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Especial • Kim Jennie


Disparé un millón de estrellas para hacerte saber. Que hay muchos pensamientos triviales regados en el cielo. Y ahora odio los edificios que ni siquiera conozco. Sólo quiero regresar a casa.❞

——Lonely; RM, BTS.


¿Tienen idea de lo que se siente estar solo? No hago referencia a las amistades o vínculos familiares... Sino a la falta de apoyo y el simple sentimiento de encontrarse en un vacío sin límites; un espacio insaciable que parece imposible de llenar.

Aquello fue lo que comencé a percibir desde un punto específico de mi vida.

A pesar de tener una compañía tanto sanguínea como amistosa, muchas veces —para no decir siempre— sentía que no era lo suficiente. Y yo sabía el motivo detrás de todo eso. Era muy consciente de que luego de conocer los hechos inimaginables, las cosas no fueron igual, yo incluida. Ya que al no tener forma de expresar todos mis sentimientos, esa sensación de estar sola contra el mundo apareció.

No importaba tener la mejor familia o amistades, al final no valía la pena.

Porque ahora era parte del juego, así como una culpable de los sufrimientos.

Como deben saber, desde pequeña he sido bastante apegada con mi hermana y padres. El ambiente en mi antiguo hogar era tan genuino que sentía innecesario tener algún otro vínculo exterior. Para mí ellos eran lo más importante: mamá, papá y la chiquita de la casa, mi hermanita.

Creo que de todos ella era lo más imprescindible para mí. Si bien yo era una niña extremadamente cariñosa, junto a Hae esa cualidad aumentaba. Poseíamos fuertes lazos cuando estábamos unidas, éramos como un equipo que trabajaba en conjunto para lograr sus objetivos. Y entre todo eso, el hecho de que estuviera enferma me generaba la sensación de tener que cuidarla el doble.

Siempre fue así.

HaeNul era mi todo, y yo era el suyo.

Siempre, desde que tenía una memoria clara, fuimos nosotras dos. Incluso podría decir que ninguna tenía amigos externos, sólo éramos ambas teniendo el vínculo de hermandad más grande que podía existir.

Pero entonces, pasó lo que pasó.

La noche del tiroteo jamás pude sacarla de mi cabeza. Recordaba mucho mejor los hechos que Hae, pero de igual forma un trauma nos poseyó desde ese instante. Durante los primeros años no supe que había sucedido, pero sí tenía más conocimiento a comparación de la pequeña.

Recordaba a la perfección una conversación de mis papás durante la semana donde Hae estuvo inconsciente en el hospital. Mientras yo la cuidaba por un rato, ellos estuvieron hablando en un lugar cerca, y fue inevitable que escuchara algo.

“¿Cómo que están de vuelta?”.

“Es lo más probable, HyoRi. Ellos realmente están cumpliendo con la promesa”.

Unos diálogos que me mantuvieron curiosa durante todo el día, pero que a las horas dejaron de tener importancia porque mi hermanita despertó.

Luego del horrible momento las cosas estuvieron algo tensas en casa. Cada uno trataba de animar el ambiente, no obstante, se sentía imposible. Incluso llegué a asustarme de que el aura feliz a la cual me acostumbré diera por terminada.

Sin embargo, justo antes de que eso sucediera, aparecieron los Jeon.

Una familia de enormes vínculos con la mía y que llegó a nuestra casa para dar una completa alegría. Yo amaba a esos señores: eran todo lo que estaba bien, y por ello fue muy fácil crear un lazo amistoso, hasta el punto de considerarlos mis tíos.

No obstante, con su hijo era algo distinto.

Al haberse mudado recientemente a la casa cerca de la nuestra, ingresar al mismo instituto, especialmente en el grado de mi hermana y venir a visitarla todos los días para jugar, fue como si ella se hubiera distanciado.

Eso fue lo que mi mente de niña pensó.

Me costó un poco tomar relación con JungKook, porque sentía que estaba llevándose a HaeNul muy lejos; a mis siete años tenía miedo de que saliera lastimada. Fue muy difícil tener la confianza del niño, pero solo bastó con ver el cambio positivo de ella para encontrarme más tranquila.

Supe entonces que ambos iban a tener una bonita relación.

Poco a poco me fui integrando al dúo y en dos días ya éramos grandes amigos. Al final, el chico Jeon no resultó ser tan malo como mi mente lo pensaba. Pero a pesar de estar junto a ellos, lo que tenían aparte era más profundo. Era amor puro. Y no quise intervenir, así que la mayor parte del tiempo me mantuve viendo o mejor dicho, disfrutando su felicidad como en una novela romántica.

Y tanto JungKook como yo teníamos el objetivo de cuidarla ante cualquier cosa.

La relación entre ambas familias era más grande de lo que podría imaginarse. Todas las tardes, sin ninguna excepción, nuestra casa o la suya era punto clave de encuentro donde las risas y alegrías predominaban. Me encantaba ver a mis padres disfrutando junto a los tíos Jeon, así como a los dos niños jugar sin reparo; y la simple imagenñ era suficiente para sentirme mucho más feliz que antes.

Ellos eran lo mejor que me había pasado en la vida.

Pero al mundo le encantaba ser cruel con el tiempo y los momentos alegres, arrebatándolos de nuestras manos en un abrir y cerrar de ojos.

Dos años después la oportunidad de viajar a América surgió y negarla sería algo que podríamos arrepentir después. La enfermedad de HaeNul no era un juego, se trataba de algo que podía afectarla a largo plazo y eso no era lo que buscábamos. Así que, por más difícil que fuera, teníamos que irnos.

Aún recordaba la tristeza en su rostro cuando tuvo que despedirse de su amigo y lo más seguro, su primer amor.

Dejar Busan, el lugar en donde había nacido, no era lo más fácil del mundo. También me dolía alejarme de todo, especialmente de los Jeon. Pero más me asustaba entrar a un nuevo continente donde muchas cosas eran distintas. No estaba segura de sí era capaz de manejarlo por mucho tiempo, sin embargo, eso estaba por verse.

Al llegar a Estados Unidos se sintió muy incómodo. Todo, absolutamente todo, era distinto. Incluso el aire se sentía así. Y si yo no era capaz de afrontarlo, ella lo haría menos.

Hae estaba sufriendo la lejanía con JungKook. A pesar de que constantemente hablaban mediante cartas, no era suficiente. Me dolía muchísimo encontrarla llorando en las noches mientras veía las estrellas, lo más probable recordando al chico y un amor que no pudo ser.

Todo estaba mal.

El primer año pasó con demasiada lentitud.

No hubo resultado.

Ella seguía muy mal. Los tratamientos no la estaban ayudando, por el contrario, empeoraban su condición. Fue ahí cuando apareció la posibilidad de operarla, pero el dinero no estaba, motivo por el cual mis padres tuvieron que regresar a las empresas.

Y junto a ello las desgracias iniciaban.

Aquella tarde, cuando tenía diez años, me alegró muchísimo ver al cartero y que nos hiciera llegar una de las tantas cartas que recibíamos cada semana desde Corea. Mi felicidad al abrir la puerta y obtenerla fue genuina en ese momento, pero me entró duda porque HaeNul estaba dormida y no se la podía entregar. Supuse que se trataba de los Jeon porque eran las únicos sobres que procedían de el país surcoreano, y por tal motivo decidí abrirla.

Mucha fue mi sorpresa cuando me encontré con una frase peculiar.

“La promesa sigue en pie”.
—K.M

No sabía que era eso, así que procedí a entregarlo a mis padres.

Esa tarde mamá tuvo que obtener atención médica por un desmayo inesperado.

Quise saber con respecto al contenido del mensaje. Estaba más que curiosa por ello. Sin embargo, no obtuve respuesta, pues mis progenitores se negaron totalmente a decir palabra alguna.

Y eso sólo incrementó mi deseo de conocer lo que sucedía, mismo que fue saciado al escuchar accidentalmente la respuesta absoluta unos días después.

Llegaba a casa luego de un largo día en el colegio cuando justo en la cocina mis padres tenían una conversación que, para mí desgracia, no era lo que me esperaba escuchar.

“Ellos realmente están cumpliendo su palabra. Vendrán a buscarla en cualquier momento, DongJu”.

“No lo harán”. Repuso mi padre.

“¿Qué no te das cuenta? Están acechando a HaeNul, todo el tiempo lo hacen. Sólo es cuestión de esperar a que cumpla la mayoría de edad para que se la lleven junto a Lisa”.

“¡Eso no va a suceder! Seremos nosotros quiénes recuperaremos a nuestra hija. Lisa y Hae estarán juntas, te lo prometo”.

Eso fue todo.

Sin poder contener mis lágrimas aparecí frente a ellos, ocasionando que el ambiente se volviera realmente incómodo.

Desde ahí nada volvió a ser igual.

En aquella casa donde solamente estábamos los tres exigí una explicación. Para mis diez años de edad me consideraba más madura que el resto, así que era capaz de comprender la gravedad del asunto. Estaba totalmente confundida, dolida... fuera de mí misma. Lo único que deseaba era saber la razón detrás de todo esto.

Mis padres se negaron al principio, pero cuando vieron que ya no se podía remediar el asunto... lo confesaron todo.

Todo.

A lujo y detalles.

Y yo me convertí en cómplice de la mentira.

Me quedé en blanco al escuchar la historia por completo, tan siniestra e inimaginable como una infinita oscuridad. De repente mis padres dejaron de ser la imagen perfecta y pasaron a convertirse en mentirosos.

Lo que yo también era.

Para concluir, lo más doloroso era saber que no sólo ellos estaban involucrados en la locura, sino que también los Jeon. Y como si de la cereza del pastel se tratase, la chica de la otra familia, Hae y JungKook eran las principales víctimas.

Justo la generación consiguiente.

Pero dolía más conocer que el viaje a Estados Unidos no era solamente para el trato de la enfermedad de mi hermana, sino también una manera de huir, supuestamente para protegerlos a ambos de lo que estaría por suceder.

Ah, y lo olvidaba: los señores Jeon nunca perdieron el contacto con mis padres y trataron de alejar a ambos niños. Sin embargo, no contaban con que llegarían a enamorarse.

Y entonces, sabiendo todo eso, me convertí en una cómplice sin querer serlo.

“No le puedes decir a tu hermana. No le puedes hablar de esto”, fueron las palabras de mi padre.

Protestaba ante eso, pero me dejaron en claro que era por su seguridad, y que de hacerlo las cosas se pondrían feas. Así que, aunque me doliera un montón, tuve que mantener la boca cerrada.

No era capaz de ver a HaeNul feliz sabiendo lo que existía detrás. Trataba de estar normal, de olvidarlo aunque sea por unos minutos, pero era difícil. Pensaba más en la otra chica, Lalisa, quién también era mi hermana y que probablemente estaba sufriendo una horrible vida junto a esos señores, todo por culpa de mis padres y no poder salvarla a tiempo.

Yo, en ninguna de las situaciones, sería capaz de dejarlo así.

No podía seguir conteniendo el secreto, tenía que soltarlo de alguna manera, pero no existía nadie a quién pudiera decírselo.

Y al no tener a alguien, me sentí jodidamente sola.

Así fue durante años y años, tiempo en donde el secreto más grande de nuestra familia cayó también sobre mis hombros, lo cual se convirtió en un momento de agobio y frustración emocional por no poder sacar los hechos de mi infancia.

No estaba soportando.

Mucho menos pude hacerlo cuando ellos aparecieron.

Tiempo después de la recuperación de HaeNul, los Manoban hicieron una visita a nuestra empresa. No los reconocí, por supuesto que no pude; la última vez que los había visto tenía dos años de edad. Pero cuando mis padres mencionaron su nombre y todo en ellos palideció, yo también me asusté por ver a esa familia.

El señor SomChai, la señora LaWai y su hija, Lalisa.

Mi hermana.

Estaba viendo a mi hermana.

Y no pude hacer nada.

Si en mi posición la culpabilidad corría por mis venas, no quería imaginar cómo se encontraban mis padres al ver a su hija después de tantos años.

Esa tarde donde pude verla me dediqué a examinar sus microexpresiones. Parecía una joven seria, reservada, diría que tímida, pero lo más importante, apagada. No era visible la luz de sus ojos, como si le hubieran arrebatado las esperanzas de ser feliz y brillar en la oscuridad de su alrededor. Fue ahí donde me cuestioné como vivía, que tal eran sus "padres", como la trataban, si le iba bien en los estudios, si tenía amigos... Quería saber, pero preguntar frente a la familia enemiga no era lo más sensato.

Y nuevamente me tragué las palabras.

Ese mismo día luego de llegar a casa, mamá y papá lloraron desconsolados. Ni siquiera me acerqué a darles consuelo, sólo los vi sufrir desde la lejanía por una culpa que siempre y sin justificación, debía caer sobre ellos. En ese momento también tomaron una decisión: iban a realizar un contrato corto junto a los Manoban para encontrar información, y por tal motivo debían mantener oculta a HaeNul.

O más bien, a Olivia.

¿Alguna vez se preguntaron el por qué de su cambio de nombre? Bueno, los Manoban fueron el factor principal. Era la manera de esconderla por un tiempo, lo cual consideré tonto porque al final sí o sí la encontrarían. Y como segundo, los Jeon habían tenido que ver. Podía parecer cruel, pero tanto mis padres como los suyos querían evitar que sus hijos se encontraran; supuestamente para la protección de ambos. Porque una vez que JungKook y Hae tuvieran un vínculo, el chico también iba a ser una víctima. Por tanto, el hecho de que perdieran comunicación también fue una forma de protegerlos, pero lo que no sabían era que su separación iba a ser difícil.

La generación que llegaba ahora no sería la misma de sus progenitores. Y ellos dos fueron un ejemplo.

Regresando al tema, cuando los Manoban se convirtieron en parte de nuestras vidas, Hae tuvo que ocultarse sin que lo supiera de manera directa. Yo por mi parte, al ser consciente del secreto, estuve presente en la mayoría de las reuniones y juntas; como heredera de la empresa debía ir observando cómo se manejaban las cosas.

Escuché y vi conversaciones tensas entre ambas familias que me hicieron temblar de miedo. Lalisa no estuvo presente durante ese tiempo, diría que jamás la volví a ver luego de ese día. Al parecer ellos habían usado el mismo método que nosotros.

Unos cuantos meses pasaron desde el contrato entre ambas empresas, el cual terminó cuando mis padres lo vieron suficiente. Los Jeon en cuanto se enteraron de la noticia del encuentro, viajaron a Estados Unidos, sí, vinieron hacia acá sólo para reprochar a mis queridos papás.

—¿Cómo se les ocurre hacer un contrato con los Manoban? —inquirió YounSoo.

—Teníamos que encontrar respuestas.

—DongJu, por Dios —pasó una mano por su cabello—. Pones en riesgo a HaeNul.

—Lo sabemos, pero era la única forma —respondió mi madre.

Yo veía todo el panorama desde una esquina de la sala.

—¿Qué pudieron averiguar?

—Están detrás de ella —respondió papá a las palabras de la tía SooHee—. La promesa que hicieron sigue en pie. Cuando cumpla la mayoría de edad vendrán a buscarla.

—No lo permitiremos. Ya buscaremos una solución al respecto —implantó el señor Jeon.

—Oh, Jennie, no te había visto.

Le regalé una pequeña sonrisa a la tía Jeon antes de caminar hacia ella y darle un abrazo. Me sentí protegida de repente al percibir el calor de su cuerpo.

—¿Cómo están EunWoo y Kook? —quise saber.

—El pequeño está bien, ha mejorado desde que viajamos a Seul. Y JungKook... él... él también está bien.

Una mentira, por supuesto.

—¿Tu hermana está aquí?

—No, se encuentra en la escuela.

—¿Y su enfermedad? ¿Cómo va eso?

—Ha mejorado mucho, finalmente está bien.

Y ahí terminó.

Ese mismo día los Jeon regresaron a Corea ya que JungKook no sabía sobre su paradero. Desde ya estaba odiando el mundo de las mentiras.

Y pasó mucho tiempo así.

En último año de preparatoria conocí a mis dos mejores amigos: JiSoo y SeokJin. La primera era hija de unos colegas de mis padres, por lo que nos conocimos en una de esas reuniones. Y él era su pareja. Ambos un completo amor.

Al menos junto a ellos dejé de sentirme completamente sola.

Luego de mi graduación se dió la oportunidad de que regresara a Corea para estudiar en la Universidad Nacional de Seul, dentro del área de administración de empresas. Estaría con JiSoo en el mismo campus, así que eso me aliviaba, mas no el hecho de dejar a Hae sola.

¿El motivo? Cada año representaba estar más y más cerca de su mayoría de edad. Y el miedo me invadió desde ese entonces.

El primer curso en la universidad se sintió abrumador y estresante, pero si hablaba con sinceridad, fue el más tranquilo que tuve en toda mi vida. Me sentía independiente, libre, joven, fuera de las grandes presiones. De vez en cuando salía de fiesta junto a JiSoo y un par de amigas; bebíamos hasta las cuatro de la mañana, bailábamos sin parar, íbamos de compras, etc.

Pero lo más relevante fue uno de mis descubrimientos.

Había salido con un chico en América y con otros dos al llegar a Seul. Se sintió muy bien, sin embargo, no lo suficiente como para estar complacida. Pensé que era un problema mío, y resultó ser más que eso.

No me gustaban los chicos, sino las chicas.

Algo de lo que jamás me di cuenta hasta ese entonces.

No me afectó saberlo, por el contrario, me hizo sentir bien porque en esta vida era yo y únicamente yo sin importar la opinión de los demás. Pero aún no estaba completamente lista para "salir del clóset", como bien se dice. Sabía que mis padres lo aceptarían, eso sí, pero realmente no estaba lista.

Y tampoco tuve tiempo de hacerlo cuando el primer año universitario terminó y entonces mi familia regresaría a Corea.

A la boca del lobo.

HaeNul teniendo diecisiete años de edad, a sólo un paso de la verdad, momento en donde el juego iniciaría.

Desde el primer instante en que llegó a Seul se notó un enorme cambio. No sabía si era miedo o el hecho de que una mala vibra surgía, pero las cosas en la nueva casa estaban demasiado tensas, tanto que me alarmaba que ella pudiera notarlo. Yo era feliz con saber que la tenía a mi lado, pero no era suficiente como para estar tranquila.

Por ello se tomaron medidas drásticas.

El señor Carlos, su chófer personal y conocedor del secreto por haber estado presente durante el tiempo en que ocurrió, fue de mucha ayuda para mantenerla vigilada. Se hizo cargo de llevarla a todos lados y traerla a casa sana y salva, pero tampoco fue suficiente.

Nada fue suficiente para detener lo que había iniciado.

Poco antes de que Hae llegara, mis padres junto a los Jeon tuvieron la idea de hacer que ingresara en la escuela de estos últimos para que pudieran cuidarla. Pero habían dos factores que no beneficiaban a la situación: JungKook y Lalisa estudiaban ahí, y eran buenos amigos.

Resultaba gracioso como las cosas, a pesar de estar planeadas, sucedían sin control, y aquello fue un ejemplo. Que ambos se hicieran amigos no estaba en los planes, pero de todas maneras pasó cómo si nada.

Por lo que ya era un hecho: los Jeon se involucraban al juego.

Entonces, la idea de que HaeNul se encontrara con su amigo de la infancia y su hermana perdida, a pesar de ser aterradora, tuvo que suceder como un sacrificio para su protección.

Pero como ya había dicho, las cosas estaban sucediendo como si no se hubieran planeado.

Mi hermana se encontró con JungKook en el primer día de clases, sin embargo, no le dijo quién era y tampoco lo hizo durante los próximos meses. Para Jeon ella era Olivia y no su amiga de la infancia. Sus padres al igual que los míos estuvieron pendientes todo el tiempo a los acontecimientos, siendo ese uno de los que más capturó su atención.

La situación se puso más difícil cuando los dos volvieron a enamorarse, pues ahora JungKook era una víctima oficial.

HaeNul logró conocer a Lisa luego de un tiempo, por las cosas que contaba me hacía entender que quería llevarse bien con ella, y aunque fuera bueno al ser su hermana... también influía en un mayor daño.

Lamentablemente no estuve muy presente en esos meses debido a la universidad, por lo que sólo supe lo más esencial. Todo estaba tranquilo, al menos hasta que nos encontramos con los Manoban.

La primera vez que Hae vió a esos hombres, y por su mirada espantada supe que algo sospechó.

Aquello fue el primer paso.

Al poco tiempo nos invitaron a una cena en su casa. Traté por todos los medios de impedirla, le rogué a mis padres cancelarla, pero simplemente no pudieron negarse ya que, conociendo a esa familia, un "no" sería insuficiente. Por lo que no quedó de otra.

Hae estaba muy nerviosa. Conocía a mi hermana cómo la palma de mi mano, tanto como para saber que al ser una chica muy intuitiva era capaz de percibir las malas vibras del lugar. Y lo confirmé cuando se notó el miedo en sus propios pasos.

Esa cena fue todo lo que pudo salir mal.

Ahí conocí a Kang JaeHyun o más bien, lo reconocí. Causalmente la primera vez que nos vimos fue en un centro comercial donde me ayudó a conseguir algo, fue muy amable, pero ahora se sentía distinto. Lo recordaba como si hubiera sucedido ayer, y fue ahí donde sentí miedo por el hecho de que siempre estuvimos vigilados.

No había retorno.

Cuando en medio de la cena incómoda HaeNul quiso ir al baño, me esperé lo peor. Fueron sólo cuestión de minutos para que Lisa siguiera su paso y, sin darme cuenta, él también lo hiciera.

Tuve mucho miedo, pero luego de un buen rato las dos regresaron con unas expresiones algo nerviosas.

Ya tenía ganas de irme a casa.

El resto del encuentro fue demasiado tenso entre las dos familias. Agradecí que Olivia y Lisa se fueran a la habitación de esta última, pues era mejor si se alejaban de toda la locura que acontecía en la casa. Pero al mismo tiempo me aterraba que entre ambas compartieran distintos argumentos que las llevaran a la verdad. Por tanto, era una situación de pro y contra, aunque firmemente elegiría la primera si tuviera la oportunidad de escoger.

Los Manoban y mis padres en ese corto tiempo tocaron temas variados, siendo curioso el hecho de que en ningún momento comentaran sobre el verdadero rollo; aunque por supuesto, sí lo dejaron implícito un par de veces, convirtiendo el ambiente en algo sumamente incómodo.

Gracias a eso finalmente decidimos irnos a casa. Me asustó el comportamiento de Hae al regresar con Lisa, pues además de sangrar por su nariz, en su rostro estaba esparcido un enorme miedo. Tal vez y probablemente se debía a la mala vibra del lugar, pero no estaba tan segura de eso, y lo comprobé cuando en un pequeño momento mis ojos llegaron a las escaleras donde JaeHyun la observaba atentamente.

Ahí supe que no sólo los Manoban formarían parte de esto, sino también él.

Traté de hablar con mi hermana al llegar a casa, pero no hizo más que correr hacia su habitación y no salir hasta el día siguiente. Algo la afectó mucho, porque cuando reaccionaba así no era por un buen motivo, y no pude conocerlo por su mala costumbre de cerrarse a sí misma.

Y tampoco fui capaz de hacerlo ya que a partir de ahí las cosas comenzaron a descontrolarse.

Unos días después, en mi cumpleaños número veinte, tuve una fuerte conversación con mis padres donde les rogué que terminaran con esto de una vez por todas. Ya era suficiente. Faltaban dos meses para que Hae cumpliera la mayoría de edad, lo cual significaba una bandera verde que indicaba el paso libre a los enemigos. Además, tampoco me sentía capaz de continuar guardando semejante secreto, no podía, y lo que más deseaba evitar era que lo descubriera por su cuenta; eso sería peor. Sin embargo, a pesar de todos mis ruegos no logré mi objetivo ya que casualmente ella llegó a la sala y después de eso no pude platicar con mis progenitores.

Fue ese el día dónde se confirmó que Olivia y JungKook estaban saliendo.

Lo peor que pudo suceder a pesar de haberlo esperado.

Ahí, justo ahí, las cosas empezaban a ponerse feas. Porque Hae ya no era la única víctima, sino que todos sus amigos se estaban convirtiendo en lo mismo. Por eso y más, desde ese entonces se estuvo planeando todo para el día dónde las cosas perdieran el control.

Y ese momento llegó antes de lo esperado.

La obra de teatro fue un momento muy conmovedor para todos. Los chicos hicieron un trabajo increíble en representar de pies a cabeza todos los hechos y emociones, logrando tocar al público con cada acto escenificado. Después de que terminara fuimos con Hae para felicitarla; ahí nos mencionó que llegaría a casa después ya que se quedaría un rato con JungKook. Respetamos eso y optamos por regresar a nuestro hogar, sin embargo, las cosas tuvieron una modificación.

Los Manoban preguntaron si podíamos volver a tener una cena, pero esta vez y a diferencia de la anterior, tenía que ser en nuestra casa.

¡Una bandera roja bien grande!

Le pedí a mis padres que por favor se negaran. Ellos también lo pensaron, pero tanta fue la insistencia del señor SomChai que no tuvo retorno.

Realmente no lo tuvo.

Lo peor de todo era que en nuestra casa no había nadie. La mayor parte del personal había sido dado de un día libre y, con esas personas ahí, teníamos mucho más peligro de sufrir. Por eso no bajé la guardia en ningún momento.

Pero cuando Olivia llegó... todo se jodió.

Literalmente.

Lo que suponía que ocurriría al final si sucedió, y era mucho más difícil de sobrellevar en una circunstancia donde no sólo ella era conocedora de los hechos, sino también Lisa y para completar la situación, con los Manoban presentes.

Creo que la mirada de mis dos hermanas jamás podría sacarla de mi mente, atormentándome con la renaciente idea de ser tan culpable y mentirosa como los adultos...

... Sintiéndome malditamente sola ahora que el juego alcanzaba el real clímax.

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¡Feliz décimo aniversario de BangTan! 🤧💜✨
Hoy toca llorar, los extraño demasiado.

Psdt: Mátenme, ya quiero terminar los exámenes para poder escribir.

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