Desde ese instante la palabra dolor tuvo un significado real para mí. En apenas quince años de vida ya había experimentado uno de los dolores más horribles y desgarradores que algún ser humano podría vivir. La perdida de esa persona tan cercana para nosotros es como una puñalada en nuestro corazón.
La vida es horrible. Siempre nos trae una felicidad inmensa, para luego simplemente arrebatarla sin importarle las cosas que podría dejar.
YoonGi estaba destrozado. Juraría que jamás lo vi tan quebrado como ese día, jamás. Y ni hablar de los señores Min; esas personas no podían con el dolor de perder a su hija. Mis padres no podían parar de llorar y lamentar la pérdida, mientras que mi hermana no hallaba donde esconderse para gritar del dolor. Era el cumpleaños de ésta última, y fue doloroso que sucediera esto.
Yo....ni siquiera sabía que hacer con mi vida. Me había ocultado algo muy importante de su enfermedad, ella nunca me dijo que su cáncer era terminal. No me preparó para esto, no lo hizo. Simplemente no deseaba vivir más, no quería hacerlo. No tenía ningún sentido para mí estar sin la persona que amaba. Y aquí es donde pueden comprender la gravedad de mi problema.
El tiempo se había detenido, pero nosotros también lo habíamos hecho. El funeral fue el día después, y desde ese instante muchas cosas cambiaron. La familia Min había decidido tomarse un tiempo; la noticia había sido algo horrendo para esos padres y el chico. Sin embargo, yo no me quedé atrás. Estuve semanas sin salir de mi habitación, comía poco, no hacía nada más que llorar, especialmente en las noches y debido a esto había iniciado con un maldito insomnio.
En fin: no encontraba una manera de continuar.
Tiempo después volví a encontrarme con YoonGi. Aún se veía afligido, no obstante, parecía haber tomado la decisión de salir adelante. Mis clases volvieron a iniciar, y con ello, los días normales regresaron. Sin ella.
Poco a poco me di cuenta de que todo comenzaba a tener su rumbo normal, pero yo no podía hacerlo. Me quedé estancado en un lugar del cuál ya no podría salir a pesar de que deseara hacerlo.
El Kim TaeHyung alegre, cariñoso, feliz, risueño y puro había desaparecido. En cambio, un chico rudo, arrogante, odioso, antisocial e imbécil era lo que rodeaba mi nombre. Y con todo esto quería como único objetivo que las personas me odiaran, para de esa forma no volver a sufrir por el amor.
Mi familia y pocos amigos estaban preocupados por mí. Hasta yo me preocupaba por mí. Pero no le tomaba importancia. Ya no podía volver a ser lo que era, sin duda no podía.
En uno de esos intentos de YoonGi para levantarme el ánimo propuso teñir nuestro cabello. Era una jodida broma, pero a mí me pareció una excelente idea. Aunque no fue muy buena la verdad; ambos terminamos castigados al final. Sin embargo, me gustaba haber cambiado aquel cabello castaño por uno grisáceo. YoonGi por su parte decidió pintarlo de un rojo vino.
Pero a pesar de eso, mi vida continuó siendo monótona. Llegaba a la escuela en la mañana, intentaba atender a las horribles clases, obtenía un regaño de algún profesor, mayoritariamente pasaba los tiempos libres solo, y cuando llegaba a casa me encerraba en mi habitación para no hacer nada.
Hasta que la conocí.
Ella me recordó demasiado a Mi-Rae. Su cabello oscuro caía lacio por su espalda, tenía un rostro aniñado, era de estatura mediana y poseía unas cualidades demasiado dulces. Me negaba rotundamente a esa idea de tener a alguien que me "ayudara", pero cuando vi que se trataba de esa chica...pues no me pareció tan mala idea.
Me sentía muy cómodo a su lado. Era como si pudiera liberar al antiguo yo sólo cuando me encontraba junto a la pelinegra. No sabía que demonios me estaba haciendo, pero hasta ahora no me gustaba. Y menos me gustaba comparar a ambas chicas ni a nada que sucediera a mí alrededor.
Kim Olivia no era para mí, eso podía asegurarlo. Intenté no sentir absolutamente nada por ella, de veras que lo hice. Pero verla junto a Jeon; sonriendo y sintiéndose tan libre, solo me hizo darme cuenta de la horrible persona en la que me había convertido. Si, estaba celoso de ese idiota, y lo odiaba con todo mi ser. Pero no podía ser un patán y alejarlo de ella cuando la hacía malditamente feliz. Aunque no perdía mis esperanzas por más estúpidas que fueran.
Había roto mi ridícula promesa. Porque sí, a fin de cuentas terminé aceptando que me gustaba la señorita Kim, alias hongo.
Por un momento deseé que mis plegarias fueran escuchadas. Quería superarla a través de mi amor por Olivia, pero poco a poco descubrí que eso sería imposible, no solo por el hecho de que mi amor no era correspondido... sino también por la pelinegra de ojos gatunos que aún seguía presente en mi interior.
El día en que te fuiste, llevaste contigo todo mi amor. Por eso ahora, solo puedo estar vacío, ya que ese espacio dentro de mi corazón está y siempre estará ocupado por tí, Mi-Rae.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Buenasss TuT
Admito que ha sido doloroso escribir esto.
¿Como se encuentran mis chikis?
¿Les gustó el especial de hoy? Siento que pudo quedar mejor 🤧
¿Lloraron? ¿Les toqué el corazón?
Creo que con esto ya pueden comprender un poco más los comportamientos de Taehyung.
Ahora sí, como no tengo más nada que decir me voy🤭
¡Cuídense mucho! Tomen awita y coman saludable.
Las quiero~~ :3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro