Especial • Jung HoSeok
❝Quizás si en ese momento, si sólo, si tan sólo, me hubiera parado valientemente frente a ti ¿Sería todo diferente ahora?❞
——The Truth Untold, BTS.
Siendo totalmente honesto, a veces he deseado cambiar mi pasado para convertirlo en algo mucho mejor, lejos de las inseguridades y malos ratos.
Pero lamentablemente el destino decidió esto para mí; decidió darme una vida en la que nunca podría mostrarme como verdaderamente soy.
En este mundo todos desean el sentimiento de libertad, tener una hermosa infancia alejándose de la palabra “preocupación”, salir de fiesta con sus amigos más cercanos, tomar de la mano a la persona que te gusta y llevarla lejos de la ciudad para tener una cita, e incluso salir a despejar la mente en un lugar tranquilo.
Pero como dije: eso no fue lo que el destino eligió para mí.
La primera cosa de la cual siempre me sentí arrepentido fue de nacer en una familia con gran reputación: la familia Jung.
Reconocidos por tener una de las más grandes empresas de joyas en todo el mundo, convirtiéndose así en personas ilustres de tal mercado. Conociendo esto podrán deducir que tipo de infancia tuve, una rodeada de reporteros y el flash de las cámaras.
“Jung HoSeok, el nuevo heredero de las riquezas de esta prestigiosa empresa” “Los negocios fluyen por su sangre” “Será el futuro de los Jung” y mucho, mucho más. Tardaría años enumerando los millones de comentarios hacia mi persona desde que tengo uso e razón.
Nacer en bandeja de oro puede ser impresionante para la sociedad, pero detalles como altamente reconocidos en el mundo, disfrutar de las riquezas que poseemos, conseguir todo lo que deseas...esto, esto son solo etiquetas creadas por la propia humanidad para cubrir nuestros verdaderos deseos. Si bien lo material no tiene significado cuando en lo más profundo de nuestro corazón hay una llama encendida por solamente un deseo...y eso es lo que yo sufro.
Nací en Seul, Corea del Sur, pero antes de que tuviera uso de razón mi familia viajó a Estados Unidos debido al trabajo, así que básicamente solo recuerdo mi vida desde que estoy en este país. Nunca me faltó nada, siendo honesto. Desde pequeño he tenido —además de todas las posibilidades— el apoyo y cariño de mis progenitores, a pesar de que en algún momento se volvió asfixiante estar alrededor de tantos comentarios anónimos de usuarios totalmente desconocidos. Mi infancia fue agradable; las personas que me rodeaban en la escuela eran muy buenas, tuve geniales amigos, mis calificaciones eran excelentes y mi gran optimismo resaltaba en cualquier lugar donde me encontrara. Pero claro, en aquel entonces era solo un chiquillo de ocho años que apenas conocía el significado de la palabra “preocupación”, hasta que algo me llevó a conocerlo.
Las inseguridades. Digamos que comencé a preocuparme sobre lo que otros pensaban de mí; la segunda cosa de la cual me arrepiento. Empecé a ver los malos comentarios, dejando que todas aquellas lamentables palabras se quedarán grabadas en cada parte de mi cabeza, afectando notablemente a quien era en aquel momento.
“¡Él es horrible! Su rostro es feo” ”Dudo que sea capaz de manejar la empresa en un futuro, será la quiebra de los Jung” “Hay rumores donde se dice que HoSeok es una persona despreciable, no se merece amor”.
¿Realmente ven necesario que un simple niño sufra de tanto acoso? ¿Eso les divierte? ¿Alguna vez pensaron en como me afectaría? Definitivamente no pensaron con la cabeza, sino con su asqueroso y holgazán trasero.
Luego de que observara semejantes palabras decidí apartarme de todo: me comencé a sentar solo en los almuerzos, dejé de hablar con mis amigos y la luz que siempre brillaba en mi interior fue desvaneciéndose poco a poco. Estaba dejando de ser Jung HoSeok, el niño optimista y carismático, para convertirme en uno negativo y aburrido.
Pero eso no fue lo peor, pues se sintió impresionante y emocionante conocer cómo las personas a las que llamé "amigos" me traicionaron, divulgando por todo el colegio con rumores falsos aquellas noticias. ¿Como me sentí con tal acto? Dolido, decepcionado y mucho más inseguro. Aún recuerdo ese día dónde probé por primera vez el sabor metálico de la sangre, sin duda un día inolvidable para mí.
—Eres un maldito tonto —escupió aquel niño.
—Si, no te mereces absolutamente nada —le secundó aquella chica de cabellos rubios.
—Ojalá y nunca hayas nacido, “amigo”.
Las risas de esos tres niños no pasaron desapercibidas ante el aspecto que daba en ese momento: mi uniforme estaba roto en algunos lugares, mis rodillas y manos tenían notables rasguños al mismo tiempo que de mi nariz salía sangre, producto del golpe que recibí. Daba asco, en serio daba asco.
Obviamente los padres de esos niños obtuvieron una demanda por parte de los míos, pero eso no impidió que me afectara demasiado. En los próximos dos años la palabra que me caracterizaba era oscuridad, si, era oscuro. Mis progenitores notaban eso, razón por la que quisieron llevarme a un psicólogo, pero yo me negué, eso no es lo que necesitaba. Había perdido la confianza en las personas, cosa por la que nunca me relacioné con nadie desde ese entonces.
Estuve solo; ocultando mi rostro con aquella máscara rota y ahogandome en las lágrimas dentro de aquel castillo de arena, enviando lejos el amor que una vez sentí hacia mí mismo. Pero todo....hasta que ella llegó.
Aquella niña de doce años y sonrisa brillante, tan resplandeciente como una estrella. Tenía el cabello azabache, unos ojos grandes y expresivos, y siempre llevaba consigo una muñeca. Aún recuerdo ese día dónde ella caminaba sola por aquel comedor, buscando un asiento vacío dónde pudiera saborear su almuerzo, hasta que sus ojos se posaron en la última y única mesa vacía, en la cual me encontraba yo.
Ella se acercó titubeante, como si tuviera miedo de mi presencia, y cuando llegó frente a mí noté como sus manos temblaron.
—Hola...¿me puedo sentar? —cuestionó en un débil tono.
Mis ojos escanearon a la niña de arriba a abajo, buscando con este acto algún indicio de engaño o burla, pero al notar que ella era solo un alma desamparada buscando donde comer asentí lentamente con mi cabeza. La pelinegra, temerosa, se sentó frente a mí sin despegar sus ojos de los míos.
—Gracias —dijo con timidez.
Abrió el paquete que traía en sus manos, y en ese momento mis fosas nasales se embriagaron con el fascinante olor de aquella ensalada de frutas y vegetales. Era saludable, si, pero eso no quitaba el hecho de que se veía exquisitamente bien. Tragué duro ante los deseos que mi mente estaba presentando, pero en ese momento la chica pareció ver a través de mí, ya que sus próximas palabras calaron en mi interior.
—¿Quieres un poco?
Esta vez el nervioso era yo? ¿Por qué? Ni idea, solo sentía la necesidad de salir corriendo de ahí, pero me contuve ante su expectante mirada.
—....No —fue lo único que pronuncié.
—¿Estás seguro? No has comido nada, por lo que veo....
Y era cierto, no quise comer absolutamente nada, pues mi apetito se encontraba por el suelo. Sin embargo, el hecho de que ella, esa niña que apenas me conocía, estuviera dispuesta brindarme de su almuerzo había causado un calor en mi interior.
—No tengo hambre —aclaré.
—Mmm...¿entonces porqué observas tanto mi comida?
Me atrapó. Pero es que su comida se ve tan.....agh, yo y mi cabeza.
—Solo la observaba.
—Porque quieres un poco.
—Que esté mirando no significa que quiera...
—Tu mirada no dice lo mismo.
La chica era terca, eso era seguro. Formulé una ligera sonrisa en mi rostro al verla seguir insistiendo, cosa que logró.
—Toma un poco —sirvió una porción de su comida en un recipiente pequeño—. Mi madre me matará si se entera...pero ahora mismo da igual.
Tomé aquel recipiente con mucha timidez, observándolo con singularidad, ya que ni siquiera recordaba como se sentía un acto como este. Levanté mis ojos lentamente hasta ponerlos sobre los suyos al mismo tiempo que formaba una leve sonrisa.
—Gracias —murmuré.
Ella mostró todos sus dientes en el momento dónde esbozó una sonrisa, mostrándome con esto un poco de confianza. Probé la comida frente a mí, sintiéndome en el paraíso cuando mis palpitas gustativas disfrutaron de aquel sabor.
—¿Te gusta? —preguntó la niña con entusiasmo.
—Si, esto es... maravilloso.
—No hables con la boca llena —advirtió—. Y con respecto a la comida, si, mi madre es excelente en la cocina.
Mostré una sincera sonrisa ante sus palabras, sintiendo como la llama de mi interior volvía a encenderse con todo lo que sucedía en este preciso momento.
—Oh, por cierto, me llamo Haenul...Kim Haenul.
Su tono de voz fue tan tímido que causó en mi corazón una presión, y es que tanta ternura me causaría diabetes.
—Soy Jung HoSeok —respondí.
Desde aquel momento algo volvió a mí. Cada vez que me encontraba al lado de la pelinegra era testigo de como podía mostrarme a mí mismo, sin miedo a lo que pudiera pasar. Poco a poco retomé mi verdadero ser, y todo gracias a esa niña. Ella me reconoció desde el primer instante, pues era inevitable; sin embargo, nunca me trató como el chaebols que era, sino como HoSeok.
Al poco tiempo ambos creamos una cercana amistad; una amistad donde los dos podíamos apoyarnos cuando existían problemas y alegrías. Pero sólo era eso, una amistad, ninguno de los dos tuvimos sentimientos profundos, yo la veía a ella como mi hermana menor y ella a mí como su hermano mayor. Éramos inseparables, solo éramos ella y yo, solos contra el mundo.
Lo que teníamos era perfecto, hasta que me enteré de algo que causó un revoltijo en mi interior: Haenul estaba enferma, gravemente enferma....y yo no podía hacer nada para ayudarla.
Fue ella misma quién me contó sobre su pasado, mencionando muchos detalles relevantes, sorprendiéndome notablemente por todo lo que ella había tenido que pasar. Y con esto....me di cuenta de que no era la única persona que en algún momento deseó volver al pasado y cambiar todo.
Todo fue de mal en peor. Las cosas con Haenul se vieron horribles cuando su enfermedad aumentó a un nivel casi imposible de curar: ella estaba tocando el otro lado. Su familia estaba destrozada, pues ver a su hija en un estado donde apenas podía reaccionar era.... doloroso. Mis padres y yo brindamos todo el apoyo posible, intentando dar buenas energías para que todo saliera bien.
La tan esperada operación de Haenul estaba programada para la semana próxima, sin embargo, el destino decidió llegar al caos ocasionando que aquella noche de octubre fuera imposible de olvidar. Ese día...debí llegar a tiempo, debí llegar antes de que la chica de trece años estuviera al borde de la muerte, causando que está sea la tercera cosa de la cual me arrepiento.
En el instante en que abrí la puerta de su habitación con la esperanza de ver por segunda vez la saga de Crepúsculo....todo se derrumbó. La imagen de Haenul en el suelo, retorciéndose debido a la fuerte convulsión que su cuerpo presenciaba mientras sus ojos y piel se tornaban blancos causó que gritara con fuerza por ayuda, dejando que las lágrimas corrieran deliberadamente por mi rostro.
Todos los médicos de aquella sala corrieron hacia donde me encontraba: estático frente a la puerta de aquella habitación en un estado de shock. Ellos rápidamente fueron a socorrerla, subiéndola en una camilla para así llevarla al quirófano con emergencia. Los padres de Haenul y los míos presenciaron aquel horrible momento de la misma forma que yo, provocando que el miedo se apoderara de nosotros.
—Debí haber llegado antes...yo...
—No, HoSeok, no es tu culpa —sollozó Jennie, acercándose a mi para darme un abrazo.
—Lo siento —dije en un hilo de voz.
Lloré como nunca lo había hecho esa noche. Dejé que todas las emociones de mi interior salieran buscando con esto una forma de calmarme, pero no pude, al menos no hasta que ocho horas después el doctor saliera del quirófano.
Todos nos levantamos con rapidez, esperando con impaciencia las noticias del hombre.
—La operación ha sido un éxito...milagrosamente.
Unos suspiros de alivio fueron los que salieron de nuestros labios en aquel momento, sin embargo, las palabras del señor causaron que nuestro cuerpo se tensara nuevamente.
—Ella estuvo a punto de morir, si no hubiéramos llegado a tiempo... ahora mismo no estaría con nosotros. La convulsión fue inesperada, esto fue un aviso de su propio cuerpo anunciando que había llegado al límite, y a pesar de que todo salió bien...eso no significa que este totalmente curada, solo que no será de la misma forma que antes.
Con esa advertencia la familia Kim tomó medidas con su hija, causando con esto muchas cosas.
Cuándo Hae se recuperó de su operación rápidamente obtuvo su cambio de nombre, ya que debido a la popularidad que su familia ahora poseía debían tomar medidas con respecto a eso. Además, eran estrictos con la medicación de ella, pues luego de todo lo sucedido aquel día tenían miedo de que algo como eso se volviera a repetir.
Yo por mi parte, me hice la promesa de cuidarla. Siempre estuve a su lado, todo el tiempo; vigilando que no le sucediera nada a mi amiga. Y si, sentía miedo, miedo de que volviera a ver aquella horrible imagen. Pero más importante, me sentía culpable, porque sabía que si yo no hubiera llegado a tiempo no....
—Hobi~ no tienes que estar haciendo esto.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos ante las palabras de Haenul, la cual caminaba a mi lado para dirigirnos a nuestro salón.
—¿De qué hablas?
Ella soltó una risa nasal antes de juntar sus ojos a los míos.
—No tienes que estar pegado a mí como un chicle —aclaró—. Se cuál es tu objetivo, y también sé que tienes miedo de que algo me suceda.
Tragué en seco al escuchar lo que dijo. Ella me mostró una sonrisa tímida antes de sacar algo de su bolsillo.
—Toma, los dulces nos hacen sentir mejor.
Tomé el caramelo que ella me entregaba, observándolo con singularidad.
—Estoy bien, HoSeok. No volverá a suceder, me estoy cuidando lo suficiente —rió—. Ahora, entremos a clases~.
La chica depositó un casto beso en mi mejilla antes de salir corriendo a su respectivo salón. Yo me quedé estático en aquel solitario pasillo del instituto, mirando únicamente el caramelo entre mis manos. Sin tener otra alternativa comí el alimento, sintiendo el dulce sabor en mi boca.
Desde ese momento inicié una obsesión con todo tipo de dulces; incluso cuando ni siquiera me sentía mal comía uno que otro.
Los próximos años mi vida cambiaron por completo; dejé de preocuparme por las opiniones de los demás y comencé a escuchar a mi corazón, volví a ser el niño alegre que tanto extrañaron y por último pero no menos importante.... gané la confianza en las personas nuevamente, todo gracias a Haenul.
Por esa razón y muchas más..... prometí que debía protegerla de todos los males de este mundo, para que así no saliera lastimada.
Sin embargo, esa promesa...se convirtió en solamente un deseo imposible de cumplir.
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¡Buenas por aquí!
Ya volví jijiji. Pido perdón por la demora, este capítulo me ha costado escribirlo.
¿Que les pareció?
¿Les gustó?
Como ven esto es un especial, y como este vendrán muchos más de cada personaje, sin embargo, será cuando el momento llegue.
¡Espero y se encuentren muy bien! Bye~
<3
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