Especial • Ahn Eun Byul
❝Desearía que esto fuera solo un juego, para poder comenzar de nuevo. Pero supongo que tengo que lidiar con este, lidiar con este mundo real.❞
——Jamais Vu; BTS.
¿Nunca les ha pasado que cometen un error, sufren las consecuencias y aprenden de él, pero al poco tiempo lo están repitiendo de nuevo? Bueno, creo que esa es la diversión de mi vida.
Solía ser así. Cometí errores en mis pocos años de vida, tuve que pagar con las consecuencias de los actos, aprendiendo en el proceso; sin embargo, en una situación parecida volvía a cometer ese error, y así sucesivamente.
No me comprendía, de verdad que no. Yo era una persona rara por naturaleza, algunos me denominaban así, para otros era un símbolo de carácter y fuerza. No podía negar que mi personalidad no tenía ni un ápice de flexibilidad, era una chica difícil. Siempre miraba a todos de manera superficial, nunca me interesó crear amigos; prefería mil veces estar en una esquina estudiando a que salir con gente que no me traería nada bueno al futuro.
Al menos así pensaba yo.
También mi forma de ser influía en todo. Al ser un tanto dura, fuerte y seria, la mayoría de los estudiantes me trataban con respeto. Nadie, absolutamente nadie, se metía en mi camino o me hablaba para alguna estupidez. Y yo me sentía tranquila por eso.
Pero claro, como ya había dicho ahí arriba, tenía la horrible costumbre de cometer los mismos errores una y otra vez por culpa de no pensar claramente antes de actuar, y debido a eso fue que las cosas comenzaron a cambiar notablemente.
Yo di el primer paso, sí, pero si él no me hubiera sacado de mis casillas ese día... tal vez no tendría que estar contando mi vida en este justo momento.
A veces simplemente quería que esto fuera un juego para poder reiniciar la partida una y otra vez hasta que saliera a mi gusto, pero por supuesto, tenemos que vivir en la realidad.
¿Estás curioso? Si, sabes que detrás de todo esto hay una historia oculta; eres muy consciente de que mis actos se deben a algo más. Pero toma calma, debemos ir paso a paso.
Soy originaria de Seul. Algunas veces viajaba a otras provincias de forma momentánea por el trabajo de mis papás, pero nada relevante. Mi condición económica siempre fue estable; tener una familia de abogados y personas relacionadas con la ley era lo esencial.
Y por supuesto, yo debía seguir el ejemplo.
Mis progenitores siempre quisieron que yo continuara sus pasos. Decían que con mis cinco años de edad podían sentir mi vocación hacia la abogacía, pero les haré una pregunta a todos: ¿Qué niño de tal edad puede comprender esas cosas? Era super inteligente, demasiado para ser apenas una cría, no obstante, se suponía que debía vivir esa etapa.
Bueno, mis padres no estaban de acuerdo con eso.
Ellos me querían, me mimaban en determinados momentos, eran dulces conmigo... Pero en la mayoría de las ocasiones siempre me trataban como a un adulto en su primer día de trabajo.
Me hacían rellenar papeles, expresar mis opiniones sobre actos correctos e incorrectos, tuve que aprenderme muchísimas leyes, así como aprender a llevar distintas reglas conmigo.
Todo abogado tenía su carácter, sí, pero eso no significaba que fueran de piedra. Otro error de mi familia para la colección.
Ah, y las reglas, obtenía un castigo si no cumplía con estos parámetros:
Ser cien por ciento estudio, eso incluía nada de amigos.
Tenía que estar con expresiones serias, fuertes. No podía llorar por más que quisiera.
Las salidas al exterior no estaban permitidas. Sólo viajes de la casa a la escuela y con un chófer que me traería.
Todas las tardes debía recitar las leyes una por una.
Estar enferma no era una excusa, debía cumplir con todo.
Nada de música moderna, solo clásica.
Ningún póster, cuadro, adorno, etc, que no tuviera que ver con política.
Entre más y más leyes. Si seguía enumerando jamás terminábamos.
Quería a mis papás, si, pero ellos eran muy duros. Estar en casa parecía una base militar, desde pequeña siempre lo había comparado con eso. A ellos no les gustaba que estuviera en desacuerdo con sus decisiones; debían tener la razón absoluta, ¡y cuidado con contradecir al respecto! Obtenías una penalización si eso pasaba.
A veces incluso temía de hacer algo mal. Siempre viví con esa presión de ser perfecta para ellos. No quería serlo, deseaba ser feliz, pero era muy difícil alejarme de eso.
Lo que no sabían es que me estaba afectando de alguna forma u otra.
Para completar la situación, yo no era muy obediente. Me gustaba eso de ser abogada, pero no todo el tiempo pensaba en eso. ¡Por favor, tenía cinco años! ¿Qué niño a esa edad está pensando en su futuro? ¡Un superdotado tal vez! O bueno, otro que viviera como yo en mi hogar.
Resumiendo: mamá y papá no pensaban en que era una niña pequeña con otro tipo de deseos adecuados a mi edad. Ellos me consideraban una adulta, no podían creer que a diferencia de su primer hijo yo fuera más "irresponsable".
Por supuesto, les molestaba que no fuera como mi hermano mayor. JinYoung era por excelencia el hijo de sus sueños: responsable, inteligente, correcto, con un fuerte anhelo hacia la abogacía, era sin duda lo que ellos siempre quisieron crear y la continuación de la familia.
Y aquí estaba yo echando a perder todo por querer vivir mi vida. Eso era lo que ellos no comprendían, por lo que al verme menos introducida en esos deseos que ellos quieran imponer, debían ser más duros conmigo.
Era difícil de llevar, mucho; a veces terminaba frustrada por no poder explicarles lo que sentía. Sin embargo, entre todo eso que me abrumó, mi hermano siempre estuvo ahí para apoyarme.
Él podía ser el hijo perfecto para ellos, pero eso no quería decir que estuviera de acuerdo con esa crianza, mucho menos cuando veía que conmigo era mucho peor. Recordaba sus palabras cada vez que llegaba a sentirme mal, pues siempre, sin importar la situación, me apoyaba y me hacía sentir que todo estaba bien. Incluso solía romper las reglas por mí; cuando no podíamos salir él me llevaba a un parque, a veces evitaba que pudiera recitar las leyes, si estaba enferma hacía todo lo posible para que no cumpliera con las normas, en ocasiones me llevaba casetes con música de mi gusto, etc.
Sus palabras siempre eran las mismas: "A veces es necesario romper las reglas para ser felices".
JinYoung era el mejor hermano mayor del mundo, pero la vida fue demasiado cruel en arrebatármelo.
Esa noche de verano se veía muy tranquila, o al menos estuvo así hasta que mi hermano llegó a casa. Yo estaba en una esquina cuando todo inició. Al parecer JinYoung había llegado tarde e incumplió con una de las normas de mis padres, y ante eso él mismo se quejó ocasionando que la discusión tuviera lugar. Mis papás querían tener la razón, pero mi hermano estaba poniendo todas las cartas en la mesa para que quedaran totalmente destruidos.
Tanto fue el enojo obtenido que decidió volver a salir de casa con el fin de tomar aire, dejándonos solos aquí. En mi mente inocente surcaba la idea de que era una simple disputa y que al volver mi hermano entonces podría enseñarle mi muñeca nueva, pero claro, nadie pudo imaginarse lo que pasaría después.
El teléfono de la casa comenzó a sonar, mis padres estaban en la cocina en ese momento, por lo que fui yo quién atendió a la llamada.
—Residencia de los Ahn, ¿en qué puedo ayudar?
—Buenas noches, ¿quién me habla? —contesta un hombre desconocido.
—Soy Ahn Eun Byul, ¿necesita hablar con mis papás?
—Sí, pequeña, necesito...
—¿Eun Byul? ¿Con quién hablas? —pregunta mi progenitora acercándose a dónde estaba.
—Omma, hay un señor queriendo hablar contigo —le enseñé el teléfono mientras hacía un puchero con mis labios.
Mi madre no tardó en llegar a mi lado y sostener el aparato, entablando una conversación con el señor al otro lado de la línea. Sólo bastó de unas palabras para que sus ojos se volvieran llorosos y rápidamente rompiera en llanto.
Me preocupé mucho, pero no me prestaba atención. Al instante llegó mi papá igual de preocupado, obteniendo una respuesta que hizo mi corazón pequeño.
Mi hermano había tenido un accidente de auto.
Esa noche pasó de ser pacífica a volverse toda una locura. Al instante en que llegamos al hospital donde había sido transportado mi hermano, ya era demasiado tarde.
JinYoung había muerto.
Explicarles las emociones sentidas era realmente difícil. Mis papás estaban destrozados, no parando de llorar, totalmente fuera de sí mismos. Yo al ser muy pequeña no entendía a la muerte en su totalidad, sólo era consciente de que jamás volvería a ver a esa persona. Aquello era suficiente para hacerme sentir tristeza en cada célula de mi interior.
Aquel momento fue muy complicado tanto para mí como para mi familia. Mamá y papá parecían apagados, no tenían brillo, ni siquiera se percataron de que en casa las reglas no estaban siendo cumplidas; no estaban bien. Yo tampoco lo estaba, pero a diferencia de ellos, pude superar el momento con más rapidez.
Y eso no les gustó.
No podían comprender cómo lo había logrado cuando para ellos era jodidamente difícil.
Al tiempo sus rutinas comenzaron a ser las mismas. No estaban bien aún, pero sabían que debían continuar. Sus reglas estrictas volvieron incluso con más intensidad, y eso no me estaba ayudando en lo absoluto.
Esta vez no tenía a ningún apoyo.
En uno de esos días me sentí demasiado triste al extrañar a JinYoung, por lo que estuve recordando algunos de los momentos que pasamos juntos y los quise plasmar en dibujos. Cuando mamá llegó del trabajo y vio los papeles en el suelo se acercó para observar que hacía. Tenía miedo de que me regañara por no estar leyendo el libro que me había dejado, pero en vez de eso decidió sentarse a mi lado y ver con más cercanía los trazos.
—¿Qué es esto de aquí? —señaló una de mis obras de arte, que se note el sarcasmo.
—Somos oppa y yo —sonreí con melancolía. Me arrastré para quedar más cerca de mamá y poder tomar el dibujo en mis manos—. Jin siempre me dijo que yo era su princesa y él mi príncipe, por eso dibujé esto.
Mi madre estuvo observando aquel papel por unos largos segundos antes de rodear mis hombros con su brazo y abrazarme.
Y yo no supe el motivo por el cual lloré.
—Lo extraño mucho, mamá —sollocé.
Ella repartió una serie de caricias en mi espalda y cabello, organizando los mechones rebeldes que siempre se salían de lugar.
—Una princesa no llora, Eun Byul —respondió alejándose un poco de mi cuerpo para limpiar las lágrimas en mis ojos.
“Una princesa no llora”.
Desde ese momento traía aquella frase en mente. Siempre me contenía las ganas de llorar por no querer mostrarme débil ante las personas. Poco a poco y sin saberlo, estaba creando el carácter que en la actualidad me caracterizaba, pero además de eso, en mí se estaba formando algo que me perjudicaría de por vida.
Meses después de lo sucedido se empezaron a ver cambios en mí. Solía ser una chica tímida y con dificultad para relacionarme desde que tenía uso de razón, pero aquello empeoró de forma gradual en un día en específico. Teníamos que hacer un trabajo en parejas, la maestra elegiría a los dúos para comenzar a trabajar. Me asignó a una chica a quién no conocía, y desde ahí todo se desmoronó.
Cuando la niña me tendió la mano para saludar un ataque de ansiedad me absorbió. Comencé a temblar y a murmurar cosas sin sentidos, la vista se me había nublado en su totalidad, por lo que en busca de ayuda salí del salón. La maestra no estaba pendiente a nosotras, por lo que no se dió cuenta. Caminé por los pasillos con el fin de ir a la enfermería, pero al ver la salida abierta actúe por impulso, sin pensar, y me escapé de la escuela.
Eso sucedió.
A las horas llamaron a mis padres para que me reuniera con la directora del centro. Si les era sincera, no sabía que demonios había sucedido, no tenía total consciencia de lo que me había pasado, pero para mis padres eso no había sido cualquier cosa común. Luego de contar lo acontecido, la directora pensó que era una reacción normal ante mi comportamiento tímido, pero las miradas de mis progenitores me dieron a entender que no era así.
En esa primera vez decidieron dejarlo ahí.
Pero claro, ya en la segunda tuvieron que tomar medidas.
Resulta y acontece que había tenido otro ataque de ansiedad en un parque de diversiones repleto de gente; esa aglomeración de personas me había hecho sentir mal y, por un impulso, salí corriendo de ahí sin ni siquiera escuchar los gritos de mis papás.
Me llevaron con un psicólogo para que analizara mis comportamientos, llegando a una sola conclusión.
Tenía una leve fobia social, sí, pero al mismo tiempo eso venía acompañado a otro leve trastorno de impulsividad. No era peligroso esto último, no actuaría como lo haría alguien con TEI; pero no pensaría con claridad en situaciones de estrés. El doctor aclaró que con sesiones de terapia podría aprender a manejar ambas cosas, sólo era cuestión de tiempo.
Pero, ¿cuál era el motivo de esto? Había nacido como una persona impulsiva y con mucha timidez para relacionarse, pero luego del accidente de mi hermano y la situación en casa fue como si eso hubiera explotado hasta ser lo que en la actualidad era.
A mis nueve años eso no me preocupó. Sin embargo, un tiempo después comencé a darme cuenta de los problemas que aquello me traía.
No me opuse a obtener ayuda, a fin de cuentas era algo que haría mucho mejor las circunstancias para el futuro. Pero si había algo en todo esto, y es que deseaba mantener oculto todo el hecho de mis problemas.
Odiaba que la gente me tuviera lástima.
Odiaba verme débil.
Y por supuesto, odiaba que los demás se metieran en mis asuntos.
Uno de los factores que influyó en mí con la fobia fue la incapacidad de confiar en las personas. En esa etapa de mi vida donde aún era una niña fue difícil y complicado manejar toda la situación. Tenía miedo de salir lastimada en el proceso de relación con alguien, quería evitar las decepciones, por eso mi mayor caparazón era alejarme de la gente.
Ese fue uno de los principales puntos que traté con mi psicóloga. Ella me ayudaba a distraer la mente y, de alguna forma u otra, me incluía con calma en un espacio habitual de la vida de muchas personas. Para ser más concreta, trataba de hacerme relacionar aspectos diarios dentro de mi propia realidad, y no iba a mentir, sí me ayudó mucho.
Entre las cosas que me daba para distraerme pude encontrar mi obsesión hacia los K-Dramas de tipo romántico. Ya saben: clichés, cursilerías, muchos aumentos de glucosa, etc. Amaba ver a las parejas quererse y experimentar esa clase de amor que parecía tan bonito.
Sabía que en algún punto dolía, no era tan ingenua, pero mirando sólo a lo positivo... era un hermoso sentimiento.
Estar alejada de la gente me permitía admirar y ser observadora con las parejas. Poco a poco me convertí en una experta del romance, aún sin haberlo experimentado.
Anhelaba sentirme así algún día, pero mi fobia seguía siendo una gran desventaja para darle el paso.
El tiempo pasó, las cosas cambiaron; dejé de ser una niña y me convertí en una adolescente con desarrollo y cambios hormonales. Suena muy emocionante eso.
Espero que se note el sarcasmo.
Las sesiones de terapia habían ayudado gradualmente. Con el paso de los años fui más capaz de controlar la fobia y a los impulsos en sí; al menos ya podía hablar con alguien sin empezar a temblar, un gran avance.
No era sociable, eso jamás. Sí aparentaba serlo; hacía que todos me vieran como la chica de carácter fuerte, expresiva, seria y reservada del colegio, pero aquella que cuando perdía los estribos... explotaba.
Era mi personalidad real, sin embargo, nunca podría ser sociable por más que lo aparentara.
La secundaria pasó volando y prontamente me veía en preparatoria. Mi objetivo en aquel tiempo era únicamente estudiar, aprender, aprobar y graduarme tres años después. Mis padres seguían siendo igual de estrictos conmigo, sin embargo, sus reglas se aligeraron al tener en cuenta que, además de mejorar mi salud mental, ya no era una simple niña. Ellos sabían que en cualquier momento debía socializar y crear amigos. Me negaba totalmente a eso, pero errónea fue mi opinión con el transcurso del tiempo.
Cuando los maestros orientaban trabajos grupales solía hablar con ellos para presentarme sola. De no poder, entonces me acercaba a mi supuesta pareja en el trabajo y le pedía realizar nuestras partes por separado, o en distintas ocasiones yo misma lo hacía en nombre de ambos.
Pero distinta fue esa ocasión donde me tocó trabajar con el chico Jeon y no pude hacer nada para cambiarlo.
Ese pelinegro era terco. Había hablado con él y a diferencia de los demás no estaba dispuesto a aceptar mi tentadora propuesta. Solía verlo mucho, el muchacho resaltaba en cualquier lado; guapo, esbelto, educado, amable, inteligente y adorable cuando se lo proponía. En las bocas de todos Jeon JungKook era un ángel, y no lo negaba, pero había algo que no todos podían ver.
Algo que amaba de mí era mi especialidad para ser observadora. Jeon sufría en silencio por un motivo desconocido para todos en la actualidad; podía verse muy alegre, pero en su interior todo estaba derrumbado. Ya lo sabía por todas las veces que lo veía en momentos de soledad sin sus fieles amigos, pero luego de tener el privilegio de hacer un trabajo con él pude confirmarlo.
Aquella labor sólo se quedó en eso, una labor. JungKook y yo nos volvimos conocidos, a veces me preguntaba algo relacionado con las clases, en otros momentos se acercaba como el presidente del consejo estudiantil, y hasta ahí.
Nada más.
Pero claro, en último año de preparatoria muchas cosas debían cambiar.
Mi psicóloga tuvo una conversación muy profunda conmigo, invitándome a realizar en estos meses lo que más deseara y quisiera. Decía que era mi última oportunidad de ser una estudiante de preparatoria, y yo, siendo una jodida estúpida, acepté.
Me dije a mí misma que este año podría cambiar las cosas y mejorar.
Pude cambiar mucho, pero no mejoré o eso estaba creyendo mi cabecita.
El último año empezó con una nueva compañera de clases. La joven Kim había llegado al salón ese día con una extremada timidez, me resultó dulce verla así. En el recreo pensé acercarme y entablar una conversación, pero la chica de cabello rosa que no hablaba con nadie se adelantó y la llevó a la cafetería con mucha facilidad. Quise acercarme a ambas, pero el pensamiento de que jamás podría relacionarme como ellas me abrumó por ese instante.
Decidí dejarlo ahí y descartar la idea.
Pocas semanas después fue muy notable para todos los estudiantes que JungKook, el chico por quienes todas babeaban, y Kim Olivia, la nueva transferida, se llevaban extremadamente bien como si se conocieran desde años. Para mis ojos curiosos aquello no quedaría como una sola amistad, era más que obvia su atracción; la chispa de amor era visible, y eso me encantaba.
Eran muy lindos.
Muchas veces los veía de lejos y sonreía inconscientemente por la dulzura que demostraban. Estuve cerca de ellos cuando visitaron el teatro juntos por primera vez, ese día donde Olivia parecía inscribirse, y se me subió la dopamina al verlos jugar sobre el escenario como dos niños pequeños.
A veces los veía en los ensayos. Al formar parte del club de teatro en muchos momentos coincidíamos, era muy reconfortante verlos.
Deseaba desde la distancia con muchas ansias que estuvieran juntos y fueran felices.
Aunque en un abrir y cerrar de ojos aquella distancia mencionada se eliminó por completo.
Porque tal vez y sólo tal vez, si no hubiera abierto la boca en aquel día, las cosas ahora serían distintas.
Es que... ¿Quién me mandaba a hablar? Esa vez no pude controlar mi impulsividad y terminé soltando algo que no debía. Al parecer mi mente se quedó enajenada con los dos chicos nuevos y la relación que ambos poseían con la pelinegra que, sin motivo alguno y sin pensar claramente, dije algo que me avergonzó.
Y podía ser alguien antisocial en sus momentos, pero jamás iba a dejar pasar aquel suceso. Sentía la necesidad de disculparme con la joven Kim, y eso hice.
Me dejé llevar por la situación, tanto que sin darme cuenta terminé junto al grupo de la escuela en el que todos anhelaban estar. Esos jóvenes desprendían alegría por donde sea que los vieras, el ambiente se sentía ligero y agradable; por primera vez me sentí bien en un grupo.
Pero claro, él tenía que llegar a poner mi mundo de cabeza.
No sabía que demonios me pasaba ese día en específico, era como si mi impulsividad se hubiera desplazado a grados inimaginables hasta el punto de tomar el control en mis decisiones. Pude comprobarlo cuando el de cabello gris me provocó; de verdad intenté relajarme y no dejar que las emociones tomaran las riendas, pero eso fue algo imposible cuando el estrés llegó hasta mi coronilla y terminé corriendo tras ese chico.
Agh, TaeHyung desde que llegó era desesperante.
De verdad no comprendía a ese muchacho. Todo el mundo si actuara de esa forma no volvería a hablarme, y eso era lo que quería, pero él parecía ser distinto. En vez de irse bien lejos, intentaba provocarme en cualquier momento, o bueno, tambien viceversa porque me encantaba ser un grano en el culo y también disfrutaba verlo molesto como una venganza por lo que hizo el día que nos conocimos.
Sin embargo, cuando el viejito no estaba en mi campo de visión trataba de concentrarme en mis cosas como siempre había sido. No debía cambiar, no tenía que ser sociable, no quería tampoco, pero algo me atraía a ese grupo y por supuesto, a él también.
Ellos eran aquello que de lo que mi psicóloga me habló. Ese grupo cercano era mi oportunidad para mejorar, el cambio y mi supuesta salvación. Una parte de mí quería intentarlo, así que lo hice.
Yo realmente pude hacer amigos.
Solía verme muy sociable con ellos, pero en realidad cada vez que me llamaban o se acercaban temblaba de nervios. Era algo inevitable, pero que pude controlar.
Otra cosa que vi como mi oportunidad fue la obra de teatro que se realizaría. Sin embargo, decidí negarme ese año; no tenía muchos ánimos para formar parte del elenco.
Y entonces vino Olivia con aquella propuesta, momento donde la idea de estar con ellos no me pareció tan mala.
Pero claro... ¡Nadie me había dicho que debía actuar con Kim TaeHyung!
Estuve evitándolo, bastante que lo hice. A pesar de haber ido a su cumpleaños, pasar el rato, bromear con él y disfrutar del fin de año, yo realmente quería poner distancia entre nosotros. TaeHyung tenía algo que me atraía a su persona, pero que al mismo tiempo me incitaba a alejarme.
Debí hacerle hecho caso a mi sexto sentido.
No sabía que trabajar con él en esa obra iba a ser tan difícil. Sentía que no combinábamos, hablé incluso con la maestra para pedir algún cambio, pero nada; no estaba en mi manos. Sólo debía adaptarme a ello, obviamente manteniendo mis propios límites establecidos.
Sin embargo, tampoco me dijeron que en un simple día todas mis emociones y pensamientos podrían cambiar.
Sucedió tan de repente que... hoy en día aún me costaba asimilarlo.
Todo ocurrió el día dónde el peligris discutió con YoonGi en el teatro. No era consciente de lo que había pasado, pero unas horas después pude ver al chico protagonista de mis pensamientos llorando como si su vida dependiera de ello. TaeHyung se veía destrozado, parecía como si hubiera soltado de su interior una gran espina dolorosa. Estaba abrazado a sí mismo con la cabeza gacha, vulnerable, asustado. Yo podía ser lo que era, pero era capaz de sentir empatía por cualquiera, incluso de quienes no soportaba; verlo así me preocupó, pero al preguntarle... me ignoró y siguió caminando.
No me conformé, por lo que sostuve su brazo y lo detuve. Sin embargo, su reacción fue algo que sin duda me dolió.
«“No te metas en mis asuntos, Eun Byul. No te importa nada de mí, así debe ser siempre”.»
El tono duro de su voz provocó que lo soltara de forma instantánea, y ahí quedó todo.
Después de ese día me sentí muy incómoda con él. A veces me pasaba por el lado, ni siquiera me veía, pero yo sí a él. Quería cerciorarme de que estuviera bien aunque sea, por eso también le daba su tiempo a solas.
Los ensayos para la obra era lo único que nos mantenía unidos. Apenas nos hablábamos, pero al menos podía saber si se sentía mejor.
Desde ese momento ya estaba sintiendo algo en mi pecho. Y no me gustaba.
Luego de lo sucedido con JiMin las cosas comenzaron a cambiar. En el hospital pude ver claramente como se veía agotado, fuera de sí, y en cuanto Olivia llega para hablar con él... entonces todo cambia. Sus ojos brillan y sus labios muestran una sonrisa, una muy bonita y sincera sonrisa.
Misma que se elimina cuando JungKook llega.
Ahí mismo supe lo que pasaba, y lo comprobé automáticamente Tae se acerca a mí y lo suelta. Esa fue la primera vez que hablamos sin pelear, me provocó un muy bonito sentimiento en el pecho, de repente no quería alejarme de él.
Sentí que todo iba mejorando. Nos encontramos un par de veces y siempre conversamos un poco. Poco tiempo después me confesó que deseaba cambiar conmigo, quería volverse mi amigo, y yo bromeé con eso negando su tentadora propuesta.
Desde ahí mi corazón se estaba volviendo loco. No quería aceptar el porqué.
Y entonces... pasó lo que debía pasar.
Tae me besa esa tarde, yo correspondo por el impulso de mis emociones, y termino llorando sin parar luego de un ataque de pánico. Mi fobia social se había despertado en ese momento, era como si no supiera actuar ante la circunstancia, provocando que me sintiera confusa y muy deprimida por no poder controlarme.
Después de eso pensé que lo mejor sería tomar distancia. Mucha fue mi sorpresa cuando TaeHyung intenta arreglar las cosas. Iba a negarme totalmente, pero quise intentarlo.
Yo quería darme una oportunidad.
Y se sintió lindo, muy lindo.
Pero entonces mis jodidos impulsos hacían de las suyas justo cuando no debían hacerlo. Mi fobia social era un problema grave a largo plazo; podía aprender a manejarla, pero muchas cosas no cambiaban. Aquello me impedía confiar plenamente en las personas y por supuesto, me hacía pensar negativo al respecto. Comencé a tener miedo a enamorarme y que sólo fuera una ilusión, tenía terror a salir lastimada. Era más que consciente de que aquello era una forma de aprender a vivir, pero la fobia era más grande que yo en situaciones de estrés.
Y yo actué sin pensar, perdiendo una gran oportunidad de salir adelante con alguien que jamás me iba a defraudar.
Si se dan cuenta, la vida es un círculo vicioso donde los mismos hechos se repiten una y otra vez. Los errores son parte de esos hechos. Muchos aprenden de ellos, pero a veces es inevitable volverlos a realizar como si pudiera cambiar algo en nuestras vidas.
Eso es algo que conocemos, algo con lo que vivimos diariamente. Todos sabemos que esos percances no debemos volverlos a cometer en el futuro, sin embargo, en algún momento los desconocemos y volvemos al inicio, justo como un Jamais Vu.
Porque mi vida era así: un laberinto circular sin fin al que diariamente me sometería como ese inesperado Jamais Vu.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Buenas 😴 Ando media dormida jaja.
¿Cómo están? ¿Qué tal todo?
Este especial fue difícil de escribir, pero aquí está. ¿Qué les pareció todo? Quiero leer sus opiniones ^^.
Ah, por cierto, una pregunta importante. Con respecto a la historia en general hasta el momento (exceptuando lo que es el gran secreto), ¿tienen alguna duda importante que desean aclarar?
Estamos a pocos capítulos de que todo explote, así que, hablen ahora o callen para siempre 🤭.
(Pueden escribirme al privado si no desean hacerlo por acá)
En fiiin. Trato de escribir lo más que puedo pata adelantar. Espero que todos estén bien. Recuerden cuidarse mucho, beban awita y coman.
L@s amo mucho <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro