Especial • Kim NamJoon
❝¿Te quedarás a mi lado? ¿Me lo prometerías? Tengo miedo de que si suelto tu mano, volarás lejos, te destrozadas.❞
────Butterfly; BTS.
No lo voy a negar. Muchas veces soy inseguro. Terriblemente inseguro como para no saber cómo actuar o reaccionar ante las situaciones que se presentan en mi vida.
Y siendo sincero, creo que todos hemos pasado por algo así.
La inseguridad es, a opinión propia, una de las sensaciones más destructivas que un ser humano es capaz de experimentar. Se trata de no sentir confianza por uno mismo: nuestras capacidades, lo que queremos, lo que pensamos, quienes somos. No existe nada más doloroso que tener una situación para enfrentar y que no tengas la fuerza para hacerlo, todo a causa de que no te sientes conforme contigo mismo como para lograrlo.
A lo largo de mi vida es esto lo que he sentido.
¿No les ha pasado que quieren hacer algo, lo desean con todas sus ansias, pero simplemente no pueden porque dudan sobre el tema? Tal vez como cuando estás en un examen y estudiaste, sin embargo, no crees en la seguridad de tus pensamientos y después cometes un error. O en otro caso, cuando te encuentras en una situación de estrés y no sabes que decisión tomar, porque consideras que hagas lo que hagas podría salir mal.
Incluso, cuando alguien te gusta y no tienes la certeza de que corresponde a tus sentimientos, por lo que decides mantener silencio...
Cada segundo de mi vida, aunque no lo parezca, se trata de inseguridades conmigo mismo, las suficientes como para llevarme a un estado en el que no soy capaz, tan siquiera, de creer que tomo las mejores decisiones.
No obstante, ¿por qué mejor no vamos desde el principio? Hoy tendremos una charla interesante.
Como deben suponerlo, la familia de la cual provengo es muy importante y por ende, rica. Desde dormir en lechos de seda hasta comer en bandeja de plata, como tener los mejores juguetes y posibilidades para mí. A simple vista, un niño mimado que le resolverán todo en su vida.
Pero lo cierto es que no consiste en esto.
Primeramente aclararé la posición de mis progenitores: mi padre, un Ministro de Relaciones Exteriores, y mi madre, una importantísima congresista de la ciudad. Los rangos de su trabajo son tan altos, rodeados de política, que desde el uso de mi razón es lo único que conozco. Cámaras, reuniones, conferencias, entrevistas... Miles y miles de periodistas de un lado a otro como chicles pegados a un zapato. Yo, siendo el único y principal heredero de todo aquello que rodeaba el nombre de mi familia, estaba incluido en toda la situación ya que en un futuro sería el próximo ministro o, como muchos decían, el presidente.
Con eso iniciaba la presión.
Otro punto a dejar en claro era que, a causa de la importancia de mis padres en la política de Corea del Sur, una serie de peligros podían perseguirlos. Debido a eso, yo era una pieza que podría ser usada a favor de cualquiera y eso era más que suficiente para que mis padres colocaran limitaciones en mí.
Durante los horarios escolares tenía prohibido acercarme a otros niños, y en caso de que eso sucediera, era simplemente para mantener un corto diálogo. Nada de relación. Aunque ninguno de esos pequeños pudiera hacerme algo, mis padres no querían correr el riesgo de que en algún descuido pudiera salir afectado. Así que siempre estaba bajo la protección de guardias y adultos responsables.
Al mismo tiempo, mis progenitores preferían mantenerme en casa y, cuando tenían un tiempo libre, quedarse conmigo. No era que tuviera una mala relación con ellos, pero a veces eran demasiado estrictos como para que todas esas limitaciones se convirtieran en una previa afectación. Cómo por ejemplo, no sólo el hecho de que no pudiera hacer nada más que estar en casa, sino también los procesos estudiantiles que ponían sobre mis hombros aún teniendo una corta edad.
Para mis padres, el hecho de que tuviera que entrar al mundo de la política requería de un gran tiempo de estudio y, bajo sus palabras, que estuviera jugando todo el tiempo no era lo más sensato, por lo que en varias ocasiones del día me ponían a estudiar cosas demasiado complicadas para mí, sin pensar más allá de la situación.
Ambos factores, poco a poco, me crearon innumerables problemas.
El no aprender a socializar desde pequeña ocasionó que próximamente me resultara una dificultad hacer vínculos, tanto amistoso como en cualquier otro contexto, y eso no era beneficioso para mí. Cuando estaba rodeado de muchas personas, o en la escuela, incluso en el trabajo de mis papás, era casi imposible que pudiera decir alguna palabra: no tenía idea de cómo formar un diálogo y hacer que la conversación continuara, mucho menos sabía cómo buscar un tema de interés para hablar. En pocas palabras, estaba perdido en ese aspecto.
Simultáneamente a este hecho tenía la presión ejercida por todas las personas a mi alrededor. Era el único hijo de nuestro conglomerado, y aún siendo un jodido niño tenía sobre mis hombros la presión de quién debía ser. Yo no podía decidirlo, ya estaba hecho. No obstante, a mi alrededor existían personas que sólo pretendían molestar con comentarios de desprecio hacia mí, minimizando mis capacidades sin tan siquiera conocer de lo que era capaz.
Y aunque ahora no me importaran esa clase de estupideces, ¿que iba a hacer yo cuando era pequeño?
Lamentablemente, escuchar y hacer caso.
Cierta inseguridad comenzó a invadirme todo el tiempo, y no se sentía para nada bonito. No sabía cómo debía actuar, siempre terminaba en un dilema. Empecé a preguntarme si realmente sería capaz de lograr el objetivo que todos deseaban que cumpliera. Incluso llegué a desconfiar sobre la persona que en ese instante era.
Una completa lucha entre mí mismo.
Por ese mismo motivo me propuse a prepararme para mi futuro en cuanto antes y, de algún modo, también probarme a mí mismo. Inicié con un proceso de alto estudio sobre política, cultura, ciencias... Todo lo que pudiera aprender para enriquecer a mi conocimiento. Y aclaro, que eso haya sucedido no fue para nada malo a largo plazo, ya que tener una idea de temas que aumentaran mi intelectualidad era algo sumamente importante para mí. No obstante, para otra clase de temas si fue... complicado. Como no hacía nada más que estudiar, socializar dejó de ser algo para mí y a veces ni siquiera entablaba una conversación con mis padres. Ellos, al menos en ese momento, no eran conscientes de lo que sus acciones podían causar.
Hasta que sucedió el accidente.
Hoy en día no tengo un claro recuerdo sobre aquella tarde, y probablemente no fuera así de no ser por la ansiedad que me generó. Tenía nueve años en ese momento cuando mis progenitores decidieron hacer un viaje vacacional a las afueras de Seul, pero en el camino por la autopista un grupo de autos nos interceptaron e inició un tiroteo.
La experiencia no fue bonita.
Lo único que se mantiene en mi mente fue la forma en que todos los cristales de auto comenzaron a quebrarse y a mis papás intentando protegerme. Yo no sabía lo que estaba sucediendo, pero el sólo hecho de escuchar los disparos era más que suficiente para generarme un estado de pánico. La escena no duró mucho, pues en pocos minutos llegó la policía y, además de salvarnos, atraparon a los criminales que al parecer planeaban un secuestro.
Mi secuestro.
Al final de todo, mi padre quedó con una herida de bala en el hombro, mientras que mamá sólo obtuvo pequeños rasguños a causa del vidrio. Yo no salí físicamente dañado, pero si mentalmente.
Esta vez, conociendo los peligros que rodeaban a mi familia, me negué por completo a hacer relación con alguien que no estuviera fuera de mi hogar. Ya no sólo eran los estudios diarios, sino también que no me esforzaría por estar rodeado de otras personas.
En ese entonces tenía el pensamiento de que podría sólo con mi vida.
No obstante, mis padres finalmente se dieron cuenta de todo el daño que provocaron con sus limitaciones e intentaron remediarlo, pero ya era un tanto tarde para eso.
“No me interesa nada más que esto, papá”
Mis palabras fueron esas en aquella noche que ambos se sentaron conmigo para hablar. De alguna manera ellos deseaban recuperar el tiempo que perdieron conmigo, sin embargo, cada día que pasaba el niño pequeño desaparecía y ahora, sólo quedaba un adolescente que actuaba como adulto.
Y a pesar de que sus limitaciones se fueron eliminando poco a poco, permitiéndome ser libre, yo no quería más de lo que ya tenía.
Para mí era suficiente.
No lo voy a negar, fue ciertamente difícil toda la situación en la escuela, pues a medida que los grados avanzaban y por ende, pasaba a un nivel mayor como lo era la secundaria, todos tenían amigos y yo siempre me encontraba aislado por decisión propia. Sin embargo, prontamente comencé a acostumbrarme a la soledad que prevalecía a mi alrededor y dejó de ser un problema para mí.
En ese punto de mi vida no sabía lo que era tener amigos. A opinión propia, lo veía como algo innecesario, justo como me habían inculcado mis padres de manera errónea. Lo único que encontraba importante eran mis estudios y futuras responsabilidades, sólo quería concentrarme en eso.
Pero la realidad era que estaba muy equivocado, y lo supe cuando aparecieron ellos.
Lo que más difícil encontraba en cuanto al proceso escolar eran los trabajos en equipo. Muchas veces podía resolver todo hablando con los maestros y pidiéndoles que me dejaran hacerlo sólo, no obstante, existían ocasiones en las que no podía salvarme. Al final, intentaba hablar lo menos posible con mis compañeros y sólo trabajar; si había alguna conversación, eran sólo vagas palabras.
Esta vez no fue así.
Cuando me asignaron aquel trabajo de historia con JiMin y JungKook, dos jóvenes a los que sólo conocía por ser populares de una esquina a otra, quise que la tierra me tragara. Al principio pensé que podría hacerlo como otras veces, pero la profesora insistió en que debíamos reunirnos ya que, además de ser un trabajo expositivo, formaba parte del setenta por ciento de nuestra calificación final.
Así que, lamentablemente para el NamJoon de ese momento, tuve que reunirme con ellos.
El chico Jeon había ofrecido su casa para ello y aunque al inicio no me sentí para nada seguro con eso, decidí aceptar a regañadientes ya que mi calificación era más importante. Tanto él como su familia fueron muy agradables y carismáticos conmigo, a pesar de no conocerme en lo absoluto me trataron como si me hubieran visto desde que era un feto. A pesar de mi incomodidad con respecto a todo el tema, ese hecho me hizo sentir bien.
Después de eso nos fuimos a la habitación del chico, JiMin hizo un par de bromas para crear un mejor ambiente y aunque no me satisfacía la idea de estudiar con más gente, no pude evitar soltar una que otra risa discreta.
Pero no dejaba de odiar todo.
La situación se volvió más difícil ──o desde otro punto de vista, fácil── cuando noté que ellos no sabían cómo avanzar. Una de mis cejas se alzó y les pregunté que demonios hacían ahí, a lo que JiMin respondió:
──No sabemos que hacer.
──¿Cómo es eso posible? ¿No prestan atención a las clases? ──quise saber, un tanto indignado con aquellas palabras suyas.
──Bueno, no somos buenos en esa materia ──concluyó Jeon, casi encogiéndose en su lugar como si mis ojos tuvieran fuego.
Los observé a ambos con curiosidad, preguntándome que hacían estos chicos o en su defecto, quiénes eran realmente. De alguna forma u otra estaba comenzando a interesarme en la amistad que tenían.
Pero no hice nada con respecto a eso. Lo único que pude hacer fue ofrecerles mi ayuda para poder terminar el trabajo cuanto antes, de manera que ellos se desarrollaran un poco más en el tema.
Tal vez sólo estaban buscando mi confianza.
Pasamos varias horas en ese proceso, únicamente estudiando para finalmente, después de mucho, dar por concluido nuestro trabajo. Me alivió el hecho de que ya podía irme a casa para continuar con mi vida, sin embargo, la tormenta que estaba cayendo en el exterior fue un impedimento.
JiMin, sin obtener la prohibición de los Jeon, decidió que se quedaría a dormir y mañana se iría. No obstante, yo no podía quedarme, no quería, en realidad; por ese motivo llamé a mis padres y les pedí que vinieran, lo cual fue negado rápidamente porque todas las calles estaban llenas de agua y los únicos caminos libres se encontraba repletos de tráfico. Fue entonces cuando los padres de JungKook ofrecieron que me quedara y, inesperadamente, mis progenitores aceptaron.
Tuve que sentarme para que no me diera algún desmayo.
A regañadientes me quedé en el hogar de los Jeon, ¡en la misma habitación en donde estarían JiMin y JungKook! Esos dos eran un par de locos hiperactivos que no se quedaban quietos, mientras yo intentaba buscar una paz inexistente. Aquella noche hubieron algunas peleas tanto verbales como de almohadas, y aunque pudiera parecer molesto, en realidad sentí una sensación... única.
Por primera vez en mi vida no me sentía sólo.
Después de aquella noche no volví a acercarme a ellos dos. Yo ya había cumplido con el trabajo y se suponía que mi vida tenía que continuar por el mismo rumbo, no obstante, los dos chicos comenzaron a buscarme para... simplemente charlar, jugar o cualquier cosa que desearan.
Siendo completamente sincero, tenía miedo de que fuera un juego o alguna mentira por parte de ellos. No quería salir lastimado, tampoco afectar a la posición de mis padres. Estaba sintiendo una enorme inseguridad con mí mismo para poder relacionarme con ellos que, en cada una de las ocasiones, les pedía que se fueran.
Y aún así, aunque los tratara como la mierda, ellos siempre volvían para intentar ser mis amigos.
“Estás sólo todo el tiempo, no sé cuál es el motivo tras eso, pero... a nosotros nos gustaría que pudieras ser amigo nuestro”
Fueron las exactas palabras de Jeon aquella tarde en que casi lloro de la frustración que me generaba tener tanto sobre mis hombros. No les hablé a detalles sobre todo, pero me sentí con tanta confianza como para liberar algunos de los problemas que tenía.
Y fue a partir de ese entonces que me incluí con ellos.
De repente pasar ratos a su lado se volvió una completa comodidad y alegría. Los dos eran demasiado divertidos y ocurrentes, por lo que todo fluyó de una manera increíble.
Por primera vez estaba experimentando lo que era una amistad.
Cuando esta realización llegó a los oídos de mis padres no tardaron en expresarme lo felices que estaban con al respecto. Había deducido que se enojarían y en el peor de los casos, me obligarían a alejarme por completo de ellos. Sin embargo, me sorprendí demasiado cuando realmente se mostraron de acuerdo con el tema; lo único que me advirtieron era que tuviera cuidado, como siempre, ya que ninguno de los tres dejábamos de ser figuras importantes.
Que mi familia finalmente comprendiera que, no solo era una máquina, sino también un humano, ayudó a mi estado emocional y de alguna forma, me hizo sentir más seguro.
Al cabo del tiempo la situación empezó a mejorar. Con mis dos nuevos amigos me sentía más relajado y distraído, como si un peso se hubiera liberado de mis hombros y ahora pudiese hacer mis tareas diarias con mucho más ánimo. Desde algún punto, tener a dos personas con las cuáles pudiera relacionarme bien, sentirme seguro y... feliz, me creaba la paz más genuina.
No pedía más que eso: tenerlos a mi lado.
Sin embargo, meses después una personita más se unió a nuestro grupo. Esta vez era una chica, y aunque no fuese la primera vez que interactuaba con una, si sentí algo distinto.
Una sensación algo extraña.
Era fin de semana cuando Jeon nos invitó a pasar el rato en su casa. Habíamos planeado estar toda la tarde jugando videojuegos y tal vez disfrutar de alguna película. Pero durante ese proceso comenzamos a discutir sobre quién usaría el Xbox a través de una pelea de almohadas; en la habitación de JungKook no se escuchaban más que risas y quejidos, así como algunos ruidos de cosas cayendo al suelo.
No obstante, los tres nos quedamos en silencio cuando escuchamos el chillido de una fémina. Cómo un acto desesperado y al mismo tiempo curioso, dirigimos la mirada hacia la puerta en donde una jovencita trastabillaba en su lugar, de milagro no se encontraba en el suelo debido al almohadazo que le lanzó JiMin accidentalmente. Mientras Jeon se encontraba tranquilo y Park ciertamente asustado, yo estaba perplejo por la imagen frente a mí. La chica era preciosa y tierna y... simplemente perfecta. Su cabello rubio estaba desdeñoso debido al impacto del objeto dicho, mantenía una expresión de completa exaltación y en conjunto con su vestimenta, la cual consistía en un jean de mezclilla pegado a sus delgadas piernas y una sudadera blanca, era capaz de apreciar una visión dulce de la jovencita.
Lo superficial unido a sus detalles como lo era esa tez blanca, labios gruesos, ojos grandes y expresivos, así como su estatura pequeña para mí, hacía que me sintiese afortunado de poder ver a una persona tan hermosa entre tantas en el mundo.
Sin embargo, mi escrutinio sobre la chica fue interrumpido por el dramático grito de JiMin.
──¡Ah! ¿¡Quién es esa!? ──exclamó, tal y como si estuviera viendo un espíritu.
──Una simple mortal que ha sido atacada por tu almohada ──respondió sin ápices de simpatía, pude notar una molestia evidente en la forma en que sus cejas se hundieron.
JiMin estaba paniqueado ante aquello, y yo me tuve que morder el labio para evitar que una carcajada se escapara de mi boca. El sujeto observó a JungKook, casi pidiendo ayuda, a lo que el susodicho sólo suspiró mientras se acercaba a ella para ayudarla a restablecer su posición.
──Es Lisa, mi amiga ──declaró──. Lisa, ellos son mis compañeros: JiMin y NamJoon.
Después de aquella aclaración por parte de Jeon finalmente dislumbré una curvatura en los labios de ella, misma que me resultó muy tierna y me hizo querer capturarla para siempre en mi memoria. Cómo un acto de reflejo yo también sonreí y, pretendiendo ser amable, decidí hablarle a la chica de nombre Lisa.
Era un nombre muy lindo.
──Es un gusto ──estiré mi mano hacia ella, deseando que la tomara porque, de alguna forma u otra, estaba deseando sentir un contacto entre nosotros. Y cuando finalmente sus dedos tocaron los míos, unas corrientes eléctricas recorrieron mi cuerpo.
Por un instante sentí miedo de haberme electrocutado o algo parecido.
──Igualmente ──me regaló una sonrisa pequeña, desbordante de sinceridad.
Después de aquel corto diálogo entre nosotros, ella se incorporó hacia JiMin y por consiguiente inició una persecución entre ambos; Lisa se había cobrado el almohadazo y Park, con sus instintos vengativos, no se quedaría así.
El transcurso de la tarde fue igual de divertido que al inicio, sólo que la presencia de la rubia fue la cereza que completó al pastel. ¿Lo más sorprendente? Que ella nos ganó a los tres durante los juegos en cada ocasión como si nada.
Obviamente, la relación entre los cuatro fluyó de una mejor forma a medida que el tiempo pasaba. Aunque la chica no estuviera todo el rato con nosotros, cada vez que aparecía lograba que el ambiente fuera incluso mejor, lo cual muchos creían imposible a causa de los miles de prejuicios que colocaban sobre ella. Lalisa era, a la vista de todos, una persona despreciable y a la que todos temían; por los pasillos se murmuraba que era una hipócrita, psicópata y egoísta, así como la absurda idea de que si se acercaban a ella, les gritaría.
La realidad era que yo sería quién les gritaría por ser tan estúpidos.
Ella no era nada se lo que decían. Contrario a eso, Lalisa era de las personas más sinceras que había conocido y la más real en toda la secundaria, al menos a ella no le gustaba usar una máscara. Su personalidad era seria, podía afirmarlo, pero no significaba que por este dato sería una mala chica.
No obstante, ella no parecía preocuparse mucho por esa clase de comentarios, y si así era, lo ocultaba muy bien.
De todas formas, siempre me aseguraba de que lo supiera.
Iba a ser sincero, el NamJoon de aquel momento no tenía la más mínima idea de lo que sentía, o tal vez sí, pero no era capaz de afirmarlo con voz propia. Había leído mucho sobre el romance, todo tipo de novelas clásicas y también había disfrutado de varias filmografías de ese género; sin embargo, no tenía idea de lo que se se sentía estar enamorado de alguien. Con Lisa las cosas a mi alrededor eran... distintas. Mi corazón se agitaba ante lo primero que supiera de ella, toda mi anatomía temblaba con su cercanía e incluso, cada vez que hablábamos me perdía en el brillo de su mirada.
«¿Son estos los síntomas del enamoramiento?», me preguntaba cada vez que la veía y esas sensaciones me invadían, pero rápidamente y en el intento de dejarlo a un lado, negaba tal suposición.
No podía estar enamorado de la persona que consideraba mi mejor amiga.
Por supuesto que no.
El tiempo avanzó sin problema y, durante el transcurso, surgieron cambios. No sólo era notable el crecimiento físico de los cuatro, sino también ciertos puntos de nuestra vida, como por ejemplo: entre los tres varones solíamos ir a fiestas en los fines de semana, empecé a tener más responsabilidades en cuanto al futuro trabajo, con mis papás mejoró la comunicación aunque a veces me sentía presionado por algunos de sus limitaciones, entre otras cosas más. Para ese entonces mi vida era interesante, pero observando desde una perspectiva analítica, a veces podía considerarla un poco repetitiva.
Y así fue hasta que apareció Olivia.
A pesar de que no estuve presente en el momento donde llegó debido a un viaje de trabajo, con tan sólo verla el día de mi regreso supe que esta chica iba ser alguien importante entre nosotros.
Vaya que lo fue.
El mayor impacto de su persona estuvo sobre JungKook. Tanto JiMin como yo sabíamos que él había sufrido de ciertas situaciones cuando era pequeño y que, debido a la espera de una chica, no había podido avanzar con su vida como era debido. No obstante, con la llegada de Olivia era como si Jeon quedara completamente flechado, lo cual me hizo reafirmar que ella iba a ser alguien importante no sólo para él, sino también para todos.
Justamente y como lo supuse, tiempo después comenzaron a llegar más personas a nuestro grupo de amigos. HoSeok, con quién hicimos un gran vínculo con tan sólo unos minutos de conocernos, Rosé, TaeHyung y YoonGi, y por último Eun Byul.
Podían ser una gran cantidad de personas, sin embargo, no podía describir la amistad tan linda y única que creamos en tan poco tiempo. A partir de ese instante supe que hace unos años no tenía idea de lo que era una verdadera amistad, y hoy podía comprobarlo con las personas correctas.
Sin embargo, entre todos nosotros había alguien que no se encontraba igual de feliz.
Lisa no estaba feliz. Aparentaba eso, pero no lo sentía.
Eran incontables las ocasiones en que la encontré pensativa, e incluso diría que ida de la realidad. A veces le hablaba y no respondía, contrario a eso, sólo continuaba sus acciones como si nada. Un ejemplo de ello había sido el día del festival anual, donde todos se encontraban disfrutando las celebraciones mientras ella simplemente ignoraba a todos.
Y la oscuridad que esa tarde emanó fue la espina de la curiosidad en mi pecho.
Si bien no sabía el motivo de sus comportamientos, tenía una idea y se trataba de la convivencia con su familia. Muy pocas veces tuve la oportunidad de estar con los señores Manoban en una misma habitación, y bajo las palabras de mis padres, advertido estaba de que no era la mejor compañía. Lalisa no era muy abierta con nosotros a la hora de hablar de sus papás, quién más conocía al respecto era JungKook y tampoco charlábamos del tema; no obstante, conocía lo suficiente como para ser consciente de que en su hogar la situación era difícil.
Suponía que la causa de su comportamiento era eso.
De todas maneras, en varias ocasiones en las que nos encontrábamos a solas por los pasillos, me aseguraba de animarla aunque sea un poco y dejarle claro que podía contar conmigo. Ella solamente afirmaba con su cabeza y sonreía, fingiendo estar bien.
Pero como si la vida estuviera dándome una señal, esa clase de situaciones comenzaron a ser constantes. No había un día en que ella estuviera tranquila, sólo un par de veces; debido a eso, solía pasar más tiempo a su lado e incluso, en una estancia, la invité a salir a una heladería cerca de la escuela, pero no pudo pasar mucho tiempo en eso porque debía llegar temprano a casa.
Y si era sincero, nunca me sentí tan feliz como aquella tarde.
Lalisa era portadora de una belleza única y que muchas personas envidiaban, o en el peor de los casos, no eran capaces de verla. Bajo mis ojos, no sólo su belleza externa era atrapante, sino también la interna y, probablemente, mi favorita. Su alma era como las joyas en un cofre del tesoro, tan valiosas y únicas como para que un astuto pirata cayera en los encantos; no obstante y como bien había dicho, no todos eran capaces de ver aquel valor de la misma manera en que yo lo hacía, enclareciendo que la astucia de todos esos era tan equilibrada como su brutalidad.
Cuando me encontraba con ella, una gran cantidad de sensaciones danzaban por todo mi cuerpo. Era una euforia, alegría, calidez... tan viva como el mismísimo fuego ardiendo en una noche oscura. Anteriormente había percibido esa clase de emociones, desde que la conocí fue así, sin embargo, no era hasta este entonces que lograba aceptar lo que tanto se mostraba ante mis ojos.
Inevitablemente me había enamorado de ella.
Y muy diferente a lo que había leído sobre esos príncipes confiados de conquistar a las doncellas, yo sentía miedo.
Una inseguridad tan grande.
Amaba a Lisa como nunca antes alguien lo había hecho. Por ella podía cometer la mayor de las barbaridades con tal de mantener su seguridad y, de alguna manera, enamorarla. Pero al mismo tiempo, la falta de confianza que tenía sobre mí era igual de fuerte que mi amor. Además de que sabía que esos sentimientos no eran correspondidos y tenía miedo de que si confesaba, ella se alejaría hasta el punto de no tenerla ni siquiera como una amiga.
Era como lograr que una mariposa se posara en tus dedos, bajo la posibilidad de que si si cometes un sólo movimiento errático, podría volar lejos hasta simplemente desaparecer.
Entonces, aunque me causara un dolor para nada gratificante, me mantuve bajo la etiqueta de su mejor amigo con tal de poder apoyarla y seguir siendo su lugar seguro, como mismo me lo aseguró en una de las tardes en donde estuvimos a solas.
Recién terminábamos de ensayar para la obra cuando nos permitieron salir del teatro, teníamos un turno libre, así que decidimos quedarnos en la cafetería para comer algo. Pero a diferencia de los demás, quiénes sí aceptaron la idea, yo cambié de dirección hacia el amplio patio de la institución en cuanto vi a la rubia leyendo bajo la copa de un gran árbol. Ella me permitió quedarme y entre los dos intercambiamos opiniones sobre su lectura, hasta que una conversación llevó a la otra y, de repente, mi sinceridad me hizo confesarle:
“Estaré para tí aún así tomes las decisiones correctas”.
Y ella, con una sonrisa sincera y el brillante resplandor de sus ojos, me respondió:
“Gracias por ser uno de mis lugares seguros, Nam”.
Con una respuesta como esa, supe que ya podía descansar en completa paz.
Sin embargo, no hubo ningún descanso después de ello.
Cuando la obra de teatro se realizó, simultáneamente algo desconocido para el NamJoon de ese entonces se desató. Lo primero de lo que caí en cuenta era la expresión de la rubia una vez que sus padres se la llevaron con los Kim, parecía aterrada, pero no tuve la oportunidad de acercarme y ver que sucedía. Justo después y ya estando en casa de los Jeon, el pelinegro llegó destrozado. No fue hasta el día siguiente que supimos que algo estaba pasando con Olivia y Lisa y, prontamente, una guerra inició.
Con la inesperada partida de Olivia, JungKook quedó terriblemente mal. Ninguno de nosotros sabía su paradero y mucho peor, como podría encontrarse. Que fuera la amiga de la infancia de Jeon fue incluso más difícil de creer, pero para acabar con la situación, que Olivia y Lisa fueran hermanas.
Quedé perplejo.
Y desgraciadamente, lo peor que sucedía se concentraba en esta última.
Lalisa no aparecía por ningún lado.
SeokJin, el detective que habíamos conocido, junto con los padres de Jeon y Olivia decían que podría encontrarse en su propia casa, pero con la seguridad existente y personas tan crueles como los Manoban, fue una situación difícil.
En cuanto supe la gravedad del asunto usé mis contactos para ayudar todo lo que pudiese. Saber que la chica se encontraba en alto peligro era suficiente para, incluso, impedirme dormir bien durante esos seis meses.
Hasta que un día y como si de un milagro se tratase, ella salió de ahí.
Pero al verla, tan destrozada física y mentalmente, sentí que algo en mí interior comenzaba a quebrarse. Deseé tanto acabar con esos malditos que mantuve al gobierno tras ellos, aunque encontrarlos fue una tarea difícil.
De todas maneras, que Lisa estuviera a salvo era lo primordial y fue por ese mismo motivo que, entre todos nosotros, prometimos ayudarla a superar las horribles experiencias que afrontó en todo ese tiempo. La rubia estaba más afectada de lo que esperaba, bajo sus palabras, había sufrido de todas las manipulaciones y abusos psicológicos existentes, casi hasta el punto de acabar con su salud mental. Y si bien el proceso fue largo y dificultoso, ella pudo.
Lo afrontó. Aún bajo ciertas dificultades, pero lo hizo.
Y yo no pude sentirme más orgulloso por lo fuerte que era.
Mis sentimientos hacia Lisa no habían cambiado en lo absoluto. Ni siquiera con todo el trabajo, los estudios y la falta de tiempo que vivía a diario, podía sacarla de mi mente; y estuve tentado a declararle todo lo que sentía en innumerables ocasiones, pero sentía que aún no era el mejor momento para ello.
Lisa tenía muchas cosas sobre sus hombros como el tener una nueva familia y siendo sinceros, no quería provocarle más angustia, así que sólo dejé que el tiempo avanzara por si sólo.
Alguien que sí me preocupaba muchísimo era JungKook. Desde la ida de Olivia y todo lo que nos contó con respecto a su relación, incluido todo lo que sus padres hicieron, no era el mismo chico alegre que conocimos hace unos años. Jeon, a la vista de todos, era un joven que tenía la vida resulta. Sin embargo, todo a su alrededor era más profundo de lo que imaginaban y desde que lo conocía era consciente de ello, pues JungKook siempre extrañó a su mejor amiga hasta que Olivia apareció, pero vaya que eran increíbles las ironías de la vida.
Regresando al punto, nunca lo había visto así de apagado. Porque aunque saliera a disfrutar con nosotros y actuara como siempre, no podía ocultar su agobio con todo. A veces simplemente lloraba como un bebé diciendo que la extrañaba, otras veces bebía hasta intentar olvidarla, y tal como lo hizo cuando estábamos en la escuela, se metía en sus responsabilidades hasta olvidarse de todo.
Al mismo tiempo estaba JiMin, el cual nos había dejado para poder sanarse, y no teníamos noticias de él desde aquella misma tarde en que la guerra se desató. Había pasado mucho tiempo y tenía miedo de lo que pudiese estar sucediendo con él.
Y así pasaron esos tres años hasta que finalmente, después de tanto, Olivia reapareció.
Cuando todos la vimos entrar por las puertas de la sala de conferencias, tal y como si fuera un ángel, nos quedamos en completo shock. Capturé inmediatamente que JungKook no se sentía bien y de igual forma, noté la intranquilidad de Lisa.
Y aunque al inicio todo estuvo tenso con su regreso, con el cabo de los días ella hizo el intento de reincorporarse con nosotros y ninguno se negó a ello.
Por supuesto que no.
Al mismo tiempo en que eso sucedía, el JungKook de antes regresaba con nosotros: aquel que sólo la chica Kim era capaz de originar.
Con Lisa igual fue visible un cambio, pues el tener de vuelta a quién ahora era su hermana, le generaba una enorme felicidad. De alguna manera, se sentía como si un tema finalmente hubiera podido cerrarse.
Y poco tiempo después, el joven Park regresaba como nuevo, completamente curado y listo para regresar al grupo.
Finalmente y después de tantas dificultades, todos estábamos unidos y felices.
Entonces me pregunté, ¿por qué no podía ser igual de feliz? Ver cómo todos lograban sus objetivos y actuaban con seguridad me hizo pensar que yo también podía intentar superar esos miedos.
Yo quería decirle.
Y no sabía cómo surgiría la situación, mucho menos como podría reaccionar, pero necesitaba intentarlo o me volvería poco.
Por una vez debía llenarme de seguridad y arriesgarme.
Al final, mientras tuviera miedo, la mariposa no podría posarse en mi mano.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Bien. Son libres de asesinarme 😭.
Me he tardado en actualizar un montón. Creo que nunca me había tardado tanto iadqjknw. Si yo les cuento el transcurso de este mes, probablemente me quedaría un testamento igual de largo que este capítulo. No han sido semanas muy buenas, he tenido mucho estrés y poco tiempo con la escuela, que ni siquiera he podido entrar aquí para editar los capítulos y actualizar.
De verdad, me disculpo :c
Como forma de compensación, esta semana estaré actualizando otro capítulo. Les tengo una noticia importante: sólo me queda escribir el epílogo para dar por concluida la historia 😭✨
Así que probablemente se vengan actualizaciones variadas a lo largo de este mes :3
Gracias a todos por el apoyo a la historia. Los amo mucho.
Cuiden su salud y duerman las horas suficientes.
Besos y abrazos💗
Psdt: este fue el último especial de la historia, así que espero que lo hayan disfrutado <3
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