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⚘. ▎8

❝Esa sonrisa, ¿en donde la he visto?❞.
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JEON JUNGKOOK
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Jueves, 12 de septiembre del 2019
6:30 hrs.

La brisa fresca y prepotente de Busan movía mi cabello largo y negro de un lado a otro sin ningún tipo de remordimiento. Observando a mi alrededor pude notar con facilidad el lugar donde me encontraba; era mi antigua casa.

Por inercia miré mi aspecto, frunciendo el ceño cuando me reconocí como un niño de siete años.

«¿Qué hago aquí?».

Una carcajada que se sintió lejana me hizo girar hacia atrás, pero al no ver nada la desesperación me invadió. Luego volvió a sentirse a mi costado, nada nuevamente.

Hasta que en un momento fui más rápido y pude atrapar a la causante de esa melodía, sintiendo mi corazón paralizarse al ver a la niña pelinegra de sonrisa brillante con ese hermoso vestido de princesa.

—Hola, Kookie —dejó salir una risita.

—Haenul —su nombre salió de mis labios en un susurro casi inaudible justo antes de correr hacia dónde estaba y abrazarla con fuerza.

Sus brazos enrollaron mi cintura y su cabeza se pegó en mi pecho, propiciándome un sentimiento cálido y lleno de nostalgia.

—Te he extrañado, Kook.

—Y yo a ti, Hae —me alejé un poco para enfocar sus grandes ojos—. ¿Por qué no has vuelto en todo este tiempo?

Ella sólo sonrió a mi pregunta.

—No te puedo decir ahora.

—¿Por qué no? ¿Qué sucedió en todo este tiempo?

—Han pasado muchas cosas, JungKook, todo ha cambiado; yo he cambiado, tú has cambiado, y ya nada es igual —me miró sonriente—. No te puedo decir nada ahora, con el tiempo sabrás toda la verdad.

—¿De qué verdad hablas? —insistí con un poco de ansiedad—. Aunque sea dime dónde puedo encontrarte.

—JungKook —reposó su diestra en mi mejilla derecha mientras su otra mano sostenía las mías—, estoy más cerca de lo que crees, estoy en el mismo lugar que tú. Sé inteligente y ten en cuenta mis palabras: la verdad está frente a tus ojos... sólo tienes que ver con claridad, date cuenta antes de que sea demasiado tarde —y con eso dejó un beso en mi cachete para comenzar a retroceder.

—Haenul, espera...

—Adiós, JungKook.

—¡Haenul, no te vayas!

Un alarido salió de mí garganta justo al momento en que mis ojos se abrieron. Mi respiración agitada hizo que comenzara a observar a ambos lados como un loco en el intento de comprender que había pasado, pero al verme en mi habitación sólo dejé caer mi cabeza a atrás. La alarma indicando que ya era hora de levantarme comenzó a sonar, haciéndome girar mi rostro hacia dicha y estirar mi mano para apagarla.

Fue un sueño.

Me senté en la cama y pasé la mano por mi cabello con frustración, notando también que mi aspecto era el mismo de todos los días, un alivio. Había soñado con ella muchas veces, pero este sueño se ha sentido muy diferente a otros. «¿Qué quiso decir con que está más cerca de lo que creo? ¿Qué la verdad está frente a mis ojos? ¿Qué verdad?»

Me volví lanzar en la cama sin ninguna pizca de elegancia para entonces mirar fijamente el techo. Millones de preguntas y ninguna respuesta pasaban por mi mente con cada segundo que transcurría, y eso sólo me hacía pensar en que demonios estaba pasando conmigo. Miré el pequeño cuadro al lado de mi cama y no pude evitar sonreír con nostalgia al ver esa foto de Hae y yo cuando éramos pequeños.

«Si hubiera sabido que las cosas serían de esta manera, hubiera guardado más de esos recuerdos en mi corazón.»

Esa frase de la canción que una vez le dediqué sonaba en mi mente a cada rato, haciéndome sentir una presión para nada agradable en mi pecho y las ganas de desaparecer de este mundo. No fui consciente del momento en que una lágrima se escapó de mis ojos, pero rápidamente la limpié cuando sentí la puerta de mi habitación abrirse.

—Buenos días, joven Jeon. Veo que ya despertó, es un milagro —soltó una risa nasal.

—Buenos días, KyungSoo, no he dormido muy bien —volví a sentarme en la cama con algo de pereza.

—Oh, qué mal —lamentó mientras se posicionaba frente a la cama—. Debe levantarse, sus padres y su hermano ya están desayunando.

—Si, ya voy.

Pero me quedé mirando un punto fijo del suelo.

—Es ahora o llegará tarde —anunció sacándome las sábanas de encima.

—Ya voy, ya voy —chisté mi lengua con fastidio.

—En diez minutos vuelvo, si no está listo se las verá conmigo jovencito —advirtió con su dedo índice—. Con su permiso, me retiro.

Y así como dijo, salió de mí habitación. Me quedé por un instante mirando la puerta, ya que a veces me impresionaba la dualidad del hombre. KyungSoo fue el antiguo chófer de mis padres, pero luego de que estos retomarán sus actividades en la empresa pasó a ser mi asistente personal. Me conoce desde hace mucho y por lo que contaron mis padres, incluso me vió nacer. Siempre ha aguantado mis travesuras y me cubre en todo lo que hago, cosa que me hace apreciarlo el doble. Y a pesar de tener confianza hacia mí, siempre mantiene el respeto.

Sin duda un excelente trabajador.

A los minutos entré al baño para darme un ducha de agua fría, y al salir no tardé en colocarme el uniforme. Ese día decidí dejar mi cabello despeinado para darle un mejor toque y como último decidí aplicarme un poco de perfume. Una vez listo tomé mis cosas y bajé a desayunar, encontrándome con mi familia.

—Buenos días.

—Buenos días, hijo —saludó mamá con una sonrisa en sus labios.

—¿Como dormiste, JungKook? —preguntó papá.

Mh... bien —hablé un poco nervioso mientras tomaba un pancake de la mesa—, ¿Y EunWoo dónde está?

Cómo si lo hubiera convocado, sus pequeños pasitos se escucharon atrás de mí.

—¡Hyung! —se lanzó en mi hombro repentinamente, sacándome una enorme risotada.

—EunWoo —despeiné un poco su cabello luego de que se sentara a un lado mío.

—Hermano, mira el dibujo que hice —me enseñó la hoja que traía en sus manitos, la cual solo tenía unos cuantos garabatos.

Sonreí ampliamente.

—Está muy lindo.

—Hijo, ¿cómo te fue en tu primer día de escuela? —preguntó mi progenitor a EunWoo.

—Bien, ayer un niño de mi salón estuvo presumiendo su auto y ahora quiero uno, ¿puedo tener un auto, hyung?

—Si, pero de juguete —toqué la punta de su nariz con mi índice—. En un futuro tendrás un auto pequeño.

—¿Y cómo te va a ti, JungKook?

—Bien, este último año lo veo un poco difícil —suspiré—, pero haré todo mi esfuerzo.

—¿JiMin te vendrá a buscar? —quiso saber mamá mientras le daba un bocado a su desayuno.

—No, me dijo que hoy llegaría un poco más temprano.

—EunWoo, ve al auto, hoy te irás con tu hermano —anunció papá con una sonrisa.

—Vamos hermanito.

El pequeño me tomó de las manos para que me levantara, pero al hacerlo fui interrumpido nuevamente por la voz de mi padre.

—JungKook quédate un momento, debemos hablar contigo.

«¿Uh?».

Un poco confundido me agaché hacia el niño y le dije que me esperara en el coche, cosa por la cual no puso ninguna objeción.

Volví a sentarme en la mesa, siendo cien por ciento consciente del ambiente incómodo que se había formado en cuestión de segundos. Estaba un poco nervioso sin saber el motivo, y mucho más cuando mi madre sacó una carpeta y la posicionó sobre la mesa. Poco a poco fue abriendo dicha hasta sacar unas fotos que sin duda me dejaron helado.

La salida de ayer.

Mi cuerpo quedó extremadamente tenso con aquello, sin embargo, sentí una pizca de alivio al ver que el rostro de Olivia se encontraba censurado.

—¿Qué sucedió ayer? —preguntó con seriedad.

—Nada, mamá...

—¿Para tí esto es nada? —señaló la foto con más precisión, litigante, como si estuviera tratando de expresar algún tipo de dominio o mando.

Yo sólo suspiré en el intento de calmarme.

—Ayer salí con una amiga al centro comercial, en un momento nos descubrieron y tuvimos que salir de ahí corriendo —resumí lo más que pude.

—Hemos hablado contigo de esto, tienes que tener cuidado JungKook.

—¿Qué tanto quieres que me cuide, mamá? —pregunté ya estando molesto mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa para levantarme.

—Todo lo necesario para no afectar a la empresa —soltó al fin—. Te explicamos que este es tu futuro y tienes que aprender a tomar las decisiones correctas.

—La empresa. ¿Y mi felicidad mamá?

—Sabes que vives feliz aquí.

Y eso solo me hizo reír irónicamente, posé mis ojos en cualquier lugar menos en la mesa en el vago intento de eliminar mi disgusto.

—Desde que nos mudamos a Seul nada ha sido la felicidad para mí —sonreí falsamente—; ni la empresa más grande me puede hacer feliz, y sabes el por qué —no dudé ni un segundo en tomar mi mochila y ponerla en mi hombro—. Adiós.

Sin más que decir salí de la casa escuchando a mi madre y padre llamarme entre reproches, pero no giré. Sólo caminé decidido hasta el auto, notando la expresión seria de KyungSoo que me decía: “no debiste comportarte así”.

—No quiero hablar ahora, KyungSoo, andando —me limité a decir una vez dentro del auto, posando mis ojos en la ventana para admirar las calles de la ciudad.

Se preguntarán que ha sucedido con mi vida y por qué todo ha cambiado, pues la respuesta es fácil.

Luego de que Haenul se fuera del país, mi felicidad quedó escondida en lo más profundo de mi corazón. Pasé por horribles momentos ese primer año; lloraba desconsoladamente en las noches, tuve problemas por mi comportamiento y mi rendimiento académico fue bajando poco a poco. En resumen: la luz que iluminaba mi vida se fue apagando a lo largo del tiempo.

Unos tres años más tarde, mi madre salió embarazada de mi actual hermano, pero hubo un problema en ello: EunWoo nació con anemia. En el comienzo tuvimos que cuidarlo demasiado y darle muchos tratamientos, llevarle una dieta y mucho más ya que el doctor dijo que eso sería algo que podría durarle toda su vida; pero el dinero era escaso, por lo que mi familia decidió que ya era momento de volver a las empresas.

No obstante, para poder comenzar con su trabajo tuvimos que viajar a Seul. Obviamente yo no estaba de acuerdo y me negué completamente ante ello, pero claro, un niño de diez años no puede tener control sobre sí mismo.

Vinimos a la capital al poco tiempo. En el inicio las cosas fueron un poco difíciles, pero en el transcurso de un año ya éramos una empresa sumamente conocida en el mundo. En cuanto esta se colocó entre las primeras,  yo pasé a ser el principal heredero, por lo que desde muy joven ya estaba preparándome para el futuro que muchos pintaban y el que una parte de mí anhelaba. Mis padres como parte del ámbito que manejaban, decidieron construir mi actual colegio más el centro comercial; este último pasando a mis manos desde el año anterior.

Con eso tuve varias cosas en que prestar atención, y digamos que mi felicidad creció sólo un poco, ya que aquella que realmente necesitaba... no estaba para mí en ese entonces.

Diez años. Todo ese tiempo había pasado sin ni siquiera saber absolutamente nada de ella. La extrañaba demasiado, tanto que cada día se volvía menos tolerable, y junto a ello también estaba la curiosidad de saber que estaba sucediendo.

Salí de mi trance en el momento dónde llegamos a la escuela de mi hermano. Este desabrochó su cinturón y me observó con aquellos ojos color azabache antes de bajarse.

—Nos vemos, hyung —me agitó su adorable manito.

—Adiós, EunWoo —le regalé una media sonrisa antes de despeinar un poco su pelo.

El niño bajó del coche con rapidez y se acercó hasta la entrada donde su profesora lo esperaba. Me quedé un instante para cerciorarme que todo estuviera bien, y al encontrarme conforme le indiqué a mi chofer que continuara. En el camino  hacia mi instituto, KyungSoo decidió romper el incómodo silencio con el tema del que menos quería hablar.

—Sus padres solo quieren lo mejor para tí, JungKook.

—Lo sé, pero no pueden exigirme más de lo que ya hago —limité.

—Entiendo —susurró con la vista fija en la carretera.

Luego de eso no hubo ningún otro comentario.


∙ · • • • ❀ • • • ∙ ·

7:27 hrs.


Al recostar mi cabeza sobre el casillero tuve la oportunidad de recobrar nuevamente mi aliento y las energías necesarias. Observé vagamente a los estudiantes que me miraban con rareza debido a mis actos, pero decidí ignorarlos antes de decirles algo.

¿Se ha vuelto una costumbre para mí huir de las fans o qué?

Hacía unos segundos atrás estaba huyendo de la aglomeración de chicas que me esperaban en la entrada, mismas que empezaron a seguirme para darme regalos o hablar de lo “genial” que era. No era de esos chicos que rechazaba sus actos, pues apreciaba el esfuerzo que ponían aún así no llegase a aceptar esos que solían pasarse del límite. Pero no negaría que me agobiaba ser siempre el centro de atención.

Un poco más calmado comencé a tomar las cosas que necesitaba para la primera clase, y en eso sentí una persona a mi lado.

Misma que me dió el susto más grande de mi vida.

—¡Good morning~!

—¡Por dios! —llevé una mano al pecho al cerrar mi casillero con fuerza—. Me vas a matar un día de estos, JiMin.

El aludido sólo rió mostrando una sonrisa más brillante que el Sol.

Park JiMin

Mi mejor amigo: un chico esplendido, amable, cariñoso, muy sociable, divertido y un completo tonto cuando se lo propone. Su brillante personalidad lo hace una persona realmente especial a pesar de tener sus tropiezos, sus grandes tropiezos. Es un chaebols al igual que yo y nuestras familias son muy cercanas. Siempre está para mí en todo momento que lo necesite, y gracias a eso se ha convertido en mi más fiel compañero.

—¿Te has levantado con el pie izquierdo o derecho? —interrogó burlón.

—Bueno, si te levantas y lo primero que tienes es una pelea con tus padres, ¿qué piensas? —pregunté con la vista al frente de nuestro camino hacia el salón.

—¿Volviste a pelear con tus padres? ¿Por qué?

Suspiré con pesadez.

—Ayer cuando salí con Olivia hubo un ligero accidente. Unas fans nos vieron y tuvimos que correr por todo el centro comercial —bufé fastidiado—. Gracias a la vida no se dieron cuenta de que era ella. Sin embargo, al parecer unas fotos llegaron a mis padres, ocultando el rostro de Olivia pero no el mío, y en la mañana me dieron el sermón de mi vida.

—Al menos no llegó a mayores —vaciló un poco con su cabeza—. Pero cuéntame, ¿cómo salió todo ayer? —preguntó poniendo una expresión pícara que parecía ser sacada de una película de terror.

—JiMin quita esa cara —reí—. Y con respecto a ayer, pues todo salió bien —me limité a decir con una sonrisa en el rostro.

—Yah~, pero yo quiero detalles —golpeó levemente mi hombro.

—No~ —negué justo al instante en que entramos al salón.

Ya estando sentados en nuestros respectivos asientos seguimos hablando sobre el mismo tema. JiMin durante cinco minutos estuvo tratando de convencerme para que argumentara algo, pero fue en vano. Un instante después vi a Olivia entrar al salón acompañada de Rosé. A la primera le dediqué una dulce sonrisa, siendo testigo de como bajaba su rostro con timidez para ocultar su sonrojo.

«Es demasiado tierna.»

—Kook, baja de las nubes que ya comenzó la clase —me advirtió el rubio entre risas.

Y al observar hacia el frente, efectivamente se encontraba la maestra a punto de iniciar, haciendo que el sonrojado sea yo esta vez.

Tenía que confesar lo extremadamente aburrida que estuvo la clase. Mi cabeza estaba apoyada en mi mano, mientras que el rubio a mi lado hacia el intento de mantenerse despierto. Miraba directamente a la mesa con pereza hasta que un peculiar papelito doblado cayó sobre dicha. Lo tomé entre mis manos dispuesto a leerlo, y en cuanto lo hice no pude evitar sonreír.

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Gracias por la sudadera, ¡me encantó! <3

Atte: Olivia.

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Observé a la joven en el pupitre de al lado sonreír un poco avergonzada mientras sus mejillas volvían a obtener esa tonalidad rosada.

«Esa sonrisa, ¿en dónde la he visto?»

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¡Hola!
¿Cómo están?
Como vieron hoy apareció un nuevo personaje, y realmente espero que anticipen por él ya que es realmente bueno.
Cuando escribí esto me quedó muy largo, por eso decidí dividirlo en dos partes.

Nos leemos pronto <3

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