EPILOGUE
❝Aún conmigo.❞
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Sábado, 7 de octubre de 2023.
16:38 hrs.
A lo largo de mi vida había experimentado tanto que, en este punto, me sentía como si hubiese vivido durante siglos y milenios. Tantas emociones vividas, tantas risas, tantas lágrimas... Cada toque o incluso, cada sueño. Entre todos ellos, no había ninguno que pudiese considerar el más especial o único, que no fuese el que después de trece años estaba reviviendo.
El viento abrazó mi cuerpo como si me hubiese estado esperando durante todo el tiempo transcurrido. Las hebras de mi cabellera realizaron una danza traviesa sobre mi rostro, interponiéndose en mi campo de visión y logrando que por pura inercia mi mano tratara de alejarlas. Se trataba de una brisa satisfactoria, propia del clima fresco que nunca era una invariante en la ciudad de Busan.
La última vez que había estado aquí no fue por mucho tiempo. En realidad, para aquella ocasión no tuve tan siquiera la oportunidad de disfrutar lo que era estar de vuelta en donde fui feliz. No obstante, justo ahora, en este preciso instante, poder estar de visita en el escenario de todos mis recuerdos y vivencias, era la sensación más agradable que había vivido en mucho tiempo.
Busan. Mi ciudad natal. Un lugar que era reconocido por sus increíbles puestos de comida, parques florecientes, edificios bajos y de ambiente sencillo, así como el mar azul cristalino en donde me encontraba.
El aroma exquisito del océano fue lo primero que percibí al llegar. Después, la manera en que mis pies se hundieron en la arena, y la calidez que dicha emanaba al abrazarme. Había un ambiente fresco gracias al viento, pero caluroso por la manera en que el Sol iluminaba todo a nuestro alrededor. Y entre todas las observaciones que yo misma pude comprender en los pocos minutos que llevaba aquí, conocí que todo esto se trataba de simple nostalgia.
Una melancolía que hoy estaba consolando con una visita a esos recuerdos.
Agarré un puñado de arena con mi mano y la retuve por un par de segundos, para luego solamente deslizar mis dedos y permitir que el propio viento las hiciera volar hasta desaparecer. Una media sonrisa se formó en mis comisuras, al mismo tiempo en que sutilmente dejaba escapar una risilla. Abracé mi cuerpo con mis brazos, posteriormente, y me permití admirar la manera en que las olas se alzaban a lo lejos y al llegar a la orilla, simplemente se esfumaban como la misma arena.
Fue en ese instante donde a mis espaldas, sorprendiéndome con su intención, JungKook hizo aparecer su cabecita al mismo tiempo en que abrazaba mis hombros. En cuanto notó mi saltito sólo se limitó a reír por lo bajo, casi burlándose de ello.
──Te ves extremadamente hermosa cuando actúas así ──murmuró sobre mi oreja, dejando un beso superficial en dicha zona antes de abrazarme tal y como un niño pequeño.
──¿Así como? ──pregunté, dudosa acerca de su respuesta.
──Tan linda y tierna.
Después de unos segundos en silencio no pude hacer más que explotar en risas, dichas que no pasaron a ser carcajadas sonoras, sino más bien, discretas para que solo él y yo pudiésemos escucharlas.
Negué con la cabeza posteriormente, y al girar tan solo un poco el torso me digné a encontrar sus ojos, aquellos que me observaban como si fuese alguna maravilla o paisaje especial. Como si pudiese ver dentro de mis orbes el mismo brillo galáctico que yo veía en los suyos.
──Se siente extraño estar aquí, ¿no crees?
Al procesar su cuestión y pensar acerca de ello, mi ceño se frunció. Lo sucedido fue una invitación para que JungKook, luego de moverse a mis espaldas para poder verme mejor, decidiera profundizar más.
──Me refiero a que... Ha pasado mucho desde la última vez que vi este mar, este lugar... ──susurró, cambiando el rumbo de su mirada hacia el horizonte que se extendía a lo lejos y las nubes que volaban en el azul cielo──. Estar de vuelta y presenciar todas aquellas cosas que formaron parte de mi vida es simplemente extraño. Me siento un niño de siete años ahora mismo.
Extendí las comisuras de mis labios hacia ambos lados y apoyé mi cabeza sobre su hombro, acercándome solo un poco para depositar un beso cerca de su mandíbula y de esa manera, que él volviese a observarme con detenimiento.
──Puedo ver en tus ojos a ese niño ──declaré, y no era una mentira. En mi mente se reflejaban los recuerdos de aquellos días, escuchando su voz, viendo su alegría, y juraba que no había nada más dulce que eso.
──Así como yo estoy viendo a la pequeña Hae ──sonrió ampliamente──. Hace tan solo unos minutos fuiste esa misma niña observando al mar. Siempre solías quedarte con la mirada perdida en el agua.
──Sabes que siempre he amado esto ──reí suavemente, acompañada de él──. La última vez que estuve aquí fue el día antes de irme, cuando ambos vinimos a buscar algunas caracolas.
──Yo estuve viniendo durante todos los años que pasaron ──comentó, y aunque ya sabía acerca de eso, no pude evitar que mis ojos quisieran encontrarse con los suyos──. A veces extraño demasiado Busan.
Mi mano derecha se dirigió hacia su mejilla, buscando acariciar su suave dermis y sentir su calor, su esencia, y comprender una vez más que no se trataba de un espejismo, sino más bien, de que era tan real como mi amor por él.
──Yo también la extraño, tengo tantos recuerdos aquí ──resoplé, al mismo tiempo en que mis labios hacían el vago intento de conformar un puchero.
A JungKook al parecer le pareció gracioso ese hecho, pues instantáneamente soltó una risa nasal casi inaudible, pero que pude escuchar muy claramente al estar cerca de mi rostro. El pelinegro sonrió con ternura, acercando sus labios hasta mi nariz únicamente para depositar un besito, justo antes de añadir:
──Podemos venir de vacaciones cada vez que queramos, aún si debamos dejar el trabajo ──sugirió──. Y si un día existe la posibilidad, podemos quedarnos a vivir.
──Eso... Es una maravillosa idea.
Junto a mi respuesta, Jeon volvió a abrazarme por la espalda, no dudando en besar mi cabeza y ronronear como todo un niño. Aquello me hizo reír débilmente, y él también lo hizo al cabo de varios segundos.
No pude concretar durante que tiempo ambos nos mantuvimos en esa posición. Lo único de lo que era consciente fue que pasó lo necesario como para que frente a nuestros ojos el Sol comenzara a moverse tan solo unos milímetros, hasta reflejarse en las aguas al horizonte. Se trataba de una imagen que podría admirar por horas y nunca agotarme, lo cual sinceramente había considerado desde que habíamos llegado, pero que ahora no parecía algo posible con la sugerencia que Jeon inocentemente comentó.
──¿Te parece buena idea si vamos a visitar nuestras casas? Hace unos años que no vengo... desde que te fuiste por segunda vez ──el muchacho dejó de abrazarme y se incorporó frente por frente a mí, permitiéndome deslumbrar con mejor claridad su faz y las expresiones que adornaban su precioso rostro──. Quisiera regresar a mi hogar nuevamente, pero esta vez contigo, princesa.
Escucharlo decir aquello provocó más emociones de las que puedo enumerar, y al mismo, más de las que podía explicar a través de lo que sentía. Mi respuesta era un definitivo sí, ya que claramente no podía negarme a regresar al lugar donde durante muchos años fui feliz, junto a la persona que representa un todo para mí. Así que sin dudarlo mucho, sacudí la cabeza de arriba a abajo en forma de aceptación, no tardando en encontar en sus labios la sonrisa más hermosa que alguna vez haya podido ver.
Entonces, como parte de esa admiración, decidí deslumbrarme con su simple presencia.
Jeon vestía completamente de negro. Usaba un suéter de seda que remarcaba las zonas críticas de su pecho y brazos, así como un pantalón que quedaba muy ajustado a sus largas y musculosas piernas. Era algo sencillo, no obstante, le quedaba como anillo en el dedo.
Sin embargo, creo que lo más relevante en su figura era su cambio de look.
JungKook ya no tenía el pelo extremadamente largo como hace unas semanas atrás, por el contrario, sus hebras oscuras ahora llegaban por encima de sus cejas. Eran escasas, para no decir nulas, las ocasiones en que lo había visto con el cabello así de corto, excepto cuando aún éramos niños. Y debía afirmar algo: se veía jodidamente atractivo de esa manera.
Él siempre se veía atractivo.
Yo, algo contrario al chico, estaba llevando conmigo un vestido sencillo, que se cortaba en mi cintura y caía hasta mis pies sin problema. No era un estilo complicado, en realidad se trataba de lo más sencillo que había encontrado en mi clóset a la hora de salir. Y junto a ello, traía un abrigo que cubría mis hombros del frío que se presentaba durante esta temporada del año.
Nuevamente había perdido la noción del tiempo mientras observaba a JungKook, pero al parecer no era la única, pues el pelinegro también parecía distraído mientras observaba mis ojos. Hasta que se dió cuenta de ello y tomó mi mano entre la suya, dispuesto a llevarme con él hacia el auto.
Habíamos tomado el viaje en carretera desde Seul a Busan desde la madrugada. Casi todo el día viajando, hasta hace tan sólo unas dos horas cuando llegamos a la playa. Nos quedaríamos aquí por unos tres días, con el fin de tener unas pequeñas vacaciones de la vida tan ajetreada que nos había tocado, y también de la serie de cosas que últimamente habían sucedido.
Además, ambos necesitábamos algo como esto.
Cuando los dos estuvimos dentro del auto, Jeon no se tardó en iniciar con nuestro camino a lo que hace muchos años fue nuestra casa. Si mal no recordaba, el viaje constaba de alrededor de veinte o treinta minutos en auto, contando los semáforos y paradas. Así que para matar al tiempo, decidí prender la radio para que la música formara parte de nuestro ambiente.
Durante todos esos minutos JungKook estuvo hablándome sobre la última semana en su trabajo como CEO, contándome acerca de una propuesta muy importante que había recibido y pidiéndome, de alguna manera, una opinión al respecto. Así se conformó una conversación en la que ambos dimos nuestros respectivos comentarios, y la cual comenzó a entrelazarse con otras de manera sucesiva. Aquello mientras escuchábamos música y a cada rato tarareábamos alguna melodía.
Y tal fue hasta que llegamos al vecindario que rápidamente reconocí como mi hogar.
Mi voz quedó suprimida por el silencio del carro cuando tanto JungKook como yo dejamos de cantar. Desde mi posición me dediqué a observar a través de la ventanilla las calles que me hacían sentir nostalgia, aquellas que formaron parte de mi vida y que marcaron en mí no sólo una etapa, sino una parte de mi corazón. El auto recorrió por la cafetería a la cual solíamos ir a comer, y a mi mente llegaron las memorias de un JungKook de seis años pidiéndole a su madre que pasáramos por ahí antes de ir a la escuela. Vimos el parque donde nos conocimos, aquel que presenció y aún es testigo de la magia que aquella tarde ocurrió, haciéndome recordar, también, la manera en que ese niño pequeño me hizo sentir cuando tan solo conectó su mirada con la mía.
Gracias a eso fue posible que en mis labios se ensanchara una sonrisa, misma que fue ampliada al girar la cabeza y observar a JungKook tan embelesado como yo.
──Esto... Esto me da tanta nostalgia que creo que lloraré ──dijo entre risas, doblando el volante del coche cuando reconoció en un letrero la calle que pertenecía a nuestras casas.
De repente me estaba sintiendo más ansiosa por llegar.
──Se siente extraño volver a estar aquí. La última vez que estuvimos juntos en Busan fue cuando aún éramos niños.
──Han pasado muchos años desde eso ──susurró, y en el instante en que decidí volver a mirarlo, aprecié el resplandeciente brillo que reflejaron sus ojos──. Hemos llegado.
De manera instantánea giré la cabeza hacia el frente, justo en la carretera y todo aquello que abarcaba mi campo de visión, encontrando automáticamente la zona de mi vecindario por el cual tanto solía andar.
Y entonces sentí aquello que Jeon me decía: tenía ganas de llorar.
Cuando nuestras respectivas casas aparecieron frente a mis ojos, no sentí nada más que la melancolía abrazar cada rincón de mi cuerpo hasta hacer que me doliera el pecho. Pero no era un dolor desagradable, en realidad... se trataba de una sensación completamente nueva para mí, y que aún así se me hacía un tanto conocida.
JungKook aparcó el coche justo al frente de ambas casas y se mantuvo quieto por un momento, como si esperase alguna reacción de mi parte que le diera a entender cómo estaba. Podía sentir su mirada clavada en mí, lo confirmé cuando nuevamente lo observé. Entonces vi la pequeña sonrisa en sus labios, y supe que aquello que me hacía sentir tan cohibida no era más que pura felicidad.
El muchacho sostuvo mi mano entre la suya y la besó con suavidad, al mismo tiempo que con su cabeza me invitaba a salir del auto con él. Nos tardamos un minuto aproximadamente para ello, puesto que además de quitarnos los cinturones de seguridad, Jeon se encargó de guardar un par de cosas antes de salir.
Al tener mi cuerpo fuera del vehículo y sentir nuevamente la brisa del pueblo chocar contra mi cuerpo, volví a caer en un profundo sueño hecho realidad. Me quedé estática y con la vista fija en esas dos casas; una al lado de la otra, aún conservando el aspecto moderno y para mi sorpresa, bastante cuidada como para los trece años que habían pasado. Al mirar mi hogar, el camino de piedras hasta la entrada, las vallas que aseguraban todo el jardín y toda esa aura que aún mantenía, me hizo sentir tan nostálgica que mis ojos se llenaron de lágrimas, y casi instantáneamente sentí el brazo de JungKook colocarse sobre mis hombros.
──¿Todo bien, amor? ──preguntó en un tono bajo, dejando una suave caricia en mi hombro y posteriormente un beso en mi mejilla izquierda.
Yo sólo suspiré con la intención de relajarme y evitar que empezara a llorar como la llorona que era.
──La última vez que vine fue el día en que regresé a Corea...
Miré a JungKook a mi izquierda, y para poder verlo mejor decidí incorporarme frente por frente, lo cual lo invitó a él a hacer lo mismo.
──Vine a buscarte. Estaba muy emocionada y tenía miedo de lo que pudiese suceder una vez que volviéramos a vernos... ──hice una pequeña pausa──. Pero cuando llegué y vi las casas desoladas, una mujer se me acercó y me dijo que ya nadie vivía ahí.
──Esa misma mujer fue la que me confirmó que eras tú ──confesó en un susurro, y ante mi muy probable expresión de desconcierto, se anticipó a explicar──. Cuando empecé a sospechar sobre tu mentira y le pedí a KyungSoo que investigara, él mismo vino a Busan y habló con esa misma señora. Ella nos confirmó que te había visto aquí.
──Esa fue la llamada que recibiste en mi casa, ¿cierto?
──Efectivamente...
La mano de Jeon sostuvo la mía con delicadeza, y mientras yo me dedicaba a observar la manera en que su lindo rostro se contraía para formar una sonrisita, JungKook observaba mi mano con tanto amor que me hizo sentir especial.
No obstante, aquel momento quedó a un lado cuando yo misma recordé un detalle especial y no pude ocultar la gran emoción que me provocó.
──¡Vamos hasta el patio! ¡Dale!
JungKook se sorprendió por mi cambio repentino, y soltando una sutil carcajada cumplió con mi petición. Abrió la valla en la entrada e hizo que pudiese pasar, instante en donde agilicé el paso hacia el costado de la casa con el fin de llegar al patio en donde ambos solíamos jugar. Observé hacia atrás, a él, contemplando como caminaba con tranquilidad y bajo una sonrisa divertida.
──¡Rápido, JungKook!
Agarré su mano e hice que caminara conmigo, lo que automáticamente le sacó una muy fuerte carcajada, misma que atravesó cada célula de mi piel. Él correspondió a ello y avanzó conmigo, hasta el momento donde el patio de mi hogar apareció frente a mis ojos y la impresión me hizo detener el paso.
Lo primero que capturaron mis ojos fue el árbol al que tanto intenté subir de pequeña. Seguía tan intacto como esa última vez que lo vi. A un lado, bajo la gran copa que abarcaba, incluso, la propiedad que pertenecía a Jeon, se encontraban dos pequeños bancos. Todo el césped del suelo estaba perfectamente podado, así como los caminos de piedra parecían más limpios que de costumbre. Vi la mesa que solíamos usar cuando papá cocinaba en la barbacoa, y en la misma que solíamos reunirnos en algunas noche festivas.
Pero de todo aquello que mis ojos eran capaces de capturar, lo más relevante fue el pequeño castillo en donde jugaba.
Recordaba muy bien aquel día en que mis padres llegaron a casa con ese objeto y lo instalaron en el patio. Desde ese entonces no bajaba de ahí aún si no tenía a muchas personas con quiénes jugar, exceptuando a Jennie. JungKook fue la persona con la más disfruté de ese castillo, gracias a los innumerables juegos que inventábamos cada tarde que nos veíamos.
Mientras mi mirada continuaba fija y mi mente se perdía en los recuerdos, Jeon ajustó el agarre de mi mano y me jaló hacia adelante, con la intención de acercarnos ahí. Por inercia mis ojos cayeron sobre los suyos, y entonces noté como ese brillo infantil del que alguna vez fui testigo, volvía a aparecer.
Sin pensarlo dos veces comencé a caminar junto a él por todo el patio, sintiendo la brisa abrazar mi cuerpo y como el sonido de los pájaros hacía presencia. De repente todo lo acontecido en los últimos años quedó en el olvido, y una vez más, me sentí como la niña que vivió en mí antes de abandonar este lugar.
──La última vez que estuvimos en este patio fue cuando te canté esa canción ──dijo JungKook al cabo de unos segundos, quedándose quieto al lado del castillo y haciendo que yo, justo como él, detuviera mi paso──. Fue en ese banco de allá.
Dirigí la vista hacia el lugar que señalaba, sacándome una sonrisa ante el recuerdo.
──Mamá interrumpió el momento cuando nos avisó que ya debía irme ──hice memoria.
──Tu madre siempre nos interrumpía. Incluso cuando jugábamos aquí.
No evité que una risa escapara de mis labios ante la mención de ese hecho tan cierto. No era mentira que siempre nos interrumpían cuando estábamos juntos, ya sea por parte de mi familia o la suya.
Algo que aún en la actualidad se repetía.
JungKook jugó con mis manos por unos segundos, como si estuviese recordando o pensando, probablemente, lo mismo que yo, pero no se atrevía a decirlo. Fue entonces cuando su mirada se alzó hasta encontrar la mía, y al parecer el brillo de mis ojos le dió a entender que tanto como él, yo también me sentía igual de melancólica.
Hasta que finalmente JungKook suspiró, dispuesto a hablar.
──Todos los recuerdos que tengo en este lugar son los más especiales de mi vida. Pero... ¿Sabes? Ahora mismo solo hay uno rodando alrededor de mi cabeza.
Ladeé la cabeza con curiosidad, algo confundida por eso que había dicho.
──¿Qué recuerdo?
El muchacho sonrió con ternura y no tardó en llevarme hacia el pequeño castillo a nuestro lado; al inicio no supe cuál era su intención, pero cuando él mismo me ayudó a subir las escaleras que llevaban a la cima, no me contuve una carcajada.
──¿No es esto muy pequeño para mí?
──Aún puedes entrar ──rió, alejándose solo un paso cuando finalmente estuve arriba.
La distancia entre ambos no era exagerada, al contrario, se consideraba mínima. La altura del castillo no era muy grande y JungKook era lo suficientemente alto como para llegar casi a mi posición.
De esa forma, entonces, él procedió a continuar.
──Siempre que podíamos jugábamos aquí. Tú eras la princesa atrapada en el castillo y yo era el príncipe que venía a salvarte del dragón ──recordó, apoyando sus brazos en la parte superior y dejando todo su cuerpo inclinado, ocasionando entonces que su rostro quedara cerca de mí──. Pero... una vez mientras nos reuníamos aquí, tú me dijiste que por una vez querías salvar a alguien y ver que se sentía. ¿Lo recuerdas?
La memoria distorsionada de ese día atrapó mí mente casi al instante en que JungKook habló. Como si se tratase de algún descubrimiento, me sentí extraña al recordar ese mismo día de hace trece años; un día muy parecido al de hoy.
Nuestros padres nos habían regañado por haber salido afuera sin abrigarnos. Era un día muy frío y habían anunciado una baja de temperaturas a medida que la tarde avanzara. Aún así, JungKook y yo decidimos salir para jugar entre ambos a lo primero que se nos ocurriese.
Y mientras el chico me abrazaba por la espalda pidiendo que le diera su espada, yo solo le dije: "¿Qué se sentirá salvar a alguien?"
El niño de siete años se quedó estático un par de segundos, hasta que finalmente me soltó y se incorporó frente a mí, manteniendo sus ojos grandes y una mirada curiosa.
"Eso se siente como... Ah", hizo un pequeño puchero, como si no supiera que decir. "No sé cómo se siente".
"¡Yo quiero salvar a alguien cuando sea grande! Quiero ver a la gente feliz como lo soy yo cuando tú me salvas". Sonreí ampliamente, apuntando la espada de JungKook hacia él y haciendo que riera suavemente.
"Confío en que un día tú me salvarás, mi princesa". Simplemente dijo.
Ante la memoria fue inevitable que sonriera, hasta el punto en que mis mejillas tomaran un color rojo y fuera suficiente para que JungKook supiera que sí recordaba aquello.
──Esa tarde no sabías que hoy, luego de trece años, serías la salvación de todos nosotros ──comentó, agarrando mi mano desprevenidamente y besando mis nudillos, mientras su mirada tan solo recalcaba la emoción de sus palabras──. Desde que apareciste en nuestras vidas te has convertido en la cura para nuestro dolor, y no lo sabías. Salvaste a los chicos, salvaste a tus padres, salvaste a tu hermana... Me salvaste a mí.
»Si no fuera por tí, estaríamos acabados, en el fondo del acantilado. Porque eres la luz que le dió sentido a nuestra vida. Tú... Tú eres mi única razón para vivir, HaeNul.
Por mi mejilla corrió una lágrima de melancolía; una gota que concentraba a su alrededor tantas emociones como para definir cuál era la más predominante. Amor, nostalgia, tristeza... Una mezcla de emociones que provocaba la más bella de las reacciones y hacía volar chispas con su fusión.
Me sentía tan viva.
Me sentía tan libre como nunca antes.
Abulté los labios en un puchero involuntario cuando mis ganas de llorar incrementaron, obteniendo por parte del pelinegro una dulce mirada y por consiguiente, que toda su faz se arrugase de la ternura. Volvió a besar mis nudillos delicadamente, y el tacto de sus manos con las mías era tan delicado que me hacía sentir como si fuese una flor. La mirada que se reflejaba en sus ojos contenía un brillo muy resplandeciente, juraría que se trataba una imagen jamás vista de él...
... Y prontamente supe el motivo de ello de la manera más inesperada.
JungKook me soltó con delicadeza y dió la vuelta para encontrarse con los pequeños peldaños, pero al contrario de lo que pensé en ese instante, no subió hacia donde me encontraba. Él se quedó ahí, estático en su lugar y sin parar de observarme fijamente, lo que me hizo preguntarme si por casualidad tenía algo extraño en el rostro, hasta el punto en que toqué mi mejilla por pura inercia.
Realmente no sabía que era lo que pasaba por su mente, no obstante, ni siquiera me dió la oportunidad de meditarlo cuando la melodía perteneciente a su voz volvió a capturar mis oídos.
──Creo que ya te lo he dicho muchas veces, princesa, pero... Todo lo que me haces sentir es jodidamente mágico ──confesó, tragando saliva con evidente dificultad y haciendo que su nuez de Adán quedara marcada junto a tal acto──. Cuando hablas, cuando me miras, cada vez que haces algo... Yo simplemente me doy cuenta de que nunca podré amar a alguien de la manera en que te amo a tí. Porque tú lo eres todo. Eres mi mejor amiga, mi familia, mi único amor. Tú... Tú lo eres todo.
Fue entonces en ese momento que, a la par en que concluía con la oración, Jeon se agachó sobre su propia rodilla y metió la mano en el bolsillo de su pantalón, de donde sacó una cajita negra.
Y juré que por un instante mi alma desapareció de mi cuerpo.
«No puede ser...», lo único que pude pensar cuando luego de acariciar su pelo, evidentemente nervioso, se aclaraba la garganta para proceder.
──No sé qué tal nos trate el destino de ahora en adelante. Sin embargo, no me importa todo lo que deba pagar con tal de estar a tu lado. Quiero amarte, quiero sentirte, quiero ser todo para tí, de la misma manera en que lo eres para mí ──cada una de esas palabras salió de su boca en un tono seguro, emanando sinceridad y aquello que más predominaba, el mismo amor que sus ojos expresaban. JungKook sonrió con timidez al mismo tiempo en que bajaba la cabeza, como si de repente hubiera recordado algo──. Hace mucho tiempo hubiera hecho esta situación un poco menos vergonzosa, pero... te puedo asegurar que el corazón me late como loco.
Quise reír en ese instante, pero me contuve solo para no interrumpir su momento.
──A lo que quiero llegar es que... HaeNul, eres solo tú. Contigo quiero pasar el resto de mi vida, aún si debamos pasar por los momentos más difíciles ──concluyó, y cuando abrió la pequeña cajita en sus manos fue como sí de repente hubiera brotado una luz en la oscuridad. Jeon volvió a sonreír, esta vez con mucho más nerviosismo mientras yo colapsaba por lo que estaría a punto de ocurrir──. Kim HaeNul, mi hermosa princesa, la razón de mi vida... ¿me concederías el honor de ser tu esposo para mostrarte cuan enamorado de tí estoy?
De manera inevitable mis manos cubrieron mi boca, sin poder creer lo que JungKook acaba de decir de rodillas frente a mí. El corazón me latió con euforia, junto a la emoción que corría por mis venas y me hacía sentir que realmente estaba viva.
Enamorada de él.
Mis ojos comenzaron a picar y supe prontamente que estaría a nada de llorar. Cuando finalmente mis manos se deslizaron hasta mi pecho, justo sobre la zona en donde mi corazón bombeaba sangre sin detenimiento, no evité mostrar la gran sonrisa de emoción que de formaba en mis labios, y cuando mis ojos se conectaron directamente con los de JungKook conocí el verdadero significado de la vida.
Y en el instante donde la primera lágrima se escurrió por mi mejilla, comencé a mover la cabeza de arriba a abajo con frenesí.
──Sí. Por Dios, sí. ¡Acepto!
Salté en mi lugar unas dos veces seguidas, casi a punto de reír de la felicidad. JungKook tocó su pecho con alivio, y supe por la manera en que todo su rostro se relajó que la había pasado mal durante esos minutos. El pelinegro sonrió con esa brillantez característica suya y se levantó rápidamente de su posición, para subir hasta donde estaba y sin pensarlo dos veces abrazarme.
Ese abrazo fue, probablemente, el más especial que había tenido con él.
Sus brazos se enrollaron en mi cintura y su cabeza quedó en mi cuello, mientras sentía el aliento proveniente de sus sutiles risas impactar contra la piel sensible de esa zona. Con mis dedos acaricié su pelo, me hice dueña de la fragancia de su perfume... Soñé despierta con su simple presencia. Nada fue más especial que ese simple abrazo, el cual no dijo nada, pero al mismo tiempo todo.
Cuando él se alejó solo un poco, buscó mi mano entre la suya para colocar el anillo. En el dedo anular de mi mano derecha quedó, justo en la medida exacta y haciendo contraste con el tono de mi piel, hasta quedar terriblemente hermoso.
──Estoy tan feliz ahora mismo ──susurró JungKook, dejando besos por todo mi rostro de manera cariñosa al mismo tiempo en que buscaba mantenerme cerca de su cuerpo──. Te amo, HaeNul. Te amo más que a nada en el mundo.
Llevé los brazos hacia los hombros de JungKook y dejé que me besara todas las veces que quisiera, que me hiciera sentir el significado del amor con cada caricia y palabra de su parte. Entonces, en el momento en que sus ojos quedaron alineados a los míos, susurré las palabras que sellarían nuestro momento.
──Te amo, JungKook. Más que a nada en este mundo.
El chico soltó una risa alegre, llena de la felicidad más grande que alguna vez lo había visto vivir. Sus manos se colaron sobre mi chaqueta tan solo para acariciar mis hombros, y posteriormente fueron a mi rostro para liberar los mechones rebeldes que intentaban cubrir mi cara. De esa manera, Jeon se quedó observando cada minúsculo detalle de mi faz de la manera más minuciosa posible; primero analizó mis ojos, luego siguió a través de mis mejillas y la nariz, delineó mi mandíbula y por último, se quedó embobado con mis labios, aquella zona de lo rostro en la cual siempre se mantenía estático. Y de repente, su peligrosa cercanía me arrebató el poco aliento que me quedaba, justo cuando nuestras narices rozaron y vi claramente como la punta de su lengua salía a jugar con su piercing.
──El día en que se dió la noticia de tu ida, me dijiste que para salvar a la princesa se necesitaba de un beso ──murmuró, manteniendo la voz profunda y baja, solo para que yo pudiese escucharlo──. Y ahora que lo pienso, han pasado trece años desde ese día, pero aún no te he dado ese beso.
Ladeé la cabeza juguetonamente y traté de contener una risa ante su comentario.
──¿Eso es una advertencia de que vas a besarme?
──Sí. Definitivamente te voy a besar.
Y como si se tratase de una infinita espera, los labios de JungKook finalmente cayeron sobre los míos.
El contacto fue dulce, exquisito. Podía sentir el sabor de su bálsamo labial, pero al mismo tiempo, aquella esencia única que solo sus labios poseían y que tantas emociones me causaba. JungKook no fue brusco, contrario a eso, solo mantuvo nuestros labios presionados por un par de segundos, con la intención de que nuestro contacto no representara un deseo ambicioso; en realidad, la clara muestra de que luego de mucho tiempo, nuestro amor había sido capaz de luchar contra todo.
Cuando nuestras bocas se alejaron tan solo unos centímetros para recuperar el aire, pude percibir cierto calor dirigirse a mis mejillas y hacia otras partes de mi cuerpo, aún si el clima estaba lo suficientemente fresco para ello. Y había considerado la idea de besarlo una vez más, antes de que Jeon propusiera la mejor idea de todas.
──¿Te gustaría jugar como dos niños de siete años una vez más?
Rápidamente asentí, aún sin que haya concluido la oración por completo, y eso le sacó una muy fuerte carcajada que simplemente evidenció su felicidad.
Y reflejada sobre él, estaba la mía.
Durante esa tarde de otoño no supe contar la variedad de recuerdos que vinieron a mi mente. La niñez, mi adolescencia, mi juventud... Todo se vio escrito sobre un libro que podía leer sin problema alguno, así como uno en el cual yo misma podía escribir mi historia, cambiarla, modificarla.
Un cuento donde él me acompañaría.
Y ese día, más que un final, fue el inicio de una nueva vida para ambos. Ya no éramos niños, ya no éramos adolescentes; tan solo jóvenes que habían sido capaces de superar sus obstáculos. Capaces de luchar por su felicidad y principalmente, por un sentimiento que siempre había existido.
Por un amor que superó las barreras de lo imposible. Que tuvo la fuerza de superar los males. Un cariño que fue marcado por un promesa inocente de cuando éramos niños, y que aún el día de hoy continuaba en nosotros.
Porque, aún si nuestros pasos iban a diferentes frecuencias, aún si la lluvia mojaba nuestros pies, aún si la soledad se hacía presente...
... Él estaba ahí.
Y tal como lo prometió, aún conmigo.
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Ahora sí, estoy llorando.
ESTOY LLORANDO MUCHÍSIMO, BANDA 😭💔
Estoy en negación oadnwko
Este epílogo, ahora, es el que marca el real fin de la historia. Con JungKook y Olivia sellando su promesa de amor y visitando el lugar en donde la historia inició
Reitero, doy los detalles en los próximos agradecimientos 😖
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